Todos en la calle de comercios lo sabían, se escuchaba a rumores murmullados la extraña nueva relación que había iniciado desde hacía un par de días. Y no es como que a nadie realmente les molestara, era que, simplemente la situación era lo suficientemente extraña como para llamar su atención.
Hana, la panadera había sido la primera en comunicar la nueva extraña relación, habiendo escuchado apenas unos susurros -pero no visto- por la parte trasera de las tiendas, donde descargaba sus ingredientes. Se lo contó a Eunjo, el señor que trabajaba la madera de manera artística, esa misma tarde. Ahí debió haberlo escuchado días después Aejung, la vendedora de pinturas, ya que usualmente iba con Eunjo a pedirle marcos con tallados intrincados. Claro que ella corrió a contárselo a su mejor amiga, Youngmi, quien vendía helados. Y poco a poco, de boca en boca, todos los comerciantes, sus empleados, y hasta alguno que otro cliente frecuente habían escuchado del nuevo estatus de Choi Minho.
Choi Minho, un hombre apenas a mitad de los treinta, que había tomado control de la florería de su abuela demasiado mayor como para seguir trabajando. Aun nadie sabía por qué aquel hombre había decidido no seguir la abogacía como sus padres, pero podían decir que era digno de dar la contraria en todo lo que hacía. En especial porque, a pesar de trabajar con flores (entre otras cosas propias de una florería) coloridas, Minho tenía un gusto por vestir demasiado oscuro. Usualmente con camisas negras, pantalones de cuero y botines, el hombre además llegaba a diario en una Ducati Superleggera-V4 al trabajo. Un cuadro un poco extraño y atemorizante para un vendedor de flores.
No había sido hasta su segunda semana como nuevo dueño de la florería, que se había acercado a ayudar a la vieja señora Cho, recogiendo algunas cajas de tomates y zanahorias por ella y llevándolas hasta su puesto, que todos se dieron cuenta del amable corazón que tenía el hombre. Además de que, una vez en confianza, Minho era un poco difícil de callar. Y así se había terminado ganando el corazón de todas las señoras mayores, que no dejaban de mimarlo, mientras que se había convertido en un amigo de confianza de sus pares en edad (sin mencionar que quizás era el enamoramiento pasajero de alguno que otro adolescente que trabaja un verano en cualquiera de las tiendas).
Si bien todo mundo lo consideraba un buen partido, la situación tomaba su giro extraño cuando se escuchaba quien era el otro participante de aquel rumor, Lee Taemin.
Frente a la florería de Minho, en un local que había sido desocupado varias veces por distintos tipos de giro, se había instalado un estudio de tatuajes. Después de que la mayoría de los mercaderes mayores colocó el grito en el cielo, se hicieron a la idea de que aquel estudio solo era un negocio más, y que tenían que darle la bienvenida a los nuevos dueños de local. Un par de hermanos (resaltando la parte de hermanos, ya que el mayor no dejaba de recalcarlo, a pesar de la diferencia de apellidos entre él y su hermano menor, dejando en claro que no permitiría malas miradas hacia su familia reconstituida) cuya presencia no era más que un misterio para los demás comerciantes hasta la fecha. Kim Jonghyun y Lee Taemin habían sido presentados ante el cuerpo de mercaderes que formaban su propio sindicato. Y si bien Jonghyun había sido amable y saludado a todos en ese momento, Taemin había sido un poco más reservado, bajando la mirada y asintiendo ante cada palabra que le era dirigida.
A Taemin, simplemente no le gustaba la interacción con otras personas, lo cual era un poco difícil de creer cuando se pasaba frente al estudio y se le veía dando un amable y gentil trato a sus clientes. Usualmente con una sonrisa infantil en el rostro, y su forma muy cómoda y colorida de vestir: con camisas largas -cuyo exceso de rayas a veces llevaba a pensar que el hombre solo tenía un tipo de camisa-, pantalones deportivos de colores, además de las pequeñas adecuaciones que él mismo les hacía a la ropa cortando retazos por un costado y dibujando por todos lados. Su apariencia era más la de un adolescente vago, con su cabello algo largo teñido de gris en la parte inferior, que se encontraba huyendo de las manos de todas las señoras que querían estirar sus mejillas, que la de un adulto a inicios de sus treinta tratando de llevar un negocio de manera seria y razonable
Era justo en ese punto donde nadie podía creer el rumor. Minho y Taemin no podían ser más diferentes. Minho lucía rudo, pero su carácter dulce y alegre era delatado por el aroma a múltiples flores que siempre le envolvía. Taemin, por otro lado, era ver un caramelo andante, cuya presencia no podía ser más silenciosa y reservada. Así que, a expensas de algunas apuestas, nadie creía que en la siguiente reunión para celebrar fin de mes del sindicato verían al supuesto par de tortolos.
Y así el día llegó, después de que todos cerraron sus negocios se dirigieron al pequeño salón al final de la cuadra donde se llevaban las juntas y fiestas. Las flores de Minho nunca faltaban para adornar, sólo que esta vez había sido extraño no verle ayudando a todo mundo a organizar el lugar. Nadie pasó desapercibido, sin embargo, de los dos dueños del estudio de tatuajes, solo Jonghyun se encontrara corriendo de un lado tratando de ser útil por primera vez como parte del gremio. No obstante, si excusó la falta de su hermano menor, explicando que el joven hombre era simplemente demasiado tímido y le tomaría un poco más de tiempo el ser abierto con sus congéneres.
Quizás entendieron por primera vez por qué Taemin solía esconderse de la vista general, no por aversión, sino por costumbre de haber sido juzgado tantos años por haber sido criado en una familia que la sociedad desaprobaba tanto. Ahora a todos les parecía aún más ridículo tal rumor acerca de un noviazgo que simplemente no podía ser. Minho era demasiado imponente para tal grado de timidez extrema, no había forma de que Taemin hubiese accedido a alzar la mirada y responder ante tal forma pasional de hablar que tenía Choi Minho.
Así fue como el tema se dio por cerrado, permitiendo que la reunión iniciara. Además de discutir lo ocurrido en el mes, y posibles soluciones, la reunión solía terminar en una comida comunal para reafirmar los lazos laborales y de amistad. Ante las tranquilas platicas que surgían por aquí y por allá, todos fueron perfectamente capaces de escuchar aquella característica Ducati.
Si bien, les parecía extraño que Choi Minho faltara a la reunión, era aún más extraño que llegara tarde. Rápidamente múltiples miradas atravesaron los grandes ventanales, hacia aquel lugar donde Minho solía estacionar su moto. Vaya sorpresa la que se llevaron al verle montar con alguien rodeándole la cintura para no caerse. Fue casi tan sorprendente como el verlo bajar y ayudarle a su acompañante a quitarse el casco.
Si las ropas no eran lo suficientemente delatoras -puesto que aquel joven estaba usando una de las chaquetas oscuras de Minho-, el cabello largo que se reveló fue más que prueba suficiente para asegurar que aquel extraño rumor que habían dado por falso no era otra cosa más que real.
En la posición en la que se encontraban, no podían ver mucho de Taemin más que parte de su espalda, sin embargo la sonrisa que Minho le regalaba era tan reveladora de aquellos sentimientos que Minho obviamente sentía por el hombre tímido. Uno que otro de los presentes le dio una rápida mirada a Jonghyun, que no lucía nada sorprendido por la compañía que su hermano menor tenía. ¿Por qué a nadie se le ocurrió antes preguntarle a él cuál era el estatus de Taemin con respecto a Minho? Quizás algunos hubiesen podido ganar aquellas apuestas en las que casi todos habían participado.
También observaron como Taemin bajaba la cabeza, quizás demasiado nervioso por presentarse ante una reunión a la que era obvio no pensaba ir. Probablemente Minho le había convencido de que no se recluyera. El hombre simplemente colocó su mano bajo el mentón de Taemin, diciendo algunas palabras indescifrables, probablemente haciendo magia puesto que Taemin terminó por asentir, y provocando que Minho se derritiera en una sonrisa aun mayor.
Verles así, al fin, les daba un vistazo a todos de cómo podía su dinámica funcionar, y sin embargo todavía era una gran incógnita el cómo habían terminado juntos. Tal vez, si echaban algo de ingenio, todavía podrían reiniciar sus apuestas, figurando cómo es que aquel extraño par se habían conocido y dado paso a algo más.
Pero cualquier especulación terminó, en el momento en que Taemin se deshizo de la chaqueta que Minho le había dado para no sufrir en el viaje en moto, regresándosela a su dueño. Minho había reído, lanzándola sobre su hombro y tomando a Taemin por la cintura para acercarle y darle un beso en la frente. A él parecía no importarle demasiado lo llamativo de la ropa de su novio; que la camisa de Taemin fuera tan corta, o que la mitad de sus pantalones fueran poco más que girones. Y a nadie más le pareció relevante cuando Taemin al fin tomó el coraje de darse media vuelta y acceder entrar al local, porque entonces todos soltaron un corto oh de entendimiento.
Taemin, en su costado izquierdo, tenía un delicado, pero nada discreto, tatuaje de flores, el cual Minho no podía dejar de tocar.
Fin