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¡QUIERO CONQUISTAR A MI ROOMIE! por Yakaylex2

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Notas del fanfic:

Digimon y todos los personajes mencionados en esta historia pertenecen a sus respectivos autores. Fanfic sin ánimo de lucro, hecho por un fan. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.

Notas del capitulo:

Hola a todos, me presento. Mi nombre es Alekay – bueno, mi seudónimo - y quisiera compartir este pequeño fanfic de una pareja y una serie muy especial para mí. No me pregunten de donde me inspiré para la historia, les juro que no fue de una película para adultos - ok, eso es demasiada información -.

Espero que les guste este Taikeru y gracias a mi hermana que me permitió compartirla con su cuenta.

Siempre he sido cien por ciento heterosexual. Al menos a los ojos de todo el mundo. Pero creo que todo cambió el día en que conocí a mi nuevo compañero de cuarto, Takeru Takaishi.


Recuerdo perfectamente ese día, ya que los gritos de Mimi se combinaron con los míos cuando escuchamos que abrían la puerta de mi pequeño departamento. Estábamos haciendo esas cosas que solo los solteros de veinticinco años - y con hormonas como de quince - hacen, cuando de pronto un chico entró por la puerta con su maleta en mano. Al ver la escena, desvió la vista y rápidamente cerró la puerta. Alcancé a escuchar una rápida disculpa.


- ¿Quién era ese, Taichi? - Me preguntó Mimi mientras tomaba sus cosas y comenzaba a vestirse rápidamente.


- Mi nuevo roomie... - Le dije temeroso.


- ¡Qué! - Me gritó molesta. - ¿Y cuándo lo decidiste? - Su escultural cuerpo quedaba velado por un amplio conjunto que me recordaba la moda de los hippies.


- Desde que las cuentas comenzaron a acumularse y mi trabajo de medio tiempo no me permite pagarlas. - Le dije tranquilo.


- Debiste decírmelo antes. - Sonaba muy molesta. - ¿Ahora en dónde lo haremos?


- Eh, bueno... - De hecho, no lo había pensado. Cuando decidí buscar un compañero ni siquiera pensé en el sexo con Mimi. Esa chica realmente no tenía otra cosa en la cabeza. Y si, no les voy a negar que me encantaba retozar con ella, si saben a lo que me refiero. Pero sinceramente ya estaba un poco cansado. Tal vez suene egoísta, pero todo se había vuelto muy cotidiano. Nunca había nada nuevo y no es porque yo no quisiera, sino porque ella era muy cerrada… excepto de las piernas, a mi parecer. Me hubiera gustado un poco más de misterio y alguna que otra nueva experiencia. En fin, creo que me desvié un poco del tema principal. -  Supongo que podemos estar un par de meses sin...


- ¡Meses! - Tomó su enorme bolso y se dirigió a la puerta. - Olvídalo Taichi, o te deshaces de tu nuevo "roomie" o te olvidas de mi para siempre. - No era una amenaza vana, tenía cientos de pretendientes. Salió dando un portazo y por un par de minutos me quedé mirando por la ventana como subía a su propio auto y se alejaba molesta. Ordené lo más posible la habitación y abrí la ventana. Me di un baño rápido y salí de inmediato. Tomé mi celular y marqué un número conocido.


- ¿Hola? - Era la primera vez que hablaba por teléfono con él, ya que todo el trato lo habíamos hecho vía correo electrónico. Era una voz bastante firme, fría y formal, pero también con un matiz armonioso e infantil a la vez. No sabría explicarlo.


- ¿Estás cerca? - Le pregunté titubeante.


- Aquí afuera. ¿Puedo pasar? - Me preguntó un poco más formal.


- Adelante, Takeru. - Le dije con el mismo titubeo en la voz.


Unos minutos después se acercó al sillón en dónde me encontraba sentado. Lo miré por primera vez con detenimiento, y por alguna extraña razón mi corazón comenzó a latir violentamente. Si no fuera porque sabía que era un hombre, bien hubiera pasado por una chica... algo masculina pero chica al fin de cuentas. Tenía piel clara, ojos azules y un cabello rubio casi dorado, tan brillante como los rayos del sol. Su figura era bastante esbelta y también muy alta. Y sus rasgos eran demasiado atractivos, casi perfectos. ¿Qué diablos me pasaba?


- Bueno yo... - Comencé a decir, pero me interrumpió de inmediato.


- Antes que nada, discúlpame por haber entrado así. No tenía derecho de invadir tu intimidad y ...


- No, no, no. ¡Nada de eso! - Le dije. - Ayer te avisé que podrías entrar a esa hora ¿recuerdas? - Le había mandado un mensaje a su celular. - Yo fui el imbécil que lo olvidó. - Me acerqué a él y le puse una mano en su hombro. Llevaba una playera sin mangas. Pude sentir su cálida piel. - Lamento mucho que hayas visto eso.


- No es que me moleste, en realidad mi mente es muy abierta con este tipo de situaciones. - Sonrió tímidamente. - Bueno, con muchos tipos de situaciones. - Lo miré un poco confundido. No sabía exactamente a qué se refería. - Pero si te causa molestia no te preocupes. Puedo regresar al departamento de mi hermano y ...


- No, Takeru. - Esta vez lo tomé firmemente de los hombros. Me gustaba sentir su piel en mis manos. Tal vez eran las hormonas o el haberme quedado a la mitad de lo que estaba haciendo, pero me daban ganas de hacerle cosas indecentes a este chico tan lindo. - Te quiero a ti de compañero. - Un ligero sonrojo cubrió sus mejillas.


- De acuerdo, Taichi. - Sonrió de nuevo tímidamente. - Gracias. - Extendió su mano y la estreché con fuerza. El trato estaba hecho.


Y así fue como conseguí a mi nuevo roomie.


Ocho semanas después.


- ¿Y cómo te ha ido con tu nuevo compañero? - Me preguntó mientras el agua jabonosa escurría entre nuestras manos. Nos encontrábamos lavando la vajilla en casa de mis padres pues era el clásico domingo de reunión familiar.


- Pues al principio si me era un poco complicado el hecho de compartir mi cuarto con un completo desconocido. Cada quien tiene sus propias ideas y costumbres para todo, principalmente para la limpieza y el uso del agua y la electricidad. Pero poco a poco hemos ido poniéndonos de acuerdo. - Traté de sonar lo más tranquilo posible. Aunque solo de recordar esas tontas discusiones sobre cuánto podía usar de agua para la ducha o de que tan limpio tenía que estar el departamento, hacía que todo ese coraje regresará a mí. Aunque la mayor parte del tiempo nos la pasábamos bien. Platicábamos sobre tantas cosas que el tiempo se pasaba volando. Los sábados por la noche veíamos películas hasta quedarnos dormidos en el sillón, tragando comida chatarra y demás porquerías.


- ¿Y es atractivo? - Me preguntó coquetamente mientras sentía que un ligero rubor comenzaba a descender por mi cuello.


- No creo ser... ejem... la persona adecuada para decírtelo. - Mentía. Podía decirle todo al respecto. Era muy, muy atractivo. Se ejercitaba todas las mañanas, por lo que su cuerpo estaba bastante marcado. No es que lo espiara, bueno de hecho si lo hacía. Al principio creí que era por envidia, aunque no sé por qué si mi cuerpo no está tan mal que digamos. Además, él solo tenía dieciocho años. Era un niño comparado conmigo. ¿Qué podría envidiarle yo? Creo que simplemente me gustaba verlo. Punto.


-Tienes razón, Taichi. - Mi hermana me miró risueña. - Tu eres el rey de los heterosexuales. - Comenzó a reír y yo le saqué la lengua. Lo que provocó que lo hiciera con más fuerza.


- Muy graciosa, Hikari.


- Te has acostado con media facultad, así que eso te convierte en... - Le cubrí la boca rápidamente, sin importarme llenarla de jabón. Si mi madre escuchaba eso, seguramente se sentiría decepcionada de mí.


- Cierra esa pequeña boca, Hikari. - Se movió de un lado a otro y yo la solté.


- ¡Qué asco, Taichi! - Se enjuagó con agua limpia.


- No lo menciones de nuevo. - La miré con toda la sinceridad posible. - Ya dejé atrás esa vida. - Me miró sorprendida.


- Vaya, no creí que lo tuyo con Tachikawa-san fuera tan serio.


- No, eso terminó hace semanas. - Le dije con una mueca triste.


- ¿Qué pasó? - Me encogí de hombros. No pensaba contarle que Mimi terminó conmigo porque le dije que prefería tener un roomie a acostarme con ella cada dos días. No pensaba contarle de la tremenda bofetada que recibí por eso y tampoco pensaba contarle que ella ya tenía un nuevo chico llamado Koushiro Izumi entre sus piernas... perdón, entre sus brazos.


- Son cosas que pasan.  - Le dije sin darle importancia.


- Tal vez sea una señal. - Me dijo con una mirada divertida. La miré confundido. - Takeru. - Dijo simplemente. Me ruboricé de pies a cabeza.


- No lo creo... - Le dije llanamente.


Después de eso, terminamos la conversación y seguimos con nuestras actividades. Unas horas más tarde me despedí de mi familia prometiéndoles volver la próxima semana. Estuve pensando toda la tarde en Takeru, que sin querer salí más temprano de lo que había planeado. Posiblemente aún no llegaría de su trabajo. Con esa idea me apresuré a subir los cinco pisos para llegar a mi hogar, pensando en prepararle su plato de fideos favorito. Por alguna extraña razón la sonrisa en mi rostro no se podía borrar. Al menos hasta que una imagen afuera de mi departamento me paralizó. Allí se encontraba mi pequeño compañero, besuqueándose de una manera un tanto apasionada con un tipo larguirucho de pelo azul. Parecía que nada existía a su alrededor, salvo las ganas de manosearse por completo a la vista de todos.


Una ira incontrolable y desconocida surgió dentro de mí. Eran celos. Mi pecho ardía por completo, mi puño se cerraba con fuerza. ¿Qué diablos significaba todo? Tratando de relajarme, pasé al lado de ellos y con un frío "buenas noches", entré a mi casa. Alcancé a ver la mirada sorprendida de Takeru.  En cuanto estuve adentro, corrí a la habitación y golpeé con todas las fuerzas mi almohada. Era la primera vez que me sentía así. Con todo el odio del mundo, tomé todas las cobijas de la cama de Takeru y las arrojé al sillón de afuera. Cerré con llave y me acosté directamente en su cama, pensando en lo molesto que estaría por haberla llenado de gérmenes. Un rato después, escuché los pasos de Takeru que se acercaban a la puerta. Comenzó a tirar de la manija.


- Taichi, abre la puerta, por favor.  -  Su voz se oía suplicante.


- Vete de aquí, Takeru. - Le dije tratando de mostrarme enojado. Tratando de no demostrar que me había dolido en el alma lo que había visto.


- Tengo que explicarte...


- ¡No tienes nada que explicarme! - Lo interrumpí. – Pero rompiste el trato de meter a otras personas en mi casa. – No es que yo no hubiera metido decenas de mujeres aquí, pero a partir de que él llegó no había vuelto a traer a nadie. Incluso terminé con mi novia por eso. ¿Y él si podía hacerlo? Posiblemente ahora estaba acostado en la cama donde se habían revolcado como lobos en celo.


- No, Taichi, yo... - Su voz comenzaba a quebrarse.


- ¡Déjame en paz de una vez! - Le grité con fuerza. Permaneció unos minutos afuera de mi puerta, hasta que apagó la luz y lo escuché acostarse en el sillón. Yo estaba furioso y lastimado.


Pero, ¿que era realmente lo que me molestaba?, ¿qué hubiera metido al larguirucho a mi cuarto para posiblemente tener sexo con él en mi propia cama?, ¿o el beso apasionado de la puerta?, ¿o el hecho de que he tenido durante dos meses un compañero gay y no me lo hubiera dicho? No, era más sencillo que eso. Él es gay y jamás, ni por asomo, me vio como candidato para sus conquistas. ¿Qué tenía ese tipejo que no tuviera yo? Era pálido, debilucho y feo - bueno tal vez no era feo, pero eso es lo de menos -. En cambio, yo, bueno, hay una mejoría bastante alta. No soy un adonis, pero me defiendo. Cierro los ojos y puedo ver perfectamente sus delgados labios moviéndose en sincronía con los otros. Sus ojos cerrados, su hermosa piel estrujada sobre las cortas y ceñidas bermudas. ¡Ah, maldita sea! Quería ser yo el que le pudiera hacer todo eso. Quería marcarlo, quería hacerlo mio. Quería abrir la puerta y saltar encima de él. Hacerlo en el mismo sillón donde me encontró la primera vez con Mimi, y vengarme porque esa vez me dejo con las ganas de hacer cosas. Quería besarlo hasta hacerle sangrar esa boca tan deliciosa que tiene. Porque no eran tan puro e inocente como me lo había hecho creer. Estaba obsesionado por qué me viera a mí. Si era necesario lo obligaría a hacerlo.


Al día siguiente me desperté tarde, ni siquiera me importó faltar a clases. Mi ánimo se encontraba por los suelos. ¿Como era posible que el atlético y guapo Taichi Yagami, que se había acostado con casi todas las chicas de la facultad, no le hubiera parecido atractivo a su compañero de habitación? Tal vez era porque nunca me había visto desnudo. De haberlo hecho... Si eso es lo que haría. Comenzaría con andar sin camisa por la casa, incluso cuando estuviera haciendo mi rutina. Posiblemente usaría bermudas más cortas o simplemente andaría en ropa interior. Como si estuviéramos en algún paraíso tropical o algo así. ¡Arg! ¿Desde cuándo soy tan exhibicionista? Pero es que jamás me había pasado algo así. ¿Por qué quería llamar la atención de Takeru?, ¿desde cuándo me gustaban los chicos? Mi mente no dejaba de dar vueltas y vueltas. Con rapidez me levanté de mi cama, arrojé toda mi ropa al piso (con excepción de mis calzoncillos) y abrí la puerta. Por suerte Takeru no...


- Buenos días, Taichi. - Su voz se oía adormilada. Me asustó mucho.


- ¿Qué haces aquí? - Le pregunté mientras trataba torpemente de cubrirme. Opté por cruzar los brazos para al menos sentirme un poco cubierto, pero malinterpretó mi gesto.


- Por favor, no hagas eso. - Movió la cabeza de un lado a otro. - No te voy a hacer nada. - Bajé los brazos. Lo que quería es que me hiciera cosas, no alejarlo. - Estaba esperando que abrieras la puerta para poder sacar mi ropa.


- ¿Te vas a mudar a la sala? - Le pregunté torpemente.


- Me iré de aquí. - Me dijo triste.


- ¿Qué? – “Reacciona rápido, Taichi”, me dije a mi mismo. - No te estoy pidiendo que te vayas.


- Es más que obvio que te molestó el hecho de enterarte de que soy gay. - Su rostro se veía muy tenso. - Llevo meses buscando un compañero de cuarto, pero nadie me daba la oportunidad. Por eso no quise decírtelo. - Suspiró. - lo siento, Taichi. Jamás te hubiera hecho nada.  Te lo juro. - Lo miré. Se veía pequeño y frágil. Exactamente como el primer día. Inocente y puro. Mi corazón volvió a latir rápidamente.


-  No me molesta el hecho de que seas gay. Ni mucho menos el que me lo hayas ocultado. - Me miró con sus ojos cristalinos. - El hecho fue que te estabas manoseando con un tipo afuera y que rompiste las reglas de tener sexo aquí. - Si, como no.


- No tuve sexo en tu casa. De verdad. - Se puso de pie. Para mi sorpresa, también estaba en ropa interior. Sin quererlo miré cierta parte de su persona y déjenme decirles que se veía bastante... bueno... muy bueno. - Ken me acompañó a subir porque precisamente pensó que lo haríamos aquí, pero le dije que no podía romper las reglas. - Se acercó un poco. - Así que solo me estaba dando un beso de despedida.


- Pues vaya manera de "despedirse". - Le dije yo.


- Lo siento mucho si te causé una mala impresión. - Agachó la mirada.


- ¿Por eso te saliste de la casa de tu hermano?


- A Yamato no le molestaba el hecho de que sea gay. Más que nada era incómodo para mi escuchar los sonidos lascivos que hacían esos dos por las noches. - Se estremeció.


- ¿Quienes? - Tenía curiosidad de saberlo.


- Mi hermano y su novia Sora. - Asentí con la cabeza. Yo me sentí así la primera vez que escuché a Hikari teniendo relaciones con su novio Daisuke a los quince años, en la habitación que compartíamos en casa de mis padres. De solo recordarlo la piel se me erizaba de terror.


- Por favor, quédate conmigo. - Le dije con más confianza. - Sigo queriendo que seas mi roomie. Takeru me mostró su amplia y hermosa sonrisa y se colgó de mi cuello. Su piel se sentía tan lisa y suave, que quería morderlo allí mismo.


- ¡Gracias, Taichi! - Se separó y me besó la mejilla. - Eres el mejor compañero que podría tener. - Me soltó y de inmediato se dirigió al baño. - No tardo.


Le respondí que no había problema y me quedé allí, parado como un imbécil. Ahora lo deseaba con más ganas.


Cinco semanas después


Ya pasó más de un mes desde el incidente con el tal "Ken" y las cosas parecen ir mejorando en casa. Aunque cada vez me resulta más difícil ser amable con ese idiota cuando lo acompaña a la puerta. Pero lo hago por Takeru, para que se sienta en una verdadera familia. Aunque eso no evita que arda en celos cada vez que escucho sus murmullos detrás de la puerta en sus “despedidas”. Por mi parte he intentado de todo para seducir a Takeru de la manera más discreta posible. Incluso me paseo por delante de él en ropa interior, pero ni siquiera consigo que me haga caso. Está como embobado escribiendo o mirando la televisión. He tenido encuentros "casuales" cuando salgo de la ducha con él, pero todo lo toma como una broma y sigue como si nada. Empiezo a pensar en poner en práctica las técnicas de Mimi.


- ¿Taichi? - Levanto la vista de mi libreta de tareas y por poco y me da un infarto. Se ve tan violable con esa ropa tan diminuta y ceñida que le gusta usar cuando sale con Ken, que quisiera tomarlo aquí mismo y ahora.


- ¿Qué pasa, Takeru? - Le pregunto tratando de parecer un hermano mayor.


- Tal vez no regrese esta noche. - Lo miro y noto que está completamente ruborizado.


- Ya veo. - ¿Qué más podía decirle? Sentí que mi corazón se hacía pedazos. - Pues, ve con cuidado y diviértete.


- ¿Estarás bien? - Me pregunta preocupado.


- Claro, ¿por qué no habría de estarlo?


- Ya sabes, hoy es nuestro sábado especial con maratón de películas. - Lo había olvidado por completo. Sería el primer sábado que no lo pasaría con él. Me encogí de hombros.


- No pasa nada. Puedo encontrar con qué divertirme.  


- Si quieres puedes romper las reglas. - Lo miré confundido. - Tachikawa-san seguramente te lo agradecerá. - Sonreí pesaroso.


- Lo pensaré. - No tenía caso decirle que eso había terminado desde que él llegó a mi casa. Sonrió y poco después salió. Cuando estuve seguro de que estaba lejos, me arrojé en el sillón y me puse a llorar hasta quedarme dormido.


Horas más tarde, desperté con el cuerpo - y el corazón - frío. Ordené a la tienda de enfrente dos paquetes de cerveza especial (con más de cuarenta grados de alcohol) y me dispuse a embriagarme. Por primera vez sufría un mal de amores. Prendí la música a un nivel tan alto que varias veces los vecinos fueron a quejarse de que bajara el volumen. No me importaba quedar bien con ellos, pero accedí a sus peticiones. Estaba cantando a todo pulmón que por poco y no escucho el sonido de los golpes en mi puerta.


- Ya voy. - Llevaba más de dos cervezas tomadas, pero todavía estaba en pleno uso de mis facultades mentales. Abrí la puerta y me sorprendió verlo enfrente de mí. - ¡Takeru! - Entró rápidamente y se echó a mis brazos. Cerré como pude y lo llevé al sillón. - ¿Qué te pasó?


-  Soy un imbécil. -Su ropa iba completamente desarreglada e incluso su camiseta se veía rota.


- ¿Te hicieron algo? - Le pregunté tratando de concentrarme en el problema y no en su pecho delgado que podía verse al inclinarse de esa manera. La verdad sea dicha, tenía lindos pezones.


- Ken... Ken se enojó mucho porque no quise hacerlo como él quería. Así que comenzó a actuar de manera agresiva y trató de obligarme. - Su garganta se escuchaba reseca, así que de inmediato le pasé una cerveza. La bebió de un golpe sin preguntar siquiera. Después tomó otra botella. - Lo golpeé en la entrepierna y salí corriendo. Dejé mi abrigo, por eso no tenía llaves para entrar. - Comenzó a llorar de nuevo, y lo abracé con fuerza.


- No llores, Takeru. Mañana por la mañana cambiaremos la cerradura y si quieres iré a pedirle tus cosas. - Takeru levantó sus ojos, por primera vez vi que usaba un poco de sombra para los ojos ya que su rostro estaba manchado.


- ¿De verdad lo harías? - Asentí con una sonrisa. - ¡Eres tan bueno! - Volvió a abrazarme y le correspondí de la misma manera. Su temperatura comenzó a elevarse de repente. Mi corazón palpitaba violentamente, pero esperaba que no lo notara. Rompió el abrazo y tomo otra botella.


- Takeru, creo que no deberías beber tanto. - Le dije con voz torpe, pero no me escuchó.


- Creo que yo fui el culpable. - Me miró y pude ver sus ojos nublados.


- ¿Qué?


- Yo fui el culpable porque lo seducía con esa ropa ceñida y al final me arrepentí de hacerlo.


- No creo que haya sido ese el motivo. - Le dije sin pensarlo.


- ¿Por qué lo dices? - Me preguntó confundido.


- Porque yo he tratado de seducirte durante meses y no me has hecho caso. - Le dije lo primero que se me ocurrió. Me miró sorprendido.


- ¿Eso es lo que hacías?


- ¿Acaso no te diste cuenta? -  Movió la cabeza.


- Pensé que ya tenías más confianza conmigo y por eso hacías las cosas como cuando vivías solo. Sin penas ni vergüenza. - Lo miré decepcionado.


- Trataba de seducirte. - Dije debilmente.


- No creí que el sexy Taichi Yagami tratara de seducirme. – Comenzó a reír. – En verdad eres muy malo en eso. - Me dijo con sinceridad. Sonreí pese a que en realidad quería ponerme a llorar de nuevo.


- ¿No te gusto ni un poco? - Movió la cabeza.


- No eres mi tipo. - Bromeó.


- ¿Y cómo es tu tipo? - Le pregunté serio. Quería ser su tipo a como diera lugar. Pidiera lo que pidiera. Quería besarlo y tenerlo entre mis brazos.


- Pues me gustan los pasivos. - Sonrió. – Y sinceramente, dado tu historial con las mujeres de tu facultad, dudo que tú lo seas. – Me miró orgulloso. – Siempre me gusta ser el activo.


- ¿Y cómo es eso? - No entendía bien a lo que se refería.


- Es decir que me gusta seducir a los chicos y que se queden tranquilitos. - Me dijo con un brillo especial en sus ojos. - Me gusta que se dejen hacer cosas mientras yo hago todo el trabajo.


- Vaya... - Sonreí maliciosamente. - ¿Te dije alguna vez por qué me alegré de terminar con Mimi? – Me miró sorprendido, entonces recordé que no le había contado nada. – Bueno, quizá olvidé decírtelo. – Asintió. – La verdad es que me aburría con ella. Siempre quería que yo tuviera el control y nunca me ofreció algo diferente. - Me acerqué peligrosamente a su rostro. - Me hubiera gustado alguna vez ser yo el de abajo. - Me sonrió lujurioso. Ignoraba si era por la cerveza o porque yo en realidad si le llamaba un poco la atención. Eso era lo que menos me importaba en ese momento.


- Ken siempre quería estar arriba. – Ambos sonreímos maliciosamente. - ¿Te gustaría que cambiáramos de lugar? – Asentí entusiasmado.


- Tú eres el experto, Takeru. – Me acerqué a él y comenzamos a besarnos.


Su boca era tan suave y deliciosa, su saliva era como un néctar prohibido. Su lengua era cálida y suave. Quizá parecíamos unos perros sedientos, pero no me importaba. Me quitó con prisa la camiseta y me recostó sobre el sillón. Comenzó a lamer mi cuello, mi pecho. Me daba suaves mordidas y me volvía loco de placer. Mis manos comenzaron a masajear su miembro lentamente y pude sentir su presión aumentando. Él comenzó a hacer lo mismo conmigo. Mis manos y mi cuerpo me ardían. Comencé a mover impulsivamente mi cadera. Pude ver su sonrisa traviesa y comenzó a preparar cierta zona en mi cuerpo.


Después de unos momentos, lo sentí dentro de mí. Aunque al principio el dolor era muy fuerte, poco a poco Takeru y yo tomamos un ritmo candente y delicioso. Nuestros gemidos de placer eran opacados por la música intensa que había en el pequeño departamento. Ignoro si alguien llamó a la puerta. No me importaba. Era un día especial y nada ni nadie lo iba a arruinar. Pasamos la mayor parte haciendo cosas que ni en mis sueños ni en mis fantasías más eróticas hubiera imaginado. Yo fui suyo y él fue mio. En algún momento de la noche me atreví a decirle que lo quería. Por fortuna, él me dijo que también me correspondía.


Amanece temprano en Japón. Las luces se colaron por las suaves cortinas de nuestra sala. La música hace horas se había acabado. Abrí los ojos y pude notar una suave manta que cubría nuestros cuerpos entrelazados. Era tan hermoso, tan delicioso, tan exquisito. Quería quedarme todo el día haciendo cosas con él. No era solo mi roomie. Era mi compañero, mi amigo, mi hermano - bueno, algo inusual si pensamos en lo que habíamos hecho toda la noche, pero no le di mucha importancia. - Y era la persona de la cual me había enamorado. Lo besé tiernamente en sus labios y al instante se despertó.


- Hola... - Me dijo adormilado.


- ¡Hola! - Le dije con alegría.


- Me duele mucho mi cabeza, ¿sabes? - Le acaricié su cabello.


- ¿Quiere decir que no recuerdas lo que pasó? - Lo miré mitad triste y mitad esperanzado.


- Recuerdo cada detalle de lo que pasó. - Me sonrió mientras atraía mi rostro hacía el suyo. - Te quiero.


- ¿De verdad? – Asintió torpemente. - ¿Y por qué nunca me viste? – Sonrió de manera infantil.


 - La verdad es que si lo hice y mucho antes de que “me sedujeras”. – Lo miré sorprendido. - Me gustaste desde la primera vez que te vi, cuando charlábamos sobre ser roomies. – Agachó la mirada. – Pero cuando llegué aquí y te vi con esa chica, supe que tendría cero posibilidades de conquistarte, así que opté por desviar mis nuevos sentimientos y regresar con mi antiguo novio.  


- Ken. – Asintió tristemente. Suspiré. – De haberlo sabido…


- ¿Qué?


- Te hubiera dicho desde el principio que unos días después de que llegaste, Mimi y yo terminamos porque te preferí a ti como mi compañero de cuarto que a nuestras sesiones de sexo cada dos días.


- ¿De verdad? – Me miró sorprendido. Asentí con una sonrisa. – Gracias, Taichi. – Se colgó de mi cuello emocionado.


- Yo también te quiero, Takeru. Y mucho. – Ahora que ya conocíamos los sentimientos de cada uno, comenzamos nuevamente a besarnos con intensidad.


Varias horas después, nos dirigimos a la casa de Ken Ichijouji.


- Vamos, Takeru. - lo escuché decirle mientras le entregaba su abrigo. Me encontraba unos metros alejado, pero podía escuchar a la perfección lo que decían. - Si quieres lo hacemos como tú quieras, pero no me dejes así.


- Tú sabes que no es eso lo que me lastimó. - mi compañero le dijo con voz firme. - Sino el hecho de que te pusieras violento conmigo. Tu sabes que no es la primera vez.


- Te prometo que eso va a cambiar. - Lo tomó de la cintura y lo acercó a él. - Es más, puede pasar en este mismo momento. - Sin quererlo me molesté. Sabía que jugaba con fuego. Él había sido el novio de Takeru, habían terminado justo el día de ayer. Quizá sus sentimientos no eran ya tan fuertes por mi como lo eran por él. Volteé a ver mi compañero y miré la incomodidad en su rostro. Me acerqué sin dudarlo.


- ¿Podrías soltarlo por favor? - Le dije mientras tomaba con fuerza su brazo. Takeru me miró sorprendido.


- ¿Y tú podrías dejar de meterte? - Me miró molesto. - Solo es tu roomie. - Sonreí irónico. Con rapidez, giré su brazo de tal manera que quedó hacía atrás de su espalda. Y con un puntapié lo dejé en el suelo. Takeru se aferró a mi brazo.


- No es solo mi roomie, - le dije con una mueca burlona. - Takeru ahora es mi novio. - Lo tomé de la mano y nos fuimos de allí.


Caminamos un par de cuadras en absoluto silencio, hasta que Takeru lo rompió.


- Gracias por tu ayuda, Taichi.


- No tienes nada que agradecer. - Me detuve y me giré hacía él. - Para eso son los roomies.


- ¿Y también los novios? - me miró divertido.


- Y también los novios. - Le dije mientras acercaba mi rostro al suyo. Me besó seductoramente. Después de eso, nos dirigimos de nueva cuenta a nuestra habitación.


Sería una tarde increíble.

Notas finales:

Hasta aquí esta pequeña historia. Agradezco que hayan llegado al final y cualquier comentario o crítica hacia la misma es bienvenida. ¡Nos vemos!


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