Gurov Nobokov por momu

A finales del otoño de 2016 Feliz y Gurov tuvieron una discusión decisiva; jamás los había visto pelear desde mi llegada pero aquella tarde de domingo al volver del trabajo, los encontré en el pórtico trasero de la casa. Feliz alzaba la voz con desesperación mientras se le quebraban las palabras, retumbaban sus pasos sobre la madera de un lado a otro como león enjaulado. Replicaba una y otra vez sus desacuerdos y le exigía explicaciones a Gurov quien como siempre ha sido justo de palabras se hallaba con los labios sellados, mirando a la pobre chica inundada en lágrimas.

No me has querido llevar, ni me has querido incluir en estos planes, pero aun así eres un cobarde, ¿porque no solo dices que quieres terminar? -- dijo ella, Gurov apretó los dientes, impotente, abría y cerraba la boca como un pez que ha saltado fuera del agua, a la vez que Feliz retornaba en llanto su inconformidad.

Los miré durante largos minutos desde la ventana de la cocina, en repetidas ocasiones me obligaba a dejar el lugar, y daba unos pasos fuera del salón pero volvía intrigado y curioso por la situación.

Entonces terminemos -- finalizó él, el estrepitoso río de palabras que Feliz desembocaba se detuvo abruptamente ante esta última oración.

Dime la verdad -- imploro. Me quedé congelado en esa posición. Durante los meses que había tenido la oportunidad de ver a una distancia considerablemente cerca convivir a esas dos criaturas, rara vez tenía la esperanza de verlos terminar, la mayoría del tiempo sabia bien que había algo encantador y mágico en su relación, como leer un cuento de hadas una y otra vez sin entender un final ante la armonía presenciada.

Porque te quiero -- respondió Gurov con voz grave y firme. -- porque te quiero pero no te amo -- repitió. -- ¿Fuiste feliz este tiempo en mi compañía? o ¿acaso te causé algún dolor hasta ahora? --preguntó cauteloso. Feliz sorbió por la nariz  y luego de un silencio sepulcral le tiró una cachetada, un golpe sordo que se disipó de inmediato. Una bofetada que terminó con sus casi dos años de relación en un instante.
Me sentí con emociones encontradas, difícilmente narrables.

Después de aquel suceso Gurov se despidió y se marchó a una ciudad muy al sur para emprender una investigación de su institución. Por segunda ocasión me dolió verlo partir lejos, pero entendía bien que en mi pueblo ya no había nada por lo cual permaneciera.

A principios del 2017 le pedí a Eva que se casara conmigo y aceptó.

A veces me aterraba pensar que se lo había pedido como una forma desesperada de olvidarme de mi viejo amor por Gurov, y dando agónicas patadas de ahogado habría marcado una línea definitiva entre ambos.

Volví a ver a Gurov en primavera de ese mismo año, se había dejado crecer la barba un poco, como nunca, se había vuelto mas corpulento y atlético, se veía mejor pero en esencia seguía siendo exactamente el mismo.

Que agradable sorpresa, ella es maravillosa no pudiste elegir mejor -- me dijo aquel día, se prendió un cigarrillo recargado en el baranda del pórtico que daba al jardín trasero, a una explanada amplia de arboles de naranja.


¿Tú crees? te confieso que a veces en las mañanas dudo de todo... de toda mi vida. -- admití, me miró un momento y le dio una calada a su cigarro.

Pero no es cualquier cosa pedirle matrimonio a una mujer —

Le mire un momento y asentí, miré la lejanía, un viento suave y tibio.

¿Por qué tú y Feliz terminaron? cuando rompieron me sorprendí en verdad, nadie se lo hubiera imaginado, tan abrupto—

Pues porque hay cosas que por más que intentemos sentir no suceden, un día en la mañana me desperté con ella a mi lado, me miro y me dijo, "te amo" -- fumó de nuevo, mostró su palma y se encogió de hombros -- me hirió mucho que no pudiera responderle de inmediato de igual forma, los próximos meses intente, pensaba: es cuestión de tiempo, tengo que esforzarme más y un día voy a sentirlo. Y no, pero la quiero mucho tuve que ser sincero con ella de lo contrario habría sido peor y también habría sido injusto para ella. -- explico, la saliva se abrió paso por la garganta dificultosamente, me acordaba de los días de maestría, de una juventud aparentemente cercana pero al mismo tiempo inalcanzable. -- ¿De qué cosas podrías arrepentirte de tu vida? -- preguntó. Negué sin prestar mucha atención, me sentí melancólico, nostálgico de algo que por guardar silencio tantos años, para Gurov nunca había existido.  

No haber vuelto a casa en navidad cuando me quedé atrapado por la tormenta de Climt -- solté una risa nerviosa y no pude ver a Gurov a la cara -- me sentí muy desolado en aquellas fechas, creo que ha sido una de las épocas más tristes de toda mi vida. -- explique, no sabía si me había arriesgado a mucho, pero lo había hecho y ya no hubo marcha atrás.