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Eres mi omega por Eira Baker

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Notas del fanfic:

¡Si pude terminar! Siento admiración por mi misma *mira el horizonte con expresión de loca* sinceramente no sé cómo quedó esto jajajaja seguramente raro pero hice lo que pude! :'u y... Ya pensaron en un nombre bonito para la pareja de NearxMello? O se sique quedando Near sun? 

En fin, espero disfruten esto~ oh, y yo había escrito un fic de Mello omega y Near alfa, pero se borró y aún lloro por eso T.T pero espero tomarle cariño a este y seguir escribiendo u.u

Notas del capitulo:

Death note no es mío. Ojalá si. Mello y Near ya hubieran tenido miles de hijos. 

Eres mi omega.

 

Mello salió hecho una furia de la enfermería, pisando con fuerza el piso con cada paso que daba y arrugando una hoja de papel que tenía en su mano. 

 

Todo el que lo veía pasar se apegaba a la pared con miedo de enfrentar al chico rubio de mirada asesina y aura intimidante. Era mejor evitar cualquier enfrentamiento con él, ya que era muy fuerte y pegaba bastante duro.

 

Mello los ignoró y solo se concentró en llegar a su habitación. Una vez ahí, cerró la puerta con un fuerte portazo y se tiró de espaldas en su cama, mirando hacia el techo con una expresión de querer matar a medio mundo. Volvió a concentrarse en el papel de su mano y la ira volvió a él pero triplicada, no pudiendo evitar estar muy disgustado y rencoroso con la vida que le tocaba. Ese día les entregaron a todos los resultados de sus exámenes para saber si serían alfa, beta u omega. Y él creía firmemente que sería alfa. Tenía todo lo necesario para ser un alfa. Él era fuerte, inteligente y contaba con una presencia que intimidaba a cualquiera, reflejando su dominante forma de ser, pero no, la vida, Dios, el destino, todos lo odiaban y en ese papel figuraba que era un maldito omega. 

 

Dios, qué vergüenza. 

 

Él. Era. Un. Omega. 

 

Se rehusó a creerlo y exigió que volvieran a hacerle otro examen. Pero seguía dando el mismo maldito puto resultado. 

 

¡Con un demonio! 

 

No era idiota, sabía bien cómo veían a los omegas. 

 

Omegas… simples seres débiles, patéticos, frágiles, en busca de un alfa que los proteja, cuide y mimen. Normalmente eran pequeños, sumisos y obedientes.

 

¡Y él no era así! 

 

Llevó sus manos al rostro, conteniendo un gemido de frustración. 

 

¿Por qué al menos no pudo ser un afortunado beta?

 

Vale, no ganaba nada llorando por la leche derramada…

 

En primer lugar, ¿por qué demonios veían así a los omegas? Bueno, si le tocaba ser un omega, entonces él les demostraría a todos que los omegas podrían ser geniales, independientes, fuertes, asombrosos, y que no necesitaban de un asqueroso alfa en lo absoluto. 

 

Si, ahora odiaba a los alfas y estaba en contra de ellos. 

 

Pero había un serio problema. 

 

Los omegas entran en celo cada tres meses. 

 

Segregaría feromonas que atraerían a babosos alfas y sufriría constantemente de acoso sexual. 

 

¡Mierda, mierda, mierda! 

 

No quería estar unido a nadie. Y le daba horror imaginarse con un alfa que lo único que buscaba era cogérselo y dejarlo preñado. 

 

La imagen de sí mismo embarazado le provocó dolor de estómago. 

 

No quería, realmente no quería. Haría lo imposible para alejarse de todos los alfas del orfanato para que no estropearán su sueño de ser L. 

 

Ser omega no lo detendría. Solo tendría que preocuparse de los celos y tomar supresores. Si, solo eso. 

 

Ugh, Dios, el dolor que sentía en el estómago se duplicó. 

 

Se levantó de su cama y salió de su habitación, enojarse no le serviría de nada. Tenía mucha hambre y deseaba comer algo salado ahora. Iría a la cocina por papas fritas y luego volvería a su cuarto, para pensar en frío y ver cómo podía acostumbrarse a la nueva vida que le tocaba. 

 

Caminó en silencio por los pasillos ya desiertos, con la mirada fija en el piso, pensando. Se frotó la nariz con cierta dureza, había un olorcillo en el aire que le picoteaba la nariz. No era desagradable pero era algo molesto. 

 

¿Menta? 

 

Se detuvo cuando vio unos pies pequeños protegidos en unas medias blancas. 

 

—Mello —lo llamó alguien con una voz suave, calmada y ligeramente dulce. 

 

—Near —repitió con desagrado, mirando al niño más bajito que estaba delante suyo, quien por cierto le impedía seguir caminando. 

 

Intentó ir por la derecha pero Near volvió a cerrarle el paso. Frunció el ceño y quiso caminar por la izquierda, obteniendo el mismo resultado.

 

—Mira condenado mocoso, no estoy de humor para tus juegos. O te quitas o te quito yo —advirtió con furia, mirándolo fulminante con sus orbes azules. 

 

Al ver que el niño no se movía, Mello lo empujó con brusquedad, quitandolo de su camino para alejarse lo más que podía de él. 

 

—Mello es un omega. 

 

El chico rubio se detuvo en seco y giró sobre sus talones, encontrándose con unos grandes y suaves ojos plateados que lo miraban con suma atención. 

 

—¿Cómo demonios lo sabes? —preguntó molesto, apretando los dientes.

 

—Porque puedo olerlo —explicó con tranquilidad, jugando con un mechón de su cabello blanco. 

 

Desde la mañana Near fue capaz de sentir un olor dulzón que venía de Mello. Y a pesar de que no era fan de las cosas dulces, aquel olor no le parecía nada mal. 

 

—Ugh, pues nadie te dió permiso para hacer eso —dijo molesto, cruzándose de brazos. 

 

Near lo miró fijamente y se fue acercando a pasos lentos a Mello. 

 

—¿Qué…? 

 

Mello quiso retroceder pero Near estiró su brazo y lo agarró de su camiseta, manteniéndolo en su lugar. 

 

El pequeño genio estaba tan cerca que Mello fue capaz de apreciar sus finos rasgos, sus grandes ojos grisáceos, su piel blanquecina, y sus labios regordetes y rojizos. Bien, no podía negar que Near era ciertamente lindo.

 

¿Acabo de pensar que Near es lindo? —pensó Mello incrédulo, enojándose consigo mismo. 

 

Near aprovechó el estado de confusión de Mello y acercó su nariz en la curvatura de su cuello, olfateando el olor del chico mayor.

 

—¡Pero qué carajos…! 

 

Un gemido se le escapó a Near y sintió sus mejillas sonrojarse por el dulce aroma de Mello. Había olido a otros omegas, pero ninguno tenía ese olor tan maravilloso y adictivo del cual era dueño Mello.

 

Mello se quedó perplejo, pensando seriamente si escuchó un gemido venir de Near o si solo fue su imaginación. 

 

—Near, ¿qué se supone que…? —Near levantó la mirada y ambos se miraron. 

 

Unos asustados ojos azules se enfrentaron a unos serios ojos plateados. 

 

—Eres mi pareja destinada —dijo finalmente Near, acercándose aún más a Mello. 

 

Mello se quedó en silencio, con una expresión incrédula, parecía que estuviera en shock. 

 

—¿Estás bromeando, cierto? —preguntó lentamente. 

 

—No, ¿por qué lo haría? —preguntó Near, haciendo un puchero y estando ya a pocos centímetros alejado de Mello. 

 

—¡No! —gritó el chico mayor completamente asustado y empujando a Near—. ¡Eso no es cierto! ¡Por dios, Near, ¿enloqueciste?! 

 

Near jugó con un mechón de su cabello, curvando los labios hacia arriba en una sonrisa algo oscura. 

 

—No lo hice, y Mello también debería ser capaz de sentir mi aroma —dijo con tranquilidad, volviéndose a acercar al más alto. 

 

Inseguro, Mello inhaló despacio y al momento siguiente una dulce fragancia pasó por sus fosas nasales e invadió sus pulmones. Su corazón palpitó con fuerza y sintió un cosquilleo en el vientre.

 

—N-near —balbuceo estúpidamente su nombre, sonrojándose y mirándolo sorprendido.

 

La segunda cosa que sintió fueron unos suaves, cálidos y afelpados labios sobre los suyos, junto al calor de un cuerpo ajeno que lo iba empujando contra la pared más próxima. 

 

Mello se escandalizó. ¡Near lo estaba besando! 

 

Peor aún, ¿fue arrinconado por Near? No me jodas. 

 

El rubio colocó sus manos en los hombros del más joven, con la intención de apartarlo, pero en su lugar se quedaron ahí, inmóviles.

 

Siendo rápido, Near había empujado su lengua dentro de la cálida boca de Mello. 

 

—¡Mh-! —Mello cerró fuertemente los ojos por la extraña sensación que incrementó el cosquilleo en su estómago. El roce entre sus lenguas húmedas se sintió increíblemente delicioso. 

 

Mello no pudo resistirse a corresponder aquel beso abrasivo, envolviendo el cuello del pequeño niño con sus brazos, acercándolo aún más hacia sí. Gimió suavemente cuando sintió las manos suaves y cálidas de Near deslizándose por debajo de su camiseta, acariciando su piel. 

 

Se besaron con cierta torpeza al inicio, pero luego fueron agarrando mejor el ritmo, devorándose los labios con fervor y con absoluto deseo. 

 

El de ojos azules llevó sus propias manos al suave cabello del menor, haciendo girar sus dedos en aquellas hebras blancas. Se alejó un poco para tomar aire pero al siguiente volvió a besarlo. 

 

Los segundos pasaban y se iban besando de una forma más hambrienta y feroz, recorriendo la boca del otro por completo y gimiendo por el dulce sabor de sus bocas que los iba enloqueciendo de placer. 

 

Los toques de Near se sintieron tan bien. A Mello le gustaba como lo tocaba, y dejó escapar un gemido más fuerte cuando los dedos de Near llegaron a sus pezones, jugando con ellos. 

 

Mello sintió un ligero apretón en su vientre, sintiendo mucho más calor y teniendo ganas de quitarse esa molesta ropa. Quería sentir aún más a Near. 

 

Quería… quería que lo marcara. 

 

Mello ensanchó los ojos y puso una expresión horrorizada. 

 

—¡Ay! —Near gimió de dolor y se apartó, llevando sus delicados y pálidos dedos hacia su labio inflamado y rojo. 

 

Mello lo había mordido. Y muy fuerte, cabe aclarar. 

 

—¡En tu vida vuelvas a hacer eso! —gritó Mello, exaltado y furioso, acomodándose la ropa. 

 

Near sonrió al verlo enojado, disfrutando también de ver sus labios hinchados y rojos por los besos que se dieron. 

 

—Mello no se veía disgustado a mi parecer —dijo Near, mirándolo con una ligera diversión. 

 

Mello no contestó, se le quedó mirando con furia y frunciendo los labios. 

 

Near suspiró. 

 

—No tengo la intención de molestar a mi omega, me disculpo y… 

 

—¡No soy tu omega! —rugió el rubio. 

 

—... no lo volveré a besar si no lo desea —continuó Near, como si Mello nunca le hubiera interrumpido, acercándose de nueva cuenta al chico que seguía a la defensiva—. Aunque será difícil… —susurró el blanquito, acariciando suavemente el labio inferior del rubio—. Tu sabor es delicioso… —se acercó hasta que sus labios pudieron rozarse—. Me gustó —presionó con suavidad sus labios contra los de Mello, sonriendo contra ellos. 

 

Near cayó dolorosamente al piso por el fuerte puñetazo que recibió en el rostro. 

 

—¡Que te den! —gritó Mello, mirándolo con fiereza pero teniendo un molesto sonrojo en sus mejillas—. ¡Cómo me vuelvas a besar, te mueres, idiota! —le gritó por último, alejándose de ahí y dejando a Near tirado. 

 

Near se levantó con dificultad, sus orbes plateadas observando por donde se fue Mello. 

 

A pesar del dolor que sentía, sonrió. 

 

—Mi omega es hermoso —dijo, completamente enamorado y jugando distraídamente con su cabello. 

 

Notas finales:

Y eso es todo amigos jajajaja sinceramente, ¿cuántos fics largos tengo en total? Dios, me mataré yo solita, no se preocupen ;w; 

Gracias por leer~


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