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Quedé embarazado en una dulce noche. (Traducción finalizada) por yuniwalker

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Nefert no quería que el amado reino de su padre se convirtiera en un estado vasallo de Roma. Incluso si hacía de Garba su compañero, comprendió que el poder real estaba en sus manos únicamente. Su existencia debía mantenerse como la del representante de una gran nación. Un hombre leal a lo que era.


"Espera, no puedes negociar. Ellos quieren asesinar, no escuchar."


Intervino Lucius. Sin embargo, sabía que tenían que encontrar una solución antes de que llegara el cónsul Galba. 


"Te dije que tenía la protección de Dios, así que estaré bien".


Estaba convencido. El iba a vivir como Faraón y daría a luz al hijo de Galba. 


"No puedo desobedecer las órdenes de Galba solo para ir a negociar. Debemos atacar".


"¿Órdenes? ¿La de atacar el Nilo?"


Nefert frunció el ceño. 


"¡Eso es lo que una guerra significa! Tenemos que esperar su llegada y marchar de regreso por el Nilo para destruir el gobierno de tu hermano. Esa es la orden. No puedes ir para allá por tu cuenta solo porque decidiste ser pacifista".


"Eso no tiene nada que ver conmigo".


"Nefert..."


"No soy un hombre de Galba. Soy el faraón". Dijo Nefert con firmeza. "Y haré las cosas a mi manera."


"No tienes autoridad para eso estando aquí."


"No escucharé las órdenes de Galba, y no apruebo su estrategia. Tú y yo estamos en diferentes posiciones como hombres de Galba. Estoy por el bien del Reino del Nilo, quiero la paz con los países vecinos. No solo Roma, sino también Libia, Siria y Numidia. Todavía haré a Galba mi esposo como condición para la paz. Le daré a Galba el estatus de ser el esposo del Faraón. ¿No es eso el más alto honor? ¿¡Qué más quiere!?"


"¡No entiendes lo peligroso que es!"


"Lo entiendo. A menudo escucho historias horribles por todos lados y he visto la muerte en persona. Es por eso que me niego a dejar que mi nación sea gobernada. El Reino del Nilo es una país que depende de mí."


"¿Eso significa que intentas dejar de lado a Roma?"


La voz baja y distorsionada de Lucius hizo eco en la tienda.


"No. Solo estoy diciendo que esto es algo que puedo manejar. Con la muerte del faraón anterior, solo nosotros, los gemelos del Nilo, permanecemos. Todos están desesperados por nuestras riquezas y nuestras tierras pero para mí es diferente. Nosotros necesitamos de aliados para subsistir. Es por eso que no pelearé con ninguno de ellos. Haré un pacto de no agresión y protegeré mi casa y la casa de mi padre."


Nefert sonrió dulcemente.


"¿Tan fácil? ¿Participarás en una negociación de paz con Libia incluso si es un país que ha apoyado a Ined todo este tiempo? Para nada. No dejaré que interfieras en los asuntos internos del Reino del Nilo".


"Déjame hacerlo."


"Lord Galba podría atacarte."


"Prepararé otra carta. Explicaré que no iremos a guerra con Libia y que a cambio de eso, me casaré con el cónsul."


"Es una amenaza para Roma".


"No digo que no luchemos contra Libia a su debido tiempo. Solo digo que... No ahora. No si el destino es la destrucción de todo."


"Nefert...."


"Primero haré las paces con Libia y arrestaré a Ined después. Lo voy a conseguir tarde o temprano. También voy a expulsar a los soldados libios del Reino del Nilo y después de que el funeral del predecesor, que ha sido suspendido, se lleve a cabo hasta el final, tendremos los funerales de los altos funcionarios y tomaré a Galba como mi esposo. Si eso sucede, la guerra que tendremos no afectará al Nilo porque será su deber protegerlo al ser el hogar de su niño."


Mirando a Lucius con un rostro sombrío, Nefert sonrió de una manera que parecía notablemente hechizante.


Ese hombre era el subordinado y sobrino de su futuro esposo. Lo amaba como no tenía idea pero, justo ahora que había decidido vivir como faraón, no podía tomar su mano y no podía darle la familia que tanto quería. Entonces se dio cuenta de que el vínculo que había existido hasta ayer había desaparecido. Ahora eran como huellas talladas en el desierto. Cosas efímeras que se enterraban en la arena y desaparecían con la más mínima brisa. Si se daba la vuelta, iban a borrarse fácilmente porque, ahora que la marca se había ido, no tenía nada que lo atara a él.


Huellas en la arena...


Esa era su relación.


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