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Quedé embarazado en una dulce noche. (Traducción finalizada) por yuniwalker

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Frente a él, había un enorme jardín con vista al mar. Allí también tenían un manantial rodeado de un lecho de flores blancas y un par de pequeños pero muy bonitos arbustos. El agua pareció ser bastante fría a simple vista así que pensó que podría ser perfecta para suprimir el calor de su celo. Y con eso en mente, Nefert bajó los escalones de piedra, que estaban justo en frente de su habitación, y llegó hasta el borde.

Empapado en agua hasta la cintura, Nefert recogió un poco con ambas manos y se la tiró de inmediato en el cuello y en el pecho. Sin embargo, pareció que el celo le estaba quemando hasta el cerebro porque sus extremidades inferiores no dejaban de temblar y el área alrededor de sus muslos pareció comenzar a humedecerse con semen. Lamentablemente, por mucho que se lavara y se frotara, era como si hubiera aparecido un olor muy obsceno emanando de su piel y también de cada una de sus aberturas. Estaba a dos días del Reino del Nilo... ¿Cómo podía conseguir medicina allí? ¿Era posible ir a buscarlo en tal estado? Para nada. Además, se estaba sintiendo incómodo y hasta un tanto confundido con toda esta situación.

Mientras continuaba bañándose en el agua, frotando por aquí y por allá y respirando lentamente, comenzó a sentir que su piel se enfriaba, incluso aunque hubiese sido solo un poco. Claro, no podía suprimirse por completo y tan pronto como se detenía, la temperatura volvía a subir de nuevo hasta hacerle sentir con fiebre.

"Ah, ah ¿Qué hago?"

Estaba completamente perdido. No podía soportarlo más así que incluso comenzó a pensar que sería mejor buscar a alguien y dejar que se lo follara, justo como lo había hecho su hermano en Libia ¿Y debería acaso preguntarle a Lucius si quería ayudarlo? Pero por supuesto, justo cuando pensó que era una tontería, comenzó a sentir la presencia de alguien justo a sus espaldas.

Levantó la cabeza.

No se había dado cuenta del momento en que pasó, pero varios soldados habían rodeado el manantial solamente para mirar a Nefert de arriba para abajo. Algunos incluso extendieron la mano para acomodarle el cabello.

"Pensé que olía extraño. Y resulta que es porque hay un Omega aquí".

Dios ¡Que estúpido! No se había detenido a pensar en el lugar en el que estaba porque solo se había preocupado por bajar su celo. 

"Quiero... Quiero estar solo."

Dijo Nefert, con una voz increíblemente temblorosa. Por supuesto, los hombres se rieron y estiraron las manos en su dirección. Lo jalaron del brazo y lo sacaron de la fuente. Después de todo, desde el punto de vista de un fuerte soldado romano, Nefert era tan ligero como un niño. 

"Por favor... No. Por favor..."

Pero lo arrojaron entre los arbustos, presionaron las manos en su cuerpo y luego otro hombre, un poco más alto que él y que ellos, le tapó la boca con la palma completa y le impidió seguir hablando. 

"Un Omega ciertamente es una criatura misteriosa..."

"En Roma, solo los funcionarios gubernamentales de alto rango pueden tener uno."

Una sombra negra cayó sobre su rostro y un escalofrío recorrió por completo su espalda. Era verdaderamente humillante. Espantoso ¿¡¡Cómo se les había ocurrido tratarlo así!!? Nunca antes lo habían obligado a hacer algo que no quisiera e incluso si se movía para todos lados e intentaba escapar, no encontraba la fuerza necesaria como para resistirse.

"Eres un hombre realmente hermoso. Y tu olor es irresistible también. Bastante rico".

Y se atrevió a tocar su pezón con la punta de los dedos. El cuerpo de Nefert se retorció de inmediato.

"¡Hmm!"

La sangre se le estaba calentando. Fue horrible que el núcleo de su cuerpo doliera más y más y que esa parte de su cuerpo, lo que estaba entre sus piernas, comenzara a cambiar de forma incluso aunque fuera por alguien así. 

"Mira nada más. Es increíble, ¿Puedes sentirlo solo con esto? Justo como se esperaba de un Omega"

No podía perdonarse a si mismo por invitar a hombres como estos a tocarlo tan descuidadamente. Y además, no podía permitir que estos tipos jugaran con él como si fuera un cualquiera. ¡Él tenía que elegir a su pareja sexual! No dejaría que lo cogieran como si estuvieran diciendo que lo que pensara o sintiera no importaba y tampoco iba a dejar que lo trataran mal solo por no ser un romano. Y entonces, haciendo uso de todas sus fuerzas, Nefert mordió el dedo del hombre que le estaba cubriendo la boca y lo apretó hasta que gritó:

"¡Auch...! ¿¡Qué estás haciendo, maldito infeliz!?"

Tal vez fue porque lo había mordido lo suficientemente fuerte como para tocar sus huesos, pero el hombre retrocedió, agitó la mano y lo miró por la inesperada resistencia que había puesto incluso aunque no tenía el derecho de actuar así. Y en ese momento, Nefert se movió para adelante, sacó la daga que estaba en la cintura del hombre y la utilizó para apuntarle con ella. 

"¡No me toques! Te lo advierto ¡No dejaré que te acerques más!"

Pero algunos solo se rieron.

"Como se esperaba del rey. Incluso en un estado tan deprimente como este, resiste igual que un campeón ¿No es cierto?"

"Seguro va a ser muy interesante cogerse a alguien tan arrogante como tú."

Un hombre sacó una espada larga de su cintura y se la mostró a Nefert. Era completamente imposible pelear contra él porque no podía hacer nada con una daga tan pequeña como la que tenía entre los dedos. Lo intentó, por supuesto, pero como era de esperar, al segundo golpe la daga de Nefert fue derribada por el soldado y él no tuvo más remedio que cerrar la boca para no ponerse a suplicar por su perdón. 

"Ah..."

Extendió la mano para recoger su daga, pero dejó de moverse en el momento exacto en que la punta de la espada apuntó ahora en dirección a su nuca. 

"Deberías ser un poco más rápido."

"Así es. Además, es tu culpa por dejar fluir ese aroma tan obsceno."

"Vamos, vamos. No tienes que ponerte tan agresivo. Yo cuidaré de ti como el príncipe que eres. Además, te conviene ¿No crees? He escuchado que un Omega comienza a sentirse muy bien cuando un Alfa lo sostiene."

"Seguro mueres por ver si es verdad."

La punta de su espada tocó su cuello en el momento mismo en que Nefert pareció contener la respiración y mirar fijamente al soldado ¿Qué tenía que hacer? Es decir ¿Sería violado por estos hombres en un lugar como este? No, eso no podía ser posible. Él era un faraón elegido por Dios. ¡Y no había forma de que su Dios pudiera permitir que le ocurriera algo así!

Y fue entonces cuando pasó.

Tan pronto como comenzó a rezar, un hombre apareció del otro lado de las rosas y agarró de inmediato el hombro del sujeto que apuntaba con su espada a Nefert. Por supuesto, se trataba de Lucio. En en un lugar como este y sin que se escucharan sonidos de pasos, el hombre decidió intervenir con la calma y la urgencia de una bestia carnívora acercándose a un cervatillo para poder comer.

"Lucius..."

"Ustedes son guardias en la Puerta Este, ¿No es así? ¿Qué están haciendo aquí? ¿¡Por qué abandonaron su trabajo!?" 

"Pero, Lucius... ¿Cómo es que tú puedes soportar un olor así?"

"Así es, también eres un Alfa."

"Seguro sabes que no es nuestra culpa."

Ciertamente y a diferencia de los otros hombres, Lucius estaba muy callado y tranquilo. Aunque era Alfa, no pareció afectado por el calor del Omega y ni siquiera uno solo de sus mechones de cabello pareció desordenado. Sus pupilas azules, talladas en las cuencas de unos ojos profundamente cinceladas, eran más pálidos que el cielo y el mar del mediterráneo y parecieron similares al agua fría del manantial. 

"Estoy bien. Yo no dejo que los Omega me engañen tan fácilmente como a ustedes."

Lucius sonrió y acomodó su cabello rubio atrás de sus orejas utilizando sus dedos. Además, junto con el brillo dorado de su cabeza, sus extremidades altas y flexibles parecieron proyectar una sombra bastante imponente
contra el suelo cuando dijo:

"Si no quieren morir, más les vale alejarse de aquí ahora mismo".

"Señor Lucius, incluso si dice algo como eso..."

"Así es, mi señor. Es imposible resistir."

"¡Es culpa suya!"

"No podemos ir en contra de nuestro instinto."

Lucius no dijo nada. En su lugar, solo sonrió y sacó una bolsa de monedas de oro de su bolsillo que de inmediato arrojó en dirección a sus caras:

"Tomen. Vayan a comprar a una prostituta y dejen de hacerme sentir vergüenza. Déjenle la vigilancia de esta noche a un Beta y vayan a pasarla bien. Les doy permiso. En cambio, deben alejarse del Faraón ahora mismo porque si se acercan más, voy a cortarles la cabeza con mi espada para aliviarles el deseo."

Sosteniendo el cuerpo de Nefert entre sus brazos, Lucius lo llevó a su habitación tan rápidamente como si llevara un bulto de papas. Cerró la puerta y también todas las ventanas. 

"Lo siento... No estaba pensando bien cuando decidí ir a la fuente". 

Y entonces descubrió que los ojos que miraban al tembloroso Nefert eran tan fríos como el agua que había arrojado sobre su cabeza. Él también era un Alfa pero, ¿Acaso no podía sentir sus feromonas? ¿No le estaba haciendo sentir nada?

"Tu calor continuará por un tiempo. Incluso si te mantengo aquí, es solo cuestión de minutos antes de que sea insoportable. Es posible que los otros Alfas vengan".

"¿Cuántos?"

Preguntó Nefert. 

"Estoy liderando a 2000 soldados romanos. Los Alfa probablemente son el 10%".

¿Realmente había 2000 personas allí? Y ya que Lucius era el líder y ya que el cuerpo de Nefert estaba en este estado, entonces iba a ser imposible que pudieran marchar todos juntos para ir a cualquier lugar. Y justo cuando estaba preocupado por lo que tenían que hacer a continuación, escuchó un fuerte golpe en la puerta que pareció como si quisiera echar abajo la madera.

"¿Qué es eso?"

Nefert sacudió su cuerpo. 

"Shhh. Ven aquí."

"¡Abre, maldita sea! ¡Hay un olor terrible saliendo de allí!"

Y volvió a golpear la puerta con el puño.

"Lucius..."

"Hey, no pasa nada. ¡Todos pueden ir al burdel hasta que se sientan mejor! Hay uno si siguen derecho por el camino de piedra. Tienen mi permiso para ir a jugar hasta la mañana y pueden usar todo mi oro también. Pero no se acerquen. Si rompen la puerta, no voy a tener más remedio que matarlos a todos y juro que voy a ocupar mi espada contra cualquiera que aparezca frente a mi ¡No me importa que sean mis hermanos!"

Podía sentir el enojo del otro lado de la puerta. Y aunque todavía había ruido, también pareció escuchar perfectamente la manera en que toda la gente alrededor comenzaba a alejarse de allí igual a si se hubieran dado por vencidos.

Después de acercar su oído a la madera, Lucius se apoyó contra la puerta, se cruzó de brazos y miró a Nefert.

"Vas a hacer que me quede sin ejército. La gente se está volviendo loca ¿Sabes?"

"¡Es por tu culpa!"

Lucius sonrió.

"¿Por qué es mi culpa?

"¿No dijiste que te enamoraste de mí?"

Sí, en realidad pensaba que había entrado en celo porque este hombre dijo algo extraño para empezar.

"¿Y eso?"

"No, no es nada."

Estaba confundido. ¡Le atraía muchísimo este hombre y casi lo acababa de decir en su cara! Dios ¿Qué estaba haciendo? Sin embargo, incluso mientras pensaba eso, no pudo evitar sentir una picazón irresistible en la parte inferior de su pierna y tampoco logró evitar querer que lo tocara justo donde estaba caliente. Por supuesto, no podía dejar que este hombre lo supiera. Además, ya que Lucius no pareció tener ningún deseo bestial por él, incluso se puso a pensar que tal vez no lo deseaba tanto como le había hecho creer al inicio. Y aunque se sintió un poco aliviado por eso, también estaba un tanto... Decepcionado.

"Pero bueno, Nefert-sama ¿Tienes algún plan? Podría ir por un supresor de celo al Reino del Nilo, pero tardaría algún tiempo en volver. No puedo dejarte aquí y no puedo permitir que te vayas".

"Ah... Eso lo sé".

Pero no podía quedarse aquí más tiempo. Incluso ahora estaba sintiendo que iba tarde. Si era posible, debería evitar que el ritual de Ined-sama terminara antes de la próxima luna llena.

"Solo hay dos opciones. La elección es tuya." Lucius se acercó a Nefert y lo miró a los ojos. "¿Quieres escuchar?"

"¿Cuáles opciones?"

"Um... Primera opción. Tal vez, quieras tener sexo con alguno de los soldados."

"¿... Qué estás diciendo?"

"No te preocupes, yo lo detendría antes de que todo se convierta en un desastre. Sin embargo, el soldado romano que se acueste contigo probablemente se convertirá en tu sirviente para siempre. Abeja reina y abeja macho para controlar tu celo".

"... ¿Y tú quieres que haga eso?"

Lucius negó con la cabeza, luego sonrió.

"La elección es tuya, no es que yo quiera. Verte siendo tomado por un solo soldado o por varios... Estoy seguro de que olvidaré que es uno de mis subordinados y lo mataré en cuanto te ponga una mano encima."

"¿Entonces...?"

Sintiendo que su corazón estaba latiendo con fuerza, Nefer miró a Lucius. Arrodillándose frente a él, el hombre tomó su mano como si estuviera jurando lealtad de nuevo. 

"Así que... Por favor, sé mío".

Nefert frunció el ceño ante las repentinas palabras de Lucius.

"... ¿Cómo que tuyo?"

"Sí. De esta manera, ningún otro Alfa se te acercará".

¿Eso significaba que se iba a aparear con él? 

"Yo... ¿No estás aquí conmigo por la promesa de convertirme en pareja del cónsul al que sirves?"

Lucius suspiró, pareció un tanto contrariado y de todos modos dijo: "Pero quiero hacerte mío aún así." Por lo que de repente comenzó a sentir que algo extraño se apretaba contra su pecho de nuevo. Un faraón no podía darse el lujo de tener sentimientos especiales por nadie.  Debería tener un hijo con un cónsul romano o con su heredero. Y sin embargo, su corazón temblaba ante la pequeña mención de la palabra "amor". Pensó que había enloquecido. Ni siquiera se conocían y ya sentía que tenía que estar con él. Además, de solo tenerlo cerca, notó que el calor de su celo estaba aumentando muy rápidamente y que su boca comenzaba a producir mucha saliva. Después de todo, siempre estaba reaccionando al estar a su lado.

Mientras se ponía de pie, todavía sosteniendo la mano de Nefert, quien pareció estar temblando como una ramita, Lucius entrecerró sus ojos azules y lo miró a la cara:

"Me gustas muchísimo."

Nefert se giró para que no lo viera. Pero, tan pronto como pensó que lo que estaba diciendo lo hacía inmensamente feliz, su cuerpo se tensó y comenzó a sentir miedo. Ya lo había dicho. Un amor libre no estaba permitido. Se decía que si un faraón se enamoraba de alguien que no fuera Dios y formaba un lazo por algo que no fuera crear descendencia, entonces perdería todo su poder. Y si eso sucedía, podría perder su calificación para convertirse en el próximo faraón y también perdería su reino. Fue horrible que a pesar de esto, su corazón y su cuerpo siguieran latiendo salvajemente, como regocijándose. 

"Tus sentimientos... No, lo siento. No puedo. Un faraón no puede querer algo tan tonto como el amor".

Cuando tomó la actitud de empujarlo, la mano de Lucius se deslizó lejos de la de Nefert como si estuviera decidido a hacer lo que él quisiera con tal de no incomodarlo. Y entonces Nefert lo agarró por la muñeca y lo miró cara a cara. 

"Pero… Ahora es una emergencia."

Sí, ciertamente lo era. Este era un asunto urgente porque necesitaba derrotar a Ined lo antes posible. 

"¿Entonces?"

"... Muérdeme el cuello ahora mismo."

"¿Hablas en serio?"

"Tenemos que llevar al ejército a la frontera. No hay tiempo que perder. Tampoco tengo un inhibidor."

¿Qué haría el cónsul romano si tuviera al hijo de alguien más? Seguro iba a enojarse con él y de todos modos y mucho antes de eso, no podía darse el lujo de perder contra Ined. Y mientras pensaba en sus planes, fue como si su cuerpo comenzara a doler más y más por la urgencia que tenía del Alfa. No podía evitarlo y no era culpa de ninguno. Era más como... Quitarle el veneno a una serpiente antes de que le hiciera daño a otra persona.

"Así que muerde aquí. Por favor. Hazme el amor..."

Nefert se echó el pelo hacia atrás y dejó al descubierto su nuca. 

"..."

"Nos necesitamos ¿No es cierto?"

Además, era solo una orden. No había nada de qué alegrarse porque de todos modos no podía estar enamorado de nadie y por eso mismo no le era posible transmitir sus sentimientos y ofrecer su corazón tan descuidadamente a alguien más. Sin embargo, incluso aunque se dijo eso, estaba sintiendo una extraña alegría en lo más profundo de su corazón por la simple idea de estar a su lado aunque fuera así. Además, este hombre ya había dicho muchas veces que le gustaba y también que lo amaba y se sintió como si eso fuera todo lo que necesitaba para poder estar bien. A parte de la tibieza en su piel, estaba sintiendo algo así como una tibieza en su alma. 

"¿Seguro que estás bien con eso?

"¿No eras tú el que no dejaba de decir que te habías enamorado de mi?"

"¿Y qué pasará si tienes a mi hijo?"

"Ese tipo de cosas ya no importan.  Quiero que me abraces de todos modos."

"¿No te da miedo que esté esperando dejarte embarazado? ¿No te da miedo que esté arruinando todo?"

"... No."

Si este hombre era tan feliz por esto como se escuchaba, entonces ya debería haberlo empujado hacia abajo.

"Si tengo un bebé contigo, voy a asumir la responsabilidad"

En cualquier caso, esto podía tomarse también como un contrato. Algo que duraría hasta que Ined fuera derrotado. Y como faraón, entonces era su deber disolverlo cuando todo estuviera tranquilo. Un contrato a corto plazo por la duración de la temporada de apareamiento.

"Todo esto suena muy frío."

"No tenemos otra opción." Nefert rió suavemente. "No hay forma de que no sea un faraón."

Y para eso, no tenía que enamorarse de este hombre. 

"Tienes mucha confianza en esto."

"Soy el faraón que Dios reconoce en este mundo. Es mi deber..."

"¿Me odias?"

"No te odio. Pero tampoco me gustas."

"Quiero gustarte."

En realidad le atraía muchísimo y casi se había aventado a sus brazos en cuanto escuchó su confesión. Pero eso no estaba permitido. Es decir, no estaba en condiciones de juzgar las cosas en función de sus gustos y disgustos y no tenía que enamorarse tan rápido y solo por su instinto. Después de todo, así lo habían criado. Y un gobernante debía amar a su gente, no a una sola persona. A un faraón nunca se le permitía vivir para si mismo. Menos aún, desear a alguien más.

Pero lo hizo.


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