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Llamado al deber por Arwen Diosa

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Notas del fanfic:

Hola! Un nuevo fic para este fanfom. 

Todavía hay mucho que contar.

Espero lo disfrutes.

 
 
 
 
- Raoul no debes ir.
La voz de Katze sonó tensa en el comunicador. Raoul Am, juntó sus hermosas cejas en un ceño.
- ¿Disculpa, Katze? 
- Lo que quiero decir – el pelirrojo tomó aire buscando las palabras indicadas para la difícil tarea de no herir el orgullo Blondie que vivía en un pedestal, al darle una explicación tajante y hacerla sonar a una petición – Por favor, Iason te llamará dentro de unos momentos y te pedirá asistir con él a una cena de negocios. Estaré ahí, con Iason, cumpliendo una misión, la cena sólo es una máscara... Pero por favor, Raoul, te lo explicaré después... no vengas. Inventa cualquier excusa para decirle que no vendrás y te veré más tarde en tu departamento ¿Está bien?
Raoul no contestó de inmediato, básicamente Katze no había hecho más que hacer crecer en él la ansiedad de saber sobre esa cena.
- Explícame por qué no quieres que vaya y lo consideraré.
Al otro lado del comunicador, el pelirrojo apretó los dientes. 
- No puedo hablar ahora, Iason está esperándome, está aquí, en mi casa... Sólo te diré que si vienes, podría sospechar de nuestra relación.
El romance entre Raoul Am, segundo Blondie al mando y Katze, propiedad de Iason Mink, con todos los derechos reservados,  era un secreto para el amo y mejor amigo. 
Llevaban un poco más de un año ocultando sus reuniones amorosas con éxito... ¿Por qué poner en riesgo tanto esfuerzo?
- No prometo nada. Sabré controlarme como hasta ahora y tú, también... destacaré que es una solicitud abusiva de tu parte. No me gusta que algo me ponga ansioso y molesto. 
Katze contuvo el aliento, cuando Raoul adoptaba el comportamiento de un niño ofendido solo un buen sexo lo devolvía a ser un hombre razonable ¡No tenían tiempo para eso!
Tuvo que colgar cuando escuchó que pasos se acercaban. 
- ¿Katze? – era la amable voz de Cal – ¿Estás listo? El Maestro está esperando por ti. 
- Un minuto. 
No tenía tiempo para fumar con todo lo que debía ocupar sus manos, pero con dedos temblorosos, y no sólo por la falta de nicotina, abrió una pequeña caja negra y sacó un par de pequeños aros de ella. Con cuidado de no provocar dolor, se extrajo los dispositivos de las orejas recién perforadas y colocó las joyas. 
Se miró en el espejo y... cómo odió que llegaran a esto... Iason tenía un buen plan en mente, sí, pero era demasiado para él. 
Solo esperaba que por algún tipo de milagro, Raoul Am lo escuchara por una vez y se mantuviera fuera de esto. 
 
 
Raoul Am tamborileó los dedos sobre la superficie de la mesa, apretaba los labios formando un puchero y tenía la mirada clavada en el vacío. 
Su mueble había puesto sobre la mesa de té, una elegante vajilla y una hermosa torta decorada con crema y flores. 
- Olvídalo – le dijo al joven que continuó disponiendo platillos y demás cubiertos.
- ¿Cómo dijo, Maestro? –  el joven podía percatarse qué, cuando se cortó la llamada, el humor de Raoul había cambiado a uno molesto.
- Lo que escuchaste, Uri. No tendremos invitados esta noche. Katze no vendrá. 
Ahora entendía, sin más explicaciones, porqué ese humor de cejas fruncidas. Sabía que la velada nocturna entre Katze y su Maestro, prometía ser especial. No por nada había estado horneando un pastel en forma de corazón y tenía la cena en el horno. 
- Lamento que sus planes no se lleven a cabo, Maestro. Estoy seguro que Katze deseaba pasar tiempo con usted y canceló los planes por una buena razón.
Cómo mueble que llevaba varios años en servicio, tuvo la fortuna de ganar la confianza de su Maestro, entre ello algunos detalles de su vida personal. 
Después del escándalo de Iason Mink tomando como mascota a Riki the Dark y luego haciéndolo su amante... ¡Por Júpiter! La amable relación amorosa entre Raoul y Katze no era para sorprenderse. 
- Espero que sea una buena razón, sin duda, si no... No serás tú, quién lo lamente tan tristemente. 
Uri torció los labios con miedo. Eso fue una amenaza, pero no la sintió contra él. Definitivamente, Katze estaba en problemas.
- Iason – en ese momento, Raoul contestó. En la pantalla la imagen del primer rubio se podía ver, reconoció de inmediato que lo llamaba desde la casa de Katze. Se veía el cuero de su sofá marrón y la pared del fondo. 
Bajo la lógica de Iason, Raoul no debería conocer ese ambiente. Pero sí que lo hacía y muy bien, el mullido sofá donde descansaba su elegante trasero de Primer Rubio, había sido su nido de amor la noche anterior...
No había tenido la paciencia para llegar a la habitación y Raoul desnudó con rapidez y precisión a su pelirrojo y no estuvo contento hasta llegar a su sitio favorito, es decir, con las largas piernas sobre sus hombros...
- ¿Me estás escuchando? – reclamó Iason estrechando los ojos. 
- Sí, una cena con un potencial socio, ¿Y que tengo que ver yo? 
- Será una oportunidad para llegar al fondo de esto y no hablo de la negociación. Pero será más sencillo si tengo tu compañía. No es necesario que lo entiendas ahora. Te lo explicaré en la cena. 
Era difícil saber si Katze estaba o no  escuchando la conversación; Raoul suspiró, él odiaba estos asuntos complicados.
La voz de su pelirrojo, en su tensa petición sonó en su cabeza: "Por favor, no vengas".
- No lo sé. Tengo trabajo que hacer. 
Sin estar nada acostumbrado a recibir negativas, Iason arqueó una ceja.
- Entiendo. Entonces te mandaré la localización del lugar y te esperaré dentro de dos horas. 
Katze, que había estado frente a Iason esperando que la llamada finalice, cerró los ojos por un momento. Deseaba que su adorado Rubio deje a un lado su naturaleza curiosa y protectora por una noche y no asistiera. 
Mientras Katze tenía turbulentos pensamientos y un nudo en el estómago que podía hacerlo vomitar, Iason lo había estado observando con su fría mirada. Lo recorrió intensamente, desde la punta de los pies, hasta su mirada como ámbar. 
Este era el momento, pensó Katze. Si quería declinar o expresar su opinión, éste era el momento. Más adelante no tendría sentido. 
- Maestro, ¿está seguro que soy yo el indicado para cumplir con ésta misión? Quiero decir, creo que hay otras formas de...
Iason se puso de pie en toda su magnífica altura, quedando a sólo centímetros de Katze. 
- ¿En verdad? – siseó. Estando tan cerca fue como un roce sobre su mejilla cicatrizada – No me digas que no eres capaz de hacerlo de la manera que espero que lo hagas – Iason se acercó más, la tela de su ropa fina tocó a Katze en la mitad de su cuerpo, desde los hombros, bajando por el pecho y toda su pierna – Dime, puedes proponer a alguien más que sea de confianza para que tome tu lugar ésta noche.
Los ojos de Katze brillaron, pero no se atrevió a decir el único nombre que se le ocurrió... "Riki", decirlo, equivalía a perder la cabeza. Ciertamente, Riki tenía más experiencia con estos estilos de ropa y modales, aunque el mestizo lo odiara, tenía experiencia. Y además, Riki estaba esperando su oportunidad de demostrar que podía ayudar en el Mercado Negro con las negociaciones turbias ¡Qué mejor oportunidad que esta!
- No.
- Bien, en todo caso no tienes que fingir ser recatado o decoroso. Sé muy bien a qué huele tu casa. Tu mutilación no te alejó de los placeres de la carne. 
Mierda.
Entre que palidecía y se le enfriaba el cuerpo, como una lejana cacofonía, escuchó la voz de Iason desde la puerta, llamándolo. Fue el amable tono de voz de Cal y su tibia mano en su codo, que lo sacó de su parálisis y finalmente lo hizo moverse en dirección a la salida. 
 
 
Katze asumió que Iason dedujo que tenía una vida sexual, bien, aunque no del todo bien. Pero que siguiera con vida significaba que el desarrollado y potente olfato Blondie no detectó que su amante era Raoul Am. Quizá, para Iason, era tan imposible que algo así sucediera, que no llegó a conectarlo. 
 
 
 
-Todos los rumores sobre las mascotas de Amoi, Lord Mink, subieron mi expectativa. Tu buen gusto, sin duda, es exquisito y sobrepasaron con creces lo que definitivamente estaba esperando.  
El extranjero de otro planeta, totalmente complacido, alzó su copa de vino en dirección a Iason, que correspondió el gesto y bebieron. 
El elegante restaurante, concurrido por la clase alta y varios extranjeros adinerados era, como otros establecimientos de su tipo, conocido por brindar espectáculos con finas mascotas.
Se iluminó el escenario y el resto de las luces sobre las mesas se mitigó.
Iason observó las facciones del hombre que tenía en frente, seducido por el intrincado entrelazado de piernas y brazos que realizaban las mascotas en el escenario y los lascivos sonidos que hacían. 
Para Iason, no pasó desapercibido el morboso gesto de atrapar su labio entre sus dientes. 
- Veo que tu interés por las mascotas es particular, señor Edward. 
- Lo es, sin duda. 
- Por supuesto, las mejores mascotas son exclusivas. 
Largos dedos enguantados se dirigieron a acariciar los sedosos cabellos rojos que tenía a su disposición. Los hambrientos ojos oscuros se posaron en la figura que tenía Iason Mink a sus pies; dejaron de ser discretos para recorrer a la sensual mascota del hombre más poderoso de Amoi. 
- Debo decir que... tiene mucha suerte, Lord Mink. 
 - Lo sé – dijo convencido para aumentar el morbo del hombre – Sin embargo, ya que es usted... podría considerar que tenga una inolvidable estadía en Amoi.
- ¿Aún más? ¿Cómo sería posible?
- Justo a tiempo – sonrió Iason dirigiendo su mirada a la entrada del salón. Entre la opaca luz, vislumbró a Raoul Am, se acercaba a su mesa guiado por el mueble asignado a su servicio. 
En los pocos segundos que Raoul se acercó, saludó a Iason y a Edward, y tomó asiento… sucedieron un sin fin de cosas.
Sí, Katze, con ropa de mascota que Raoul nunca imaginó verlo así... El Blondie tuvo que usar toda su capacidad Élite para mantener la mueca de siempre. Pero sus pupilas ya tenían grabado cada detalle... conocía de muy cerca el esbelto cuerpo de Katze, pero la ropa que usaba estaba destinada a potenciar y enfocar la atención en sus atractivas formas masculinas. 
El cuero negro que le rodeaba el cuello era fino y brillante, tenía adherido otro segmento de cuero delgado, como una serpiente, que bajaba por su pecho y se conectaba al pantalón, también de cuero, que parecía pintado sobre su piel.
Tres tiras más, del mismo material seductor, rodeaban su torso, el primero pasaba por encima de sus pezones, y las otras dos, delineando su estrecha cintura. 
Por la posición que asumía, sentado sobre un cojín, la curva de sus nalgas se dibujaba con descaro sobre el pantalón; completamente llamativas y seductoras envolvían sus largas piernas, unas botas de cuero que terminaban sobre sus muslos. 
Llevaba un coqueto antifaz negro, adornado con piedras preciosas alrededor de sus ojos, que apenas cubría la mitad de la nariz, dejando que sus labios se expusieran. Se veían frescos, llenos, naturales y coquetos. 
Raoul también vio, como el metal atravesaba la piel de sus orejas, contó las tres perforaciones en la santificada piel que amaba. 
Sin terminar de comprender, hubo un millón de ideas que se aglomeraron al unísono en su cabeza.
Por su lado, nada ajeno a las circunstancias y con el corazón latiendo en sus oídos, Katze tuvo que controlarse para no tragar el gran nudo apretado en su garganta, producto de los nervios. 
Se mantuvo estático y aparentemente tranquilo, sentado a los pies de Iason; para que su rubor no sea evidente a los ojos calculadores, apoyó un poco más la cabeza contra la rodilla de su amo, tal y como lo haría una mascota sumisa y obediente. 
- Me honra con su presencia, Lord Am – fueron las palabras de Edward. 
- Como le decía, ahora usted puede disfrutar de los placeres de Amoi sin remordimientos; justamente este establecimiento esta equipado en sus pisos superiores con habitaciones para los clientes que desean retirarse durante el espectáculo y disfrutar de algo más... podríamos decir, privado. 
Iason habló como estaba planeado, su tono sedoso, su voz como un encanto, produjo que los ojos del extranjero brillaran por su fortuna inesperada. 
- Y... ¿De qué placeres me habla, Lord Mink?
Iason sonrió por la pregunta cautelosa. Pero, el primer Blondie dejó en claro sus intenciones, y bajo la incrédula, pasmada, y aterrorizada mirada de Raoul Am, una fina cadena, que servía como correa, le fue entregada en sus manos a ese hombre. El otro extremo estaba sujeto al collar que usaba Katze.  
Katze no protestó, sabía que era parte del plan. Pero no fue inmune a la mirada de Raoul que no terminaba de creer lo que veía, lo que sucedía ¡Por Júpiter! ¡¿Qué?!
- Usted, señor Edward, disfrute de lo mejor de Amoi, no tenga remordimientos por el tiempo. Estoy en buenas manos mientras lo esperamos.
Largos dedos, que se paseaban por los cabellos rojos, se deslizaron por la mejilla hasta llegar al mentón. Pareció una caricia, pero hubo presión... hizo que su mirada se conecte con el ámbar y habló.
- Serás una mascota muy complaciente, ¿Verdad?
- Sí. 
- De pie. 
Incrédulo y atolondrado, Raoul tuvo que aferrarse a la mesa para no caer, para no ceder... 
Poco a poco, en segundos que parecieron infinitos, Katze se fue alejando de ellos, con la cabeza gacha y llevado por la correa. La poca ayuda de Raoul hizo que le temblaran las piernas. ¡Maldición! Debía estar concentrado en la misión y no pensando en cómo reaccionaría Raoul y, si su reacción no haría sospechar a Iason de su relación...
Katze soltó un suspiro cuando pensó que ojalá quedara una relación después de esta noche... con lo celoso que era Raoul.
 
 
 
 
 
 
Notas finales:

Publicaré cada semana!

Nos leemos!


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