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El Dragón del Este (re-subido y re-editado) por Cat_GameO

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Capítulo dieciséis


La guerra, parte III


 


—Espera un minuto, jefe —la voz de Jenny resonó en la sala de juntas. Estaba sentada junto a Prim y Roy. A pesar de que era un poco tarde para la reunión, Jenny todavía usaba el atuendo militarizado con una chaqueta de color azul marino—. ¿Estás diciendo que nos vamos a meter hasta la base de Jamie?


—No, Jenny —respondí con calma. Yo estaba en el lugar correspondiente al líder; en la silla de brazos un poco más elegante que el resto. Continué—: lo que estoy diciendo es que iremos a buscar información sobre Rhys Connor.


—No entiendo —ahora Roy opinó. Dejaba ver un rostro consternado. Agregó—: ¿por qué arriesgarnos por información que podemos obtener de otra manera?


Como no di una respuesta, todas las miradas se concentraron en mí. Incluso Charles denotaba una seriedad inusual al contemplarme.


El problema era que no podía revelar aún nada sobre Edme Dumá, ya que deseaba estar seguro antes de tomar una decisión e involucrar a mis subordinados más allegados.


—Es nuestra pista más cercana a ellos —mencioné sólo la mitad de la verdad.


—Pero el riesgo es muy alto, jefe. Jamie Muller nunca olvidará que usted… que nosotros robamos una parte de su territorio en este Distrito. Quizá no haya hecho nada para atacar aún, y desconozco el porqué, pero estaríamos reavivando las cenizas de nuestra guerra contra él.


Sin embargo, aunque evitara a Jamie Muller en estos momentos, si aceptaba el pacto con Edme Dumá, también estaría declarando la guerra contra el Dragón Negro. Jamie era un traficante con una reputación temible. Del mismo modo, su negocio se expandía fuera de la frontera, pues él era uno de los mayores productores de materia prima.


—Sé que parece una locura, pero realmente tenemos que hacerlo. Por eso mismo quiero que sólo nos acompañen los mejores y un grupo selecto de sus equipos. A pesar de esto, uno de ustedes tendrá que quedarse aquí y proteger nuestro propio territorio —por fin hablé.


Podía asegurar que los rostros de casi todos mostraban inseguridad e incredulidad. Estaba un poco nervioso, ya que en esta ocasión no tenía a Charles de mi lado porque no había tenido tiempo para explicar la situación a profundidad. Saqué un cigarro de la chaqueta y noté que temblaba un poco.


—Jefe —Jenny rompió el silencio—, de verdad pienso que debes considerarlo. Lo que estás proponiendo no tendrá otro remedio que incrementar la compra de armas, salvaguardar el territorio y prepararnos para una guerra sanguinaria. Sé que el grupo es grande… mucho más que cuando iniciamos. De todas formas, si nos comparamos con Jamie, todavía no somos un cártel temible y tan poderosos como el de él. ¡Por todos los cielos! Tiene acceso a la Asociación de Anti-Drogas del país para destruir exportaciones e importaciones de sus enemigos. Nosotros acabamos de cerrar un trato con el gobierno y lo único que obtuvimos es que no nos molesten por un par de años. Don B y Jamie controlan a la política de este país, ¿no te das cuenta de la clase de enemigos que representan?


—Jenny tiene razón —apoyó Roy—, busquemos otra forma de encontrar el paradero de Rhys Connor.


—Todavía puedo posponer el encuentro —la voz de Princesa acompañó los reclamos del resto.


—Tal vez sea buena idea —agregó Román con una voz calmada—. Primero podríamos investigar más sobre esos sujetos antes de entrar al territorio de Jamie.


Unos segundos después, todos comenzaron una discusión al mismo tiempo. Yo fumaba sin reparo. Miraba de aquí para allá y sin poder enfocar mis pensamientos. Me puse de pie y di la espalda a la mesa. No deseaba que mis subordinaros notaran mi rostro de consternación y resignación. Sabía del riesgo que nos aguardaba, pero la oferta de Edme Dumá nos protegería contra Jamie en cuanto a las transacciones en la frontera con Cadenas y nos daría una ventaja real contra Rhys.


—¡Silencio! —de pronto la voz de Charles se antepuso al resto de los reclamos y consiguió la calma—. ¿Van a seguir opinando o van a acatar las órdenes? ¡El jefe ha hablado! Así que seleccionen a los mejores y elijan su lugar. Princesa irá con nosotros, ya que será importante simular una transacción rutinaria. El resto de ustedes, dejen de cuestionar a nuestro líder y decidan de una vez.


Miré a Charles y él asintió con la cabeza. ¿Se había percatado de mi plan?, ¿o esperaba que mi boca se abriera para revelar lo que ocurría? Charles sabía que me había reunido con Connor, pero no le había contado ningún detalle todavía.


Charles se puso de pie y se acercó a mí para tocar mi hombro.


—El jefe y yo regresaremos en seguida —dijo Charles.


Acepté la invitación y salí junto a Charles. La sala era como un recibidor grande que conectaba con casi todos los pasillos que guiaban al resto de la base. Terminé de fumar y me recargué en la pared. Charles se quedó frene a mí y me contempló con un rostro de padre consternado.


—¿Qué mierda está pasando, Heath? Los chicos tienen razón; esto es una maldita locura. Hay otras formas de encontrar información del segundo Connor, ¿sabes? Otros métodos sin que pongamos en tal riesgo a la organización.


—Si no consigo la ubicación de Rhys antes de pasado mañana—revelé con desesperación—, entonces perderé una oportunidad sin igual para que la organización se expanda aún más.


—¿De qué hablas? —Charles cruzó los brazos y suspiró. —Ya veo… ¿Qué te dijo Connor?


—Dumá —repuse con un poco más de calma—, Edme Dumá nos ofrece un trato a largo plazo.


—¿Dumá?, ¿te refieres a la familia pesquera de Cadenas?


—Son mafiosos.


—Sí, lo sé, y desde tiempos antiguos. Pasaban licor de forma ilegal al país durante el siglo pasado y antes de eso fueron parte de los piratas que traficaban té… claro, cuando el té era una bebida carísima y poco accesible siglos atrás. Estamos hablando de maestros en el arte del tráfico ilegal.


—Por esto mismo, si localizo a Rhys, si corroboro la información de Dumá, entonces habremos ganado a un aliado invaluable.


—Es la razón por la que Connor pidió tu presencia.


—Charles… —Agaché el rostro. —Sé que su oferta no parece la mejor y tengo muchas sospechas respecto a sus verdaderas intenciones, pero es una carta de doble jugada. Si Dumá nos traiciona, Jamie sería, por lo tanto, nuestro comodín.


—Heath —Charles volvió a expresar con sorpresa. Yo levanté el rostro y asentí con suavidad. Agregó—: habremos conseguido un pacto doble… y también uno que nos dejará muy vulnerables.


—Estoy consciente de los riesgos. Si analizas, la organización se expandiría de una manera rápida y segura. Para ese entonces podríamos defendernos y quizá hasta haber iniciado nuevos negocios.


—Está bien, creo que es una idea magnífica. Nunca dejas de sorprenderme. Siempre tienes un elemento sorpresa y estás listo para afrontar las consecuencias —Charles sonrió y dijo—: estoy muy orgulloso de ti, Heath.


Yo devolví la sonrisa.


—Gracias. Pero no nos adelantemos a nada sin antes tener la información —dije al caminar rumbo a la puerta de la sala—, ah, por cierto.


—¿Qué pasa?


—El chico Hanz es el amante de Connor.


—Era más que obvio.


—Y si llegara a pasar algo, Charles, entonces esta información podría ayudarnos en un futuro.


—Comprendo.


Cuando regresamos a la sala de reuniones, los líderes ya no hicieron comentarios respecto a la mala idea que parecía, ahora se organizaron y decidieron sus posiciones. Roy nos acompañaría junto a sus dos mejores hombres. Jenny y Román se quedarían a cargo de la base y comandarían a todos los integrantes de la organización que permanecerían en el territorio de nuestro Distrito. Charlie también deseaba ir con nosotros y ya había seleccionado a la escolta que se uniría al combate. Por otro lado, Prim iría como mi escolta privada junto a Charles.


Una vez que estuvimos de acuerdo con las posiciones, Princesa llamó a los sujetos de la ciudad de Moth y pidió la ubicación para encontrarnos con ellos. Para él fue relativamente fácil convencer a los tipos para vernos mañana por la noche.


—Escuchen bien —hablé para agregar los últimos detalles—, Connor y sus hombres nos estarán esperando en las cercanías, por lo tanto, el grupo de Charlie aguardará con ellos. Roy irá con Princesa como escolta y simularán que estamos ahí por las transacciones. Cuando de la señal, el resto nos uniremos y rodearemos a esos sujetos. Es más que posible que Jamie también se involucre, así que debemos estar en la disposición de enfrentar a la policía de Vermillen y tal vez a la milicia, ¿queda claro?


Los líderes aceptaron las órdenes y salieron de la sala de juntas. Por supuesto, a excepción de Charles y Charlie.


—Oye, viejo, ¿vas a tomar mucho tiempo con el jefe? —Charlie comenzó la plática al acercarse a mí y sentarse a mi izquierda.


Charles estaba a mi derecha y pude ver que miraba con cierto enojo a su propio hijo.


—Éstos son asuntos del trabajo, Charlie —repuso Charles con un tono calmado, pero un tanto incrédulo—, así que déjanos solos.


—¡Oye, viejo, yo también tengo el derecho de estar aquí! —Charlie recriminó a toda prisa—, ¡tú no eres el único que conoce información ultra secreta! Y, por si no lo has notado, Heath y yo estamos a punto de entablar una relación.


—¿Disculpa? —Charles se incorporó y se recargó en la mesa para encararnos a los dos. —No seas ridículo, Charlie. Tus oportunidades con Heath son bajas. Además, ¿a qué te refieres con información ultra secreta?


—Tú no eres el único que tiene la confianza absoluta de Heath, viejo.


—¿A sí?, y dime, ¿cuál es esta información ultra secreta de la que estás hablando?


—Conozco el nombre de su ex-amante; mismo que tú no. Y también sé que el sujeto que envió a Prim le ofreció una especie de transacción rara a Heath.


La mirada de Charles se incrustó en mi imagen. Ahora él me lanzaba ese enojo inminente.


—Todo eso tú lo sabes también, Charles, te lo dije en nuestra última conversación, antes de toda esta locura —dije con serenidad. Y conseguí la reacción deseada. Charles había comprendido que Charlie no conocía otro tipo de información que concerniera a la organización ni a los tratados más importantes. Era obvio debido a que no había ninguna palabra por parte de Charlie en relación a los tratados actuales.


—Ves, viejo, yo también tengo el derecho de recibir esa información por parte de Heath —Charlie fanfarroneo.


—¿Charlie, podrías dejar de incitar una pelea? —pedí con calma.


—Heath… —Charlie acercó su silla hasta mí con ayuda de las ruedas de las patas. —¿Quieres cenar en mi casa hoy?


—Charlie —Charles respondió antes de que yo pudiera opinar—, deja de hostigar a Heath con tus insistencias mediocres.


—¿Insistencias mediocres? ¿Tú qué mierda vas a saber de las relaciones gay?


—Es una relación amorosa al final. Y, por si no lo has notado, hijo, tu madre y yo tenemos mucha experiencia en este tema. Deja de molestar y ve a descansar.


—¡Tú ya no me das órdenes! —Charlie reprochó al ponerse de pie.


Intenté actuar, pero Charles respondió con rapidez.


—En casa ya no, pero aquí sí. Charlie, aquí eres uno de mis subordinados; no lo olvides. Heath es nuestro líder y debajo de él estoy yo. Esta es una orden directa de tu superior: vete a descansar.


Honestamente esperaba alguna especie de discusión acalorada entre padre e hijo pero no ocurrió así. Charlie se inclinó hacia mí y besó mi boca con erotismo, luego susurró un ‘nos vemos después’ y salió de la habitación. Charles suspiró como si hubiera desaprobado todo y yo no pude evitar sentirme como un idiota. Moví la mirada al reloj de pared para evitar los ojos de Charles por unos minutos.


—Lo siento —dije con culpabilidad. Era consciente que los actos de Charlie causaban dolor a su padre—. De verdad, lo siento. La vez pasada cometí un error y cenamos juntos y… —detuve las frases.


—¿Y? —Charles repitió para que yo continuara.


—Y acepté su invitación —por fin revelé—. Nos besamos y tuvimos sexo, Charles. Pero necesito que sepas que no era mi plan darle a entender que tenemos una oportunidad.


—Heath, mírame a los ojos.


Dirigí la mirada rumbo a Charles y creí que iba a recibirme con una especie de regaño.


—Charlie ya no es un niño, así que ya no puedo sobre-protegerlo todo el tiempo. Lo único que quiero es que no juegues con él.


—¡No, por dios! Charles, nunca jugaría con él.


—Entonces, después de que hayas decidido que responderle a Dumá, aceptarás una de sus invitaciones y le pondrás un alto definitivo. No volverás a tener sexo con él a sabiendas que lo estás ilusionando. Necesitas ser claro como el agua o Charlie seguirá insistiendo como un mocoso mimado que cree que puede conseguirlo todo. ¿Está claro?


—Sí, lo haré. Seré directo y honesto con él.


—Bien. Ahora enfoquémonos en lo importante. Mañana será uno de los días más decisivos para la organización. Necesito todos los detalles de tu conversación con Dumá y todos los planes para comenzar con los preparativos necesarios.


Comprendía que Charles estaba molesto y quizá muy desilusionado de mí. Había herido a la familia de Charles, a su hijo primogénito, a su heredero de sangre, y eso tendría consecuencias si yo no actuaba cuanto antes.


Pasamos una hora extra en la conversación, hasta que Charles estuvo satisfecho con toda la información y los posibles planes. Y, por primera vez en toda nuestra relación, dudé de él. Si ahora estaba enterado de la ambigüedad que existía entre su hijo y yo, ¿sería capaz de tomar cartas en el asunto?, ¿de vengarse?, ¿de traicionarme?


 


*** 


 


De regreso a casa, durante el trayecto en el coche, me di cuenta de que tenía miedo. Charles tenía todas las armas para destruirme, para desterrarme de mi propio grupo, y yo había entregado el motivo perfecto para que actuara en mi contra. Acepté que esa podría convertirse en la consecuencia más fuerte de mi relación con Charlie, pero también aceptaba que me había brindado esperanza. No deseaba estar atado a Charles ni a Charlie por un lazo confuso y proveniente de una relación de falso querer sino por el trabajo que compartíamos. No tenía razón ni derecho a continuar con mis actos egoístas. Debido a esto, acepté la resolución de Charles. Acabaría con lo que fuera que había entre Charlie y yo.


Al llegar al departamento, hice lo posible por conciliar el sueño. Estuve en la cama en pijamas y sin poder acallar a mis pensamientos. Daba vueltas una y otra vez, luego creaba panoramas de todas las posibilidades que podía concebir. Así fue por unas dos horas hasta que por fin me quedé dormido.


Para el día siguiente, preparé junto a Charles toda la logística del encuentro que estábamos por tener en el Distrito de Vermillen. Estuvimos mayormente en mi oficina y no mencionamos nada respecto a la conversación del día anterior. Cuando el reloj mostró las cuatro de la tarde, dejamos a Jenny y Román como líderes temporales, organizamos a los grupos en las camionetas, subimos el armamento necesario y salimos rumbo a Cristal para cruzar las dos fronteras principales. Habíamos preferido viajar en los autos debido a lo práctico que sería y por si las cosas se complicaban. Incluso había contactado a Connor para acordar con él los últimos detalles del plan y le había sugerido también desplazarse en auto.


A pesar de que una inseguridad se apoderaba de mí en estos momentos, había aceptado el riesgo que la decisión conllevaba. Por una parte, la oportunidad era buena y muy consistente. Creía que el pacto con Dumá aseguraría un crecimiento constante, aunque un poco lento, pero formidable. Sin embargo, tampoco podía apartar aquellos sentimientos de asfixia y desesperación que se apoderaban de mí. Era muy complicado admitir que la coyuntura para destruir a Rhys Connor era más poderosa que el miedo a la guerra contra Jamie. La sola existencia de Rhys causaba un tormento en mí; el mismo tormento que había reinado en mi adolescencia cuando todavía enfrentaba a Gary Connor.


¿Por qué? Era una cuestión que venía a cada minuto. Sabía que Gary había muerto, pues yo lo había matado con mis propias manos y había presenciado su rostro de dolor y humillación en su último suspiro. A pesar de esto, me sentía acosado por este fantasma que me hacía pensar que todavía no concluía la guerra contra ese sujeto. Sí, Rhys no era Gary pero, del mismo modo, se sentía como si el chico quisiera encajar en la imagen de su padre. Y estaba seguro que todo lo que había hecho contra mí era por venganza.


No podía quejarme, pues en este mundo, en el camino que había seleccionado para mí, la venganza era un sentimiento común que alimentaba a un sinfín de actos por parte de los líderes de los cárteles.


Detuve mis pensamientos cuando pasamos la frontera sur de Cristal hacia el Distrito de Vermillen. Un grupo de policías federales nos detuvieron, aunque con un par de miles los convencimos para que nos dejaran pasar. Había notado que el Distrito de Vermillen era más frío que Blaze, más verde y más lleno de montañas y cerros. Además, de ciudad a ciudad había ciertas diferencias en la arquitectura y era una obligación impuesta por el gobierno local conservar la belleza de las construcciones y el mismo estilo.


Una vez arribamos a la ciudad de Moth, me percaté que el reloj marcaba las nueve en punto. Nuestra cita era a las diez. Tendríamos unos veinte o treinta minutos para revisar detalles antes de llegar a la dirección proporcionada por el líder del grupo interesado en la transacción. Entonces nos dirigimos al punto de reunión donde Connor ya aguardaba.


Habíamos optado por una especie de posada que conseguimos rentar por completo para no tener seguridad innecesaria ni otro tipo de contacto con civiles.


Cuando Charles estacionó la camioneta, el resto de los equipos ocuparon la zona de aparcamiento junto a los autos tipo sedán del grupo de Connor. Nos bajamos y entramos al recibidor de la casona. La servidumbre había preparado alimentos y bebidas en el comedor principal, pero Charles me acompañó junto a Connor y Hanz hasta un patio más privado.


La posada era bonita. El patio tenía una zona verde, una parrilla de exteriores para cocina, mesas, sillas y había estatuas de alguna especie de animales mitológicos con formas de flores y plantas que daban un toque muy único.


De inmediato, saqué un cigarro y comencé a fumar sin reparo. Me coloqué cerca de la mesa y Charles me acompañó. Connor quedó frente a nosotros y junto a Hanz. Los dos muchachos portaban chaquetas largas de invierno, mientras que Charles y yo preferíamos las gabardinas formales. Este detalle me hizo sentir más grande y uno poco celoso de Connor y su mano derecha.


—El lugar es como una especie de mansión —Hanz inició la conversación. Tecleaba en una tableta y luego mostraba unas fotografías de una casona grande y con aspecto lúgubre—. ¿Están seguros que será un buen sitio para una transacción así?


—Lo importante es averiguar el tipo de conexión que tienen con Rhys —Charles expuso con rapidez— y una vez obtengamos la corroboración, saldremos de aquí cuanto antes. Es muy probable que Jamie ya haya sido informado de nuestro ingreso al territorio y nos esté vigilando.


—Charles ya sabe de Dumá, Connor —revelé al notar el rostro demasiado serio de Connor—, por lo que será más fácil para mi grupo llevar a cabo la interrogación.


—Este no es el problema —Connor repuso—, Hanz también ya sabe sobre ese sujeto. El problema es… ¿y han considerado la posibilidad de que no sea un asociado de mi hermano?


—Sí —afirmó Charles con seguridad—, aunque es la posibilidad menos factible, la hemos considerado ya, chico.


—Oye —Hanz recriminó—, sé que alguna vez tuviste contacto con Connor, pero dirígete a él por su apellido, ¿quieres?


—Hanz, no hemos venido aquí a discutir algo así de ridículo —pidió Connor—. Mejor hablemos de los detalles del enfrentamiento.


—Ustedes podrán intervenir una vez reciban la señal —indiqué con calma—, ya que, debido a la posibilidad que has mencionado, no podemos actuar sin cuidado. Mantengan un perfil bajo, por favor, porque Jamie puede estar observándonos en estos momentos justo como sugirió Charles.


—De acuerdo.


—Ustedes entrarán de la mano del grupo de Charlie. Podrán aguardar en las cercanías, ¿les parece bien?


—¿Y si te llegas a encontrar con Jamie?


Por supuesto que también había considerado dicho escenario. Sin embargo, ya era muy tarde para retractarnos.


—Yo me encargaré de Jamie —aseguré con una sonrisa—. No tienes nada de que preocuparte, Connor. No dejaré que te amenace ni que interfiera en nuestros planes.


—Bien, si todo es claro, ha llegado la hora. Vayamos cuanto antes —Charles dijo con una voz cargada de entusiasmo.


Al término de nuestra reunión, ajustamos los últimos detalles con nuestros líderes. Prim me acompañaría junto a Charles en la escolta privada, mientras que Roy protegería a Princesa. Charlie era el líder de asalto y estaría junto a Connor y sus hombres en los alrededores del punto de reunión.


 


*** 


 


Condujimos más hacia el suroeste para llegar a una colina con un camino de piedra que nos llevó hasta la mansión lúgubre. El lugar tenía sólo un par de luces encendidas en el frente, en las ventanas de la planta baja y una en la planta alta. Habíamos subestimado el terreno pues era de difícil acceso y había comenzado a nevar. La fachada de la casona era oscura y con pilares tallados como gárgolas; casi como esas mansiones que se relatan en los cuentos de vampiros.


Sin perder tiempo, Princesa y la escolta de Roy fueron recibidos por un tipo con un gorro café para el frío y con un aspecto de drogadicto de edad media. Charles y yo encendimos los micrófonos que portaban nuestros hombres y aguardamos en la camioneta extra junto a Prim.


—En un momento nuestro líder estará con ustedes —sonó una voz rasposa y con un acento golpeado—, es un placer tenerla aquí, Princesa. Es su apodo, ¿cierto?


—Sí, gracias —resonó la respuesta de Princesa con una voz suave y tierna.


—Roy —Charles habló por el radio local en forma de auricular de chícharo—, prende la cámara.


La pantalla de la Tablet que usábamos nos arrojó una imagen. El interior de la mansión era elegante, con unas paredes como de madera reluciente que compaginaban con el piso sinuoso. Había una alfombra roja que conducía a las escaleras y a los dos lados de las alas del edificio. De las escaleras notamos a un individuo encapuchado bajar junto a dos hombres con aspecto de militares experimentados. Era obvio que los acompañantes eran centinelas y el encapuchado debía ser el líder. El supuesto líder quedó a unos pasos de Princesa, retiró la capucha y mostró un rostro jovial. Era un chico pelirrojo que usaba ropas casuales y denotaba una sonrisa. No podía apreciar el resto de los detalles pero estaba seguro que nunca lo había visto.


—Princesa, qué bueno es tenerte aquí con nosotros. Espero que mis hombres no hayan sido irrespetuosos contigo. No es muy común encontrar a una mujer negociante en este rubro —dijo el pelirrojo con una voz un poco chillona.


—Muchas gracias. En realidad se han portado de maravilla —replicó Princesa.


—Charles —hablé al ignorar la conversación por unos minutos—, envíale la captura de pantalla a Hanz. Tal vez ellos conozcan a este chico.


—Buena idea —afirmó Charles.


Con facilidad, Charles envió una imagen a Hanz por medio de la red local codificada que usábamos para mantener el anonimato. Unos segundos después, Connor replicó con un mensaje por el mismo medio para afirmar que el hombre no era reconocido por ellos.


La conversación entre Princesa y el líder parecía tomar el rumbo sobre el supuesto interés que tenían en los productos y sus razones para vender algo nuevo. Todo parecía demasiado genérico y forzado para mi gusto. Sin embargo, de pronto, nuestra red local comenzó a ser intervenida. Charles hacía lo posible junto a Prim para no ser descubiertos. Yo pensé en el peor escenario. Quizás Jamie se había percatado de nuestra locación y ahora buscaba saber qué hacíamos.


—Apaguen el sistema, vamos a entrar —ordené.


Sin titubeos, Prim y Charles dieron de baja la red local y los tres salimos de la camioneta. Caminamos hasta la puerta y la abrimos sin cuidado.


El interior de la mansión lucía más elegante en vivo y era cálida debido a algún sistema de calefacción central.


—Pero, ¿qué mierda? —dijo el líder pelirrojo—, ¿qué rayos les pasa?, ¿quiénes son…? ¡Tú! ¡Alipsis!


—¡Bingo! —Sonreí y me coloqué junto a Princesa. —Si me reconoces es porque tu jefe te habló de mí.


—Eres bastante popular.


—Y un desconocido en rostro para los grupos pequeños; exceptuando aquellos con conexiones con mis enemigos.


—Veo que vas a tomar el camino difícil.


—No estamos aquí para negociar mis productos —dije con atrevimiento— y eso tú ya lo sabías.


—Por supuesto. Mi jefe creía que negarías esta reunión… pero, ¡vaya suerte! ¿Qué te hizo cambiar de parecer?


—La verdad es que no me gustaría quedar mal ante tu jefe —expuse con cinismo. Mantenía la mano derecha en el interior de la gabardina y había preparado previamente el número de Connor para marcar con rapidez. Enviaba la señal aunque fuera por la red telefónica—. Menos al saber que ha intentado ofrecer una reunión así de acogedora.


—La Patrona también mencionó que eres arrogante —reveló el líder al dar unos pasos de aquí para allá—, y veo que no se equivocaba. ¿Dónde está Oswin?


—¿Por qué? ¿A caso tu jefe quiere ver a su hermano?


¡Mierda! Connor y Charlie tardaban más de lo esperado.


—Bueno, como sabemos que es tu perro fiel, pensamos que te acompañaría hasta acá.


—Dime algo, ¿a qué estamos jugando con estas palabras pretenciosas?


El tipo rió con fuerza y, sin previo aviso, sacó un arma y disparó en dirección a Princesa. Roy reaccionó antes de que yo pudiera hacerlo y protegió a Princesa. Charles y Prim también sacaron sus armas y abrieron fuego contra los dos hombres cercanos al pelirrojo. Del segundo piso aparecieron más enemigos y comenzaron la balacera. Debido al peligro, nosotros retrocedimos y salimos de la mansión. Nos protegimos detrás de las camionetas. Sabía que estábamos en desventaja ya que ellos tenían altitud.


Por fortuna, Connor y Charlie arribaron y abrieron fuego de inmediato. Del equipo de Roy tuvimos dos bajas y habían herido a tres hombres de Connor.


—¡Oswin! —la voz del pelirrojo se escuchó de entre la conmoción—, ¡es una fortuna que llegaras!


—¿Sí?, ¿por qué? —Connor alardeó al disparar hacia la puerta que era usada como escudo por el pelirrojo.


—¿Por qué no regresas al lugar dónde perteneces? Tu hermano desea que vuelvas a la familia para que trabajen unidos.


—¡Dile de mi parte que se vaya al carajo! —gritó Connor.


Sin embargo, noté que Connor ordenó a uno de sus muchachos atacar. El joven de su grupo sacó un lanza-misiles y disparó en dirección a la entrada. Por lo menos su insistencia en traer armas pesadas había resultado como una defensa extra. La puerta voló y una parte de las paredes resintieron el impacto pero las ventanas terminaron rompiéndose. Por el frente los disparos disminuyeron.


Antes de que pudiéramos continuar, unas camionetas blindadas de un tono negro y un helicóptero se adentraron por la colina. ¡Mierda! ¡Estábamos jodidos! Era una de las policías especiales que controlaba Jamie Muller.


—¡Salgamos de aquí! —expuse con fuerza.


Nos subimos a los vehículos y sólo unos cuantos alcanzaron a retirarse por la entrada de la colina. Los otros tuvimos que usar el terreno boscoso y dañamos un poco los carros para llegar a la carretera. Por desgracia, no habíamos obtenido la información respecto al paradero de Rhys y ahora éramos perseguidos por los hombres de Jamie.


Charles manejaba a toda prisa. Sin embargo, los enemigos abrieron fuego y desestabilizaron el vehículo uno poco.


—¡A la derecha! ¡A la derecha! —grité con desesperación.


—¡Quedaremos expuestos si nos separamos del resto! —recriminó Charles al manejar con tenacidad.


Este era el objetivo. Tenía que crear una distracción para que Connor pudiera escapar rumbo al norte y abandonar el Distrito de Vermillen cuanto antes.


—¡Charles! —insistí.


Charles obedeció y tomó a la derecha. Nos dirigíamos camino a la frontera de la ciudad de Bosque, como una presa que va hacia el cazador. Tomé la pistola, bajé el vidrio y comencé a disparar a las camionetas de remolque con blindaje. El fuego fue contestado y me escondí en el interior al subir el vidrio de vuelta. Estaba seguro que me habían reconocido.


—¡Llega hasta la frontera! —volví a comandar.


—¿Estás loco? —Charles contrapuso.


—¡Hazlo, maldita sea!


Del carril contrario, del bulevar Centeno, dos camionetas cruzaron a nuestro carril y parecían ir directo contra nosotros, como si buscaran provocar un accidente. Empero, Charles esquivó el impacto y tomó en dirección a otra calle. Era una especie de avenida de tránsito rápido. Los señalamientos indicaban que la ciudad de Bosque estaba a unos kilómetros. Otra vez dispararon, aunque ahora usaron calibre alto y el vidrio trasero no resistió y fue destruido.


—¡Prim!


Era un alivio que Prim se había subido con nosotros de vuelta al mismo vehículo.


—A la orden —replicó con calma la adolescente.


Prim se pasó a la parte de la cabina trasera y desenfundó un rifle de francotirador que habíamos metido previamente. Se acomodó y disparó. Por los espejos vi como una camioneta no pudo continuar debido a que los neumáticos fueron ponchados. Prim sabía que sólo podía abrir fuego defensivo y que no podía matar a los enemigos bajo ninguna razón.


—Heath, estamos por llegar a la frontera —Charles informó.


De repente, las sirenas de la policía se unieron a la persecución. ¡Genial! ¡Más problemas! Marqué con el teléfono el número de Connor.


—Contesta, contesta, maldita sea —murmuré con desesperación.


—¿Dónde están? Tus hombres nos siguieron hasta la frontera norte. Ya estamos por cruzar a la ciudad Miel.


La voz de tranquilidad de Connor me hizo dar un respiro de alivio.


—Salgan del Distrito, Connor —sugerí.


—Pero no conseguimos nada de información acerca del imbécil de Rhys.


—¿Y de quién crees que es la culpa? ¡Le volaste la cabeza con el misil al informante!


—¡Él se lo buscó con esos comentarios ridículos sobre la familia!


—Hablaremos con más calma de esto mañana por la mañana. Por ahora, yo me encargaré de Jamie. —Colgué a pesar de que Connor había recriminado por la bocina del celular. Dirigí el interés otra vez a la situación actual. Luego dije con seguridad—: Charles, entra a Bosque. Quiero que sigas la ruta norte. Viajaremos por la frontera de la cordillera y llegaremos hasta el Distrito de Gota.


—Nos matarán antes de que podamos llegar a la periferia —Charles repuso con molestia.


—Haz lo que te digo, ¡por todos los cielos! Necesitamos ganar tiempo para que Connor, Charlie, Roy y Princesa puedan llegar a Cristal.


Y, como respuesta, Charles lo único que hizo fue acelerar y pasar el puente que conectaba la ciudad de Moth con Bosque. Prim, en la otra mano, había derribado los carros de la policía y sólo dos camionetas blindadas iban detrás de nosotros. Los disparos se reanudaron y, al atravesar el bulevar del norte de Bosque, encontramos una barricada de vehículos militares.


—¡Hijos de su puta madre! —Charles expuso con descaro.


La camioneta se movió con brusquedad y Charles cortó por una calle en sentido contrario. Los cláxones de los carros sonaban una y otra vez, así como el rechinar de llantas al ser detenidos ante nuestro paso.


—¿Vamos de vuelta a Moth? —dudé al notar la frontera cercana.


—¡Charles, busca una salida! —Prim nos pidió.


Comprendí que ahora éramos rodeados por detrás y había un helicóptero encima de nosotros.


—¡Joder! —compuse con un quejido—, Prim, mata a los pilotos.


—¡No! —contrapuso Charles—. ¡Estarás declarando la guerra a Jamie y al gobierno!


—La guerra ya se la declaré. Si acepto el pacto con Dumá, entonces la guerra escalará a un nuevo nivel. ¿No lo ves? Jamie controla casi toda la frontera con Cadenas y Dumá busca apoderarse de la frontera de su país. Sólo necesita una excusa y un producto para proteger.


—En ese caso será contra Dumá la batalla. Si nosotros matamos a uno de sus hombres con dolo, Jamie invadirá Blaze.


—¿Mientras hace guerra con uno de los cinco mafiosos más poderosos de Cadenas? No lo creo.


—¡Heath, por favor! ¡No empeores este desastre! —Charles recriminó. Luego gritó con miedo—: ¡Maldita sea!


Estábamos acorralados. Por detrás, por el frente y por el cielo. No había escapatoria. Charles frenó y la camioneta giró un poco para no colisionar con los vehículos oscuros y los hombres que apuntaban con sus armas. Esta era una de las mayores ventajas que Jamie tenía; él podía usar a las policías del país a su favor. Aunque carecía del poder político superior como Don B, Jamie Muller sabía aprovechar sus conexiones.


—¿Y ahora? —Prim preguntó al pasarse de vuelta a los asientos de pasajeros traseros.


Miré a la derecha y encontré una figura conocida de entre los militares y policías. Él no apuntaba con ningún arma. No, no lo hacía… sólo estaba parado en medio con un rostro sonriente. El hombre era blanco, de cabello largo y muy rizado como caireles que relucía por el tono café claro como la barba estilizada y corta. Portaba una especie de gabardina sencilla de color negro y unas botas gruesas que hacían juego con el pantalón de mezclilla. Era Jamie Muller.


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