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El Dragón del Este (re-subido y re-editado) por Cat_GameO

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Capítulo diecisiete


Las nuevas decisiones


 


—No tienes nada que temer, Dragón del Este. Tampoco voy a perseguir a tus hombres ni a Connor —la voz de Jamie sonó armónica y con fuerza para alcanzar nuestra posición—. De hecho hay algo que quiero agradecerte. Y por esta simple razón no te mataré hoy.


Abrí la puerta de la camioneta. Sin embargo, Charles me sujetó del brazo a toda prisa. Contemplé a mi amigo y él sólo negó con la cabeza.


—Tranquilo, Charles. —Sonreí con un poco de titubeo. Por supuesto que tenía miedo. Aunque ya había enfrentado a Jamie en algún momento del pasado, había sido en los territorios que antes había controlado en el Distrito de Blaze y nunca habíamos cruzado más palabras respecto a simples amenazas en un futuro seguro. —Quédate con Prim.


—No me pidas que deje ir completamente solo a mi líder a encarar a ese hombre, Heath… no puedo dejarte ir.


—Y yo no puedo arriesgar tu vida ni la de Prim.


—Jefe —Prim habló con un tono bajo y agradecido.


—Heath —Charles prosiguió—, te matará.


—No lo hará.


—¿Le crees? ¡Por dios! Heath, ¿cómo puedes confiar en un enemigo?


—Porque no es un cobarde y porque, al parecer, todavía me necesita con vida para lo que sea que trama. ¿No crees que pudieron habernos matado ya?


—Heath…


—Charles, confía en mí.


Charles suspiró y soltó mi brazo. Yo agradecí con timidez, luego bajé del vehículo. Di unos pasos al frente y aguardé. Jamie se acercó hasta quedar a un metro de distancia de mi posición. Su sonrisa desapareció. Acto seguido, como si ninguno del resto de los presentes existiera, me ofreció un cigarro. Acepté y él también fumó junto a mí.


—No te confundas, no voy a hablar de tratados amistosos contigo, niño —Jamie pronunció con su voz agradable.


Jamie lucía un poco mayor que yo, pero no podía asegurar su edad real. ¿Veintiocho?, ¿treinta? Probablemente era parte de la generación de Blake, por lo que debía existir una diferencia de entre cinco a diez años máximo entre nosotros. Sin embargo, no iba a recriminar que me llamara ‘niño’.


—No tengo interés en jugar a los amigos contigo. Mucho menos con B. Y ni hablar de los hijos de Connor.


—Entonces, no estás trabajando con él… —dije sin cuidado al repetir mis pensamientos.


—¿Qué? No, por favor, no te atrevas ni a asociarme con ese miserable. Yo no trabajo con nadie ni para nadie. Esto tenlo en claro siempre. Quizás a veces decida cambiar un poco las negociaciones, pero nunca voy a proteger a los enemigos.


—Comprendo —acepté—, y… —Aclaré la garganta para hacer que mi voz sonara un poco menos asustada y proseguí—: ¿por qué no piensas acabar con nosotros?


—¿Has venido a vender droga?


—N-No… —repliqué sin comprender del todo.


—¿Has venido a hacer guerra en mi territorio?


—No, no… —expliqué presuroso—, vine a matar al informante de Rhys Connor.


—Exacto. Viniste a exterminar a la última cucaracha de esa gente. Yo planeaba hacerlo en un par de días, aunque estábamos en observación para conocer sus propósitos. Los hijos de la gran mierda sólo estaban como a la expectativa. Ahora me queda claro que te esperaban a ti.


—Aguarda un momento, por favor.


—¿Qué? —preguntó Jamie con un rostro sonriente.


—¿Las últimas cucarachas?


—El mocoso y su madre salieron rumbo a Cadenas una vez que yo les negué mi ayuda. El otro Connor, ¿cómo se llama? —Jamie acalló y luego se quedó como pensativo. —Ah… ¡Sí! Oswin; tiene nombre de jugador de fútbol… Eh… —su voz sonó un poco casual—, ¿qué te decía? ¡Ah! Sí, que el otro Connor ha tenido la amabilidad de respetar mi territorio y de dejar en claro que no va a aceptar mierda de nadie. Tranquilo, ya que no voy a acosar a tu novio para pedirle que haga Luna para mí. Pero el segundo Connor… —Suspiró, llevó la mano a su cabeza y movió levemente su cabello. Supuse que lo hacía en señal de desesperación. —Ese niño no conoce el honor entre los Señores de la Droga. Es igual a su padre y es un idiota. Pensaba matar a la última escoria que dejó en mi territorio después de que saliera corriendo con la cola entre las patas hasta Cadenas junto con la puta de Eveline Franco.


—Trabajará desde allá —opiné con calma.


—Pues que haga lo que quiera allá. Si se dedica a la droga otra vez o a vender niñas y niños, será su puto problema. Hasta se aliaron con uno de mis asociados de exportación e importación de mercancías ilegales. Por supuesto, si mi asociado me hace una mala pasada, le cortaré los huevos, se los daré de comer bien guisados y, al final, le atravesaré la cabeza con unas cinco balas. Justo como planeaba hacerlo con los hombrecillos de Rhys. Tenía la grandiosa idea de cortarlos en pedacitos, envolverlos en cajas de regalo y enviarlos a Cadenas con una tarjeta con la imagen de un Santa Claus gordísimo que dijera: ‘Feliz Navidad, hijo de la gran mierda’.


Evité sonreír. A pesar de toda la fama que precedía a Jamie, no me imaginaba a un sujeto así. Claro, hablaba de cosas sádicas y asesinatos como si discutiéramos sobre alguna receta de cocina o un partido de deportes populares. Sin embargo, tenía un aire distinto al que su reputación sugería. Parecía como una persona ordinaria con una facilidad de palabra, como si fuera ese tipo de chico popular y agradable que suelen avivar las fiestas o reuniones aburridas.


—Ya no tienes que huir, Dragón del Este, por lo menos por hoy te dejaré ir. Pero si no cruzas la frontera de Cristal antes de la media noche, voy a capturarte, torturate, pedirle a unos cuantos amigos que te violen y hacértela pasar muy mal por un par de días. ¿Queda claro?


—Sí —aseguré con frialdad. Sus amenazas parecían bromas baratas, pero estaba consciente de la veracidad de sus palabras.


—Entonces, Dragón del Este, sal de una puta vez de mi territorio primario. Cuídate y espero que nuestros motivos comiencen a rellenar las hojas de nuestras agendas para luego matarnos con satisfacción.


—Por supuesto. Nos retiraremos.


Hice un ademán de despedida y regresé a la camioneta. Le indiqué a Charles que manejara rumbo a Moth y que saliera del Distrito cuanto antes. Dos de los vehículos de la policía se hicieron a un lado y nos dejaron pasar. A pesar del resultado, la tensión continuó hasta que cruzamos a la ciudad de Moth y pasamos más de la mitad del poblado. Todo había sido sublime, como una especie de sueño pesado y abrumador, como una especie de mal viaje por algún cruce entre droga y alcohol. No habíamos muerto y, por ahora, Jamie no nos contemplaba en sus planes para aniquilarnos. Comprendía que no nos había dejado llegar a la frontera con Cadenas por alguna razón. Por eso habíamos sido interceptados. Aunque había tenido pavor de cuestionar sus razones, había preferido evitar el contacto en estos momentos.


—No vuelvas a cometer una estupidez así, ¿quieres? —Charles rompió el silencio pesado una vez visualizamos la periferia de Moth y el señalamiento que indicaba el camino hacia la ciudad de Miel.


—Por desgracia, no puedo asegurarte nada, Charles —dije como en un trance y sin interés.


Había estado frente a Jamie Muller y, a diferencia de Don B, frente a él había sentido mucho miedo. No era como ese miedo irracional que solemos dejar en control sobre nuestro cuerpo, o como el terror que nos hace sudar y respirar con agitación, o hasta temblar y gritar. No… Había sido otro tipo de sensación. Una clase de pánico donde sabemos que todo va a ir mal y no podemos evitarlo. De esas ocaciones en las cuales nuestro cuerpo ha dejado de reaccionar que hasta nuestros sentidos son nublados. Así me había sentido… imposibilitado por el horror.


—¿Por qué? —Prim se acercó a los asientos del frente al preguntar—, ¿por qué no nos siguen?


—Porque matamos a los hombres de Rhys —repliqué al guardar mi otra suposición— y por ahora parece ser suficiente para él.


—Entonces, la guerra con él…


—Se desatará más adelante —complementó Charles sin desprender la vista del frente.


Era muy obvio que Charles estuviera molesto e incluso inconforme. Sí, realmente había cometido un error. Era consciente y lo comprendía. Sólo quedaba afrontar las consecuencias sin incertidumbre y con un plan de por medio.


—En unos cuarenta minutos habremos llegado hasta la capital, así que habremos salido del peligro por ahora. Heath, ¿dónde te reunirás con Dumá?


Supuse que para Charles no sería un problema tratar el tema con Prim como oyente y para mí tampoco. Prim ya se había recargado en el asiento trasero y prestaba interés a su teléfono.


—Por la noche, en la casa donde nos vimos la primera vez —expuse con calma—. Creo que es una de las propiedades de Connor. No le pregunté sobre este detalle.


—¿Y… cuál será la respuesta?


—Aceptaré el trato con una condición.


—¿Cuál?


—No lo dejaré tomar ninguna decisión respecto a nuestros productos sin antes consultarme a mí. Y si descubro que lo ha hecho, entonces lo venderé a Jamie.


—¿Estás seguro de ello?


—No confío en Dumá; por lo menos no hasta que me demuestre sus verdaderas intenciones.


—Bien, yo aguardaré a tu regreso.


—Gracias.


 


*** 


 


Durante el resto del camino hacia el Distrito de Blaze, no hubo más conversación. Prim se quedó dormida en el asiento entero. Charles prosiguió con el viaje y ni siquiera me arrojó sus clásicas miradas de compañerismo. Yo preferí que así fuera. Lo único que hice fue recargar el brazo en la puerta y contemplar las luces nocturnas de las ciudades y las carreteras de viaje. Mi análisis se enfocó en Dumá. El sujeto no había mentido, aunque tampoco había sido muy específico con la revelación. Me hacía creer que, como líder, tenía mucha experiencia para obtener lo mejor de los acuerdos con gente peligrosa como él. Además, había accedido a trabajar conmigo y Connor. ¿Por qué no por separado? Sí, había mencionado que la conexión entre Connor y yo era conocida por el tipo de relación que los enemigos habían inventado respecto a nosotros. Y lo había escuchado hasta de Jamie.


De hecho, esto estaba bien. Si los otros grupos no conocían la complejidad del acuerdo con Connor, era mejor así. La distorsión de información era una barrera y un beneficio que estaba a punto de unirnos con Dumá y su legado. En la otra mano, recordaba las palabras de ese sujeto sobre la posibilidad para crecer aún más sin Connor. Tal vez era verdad. De cualquier forma, no había vuelta atrás. No podía retractarme de mis actos a estas alturas.


Para las dos y cuarto de la madrugada, llegamos a la base en la ciudad de Blaze. Nos despedimos de Jenny; quién llevó a Prim con ella. Repasamos entre Charles y yo los informes inmediatos que habíamos recibido por parte de los otros líderes. En realidad, nos tomó entre unos cuarenta minutos extra terminar la revisión y por fin regresamos a nuestras casas a dormir.


 


*** 


 


Esta vez usé mi propio auto para dirigirme al departamento que rentaba. Los quince minutos de trayecto pasaron con rapidez en comparación con el viaje que habíamos hecho hasta Vermillen. Cuando llegué a casa, no fui directo a la cama pues me quedé sentado en la sala.


Me di cuenta que me sentía inseguro y desesperado. Era como contener una ansiedad alta que hacía que mi cuerpo se sintiera impaciente. Retiré la gabardina, luego la chaqueta y me acosté en el sillón. Recordé que sólo una vez me había sentido así ante una decisión y esa vez había sido la noche anterior a mi rebelión contra Gary Connor.


Moví el cuerpo a la derecha para acostarme, esconder el rostro en el cojín del respaldo y tratar de conciliar el sueño. Cerré los ojos y respiré con calma. ¿Cómo iba a ganarle a Jamie Muller?, si alguna vez nos enfrentaríamos, entonces, ¿cómo lograría derrotar a una persona con todas esas herramientas a su disposición? La sensación era tan agobiante e imposible de escapar de ella que me sentí insignificante. Era tan diminuto en comparación con él. En especial porque parecía ser el enemigo más poderoso. Yo carecía de toda información valiosa respecto a su vida personal y sus círculos más cercanos.


Poco a poco, mis pensamientos se distorsionaron. A veces veía imágenes del último suceso, luego mi cabeza creaba como fantasías donde estaba sentado en la sala del apartamento de mi padre… ¿qué mierda hacía allí? En otras ocaciones escuchaba voces variadas que pronunciaban frases del pasado y otras creadas por mi cerebro. Estaba a punto de quedarme dormido hasta que un sonido se hizo presente. Era como una especie de timbre constante, como si una campanilla fuera movida una y otra vez pero que después desaparecía. La campanilla dejó de sonar.


Durante un tiempo, una hora o más, no estaba seguro, creí que no dormía. Podía percibir la quietud del sitio y los sonidos lejanos de los carros que todavía transitaban por las calles de la ciudad. No sabía si estaba completamente entumecido. Mi cuerpo había perdido sus fuerzas, aunque no la voluntad. Quería moverme… y era imposible.


Desperté de aquella extraña manera de sueño cuando los rayos del sol alcanzaron a entrar por las persianas de las ventanas. Abrí los ojos y por fin me moví. Rodé hacia atrás y caí fuera del sillón. Miré a los costados y recordé que ni siquiera había entrado a mi habitación. Me incorporé, bostecé y sujeté la chaqueta debido al frío que hacía. De pronto, recordé el sonido de mi celular y saqué el teléfono de la gabardina.


Había un mensaje sin leer de un número desconocido. Mi corazón comenzó a palpitar con fuerza y pasé saliva. Lo único que podía pensar era que Blake había enviado un mensaje. Desbloqueé el celular y leí la nota a toda prisa. ‘No olvides llegar a tiempo, Heath Alipsis. Igual que la vez pasada: sin nadie. Ya le he informado a Connor’.


—Mierda —susurré con molestia. Era un mensaje de Dumá.


Además de ser meticuloso, Dumá probaba tener acceso a la privacidad de otros. No era tan sorprendente, ya que en mi grupo también había personal calificado para buscar un número y obtener este tipo de información. Sabía que no nos proporcionaba mucho si otros eran tan cuidadosos como yo. Tal vez había accedido a una parte de mi teléfono, pero sólo encontraría lo básico. Ni si quiera conseguiría el nombre de mis asociados. Tenía un sistema de seguridad que cuidaba las conversaciones y solía destruir nombres de la memoria en forma automática. Aunado a esto, nunca tomaba fotografías ni mucho menos tenía redes sociales para revelar nada crucial.


Una vez me percaté de la hora, descubrí que debía darme prisa para arreglar los pendientes del día, contactar a Connor y no tener retrasos para la reunión con Dumá. Ignoré un poco las obligaciones ya que tomé una ducha larga en la bañera para sentirme un poco mejor. Después, usé casi media hora más para seleccionar mi atuendo y arreglar mi imagen. Odiaba el invierno debido a la poca posibilidad para lucir el tipo de moda que me agradaba. Al final opté por la gabardina y cambié dos de mis argollas de piercings.


Para las once y media, arribé a la oficina y discutí con Charles por casi dos horas sobre los detalles necesarios de las actividades cotidianas. Me reuní con Roy para escuchar el reporte completo de la noche anterior y di nuevas instrucciones. Al fin terminé con una llamada a Connor antes de las cinco. No quería llegar tarde, por lo que salí de la oficina y manejé rumbo a Cristal.


Ya había le informado a Charles sobre el mensaje de Dumá, así que no hubo reproches de su parte. Durante el trayecto escuché música instrumental para tranquilizar a mi mente y no pensar en el recuerdo de Blake.


Me encontré con Connor en la casona de la vez anterior y dejé el carro estacionado en el mismo sitio. Había iniciado a nevar y la temperatura bajaba con rapidez. Era una fortuna que la casa tuviera un sistema de calefacción central, así podía andar sin la gabardina pesada. Otra vez Connor había preparado una charola con bebidas y comida, aunque ahora había elegido algo mejor que té. Las copas mostraban un vino tinto que tenía un aroma frutal.


Connor y yo habíamos tratado en nuestra llamada sobre los hallazgos que habíamos obtenido y sobre el encuentro con Jamie. A pesar de que Connor había volado en pedazos al informante de Rhys, el plan había resultado relativamente bien.


A las ocho de la noche, el timbre de la puerta resonó y Connor recibió a Dumá. Hoy portaba un atuendo un poco más llamativo, pues usaba una especie de bufanda sin enredar que era elegante y que hacía juego con los anillos de sus manos. Dumá se sentó en el mismo sofá de la vez pasada. Connor también. Y yo igual.


—En unos días más vamos a celebrar la Navidad, claro, si es que gustan de esas ridiculeces —el comentario de Dumá parecía fuera de lugar—, y qué mejor que pasarla en familia, ¿verdad? —Bebió un sorbo de la copa de vino que Connor había ofrecido y sonrió. Prosiguió—: supongo que este tratado entre nosotros hará que esta Navidad sea distinta, ¿cierto? Es un regalo que los tres podremos disfrutar. Sin embargo, ¿era necesario causar un estruendo de esta magnitud?


—No confío en ti, Dumá —dije sin ocultar mi sentir—, y por eso mismo necesitaba corroborar tus palabras.


—¿Y arriesgar a tu gente, a Connor, a tus seres amados al invadir el territorio de Jamie? —cuestionó Dumá con una calma sospechosa.


No estaba de humor para tolerar los juegos de este cabrón, así que me puse de pie, me acerqué hasta el ventanal y suspiré.


—Ya te dije que no confío en ti, Dumá —repetí con severidad—, y eso también significa que no aceptaré tu tratado sin una condición.


—Alipsis —Connor intervino—, me dijiste que todo lo que nos reveló es verdad. ¿Por qué no darle una oportunidad?


—Porque es igual a Jamie y Don B; no tiene aliados. Él no considera a nadie como un igual. Y tampoco voy a permitir que un cabrón como él venga y tome ventaja de algo que me ha tomado tanto tiempo construir. Tú eres libre de decidir, Connor; si deseas aceptar su tratado sin una condición, entonces hazlo.


Dumá suspiró con profundidad para que pudiéramos escucharlo. Connor se puso de pie, se acercó a mí y tocó mi hombro para encontrar mi mirada.


—¿No estamos juntos en esto? —recriminó Connor.


—Sí, pero no eres mi marioneta.


—Eres un idiota. ¿No te das cuenta? ¡Maldita sea, Heath!


—Chicos, por favor —Dumá interrumpió—, no quiero que por mi culpa inicien un conflicto en la relación tan bonita que tienen. Pues, es verdad, Dragón del Este, yo no tengo aliados, ni considero a nadie tan importante como para arriesgar todo mi imperio. Con decirles que maté a mi ex-esposa bastaría para que comprendan el tipo de persona que tienen aquí. Para ser honestos no iba a dejar a una rata con vida. Además, cumplió con la misión en darme un hijo; un varón. Todavía es un bebé. Y, si les digo la verdad, no titubearé en matarlo si no cumple con el objetivo que tengo planeado para él. Sí, Heath Alipsis, comprendo tu postura, ya que yo haría lo mismo. Un cabrón tan desalmado como yo, que jamás revelaría información preciada ni a su propia familia, que nunca considerará como amigos a aquellos que se dedican a lo mismo que yo… Tampoco aceptaría un tratado con alguien así. Sin embargo, ustedes son niños, niños que están jugando al narco, a los traficantes, niños rebeldes que no tienen experiencia en este mundo.


—¡Hijo de puta! —respondí al sacar la pistola y apuntar hacia Dumá. El muy cabrón sonreía y parecía tan sereno.


—Heath, por favor. —Connor tomó mi brazo y se interpuso entre mi arma y Dumá. —No cometas un error. Por eso acepté ir contigo, ¿no lo ves? Acepté entrar al territorio de Jamie porque sabía de antemano el tipo de cabrón que es Dumá y porque confío en ti… Y porque creo en nuestro pacto no sólo como socios sino como amigos también. No eres como ellos y es por eso que sin ti yo no pienso aceptar el tratado de Dumá.


Bajé el arma y respiré con profundidad. Connor soltó mi brazo y me tranquilicé. Había olvidado algo extremadamente importante en mi carrera como líder de un cártel, pues yo había hecho una promesa. Me había prometido a mí mismo que no sería como el resto, que no usaría a la gente a mi conveniencia. En especial a todos aquellos que me otorgaban su apoyo y su confianza real. Mis pensamientos se habían nublado, desde el incidente con Charles y su hijo, después las dudas sobre las acciones de Charlie y hasta la relación con Connor.


—Dumá —pronuncié con seriedad—, si quieres que aprueba el trato, entonces aceptarás un contacto directo conmigo y con Connor. Todos las ventas de nuestras mercancías, absolutamente todo será registrado aunque tengamos que hacerlo físicamente. Y si descubro que has hecho una transacción incorrecta, les entregaré a tus enemigos una forma de aniquilarte.


—Claro, una amenaza fantasma. Pero —expuso Dumá—, ¿cuál método les darás? No tengo amor y compasión por otros como ustedes dos, ni tampoco existe un punto débil que pueda destruirme.


Idiota. Edme Dumá me había revelado un punto débil unos momentos atrás. No confiaba en nadie. Esto era una paranoia que se transformaba en tiranía, en corrupción, en miedo. Y esta misma paranoia podía entrar desde sus allegados más cercanos; incluso su familia… su propio hijo. Justo como Gary Connor, pues el hombre desconfió de su propio hijo y así creó a una persona capaz de llevar a cabo una venganza a sangre fría.


—No lo sé todavía —mentí con naturalidad—, pero al aceptar trabar juntos, será imposible no revelar un poco de nuestras vidas.


—Por supuesto. De cualquier manera, tu petición es una sugerencia tirada en un balde vacío. A pesar de esto, la aceptaré. ¿Será igual para ambos, Connor?


—Tenlo por seguro —aceptó Connor.


—Si es así, jóvenes, nos veremos pronto. Disfruten las festividades y nos mantendremos en contacto en estas semanas antes del fin de año. Mi objetivo es arrancar el siguiente año con nuestro nuevo proyecto.


—Seguiremos en contacto —admití.


A continuación, Dumá se puso de pie, se acercó a nosotros y ofreció su mano como una especie de ceremonia para cerrar el tratado y despedirnos. Acepté el gesto y lo repliqué. Después, Connor hizo lo mismo.


—Feliz Navidad, jóvenes —Dumá hizo una reverencia y salió de la sala junto a Connor.


Por mi cuenta, me quedé frente a los ventanales. Observaba la nieve al caer que ya había comenzado a cubrir el jardín y los caminos de piedra. Comprendía que debido a la condición que había impuesto, entonces tendría que viajar de vez en cuando a Cadenas para cerciorarme de los negocios. No era tan malo, ya que esta actividad era algo común en mi agenda. Aunque éramos narcotraficantes, no dejábamos de ser un tipo de negocio y como tal requeríamos de cierta logística. Del mismo modo, tenía en mente conocer al hijo de Dumá para usarlo en algún momento si era necesario.


Escuché los pasos de Connor regresar y vi por el reflejo que se acercó hasta mí.


—¿Te dijo algo así como que es mejor que nuestros acuerdos terminen si quieres que tu grupo crezca más rápido? —indagué con la misma seriedad presente debido a mi enojo.


—Sí —replicó Connor al mover su rostro y mirarme—. ¿A ti también te dijo lo mismo?


—La primera vez que nos vimos, cuando saliste a mover tu carro.


—¿Y por qué no me lo habías dicho?


—Por idiota —revelé con honestidad—. Pero ya se acabaron las dudas y los juegos de doble cara, Connor. Ahora sabes mucho sobre mis razones para ayudarte. A pesar de que mi motivo primario fue por un capricho y una fantasía romántica, es una realidad. No voy a negar quién soy y por ello te informaré de todo lo que ese hombre haga o diga.


—De mi parte es igual. Confío en ti, ¿no es obvio? Hace tiempo me di cuenta que no deseas usarme y, aunque tus motivos sean un poco ridículos, eres honesto. Mierda, Heath, ¿quién ayuda a su amor platónico?


—La gente que todavía conserva una esperanza, las personas que tienen la confianza y la honestidad de aceptar sentimientos. Quizás sea mi mayor desventaja, mi debilidad, justo como piensan Don B y Jamie… pero también creo que es mi mayor fortaleza. Confío en mi gente, sin importar que últimamente había comenzado a dudar. A veces olvido que tengo una responsabilidad más allá que la de un líder desalmado de un grupo de narcos… también tengo una responsabilidad como un amigo que guía a los otros por este camino para conservar nuestras vidas.


—Heath… tú y Hanz son un poco parecidos, ¿sabes?


—No me compares con tu novio —renegué con tranquilidad.


—Es el motivo por el cual te agradezco tanto que me hayas permitido crear esta amistada contigo —continuó Connor—. Estamos juntos en esto, ¿queda claro?


Sonreí, luego encaré a Connor y asentí con la cabeza.


—Por ahora debemos aguardar y mantener la comunicación fluida y clara.


—Infórmale a tu novio —repuse con jugueteo—. Yo le diré a Charles que haga lo necesario para que ustedes y nosotros tengamos los reportes de las exportaciones al día.


—De acuerdo.


Di unos pasos en torno a las escaleras al tomar mi abrigo del perchero, pero detuve el andar cuando escuché la voz de Connor.


—Oye… sólo una cosa más.


—¿Qué pasa?


—Deja de decir que es mi novio así tan a la ligera. No quiero que nadie se entere de algo que podría convertirse en una tragedia. Sí, sé que Hanz me protege, pero yo también debo asegurarme que nuestros enemigos no obtengan información de esta importancia. Tú me lo dijiste. Si revelo algo así, eso sería un verdadero problema.


—Está bien, no volveré a mencionarlo. Pero te advierto que Charles lo sabe. Es por precaución. No voy a traicionarte nunca, Connor.


—Yo igual.


¿Quién de los dos mentía? Por lo menos yo no deseaba hacer algo así en esos momentos. Sin embargo, las palabras a veces no están cargadas de la verdad sino de los deseos del instante. Y estas frases, en este determinado tiempo, no eran una realidad. Habían sido deseos infantiles que dejarían de tener validez en el momento en que uno de los dos cometiera un error y una falta contra nuestros tratados y negocios.


—Nos vemos, Alipsis.


—Cuídate, Connor —repliqué con calma.


Seguí por las escaleras que conducían al recibidor superior, abrí la puerta, bajé por las escaleras del jardín frontal y entré a mi auto.


 


***


 


Nuestras transacciones con Dumá estaban a punto de comenzar y en los siguientes días arreglaríamos todos los detalles necesarios. El carbón de Dumá fue coherente con sus actos y mantuvo una comunicación abierta con nosotros. Incluso Charles, Hanz y el segundo al mando de la organización de Dumá que era un tipo de apellido Harrington de voz fuerte y pocas palabras, estuvieron como parte de las videoconferencias que hicimos antes y después de Navidad.


 


 ***


 


El tiempo transcurrió con prontitud y por fin llegó el día en que acepté la invitación de Charlie para cerrar este asunto antes del año nuevo. Había sido una promesa con Charles y algo que necesitaba hacer si quería recuperar mi tranquilidad cuando se trataba de la confianza de Charles.


Charlie me había invitado a su casa para pasar un día tranquilo, beber un par de cervezas, cocinar, hacer cosas como si fuéramos camaradas de toda la vida. Por supuesto, yo sabía que su intención era insistir para crear una relación más profunda.


En esta tarde fría, nos encontrábamos en la sala de su casa. Los muebles estaban recién comprados y tenían el estilo minimalista que iba con la decoración y la fachada de tonos blancos y cafés del sitio. Yo estaba en el sillón grande junto a Charlie y ambos bebíamos y hablábamos de algunos eventos festivos. Era una tradición que Charles me invitara a pasar la Navidad y el Año Nuevo con él y su familia. Pero, en esta ocasión no me sentía seguro para aceptar la oferta respecto a la última celebración del año.


—Charlie —rompí el flujo de la conversación cotidiana que teníamos—, necesito decirte algo importante.


—Dime —Charlie pidió al dar un trago a la cerveza—, ah, por cierto, ¿quieres probar un vino nuevo que conseguí?


—No, por favor, escúchame con atención. Ésta es la última vez que hacemos este tipo de cosas… con estas intenciones.


—Ah, claro. ¿Me vas a decir que ya no quieres que haga un intento por conquistarte?


—Porque no va a funcionar.


—¿Cómo estás tan seguro de ello? Creí que deseabas algo después de que… lo hicimos en tu departamento.


—No va a funcionar nunca porque yo amo a Blake —dije con un tono dolido— y porque voy a seguir esperando.


—Sí… claro… —Charlie puso la cerveza en la mesa, luego retiró la mía y también la puso sobre la mesa. —Pero en el transcurso de tu espera, podríamos intentarlo. ¿A caso no se sintió bien?


—No, Charlie, no vamos a intentar nada porque te haría daño.


—Eso tú no lo puedes saber. Sólo yo conozco lo que siento. Y si te insisto es porque conozco las consecuencias y el posible dolor que experimentaría. También sé que si él regresa, esto terminará. Y olvidas que, del mismo modo, existe una pequeña posibilidad en la que ambos decidamos quedarnos juntos.


—No lo entiendes —insistí con desesperación.


—No, no, tú eres quién no lo comprende, Heath. Sé que me dices esto porque los sentimientos que tienes por mi padre están encima de mí


—¿Qué? —Miré de frente a Charlie. —¿De qué estás hablando?


—Prefieres decirme que no porque mi padre te lo ha pedido. Crees que mi padre tiene la razón sobre tus sentimientos y sobre que es mejor no herirme. Pero, si no disfruto cada momento, si no lo intento, entonces me arrepentiré de verdad. Ahora me doy cuenta que mi padre es más importante que el amor que tienes por otros.


—Te equivocas —renegué.


—Dime algo, ¿no tomaste muchas precauciones en tu relación con Blake? Analiza lo que te estoy preguntando. Dime, ¿lo hiciste por sugerencia de mi padre?


—No, con Blake fue distinto.


—Esa es la excusa que usaste para aceptar la petición de mi padre. Ahora, responde la siguiente pregunta. Si mi padre te pidiera mantener en secreto tu relación e incluso te dijera que es mejor que no te cases en algún momento para no ponerte en riesgo, ¿lo aceptarías?, ¿obedecerías los caprichos de mi padre?


—Yo… —Pensé con calma. Aunque Charlie decía las cosas de este modo, yo también había aceptado las peticiones de su padre por proteger a los míos.


—Heath… —Charlie acortó la distancia, sujetó mi rostro entre sus manos y me besó. —A mí me vale una mierda que mi padre piense que lo nuestro no debe ser. Puede meterse sus opiniones por donde le quepan porque no voy a darme por vencido.


—Pero no te amo y no me gustas, Charlie. La única atracción que existe es física.


—Por algo se empieza. Lo que mi padre busca es que yo no sufra, pero es mi decisión… Y la tuya. Anda. —Charlie me empujó hacia atrás y volvió a besarme con fuerza. Ahora metía una de sus manos debajo de mi playera. —Déjame complacerte otra vez.


Agarré la mano de Charlie y la detuve. Negué con la cabeza. No era sólo por Charles… era por mí. No tenía deseos de ser tocado, ni besado, ni siquiera querido. Sólo quería aguardar en soledad. Ya había cometido un error una vez, así que no iba a acostarme con Charlie de nuevo.


—De verdad, Charlie. No es ni por tu padre ni por ti —dije con un tono honesto—, sólo quiero ser tu amigo. Nada más. No puedo ofrecerte nada en estos momentos.


Me puse de pie, busqué la gabardina en el perchero cercano al recibidor y me la puse con rapidez.


—¿Estás seguro? —Charlie preguntó. Ya había dejado su lugar y estaba detrás de mí—. ¿Lo dices de verdad?


—Sí, lo lamento. Sé que no debimos haberlo hecho, por eso te pido perdón. Pero si no puedes comprender y respetar mi deseo, entonces será mejor que sigamos con la relación de jefe y subordinado.


—Heath, no, por favor. Puedo ser tu amigo —la voz de Charlie sonó con un tinte de desesperación y decepción.


—No. No quiero que aproveches cada momento para besarme o tocarme. Ya no, Charlie.


—Lo siento, te lo digo en serio. No pensé que fuera tu deseo. Creía que era por el cabrón de mi padre.


Abrí la puerta; empero, Charlie se colocó frente a mí. Su expresión era obvia. Había dolor en él y yo había provocado ese sentir.


—Nos vemos en la oficina —dije con frialdad para no dejar dudas en mi petición.


—E-Está… bien. Nos vemos en el trabajo… jefe.


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