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Contract with the Devil por Dra-chan

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Notas del fanfic:

Historia escrita para el intercambio de Halloween del grupo en FB KatsuDeku / BakuDeku 80's & 90's Kids.

 

Mi regalo es para Hitzuji que una de sus peticiones era: 3. Deku encuentra un libro y hace un conjuro para convocar un demonio para que sea su amigo, las cosas no salen como lo esperaba y ahora en lugar de un amigo tiene un novio demonio ultra sexy y ultra enojón.

 

Y más o menos eso es, creo.

 

Escrito hecho con mucho lof :3

 

Advertencias: muy malas palabras, sepso demoniaco y esas cosas...

 

MUY malas palabras, soy muy mal hablada.

1


Midoriya no tiene nada en contra de pasar una linda tarde de sábado rebuscando libros en tiendas de segunda mano. Disfruta con singular alegría de las historias ocultas en páginas amarillentas y portadas desgastadas, tanto como un ratón de biblioteca lo haría. Sin embargo, cree que, como estudiante universitario en su primer año, merece que sus fines de semana sean destinados a pasarla bien con amigos, familia o una pareja.


Pero ahí está él, solo, aburrido y lleno de polvo ya que parece que no muchos clientes van a rebuscar en ese rincón olvidado de la tienda. Todos sus amigos han conseguido pareja recientemente, y aunque muchos de ellos no dudarían en incluirlo en sus planes, Izuku no es tan desgraciado como para interponerse e interrumpir su etapa de luna de miel. Así que negó todas las invitaciones con una sonrisa y salió por la ciudad en busca de cosas por hacer. O amigos nuevos. Olvidando por supuesto que él no es exactamente una persona muy sociable. Terminó recorriendo las calles que conocía mejor por los diferentes locales de ventas de libros. Ese en especial nunca lo había visto y era el menos concurrido de todos. No le sorprendía para nada. El lugar no tenía las mejores condiciones para tener los libros en buen estado. Era oscuro y húmedo. La mayoría de los estantes estaban cubiertos con una fina capa de polvo. Los más concurridos tenían las huellas de clientes anteriores, pero había esquinas tan oscuras y mugrientas que a Izuku no le sorprendería que algo vivo saliera de entre las páginas amarillentas y roídas.


Aun así, estaba a la expectativa de encontrar algo interesante con lo que pasar el fin de semana. No es que le faltaran libros para leer, pero siempre era bueno tener algo más a la mano, por si uno buscaba entretenerse con otras cosas. Eso creía al menos.


El chico que atendía la tienda era pequeño en estatura, de cabello negro y algo revuelto. Llevaba un collar con un cuervo negro y estaba tan absorto en el libro que tenía entre sus manos, que apenas le dirigió una mirada a Izuku cuando entró al lugar. Eso explicaría un poco el por qué todo estaba tan descuidado, si él tuviera todo el tiempo del mundo para leer, lo tomaría sin dudarlo. Al principio le intimidó ver la portada completamente negra con un pentagrama dibujado en rojo, hasta que se dio cuenta que no era la portada del libro, sino más bien un protector de libros. Eso le intrigó. ¿Qué estaría leyendo? ¿Historias de terror? Tenía cara de ser de esos, disfrutar leyendo sobre muerte y destrucción, pero ¿por qué ocultarlo? Midoriya apostaba totalmente a que estaba leyendo Crepúsculo. Peor aún, 50 sombras.


Soltó un suspiro cansado al mismo tiempo que intentaba no reírse, no le parecía correcto especular y burlarse de los gustos ajenos. Comenzó a pensar en ir a casa después de una rápida parada a comer, sin embargo, soltar el aire tan de golpe sólo provocó que una nube de polvo se levantara a su alrededor, haciéndole toser, irritando su garganta y su nariz. Detuvo de puro milagro el estornudo, cerrando fuertemente los ojos y frunciendo la cara. No traía pañuelos y le parecía poco higiénico limpiarse con la ropa así que no, no iba a estornudar ahí y hacer volar más polvo.


Cuando al fin pudo calmarse un poco, observó a su alrededor. El encargado no se había inmutado ni un poco y nada había caído de su lugar, así que, todo bien, suponía. Se dio vuelta para emprender la retirada, sólo una vieja novela de ciencia ficción en sus manos como tesoro encontrado. La mayoría de los libros en las esquinas eran libros viejos de economía, psicología y temas algo descontinuados para la época, totalmente entendía por qué estaban ahí y le parecía raro que no se hubieran deshecho ya de ellos. Iba tan distraído pensando en ello que no midió bien la distancia entre su hombro y el estante de libros a su lado. El choque fue doloroso e hizo tambalear todo el mueble. Algunos libros cayeron al suelo, pero por suerte Izuku tuvo los reflejos lo suficientemente despiertos como para detener el bamboleo del mueble y lograr evitar una catástrofe mayor. Por primera vez el dependiente del lugar le dirigió una mirada. Parecía sorprendido de verlo ahí en realidad, pero supo recomponerse y preguntarle si todo estaba bien.


—Sí, lo siento, venía distraído. Yo levanto los libros —ofreció, aunque de igual forma el dependiente no pareció dispuesto a levantarse de su lugar en ningún momento.


A veces se pregunta cómo lugares así logran sobrevivir las crisis económicas, o cómo si quiera puede permitirse el pagarle a un empleado. Izuku tiene más de media hora ahí metido y no ha visto entrar a nadie a husmear. Eso le pone algo nervioso, así que apura su tarea de levantar lo que tiró y apresurarse a pagar el libro que eligió y nunca más volver.


Venta de órganos, de drogas, de personas. Pasan un sinfín de posibilidades por su cabeza, es decir, el chico en la entrada tiene la pinta de ser uno de esos, ya sabes, leyendo o no Crepúsculo. Se estaba rompiendo la cabeza con eso mientras levantaba el último libro. Dejó de pensar en ese instante.


El libro en sus manos tenía un protector que era negro, totalmente negro, con un pentagrama dibujado en rojo en la parte frontal.


Tragó duro mientras abría el libro y lo hojeaba un poco.


Estaba en blanco.


—¿Qué? —se preguntó. ¿el chico en la entrada tenía horas absorto en un libro en blanco?


Quizás sólo era el estilo de la libreta. Quizás él había escrito algo en la suya y estaba absorto repasando y pensando en ello.


Toda la situación comenzaba a marearle, así que, sin darle un segundo pensamiento, caminó con su novela y la libreta en blanco hasta la entrada.


Si el cajero, quien tenía un letrero que decía “Tokoyami” en la parte frontal de su playera, pareció reconocer una copia de la misma libreta que tenía en las manos –como, en realidad, Izuku esperaba-, no hizo comentario alguno ni puso una mueca en so rostro. Sólo le deseó un buen día a Midoriya y siguió leyendo su propio libro.


2


Llegó a casa a media tarde. Aunque decirle casa a su diminuto departamento era demasiado. El pequeño departamento sería, con algo de suerte, su hogar por los próximos tres o cuatro años que estuviera estudiando. La sala, el comedor y la cocina eran una sola habitación apretujada, pero cómoda que él había sabido adaptar a sus necesidades. Las otras dos habitaciones eran el pequeño baño con ducha y su propia habitación donde a duras penas pudo meter una cama individual, muchas de sus figuras de colección de su súper héroe favorito, All Might, y un estante con su colección de libros favoritos y algunos comics. Creía que no necesitaba nada más para tener una vida estudiantil tranquila, a parte de una lavadora, pero había una lavandería a una cuadra así que no era tanto problema al final. En la sala tenía un pequeño sofá-cama, una televisión con entradas para DVD, una mesa plegable para quitarla y aparentar más espacio, una pequeña estufa y estantes para guardar comestibles. Tuvo que hacerse también con un pequeño refrigerador ya que tener uno más grande era pura avaricia.


Jaló la mesa plegable hasta dejarla frente al sofá, donde se dejó caer con su comida-cena. Prendió la tele y el reproductor de DVD, dejando un viejo vídeo de All Might reproducirse de fondo en lo que comía. No ponía atención a ninguna de las dos cosas que tenía ante sí, su mente viajaba a la libreta que había comprado un par de horas antes y le picaba la curiosidad seguir hojeando. Quizás había algo más oculto en ella, no miró ni la mitad en su desconcierto.


Creyendo que no llegaría a ningún lado si sólo seguía especulando, tomó su mochila, la cual había puesto a su lado en el sofá, y sacó sus compras. Dejó la novela a un lado y tomó la libreta. Seguía siendo algo intimidante ver la portada con un pentagrama rojo en ella, así que retiró el protector y se quedó con una simple libreta negra en sus manos. La portada real parecía hecha de cuero, o al menos una muy buena imitación de cuero. La textura rugosa le desconcertaba más que el protector que traía. Al mirar con mejor luz, podía ver que las hojas del interior estaban amarillentas. No eran blancas y finan como una libreta nueva y sin usar. Al contrario, lo que tenía en sus manos tenía una apariencia vieja y desgastada, como si la hubieran hojeado cientos de veces. Abrió la primera página, vacía, pero con un manchón de algo extraño en una de las esquinas. Estuvo a punto de soltar el libro, asqueado. Sin embargo, no salía ningún olor raro de entre las hojas. Ni el característico olor a vainilla vieja que un libro solía tener, ni a la podredumbre que uno pensaría que tendría un viejo libro olvidado en un rincón oscuro y húmedo. Dio vuelta a la página y casi salta del susto al ver cientos de palabras ahí escritas. Midoriya juraría que eso no estaba ahí antes. Hojeó y hojeó la libreta antes vacía hasta darse cuenta que ahora no estaba vacía, sino que era un libro en condiciones. Uno que no podía leer.


No es un experto, pero sin duda eso no era latín. Parecía una mezcla extraña de griego. Pero, nuevamente, él no es un experto.


Iba por la mitad del libro, hojeando furiosamente, desconcertado al ver que no había ni una sola página sin letras como para justificar que sólo había visto esa parte y pensado tontamente que estaba vacía, cuando en un movimiento torpe se cortó con uno de los bordes. El corte fue extrañamente profundo y la sangre brotó en gotas gruesas y oscuras. Justo en la página siguiente de la que le cortó había un pentagrama lleno de más símbolos raros alrededor. Por mucho que intentó apartar el libro de su sangrante dedo, una gota alcanzó a caer en uno de los bordes, apenas tocando el pentagrama ahí dibujado.


—Mierda, mierda —maldijo para sus adentros, levantándose de un salto hasta llegar al fregadero de la cocina.


Puso su dedo bajo el chorro de agua en el fregadero, rebuscando con su otra mano hasta encontrar varias toallas de papel. Cubrió su dedo con una y tomó otra con la que tenía la intención de limpiar el libro antes que se secara. Manchar un libro, por muy siniestro que éste fuera, le parecía un crimen total.


Se cercioró de primero detener el sangrado de su dedo, antes de regresar al sofá.


—¡JODER! —fue el grito que escapó de sus labios al tiempo que daba un salto hacia atrás y caía de culo contra la pared opuesta a la sala-comedor.


Donde antes había un sofá vacío con una mochila llena de libros y una libreta oscura y siniestra sobre él, ahora había una cosa enorme apretujada y de ceño fruncido que hojeaba su nueva novela.


Eso ahí sentado parecía medir como mínimo dos metros y ni siquiera estaba contando el par de cuernos negros que sobre salían de su cráneo. Lo primero que notó, aparte de su imponente tamaño y sus enormes cuernos, es que sus ojos eran de un rojo profundo. Sus pupilas color sangre resaltaban como dos rubíes incandescentes, y sospechaba que tenía que ver mucho con el hecho que el resto de sus ojos eran completamente negros. El cabello rubio y despeinado hacía que sus cuernos largos y negros resaltaran más. Pero, bueno, ¿cómo es posible ignorar ese par de cuernos que parecían agregarle medio metro más a ese ente de dos metros?


Sus orejas puntiagudas tenían muchas perforaciones, con aretes color rojo sangre y negros en patrones puntiagudos. Dentro de su enorme impresión, y el micro infarto que estaba sufriendo, Izuku se permitió al fin notar que eso estaba desnudo, lo cual, ignorando todos los detalles aterradores, no era para nada malo. Era un cuerpo marcado, musculoso y lleno de tatuajes con patrones extraños que le recordaban a los símbolos dibujados en el pentagrama del libro que nunca debió comprar. No lo notaría en su primer vistazo, pero si ponía atención vería que detrás del imponente cuerpo había dos enormes alas negras apretujadas que sufrían espasmos a cada tanto, como si no encontraran una forma cómoda en el reducido espacio. También había una cola larga y bífida que se agitaba con calma sobre el sofá. Lo que alcanzaba a ver de la parte baja se veía oscura y extrañamente… peluda. Tenía forma de piernas, sí, pero con un pelaje oscuro que terminaba en unos pies con apariencia de animal salvaje y… garras.


—¿Quién necesita garras en los pies? —se preguntó a sí mismo de forma estúpida antes de notar las garras amenazadoras en las manos que sujetaban su libro—. ¿Quién…? ¿Qué…? ¡¿QUÉ?! —pudo al fin encontrar su voz.


—No necesitas gritar —dijo la cosa en su sofá, concentrado ahora en lo que se reproducía en la pequeña pantalla de su televisor—. ¿Qué es eso? —preguntó apuntando a la tele y volteando al fin a ver a Midoriya, el cual aún era un ovillo contra la pared.


—¿Qué es eso? ¡¿Qué eres ?! ¿Y por qué no conoces a All Might?


Izuku sabe perfectamente que no es el momento de hacer ese tipo de preguntas. Quizás ni siquiera es el momento de hacer preguntas considerando que hay lo que parece ser un demonio sentado en su sofá. Pero también considera que, si está a punto de sufrir un infarto del susto, bien puede cuestionar cómo un ente que debería vivir en otro plano no conoce algo tan maravilloso como All Might. Qué sacrilegio.


Ante sus preguntas, el demonio frunce el ceño e intenta levantarse del sofá. Izuku cree que es para intimidarlo más con su tamaño, pero, vamos, eso no es necesario, él está hecho bolita en el suelo, medio cagado de miedo y aunque los dos estuvieran de pie, su poderoso metro con sesenta y seis centímetros no serían nada contra esos dos metros. Igualmente, como ha pensado antes, su departamento es diminuto y los techos bajos, así que el demonio sólo hace amago de levantarse antes de sentir sus cuernos chocar contra el techo y darse por vencido. Regresa a su asiento con un gruñido y vuelve a ver la televisión.


—¿Cómo que qué soy? Un demonio, es claro. Tú me llamaste, ¿cómo no lo sabes? —se remueve en su asiento un poco mientras habla y a Midoriya le duele el crujido que suelta su pobre sofá.


—Yo no te llamé —responde, porque no sabe qué más decir.


Nuevamente recibe un ceño fruncido y una mirada irritada.


—Sí lo hiciste —replica el demonio.


—No, no lo hice —vuelve a insistir porque al parecer carece de sentido de supervivencia—. Recordaría muy bien haber llamado a un demonio.


Dicho demonio comienza a levantarse de nuevo, muy lentamente de su asiento, ceño fruncido, ojos furiosos, alas medio extendidas y colas alertas, cual gato enojado. Sin embargo, en su terror, Izuku nota que se encoge un poco de tamaño. Todas las facciones demoniacas van desapareciendo de a poco, las alas, la cola, las orejas puntiagudas, incluso los ojos se tornan un poco más normales hasta que sólo quedan las irises rojas y furiosas. Por todo lo demás tiene a un muy desnudo chico rubio parado en mitad de su sala. Izuku y su sofá sueltan un suspiro de alivio. Sigue siendo aterrador, por supuesto, pero puede lidiar mejor con esa imagen.


Lo siguiente que sabe es que un libro negro se estrella contra su rostro de forma dolorosa.


—Tú me llamaste —gruñe el chico rubio con los brazos cruzados, poco intimidado por estar desnudo.


Midoriya se levanta de su lugar al fin. El chico es sólo unos cuantos centímetros más alto que él ahora, aunque sigue siendo bastante imponente.


—Incluso cerraste el contrato con tu sangre —insiste molesto el chico apuntando al libro que le lanzó momentos antes.


—¡¿Qué yo qué?! —vuelve a exclamar exaltado. Abre el libro rápidamente, sólo para ver que de nuevo sus páginas están en blanco—. ¡Me corté por accidente! Ni siquiera sé qué decía.


Cuando levanta su rostro para volver a enfrentarse a ese ceño fruncido, nota que el demonio ha caminado hasta estar a escasos centímetros de su cara. El empujón le toma desprevenido y es doloroso chocar contra la pared, pero no puede concentrarse en eso, porque puede ver el atractivo rostro a un palmo de su cara. Las facciones atractivas mutan hasta ser nuevamente el rostro demoniaco de segundos antes, sonrisa de dientes afilados, ojos negros con rojo, patrones de tatuajes serpenteando también por su rostro como si estuvieran vivos y Midoriya no puede creer que siga siendo tan atractivo, a pesar de todo.


—Ese no es mi problema nerd, un contrato es un contrato.


Lo último que Izuku sabe que pasa por su mente antes de desvanecerse es que la lengua de ese chico también es bífida.


3


La suave brisa de la madrugada acariciando su rostro es lo que despierta a Midoriya de su sueño profundo. Por un par de segundos no sabe ni entiende donde se encuentra hasta que su cerebro procesa la suavidad de sus sábanas. Es ahí cuando todo lo que pasó la noche anterior le golpea de pronto y le hace levantarse de un salto de la cama. La habitación está oscura, pero puede ver el cielo clarear allá afuera por la ventana, por lo que no deben ser más de las seis de la mañana. Todo parece tranquilo y está muy listo para creer que todo lo relacionado con ese demonio fue un sueño hasta que su oído capta el leve bullicio en la sala.


Sale de su habitación de forma lenta, sin saber muy bien qué se va a encontrar.


A duras penas contiene el grito que pugna por salir de entre sus labios al ver la cosa demoniaca sentada cómodamente en su sofá. Cómo aguanta todo ese peso ahí apretujado, no lo entiende, pero él quisiera un poco de esa fuerza.


—No fue un sueño, joder —se dice entre dientes, saliendo por completo de la habitación.


Se queda parado viendo al demonio, el cual está muy concentrado viendo televisión.


—All Might es increíble. No sabía que los humanos tenían gente tan poderosa —es lo que dice el demonio. Hay platos de plástico vacíos frente a él e Izuku los reconoce como los que contenían su olvidada cena.


Es ahí que su estómago gruñe. No había comido ni la mitad antes de abrir ese libro infernal. El mayor arrepentimiento de su vida.


Decide que lo más sensato es ir a la cocina y ver qué puede pescar ahí.


—Es sólo ficción —responde, de todos modos, porque su madre no educó a ningún grosero que ignoraría a alguien. O algo—. Es obvio que ese tipo de cosas no exis… —lo piensa por un segundo antes de darse cuenta que le está respondiendo a algo que se supone que tampoco debería existir—. Olvídalo —prefiere decir tomando cereal y leche.


Toma una silla y la mesa plegable, ya que sentarse junto al demonio no es opción porque, uno, es un demonio, dos, no caben los dos ahí y tres, no le haría eso a su sofá, le ha tomado cariño. Sin embargo, pone todo en el ángulo correcto para también ver la televisión.


—Entonces —comienza Izuku después de un largo rato de silencio. Ha terminado su temprano desayuno y el azúcar que desapareció ayer de su cuerpo por el susto se va recuperando. También está un poco más tranquilo y más curioso. Ha hecho las paces con su yo interior sobre el hecho de tener un demonio en su departamento y no haber salido corriendo despavorido. Pequeños pasos—, exactamente en qué consiste un contrato contigo. ¿Qué ganó y qué pierdo? ¿Y cuál es tu nombre? ¿Tienes un nombre? ¿Debo ponerte uno? Porque te llamaría Mighty Boy si me preguntas…


—Cállate —gruñe el demonio. Ha volteado a verlo y no parece feliz. En general nunca parece feliz, si le preguntan, pero no sabe si es sólo su personalidad o la súper habilidad de Izuku de irritar a las personas sin proponérselo. Sospecha que es un poco de ambas cosas—. Puedes llamarme Katsuki. Bakugo Katsuki. No es mi nombre real, pero no necesitas saber mi nombre real y si me llamas Mighty Boy te asesinaré, idiota.


Izuku traga pesado ante la amenaza. Con su tamaño y su porte no duda que acabar con él sería una cosa muy sencilla.


—¿No leíste el contrato? ¿Qué idiota firma un contrato que vende su alma sin leerlo? —pregunta con verdadero interés, mirando a Izuku como si realmente fuera un idiota.


—¡Yo no sabía que eso era un contrato! Era una libreta vacía cuando lo encontré… ¡¿Dijiste mi alma?! —su cerebro al fin proceso la última parte, horrorizándolo—. ¿Y qué diablos obtendré por mi alma?


Por toda respuesta, Bakugo levanta una ceja con incredulidad, sonríe con prepotencia para después apuntarse todo él con la mano.


—A tu servidor, eso ganas.


Cae un pesado silencio entre ambos, el único ruido era All Might en la televisión salvando gente. Midoriya estaba incrédulo y esperaba que Katsuki le dijera que era una broma y que pidiera su maldito deseo de una vez. Pero eso nunca pasó.


—Nop, sigo sin ver los beneficios —respondió finalmente. Había llegado a un punto culmine donde ya no podía estar más sorprendido, horrorizado o con ganas de irse a dormir de nuevo y jamás despertar.


La sonrisa se borró de los labios de Katsuki antes que su cuerpo volviera a tomar una forma más pequeña y humana. Su ceño fruncido no dejaba de ser intimidante aun estando así.


—¿Bromeas? Porque no es divertido —dijo levantándose de su lugar, nuevamente muy desnudo, y caminando hasta donde estaba Midoriya—. ¿Me has visto? Hay muchos beneficios. Incluso tengo la polla enorme.


—¡Oh por dios! —gimió Izuku desde su lugar, levantándose de golpe y corriendo a su habitación—. Te daré algo de ropa, ¡y no me importa el tamaño de tu polla!


Para su frustración, Katsuki estaba riendo entre dientes, disfrutando de su reacción.


—Es un trato justo nerd, me quedo contigo toda tu vida y cuando mueras te quedas conmigo para siempre, ¿cómo es eso no tener beneficio alguno?


—¿Qué beneficio tiene, exactamente, estar juntos? ¡Y no menciones a tu polla! —decidió omitir que sonaba a que había firmado un contrato de matrimonio muy largo.


—Yo no lo mencioné, pero si tanto te intriga… —no pudo terminar de hablar, ya que un montón de ropa se estrelló contra su rostro.


—¡Vístete!


—¿De verdad no leíste el contrato? ¿Y para qué necesito ropa? No puedo estar así mucho tiempo, es gastar energía innecesariamente. Necesitas conseguir una casa más grande.


—Jooooder. ¡Te he dicho muchas veces que no sabía que era un contrato! ¿Por qué no me lo resumes? Y esto es todo lo que puedo pagar, si quieres un lugar más grande, deberás trabajar por él.


No tenía ni un segundo para pensar en todas las cosas que estaba diciendo, o a quién se las estaba diciendo. Estaba demasiado exaltado con toda la situación como para pensar en su propia integridad física.


—Eres un fastidio —suspiró Katsuki, poniéndose un pantalón de chándal y una playera blanca con un estampado de All Might en el frente—. ¿Esto es enserio? —gruñó al ver bien la prenda.


—Muy en serio. Y si la rompes te meteré un bote de agua bendita por el culo.


Katsuki le regaló una sonrisa maliciosa al escuchar eso último. Su cola bífida apareció de pronto y uno de los extremos atrapó la cintura de Izuku hasta juntar su cuerpo con el de Bakugo.


—Mmmm, nerd, puede que sea otro quien tenga algo en el culo si me sigues hablando sucio —le susurró al oído, tomando la cintura de Midoriya ahora con su mano y acercándose todo lo posible a su cuerpo.


Una mano se estrelló contra el atractivo rostro de Katsuki mientras Izuku intentaba poner toda la distancia que podía entre ellos. Sin embargo, no se pudo alejar casi nada, ya que el rubio no cedió en su agarre.


—Estoy hablando enserio Katsuki, esto no es gracioso. Qué decía el maldito contrato, ¿es posible romperlo?


—Yo también hablo en serio, ¿parezco del tipo que hace bromas? —gruñó detrás de la mano que intentaba alejarlo. Tomó el brazo de Midoriya y lo aprisionó entre sus brazos. Izuku no es debilucho, hace ejercicio porque ser un ratón de biblioteca no está peleado con mantenerse en forma, pero su fuerza no era nada comparada con los poderosos brazos que le tenían a su merced—. Nunca he leído ese contrato. Nunca nadie había usado mi contrato. Blablá, no mates a tu contratador, no importa lo nerd que sea, enlazados hasta que la muerte los separe, intenta no dar demasiados problemas, no mostrar tu forma a nadie que no sea el que formó el contrato, blablá, alimentar al demonio con energía para que pueda sobrevivir en el mundo humano, blablá, lo normal.


—¡¿Cómo es esto normal?! ¡Oh por favor! No me digas que es ese cliché donde debemos tener sexo para que tengas energía, ¡no pienso caer en un cliché!


Seguía removiéndose entre esos poderosos brazos, no sabía si intentando escapar o sólo queriendo sacar toda la agitación que esa información le estaba causando.


El demonio comenzó a reír con fuerza. Poco a poco su cuerpo volvía a su forma original e Izuku se horrorizó demasiado.


—¡No, no, no! Kat… Katsu… ¡Kacchan! —tartamudeó desesperado, revolviéndose con fuerza entre los brazos que lo aprisionaba—. ¡Quítate la playera ahora!


Con fuerzas que no sabía que tenía, Midoriya logró zafarse de sus brazos y en un rápido movimiento arrebato la playera del cuerpo ajeno. Justo en ese momento apareció de nuevo el enorme cuerpo demoniaco de Katsuki, sacando un sonido de desgarro de los pantalones que llevaba puesto. Gracias a la tela elástica no andaba desnudo nuevamente, pero se veía claramente los daños irreparables.


—Te lo dije —fue toda la respuesta de Katsuki, sin tomarle mayor importancia—. Podemos tener sexo, por supuesto, cuando se te antoje. Pero no es necesario, de momento. Por eso te besé anoche y lo seguiré haciendo bastante seguido. La comida humana sabe bien, pero no tiene ningún beneficio para mí en realidad.


En ese momento Izuku recuerda los platos vacíos de su cena y le lanza una mirada irritada al demonio.


—¿Y por qué te comiste mi cena? —pregunta enfadado.


—Simple curiosidad científica… Y también para irritarte —responde Katsuki con cinismo—. ¿Y cómo me llamaste antes? ¿Kacchan? ¿El nerd ya quiere empezar con los apodos cariñosos? —susurra mientras vuelve a acercar el cuerpo del chico al suyo. Su cola se va enredando entre las piernas del humano, las garras de sus manos se retraen para no lastimar la piel que comienza a acariciar. Primero se cuelan por la playera que lleva puesta Midoriya, dando leves roces a la piel de su cintura y después pasar a la longitud de su espalda—. ¿Yo también debería ponerte uno? Me sé uno perfecto, pequeño Deku —siguió hablando el demonio en susurros bajos y roncos, agachando la cabeza hasta llegar al oído de Izuku, su lengua bífida dejando pequeños lametones en la piel que alcanza.


Por supuesto, Izuku sabe que debería negarse y salir corriendo en busca de una forma de deshacerse de ese estúpido contrato que no sabe para qué le serviría, pero las caricias sobre su piel se sienten tan bien y la lengua de Kacchan hace cosas tan maravillosas que le hacen perder el hilo de sus pensamientos. Incluso ignora el insulto que el demonio quiere usar de mote cariñoso de tan nublada que tiene la mente.


Parece que está a punto de sucumbir cuando el estrepitoso sonido de una alarma hace que ambos peguen un brinco del susto.


—¡Mierda! — exclama Izuku logrando al fin separarse del cuerpo del demonio, el cual del susto había aflojado su agarre—. Debo ir a la escuela. Hoy no tengo trabajo, así que volveré temprano. Quédate aquí, sé un buen chico y no rompas nada. Hay cereal y leche por si quieres picar algo, aunque no lo necesites. En serio, no rompas nada o tendrás que buscar un trabajo para pagarlo, no voy a mantenerte como si fuera un sugar daddy. ¡Tú deberías ser mi sugar! Oh dios, se me hace tarde.


Toda la palabrería abandonaba el cuerpo de Izuku sin parar mientras éste iba de un lado a otro y tomaba sus cosas para un baño rápido, se secaba el exceso de agua como un rayo, se ponía la ropa sin dejar que Katsuki apreciara a detalle los músculos trabajados de su cuerpo, y agarraba lo necesario para ese día de clases.


—Supongo que luego buscaremos la forma de comunicarnos si necesitas algo y, de verdad, no rompas nada, me gusta este lugar y no quiero que me echen. Intenta darle un respiro a mi sofá, ¡te veo en la tarde! —era extraño, pero sinceramente el pecoso estaba disfrutando despedirse de alguien al irse de casa y no tener que hacer todo en un abrumador silencio.


Su madre siempre fue ama de casa, lo que quiere decir que cuando vivían juntos, Izuku rara vez estaba solo y siempre había alguien para recibirle con una sonrisa y la cena hecha.


Pensando en todo eso, caminó hasta la salida, con una sonrisa en los labios, hasta que sintió que alguien le tomaba del brazo y tiraba de él con fuerza.


—Estás olvidando algo, Deku —dijo el demonio juntando sus cuerpos, dejando caer su cálido aliento sobre una de las mejillas del chico antes de besarle con fuerza.


Seguía teniendo su apariencia de demonio así que todo se sentía más grande y poderoso. La lengua que invadía su boca parecía abarcar todo su interior, rebuscando en cada rincón, apenas dejando que su propia lengua se uniera a la danza húmeda entre ambas. Midoriya podía sentir a su erección querer despertar cuando el demonio lo dejó ir.


Al separarse e intentar recuperar la respiración, Izuku vio que Bakugo nuevamente tenía el tamaño y la forma de una persona normal.


—Así aguantaré hasta que regreses —dijo el rubio con una sonrisa complacida al ver el desastre que había hecho con el chico, muy consciente de los problemas que estaba causando entre sus pantalones.


En vez de responder, el pecoso frunció el ceño, se separó del demonio con un empujón y salió a toda prisa del departamento.


—¡Ten buen día, Kacchan! —escuchó el demonio que el chico gritaba a lo lejos porque, ante todo, sus modales.


No pudo evitar que su sonrisa se hiciera aún más amplia.


4


Durante todo el día, Izuku estuvo pensando en si era prudente decirle a alguno de sus amigos sobre lo que había pasado el día anterior, pero, ¿exactamente cómo le dices a alguien “creo que vendí mi alma y ahora hay un demonio muy sexy y aterrador viviendo conmigo”? Sin que te miren como un loco y quieran alejarse todo lo posible de ti. Izuku aprecia a sus amigos, sinceramente. Así que al final guardó silencio al respecto.


Lo que sí hizo al terminar las clases fue salir corriendo al distrito comercial donde se encontraba la tienda donde compró ese extraño libro, pensando que quizás ahí encontraría respuestas al respecto. Pero por más que buscó y buscó, nunca dio con el lugar. Al contrario, justo en el lugar donde juraría que estaba la tienda, ahora sólo había un local vacío y abandonado sin rastro alguno de haber estado abierto el día anterior. Era imposible pensar que soñó todos los acontecimientos del día anterior y los de esa mañana. Capaz ya estaba enloqueciendo.


Regresó a casa muy confundido, pensando que quizás no encontraría ya a nadie ahí. Tampoco quiso analizar demasiado el sentimiento de desilusión que ese pensamiento le causaba porque, por muy aterrador que fuera Katsuki, en el fondo, Midoriya apreciaba mucho la compañía.


Sin embargo, al llegar a casa, el demonio seguía ahí, sentado cómodamente en su sofá, con un vídeo de All Might de fondo y husmeando en su laptop.


—¿Cómo desbloqueaste mi computadora? —fue lo primero que pudo preguntar, escondiendo su alivio al verlo aún ahí, al tiempo que acomodaba los ingredientes que había comprado para cocinar algo. Le salía mucho más barato que estar comprando cosas preparadas, sobre todo ahora que estaría alimentando a dos seres vivos en esa casa. No era tan mezquino para comer solo frente al demonio y sin ofrecerle nada, aunque éste no lo necesitara.


—Es una pregunta estúpida considerando que tu contraseña es AllMight. ¿Realmente estabas intentando protegerla de alguien? —se burló Katsuki, disfrutando del delicioso sonrojo que adornó las mejillas de Izuku.


—Idiota —gruñó, comenzando a preparar la comida—. ¿Qué tanto haces ahí? —continuó la plática de todas formas.


—Pensé en buscar tu porno y ver lo que te gusta —siguió burlándose Katsuki—. Qué sorpresa ver que eres sólo un nerd puritano, pensé que tendrías la computadora llena de porno de All Might. ¿Tienes cuenta de banco? —preguntó lo último sin venir al caso e ignorando la mirada indignada en el rostro del pecoso.


—¡Yo nunca vería algo como eso! —chilló ofendido, sin saber si el demonio hablaba en serio o no—. ¿Para qué quieres mi cuenta de banco?


—Me aburría, así que me puse a investigar cómo ganar dinero y que no estuvieras llorando. Podría buscar un empleo, pero no estoy aquí para lidiar con más humanos a parte de ti, así que encontré esto sobre acciones e inversiones.


—No te voy a dar el poco dinero que tengo para que lo inviertas sin saber qué estás haciendo —interrumpió Midoriya.


—No seas idiota —respondió Katsuki, lanzándole una mirada irritada—. No quiero tu dinero, necesito una cuenta dónde depositar lo que he ganado. En ciertas páginas, cuando inicias te dan un cierto capital que puedes usar para iniciar. Sólo se necesita la información de una tarjeta de crédito o débito para iniciar y cierto Deku dejó guardada la información de su tarjeta de crédito.


—¡¿Usaste mi tarjeta de crédito?! —exclamó horrorizado, deteniendo todo movimiento en la cocina para voltear a ver al rubio—. ¡Kacchan! Eso es sólo para emergencias o mercancía de All Might.


—¿Cómo esas dos cosas están en la misma categoría? —fue la contestación extrañada por parte del demonio—. Y relájate, con lo que he ganado no necesitarás esa cosa. Incluso puedes dejar de trabajar y dedicarte exclusivamente a mí —sonrió socarrón—. Ahorraremos lo suficiente para salir de este hoyo de mala muerte.


Izuku se acercó rápidamente a donde estaba el demonio, arrebatándole la computadora y sentándose a su lado, incrédulo sobre lo que le decía.


Casi le da un infarto al ver la cantidad de dinero que había hecho ese día apenas aprendiendo sobre lo que estaba haciendo.


—Es una broma, ¿cómo pudiste ganar tanto en tan poco tiempo? —preguntó en shock. Nunca había visto tantos ceros y le parecía sospechoso.


—Bueno, tampoco es sólo mi mérito —admitió el demonio, moviéndose de su lugar para colocarse detrás del chico, el cual al estar tan abrumado no se dio cuenta o no le puso atención a lo que hacía—. Soy un demonio, tengo mis contactos sobre el movimiento de inversiones y un sinfín de temas. No venimos a este mundo a creernos humanos y complicarnos la vida —se encogió de hombros, rodeando el cuerpo del chico con sus brazos hasta apretujarlo a su cuerpo y enterrar su rostro en el cuello del mismo.


—No creo que eso sea legal, Kacchan —suspiró Izuku, disfrutando la cercanía y tranquilizándose un poco.


—¿Y qué me importa si es legal o no? Tú dijiste que, si rompía algo, debía hacer dinero para pagarlo —continuó pasando su nariz por el cuello del humano.


—¿Qué rompiste? —exclamó Izuku levantándose de su lugar, para disgusto de Katsuki, y mirándolo con reproche.


Lo único que hizo el demonio fue levantar el rostro y mirar el techo. Midoriya lo imitó y con horror vio el enorme agujero en el techo.


—¡Kacchan! —gritó el pecoso, yendo por su mochila, de donde sacó su cartera, lanzándola al rostro del demonio—. Quiero todo ese dinero en mi cuenta ya. ¿Con qué cara veré al casero ahora? —comenzó a despotricar desde la pequeña cocina.


—¿Qué hay de cenar? —fue la desinteresada respuesta de Bakugo.


—¡Katsudon! Y no veo que esos dedos se muevan —siguió quejándose al tiempo que removía algo en el sartén y vigilaba la olla del arroz.


—Quiero el mío picante —siguió el demonio sin darle importancia a las quejas del chico, a fin de cuentas, el golpe al techo fue intencional para buscar la forma más rápida de salir de ese departamento.


—¡No soy tu criada! —masculló Izuku buscando la salsa picante.


Después de la cena y que Katsuki lavara los platos ya que “¡Es lo justo, Kacchan!” ambos pusieron un DVD de All Might, para, según la opinión del pecoso, cultivar el conocimiento de Bakugo.


—Estaba recordando —dice Izuku de pronto—, que mencionaste que tienes contactos para conseguir información. ¿Hablaste con otros demonios? —se interesó por esa información.


—Efectivamente —es la simple respuesta del demonio, el cual está comiendo de una bolsa de palomitas.


—¿Les mandaste un correo? ¿Hay una especie de correo demoniaco? ¿Llamaste por teléfono? ¿Traes contigo una agenda con números telefónicos? No, qué tontería, no tienes un celular —razonó al pensarlo mejor—. ¡Oh, oh! ¿Abres portales de comunicación? Totalmente quiero verlo —para ese punto, no sabía si debía contestar alguna de las preguntas o dejar que el chico siguiera hablando.


—¿Quieres que abra un portal de comunicación aquí mismo para satisfacer tu morbo? —bufó el rubio, mirándolo con una de sus cejas alzadas y metiéndose un puño de palomitas a la boca.


—¡Totalmente! —exclamó emocionada al imaginar un portal abierto en medio de su sala y comunicarse con otros seres parecidos al que tenía justo en frente.


—No seas idiota, Deku, mandé un correo —terminó burlándose el demonio, regresando su atención a la televisión.


A veces la vida es menos emocionante de lo que uno espera, demonio incluido o no, pensé decepcionado Izuku.


5


Por muy escéptico que fuera Midoriya al principio, eventualmente tuvo que aceptar que vivir con Katsuki tenía muchísimas ventajas. No sólo era el hecho de tener compañía para ver los viejos DVD’s de All Might con alguien que realmente aprecia el arte de los superhéroes de la época de oro, sino tener la compañía para hablar de su día a día y, aunque no quiera verlo como la mayor ventaja, la holgura económica que el demonio le brinda se agradece muchísimo. Puede pagar toda su educación sin ser una carga para sus padres y, aparte de todo, no debe vivir frustrado por pensar en mantener un trabajo agotador que le quite tiempo de estudio y ocio.


—¿Realmente pensaste que iba a estar aquí como un parásito sin aportar nada? —pregunta Bakugo socarronamente.


Él y Izuku toman una noche a la semana para llevar las cuentas del gasto de la casa, el mandado y el ahorro que están llevando para rentar un lugar mucho más grande y en una mejor zona. Sin contar los gastos en ropa que hace el demonio por no controlar su transformación y terminar rasgando la mayoría de las playeras que compra.


Izuku le da una mirada de reojo, nada impresionado por su vanidad, que le indica que sí, no esperaba nada menos de él.


—Vi el anuncio de este departamento —prefiere cambiar el tema cuando nota que Katsuki se molesta por su mirada—. Sala, comedor, dos habitaciones, baño amplio, cuarto de lavado —ruegan por uno—, y también la cocina es bastante grande y muy bien equipada.


Hace la última observación, ya que al tener Katsuki tanto tiempo libre, se había dedicado a varias labores del hogar. A veces llevaba la ropa a la lavandería, aunque odiaba la idea de tener que salir para hacer eso. Sin embargo, a lo que más le había encontrado el gusto era a cocinar. A pesar de las limitaciones de espacio y electrodomésticos, se las arreglaba perfectamente para sorprender el paladar de Izuku con platillos que no tenía ni idea que eran posibles en una cocina tan pequeña. Por suerte mantenía el picante al mínimo después de casi hacer llorar al pecoso cuando preparó un ramen extra picante que, para los estándares del demonio no eran nada, pero para el estómago del humano fue básicamente una bomba. Varios gritos y medicamentos después, llegaron a un acuerdo en donde Katsuki agregaría el picante a su propio plato y no se metería con los alimentos de Izuku.


Y la verdad es que, a pesar de haber sido una experiencia tan dolorosa, el sabor de la comida era increíble y Midoriya no quería dejar de probarla.


Cada noche que se dedicaban a hacer las cuentas y pensar en el futuro, el pecoso sentía que eran como un viejo matrimonio. Lo tenían todo, las peleas, los planes, la división de tareas del hogar, los besos ocasionales y la total falta de sexo. No es que Bakugo no lo intentara, constantemente, pero Izuku pensaba en ello como un camino sin retorno. Algo que no podrían deshacer por mucho que lo intentaran después.


¿Qué pasa si hay arrepentimientos más adelante? ¿Los dos deberían resignarse sólo por un error que cometieron sin querer? No estaba seguro.


—¿Para qué necesitamos un departamento con dos habitaciones? —es la pregunta que trae de regreso a la realidad al humano.


—Porque nosotros somos dos. No cabemos en mi cama —dijo Midoriya en tono condescendiente, como si le estuviera explicando a un niño pequeño algo muy obvio.


Otro pequeño detalle de las últimas semanas es que Katsuki dormía junto a Izuku en su diminuta cama, y al estar dormido no podía tener ningún control sobre su transformación, así que con su masivo cuerpo acaparaba todo el espacio, envolviendo a Izuku con todos sus músculos. No era incómodo, no le malentiendan, pero a veces le gustaría un poco de espacio personal y no despertar siendo ahogado por unos impresionantes y apetitosos pectorales.


—Compraremos una cama más grande —fue la solución del demonio, anotando en la lista de cosas pendientes.


—Kacchan, creo que cada uno debería tener su propio espacio —intentó razonar el humano.


—¿Por qué? Vamos a estar juntos para siempre, vete acostumbrando —Katsuki ni siquiera levanto la vista de lo que estaba anotando mientras respondía.


—¿Estás seguro de eso?


—Estoy muy seguro de ello.


—¿Por qué? ¿Por qué yo? ¿Sólo por un contrato? —continuó insistiendo el chico.


—Sólo por un contrato —corroboró Katsuki e Izuku no pudo evitar la mueca de desilusión en su rostro y el estrujamiento en su corazón—. Deku, creo que estás malentendiendo algo —siguió hablando el demonio al ver la cara del pecoso—. Un contrato no aparece frente a los humanos sólo porque sí. Son muy pocos los que pueden gozar de este privilegio —se movió rápidamente mientras hablaba para evitar el cojín que el chico le había lanzado a la cara, riéndose en el proceso—. Te mentiría si dijera qué factores intervienen en este tipo de situaciones. A nosotros tampoco nos explican muy bien de qué va, pero nos dejan en claro que generalmente no hay errores.


—¿A qué te refieres con errores?


—A que no es un error habernos encontrado y que desde el primer momento que llegamos a este mundo, lo sentiremos como algo correcto. De ser el caso contrario, Izuku —deletreó su nombre suavemente, como si lo saboreara—, nunca hubiera sellado el contrato y me hubiera largado.


—Espera, espera, ¿sellar el contrato? ¡Nunca me hablaste de eso! Pensé que era irreversible desde el inicio —chilló indignado.


—Nah. El humano hace el ritual y la invocación y los demonios decidimos si sí o si no. ¿Por qué crees que te besé ese primer día?


—¿Porque eres un idiota?


—También, pero imagina que alguien de fondo estaba diciendo “ahora puedes besar al novio”.


—¿Nos casamos?


—Básicamente.


Izuku no puede creer que en realidad todo ese tiempo sí que fueron un viejo matrimonio.


—Y cuando al fin pueda follarte, tendré más poder para mantener mi forma humana incluso estando dormido. Mientras tanto, iré ordenando la cama King Size —sentenció pensando en que, por una vez, le gustaría dormir sin tener los pies colgando fuera de la cama.


6


Al final, Katsuki cede a rentar el departamento con las dos habitaciones ya que Izuku insiste que al menos es buena idea tener una habitación extra como estudio para cuando él necesite hacer tarea o el demonio necesite hacer su trabajo, ya que al hacer esas cosas en la sala siempre deriva en ellos viendo los especiales de All Might y ninguno progresa en sus quehaceres hasta que ya es demasiado tarde porque no son lo suficientemente maduros para respetar el tiempo de estudio de trabajo del otro, ni tienen el autocontrol para no voltear a la televisión y ver la serie, como si no se supieran ya de memoria los diálogos. E igualmente se vio seducido por lo bonita que se veía la cocina.


Así que al casi cuarto mes de la llegada de Katsuki, él e Izuku se mudan a un departamento más grande, más cerca de la escuela del pecoso, mejor equipado -¡Compraste una lavadora, Kacchan!- y con una cama capaz de contenerlos a ambos sin que los pies de Katsuki se salgan por el borde -la mandó a hacer especialmente a su medida ya que pocas camas miden más de dos metros de largo.-


Y Katsuki cree que, llegados a este punto, es más que el momento adecuado para consumar su “boda”. Es decir, ha sido muy paciente con Izuku todo ese tiempo y pensando en la idea de estar juntos para siempre, ve innecesario esperar que el pecoso se enamore perdidamente de él. Tiene tiempo de sobra para eso. Lo que ya no tiene es paciencia para esperar más y follárselo, y cree que con la estima que el chico le tiene en este momento es más que suficiente para empezar a hacer sus movimientos.


Por lo que ha estado observando, Izuku no sólo lo aprecia, sino que al menos lo desea lo suficiente para tener una erección cada que los besos que comparten se vuelven más húmedos, e incluso puede oler el deseo que emana de su pequeño cuerpo cada que lo ve a él salir casi desnudo de la ducha y Bakugo va a aprovecharse de cada pequeña debilidad para terminar de hacer completamente suyo a ese humano.


7


No es que Katsuki no supiera usar la sutileza. Era simplemente que no quería. Comenzar de la absoluta nada a comportarse de forma cariñosa como técnica de seducción sería mucho más sospechoso que dejar claras sus intenciones desde el principio -lo que, de hecho, sí ha estado haciendo desde el día uno-.


—Prepárate, Deku —dice el demonio una noche. Pronto se viene un fin de semana largo y cree que es la oportunidad perfecta—, pronto será tiempo de consumar este “matrimonio” —hace comillas con los dedos.


Porque, obviamente, no es un matrimonio. No. Uno de esos es fácil de romper y lo suyo va mucho más allá. A parte debe tomarse varios días para preparar el culo del humano para lo que se viene. Es decir, Katsuki estaría más que encantado con follarse a Deku con su forma humana, pero no tiene la energía para confiar en hacerlo sin terminar regresando a su forma demoniaca y la opción más viable es con su forma de demonio desde el minuto uno, lo que conlleva su polla de demonio y eso sí que lleva tiempo de preparación.


Así que esa misma noche toma a Midoriya, un enorme bote de lubricante que compró especialmente para esa ocasión y comenzó la preparación.


—¿Vas a negarte? —preguntó mientras desvestía al humano y veía su renuencia—. Puedes negarte. No voy a obligarte a nada —dejó en claro ya que, por muy demonio que fuera, no estaba en sus planes lastimar, obligar o traumar al chico. Katsuki está ahí básicamente para hacerlo feliz, aunque al mismo tiempo le guste hacerlo renegar.


—¡No! No, claro que quiero. Es sólo… tú eres tan… tú, y yo tan yo que me siento algo intimidado al estar desnudo frente a ti —respondió el humano, cerrando las piernas y escondiendo su rostro tras sus manos.


—¡Tonterías! —gruñó Katsuki, girando el cuerpo del pecoso, tomándolo de las caderas para elevar su trasero—. Tienes buen cuerpo, unas piernas impresionantes —mientras decía lo último, paseaba sus manos por los muslos carnosos y subía de nuevo hasta su trasero—, tu cara llena de pecas es adorable, sobre todo cuando te sonrojas o pones cara de estúpido, que es casi siempre —a esas alturas, el demonio esperaba que Izuku no notara que soltaba esos insultos al sentirse tan abochornado por buscas halagos cursis que subieran un poco la moral del humano—. Eres perfecto —finalizó mordiendo una nalga del humano, antes de abrir su trasero y dar un largo lametón.


Su lengua es más, mucho más, larga que la de una persona normal, así que desde un principio pudo llegar bastante profundo en el cuerpo de Midoriya, el cual diría que tuvo una erección instantáneamente al sentirla dentro de su cuerpo, pero la realidad es que ya tenía una erección desde que Katsuki empezó a decirle cosas tan lindas porque así de romántico es él.


No tuvo tiempo de acostumbrarse a las nuevas sensaciones que experimentaba su cuerpo, ya que casi inmediatamente sintió cómo dos de los dedos llenos de lubricante del demonio se abrían paso dentro de su cuerpo. El muy cabrón, ni siquiera fingió que empezaría uno por uno, simplemente dejó ir ambos junto a su lengua, embistiendo con fuerza y abriéndose en tijera, forzando los músculos de su entrada y, sin embargo, no había dolor alguno. Todo lo que podía procesar era un increíble placer que venía de todas partes y adormecía su cerebro.


El orgasmo fue brutal y para cuando ambos quisieron darse cuenta, Izuku se había quedado dormido.


O se había desmayado.


8


Después de esa primera noche, Bakugo tuvo que tomar nota en también trabajar en la resistencia de Izuku para que no terminara inconsciente al primer orgasmo, es decir, ¿qué hacía él después con su erección bien despierta y nadie que le dé una mano amiga? Debían ser justos. Había mucho trabajo y poco tiempo, así que la última semana pasó bastante tiempo usando sus dedos, su lengua e incluso sus colas para preparar a Izuku para ese fin de semana largo que no parecía llegar. Jugueteaba con el cuerpo del humano incluso por las mañanas, desde bien temprano antes de levantarse a preparar el desayuno. Lo esperaba impaciente a que llegara de la escuela, pasando todo el día mandándole mensajes cachondos desde el celular que había comprado casi sólo para eso. Recordándole cómo se retorcía bajo sus manos, a merced de su lengua, de sus colas traviesas o sus dedos inquietos.


Adoraba ver llegar a su Deku todo ofuscado por haberle estado leyendo toda la mañana y parte de la tarde, como si ignorar sus mensajes no fuera una opción.


Llegando el humano a casa a penas le daba oportunidad de comer algo antes de tener a Katsuki sobre su cuerpo, inclinándole sobre la mesa y abusando de su entrada con todo lo que le fuera posible.


A veces Izuku pensaba en pedirle que se lo follara de una buena vez, pero luego pensaba en el tamaño de la polla de Katsuki y agradecía enormemente el tiempo que se estaba tomando para prepararlo.


No todas las veces se trataba de ellos dos preparándose para follar, por supuesto, no eran bestias hambrientas de sexo. No demasiado al menos. A veces se hacían arrumacos en el sofá –uno mucho más grande y resistente que el anterior-, besándose hasta que dejaban de sentir los labios porque el pecoso le había agarrado cierto gusto a estarse besando por horas y Bakugo no era nadie para negarse al dulce sabor de su Deku.


Fue una semana extrañamente corta y larga al mismo tiempo. Larga porque no veían la hora de por fin consumar lo que tanto venían preparando, pero sabiendo que Izuku necesitaba varios días libres para recuperarse, y corta porque de tanto contacto continuo que habían estado teniendo, tantos besos, tantas caricias, tanto estarse llenando el uno del otro parecía que nunca tenían suficiente y se estaba convirtiendo en una adicción estar juntos.


Incluso Izuku aprovechó el tiempo que Bakugo se tomaba preparándole para practicar el noble arte de dar mamadas, creyendo al principio que le sería imposible con la masiva polla del demonio. Pero una vez que aprendió a relaja la mandíbula y la garganta, no tuvo más problemas en saborear la esencia de su Kacchan en su estado más puro.


El propio Katsuki estaba impresionado por el avance del humano en esos días, y si el recibir sexo oral de su parte era tan maravilloso, no sabía qué esperar de lo apretado de su culo.


Y, finalmente, llegó el jueves por la tarde. Izuku tendría libres el viernes y el lunes, contando también los días de fin de semana. Cuatro días a los cuales Bakugo le sacaría tanto provecho como fuera posible.


Compró provisiones para todos esos días, asegurándose de no tener necesidad de abandonar el departamento para nada.


Eso asustaba y emocionaba a Izuku a partes iguales.


Así que ni bien el pecoso llegó a casa el jueves por la tarde, comió su cena y se dio un baño rápido, y ya tenía un demonio sobre su cuerpo. No le dejó ni vestirse cuando salió de la ducha, ¿cuál era el caso?


El demonio cargó al humano hasta la habitación y le dejó caer en la cama sin cuidado alguno.


—Tengo el cabello mojado, arruinaré las sábanas —se quejó el pecoso, quizás intentando retrasar un poco más lo inevitable por los nervios.


—Deku —gruñó el demonio en respuesta. Sus ojos centelleaban como dos rubíes incandescentes, sus colmillos parecían más largos y fieros, y sus colas se movían inquietas detrás suyo—. Con todo lo que te haré, estas sábanas sin duda quedarán inservibles.


Eso, por supuesto, no calmaba los nervios de Izuku para nada, pero no le da tiempo de pensar en nada más porque de pronto tiene la lengua del demonio invadiendo su boca y eso siempre es motivo para olvidarse de todo lo demás.


Besar a Katsuki siempre es toda una nueva experiencia de la que Midoriya nunca se cansaría. La forma en que busca dominarle por completo es abrumadora. A veces siente que esa lengua sólo busca asfixiarle, o volverle loco, lo que suceda primero. Le llena por completo, sin dejar que su propia lengua dé batalla alguna. Sus dientes mordisquean y magullan sus labios sin lastimarle de verdad, pero sí lo suficiente para dejarlos inflamados durante todo el día. Deku sabe perfectamente que todos sus compañeros y amigos de la escuela están al tanto que ya tiene pareja, y una muy posesiva, ya que, si no son sus labios, son las decenas de marcas que el demonio deja en su delicada piel. Tiene un especial interés en marcar su cuello, su pecho y sus muslos. Sobre todo los muslos. Katsuki podría pasar horas allí sólo besando, chupando, mordiendo y casi venerando sus muslos como si fueran lo más perfecto en el cuerpo del pecoso. Cuando se le ocurrió hacer esa observación, la respuesta que obtuvo casi le detiene el corazón.


—Es de mis partes favoritas, pero todo tú eres perfecto.


Y es increíble que alguien tan constipado emocionalmente como Bakugo pueda soltar cosas como esas con una facilidad casi insultante.


Así que, eventualmente, Izuku se resigna a ser sólo un objeto de veneración para el demonio. Que, igual, no significa que sólo se queda como peso muerto recibiendo atenciones. Al contrario, le gusta mucho apreciar los músculos bien definidos del cuerpo contrario, sobre todo los pectorales. Midoriya no sabía que tenía un fetiche por los pectorales hasta que pudo perder su rostro en esas masivas bolas de carne y morder a placer. Le encanta escuchar gruñir a Katsuki cuando comienza él también a lamer, chupar y morder la tierna carne de su pecho, jugueteando con sus pezones hasta dejarlos erectos. Es una lástima que, al ser un demonio, sus marcas de amor no duren más de unos segundos.


Duran un rato con el juego previo, pensando que tienen todo el tiempo del mundo. Que, en cierta forma, lo tienen, pero una de las colas de Bakugo juguetea dentro del culo de Izuku y a ese paso terminará corriéndose patéticamente rápido, otra vez, y le gustaría por fin correrse gracias a la polla del demonio.


Sin más dilación y pareciendo que ambos comparten pensamiento, Bakugo gira el cuerpo del humano hasta dejarlo en cuatro en la cama, rebusca por todos lados hasta dar con el bote de lubricante, el segundo que usan y ya está a menos de la mitad, y empapando su miembro hasta dejarlo reluciente con el viscoso líquido. Puede ver la entrada de Izuku, la cual se contrae de forma expectante y eso provoca que su polla dé un latigazo de anticipación.


Quiere ir poco a poco, por supuesto, no importa cuánto haya pasado preparándole para ese momento, ni cuántos dedos consiguió meter al final, sabe perfectamente que su tamaño sigue siendo un reto. Y, aun así, a penas y puede evitar adentrarse de un golpe a ese calor húmedo que le está recibiendo. Ni bien logra meter la punta de su polla, deja ir casi la mitad de un solo golpe de cadera. La estreches repentina sumada al jadeo que salió de la garganta de Izuku casi le hacen correrse, pero logra aguantar a duras penas.


Por otro lado, viendo la respiración agitada del humano, cree que lo lastimó, pero no.


La realidad es que Izuku está buscando desesperadamente la forma de detener el alocado latir de su corazón, sobrecargado de emociones y sentimientos, al tiempo que también intenta controlar los espasmos de su cuerpo. Es demasiado, como la primera vez que tuvo alguna parte de Bakugo dentro suyo.


Quizás lo que está tratando desesperadamente de hacer es no desmayarse, porque ya se corrió al sólo recibir la mitad del demonio en su interior y no sabe qué más le espera de ahora adelante. Peor aún, ni siquiera ha perdido la erección después de ese brutal orgasmo y le da un poco de miedo en lo que se ha convertido su cuerpo.


Katsuki obviamente nota toda la situación y se siente muy satisfecho consigo mismo de haberle provocado un orgasmo, pero no haber acabado con su erección, así que sin pensarlo más y para horror de Midoriya, deja ir el resto de su polla hasta el fondo, y ni bien se siente completamente asfixiado por el cálido interior, comienza a bombear con fuerza.


Por supuesto, no con todas sus fuerzas. Espera que las embestidas sean rápidas y brutales, pero no al grado de lastimar a su Deku.


Sabe que lo está haciendo bien cuando las manos de Izuku se aferran con fuerza a las sábanas, una forma de anclarse a la realidad de tanto placer que está recibiendo.


No va a mentir. Duele. Ni toda la preparación del mundo lo hubiera dejado listo para lo que le está casi partiendo a la mitad. Y, sin embargo, también hay algo deliciosamente placentero en sentirse tan lleno, casi podría jurar que si pone su mano sobre su vientre podría sentir la protuberancia de la polla de Kacchan golpeando su interior. Al mismo tiempo sabe que eso es una exageración, así que ni hace el intento de averiguarlo, sólo se concentra en seguir recibiendo las embestidas en su interior, sus jadeos haciendo juego con los gruñidos que Katsuki suelta cerca de su oído, pues se inclinó hasta lograr enterrar su rostro en el cuello de Midoriya para empaparse con su olor.


Inesperadamente Izuku siente algo caliente comenzar a llenarle al tiempo que Bakugo se queda muy quiero y tarda unos segundos en darse cuenta que se está corriendo en su interior.


9


El humano no es tan ingenuo como para pensar que todo terminará con una sola ronda, no por nada ese demonio pasó tanto tiempo preparando todo.


Después del primer orgasmo de Katsuki, le siguieron otros dos de Izuku antes que el demonio terminara por segunda vez y Midoriya finalmente se desmayó de agotamiento.


Fue un poco sorpresivo despertar a la mañana siguiente junto a un atractivo chico rubio plácidamente dormido y no el usual demonio enorme asfixiándole con todos sus músculos.


Bakugo no mentía para nada al decir que después de follar tendrían la suficiente energía para mantener su forma por más tiempo. Lo que de verdad no debería sorprenderle tanto, el demonio nunca le mentía en nada.


Realmente lo intentó, pero Izuku no pudo levantarse de la cama por más esfuerzo que hiciera, las piernas y las caderas no le respondían ni un poco, así que tuvo que esperar a que el rubio despertara.


—Kacchan —dijo en voz ronca, nada extraño después de haber estado gimiendo sin parar la noche anterior, cuando vio que los ojos rojos del demonio comenzaban a abrirse lentamente.


Su respuesta fue un beso profundo. Era muy diferente a cuando lo besaba con su forma de demonio, menos invasivo, pero igual de posesivo. Tan Kacchan que nuevamente Deku se estaba convirtiendo en una gelatina y para su sorpresa, su polla comenzaba a despertar, muy interesada en la acción sin importar lo agotada que estaba de la noche anterior.


—Tengo hambre —dijo separándose a duras penas. Claro que le gustaría seguir, pero primero necesitaba recuperar energías o no duraría nada.


El demonio, aunque nada contento, entendía perfectamente lo que Izuku quería decir con eso. Por mucho que él se sintiera desbordando de energía, no podía olvidar la endeble humanidad del chico.


—De acuerdo —respondió al fin, levantándose de la cama y tomando en brazos al humano cuando éste estiró sus brazos hacia él.


—Llévame al baño, por favor —pidió cuando el rubio comenzó a caminar, dejando un beso en su mejilla.


Ambos ignorando que, por mucho que lo intentaron, sus entrepiernas estaban muy listas para la acción.


Izuku tomó un baño rápido, sintiéndose más estable de las piernas y las caderas. Para cuando salió de la ducha, Kacchan le había preparado un desayuno rápido, pero abundante.


—Come en lo que me baño —dijo el demonio dejando un beso en la frente de Izuku, lo que los hizo sonrojar a ambos.


El humano no sabe si Katsuki tardó más en el baño para darle oportunidad de terminar su desayuno o porque rara vez podía disfrutar de uno por su gran tamaño.


Como fuera, para cuando lo vio salir, Midoriya ya hasta había terminado de lavar los platos.


—¿Satisfecho? —preguntó Bakugo, secando su cabello.


—Sí, sólo acomodo los platos y ya —respondió mientras secaba un par de vasos.


No recibió respuesta y para cuando terminó y se dio vuelta, notó que Katsuki no estaba cerca.


—¿Kacchan? —preguntó caminando hasta su habitación, de donde vio salir al nombrado con un bulto de ropa de cama que dejó caer sin cuidado al suelo.


—Cambié las sábanas —dijo con una sonrisa predadora que mandó escalofríos por toda la columna de Izuku.


10


No iba a decir que tenía alguna preferencia, todas las formas de Katsuki le parecen maravillosas, pero sin duda puede apreciar las diferencias y ventajas de cada una.


Con Bakugo en un cuerpo más… “compacto”, era mucho más fácil intentar posiciones a la hora de tener sexo. Hacerlo de frente era más cómodo así, ya que Izuku no sentía que en cualquier momento una mole de músculos le iba a aplastar.


También disfruta más de esa forma montar a Katsuki, el tamaño de su polla un poco más considerable en tamaño para sentarse sobre ella y saltar como si no hubiera un mañana. Todo es ventajas estando con ese demonio, su demonio, y de verdad al pecoso le da un poco de miedo la persona en la que se está convirtiendo, aunque no piensa hacer nada más que disfrutarlo el resto de su vida.


11


Para el tercer día, domingo, incluso Katsuki está cansado, así que lo único que hacen es remolonear viendo películas y comiendo hasta hartarse.


—Ahora que puedes pasar más tiempo de esa forma —dice Izuku de pronto, como si el pensamiento le llegara de la absoluta nada—, podemos salir a dar una vuelta un día de estos —finaliza de forma casual, aunque su sonrojo es muy notorio.


—¿El nerd quiere salir en una cita? —gruñe burlonamente Katsuki, abrazando con más fuerza el cuerpo del humano.


—Si no quieres está bien…


—Claro que quiero —interrumpe menos burlón esta vez.


El chico se tranquiliza con esa respuesta. Sabe que ellos juntos no tienen nada de normal, y eso está bien, tampoco quiere cambiar lo que tienen ni la forma en la que son. Pero, en el fondo, es un romántico y le gustaría hacer cosas románticas con su novio, su esposo, o su esclavo ya que andamos.


—¿Tú y yo qué somos? —pregunta porque no se puede quedar con la curiosidad.


—Pronombres, Deku, es conocimiento básico, ¿cómo entraste así a la universidad? —por primera vez no puede evitar el cojín que Midoriya le lanza y cae en toda su cara.


—Kacchan no seas un idiota, te estoy haciendo una pregunta seria —exclama enojado, por mucho que encuentre ingenioso el comentario.


—Entonces no hagas preguntas estúpidas, Deku —responde el demonio, volviendo a acercar el cuerpo del humano y besándolo—. Somos lo que quieras que seamos, lo somos todo si quieres, pero lo somos para siempre.


No es exactamente una respuesta concreta, pero Katsuki vuelve a besar a Izuku y éste cree que es la respuesta que necesita.

Notas finales:

Y pues así, se agradecen comentarios :3


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