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Enzo por KeikoHikari

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Cuarenta…, cincuenta…, cinco… Tenía un total de cuatrocientos cincuenta y cinco euros en la mano. Caminaba por las calles de un barrio cercano al mío y aunque el suelo emanaba un calor insoportable, la brisa del anochecer lo hacía más ameno. Odio el verano. Estiré mis brazos hacia delante y divisé una marca enrojecida visible en uno de mis antebrazos, un mordisco.

-          Ese idiota… - mascullé mientras frotaba con los dedos con la esperanza de que desapareciera.

No me disgustaba mi trabajo, pero había ciertas normas que no me gustaba que los hombres rompieran. Y una de ellas, eran las marcas. Por suerte, no tardarían en borrarse. No soportaba ser propiedad de nadie.

 

Me arrepentí de no haber cogido el autobús, la caminata hacía salir a la luz mi cansancio. Tapé mi boca para ocultar el bostezo, me froté los ojos y volví a estirar mis brazos. Al dirigir la mirada de nuevo al camino vislumbré una figura oscura a unos metros de mí. Paré unos segundos antes de continuar, me volví a frotar los ojos, aquella figura era un hombre. A medida que me acercaba me percaté de que parecía sentado en el suelo cabizbajo contiguo a una pared. ‘Malditos borrachos’ pensé. Me sonaba mucho su silueta y cuando ya estuve lo suficientemente cerca, le vi.

-              ¡Noah! – grité. Chequeé su cuerpo, todo parecía estar bien. - ¿¡Qué haces aquí!?

-              ¡Idiota! – exclamó enfadado. Era evidente que había estado bebiendo alcohol.

-              ¿Estás borracho? Vamos, levántate – dije mientras le ayudaba a ponerse en pie. - ¿Qué te ha pasado?

-              Eithan…, ya no me quiere… - musitó con voz temblorosa. Se abrazó a mi cuello y así pudo levantarse.

-              No me llames así, estamos en la calle. A ver, cuéntame, ¿qué ha pasado? – Alejó su cara de mí y en ese momento me di cuenta de que tenía un pequeño corte en el labio. - ¿Te has vuelto a pelear con él? Te dije que buscaras otros clientes… Déjame adivinar, has quedado con él, se ha divertido y luego no ha querido pagarte, ¿me equivoco? – Al escuchar mi pregunta, hizo varios pucheros y comenzó a llorar desconsoladamente.

-              No quiero que se vaya… No quiero que me deje… - sollozaba mientras se limpiaba las lágrimas.

-              Pediré un taxi y te llevaré a mi casa, no puedes dejar que tus padres te vean en esas condiciones.

Él simplemente afirmó con la cabeza. Marqué el número del taxi con el que más confianza tenía y en cuestión de minutos ya estábamos en mi casa. Le curé la herida y aprovechó el momento para contarme qué había sucedido.

Noah y yo nos conocemos desde que teníamos dieciocho años. Ambos trabajábamos en el mismo club, no como camareros, sino como compañía para los hombres que lo requerían. Sabía que había habido un cliente en concreto por el que se sentía más atraído, al menos, cuando yo trabajaba con él. Viendo sus respuestas, parecía que la situación no había cambiado desde la última vez que estuve en el club.

-              Me ha traído él aquí, me ha dicho que me iba a pagar, pero no lo ha hecho… - explicaba cabizbajo.

-              No vuelvas a confiar en él, ya te lo dije, no te va a pagar – dije dando un sorbo a mi refresco.  - ¿Por qué no has llamado a tu jefe?

-              A él no le importa lo que suceda fuera del club, además, desde que tú te fuiste no pasa mucho tiempo con los demás chicos… Prefiere estar fuera… - explicó. – Aunque le hubiera llamado, no habría venido. Siempre fuiste el favorito de…

-              No le nombres – interrumpí. Se hizo un silencio incómodo entre los dos.

-              Sé que acabaron mal las cosas entre vosotros, pero deberías de superarlo Eithan, ya han pasado dos años – soltó mientras me agarraba del hombro.

-              Está superado, simplemente no quiero escuchar su nombre nunca más – dije levantándome del sofá.

-              Los chicos te echan de menos, deberías venir algún día, por los viejos tiempos – dijo elevando su vaso.

Choqué su vaso con el mío y nos sonreímos el uno al otro. Noah y yo congeniamos desde el primer momento que nos conocimos, y desde ese día, hemos sido grandes compañeros tanto dentro como fuera del club.

Ya habían pasado dos años desde que dejé aquel sitio, y la verdad es que yo también extrañaba a mis compañeros. Éramos un grupo unido. El ambiente era bueno, rara vez había discusiones o peleas y los clientes eran amables con nosotros.

Nuestro trabajo era simplemente acompañarlos mientras bebían y disfrutaban. En nuestra política también teníamos permitido mantener relaciones sexuales siempre que fueran consentidas por ambas partes, pero eso no entraba en el precio del club y tendría que abonarse directamente a los hosts. El club funcionaba demasiado bien. Teníamos clientes de todas las edades y nacionalidades y solían pasar horas con nosotros. Cuando se emborrachaban tendían a hablar demasiado y si en algún momento se sobrepasaban, siempre estaba nuestro jefe para recordarles la política del club. De los ocho chicos que armonizábamos el local, yo era el más cercano al jefe. Solían llamarme: ‘el favorito’.  Me resultaba muy fácil enredar y atraer a los clientes, así que ellos siempre preguntaban por mi disponibilidad. Entre nuestros clientes solía coincidir el perfil de hombres, generalmente bien posicionados económicamente, y solitarios. Aunque también eran comunes los hombres casados que buscaban disfrutar de una compañía diferente. Cada cliente tenía a su host favorito, y viceversa. Los hosts no nos peleábamos entre nosotros por un mismo cliente, solíamos respetarnos, al final, el cliente decidía.

Estuve trabajando allí unos cuatro años, cuatro felices años, hasta que un día mi corazón hizo clic y ya nunca más fui el mismo.

El sonido del teléfono hizo que me despertara. Noah se había ido hacía muchas horas y yo todavía seguía acostado en el sofá con la misma ropa del día anterior. ‘Estoy agotado’ pensé. Palpé el sofá hasta que encontré mi móvil.

-              ¿Quién llama? – pregunté somnoliento.

-              ¿Todavía estabas durmiendo? – respondió la voz de una mujer.

-              Mamá… Ni siquiera sé qué hora es.

-              Son las cinco de la tarde – dijo interrumpiéndome.

-              Qué tarde es – respondí mientras abría los ojos perezosamente.

-              Espero que la casa esté tan limpia como cuando nos fuimos tu padre y yo. – Yo le respondí con un bostezo. - ¿Me has oído? – emití un sonido gutural. - El dinero de tu paga semanal te llegará en dos días. Ha habido un problema en la transacción y al parecer van a tardar en resolverlo, ¿tienes dinero suficiente para esos días?

-              Sin problema, todavía me queda dinero del ingreso de la semana pasada – certifiqué mirando el dinero de la noche anterior.

-              De acuerdo, ahora tengo un poco de prisa así que te llamaré más tarde.

Antes de que pudiera responderle ya me había colgado la llamada. Sacudí mi pelo, mi casa estaba tan silenciosa como siempre, tan solo se escuchaban los pájaros que había cerca de mi ventana. Puse mis pies en el suelo y me dirigí al baño, estaba deseoso de un baño largo, pero sobre todo, tranquilo.

[…]

Se recostó a mi lado y comenzó a besar lentamente mi espalda.

-              Otra noche deliciosa – susurró en mi oído. Agarré su paquete de tabaco y me encendí un cigarro. - ¿Por qué siempre fumas después de hacerlo?

-              No hay nada más placentero que esto después de tener sexo – respondí mientras le daba una calada.

-              Eres joven para tomar ese hábito.

-          Tengo veintitrés años, sé lo que hago – dije expulsando el aire. – Tú eres el que fumas demasiado.

-          Estoy pensando en dejármelo… - soltó pensativo.

-          Si dejas de fumar no podré robártelos nunca más – dije con una sonrisa pícara.

-          Te los compraré para ti entonces, me resulta excitante verte fumar – comentó mientras me miraba con lascivia.

Hubo un momento en el que tan solo nos quedamos absortos mirándonos. Damien siempre había sido uno de los clientes que más me atraían. Era el típico hombre oficinista, preocupado por su físico y que siempre desea más de lo que tiene. Estaba casado y tenía dos hijos pequeños y al parecer su mujer no sabía nada acerca de nuestras ‘citas’.
Se irguió y me propinó un mordisco en el hombro.

-          No hagas eso – exigí apartando su cara con mi mano. – Por tu culpa tengo que ocultar las señales con maquillaje. Contrólate.

-          Cualquier hombre se volvería loco al verte desnudo – soltó mientras seguía recorriendo cada centímetro de mi piel con sus ojos.

-          No necesito que me vean desnudo para hacer enloquecer a alguien – respondí con picardía. Sus ojos ardían de pasión.

-          Lo sé – afirmó seguro.

Se levantó de la cama, rebuscó en el bolsillo de su camisa y me entregó un pequeño fajo de billetes.

-          En efectivo, como a ti te gusta. Por hoy te doy cuatrocientos euros, han sido cinco horas – explicó mientras me lo depositaba en la mano.

-          Siempre es un honor hacer negocios contigo, Damien – respondí con una sonrisa.

Solo había una cosa que me gustara más que el sexo, y eso era el dinero.

-          Admítelo, soy el mejor cliente que tienes – presumió acercándose a mi cara. Volví a darle una última calada y expulsé el humo con suavidad hacia su barbilla.

-          Tengo clientes maravillosos en general – Chasqueó con la lengua, no pareció gustarle mi respuesta.

Encendí el teléfono, el reloj marcaba un poco más de la medianoche.

-          Ya va siendo hora de que me vaya – comenté mientras apagaba el cigarro. Estiré mi espalda y comencé a ponerme los pantalones.

-          ¿Hoy no te duchas aquí? – preguntó curioso.

-          Tengo un poco de prisa – mentí.

 

Me vestí rápido, mientras él observaba. Agarré las llaves, el dinero y mi teléfono y los metí en el bolsillo… Iba dispuesto a salir cuando noté que me había agarrado de la muñeca.

-          Enzo…, ¿tienes más clientes hoy? – preguntó con la voz apagada.

-          Es posible – volví a mentir.

-          ¿No soy suficiente? -  Tenía un semblante triste.

-          ¿Qué ocurre? Estás muy raro – solté confundido.

Notas finales:

¿Qué creéis que ha pasado?
No olvidéis dejar vuestras impresiones :)


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