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Paso de cebra por Doki Amare Pecccavi

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Notas del fanfic:

NOTAS DE LA AUTORA:

 

* Un paso de cebra o paso de peatones es un tipo de paso de usado en muchos lugares del mundo. Se caracteriza por sus rayas longitudinales paralelas al flujo del tráfico, alternando un color claro (generalmente blanco) y oscuro (negro pintado o sin pintar si la superficie de la carretera es de color oscuro). Los pasos de cebra dan preferencia a los peatones y generalmente permiten cruzar de acera sin peligro.

 

* Aquí un pequeño bebé del 2023. Está historia estará ligada con una de mis otras historias, que en algunos capítulos adivinarán cuál es.

 

* Por muy animoso que resulta ser Lena, tengo que advertir que se tocarán algunos temas con crudeza.

 

* Y por último. Gracias si han llegado hasta aquí. Les agradezco la oportunidad que le dan a esta historia. ¡Abrazos!

 

 

Cap. 1: Nuestros planes.

 

Pasaban de las ocho de la noche, salir del trabajo a esa hora cuando iniciaba actividades a las siete de la mañana, era algo que no esperaba que ocurriese después de graduarse de la mejor universidad de la ciudad. Había pasado más de diez meses con una promesa de planta y sin embargo seguía ahí, ganando el sueldo mínimo, haciendo el trabajo de otros y torturándose mentalmente por no sentirse suficiente para salir de ese horroroso lugar.

 

— Nos vemos el lunes — Susurró haciéndose el bobo, era el último en retirarse de la oficina de dos niveles, apagó las luces de la recepción y checó salida en el lector digital antes de salir. Llovía un poco, un auto con las luces encendidas ya el esperaba, un conductor mal humorado. — Mierda, si vas a venir con esa cara, mejor me voy en metro.

 

Hablaba con media sonrisa y con cuidado de no ser escuchado, se paró frente a la puerta del copiloto, un versa negro radiante. El conductor abrió la puerta y pudo Lena ingresar por fin, las gotas de lluvia empezaban a humedecer sus prendas. Saludando apenas, volteó su cuerpo para colocar su mochila en la parte trasera del auto y apretó el cinto de seguridad.

 

— ¿Por qué demoraste tanto? ¿No sales a las seis?  — Queja evidente, pensó Lena. Damián era ese tipo de persona que si no te hecha un favor en cara, no está conforme, de esos que intentan culparte de todo y su felicidad era la humillación ajena, un narcisista en toda la extensión de la palabra. ¿Qué si lo sabía? Por supuesto, él sabía a detalle ese tipo de personalidades, pero... aquel tipo era tan endemoniadamente atractivo. — Todos los demás se han ido. ¿Por qué has sido el último en salir?

 

— Es que me tienen muy mala leche y me han dejado todo el trabajo acumulado. Te prometo que renunciaré apenas encuentre algo mejor. — Lena sabía que, acompañando esas palabras, iba siempre un gesto de incredulidad por parte de su pareja. Eran perturbadores los rituales destructivos que tenían, se aferraban uno al otro a pesar de la inconformidad evidente de ambos.

 

Declarados homosexuales. Pensaron que se acompañarían en esta aventura llamada madurez, pero no hacían más que coexistir como un huésped y paracito. ¿Qué quién era cuál? Un poco de todo, ambos.

 

Damián no tenía la mejor de las economías, a pesar de que sus gastos eran solventados por su madre, gastaba demasiado como para poder lograr una estabilidad, cursaba el primer año de maestría en derecho mercantil y las cosas no iban tampoco demasiado bien con la especialidad, inicialmente porque el derecho no era algo que le apasionara, continuaba sobre la línea académica de su familia, pero de ser por él mismo, habría estudiado cualquier otra cosa... o nada.

 

Por otro lado, estaba Lena, graduado y con un empleo de mierda. Había terminado hundiéndose en la vida corporativa por ser el ambiente mejor pagado para un psicólogo, pero por dios que lo odiaba, detestaba completamente tener que levantarse todos los días con la alarma del despertador, correr a ponerse lo primero que podía y despertar a Damián para que lo llevase al trabajo.

 

Lena cubría la mayoría de los gastos en su viejo departamento y era Damián quién se encargaba de transporte dejarlo y recogerlo en el trabajo como si de una pareja comprometida se tratase.  

 

Tal vez incluso se odiaban ahora, pero cuatro años atrás, cuando ambos habían coincidido en una fiesta de facultad, habían quedado prendados uno del otro.

 

Damián tenía el cabello oscuro y los ojos castaños, era poco habitual su tipo de atractivo, con voz ronca y más de uno noventa de altura, con jacket universitario y jeans oscuros, a Lena le había parecido completamente atractivo, se había “enamorado” a primera vista y cuando se supo correspondido después de una vida soltería, había dado todo por hacerlo su pareja.

 

Lo cierto, es que no había sido tan complicado, porque a diferencia de lo que el mismo Lena creía, resultaba tractivo, demasiado, pero en el pasado había sido tantas veces rechazado por ser “gay” que había terminado creyéndose un patito feo. Como la historia del elefante de Bucay.

 

Habían sido buenos tiempos aquellos, cuando ambos se escondían de sus conocidos para salir los viernes de fiesta, cuando Damián tomó la decisión de presentarlo con su madre e incluso cuando Lena había querido hacer lo mismo con su familia y había sido hecho de casa.

 

“¡A ser puto a otra parte!”

 

Había dicho su padre, pero Damián había estado todo el tiempo para apoyarle. Añoraba todo aquello y la relación que tenían ahora era sólo un cadáver que se rehusaba a sepultar. Como una viuda guardando las cenizas de su esposo.

 

— ¿Qué vamos a cenar? — Preguntó de la nada Damián, conducía en el tráfico, el horroroso trafico para cruzar la ciudad hacia el departamento que compartían.

 

— Compré pan en la tarde. ¿O quieres algo más? —

 

Damián negó, semáforo en rojo, giró el rostro para encontrarse con la de Lena y volvió a rodar la mirada, estaba cansado, llegando a casa iba a tomar una ducha fría y se iría a dormir sin nada más. Lena ya adivinaba sus intenciones, pero estaba tan cansado que tampoco quiso decir nada más, miró el reflejo de su rostro cansado en el cristal de la puerta, llovía con más fuerza que antes, así que el trayecto de regreso fue extremadamente lento, dormitaba a momentos, pero despertaba enseguida porque Damián odiaba llevarle dormido en el asiento del copiloto. Sacó su móvil, abrió “fishdom” para pasar el rato.

 

El resto del camino ninguno de los dos dijo nada más.  

 

Odiaba su vida, Lena estaba cansado de tener que regresar todos los días a casa y tener una tortuosa convivencia con Damián, pero era muy cobarde para todo, le daban miedo los cambios así que se la pasaba de noche, pensando, alternativamente que se atrevía a dejar su empleo o a poner las cosas en claro con Damián.

 

Llegaron a casa, planta baja en unos departamentos viejos del centro, ingresó el versa negro, saludaron a algunos vecinos y ya dentro del departamento intercambiaron pocas palabras, Lena tomó un vaso de leche y unas madalenas para cenar mientras miraba la tv. Damián se había quedo dormidos apenas llegaron.

 

Eran las once de la noche cuando Lena decidió recostarse en el sofá café, su departamento era pequeño, muy típico de los años 80’s, una tía fuera del país el cobraba media renta siempre y cuando mantuviera el lugar en buen estado. Estaba perfecto así, sabía que lo hacía más que nada porque sus padres lo habían corrido de casa, pero la lastima no le disgustaba y mientras tuviese un techo bajo el cual pudiese dormir, no iba a quejarse de nada más.

 

¿Conformista?

 

Tal vez un poco.

 

Un tremendo miedoso que era.

 

(º·. ¸ (¨*·. ¸ ¸. ·*¨) ¸. ·º)
«. ·°·~*~Lena, despierta'~*~·°·. »
(¸. ·º (¸. ·¨* *¨·. ¸) º·. ¸)

  

|¤°.¸¸. ·´¯`» Doki Amare Peccavi «´¯`·. ¸¸. °¤|

 

 

 

 


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