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La niñera por saganami

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Notas del capitulo:

Historia con tematica omegaverse.

Espero les guste!!

 

Sus manos sudaban frio debido a la conmoción del momento, sus ojos cristalinos por las lágrimas que amenazaban con recorrer sus pálidas mejillas estaban fijos en aquel pequeño objeto de color blanco con tapa en tono azul morado que sostenía entre sus temblorosas manos, la prueba tenia dibujado en un extremo dos líneas en color rojo bastantes visibles y a lo que su confundida mente podía procesar en ese momento, las palabras positivo y negativo que se repetían al menos tres veces en el instructivo, habían estado resonando con fuerza durante los quince minutos que tuvo de espera en la soledad de su baño.

Ahogo un jadeo negando suavemente, quería pensar que esto era irreal, un simple sueño o una pesadillas, no podía decidirse por ninguna opción en esos momentos y sin quererlo sus lágrimas escaparon, humedeciendo sus mejillas.

-Todo estará bien- se recordó a sí mismo, intentando reanimar su actitud positiva por la que se le conocía, después de todo aquello era el resultado de una obra de dos y no un milagro divino, básicamente estar embarazado a los 20 no era nada malo, Alejandro ya era un adulto que podía distinguir entre el bien del mal y tomar decisiones razonables, otro punto a favor del “ver el lado bueno” de todo esto, es que ambos estaban plenamente conscientes cuando paso la primera vez y a esa primera vez le siguió una segunda vez  y así sucesivamente durante un periodo de dos años, hasta lograr dar positivo a la prueba que Alejandro había comprado hace dos días por malestares diferentes a una infección estomacal, concejo de una amiga, el único inconveniente en todo esto es que Gabriel y el habían rompido su noviazgo hace un mes exactamente y ahora no sabía cómo decirle un “felicidades seremos padres, tengo un mes de embarazo”.

-        ¿Cariño estas ahí?- llamo su madre, su tono de voz era suave pero preocupado.

El susto fue inevitable para el pobre chico, al escuchar la repentina voz de su madre, y sus lágrimas fluyeron con más continuidad, apretando fuertemente la prueba y sintiendo el terror invadir su débil ser.

Mariana había estado notando los repentinos cambios de Alejandro casi a finales del mes y le preocupaba que aquella infección que el joven juraba tener, pudiera convertirse en algo peligroso, cáncer, por nombrar alguno, pero confiaba ciegamente en las palabras de su retoño en que solo era una infección estomacal y que visitaría al médico para una revisión, si eso la mantenía más tranquila; así que cuando vio a su hijo llegar aquella tarde del viernes de la universidad y subir a toda prisa las escaleras de la segunda planta directo a su habitación sin siquiera saludar como de costumbre le pareció poco inusual pero nada extraño, su hijo estaba en una edad en la el estrés escolar influía mucho en el estado de ánimo de los jóvenes, lo extraño fue que al llamarlo para que bajara a cenar el chico no respondió y eso preocupo un poco a Mariana, pues Alejandro siempre estaba justo diez minutos antes de cenar, ayudando a Mariana a poner la mesa, jugueteando con Mili en el proceso y recibiendo todos juntos a la esposa y alfa de la omega, Natalia.

-        Hijo, ¿Por qué no contesta? – volvió a pregunta la omega, mirando a su esposa, quien estaba recargada contra la pared a una distancia prudente para dar privacidad a la interacción de madre e hijo.

Ese día Natalia había llegado quince minutos tarde a casa y aquel ambiente cálido y familiar que siempre le recibía se había esfumado ese día, su esposa no estaba en la cocina y su hija menor había ido a pasar la noche a casa de una amiga, o algo así le había dicho su esposa un par de días antes, dejo sus cosas sobre una de las sillas del comedor y subió escaleras arriba, podía sentir el aroma de Mariana y el leve aroma de Alejandro por la casa, por lo que no verlos en la cocina como todos los días no le preocupo ya que su aroma delataba que ambos estaban en la casa. 

Natalia solo se limitó a observar, estaba un tanto confundida e inquieta por la situación pero se mantuvo callada sin emitir preguntas al respecto, permitiendo que su esposa manejara la situación a su manera, pero sin dejar de lado su papel de apoyo como alfa de la familia, sin embargo, también era su madre y el escenario que descubrió en la planta de arriba comenzaba a ponerla nerviosa y preocupada, esto era inusual, Alejandro era un buen chico en toda la extensión de la palabra, y nunca se había encerrado por mucho tiempo en el baño o en su habitación, por muy molesto que estuviera o muy estresado que la situación lo pusiera, nunca había actuado de esa manera.

Un olor poco agradable comenzó a filtrarse por la rendija de la puerta, invadiendo de apoco el ambiente, aquel tenue olor agrio y amargo alerto por completo sus sentidos, rápidamente miro a su esposa y ella le devolvió la misma mirada, sabía que Mariana también lo percibía y ahora la omega había empezado a desprender feromonas que comenzaban a oler de una manera similar a las de Alejandro, una clara señal de angustia, miedo o desesperación.

-        Alejandro abre la puerta, tu madre y yo queremos saber que todo está bien – exigió Natalia con el tono más tranquilo y neutro que podía hablar, golpeando suavemente la puerta, aunque lo que más quería en ese momento era derribarla y saber que  o quien tenía a su hijo en ese estado.

-        ¡Cariño por favor! – suplico Mariana

Un fuerte sollozo se escuchó, seguido de otro y unos pasos resonaron por dentro del baño, las miradas de ambas mujeres estaban fijas en la puerta, pacientes por fuera pero impacientes por dentro, Alejandro temblaba levemente, su figura estaba parada a un paso de la puerta, su mano derecha sostenía fuertemente el pomo plateado de la puerta, mientras que en la izquierda mantenía la prueba, sus ojos ya rojos por las lágrimas miraban vacilante la puerta, pensando si abrir o no, aunque sabía que no podría quedarse para siempre ahí dentro y que tarde que temprano sus madres se enterarían, deseaba que esa inseguridad, miedo y pánico desaparecían como por arte de magia y le permitieran tomar seguridad para afrontar la lluvia de preguntas que caerían sobre él, -solo respira-, se mentalizo y giro suavemente el pomo hasta escuchar el click.

 

Para Natalia y Marina aquel tiempo de espera, de casi diez minutos, pareció haberse transformado en horas, pues en cuanto vieron la figura bajita de su hijo frente a ellas, extendiendo la mano izquierda con aquel conocido aparato, mostrándolo a toda vista a ambas, toda palabra murió en la garganta de las dos, sus cerebros no estaban preparados para algo así, es más Mariana ni siquiera recordaba haber notado un cambio de aroma en su hijo o algún comportamiento que indicara que estaba en cinta y que no era una simple infección de estómago, ¿o tal vez sí lo había hecho?, no lo sabía, no recordaba exactamente, lo que si sabía era que su mente se había transformado en un revoltijo de preguntas infinitas, conjeturas sacadas de forma apresurada y Natalia, bueno la alfa estaba igual o peor que su esposa, mirando fijamente las dos líneas en color rojo y sintiendo que su cerebro era licuado por miles de interrogativas en donde parecía que todas llevaban a un solo nombre, Gabriel.

-        Felicidades, van a ser abuelas – murmuro Alejandro rompiendo el incómodo silencio, dibujando una sonrisa nerviosa y encogiéndose de hombros.

La vida sí que es impredecible y más cuando dios decide darle las batallas más complicadas a sus mejores guerreros…


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