En un Japón post-apocalíptico, donde los edificios en ruinas se alzaban como espectros de un pasado olvidado, la vida había adquirido un nuevo significado. Las calles solían estar llenas de risas y vida, pero ahora el eco de los gritos y el sonido de los pasos apresurados eran lo único que resonaba en el aire. Los monstruos insectos conocidos como "Blue" acechaban y la humanidad luchaba por sobrevivir. En medio de este caos, Yuji, un joven de cabello castaño, se encontraba atrapado en un torbellino de emociones.
Esa noche, la imagen de Joey, un atractivo joven de cabello azul, teniendo relaciones con Marlene se había grabado en su mente. No era solo la escena en sí, sino la forma en que ambos se entregaban al momento, como si la vida misma dependiera de ello. Yuji sintió un vacío en su interior, un deseo de experimentar la intensidad de la vida antes de que todo se desmoronara por completo.
Mientras caminaba por las calles desiertas, su corazón latía con fuerza.
—¿Qué es lo que estoy esperando? —pensó, sus pasos resonando en el silencio. Decidió que debía hablar con Joey, debía pedirle que le enseñara lo que significaba realmente vivir.
Al encontrar a Joey donde la luz tenue iluminaba el espacio, Yuji se acercó con nerviosismo. Joey estaba sentado en una silla, limpiando su arma con una calma sorprendente. Su cabello azul brillaba a la luz, y sus ojos parecían ver más allá de la muerte que los rodeaba.
—Joey —Yuji comenzó, su voz temblando ligeramente. —¿Puedo hablar contigo?
Joey levantó la vista, su expresión neutral pero curiosa.
—Claro, Yuji. ¿Qué sucede?
—Es sobre… lo que vi anoche —Yuji titubeó, sintiendo como el calor subía a sus mejillas. —Sobre ti y Marlene.
Joey frunció el ceño, pero no desvió la mirada.
—¿Y qué hay de eso?
—Quiero… quiero saber lo que se siente —dijo Yuji, su voz apenas un susurro. —Quiero experimentar algo real antes de que todo esto termine.
Un silencio pesado se instaló entre ellos. Joey dejó de limpiar su arma, observando a Yuji con una intensidad que lo hizo sentir expuesto.
—¿Estás seguro de lo que pides? —preguntó, su tono más serio.
—Sí —Yuji respondió, sintiendo que su corazón latía con fuerza. —La guerra, los Blue… Quiero entender lo que significa vivir, lo que significa ser libre, aunque sea solo una vez.
Joey se levantó de la silla lentamente, acercándose a Yuji.
—No es un juego, Yuji. Lo que pides tiene consecuencias
—Lo sé —Yuji contestó, su mirada firme. —Pero necesito esto.
Joey suspiró, como si estuviera sopesando sus propias emociones.
—Está bien. Pero no quiero que te arrepientas de esto.
Yuji sintió una mezcla de alivio y ansiedad.
—No me arrepentiré. Quiero hacerlo.
Ambos se miraron durante un momento, la tensión palpable en el aire. Joey finalmente asintió.
—Entonces, ven conmigo
Los dos se adentraron en la oscuridad del refugio, donde la luz apenas alcanzaba a iluminar el espacio. Yuji sentía que su corazón latía más rápido de lo que nunca había experimentado. A medida que se acercaban, la realidad de lo que estaban a punto de hacer comenzaba a abrumarlo.
—¿Estás nervioso? —preguntó Joey, su voz suave.
—Un poco —admitió Yuji, avergonzado. —Pero también emocionado.
—Eso es normal —sonrió Joey, su expresión relajándose. —Solo intenta olvidarte de todo por un momento.
Con un movimiento suave, Joey tomó la mano de Yuji y lo llevó a un rincón más privado del refugio, donde el sonido del mundo exterior se desvanecía. La luz tenue los envolvía, creando una atmósfera de intimidad.
—Así que, ¿qué quieres hacer primero? —preguntó Joey, su tono juguetón.
Yuji tragó saliva, sintiendo que el calor subía a su rostro.
—No lo sé… tal vez… besarnos.
Joey sonrió, su mirada intensa.
—Me parece un buen comienzo
Se acercaron lentamente, la tensión palpable entre ellos. Yuji sintió el aliento de Joey cerca de su rostro, y en ese instante, el mundo exterior desapareció. Sus labios se encontraron en un beso suave y tentador, como si el tiempo se detuviera. El sabor de la vida, del deseo y la libertad se mezcló en sus bocas.
—Wow —murmuró Yuji, separándose un poco. —Eso fue… increíble.
—Y aún no hemos terminado —respondió Joey, su voz más profunda. —¿Listo para más?
Yuji asintió, su corazón palpitando con fuerza.
—Sí, definitivamente.
La noche avanzó, y cada momento se convirtió en un descubrimiento. Con cada roce, cada beso, Yuji sentía que se estaba liberando de las cadenas del miedo y la desesperanza. Joey lo guiaba, mostrándole lo que significaba entregarse al momento, y Yuji se dejaba llevar.
Las risas y los susurros llenaban el espacio, creando una burbuja de felicidad en medio del horror del mundo exterior.
—Esta es la vida —dijo Joey en un momento, su voz llena de alegría. —Aprovechar cada instante.
—Me gusta —respondió Yuji, sintiendo que un peso se levantaba de sus hombros. —Me gusta mucho.
El tiempo parecía desvanecerse mientras se sumergían el uno en el otro, explorando cada rincón de sus cuerpos y almas. La guerra y los monstruos se convirtieron en meras sombras, y en esos momentos, solo existían ellos dos.
—Yuji —dijo Joey de repente, su expresión volviéndose más seria. —Quiero que entiendas que esto no cambia nada entre nosotros. La guerra sigue ahí afuera.
—Lo sé —respondió Yuji, sintiendo una mezcla de tristeza y gratitud. —Pero al menos tengo esto. Este momento.
Joey sonrió suavemente, sus ojos brillando con comprensión.
—Entonces, disfrutemos de este momento mientras podamos.
La noche continuó, y el refugio se llenó de risas, susurros y la promesa de un futuro incierto. Yuji había aprendido lo que significaba vivir, al menos por un instante, y eso era suficiente. Había encontrado la conexión que tanto anhelaba en un mundo que parecía haberlo olvidado todo.
Finalmente, cuando la luz del alba comenzó a filtrarse a través de las grietas del refugio, Yuji se sintió más ligero.
—Gracias, Joey —dijo, sintiendo una profunda gratitud. —No sé qué habría hecho sin ti.
—Recuerda, la vida es un regalo, incluso en tiempos oscuros —respondió Joey, con su voz suave y reconfortante.
Con esas palabras resonando en su mente, Yuji supo que, sin importar lo que sucediera a continuación, siempre llevaría consigo la chispa de esa noche mágica. Había encontrado el significado de vivir y, aunque el mundo seguía en guerra, su espíritu estaba más vivo que nunca.