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El Autómata es Rey del Tiempo Perdido

Notas del capitulo:

Dije que lo publicaría el 8 de agosto, pero me di cuenta de que no tendría tiempo, así que decidí subirlo antes ^^ ya que el capítulo ya estaba completado.

Espero les guste.

Viviendo con las consecuencias.

El día después de la boda, hace 2 años.


—¡No, por favor tú! ¡No me pidas algo que ni tú quieres hacer! ¡No decidas por mí! Los que importan aquí somos tú y yo, y de esa decisión que quieres tomar no hay quien se beneficie de ella. Shun… de esto solo tú y yo saldremos lastimados… ¿De verdad quieres echar lo nuestro a la basura?


            —No podemos vivir solo de optimismo —murmuró —. No podemos esperar que todo esté bien, tampoco podemos vivir nuestras vidas esperando a que pase un milagro y que las cosas cambien. Que la violencia no nos alcance, tal vez. Aun si peleamos ahora, las cosas no cambian por completo. Seiya, esto no es algo que puedas resolver golpeándolo.


            —¿Entonces sí pasó algo aquel día? —persistió sin conseguir algún cedimiento —¿No puedes solo decirme que fue? Puedes contarme lo que pasó y lo resolveremos como siempre lo hemos hecho. ¿O acaso prefieres darte por vencido? —pausó, esperando ver si sus palabras surtían algún efecto, pero Shun seguía hermético —. ¿Por qué hacernos esto? Shun, por favor... No hagas esto, no seas un cobarde, no escojas el camino fácil. ¿Acaso pelear por nosotros es tan difícil? ¿Acaso no vale la pena lo nuestro? ¿Soy tanta carga para ti? ¿Lo nuestro no es suficiente ante la adversidad? Pensé que éramos felices.


           —Ya dije lo que tenía que decir —terminó sin titubear, mirándolo por primera vez a los ojos desde el inicio de la discusión.


            Con los ojos cristalinos y sardónico.


          —Está bien. Has lo que quieras —dijo con voz débil, caminando hacia su habitación. Shun no se movió ni un centímetro, aún en shock por lo que había decidió y la facilidad que tuvo para mantenerse definitivo en su postura.


            Salió del cuarto unos 10 minutos después con una pequeña maleta abultada, donde de seguro había empacado sus cosas rápidamente.


—Me voy si tanto insistes.  Pero no me busques cuando te des cuenta lo infeliz que te hace esta decisión —dijo caminando, listo para irse de ahí. —O hazlo, pero quién sabe si aún te querré para entonces.


—Seiya… —al escuchar su nombre, se detuvo por un momento, esperanzado, y Shun lo sabía —…No estaré en casa el sábado, para que le pidas ayuda a Shiryu y a Hyoga para llevarte tus cosas.


Y con aquellas últimas palabras azotó la puerta del departamento, llorando furioso de camino a la estación y Shun aún sin poder creer lo que había hecho.


En cuanto azotó la puerta, confirmando su partida, Shun rompió en un llanto desconsolado.


Con que ahí estaban las lágrimas. Tan solo estaban esperando el momento adecuado.


 


 ***


 


Las cosas empeoraron después de eso. Poco después de que Ikki y su ahora esposa, Esmeralda regresaran de su luna de miel, se peleó con ella, ofendiendo a Ikki y distanciándose de ellos en consecuencia. Fue así, en parte, como terminó completamente solo en su cumpleaños, encerrado en su taller arreglando máquinas sin atreverse a inventar nada.


En un intento fútil de consolarse, decidió salir de su casa por unas horas. Intentar distraerse momentáneamente era lo mejor para él, ya que, a pesar del tiempo y las pocas distracciones disponibles, el dolor del rompimiento seguía tan fuerte como el primer día. Fue durante aquel paseo que se encontró con un “espectáculo” donde iban a mostrar el exorcismo de un fantasma. Al no sonar tan mórbido como presenciar una operación quirúrgicaXX8 decidió entrar. Lo más probable es que fuera una obra de teatro, por más “real” que fuera. Como sea, prefería sentirse estafado por un momento a completamente miserable.


Entró al pequeño y oscuro teatro casi vacío y tomó un asiento en la tercera fila de seis. Esperó unos cuantos minutos, los cuales usó para observar sus alrededores. El teatro estaba adornado con decoraciones cuyo propósito era atetrificar el lugar con sus telas maltratadas y candelabros de la época de la Independencia. Una vez se abrieron las cortinas, las velas de los candelabros se apagaron como por arte de magia.


En el escenario apareció un extranjero de cabello largo y rubio, vistiendo una túnica blanca, descansando sus manos frente a su estómago de forma que el público las pudiera ver claramente. A su lado izquierdo, estaba una mesa de madera sin mandil sobre la cual un peluche de conejo, vistiendo un intrico vestido azul oscuro a su medida se presentaba ante el público. El público aplaudió escasamente, esperando ver el espectáculo.


El espectáculo constituyó en el peluche de conejo bailando alrededor de Shaka, el hombre sobre el escenario, contando chistes con él y tropezándose ocasionalmente, evocando una comedia blanca y sencilla. El movimiento se veía muy natural, tanto así que Shun olvidó por un momento que esto se suponía era un exorcismo, hasta el final de la obra.


La obra llegó a su fin después de un último número de baile, el peluche hizo sus reverencias frente al público y una vez que terminaron de aplaudir este cayó al suelo como un objeto inanimado cualquiera, pero algo pareció moverse en el aire, como si una partícula de polvo cayera frente a sus ojos, pero en el escenario.


Al terminar el espectáculo, Shun se acercó al escenario donde Shaka hablaba con una mujer de cabello largo color lila, voz gentil y acento de alcurnia. A su derecha, se encontraba sobre la mesa el peluche de la obra, o bien “exorcismo”.


—Eso fue increíble, ¿Cómo lo hicieron? —preguntó interrumpiéndolos, pero ninguno parecía molesto al respecto.


Aquella mujer miró a Shaka dudosa, pero él la alentó.


—Está fue tú idea, si quieres reclutar a este joven hazlo, pero tú tendrás que explicárselo todo —dijo, se despidió de Shun con una reverencia y desapareció detrás del escenario.


—Mi nombre es Sasha —dijo ella bajando del escenario con el conejo de peluche en mano.


Una vez frente a Shun, le ofreció el peluche y él aprovechó para examinarlo.


Tenía un poco de peso por dentro, como si por dentro tuviera un esqueleto para mantenerlo erguido. Extrañamente, la distribución del peso dentro del peluche no mostraba tener nada fuera de lo normal.


—¿Estás buscando las cuerdas o el mecanismo para moverlo? —preguntó ella.


—No siento nada fuera de lo normal. Son soportes de madera ¿verdad?


—Así es —asintió con una ligera sonrisa en el rostro.


—Entonces eso que vi…


—Es un poco complicado, pero me encantaría explicarte, eso es, ¿si tienes un momento?


Curioso, decidió acompañarla a un restaurante cercano con mínimos indicios de modernidad y un fuerte olor a carne molida. Cordialmente le aseguró que pidiera algo de comer con libertad.


—Yo pagaré, no te preocupes. Estoy intentando reclutarte, considera esto parte de mi intento —ella sonrió.


Fue ahí que comenzó a narrar su propia historia. Como varios años atrás se encontró con un espíritu de un independentista que velaba por más espíritus que aún merodeaban la ciudad. Ayudó a aquellas almas y una vez que pudieron descansar en paz aquel primer espíritu se les unió. Desde entonces, se había dedicado a ayudar a los fantasmas a cruzar al otro mundo, consiguiendo alguno que otro aliado en el camino. Shaka siendo uno de ellos.


            —La razón por la cual hoy hicimos aquella demostración era porque el último deseo de aquel espíritu era poder actuar sobre un escenario. Pensé que podríamos matar a dos pájaros de un tiro, podríamos reclutar a alguien con el espectáculo y liberar su alma de este mundo.


Procedió a explicarle muchas más cosas a Shun. Desde su protocolo para cuando se encontraran con algún fantasma, qué hacer cuando un fantasma estaba atado a un lugar, el sistema de archivo que usaban en la oficina y el uso de los peluches. Para cuando terminaron de conversar ya había oscurecido. Al despedirse, aquella mujer le dio una tarjeta con un número telefónico.


—Si no nos crees no hay problema, pero lleva una de estas en caso de que alguna vez encuentres algo extraño. Si es realmente un fantasma nos encantaría ayudar.


Shun miró la tarjeta por un momento. El número estaba impreso y decía el nombre y dirección de la oficina.


“Oficina de investigaciones Sasha” y la oficina no estaba muy lejos en tranvía.


—¿Y si quisiera unirme? ¿Y si quisiera ayudar a espíritus como los vi a ustedes dos hacer el día de hoy?


—¿De verdad? —preguntó incrédula. Shun asintió.


—No es una mala idea intentar algo nuevo, y si puedo ayudar a alguien en el camino entonces lo haré con gusto.


 


No fue hasta varias semanas después, cuando él se había asentado en una rutina deprimente de continuar un proyecto inconcluso solo para dejarlo inconcluso de nuevo, comiendo poco, durmiendo mucho y sin salir casi al sol, preocupando a sus amigos, que Shaka lo llamó para que los acompañara a resolver un caso.


Al final de aquel caso, aquella mujer le preguntó si quería continuar trabajando con ellos, a lo que Shun contestó que sí, sorprendiéndola una vez más.


            —Es solo que muchas personas con un caso tienen suficiente. Tenemos muchas personas que nos acompañaron una sola vez y prefirieron no regresar. Hay otros que optaron por tan solo avisarnos si escuchaban algo extraño. Gran parte de nuestro trabajo es confirmar los reportes que recibimos.


            —¿Por eso te sorprende que acepte quedarme a resolver más casos?


            —Sí. Pero me alegra mucho que estes trabajando con nosotros.


            Fue así que poco a poco se fue acostumbrando a esta nueva vida. Amistándose con esta extraña mujer de alta sociedad con nombre anticuado, aprendiendo espiritualidad de Shaka y viendo como los espíritus pasaban por la pequeña agencia.


            Durante los siguientes meses Shun la acompañó en varios casos alrededor de la ciudad. La paga era inestable pero decente, con ella cubriendo el sueldo perdido al cerrar el taller. Realmente era similar a su trabajo como mecánico inventor en cuestiones de estabilidad salarial, pero no le importó en lo absoluto. En aquel momento lo que más quería era algo para distraerlo de su ruptura con Seiya, algo único para él en una ciudad que era el tapiz de su vida en conjunto.


            Las historias de muchos espíritus eran desgarradoras, llevándole algunas lágrimas a los ojos en empatía, en ocasiones haciendo comparaciones con su vida. Llegó a preguntarse unas cuantas veces si había hecho lo correcto, y si debía decirle toda la verdad a Seiya, pero eso ya no era posible. Los daños ya estaban hechos, y su herida era permanente.


            En un punto, ella le preguntó directamente: —¿Por qué estás trabajando con nosotros? Usualmente hay algo que nos mantiene aquí. Igual que a ellos.


            A lo que Shun le respondió:  —En mi caso… fue una mujer.


 


Al cabo de varios meses, después de una misión particularmente dura, su nueva amiga decidió abrirse con él.


—Está bien, hay unos cuantos casos así, así que no tengo odio en contra de… —calló antes de decir algo que podría sonar ofensivo—. Si quieres hablar, estoy aquí.


—Muchas gracias, Sasha.


—Saori, mi verdadero nombre es Saori.


            —¿Saori? ¿Como la hija del alcalde?


—Como la hija del alcalde —confesó, ofreciendo un secreto a cambio de otro.


Shun, comprendiendo el intercambio, sonrió y estrujó su mano por unos minutos antes de tomar el carro de regreso.


 


Una vez que su posición se solidificó y empezó a sentirse mejor, comenzó a trabajar esporádicamente en un modelo de autómata que pudieran utilizar para que los espíritus lo poseyeran. Esto lo animó drásticamente porque había sido la única cosa que pudo planificar y construir desde cero desde su ruptura, alegrándolo el recuperar una parte de sí mismo. Al cabo de un año lo terminó de construir, le tomó unas semanas adicionales terminar de afinar detalles, pero cuando lo probaron se dieron cuenta de que funcionaba a la perfección. Incluso creo otro por petición de Saori. Lo que no esperaba es que el autómata tuviera el efecto secundario de tomar la apariencia del espíritu en vida. Era lo mejor para ser honestos, no necesitaban llamar la atención con un autómata casero.


            Cuando no utilizaban al autómata, este solía quedarse en el estudio de Shun con fines de limpieza y ajustes. Y si bien, sus buenas acciones ayudando a Saori lo habían hecho sentir mejor después de casi dos años de ruptura, su hábito de quedarse dormido en su taller permanecía.


 


            En la madrugada del día de la independencia, se quedó dormido en su taller como era costumbre, pero a diferencia de otras veces, tuvo un sueño extraño. No distinguía bien lo que estaba pasando, de lo único que estaba seguro era que Seiya estaba sufriendo y podía sentir que era su culpa. Intentó llamarlo, quería aclarar la borrosa e indistinguible imagen que tenía frente a sus ojos, pero no pudo y despertó con una extraña silueta mirándolo de cerca.


            Involuntariamente brincó hacia atrás, golpeándose en la cabeza con el muro de la esquina.


            —¿Quién eres tú y qué haces aquí? —preguntó apuntándole con la llave mecánica con la que se había quedado dormido. Aún con la poca luz que entraba al taller, alcanzó a ver que el autómata no estaba en la posición donde lo había dejado.


            ¿Podría ser que…?


            —Perdón por aparecerme así nada más, pero creo que tú me conoces.


            —¿Qué dices?


            —¿Tienes alguna luz por aquí? —Shun le indicó donde estaba su lámpara y prontamente la encendió. Desafortunadamente para Shun, hubiera preferido que las luces se mantuvieran apagadas.


            —¿S-Seiya…? —pensó al ver al autómata transformado —. No… eso no puede ser. ¿Tan repentinamente? ¿¡Seiya!?—gritó y subió corriendo las escaleras para ir al primer piso.


            Marcó rápidamente el número de la casa de Seiya, deseando con todas sus fuerzas que no hubiera sucedido lo peor. Llamó varias veces, esperando que el repiqueteo constante de la llamada despertara a alguien en la casa, aunque fuera a Seika, con que alguien le contestara en aquella casa se quedaría contento.


            Para la tercera llamada contestaron el teléfono.


            —¿Qué quiere? A esta hora más le vale que sea sea urgente —escuchó del otro lado una voz ronca y molesta.


            —Eh… yo…


            —¿Es una broma? Si es una broma voy a colgar.


            —¡No espera! —rogó por un momento —. ¿Con quién hablo? Estoy buscando a… Pandora…


            —Soy Seiya, y no. No hay ninguna Pandora por aquí.


            En ese momento el autómata entró a la sala, probando que, en efecto, no era su exnovio. Saori le había explicado tiempo atrás que si bien, un espíritu podía hablar por teléfono, poseer un objeto inanimado o merodear con un cuerpo apenas visible, solo podía hacer una de esas cosas a la vez. Por ende, si el autómata mantenía la apariencia de Seiya mientras él estaba en el teléfono, esa era una buena señal.


            —Ya veo, perdón. Descanse —y colgó el teléfono antes de que Seiya pudiera darse cuenta de que era él.


            —Perdón por asustarte —dijo el autómata con la apariencia de Seiya —, es solo que he estado vagando sin rumbo por mucho tiempo y cuando vi aquella foto en tu taller me di cuenta de que era yo.


            —¿Una foto en mi taller?


            La foto de la que hablaba era una de él con Seiya en un carnaval hace varios años. Nunca ocultó aquella foto porque se encontraba en una mesa de trabajo tan llena de cachivaches que ya no le ponía atención. A pesar de que estuviera a lado de la cama que tenía en la esquina de su taller, aquella mesa se había hecho invisible para él, a excepción de la esquina donde descansaba su lámpara.


            —Mi nombre es Tenma. No recuerdo nada más de mi pasado, solo mi nombre y mi apariencia.


            Eso era muy extraño. Si bien, no todos los espíritus recordaban toda su vida, optando por recordar o no sus últimos momentos de vida, uno que solo recordara su nombre y su apariencia era de lo más extraño.


            Se tomó un momento para calmarse y recordar los pasos que Saori le había enseñado.


            PICE. Preguntar, Investigar, Conceder, Exorcizar.


Preguntar: “Empieza preguntándole al espíritu cosas básicas, como: ¿cuál es tu nombre? ¿cuántos años tienes? ¿en qué año naciste? ¿dónde vives? ¿cómo moriste?”


            A pesar de que Tenma ya le había dicho que solo recordaba su nombre intentó aplicar el paso de las preguntas, pero fue en vano. Y si no tenía más información no podía continuar con los siguientes pasos.


I: Investigar. “Una vez que sepas lo básico hay que empezar a buscar su nombre en los registros de la población. Es importante hablar más con el espíritu para poder averiguar qué lo ancla a este mundo.”


Si no tenía más allá de su nombre entonces no había mucho más que podía hacer. Mu no les hacía favores a menos que tuvieran una fecha aproximada y un apellido. La única opción que le quedaba era pedirle ayuda a Saori, pero a las cuatro de la madrugada nadie contestaría su teléfono, bueno, no a menos que insistieras mucho como justamente acababa de hacer, pero Saori podía esperar. Resignado, le pidió paciencia a Tenma, que lo dejara dormir y despertara a una hora razonable.


A la mañana siguiente, a alrededor de las 10 llamó a la residencia de Saori y preguntó si Sasha podía contestar el teléfono. Un código bien conocido en su casa de que la estaban hablando de su oficina.


Ay, eres tú mocoso. —contestó Tatsumi malhumorado, su conductor y guardaespaldas. —La señorita no puede atenderte en estos momentos. Está con las manos completamente llenas por los preparativos del Festival.


—Lo sé, pero de verdad necesito su ayuda —insistió al no tener idea de qué hacer.


Si tan urgente es escríbele un telegrama y te atenderá cuando pueda —y en cuanto dijo eso colgó el teléfono, dejando a Shun completamente solo para lidiar con su actual predicamento.


 


Su siguiente paso fue ir a la oficina de Saori con Tenma acompañándolo y disfrutando del ambiente festivo. Su camino repleto de decoraciones azul cielo y blanco.


—¿Qué están celebrando? —preguntó Tenma al bajarse del tranvía y encontrarse con aún más decoraciones en el centro de la ciudad.


—Es un día festivo por la Independencia que se libró hace más de un siglo.


—¿Una Independencia? —preguntó siguiéndolo.


—Sí, hace 137 años se libró una batalla entre dos bandos que querían diferentes cosas en el gobierno. Así que ahora tenemos un día festivo y decoramos la ciudad con pancartas, banderas y confeti por las calles.


Llegaron a la decepcionantemente desierta oficina y Shun empezó a buscar el archivo con los contactos de los demás trabajadores, esperando encontrar alguno que estuviera disponible en aquel momento, ya que Saori estaba ocupada y Shaka de vacaciones en otra parte.


“¿Qué tal Misty o Sorrento?” Sabía que Krishna había renunciado hace unos meses e Io se distanció después de recibir su ayuda hace unas semanas. Su suerte se acabó cuando encontró el nombre de Daidalos y se disculpó en el teléfono porque no quería tener nada más que ver con ellos.


Ahora que había agotado sus opciones, no le quedaba de otra más que esperar que Saori lo pudiera relevar lo más pronto posible. El año pasado no tuvieron estos problemas, ¿o sí? Intentó recordar, pero nada le llegaba a la cabeza. Tal vez tomó mucho el año pasado.


Resignado a su suerte, Shun empezó a revisar los registros de casos anteriores, esperando encontrar algo que pudiera ayudarle a resolver su peculiar situación. Desafortunadamente, después de examinar tres años de registros, pasando la mayor parte de la víspera de un día festivo encerrado en una oficina polvorienta, tuvo que detenerse y aceptar el hecho de que no había precedente para la situación de Tenma.


Tenma, por su parte, se había acomodado felizmente sobre un sillón para los clientes y abierto la ventana para ver la progresión de preparativos a puestos hábiles. Shun estaba a punto de abrir una carpeta de registros con la fecha del primer año de operaciones cuando escuchó algo.


—Shun, ¿cuándo termines podemos bajar al festival? Se ve muy divertido desde aquí arriba —preguntó Tenma sin quitar la mirada de donde estaba.


Aquella forma tan jovial y despreocupada de hablar como la suya, hincado sobre los cojines mirando entusiasmadamente a la calle y portando aquel rostro lo desarmaron por completo. ¿Cómo podía negarle algo a esa cara?


 


Tomaron el tranvía, transporte que Tenma parecía desconocer, pero rápidamente entendió en cuanto Shun se lo explicó.


            —Sabes mucho de tranvías, ¿es porque eres mecánico? —notó Tenma.


            —No es por eso. Mi hermano es maquinista así que aprendí unas cosas de él cuando aún vivíamos juntos.


            El ambiente le recordó a cuando Seiya y él aún eran niños. En aquel entonces Shun solía pasársela pegado a Ikki, pero ellos dos se conocieron en uno de aquellos raros momentos en los que no estaba pegado a la cadera con él. Durante una de las misas de Navidad.


            —Tu hermano suena a una persona muy interesante. Me encantaría conocerlo—le dijo con aquella sonrisa traviesa, pero con el tinte inocente de un niño. Una sonrisa que, a pesar de los años, aun podía ver en su rostro.


            “Me pregunto si aún puede sonreír así.” Su pensamiento se vio interrumpido por Tenma preguntando acerca de una enorme estatua en medio de la ciudad.  


            —Él es Shion, fue el primer rey del país después de la Independencia.


“Esto es de lo más extraño.” Pensó mientras observaba a Tenma quien admiraba el paisaje a su alrededor, “Según entendí al leer los casos de Saori, esto nunca pasa. Aún si una persona pierde sus recuerdos en vida tiende a recuperarlos durante su muerte. Lo más común es que un espíritu bloqueé los recuerdos de su muerte si esta fue muy traumática, pero aun si tomamos eso en cuenta, no se asemeja en nada a la situación de Tenma. ¿Acaso él…?”


            La primera parada en su recorrido por la festiva Nea Atenas fue el parque Benaki de la ciudad, una de las varias áreas verdes protegidas en aquella enorme ciudad industrializada. Los eventos que se llevaban a cabo en el parque eran famosos por la ciudad y por ende, este solía estar abrumado de gente, aun así, Shun pensó que valdría la pena llevar a un espíritu ahí. Las probabilidades de que Tenma tuviera tan siquiera un recuerdo en aquel parque eran muy altas, ya que todos en Nea Atenas habían entrado ahí aunque fuera tan solo una vez en sus vidas.


            El jardín estaba protegido por una enorme cúpula hexagonal transparente que cubría toda la superficie, para prevenir que la contaminación de los alrededores sofocara a las plantas. La cúpula estaba rodeada por barras metálicas de color negro con acentos dorados, rodeada por vendedores ambulantes, quienes estaban teniendo un día muy lucrativo proveyendo a los transeúntes y los tantos esperantes de sustento con comida y bebidas. Aquel día se había creado una fila enorme de gente que querían entrar al parque.


            —Perdón, no pensé que hubiera tanta fila para entrar —se disculpó Shun.


            —No te preocupes, estas cosas pasan. Mejor vamos a otro lado, quiero ver todo lo que puedas mostrarme.


            Hacía mucho que no entraba al parque. La última vez fue dos años antes de su ruptura. Había ido con Seiya, Ikki y Esmeralda para celebrar el compromiso de ellos dos. Era lo malo de haber compartido casi toda tu vida con una persona, el mundo lo conoces porque lo han vivido juntos.


Para Shun, los fantasmas de Nea Atenas no eran solo de personas.


           


—¿Podrías explicarme un poco más de la Independencia? —preguntó Tenma mientras caminaban por una plaza —. Digo, para saber qué están celebrando.


            —Es complicado, pero básicamente se crearon dos bandos, los demócratas y los imperialistas. Los demócratas querían la independencia del Imperio mientras que los imperialistas querían mantenerse bajo la influencia del Imperio. En aquel entonces Grecia era territorio anexado. Al final, después de muchas batallas sangrientas el Imperio se retiró y le concedió su independencia al país. Se le llama Independencia porque muchos en el bando de los imperialistas habían nacido en Grecia, así que realmente fue una pelea entre hermanos.


            —Suena a una tragedia… —murmuró con una expresión distante.


 


Llegaron a la plaza central, donde todo estaba decorado aún más que en las calles. El confeti abundaba por todos lados, la gente agitaba banderas sin cesar, otros tocaban canciones regionales utilizando instrumentos clásicos y como siempre, no faltaban los vendedores de comida quienes cargaban con artículos temáticos para la celebración.


            Miró a Tenma maravillado ante el espectáculo a su alrededor. Los colores, las luces los sonidos, maravillado como si nunca antes lo hubiera visto. Y es que, no podían saber si ese era el caso o no.


            Desafortunadamente[DM1] , el rostro con el cuál expresaba su asombro era el mismo que el de Seiya, haciendo las mismas expresiones que había visto en incontables ocasiones, aquella expresión que amaba ver en su rostro.


            ¿Cuándo fue la última vez que vio esa expresión en su rostro? ¿Aquel año nuevo? ¿Aquella vez que se besaron sobre los tejados? ¿O fue un día antes de…?


            “Esto es más de lo que puedo soportar.” Pensó Shun. “Tengo que salir de aquí.” Miró a todos lados, rodeado por la multitud.


            Tenma inmediatamente notó que algo malo estaba pasando y lo condujo a través de la muchedumbre hasta llegar a un área relativamente aislada, donde solo unas cuantas personas estaban platicando entre ellas.


            —¿Está todo bien Shun? Deberías sentarte por un momento —siguiendo las indicaciones, se sentó en una banca libre cubierta con confeti. —¿Necesitas algo? —preguntó dándole su espacio para que respirara.


            Lo que Tenma no esperaba era que Shun rompiera en llanto.


            —¡¿Qué sucede?! —preguntó espantado —. ¿Dije algo malo?


            —No. No eres tú, es…


            Y fue entonces que Shun le relató su historia con Seiya. Contándole su tiempo juntos, de aquellas personas crueles que se burlaban de él por ser quien era, de la violencia que había presenciado en contra de aquellos como él, cómo Seiya lo protegió en varias ocasiones, la boda, y su ruptura hace dos años.


            —Hice lo correcto… —relató derrotado —…hice lo que creí mejor para él. Y aún si quisiera recuperarlo no puedo, no después del daño que le hice en aquel entonces. Lo he perdido para siempre.


            Tenma en ese momento miró a Shun con una expresión que no pudo descifrar. Al cabo de unos momentos, pareció componerse.


—Suena a que fue muy duro para ti —Shun asintió.


—Anda, regresemos. —dijo Shun levantándose —No quiero hablar más de él. ¿Está bien?


            —Entiendo.


            —Regresemos entonces. 


 


***


 


—¿Saori? ¿Como la hija del alcalde? —preguntó Seiya con la boca llena.


            —… Sí, comparten nombre —mintió sorbando su café.


            —¿Así que estas ayudando a fantasmitas a irse con diosito? —preguntó Seiya causando que Tenma se riera.


            —Sí, para irse con diosito —contestó un poco molesto.


            —¿Pero por qué hiciste un autómata con mi cara? —preguntó haciendo muecas.


            —¡No hice un autómata con tu cara! —reclamó —. Cuando un fantasma poseé al autómata este toma la apariencia que tenía en vida. No esperaba encontrar a tu hermano gemelo frente a mi cara. ¡Es más! Pensé que eras tú hasta que…


            —¿Hasta qué…?


            —Hasta que te marqué en medio de la noche y me contestaste tú…


            —Oh… No recuerdo eso —susurró apenado.


            —Es normal, te desperté a mitad de la noche, no sonabas muy despierto.


            —Sí, suena como yo.


            —Y bueno, Saori está ocupada estos días así que no tuve opción más que intentar arreglármelas solo.


            —¿Por eso lo llevaste a la Plaza Síntagma?


            —Sí, ¿cómo sabes eso?


            —Te vi mientras tenía una cita… Pensé que tú también estabas en una.


            Por un momento Shun se quedó sin palabras, como si estuviera molesto, para sorpresa de Seiya —No saldría con alguien que se parece tanto a ti.


            —Wow, gracias —contestó con el mismo tacto que justo le habían mostrado.


—¡Como sea! Eso es lo que sucedió —concluyó Shun con su relato —. ¿Algo más que necesites saber? —preguntó sin dignarse a mirar a su ex, algo que a él le molestó profundamente.


            —Bueno, dejame ver si entendí bien —contestó de mal humor gracias al delicioso desayuno que le traía demasiados recuerdos —: cuando terminamos te uniste a un grupo de cazafantasmas y has traído a este eidolon que se apareció en tu casa por Nea Atenas para ayudarlo a cruzar al otro mundo, y la razón por la cual tiene mi cara es porque tienes una foto mía en algún lado que él vió y dijo “oh mira, ese es mi rostro” y así es como adoptó forma al entrar en un cuerpo que tú hiciste justo para estas cosas.


            —Exactamente —dijo Shun con continuo desinterés el cuál solo lo molestaba aún más.


            —Y tú nombre es Tenma y no recuerdas absolutamente nada de tu pasado, lo cual es muy extraño y no te trajo recuerdo alguno el estar en la plaza durante la celebración de la Independencia.


            —... ¿Sí?


Seiya se le quedó viendo al autómata. Era una mirada que Shun conocía muy bien, era aquella expresión de “eso es demasiada información”. Como cuando le explicaba a detalle cómo funcionaba algún invento suyo.


            Fue entonces que sonó el teléfono y Shun aprovechó la oportunidad para tomarse un momentáneo pero necesario descanso de la situación. Lo último que quería era tener a Seiya frente a sí, pero aquí estaba, enterándose de lo que había hecho los últimos años.


            Y dejándolo solo para que Tenma lidiara con él.


            —No le digas, pero eso es demasiada información —susurró una vez que Shun se fue.


            —Estoy de acuerdo —sonrió Tenma apenadamente.


—Si, ¿bueno?


Shun, perdón por hablarte —era Seika del otro lado del teléfono —. Estoy preocupada por Seiya y no sé a quién más hablarle —su tono de voz era gélido y distante, un aspecto que nunca antes había presenciado de ella. Entendible, aquel trato lo tenía bien merecido.


—¿Pasó algo? —preguntó evitando mirar a la cocina.


Escuché que se peleó ayer en la noche y nunca regresó a casa. Nunca he estado sin saber nada de él, así que lo he estado buscando. No sé a quién más preguntarle, pero de casualidad… tú… ¿no lo has visto?


—Sí, está aquí —le confirmó.


… ¿de verdad? —preguntó con un tinte de resignación.


—Sí, y está en buenas condiciones. Nada de heridas o golpes fuertes, puedes estar tranquila.


Gracias por decirme. ¿Puedes pasarle el teléfono? Saldré tarde a este paso.


—Shun, ¿quién es?


—Seika está preguntando por ti —dijo pasándole el teléfono.


—¿Hermana?


—¿Estás bien? ¿Te pasó algo anoche? Como no regresaste y Jabu preguntó por ti me preocupe que te hubiera podido pasar algo.


—Estoy bien, terminé en casa de Shun —hubo silencio del otro lado de la línea por unos momentos.


            —Ya veo.


            —Una cosa más Seika.


            —¿Qué sucede?


           —¿Podrías traerme un cambio de ropa? Tengo que ayudar a Shun con algo.




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