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Una sombra entre nosotros... por Kitana

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Notas del fanfic:

Los personajes de Saint Seiya pertenecen a Masami Kurumada, su autor, y yo solo se los he tomado prestados un ratito para fines lúdicos.

Notas del capitulo: Toy estrenando historia a ver que les parece.
 

Es media noche y no he logrado dormir ni un poco, detesto pasarme las noches esperando que él venga, esperando a que se decida a hacer su aparición en casa lleno de mal humor y reproches. No entiendo, de verdad que no lo comprendo, ¿cómo es posible que en vez de mejorar las cosas solo puedan ir peor? Me revuelvo en la cama sin lograr apartar de mi pensamiento la idea de que seguramente está en esa vieja y olvidada casa bebiendo y recordándolo a él, a ese a quien le recuerdo y que no ha podido sacarse de la mente y del corazón. Me limpió las lágrimas traicioneras que se niegan a permanecer en mis ojos. Clavo el rostro en la almohada que apenas huele a él. Y eso es porque mi esposo apenas duerme un par de noches a mi lado... desearía poder entender, poder pensar en una buena razón para justificar su conducta. Quizá no sería tan malo que el me dijera claramente que no me ama, que se sentara en esa silla donde siempre se sienta a contemplar con enfermizo cuidado la fotografía de mi tío muerto y me dijera claramente lo que ha pensado cada día de nuestro matrimonio, que no soy sino un pálido reflejo de mi tío Camus. Desde que descubrí lo que hubo entre ellos me odie a mi mismo por ser tan parecido a él.

El amanecer me sorprende despierto de nuevo... Debí saber que él no vendría a casa, ayer menos que cualquier otro día. Ayer se cumplieron nueve años de la muerte de Camus en ese absurdo accidente... un hombre como él muerto de una forma tan absurda. Un absurdo asalto que su débil corazón no pudo resistir. Camus murió y se llevó consigo a la muerte a su hijo no nato. Conocí a Hyoga en el funeral de mi tío. Me dijo que habían sido compañeros en la universidad. Lo que no me dijo fue que él y Camus habían sido amantes y que el hijo que mi tío esperaba antes de morir no era de su esposo Milo sino suyo.

Han dado ya las siete, hora de comenzar la rutina del día. Me levanto de la cama pensando en las mil y una tareas domésticas que me esperan. No sé porque me sigo preocupando por esas cosas, debería seguir el ejemplo de mi vecino Shaka y contratar a alguien que me ayudara con todos los menesteres de la casa. Pero si no tuviera eso y a mi hijo... si no tuviera eso ya me habría vuelto loco en esta casa en la que me siento simplemente como un mueble más del que mi esposo dispone a su antojo.

Salgo de mi habitación y me dirijo al cuarto de mi pequeño. Darien ya está despierto pero aprieta sus ojitos para fingir que duerme, mi niño, es tan tierno.

- Buenos días pequeño dormilón, ¿listo para tu primer día de escuela? -le pregunto, mi pequeño salta de entre las cobijas para abrazarme y llenarme de besos.

-¡Buenos días mami¡

- Vamos cariño, debes bañarte y prepararte, tienes que ir muy guapo hoy, es tu primer día en la nueva escuela, ¿estamos felices?

- Sí mami, ¿Qué vamos a desayunar?

- Ummm no sé, ¿qué tal cereal y un poquito de leche?

-Si mami, el cereal de los gatitos por favor.

-Esta bien, pero solo porque ya eres un niño grande que hoy va a comenzar la primaría. - mi niño me sonríe, es tan hermoso... y se parece tanto a su padre. Hyoga... como siempre se perderá el gran día de nuestro hijo. Así como se perdió su primer paso, su primera palabra... y todo porque sigue pensando en un muerto. Para desgracia de mi niño, él nació justo un día antes del aniversario de la muerte de Camus, no comprendo como es que ni siquiera nuestro pequeño sol ha sido razón suficiente como para que se olvide de Camus. Mi niño ya ni siquiera pregunta por él, a sus seis años comprende más cosas de las que yo quisiera, como el hecho de que para su padre no somos importantes.

He terminado de preparar a Darien para la escuela, el me mira sonriendo mientras su cachorro se deshace en muestras de afecto por él. Se lo di como regalo de cumpleaños, sé que Hyoga no me dirá nada porque ni siquiera ha reparado en la existencia del animalito, pasa tan poco tiempo con nosotros que no es de extrañarse. El teléfono está sonando. Me levanto de la mesa para contestar.

- ¿Hola? - dice una voz al otro lado del teléfono.

- Hola, ¿Quién habla?

- Ah hola Shun, ¿está Hyoga por ahí? - es Shiryu, el socio de mi esposo.

-No... él... él salió muy temprano. - digo intentando no ser descubierto en mi mentira.

-Ah ya veo... supongo que debe estar por llegar entonces, ¿cómo están Darien y tú?

-Bien, gracias por preguntar.

- Sí no me equivoco hoy es su primer día en la primaria, ¿cierto? Según recuerdo es de la misma edad de Marie, mi nena también comienza hoy la primaria, Sunrei está más emocionada que la niña, deberías verla.

- Entiendo, es un día importante para ellos. - murmuro intentando ocultar lo mal que me hace sentir que mejor él se haya acordado del gran día de mi niño y no su padre.

- Supongo que te veré en la escuela, porque si lo inscribiste en el colegio Japonés, ¿verdad?

- No, yo inscribí a Darien en el mismo colegio donde estudié yo. Esta matriculado en el Colegio del Sagrado Corazón.

- Ah ya veo, ¿qué dijo Hyoga?

-Nada, él dijo que lo inscribiera donde a mi me pareciera mejor, así que me decidí por el Sagrado Corazón.

-Comprendo, bien Shun, ha sido un placer hablar contigo. Por cierto, pronto será cumpleaños de Sunrei, sería un placer que nos acompañaran a cenar, te lo digo a ti porque conozco a Hyoga, siempre será un despistado.

-Gracias por la invitación. - Shiryu se despide tan amable como siempre y yo cuelgo la bocina. Darien me mira con esos ojos azules idénticos a los de su padre. Mi pequeño jamás debe saber lo que me está sucediendo, así que me escondo detrás de mi sonrisa falsa y me acerco a él. - ¿Listo para la escuela cariño?

-Listo mami, ¿te vas a quedar solito mientras yo no estoy?

-No precioso, recuerda que Snow se queda conmigo, él y yo nos vamos a divertir mientras tú estás en la escuela.

-Que bueno que tenemos a Snow mami, tú siempre estás solito porque papá nunca está en la casa. - dice mi niño, me abraza y sus manitas acarician mi cabeza.- No te preocupes mami, cuando yo sea grande te voy a cuidar mucho y ya no vas a estar solito.

- Yo sé que tú siempre me vas a cuidar, y yo a ti precioso, ahora vámonos porque no quiero que llegues tarde.

-Si mami. - tomo la manita de mi hijo y juntos salimos del departamento con Snow revoloteando a nuestros pies, es terrible darte cuenta de que tu única compañía es la mascota de tu hijo. Hago subir a Darien a la camioneta no sin antes tomarle una fotografía con Snow en sus brazos, adora al cachorro. Mi niño se ve precioso con su uniforme del colegio, no puedo dejar de pensar que es muy parecido a Hyoga. Es tan rubio como él, tiene los ojos azules y esa misma mirada pensativa que tiene mi esposo.

Hemos llegado al colegio, estoy seguro de que me encontraré muchas caras conocidas, muchos de mis compañeros del colegio tienen a sus hijos estudiando aquí. Darien me dirige una de sus sonrisas más hermosas, le tomó otra fotografía, mi pequeño sonríe y me dice adiós con la mano desde la puerta del colegio, lo veo entrar sonriendo, siento ganas de llorar, es tan pequeño y pronto crecerá y se dará cuenta de lo que en realidad esta sucediendo entre su padre y yo. Siempre me negué a aceptar que la única razón por la que Hyoga me había propuesto matrimonio era el inminente nacimiento de Darien, de no haber quedado embarazado seguramente él y yo jamás nos habríamos casado. Ya no tiene caso engañarme, él jamás sintió nada por mí... supongo que tal vez pronto llegará el momento en que por fin nos separemos. Eso sería, probablemente, lo mejor...

- ¿Shun? - dice alguien sacándome de mis pensamientos, volteo a mirar de quien se trata, no puedo evitar sonreír al reconocer a Milo, el viudo de mi tío Camus. -¡Vaya sorpresa! - dice y se acerca a mí, siempre ha sido una de esas personas que llaman la atención en donde quiera que se para y esta vez no es la excepción. Milo es un hombre muy atractivo, es rubio, muy alto, posee un cuerpo atlético que se ocupa en mantener en forma dedicando buena parte de su tiempo a ello. Pero sin duda lo que más llama la atención de él son esos enormes ojos de un límpido azul oscuro. - Tanto tiempo sin verte Shuny.

-Es cierto... - Milo me sonríe y se acerca a abrazarme, Milo es así, poco dado a ocultar su emoción. Recuerdo que él era mi tío favorito, es muy joven, apenas rebasa los treinta años. Yo tenía 15 años cuando él y Camus se casaron, y pronto Milo se convirtió en mi tío favorito, aun por encima de Camus. En ese momento nadie se imaginó que su felicidad les duraría menos de un año. Camus murió año y medio después de su boda con Milo, estaba embarazado de cuatro meses, su débil corazón no resistió la impresión de un asalto del que él y un amigo suyo fueron víctimas y murió dejando a Milo sumido en una terrible depresión. Supongo que habría sido peor si él hubiera sabido de la infidelidad de su esposo.

- ¡Demonios! Si que has cambiado Shunny.- me dice y sonríe. Las miradas de muchos de los padres se clavan en él, es tremendamente masculino y apuesto, de eso no cabe duda.

- De verdad que esto es algo inesperado. ¿Qué haces aquí?

- Pues no mucho... ya sabes asuntos de familia. - dice señalando a un niño pequeño, debe tener la misma edad que Darien, se parece mucho a Milo, tiene el mismo color de ojos que él, solo que tiene el cabello negro.

- ¿Es tu hijo? - le pregunto sin poder reprimir mi curiosidad.

- No... él es mi sobrino.- dice con cierta tristeza.

- ¿Es hijo de Shaina?

- No, no, es hijo de mis incestuosos y dementes primos, Saga y Kanon, hubieran venido ellos mismo pero algo se presentó y como me encontraba en la ciudad, pues fui nombrado la nana oficial de este chico, es un buen muchacho pero... no sé esto de tratar con niños me trae recuerdos no muy buenos, tú sabes.- dice en voz baja para que el niño no le escuche. - De haber podido me habría negado, a buena hora se le ocurre a Kanon parir, en fin así son estas cosas, ¿no crees?

- Si, todo es tan inesperado.

- Espérame un momento, haré que mi sobrino te conozca, después de todo tu también eres mi sobrino.- dice Milo con una sonrisa. Definitivamente nunca volverá a ser el de antes... la muerte de Camus le afectó más de lo que todos creímos. Lo amaba demasiado. - Ven aquí Leo, ven acércate. - el pequeño le obedece y se aproxima un poco nervioso.- Míralo nada más, siendo así de tímido nadie se imaginaria que es hijo de Kanon, a mi primo jamás le para la boca, si lo hubieras escuchado cuando le comenzaron las contracciones, si tía Helena hubiera estado presente juro por Zeus que le hubiera obligado a hacerse un enjuague bucal con cloro.- dice Milo muy divertido. - Bien, Shunny, este es Leónidas, el hijo de Kanon y Saga, pero todos lo llamamos Leo, ¿verdad pequeño? - el niño solo asiente muy sonrojado.

- Hola Leo, ¿sabes? yo tengo un hijito de tu edad, se llama Darien, quizá estén en la misma clase.- el pequeño me sonríe tímidamente.

- Anda Leo, entra de una vez que no quiero que te dejen fuera, Kanon me mataría, siempre ha dicho que soy demasiado irresponsable y no quiero darle más motivos. - dice Milo, despeina un poco a Leo y luego lo acompaña a la puerta. Poco después regresa junto a mí. - Rayos... eso de ser padre sustituto me ha puesto los nervios de punta... ¿te importaría acompañarme a tomar un café? Ni siquiera tuve tiempo de desayunar, a esos dos deberían prohibirles tener más hijos, ¿es que no les basta con los tres que ya tienen? - dice mientras busca algo en sus bolsillos. - ¿Sabes de algún lugar donde podamos platicar?

- Si, a unas calles de aquí hay un café muy cómodo y agradable.

-Pues no se diga más, vamos. - me sonríe y nos dirigimos caminando al café, Milo no deja de llamar la atención. Llegamos y tomamos una de las mesas que están en la calle para que Snow pueda estar con nosotros sin molestar a nadie. - ¿Te molesta que fume? Estoy completamente histérico, llevo 24 horas sin café y sin tabaco, eso es sencillamente inmoral. - dice y sin proponérselo me ha arrancado una sonrisa.- Tienes que ponerme al corriente de lo que ha pasado contigo, no nos hemos visto en años, creo que la última vez fue cuando te casaste con ese ruso... ¿Hyoga?

- Si, Hyoga. Pues no hay mucho que contar... dejé la escuela cuando nació Darien, me he dedicado a cuidarlo desde entonces.

- No me digas que no terminaste la universidad. - niego con la cabeza. Milo solo me mira. - Eso no es bueno, ¿sabes? Creo que tu talento se desperdició. Te diré que me decepcionas, tú eras el que mejores posibilidades tenía de hacer algo bueno con su vida, pero si es tu decisión convertirte en esposo de tiempo completo... es completamente respetable. - dice Milo.- No sé si yo podría hacer algo semejante por alguien... soy demasiado egoísta.

- No lo eres, eres un buen hombre.

- No, no lo soy. Solo soy un tipo que quiere ser feliz pero no ha descubierto como hacerlo, eso es todo.

- Cambiemos de tema, mi vida es aburrida. Mejor cuéntame tú, ¿qué has hecho en estos siete años? Te desapareciste.

-Es cierto. Me desaparecí a propósito, es la verdad. No tenía ánimos de enfrentar la realidad, ni siquiera ahora.

- Fue muy difícil para ti perderlo.

- Si que lo fue. Pero el tiempo ha pasado y yo no he olvidado. Me niego a olvidarlo a él, a nuestro bebé, me niego a deshacerme de todo lo que sentí por él. Me odié mucho tiempo a mí mismo por no estar presente ese día, por no haber podido hacer nada para salvarle la vida a él y a nuestro hijito...

- Tú no tienes la culpa Milo.

- Eso lo sé, pero aún así no dejo de sentirme mal. Nuestra vida pudo ser tan hermosa...

- Deja de pensar en el pasado.

- Supongo que es lo mejor que podría hacer, después de nueve años es absurdo seguir pensando en alguien que está muerto por más que nos hayamos amado. - dice y le da un golpe a su cigarrillo. - Y dime, ¿ese Hyoga te trata bien?

- Sí, él es un buen esposo.

- Permíteme diferir. Si fuera un buen esposo habría estado junto a ti en el primer día de clases de tu hijo.

- Él hace lo que puede...

- Él hace lo que mejor le acomoda según sé. - dice y sus ojos azules escudriñan mi rostro. - No te sorprendas, Kanon es una de las personas mejor informadas de esta condenada ciudad. Y él me ha dicho cosas, cosas que espero no sean ciertas... pero sí lo fueran, te diré que estoy contigo para lo que sea, te ayudaré en todo lo que me sea posible.

- ¿Qué estás tratando de decirme Milo?

- Tú sabes... hay rumores...y espero sinceramente que no sean ciertos, tú no te mereces algo así.

- Habla claro porque me estás asustando.

- Supongo que en algún momento tendrás que saberlo... y aunque no quisiera ser yo quien te lo diga, creo que tendré que hacerlo, detesto ser portador de malas noticias. - dice apagando su cigarrillo. - ¿Me dejas cargar a tu cachorro? Los perros me tranquilizan.

- Está bien, tómalo. - le digo permitiendo que saque a Snow de su bolsa. El cachorro le lame el rostro.

- Siempre quise uno de estos seres peludos, solo que en casa no había mucho espacio.

- Milo deja de evadirme y dime lo que pasa.

- Está bien, no me presiones, ¿de acuerdo? Kanon me dijo que tu esposo tiene una aventura.- Milo ha pronunciado la última frase con una velocidad impresionante. - Deja de mirarme de esa forma, no pienso repetirlo ¿de acuerdo? Esta no era la forma en que quería que volviéramos a encontrarnos ¿sabes? Vaya comienzo. - me quedo helado sin poder responder, sin poder reaccionar... ¿desde cuando Hyoga estará viendo a otro?

 

 

Notas finales: Bueno como verán este va a estar medio traumático, así que si tienen sugerencias, haganmelo saber. Bye¡¡¡ Por cierto, dedicado a mi amiga Crawling butterfly, my dear friend, gracias a ti he descubierto las bondades de Shunny, un besote y un abrazo amiga, bye¡¡¡

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