Observó la puesta de sol con una sonrisa en sus labios.
Hasta hacía algún tiempo jamás se le había ocurrido la posibilidad de que una puesta de sol resultara tan hermosa.
Vio como los colores del astro rey se iban tornando distintos y ahogó un suspiro interno en el pecho ante espectáculo de tamaña belleza.
¿Por qué resultaba tan irresistible observar una puesta de sol?
La razón se encontraba a su lado, con los ojos azul cielo fijados en el sol y una sonrisa zorruna en su mejilla.
El rostro del muchacho se tornaba en las más extrañas muecas cada vez que el sol cambiaba de un tono naranja a uno más rojizo.
Cualquiera que viera a Naruto observar fijamente el sol de esa manera pensaría que era la primera vez que sus ojos se encontraban con esa belleza, pero no era así. Simplemente el kitsune seguía siendo tan inocente como cuando era un Genin recién salido de la academia.
A pesar de que hacía cinco años que era el Hokage de Konoha y el líder supremo de las vidas de quienes vivían en ella.
¿Cuántas puestas de sol habían observado juntos?
Kakashi no lo sabía con certeza, un total de 365 días durante cinco años era una cantidad extraordinaria y para cualquier otro habría perdido el encanto que suponía ver el majestuoso sol acostándose levemente en la cima de la montaña, pero no para él.
Kakashi amaba cada puesta de sol aún más que la del día anterior porque cada una significaba un día más que había pasado al lado de Naruto siendo su todo: su amor, su amigo, su amante, su esperanza, su sueño, su maestro, su universo.
Sonrió de forma imperceptible, pero su hermoso acompañante vio la sonrisa en sus labios y no pudo resistir la tentación de besar esa boca que era del todo suya.
Kakashi recibió el beso de Naruto y su corazón latió apresurado de la felicidad, ese pequeño revoltoso se había apañado muy bien para convertirse en la razón de la existencia de Kakashi.
Cada día a su lado era más feliz que el anterior y las penas pasadas, las guerras, las muertes y el olvido habían pasado a mejor vida desde que ese rayo de luz había entrado en su vida para devolverle la esperanza.
En un ágil movimiento el peliplateado se colocó sobre su hermoso marido y robó un beso cargado de necesidad, de urgencia, de amor y de cariño.
Sentía tantas cosas en su pecho que no tenía una idea de cómo poder demostrárselas todas a su esposo.
Unas risas se oyeron a su espalda y los dos se giraron para encontrar las miradas de sus dos hijos pequeños.
- ¡Papá Naruto! ¡Papá Kakashi! - Llamó la menor, Kiseki. Que había heredado de Naruto los expresivos ojos azules y de Kakashi el cabello plateado.
Kakashi aún se asombraba cada vez que veía a sus hijos, no se creía que siendo como eran los dos hombres hubieran nacido esos tesoros. Y eso que Tsunade le había explicado por lo menos doscientas veces que se debía a la presencia del Kyubi en el interior de Naruto.
- ¿Ocurre algo, tesoro? - Preguntó Naruto y se giró hacia su hija.
- ¿Por qué vosotros siempre venís a mirar la puesta de sol? - Preguntó curiosa.
- Ver cómo el sol se acuesta nos recuerda que ha pasado un día más y que tenemos un nuevo día por el que agradecer a Kami-sama. - Aclaró Naruto y la pequeña Kiseki fue hacia él para acomodarse en su pecho y observar la puesta de sol con su papá.
- ¿De verdad? - Preguntó Maho a su padre peliplateado.
- Sí. - Kakashi sonrió a su hijo mayor y le acarició las hebras doradas. Porque Maho había heredado el hermoso cabello rubio de Naruto y sus ojos, uno de ellos incluso tenía el Sharingan.
Maho caminó hacia Kakashi y se recostó en su pecho.
- Desde hoy vendré todos los días a dar gracias a Kami-sama por mi familia. - Habló el niño y se abrazó fuerte contra el cuerpo de su padre Kakashi.
Los dos adultos observaron el sol hasta que chocó contra la cima de la montaña, en sus brazos aún seguían sus hijos que habían quedado dormidos al sentirse protegidos y amados por sus papás.
- ¿Eres feliz? - Preguntó Naruto a Kakashi.
- Ni todas las estrellas del cielo juntas podrían compararse con la felicidad que siento al estar a tu lado, amor mío.
¿Tú eres feliz?
- No lo suficiente. - Contestó el rubio y el ninja copia se puso pálido ante esa confesión. - Hoy soy más feliz que ayer, pero estoy seguro que seré menos feliz que mañana.
Si tú estás a mi lado mi felicidad irá aumentando hasta que ni siquiera el infinito pueda compararse con la dicha que siento porque estés a mi lado.
- Te amo. - Dijo Kakashi y besó la boca de su marido con verdadero ardor.
- Yo te amo más. - Contestó el Kitsune y tomó la mano de su esposo. - ¿Volvemos a casa?
- Sí, tenemos que bañar y dar la cena a los niños. - Contestó Kakashi.
Naruto y Kakashi caminaron con sus manos agarradas, sujetando entre sus brazos a los frutos de su amor.
Todo el mundo saludaba feliz al Hokage y su esposo.
Otra puesta de sol, gracias Kami-sama por haberme hecho tantos generosos regalos. Un marido, dos hijos y el saber que amo y soy correspondido. Pensó el ninja copia.