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Caballería por Dark_Yuki_Chan

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CABALLERÍA


La música, o el sonido destemplado, o el ruido armonioso, comenzó sin que supiera cómo. (Sí lo sabía, ella había apretado “play”). Cerré los ojos y los volví a abrir, y los cerré y los abrí, y los dejé cerrados por fin. (Aunque después, a veces, los abría a hurtadillas). Al principio no quería moverme, me quedé parada allí, pensando en que no pensaba bailar. Claro está que no lo hice. Me moví, y él se apoderó de mí, y ya no hubo ni música enlatada, ni lluvia en el patio, ni clase de teatro…

Había entrenado duramente durante toda su juventud, esforzándose al máximo para llegar a ser fuerte. Se arrodilló con fervor y juró de todo corazón cuando su señor le armó caballero.
Tras eso partió de viaje, solo, sin más compañía que su nueva espada, cuya hoja brillaba incólume bajo la luz de las estrellas. Sin embargo, la pureza se perdió pronto, en cuanto la guerra se extendió a sus pies: Tuvo que aprender a luchar. Y luchó sangrientamente contra sus enemigos, y venció, y mató, y siguió vagando. Y cada vez que encontraba a alguno de los soldados enemigos, sus espada brillaba de sangre escarlata y en sus ojos ardían dos brasas. Y los soldados lo enfrentaban, con valentía unos, mojando sus pantalones otros, pero inexorablemente caían bajo el filo de su espada.
Y sucedió un día que, peleando, acabó a todo un escuadrón él solo, sin que nadie le prestase ayuda. Y era su filosofía no dejarse vencer ni chantajear, por lo cual asesinaba siempre a todos los que fueran entre sus enemigos. Pero en esta ocasión ocurrió que, cuando pensaba que ya todos yacían muertos, divisó una figura frágil y asustada, un muchacho escondido al amparo de ciertos arbustos, que sostenía temblando una espada mellada entre sus manos. A la vista saltaba que el chico no era guerrero, sino que sólo escudero de alguno o caballerizo. Y cuando el caballero quiso degollarlo, fijó la mirada en sus ojos agrandados por el miedo, y se sintió enternecido. Y cuando quiso matarlo, adivinó el cuerpo delgado que cubrían las gastadas ropas, y se sintió seducido. Y cuando quiso matarlo, vislumbró un atisbo de su alma joven a través de sus ojos, sus cabellos, sus labios, y se sintió enamorado. Y aconteció entonces que, por primera vez en toda su vida, apartó la espada y la envainó frente a un vivo, y le ordenó levantarse y acompañarlo. El muchacho, temblando todo, obedeció y siguió al caballero, sin atreverse a hablar.
Entonces el caballero viajó, recorrió otros muchos de los caminos del mundo, pero esta vez no iba solo, sino que llevaba consigo al muchacho. En el primer pueblo que hallaron, se decidió a despacharlo. Le dijo que había cumplido bien su cautiverio, y que ahora podía irse y vivir entre las gentes. Pero el chico se arrojó de rodillas a sus pies, y suplicó con lágrimas en los ojos que le permitiera acompañarlo. Y el caballero, con el corazón henchido de alegría, llevó al joven consigo, y juntos viajaron muchas leguas, y hablaron y rieron, y lloraron y guardaron silencio. Y por las mañanas el caballero lo entrenaba en la lucha, y por las noches lo amaba con pasión. Y el muchacho se embriagaba en amor y devoción, aprendía rápidamente todo lo que su señor quisiera enseñarle, ya fuese como capitán o como amante.
Y ahora el caballero tenía una razón para luchar, que lo hacía más implacable y mortal. Pero también se había vuelto más piadoso, pues el muchacho le pedía que perdonara la vida de algunos, recordándole que gracias a aquella misericordia era que podían recorrer juntos el tiempo y los caminos.
Y cierta mañana el caballero miró a su muchacho mientras se bañaba en el río, y lo vio tan fuerte y bueno y hermoso, que supo enseguida lo que debía hacer. Lo llamó, lo hizo arrodillarse frente a él aún desnudo y mojado, y lo armó caballero. Y luego lo poseyó allí mismo, cerrando el ritual con la magia que sólo ambos conocían. Y durmieron piel contra piel todo el día, y al levantarse aquella noche comenzaron a andar juntos, unidos los labios y las espadas. Y cada vez mataron menos, y cada vez se amaron más…

Dark Yuki-Chan
1:30 AM. 5 de Septiembre del 2004

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