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Días febriles por ines_kaiba_wheeler

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Notas del fanfic:

DISCLAIMER: Prince of Tennis no me pertenece, no gano más que satisfacción personal escribiendo esta historia.

 

EN ESTADO DE EDICIÓN

Notas del capitulo:

EDITADO 24/07/11---Esta historia está siendo editada capítulo a capítulo, que no os sorprenda leer capítulos muy extensos y de repente encontraros con un salto hacia atrás en la forma de narrar.

A día 24/07/11 el capítulo 1 está completamente revisado y editado. He quitado cosas y las he añadido. Aparte, lo he narrado de una mejor manera, que era el fallo principal de esta historia.

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Nada que objetar, mi segundo fic en Prince of Tennis(no me olvidé del otro, es que aún lo estoy puliendo).

Atte. Inés.

Disfrutad.

P.D: Incluyo:

AkuTaka como pareja principal. FujiTezu como secundaria.

Esta historia continúa en Flor de Primavera.

Capítulo 1 - De cómo empieza todo y cómo parece acabar.

 

Era la mañana de dieciséis de noviembre, un sábado como otro, igual de aburrido y pesado. Cualquiera que mirase hacia el cielo se daría cuenta de la espesura de las nubes que vagaban sin rumbo por encima de los altos rascacielos. Sin lugar a dudas, poco tardaría en empezar a llover y no tenía pinta de que fuese a escampar pronto. Ese mal tiempo se mantendría durante un par de días más.

Al factor lluvia se le sumaban también las bajas temperaturas. No había nadie en las calles que no llevase puesto el abrigo. La bufanda, el gorro y los guantes eran todavía opcionales. Hacía frío pero no de manera extrema.

Encogido y tranquilo, un joven adolescente caminaba bajo los soportales de los edificios siendo consciente en todo momento de que podría ponerse a llover sin previo aviso. Sus padres le habían encargado que fuese a la farmacia y por suerte no quedaba mucho para que llegase. Al parecer, su hermana había pescado un buen resfriado y el médico le había recetado un par de medicamentos contra la fiebre y el malestar. Como buen hermano mayor no pudo negarse a ir a la farmacia por sus padres, ambos trabajando en ese momento.

A lo lejos pudo distinguir el emblema de la farmacia, justo en el mismo momento en el que un par de gotas le cayeron en la cara. Como tampoco quería resfriarse él también, decidió echar una carrerita para evitar mojarse, esquivando un par de señoras con sus respectivos paraguas. Justo cuando puso un pie delante de la puerta de la farmacia, tomando aliento tras la carrera, una joven salía de dentro sin prestar mucha atención al exterior.

Como consecuencia, ambos chocaron sin remedio, aunque por suerte no hubo que lamentar desgracias mayores. Avergonzado, no pudo hacer otra cosa que hacer una inclinación y disculparse con ella.

--Lo lamento muchísimo. --Mentalmente no hizo otra cosa que patearse por no haberse fijado en la mujer, podía haberle hecho daño.

--Sí, sí, tranquilo, --por su parte, también se encontraba avergonzada. Si hubiese prestado más atención a la puerta en vez de a su cartera, quizá se hubiesen evitado el golpe. --También lo siento.

--Ha sido culpa mía...--Al incorporarse se fijo en la cara de la joven. Una cara que conocía bastante bien y desde hacía demasiados años.

-- ¿Takashi-kun? --Preguntó ella, llevándose una mano a la boca a modo de sorpresa.

--Yuuki-chan, --le sonrió abiertamente. No recordaba la última vez que se habían visto, pero no había sido recientemente.

Si no le fallaba la memoria, su último encuentro había sido el mes pasado, unos días antes de Halloween. La había invitado tanto a ella como a su hijo a una pequeña fiesta de disfraces que montarían en el restaurante. Recordaba su curiosidad al respecto, siempre había pensado que su familia era demasiado tradicional como para adecuarse a una fiesta tan foránea como esa. A él también le había parecido curioso, pero las ventas son las ventas y con una fiesta de ese tipo, los clientes entrarían encantados.

Cerró sus ojos al recordar ciertas cosas que pasaron en esa fiesta. Cosas que ni fueron muy agradables ni quería traer a su mente de nuevo. Al menos no por completo.

--Hace tiempo que no te veía, --concluyó Yuuki sin dejar de mostrar esa mirada de preocupación que la acompañaba siempre. -- ¿Todo bien? --Añadió al ver lo pálido y callado que se había quedado de repente.

Despertando de su ensoñación, Takashi negó con la cabeza, todavía sonriendo. Más le valía no darle pie a que siguiese preguntando.

--Todo bien, --se fijó en que una señora quería salir y ellos seguían bloqueando la entrada. --Será mejor que nos apartemos, --se fueron hacia un lado de la farmacia tras haber pedido disculpas a la mujer. -- ¿Qué te trae aquí? --No pudo evitar fijarse en la pequeña bolsa que tenía en la mano. Una visita a la farmacia no solía ser signo de buena salud en la mayoría de los casos.

--Oh, no es nada, --al ver hacia dónde se dirigía la mirada de Takashi, recordó que todavía no había guardado los medicamentos en su bolso. Aprovechó para hacerlo ahora que tenía tiempo. --Jin está enfermo, --comentó de pasada, escondiendo su cabeza en su pecho para poder mirar hacia el interior del bolso con mayor facilidad.

Cuando volvió a levantar la mirada para encararle de nuevo, pudo apreciar la preocupación en su cara. No era algo que le extrañase. Desde hacía un par de meses, él y su hijo habían acortado esa distancia que el tiempo había creado entre ellos. Si bien cuando eran pequeños no eran los mejores amigos del mundo, ni siquiera amigos, sí se relacionaban más que desde su reencuentro. Por suerte, parecía que ese nuevo acercamiento entre ellos había hecho mella en su niño. De algún modo u otro.

--Pero no es nada de lo que preocuparse, --añadió con una sonrisa. --Un resfriado que se empieza a descontrolar. Lleva una semana sin ir a clase y por nada del mundo quiere que me apiade de él, --sería preocupante si se diese el caso contrario. --Aunque me parece raro que no salga de casa para hacer gamberradas. --Le dirigió a Takashi una mirada pícara que acompañó con una sonrisa. --Al parecer desde que habéis vuelto a tener más contacto se le han calmado las ansias de destruir todo a su paso.

Con este comentario, a Takashi se le saltaron los colores. Para evitar que el tema siguiese, decidió cambiar la dirección que estaba tomando la conversación. No era que le desagradase pero...

--Debe ser época de resfriados entonces, --murmuró tras aclararse la garganta. Bajó su mirada hacia sus manos, manos que antes se encontraban frías por la temperatura de fuera y ahora sus palmas no paraban de sudar. --Mi hermana también está malita, por eso estoy aquí.

Sabiendo lo mucho que Takashi quiere a su hermana, no pudo hacer otra cosa que animarlo con unas palmaditas en su brazo.

--Dale un abrazo de mi parte.

--Lo haré.

Con esto, el ambiente se volvió levemente frío entre ambos. Un silencio roto por el sonido de la máquina registradora le recordó a Takashi que todavía tenía que hacer el recado que le habían mandado. Excusándose con Yuuki, se dirigió hacia el mostrador. Por suerte no había mucha gente por lo que la espera fue más corta de lo esperado.

Tras haber pagado se giró hacia la puerta, viendo a Yuuki en el mismo sitio donde la había dejado. Le extrañó verla todavía allí por lo que se le acercó de nuevo.

--Es que vi que no tenías paraguas y está lloviendo, --levantó con una mano el suyo, dando por entendido que lo acompañaría hasta casa quisiese él o no.

--Gracias, no tenías porqué, --al ser más alto que ella, fue él el que cogió el paraguas y ella quien se agarró de su brazo. Tenía más sentido que si fuese al contrario, sería incómodo para ambos, además, debía ser caballeroso. -- ¿Y qué tal todo?

En un mes podían cambiar tantas cosas que sabía que la distancia entre la farmacia y su casa no era suficiente como para ponerse al día. Pero un poco era mejor que nada y a decir verdad, la echaba de menos. Yuuki era como una madre para él, una segunda madre, o como una hermana mayor. Alguien a quien quería mucho y que no soportaría perder. No como una novia, como insinuaron en su día sus compañeros de equipo. Su mejor amiga, eso es.

--Pues bastante bien, a decir verdad, --observó con curiosidad la cara de gente que pasaban en dirección contraria y que se sonrojaba al verles. Ya estaba acostumbrada a que confundiesen a Takashi con su pareja, el muchacho aparentaba más edad de la que realmente tenía y a ella le sucedía el efecto contrario, demasiado joven para su verdadera edad. --Me han dado un par de días libres en el trabajo.

-- ¿Por estas fechas? --Preguntó extrañado.

Trabajando como trabajaba en un café, le parecía más que inusual que le concediesen días libres. Si el restaurante estaba a rebosar de clientela, era de suponer que las cafeterías sufrirían del mismo destino. Este no era sino un signo más de que el invierno ya estaba a las puertas, con todo lo que eso implicaba.

--Mi jefe es muy generoso, --respondió mientras se encogía de hombros. --Tenía pensado ir a visitar a mis padres pero no quiero dejar a Jin solo. Aún menos estando enfermo.

Como madre ni siquiera se lo planteaba. Nunca había abandonado a su hijo, ni en los peores momentos. Si la situación no mejoraba y ella no estaba cerca para obligarle a ir a un hospital, jamás se lo perdonaría.

--Si quieres podría pasarme por tu casa a vigilarlo de vez en cuando, --no era por tiempo libre. Con la excusa de la lluvia, no le apetecía ir a entrenar, además de que ya no era obligatorio para los de tercer año ir a los entrenamientos matutinos. No tendría problemas de ir si era por una buena causa. --Sabes que no me costaría nada.

--No puedo abusar así de ti. Seguro que tienes mejores cosas que hacer que cuidar de mi hijo, --aunque tratase de impedirlo, cuando a Takashi se le metía algo en la cabeza era imposible hacerle entrar en razón para que hiciese lo contrario. En eso se parecía mucho a Jin.

--A decir verdad, no, --se suponía que tenía que estar estudiando pero cualquiera excusa era buena para no hacerlo. La lluvia seguía siendo excusa, no le gustaba el invierno. --Así que no insistas. Cuando te vayas me pasaré por tu casa y me encargaré de él.

--Takashi-kun, eres un encanto, de verdad que sí, --sus palabras volvieron a traer el color a su cara. --Parece que ya hemos llegado, --la pintoresca decoración que había fuera del restaurante les dio la bienvenida.

--Gracias por traerme, --le pasó el paraguas para evitar que se mojase y dio un par de pasos rápidos hacia el pequeño toldo bajo la puerta.

--Gracias a ti, --dijo ella mientras se despedía de él y se encaminaba hacia su casa.

Teniendo la seguridad de que Jin quedaba en buenas manos, lo mejor sería que se diese prisa en hacer las maletas. Recordaba que había trenes cada hora, con un poco de suerte podría llegar al próximo.

Dio una última mirada por encima del hombro hacia el restaurante. A veces ese muchacho podía ser increíblemente obvio. Preocuparse por Jin sólo por un resfriado e incomodarse al hablar de él sólo podía significar una cosa. A Yuuki no le molestaban esos sentimientos hacia su hijo, le alegraban incluso, alguien capaz de quererle a pesar de saber perfectamente como era. Precisamente por esa razón no podía evitar sentirse mal por Takashi. No  había escogido ni al más guapo ni al más bueno. Y tampoco estaba tan segura de que sus sentimientos fuesen correspondidos ni merecidos.

Suspirando, miró al frente y siguió caminando. Poco tardó en llegar al portal de su casa. Buscó con rapidez sus llaves en el bolso, tarea que se dificultaba por la falta de espacio que dejaban las cajas de las medicinas. Una vez las tuvo en la mano se dio prisa para meterse dentro, la lluvia empezaba a ser más fuerte y no le apetecía enfermar ella también.

-- ¡Jin! Ya estoy en casa, --exclamó al entrar por la puerta del piso, paraguas en mano y con la chaqueta y zapatos mojando el felpudo.

No escuchó ningún ruido ante su llegada aunque no le preocupó. Era el trato que recibía normalmente, estando sano o febril. Lo mismo daba. Se deshizo de la chaqueta y del bolso, al igual que del paraguas antes de agacharse para quitarse los zapatos. Antes de marcharse debía quitarse esos calcetines y secarse los pies. No entendía cómo se había mojado tanto.

-- ¿Jin? --Al no verle tirado en el sofá, donde lo había dejado antes de ir a la farmacia, y ver la televisión apagada pero el mando de la consola tirado de cualquier manera, frunció el ceño. Eso ya no era tan normal que ocurriese. Con sus cosas, Jin guardaba cierto respeto.

Como sólo podía estar en otro lugar de la casa, no tardó mucho en dirigirse a su habitación, al final del pasillo. La puerta estaba a medio cerrarse y la luz apagada. Quizá dormía.

Empujó suavemente la puerta para meterse dentro de la habitación. Con la luz que llegaba por el pasillo pudo verle moverse incómodo sobre las sábanas, con un brazo tapando sus ojos y una mueca de dolor.

-- ¿Estás bien? --La pregunta había resultado un tanto estúpida. Por supuesto que no estaba bien, lo sabía desde que enfermó pero no quería forzarle a hacer algo que no quería.

Se acercó a la cama lentamente para no hacer ruido y al llegar a la altura de su cabeza le puso una mano en la frente. Le asombró lo caliente que estaba y la preocupación volvió a saltar a su cuerpo.

-- ¡Estás ardiendo! --El brazo que le tapaba media cara a Jin le dio un golpe al suyo para que dejase de tocarlo.

--Déjame tranquilo, joder, --como toda solución, se dio la vuelta y le dio la espalda, tratando de ignorarla tanto a ella como al dolor palpitante de su cabeza. Dolor que no lo había abandonado desde que se había levantado y estaba empezando a darle ganas de vomitar.

--No puedes seguir así, digas lo que digas. Ahora mismo nos vamos al médico.

Corrió hacia el pasillo para coger su bolso. En la farmacia le habían dado unas pastillas para el dolor de cabeza y otros síntomas del resfriado. Estaba a punto de ir a la cocina a por un vaso de agua cuando vio a su hijo pasar a toda velocidad hacia el baño, sujetándose la boca con una mano. El angustioso sonido de las arcadas hizo que un par de lágrimas atormentasen sus ojos.

--Esto es más que un simple resfriado, Jin, --dijo con un hilo de voz, asomándose por la puerta. Verle arrodillado en el suelo, sujetándose la frente con los ojos cerrados y todavía sin haber recuperado el aire tras echar el desayuno fuera no le gustó en absoluto. --Sabes que tienes que ir al médico-

-- ¡No! --Antes muerto. Aunque por el dolor que sentía, seguramente tardase poco en morir. --No me jodas, --cerró la boca al sentir las nauseas de nuevo, su garganta se contraía y poco tardó en volver a inclinarse hacia la taza del baño.

--Pero Jin...-- ¿Cómo no podía ver que necesitaba ayuda médica? ¿Por qué no quería ir? Sabía que no le gustaban los hospitales, pero eso ya rozaba el absurdo.

La idea de llamar a un médico conocido suyo se le pasó por la cabeza aunque pronto la rechazó. Jamás la perdonaría si se atrevía a hacer algo como eso.

-- ¿No dijiste...que te ibas a casa de los viejos? --Una de las muchas cosas que había dicho esa semana y a las que había tratado de prestar la mínima atención posible. --Pues, ¡lárgate!

Estaba claro que no tenía madera de madre, pensaba mientras se dirigía a su habitación para terminar de preparar las maletas. No tardó mucho en terminar de empaquetar sus cosas, tratando de parar de llorar para que Jin no se enterase. Antes de irse se pasó de nuevo por el baño, donde seguía Jin sentado contra la pared.

--Cuídate, ¿vale? --Todo lo que había luchado para que no se enterase de que había llorado se fue a tomar viento cuando Jin abrió los ojos y la miró.

--Vete de una vez, --dijo con sequedad.

Yuuki no necesitó mucho más para ponerse en camino. Debía pasarse antes por el restaurante para avisar a Takashi. Con un poco de suerte él conseguía manejarlo. Al menos tenía más fuerza de voluntad que ella.

Al entrar por la puerta del restaurante la recibió un cordial saludo por parte del dueño. Al verle la cara supo que algo andaba mal, peor de lo que su hijo ya le había contado.

-- ¿Ha pasado algo con tu hijo, Yuuki? --Por el tono que utilizó, Yuuki supo que Takashi ya había hablado con él al respecto.

--Está peor y no me hace ni caso, --miró alrededor para tratar de localizar a Takashi pero parecía que no estaba trabajando en ese momento. -- ¿Y el tuyo?

--Arriba, --contestó al tiempo que miraba hacia las escaleras que llevaban al hogar de reojo. --Me dijo que iría a cuidar de Jin-kun una vez te fueses, --una afirmación que sabía que le iba a quitar el sueño un par de días.

--Le dije que no hacía falta, pero insistió, --Kawamura asintió, reprimiendo una sonrisa. Eso sonaba a algo que su hijo haría, sin duda. --Takashi-kun...--Le saludó con una sonrisa débil cuando le vio aparecer por las escaleras.

Había ido a la cocina a por un vaso de agua pero cambió de parecer cuando escuchó la voz de Yuuki desde el piso de abajo. Al ver sus ojos rojos frunció el entrecejo levemente. Jin ya la había armado, otra vez. ¿Nunca se cansaba?

--Te vas ya, ¿no? --Miró de reojo hacia las dos maletas que había paradas a su lado. --Iré a ver cómo está. Me aseguraré de llevarle al médico si así lo veo oportuno, no te preocupes, --se acercó a ella y la abrazó. No le gustaba que llorase, que se preocupase o ambas a la vez. --Y no llores, --le susurró al oído antes de besarle el pelo con cariño.

--Está bien, --devolvió el abrazo con fuerza antes de separarse. --Nos veremos cuando vuelva, --ambos Kawamura asintieron y la despidieron con la mano hasta que desapareció, cerrando la puerta tras de sí.

-- ¿Estás seguro, hijo? --Takashi miró a su padre de reojo antes de rodar los ojos con molestia.

--Sí, estoy seguro. Yuuki-chan es mi amiga, necesita ayuda y se la voy a dar, --y su padre lo sabía más que nadie. Lo sabía de primera mano, desde siempre. --Así que relájate, no es como si tuviese fuerza para machacarme en este momento, ¿verdad?

--Takashi, --había enfado en el tono de su padre, pero le restó importancia encogiéndose de hombros.

--Dale una oportunidad. Yo se la he dado, ¿por qué tú no? --Y con esta última pregunta se dirigió hacia el piso de los Akutsu, ignorando la mirada de consternación que le había lanzado su padre cuando le dio la espalda.

Por suerte, todavía tenía la llave que en su día le había dado Yuuki para regarle unas plantas mientras ella se ocupaba de unos asuntos fuera de la ciudad. Esa vez no se había encontrado con Jin, aunque de habérselo encontrado seguramente no tendría esa llave en su poder. Ahora que se paraba a pensarlo, debía esconderla bien antes de entrar en contacto con él. Más vale prevenir que curar, ¿no?

Tras una pequeña carrera para no mojarse mucho llegó al portal. De madera, con una cerradura vieja y que hacía un ruido espantoso al meter la llave y girarla. Aunque peor era el sonido que hacía una vez la abrías. El edificio parecía caerse a pedazos en su parte exterior, pero por dentro estaba bien iluminado, bien conservado e increíblemente moderno. Quizá debía aconsejarle a Yuuki que hablase con el casero para hacer algo al respecto. Y ahora, a subir las escaleras, se dijo antes de empezar a saltarlas de dos en dos peldaños para llegar arriba antes.

Al final tuvo que detenerse a recuperar el aliento perdido. Le pesaba la chaqueta de deporte que llevaba, mejor se la quitaba una vez estuviese dentro. Seguro que tenían la calefacción encendida, o al menos el calor humano habría mantenido a un par de grados más la estancia en comparación con la temperatura de fuera.

Antes de meter la llave en la cerradura se detuvo a contemplarla. Debía comprobar si estaba bien y obligarle a ir al médico si era necesario. Lo hacía por Yuuki, porque era su amiga. No debía tener ninguna otra razón por la cual quería ayudarlo pero...

Sacudió su cabeza con vehemencia. No debía molestarse en pensar en eso. Le había dejado claro que lo que había ocurrido simplemente ocurrió. Sus gestos eran más que suficiente, no necesitaba que le quebrase una fracción para saber que uno más uno eran dos. Aunque le molestase, por él y por él.

Volvió a menear su cabeza, empezaba a desvariar y no estaba ni enfermo. Se llevó la mano que no sostenía la llave a la cabeza mientras la otra procedía a abrir la puerta. Era por Yuuki, debía afrontarlo por ella.

Al asomar su cabeza por la pequeña ranura que había abierto de la puerta vio la proyección de una puerta abierta en la mitad del pasillo. Se aventuró a decir que era allí donde se encontraba el enfermo pero no descartó la posibilidad de que se la hubiese dejado encendida Yuuki al marcharse. A veces no sabía ni cómo se llamaba de lo distraída que llegaba a estar.

Inspira. Expira. Muy bien. Ahora dentro. Sentía sus fuerzas crecer si se apoyaba mentalmente. Deseaba tener una raqueta en la mano aunque no sabía hasta qué punto eran buenos los gritos cerca de Jin Akutsu. De un Jin Akutsu enfermo y que no había salido de casa en una semana. Torció una sonrisa. Mejor sin la raqueta, no cabía duda alguna.

-- ¿Qué cojones se te ha olvidad ya, mujer?

Un escalofrío recorrió los hombros de Takashi y se extendió al resto de su espalda gradualmente al escuchar su voz, grave, raspada y se atrevería a decir que afónica. Llevaba un mes sin escucharle hablar, demasiado tiempo como para no sentirse cohibido por ello. Sin embargo, decidió ignorar el rubor que apareció en sus mejillas al tiempo que se metía en el piso cerrando la puerta tras de sí.

--No soy tu madre, --alzó la voz mientras se quitaba la chaqueta. Estaba ligeramente mojada y no le apetecía tenerla encima. No es que hiciese extremadamente calor dentro del piso, pero podía permitirse el quitársela. --Así que lo siento si la esperabas a ella, --añadió al incorporarse tras haberse quitado las deportivas y se adentraba hacia el pasillo.

Escuchó una especie de tos mezclada con una risa apagada que salía del baño, si no se equivocaba, que era de donde procedía la luz.

--Ni la esperaba a ella ni a ti, Kawamura. Y no digas tan alto que no eres mi madre. Por la manera que tenéis ambos de tocarme las pelotas, te pareces más a ella de lo que crees, --entre otras cualidades que le tocaban tanto o más sus ya mencionadas partes. Al verle aparecer por la puerta, inclinándose hacia el marco para recostarse en él, le giró la cara con todo el desprecio que pudo acumular. --No me jodas y déjame morir en paz, --sentenció.

Takashi retuvo un suspiro producto de la angustia que se le acababa de colar en el pecho al verle. Estaba demacrado, quizá más delgado, con las ojeras marcadas y profundas. Los labios secos, párpados caídos por al aburrimiento y el dolor, con el pelo cubriéndole los ojos y parte de sus mejillas. No era muy distinto a lo que solía encontrarse al mirarle pero en esta ocasión se notaba en la energía que desprendía que estaba sufriendo. Y eso lo hacía sufrir a él también, incluso si no quería. Incluso si se obligaba a no querer.

--Yuuki-chan llegó llorando al restaurante, --murmuró mientras trataba de ignorar la sensación de su pecho y el pasado comentario de Jin.

-- ¡Qué novedad! 

Un pinchazo en la frente le hizo cerrar los ojos con fuerza. No volvería a levantar la voz, aunque el cuerpo se lo pidiese. Se sentía como un trapo mojado, escurrido y tirado contra una pared de granito. Como si tuviese el poder de diez resacas juntas en una sola.

--Es descorazonador verte así. --Tenía que aceptarlo. Dolía verle tan pasota con su propio cuerpo. Ante el dolor. Su fuerza de voluntad le asombraba pero ese pensamiento suicida no terminaba de convencerle.

Nunca lo había hecho.

Jin levantó la mirada; el entrecejo fruncido y el gesto de molestia no se hicieron esperar.

--Pues no mires. Y lárgate, --añadió en un gruñido apagado debido a ese ligero desajuste que tenía en la voz.

--Deberías ir al médico, --insistió en no escuchar sus palabras. Sólo pensaba en Yuuki. Yuuki. Yuuki. Yuuki.

Aunque...

--Mierda, Kawamura, ¿te manda mi madre? --Le desafió con la mirada esperando que le negase algo que ya sabía que era cierto. --Vienes aquí a verme, vigilarme, lo que mierda sea que hagas aquí, ¿por ella? --Estaba escrito en su cara, lo decía su mirada cuando la dirigió hacia el suelo. Lo gritaba su expresión. Yuuki, Yuuki, Yuuki. --Joder. --Siempre Yuuki.

Se lo había planteado muchas veces. Era él quien tenía su misma edad, con el que compartía ciertos gustos y el que mejor podía comprender su angustia vital en ese momento. Pero era ella quien se llevaba su atención, sus buenas palabras, su calidez, su sonrisa. Todo. Para él sólo quedaba su idiotez y cobardía, cualidades demasiado explotadas pero que no necesitaba.

--No quería venir, --también eso lo tenía que aceptar. Sí, no tenía nada mejor que hacer pero no estaba en su lista de prioridades. No después...De aquello. --Este mes...Lo que ocurrió ese día no debería haber sucedido.

Al fin lo había dicho. Tanto tiempo planteándose el olvido como método de aislación a lo que había pasado y acababa de recordarlo con una simple frase. Tan nítido como si fuese el día siguiente, o el mismo día. Como si todavía estuviese ocurriendo.

Notó su cara enrojecer ante el recuerdo. Se avergonzaba de lo que había pasado, o eso creía. Le incomodaba el no saber las razones que habían llevado a eso pero, sobre todo, le dolía la profunda indiferencia con la que había actuado el otro durante todo ese tiempo muerto entre ambos. Ese fatídico mes, fatídico día.

--Sucedió porque tenía que suceder, --Takashi abrió los ojos para mirarle. Si le estaba dando su versión no quería perdérselo. --Si no, no hubiese ocurrido, créeme. --Parecía incómodo y tampoco le estaba mirando, al menos no a los ojos, sí en su dirección.

Aunque quiso esperar por una posible continuación, el ataque de tos que le había dado a Jin le hizo apartar el tema. Por ahora. Quería, no, necesitaba saber la verdad que había tras...Todo. Necesitaba saberlo todo. Incluso lo que no quería saber ni escuchar. Pero ahora tenía asuntos más importantes que tratar y el primero era levantarle del suelo. No creía aconsejable estar descalzo sobre la fría baldosa tampoco.

--Por última vez, lárgate, --consiguió decir cuando estuvo seguro de que su pecho no se partiría en dos y su cabeza seguía sobre sus hombros y entera.

--Si es por última vez, no quiero volver a oírlo entonces, --tenía que ponerse serio. Si Jin no lo era en ese momento, porque estaba enfermo, febril o lo que fuese, tendría que serlo él. --Deberías volver a la cama, te prepararé un té para la garganta, --y no debía olvidarse de las pastillas que había comprado Yuuki debían estar en algún lugar de la casa. -- ¿Necesitas ayuda?

--Cállate ya, --había asumido que no se libraría de Takashi tan fácilmente. No era su madre, después de todo. Las similitudes eran varias pero las diferencias marcaban un punto y aparte entre ambos.

Inútilmente trató de levantarse por sí solo. Ya no podía más. Ahora no sólo era la cabeza, sino la garganta, el pecho, el estómago y el cuerpo en general. Estaba seguro de que si se tiraba por la ventana, estando sano, no estaría tan jodido como en ese momento. Harto de ver aquella estampa, Takashi se agachó a su lado y apoyó su mano izquierda en su espalda.

Jin tan sólo le miró de reojo. No dijo nada. Tampoco hacía falta. Con un movimiento despreocupado, Takashi retiró un par de mechones del pelo que le cubría la cara con su otra mano. Ambos se perdieron durante unos segundos en los ojos del que tenían enfrente, impasibles, con la mente en blanco.

Cuando Takashi colocó su mano bajo la de Jin para servirle de apoyo y de fuerza externa para levantarse, recibió un apretón fuerte de parte del otro. Antes de que se diese cuenta, ambos estaban de pie, Jin todavía sin estabilidad propia pero mientras estuviese ahí para aguantar de él todo estaría bien.

--Tu habitación era...al fondo del pasillo, --se recordaba Takashi en un murmullo callado.

Nunca había entrado en ella, quizá por eso la ubicaba bien. Conocía el resto de la casa, pero la habitación de Jin era como un templo sagrado. Sólo se permitía la entrada a aquellas personas que él dejaba y no cualquiera tenía ese privilegio. Dada la situación tampoco le iba a preguntar si podía pasar. La respuesta sería una mala contestación, otra más que añadir al bote.

Quiso apagar la luz del baño pero el interruptor se encontraba en el lado contrario al suyo. Para su propia sorpresa, Jin alzó su mano y lo presionó con pasotismo. Por alguna razón que no entendió, Takashi consideró este pequeño gesto tierno. Siendo sincero no se lo esperaba, no era un acto que podías esperar de Jin Akutsu. Pero ser un salvaje y ser consciente de la factura que llegaba a fin de mes eran materias totalmente distintas.

Con la luz apagada sólo había oscuridad a su alrededor. Fue entonces cuando se fijó en el tenue rayo de luz que salía por debajo de la puerta cerrada al fondo del pasillo. Allí se dirigían, tan sólo debía tener cuidado de no chocar con nada ni tropezar con Jin en el trayecto.

La puerta estaba cerrada, pudo comprobarlo con certeza al llegar junto a ella, así que dirigió su mano hacia el pomo, quedando encima de la de Jin.

-- ¿Crees que no puedo abrir una simple puerta? --En vez de contestar tan sólo ayudó a girar el picaporte para poder entrar y que se acostase de una vez.

De haber sabido que le esperaba una leonera en su más viva estampa, quizá hubiese dejado la puerta tal cual, cerrada. Quiso suponer que la habitación estaba hecha un desastre porque él estaba enfermo y Yuuki no podía limpiarla si Jin estaba dentro. Quiso suponerlo pero la indiferencia de Jin le hacía pensar lo contrario.

Rodó los ojos y lo acompañó hasta el borde de la cama. Fue en el momento en el que quiso ir a la cocina a poner un poco de agua a hervir para hacerle el té, que se dio cuenta de que todavía estaban agarrados por la mano. Jin, ya sentado, miraba fijamente ambas manos como si fuesen a deshacerse en cualquier momento, al mínimo movimiento.

--Recuéstate, --Takashi necesitaba su mano con él en ese momento, así que lo soltó y esperó a que Jin le soltase a él. --Y plantéate reconstruir, este sitio. Algún día, --añadió por lo bajini al verse suelto, encaminándose ya hacia el pasillo de nuevo.

Siguiéndolo con la mirada hasta que lo perdió de vista por culpa del marco de la puerta, Jin se dejó caer por completo en la cama. No se sentía mejor tras haber vomitado, pero era un alivio el poder acostarse sin sentir nauseas ni arcadas. Se sentía tan bien que incluso podía quedarse dormido.

Sí, absolutamente dormido. Así se lo encontró Takashi cuando volvió minutos más tarde con una taza de té entre manos y el posavasos que se había traído entre un par de dedos. No pudo evitar sonreír al ver la cara de paz que tenía en ese momento. Como si no hubiese roto un plato en toda su vida. Si no lo conociese y si no supiese que había roto la vajilla entera, eso sería lo que pensaría al verle tan tranquilo.

Todavía con la sonrisa en la boca, volvió a la cocina. Pondría agua en la tetera de nuevo para calentarla una vez se despertase. No quería, bajo ningún concepto, despertarlo. Al menos podría disfrutar de esa taza de té sin más compañía que el reloj de la cocina y su continuo tic-tac.

Cuando terminó de lavar la taza que había utilizado escuchó a Jin toser. Antes de ir hasta su habitación puso el agua a hervir de nuevo, le hacía falta tomar algo caliente para esa garganta y quizá también fuese bien para su malestar general, el de estómago al menos. Se lo encontró tal y como lo había dejado sólo que despierto.

-- ¿Qué tal te encuentras? --Seguía teniendo muy mala cara a pesar de tener mejor color. Parpadeó confuso al verle las mejillas sonrojadas. ¿Tendría fiebre?

--Por qué sigues aquí, me pregunto, --le observó de soslayo mientras se acercaba y se arrodillaba cerca de su cabeza. Quiso preguntarle qué iba a hacer pero cuando sintió su mano en su frente lo supo. --No me toques, --espantó su mano con un golpe, tal y como había hecho horas antes con su madre. --Lárgate, --si no entendían que quería estar solo, tendría que enseñárselo por las malas.

-- ¿Tanto te molesto?

No pudo evitar preguntarlo. La duda le venía acosando y atormentando desde hacía tiempo. Desde la fiesta de Halloween, que fue la última vez que se vieron formalmente. Después tan sólo se encontraban en la calle y todo eran miradas esquivas por ambas partes.

-- ¿Tan insoportable es mi compañía? ¿Mi preocupación? --Desvió la mirada con un gesto de molestia y vergüenza. No quería sonar tan recriminatorio. Además, tampoco le importaba la falta de interés que tenía ahora en su persona. Para nada.

--Está bien, quédate si es lo que quieres. Si tanto te apetece contagiarte con lo que sea que tengo, no seré yo quien te frene, --murmuró un par de insultos contra Takashi pero este no le prestaba atención.

¿Qué significaba eso, que trataba de protegerle? ¿A él y a Yuuki? ¿Por eso insistía tanto en que no se acercasen a él? Dirigió de nuevo su mirada hacia él con curiosidad. Si eso era cierto, entonces no les echaba por no aguantarlos, sino porque se preocupaba por ambos. Se preocupaba por él.

-- ¿A qué viene esa sonrisa, payaso? --Takashi negó suavemente con la cabeza, devolviendo a su cara un gesto de preocupación.

--Tienes fiebre y eso no es bueno, --en el tiempo que había estado dormido se había molestado en buscar las medicinas. Ahora que las tenía ubicadas sólo tenía que encontrar la manera de hacérselas tomar.

-- ¿En serio? --La ironía no era algo que Takashi soportase a menudo. A veces ni siquiera la entendía, aunque este no fue el caso.

Antes de que ninguno dijese nada, se escuchó la tetera pitar desde la cocina. El agua ya hervía, lo que significaba que el té estaba casi listo. Un par de minutos más tarde, Takashi aparecía de nuevo por la puerta de la habitación con el posavasos, el té y la caja de pastillas para bajar la fiebre en el bolsillo de su pantalón.

Dejó el té sobre el posavasos en la mesilla de noche y lo ayudó a incorporarse antes de pasarle la taza. Vio cómo Jin observaba con cautela el té antes de levantar su mirada hacia él.

-- ¿Tiene azúcar?

--Dos cucharadas y media, --afirmó. No se permitió sonreír hasta que vio el leve asentimiento que dio el otro muchacho. Todavía lo recordaba y lo recordaba bien, ya era algo a su favor.

Tras el primer trago Jin volvió a dejar la taza sobre la mesilla sin dejar de mirarle en ningún momento. Ante esto, Takashi desvió la mirada, cohibido. No se sentía muy cómodo con esa situación.

--Entonces estás dispuesto a morir conmigo, ¿no? --Ni siquiera esperó por una contestación. Tan pronto Takashi giró su cabeza hacia él, se inclinó lo suficiente como para besarle en la boca.

Aunque corto, este beso fue suficiente como para que Takashi se sintiese avergonzado y eufórico al mismo tiempo. Sus intestinos parecían estar estrangulando su estómago y pulmones. Su corazón latió por dos durante unos segundos antes de volver a su pulso.

-- ¿Por...qué? --Fue lo único que logró decir. Su cabeza no paraba de revivir ese beso, así como tantas otras cosas que ya habían pasado y que había recordado no hacía mucho ese mismo día.

--Te lo dije antes, ¿o no? Las cosas ocurren porque tienen que ocurrir, --se fue hacia la cabecera de la cama para sentarse contra la almohada y estar más cómodo para tomarse el té. --Tampoco sé porqué no iba a hacerlo. Después de lo que hicimos el otro día, un beso no debería pillarte por sorpresa.

Takashi asintió aunque no supo porqué. Quiso decirle que tenía razones para que el beso le tocase la fibra sensible. Había pasado un mes desde el último que le había dado, mes en el que si se encontraban por la calle se ignoraban mutuamente. Pero tenía razón, después de lo hecho, un beso no era tanta cosa.

Jin por su parte, recordó las preguntas de Takashi mientras saboreaba nuevamente aquel líquido bendito que le estaba devolviendo al mundo de los vivos.

--Así que estás preocupado por mí, --viendo el sitio libre que había dejado Jin en la cama, Takashi se levantó del suelo y se sentó en el colchón de modo que quedasen ambos frente a frente. -- ¿No viniste porque te mandó mi madre?

--A decir verdad le estoy haciendo un favor a Yuuki-chan al estar aquí ahora, --podría mentirle pero le habían enseñado que eso estaba mal. Además de que en la situación en la que se encontraba tampoco podía mentirle, no sabía y Jin lo cazaría al instante. Lo que haría que se enfadase sin remedio con él. --Pero cuando me dijo que estabas enfermo sí, me preocupé. --Juntó sus manos en su regazo y las miró con dedicación. --Podría decirse que en cierto modo quería comprobar por mí mismo cuán enfermo estabas, --bastante más de lo que Yuuki le dio a entender en un principio.

--Creía que ya pasabas de mí, --murmuró contra el borde de la taza, dejando que el vapor le diese en la cara. Takashi parpadeó confundido al escucharle.

--Yo creí que eras tú el que me ignoraba, --esa era la sensación que le daba a él. Aunque nunca se paró a pensar si estaba dando esa misma expresión al otro.

--Te di espacio para que le dieses un par de vueltas a la cabeza, como siempre haces. Al parecer no fue una de mis mejores ideas, --Takashi quiso darle la razón pero se fijó en el poco té que quedaba ya en la taza.

--Oye, ¿te importaría tomarte una de estas? --Sacó la caja que tenía en el bolsillo y se la puso a Jin delante, quien la observó con recelo, guardándose las ganas de insultarlo o de echarlo a patadas de la cama. --Leí el prospecto y con una es posible que te baje la fiebre y el dolor de cabeza. Algo es mejor que nada, --añadió con una sonrisa que no convenció a Jin. --Por favor, sólo una. A lo mejor termina de matarte, --Jin enarcó una ceja y sonrió divertido.

-- ¿Oh? ¿Quieres verme muerto? --Volvió a dejar la taza y se deslizó hacia Takashi, quien no se movió ni giró la cabeza. Simplemente se dejó besar una vez más. Este beso no fue más que una distracción para quitarle la caja de las manos. --Sólo una, Kawamura. Y como me mate a ver cómo se lo explicas a la vieja, --sin molestarse en coger el té para tomarse la pastilla, se la metió en la boca y se la tragó de una. La tos no se hizo de esperar y Takashi suspiró, aliviado y fatigado al mismo tiempo.

--Entonces todo este tiempo...--Dejó que Jin se imaginase el resto de la frase mientras se terminaba el té de un solo trago.

--Sí. Ya sé que no soy del tipo que te dirá que te quiere mientras te abraza, pero tampoco soy un cabrón sin sentimientos. Tampoco te diré cursiladas ni cambiaré mi forma de ser o de tratarte, --se pasó una mano por el pelo de manera distraída, dejando de tener contacto visual con Takashi. --Ahí lo dejo caer, es decisión tuya.

Lo primero que se le ocurrió hacer a Takashi fue reír. Llevaba un mes rompiéndose la cabeza, preocupado por lo que había pasado y lo que había dejado de pasar sólo porque se creía abandonado. Dejando a un lado los continuos rumores que escuchaba de los affaire que Jin tenía con otra gente, chicos y chicas. La situación era graciosa sin lugar a dudas.

--No lo sé, --dijo al fin. --Yo...Es que será muy raro, ¿sabes? Tampoco nos conocemos tanto, meternos de lleno en algo puede que no sea la mejor solución, --aunque no lo sabrían si no lo intentaban y Takashi no era una de esas personas que dejaba por imposible algo antes de probar por todos los medios que, efectivamente, no se podía conseguir.

--Yo te conozco bastante bien, Kawamura, --la sonrisa que tenía Jin en ese momento sólo podía considerarse como malvada. --Es más, sé donde tienes una marca de nacimiento que está bastante escondida.

--Sabes bien a lo que me refiero, --era obvio que en cuestiones físicas sí se conocían, más después de lo ocurrido. En otros aspectos todavía eran completos extraños.

--Será difícil, eso es innegable. Imagino que también tendrá su lado bueno. Divertido también será, --soltó una carcajada, --por razones obvias, --Takashi se sonrojó por lo que eso implicaba. --Y cabe la posibilidad de que acabemos odiándonos-

--También de lo contrario, --interrumpió el moreno, bajando la mirada para así intentar suavizar mejor el tono de sus mejillas. --Sé que las relaciones a esta edad son complicadas y siendo dos chicos pues peor me lo pones, --se frotó la nuca con una mano antes de levantar la mirada. --Pero que no se diga que no lo intentamos, ¿no? Además, quiero demostrarle a Fuji que no es el único que tiene novio.

--Saca a relucir esa bravura que tienes tan guardada entonces, Kawamura, --tomándoselo como un reto, Takashi se inclinó hacia él y lo besó, sintiéndose por primera vez en mucho tiempo feliz. Aunque mejor era prevenir. -- ¿A dónde te crees que vas? --Le preguntó Jin al verle levantarse.

--A por más té y a pedir algo para comer, ¿no tienes hambre? --Ahora que lo mencionaba, sí tenía hambre. Después de haber vomitado hasta la primera papilla, estaba claro que tenía que volver a llenar el estómago. El caso era saber con qué, aunque le apetecían unas buenas hamburguesas en ese momento. -- ¿Te gustaría algo en especial?

--Me gustaría tenerte desnudo aquí a mi lado, --palmeó el colchón mientras le dirigía una mirada pícara. Takashi simplemente rodó los ojos pero se sonrojó sin poder evitar lo contrario. --Pero una hamburguesa completa no me hará daño.

-- ¿Seguro? No quiero escucharte, ni verte, vomitar, --no serviría de nada comer algo para echarlo de nuevo.

--Ya me siento mucho mejor--y era cierto. --Una pena, ¿eh? Esa pastilla no me ha matado.

--Todavía, --puntualizó Takashi, sonriendo de nuevo mientras sacaba su móvil del bolsillo. -- ¿Te importa que me vaya a casa para come una vez traigan el pedido?

--Tengo pensado ponerme a dormir tan pronto acabe de comer, --eso le sirvió a Takashi como respuesta. Asintiendo al escuchar el primer tono del otro lado de la línea le pasó el teléfono a Jin mientras él se iba a por más té.

Escuchó cómo pedía mientras servía dos tazas, una para cada uno. Al volver a la habitación, cogió su móvil de nuevo no sin antes haberle pasado su taza a Jin.

Se mantuvieron un par de minutos en silencio, disfrutando de la tranquilidad del momento hasta que Jin habló.

-- ¿Y con quién dices que está Fuji? --No era que tuviese curiosidad aunque...

--Con Tezuka.

--Qué perfectos, ¿no? --Y tan obvios, como esa otra pareja dorada del Seigaku, sí.

--La gente suele decirlo, aunque los que estamos más cerca de ellos no logramos ver esa perfección, --dio un sorbo antes de añadir. --Discuten bastante.

--Escuché decir una vez que la base de cualquier relación son las discusiones.

--Supongo, --a decir verdad, sus padres también discutían. Quizá no era una idea tan descabellada.

--Entonces...--La voz de Jin le sacó de la profundidad de sus pensamientos.

-- ¿Entonces qué?

-- ¿Cuándo le declaramos la guerra a esos dos?

 

Notas finales:

EDITADO 24/07/11---Espero que con estos cambios, el capítulo haya ganado tanto visualmente como en la narración, la trama y los personajes.

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¿Gustó? ¿No gustó?

Se aceptan críticas, alabanzas(xD), petición de próximo capítulo, ¡e incluso reviews!

¿Qué todo lo anterior ya era para pedir reviews? ... Era por si no lo habías pillado.

xD

Atte. Inés.


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