Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Beber de tu Sangre por KiriharaLain

[Reviews - 4]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

AkutsuxSengoku

Quieran a esta pareja

Notas del capitulo: Edit y el poema es de Cristina Perirossi.
Polvo de oro en tus manos fue mi melancolía sobre tus manos largas desparramé mi vida; mis dulzuras quedaron a tus manos prendidas; ahora soy un ánfora de perfumes vacía.

Subía a la azotea. En el camino se encontró con Taichi y sus compañeros que bajaban corriendo las escaleras, sus risas lo aturdieron. Sengoku preguntó la gracia.

—Nada, Sengoku-sempai, es sólo que...

—Akutsu-sempai está con una chica y...—dijo uno de los niños, mientras los demás reían.

—Y... luego ¿qué es lo gracioso?—preguntó Sengoku irritado.

—Es que él...—intentó decir Dan pero sus amigos con las carcajadas no ayudaban. Se desesperó, apartó a los niños y decidió subir.

—Espera Sengoku-sempai, no subas—llamó en vano Dan.

Despacio abrió la puerta. Escuchó gemidos, por la rendija de la puerta se asomó y vió Akutsu tener sexo con su ex novia. Pasmado, observó sin poder reaccionar. Dan lo llamó dos pisos abajo, reaccionó. Se escondió tras la puerta y notó a un salvaje Jin profanando violentamente a la chica. La cual estaba amoratada de las piernas y brazos... golpes quizá. Dan volvió a llamar.

—Maldito traidor…—susurró.

—Sengoku-sempai, será mejor que nos vayamos—el menor insistió muchas veces hasta que decidió marcharse.

Deconcertado bajó las escaleras. Dan lo tomó del antebrazo conduciendolo hasta su salón. Las ideas frescas giraban en su mente. Su chica con esa bestia. Pero... había algo en esas escenas. No era Mika quien le interesaba en ese momento. Sino Jin. Nunca vió esa pasión en su rostro, en nadie. La furia de sus ojos, la adrenalina con la que azotaba el frágil cuerpo de la joven. Sus músculos, su fuerza y esa potencia con la que penetró a la joven. Ni el mismo había logrado que ella gimiera de esa manera. Era envidia reprimida.

—Sengoku-sempai… lo lamento, yo no quería que vieses eso. Cuando subiste las escaleras pense que alguien te dijo lo que pasaba y ellos…—Dan se avergonzó, si sus amigos no actuaran como mocosos de prescolar, burlandose como idiotas, Sengoku ignoraría todo.

—No te preocupes Dan-kun-dijo alegre Sengoku, encongió los hombros—ellos dos ya son adultos.

—No dire nada yo…

—Ve a clase, nos vemos más tarde en el entrenamiento.

Alborotó el cabello del pequeño y regresó al salón antes que llegara el profesor. Seguía con la mirada perdida. Sus compañeros mirarón extrañados. En las clases consecutivas perdio el hilo, desinteresado todo a su alrededor.

En los vestidores el hambiente erá el mismo. Muchachos burlandose de otros, risas, recuerdos, comentarios al aire; cuando apareció Sengoku, callaron.

—…Llegas tarde— reprendió Minami con tono dulce.

—¡Que cara luky! Vete a casa—dijo Nitobe burlandose como de costumbre.

—No tengo muchas ganas de entrenar—comentó Sengoku sin ganas.

—Si, estás deprimido, lo sé pero... no por eso tu mundo se va a terminar, no es la única mujer—Minami trataba de animarlo.

—No, no entenderías, es que...

—Sobre que Akutsu y ella…—inesperadamente Touji se

adelantó—toda la escuela lo sabe.

—Que vergüenza—observo Masami indiferente al tema.

—¡Akutsu!—exclamó Sengoku, como si olvidara algo.

—Esos temas deberían quedar fuera del club. Se pierde concentración. Por esa razón nadie sale con chicas—afirmó Masami con tono serío.

—Que aburrido, por eso dicen que somos gays—despues de oír a Kita decir aquello, rierón.

Sengoku clavó su mirada en la puerta del casillero que una vez fue de Akutsu. El entrenamiento fue pesimo en un sentido.

La noche paso casi en vela de no ser por la radio que lo llevó a la cama. Confundido, ¿ver a su novia con Akutsu o que Akutsu estuvera con su ex? No sentía ganas de partirle la cara a aquel traidor, además no era su estilo. Ella y él terminarón dias atrás. Y si fue por Akutsu le daba igual. Su relación duro poco y fue divertido, los últimos días era monotono.

¿Qué es lo que tenía?, ¿qué pasaba? Había miedo en sus actitudes, cada vez que alguien se acercaba terminaba dando un brinco o a la defensiva. Miedo de que Jin se enterará que lo vio, quizá lo golpearía. Que más daba, aveces discutian por tonterias. Se trata de un ser incomprendido.

En el descanso por curiosidad e inercia, volvió a subir a la azotea. La puerta estaba cerrada. Imaginó a Jin con Mika. Sintió rabia y comenzó a patear la puerta. Gritaba desesperado: “Abrete maldita sea! Sé que estás hay”. Al tercer golpe se abrió. Observó una silueta recostada sobre el suelo. De ella emanaba humo de cigarrillo. Jin Akutsu estaba hay. Se giró levemente para mirar quien había entrado. Al instante se azotó la puerta con un fuerte viento. Akutsu se levantó tranquilo, con pesadez en sus movimientos.

—¡Ah! Creo que ya es costumbre, primero ella y ahora tú...

Sengoku imaginó de que hablaba. ¿Realmente quería saber? Giró sobré sus talones en dirección a la puerta. No tenía la intención de hablar con él o lo que fuera a decirle. Nunca han sido amigos, pero tampoco enemigos. No estaba obligado a darle una explicación.

—¿Vienes a preguntar lo de aquella zorra...? no tenemos nada.

Sengoku se detuvó a una distancia prudente. Le daba la espalda, esucharía por cortesía y curiosidad.

—Ella me dijo que habían terminado... yo sólo quería sexo. ¿Te diste cuenta ayer no?— Sengoku le dio la cara. Jin regresó al suelo con el mismo modo natural—no pasa nada, ya somos adultos. No, jugamos a serlo. De cualquier manera nos entrenan como a los cachorros. No significa nada. ¿Qué pasa? Estas molesto… si te hace feliz, ven y dame un golpe. Estoy aburrido así que no tengo ganas de pelear.

No le tuvo miedo. Nunca le puso mayor importancia que no fuera deportivamente. Banji les dijo que era muy agresivo y solitario. Que no había nada que lo divirtiera; su mundo era tan aburrido. ¿Qué debía hacer? Jin se levantó y quedo frente a Sengoku.

—¿Te duele? ¿La querias? Era una perra, mereces una mujer distinta, algo como una muñeca de aparador...

Jin sacudió su pantalon, iba marcharse al no obtener alguna respuesta. Sengoku gritó palabras mordaces sin pensar, dejó que sus sentimientos volvieran a dominarlo. Sí, le dolió el asunto de la traición, pero más no entender que le pasaba. No odiaba a Jin. Sentía celos de ambos, los quería a los dos.

—¡Malditos traidores!—exclamó con nostalgia.

—¿Traidores? ¿te traicione?—preguntó Jin confuso. Sengoku no contestó—no somos amigos, nada… yo no la busque, ella apareció, dijo algo sobre odiar las rutinas y… ¡No tengo que darte explicaciones a ti! Mocoso. No es mi culpa que no madurez, otro día tienes mejor suerte con las mujeres—Jin caminó rumbo a la puerta, pasando de Sengoku como si no existiera.

—Ese es el punto. Te importa poco lo que la gente haga a tu alrededor y haces lo que quieres. Ya sé que no somos amigos… ¡Pudiste respetar mi existencia!—Akutsu lo ignoró, giró la manija de la puerta- ¡detente hay! No he temrinado. ¡Se honesto Akutsu! ¿qué conseguiste?, ¿la deseabas o me odias? Maldito perdedor…-surruó finalmente. Aquelló lo hizo sentirse mejor. El miedo desapareció.

Akutsu tiró el tabaco y fue contra Sengoku, le dió un puñetazo en la cara que lo envió al suelo. Su uniforme blanco comenzó a tornarse rojo; la sangre caía descontrolada de la nariz. Intentó levantarse, pero de una patada en el estomago, Jin lo regresó. Sengoku empezó a toser, como pudo se contrajo de dolor.

—Te dije que no estaba de humor ni para pelear. Y dije la verdad, sino estas satisfecho, preguntale a ella.

—¿Tambien la trataste así? Acostumbras golpear a la gente que te dice la verdad. ¿Qué hizo ella para que la…?—no terminó la frase, Jin le dió un puntapie en le rostro. Enseguida dos golpes más, en las piernas, el estomago. Sengoku se retorció mientras cubría su rostro. Akutsu lo tomó de los cabellos narajas y dió dos golpes en el rostro. Ya no había manera de detenerlo.

—¿Esto es lo que buscabas? Pelearte conmigo por una cualquiera… No pense que defendieras tanto a las mujeres pese a su reputación—Sengoku no respondió, limpió la sangre de su boca y nariz, intentó levantarse cuando Jin se alejó.

—Pendejo—lo ofendió Sengoku. ¿Ya no pensaba con claridad o los golpes le atrofiaron el cerebro? Jin curvó sus labios en una sonrisa siniestra. Se dirigió a la puerta para cerciorar el candado. En ese lapso de tiempo, Sengoku logró incorporarse dispuesto a enfrentarlo. ¿Qué le estaba pasando?

—Nunca te he tenido miedo—retó intentando sostenerse en pie porque su estomago dolía y la hemorragia nasal no paraba—y ya empeze a tomar clases de box.

Jin rió fuerte, sus carcajada era acida y opaca. Sengoku sonrió de la misma manera. Lo esperaba. Jin corrió hacia él, lo tomó de cuello. Lo miró a los ojos.

—Box…enseñame. ¡Vámos!—aquello comenzaba a tener tintes entretenidos para Jin—si ganas me hincare frente a atodos y te pedire una disculpa por lo que paso con la puta esa… Si yo gano, me pides perdon y...-Jin cerró sus labios por un momento, Sengoku lo interrumpió.

—Me parece bien… Aumento la apuesta—desafió con valor—me haces lo que quieras

—¿Te estás drogando?—preguntó Jin con sorpresa—deja de ingerir drogas experimentales.

—Es enserio Akutsu…

Sengoku temblaba. Su mente no comprendía todavía la palabra que había dicho. Jin lo azotó al suelo, colocándose sobré él. El timbre de la escuela sonó.

—Vamos a divertirnos un rato—después de eso, un grupo de golpes cayó sobre Sengoku. Dejó su rostro inchado. Quience minutos más entre patadas, puños en la espalda, golpes en el rostro. Su uniforme fue desgarrado por unas manos toscas y desesperadas.

—¿Qué haces?—Sengoku se asustó—no has ganado

—Yo creo que si… no tienes fuerzas. ¡Te sienta bien el rojo de tu sangre, combina con tu de cabello!—Jin se burlaba al terminar de arrancar el pantalón de Kiyosumi.

Sengoku entre el adormecimiento de sus musculos por el daño ocacionado, intentó apartar a Jin que estaba sobre su cuerpo, el peso era un desafio. Moverlo o gritar era opcional. Aunque quisiera regresar a la lucha, estaba perdido. Jin ganó.

—¿Qué haces?—volvió a preguntar cuando vió volar su ropa interior. Jin no contestó. Era logico adivinar. Sengoku exclamó frases altisonantes que provocaron risas en Jin.

Mientras lamía el rostro de Sengoku con restos de sangre, éste intentó liberarse de su apresor. Jin lo descubrió y tomó ambos brazos que aprisionó con una sola mano.

—Alguien vendrá...—logró susurrar Sengoku.

—Nadie, esta cerrada la puerta...—río fríamente.

—Como broma es suficiente Akutsu… —¿Tienes miedo? ¿No es esto lo que querías acaso?

Sengoku no respondió. Miedo y duda, miedo y panico, miedo y curiosidad. Es lo que llevó a retar a Jin y provocarlo. El resultado no era el que esperaba, pero desconocia por que lo deseaba tanto. Entre golpes y sangre, despertó un instinto profundo que los humanos mantienen oculto porque es conciderado una blasfemia.

Al paso de los minutos el dolor de sus heridas ya había desaparecido, su cuerpo estaba adormilado. Entumidas las piernas y los brazos por los golpes. La sangre seca en la boca, la nariz, en su entrepierna. Tumbadó en el suelo igual que un cadaver, su mente flotó, buscó escapar de la lógica. Sexo con un hombre.

Su voz ya no sonaba, se había consumido detrás de los gritos. Y Jin, profanando con intensidad. Sengoku admiró su rostro, el mismo de aquella vez. Sus ojos brillaban, se divertía, su cabello platinado se agitaba. Le gustaba.

—Por que no gritas... di algo, no es divertido sino escucho tu voz...—dijo Jin al oido de Sengoku—si no te escucho gritar yo mismo lo provocare.

Que más podía hacer Akutsu, el dolor era otra forma de placer. Al no recibir respuesta, mordió su oreja, hubo más sangre pero ninguna queja. Jin se fastidó.

—Tu novia era más divertida—mientras lo embestía con rabia.

Sengoku cerró los ojos y despacio con sus manos molidas, tocó el rostro de Jin y lo besó. Después de todo no lo odiaba, como odiarlo. Estaba completamente seguro que Jin necesitaba ayuda. Y él quería ser una especie de heroe, no importaba si lo golpeaba diario o cada vez que quisiera ayudarlo. Estaba enamorado de él. Jin se contrarió por esa acción inesperada. Veía resignación y quizá amor. Se apartó de él con un miedo extraño. Sengoku se levantó con dificultad y lo abrazó, se aferró a su cuerpo queriéndose adherir a él. Luego fue bajando lentamente por su pecho desabotonó el uniforme por un camino de besos, llegó a su abdomen y comenso a lamer su miembro. Espero quedara satisfecho. Jin lo miró consternado e intentó apartarlo sin conseguirlo.

Más tarde Akutsu, recargado en la protección de la azotea fumaba un cigarro mirando la nada. Sengoku acostado trás él sin dejar de mirar su silueta.

—Akutsu...—logró decir débilmente— Akutsu... quiero ayudarte Jin lo escuchó pero no respondió, seguía el paisaje.

—Yo quiero ayudarte... cuidarte... ¿Por qué no respondes...? Golpéame, así sabré si me esuchas.

Akutsu seguía indiferente. Sengoku logró levantarse con lo poco que quedaba de su ropa y caminó hacia él. Lo abrazó. Jin no lo apartó pero tampoco reaccionó.

—Ódiame... si me odias por ser tan imprudente y abrazarte, sabré que... de verdad sientes algo por mí.

—Nunca dije algo que me comprometiera. Eres hombre…

—Tú también y sino te has fijado, me hiciste las mismas cosas que a una mujer... ¿Por qué?

—Yo que sé… fue la adrenalina, como un juego extremo. Sí, eso fue, un juego extremo.

Sengoku se aferró a su espalda. No quería escuchar nada, quería silencio y cerrar los ojos o quizá brincar juntos la reja de seguridad.

—También sentiste curiosidad

—No de la misma manera que tú Sengoku. Ya estás a la par con ella.

Jin giró violentamente, no quería mirarlo, sabía que si lo hacia nada de ahora en adelante sería igual. Pero ya no importó. Vió su rostro amoratado con los restos de sangre. Él lo había hecho.

—Para ti debe ser un día especial... para mí es uno más... ¿aun así quieres estar a mi lado? Sengoku no respondió, se desplomó en el suelo.

Cuánta dulce tortura quietamente sufrida cuando, picada el alma de tristeza sombría, sabedora de engaños, me pasaba los días ¡besando las dos manos que me ajaban la vida!
Notas finales: Cualquier cosa ya saben
dejen reviwess

bye

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).