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Falsos juramentos por Nabichan Saotome

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Falsos juramentos


Ha jurado amistad un traidor entre nosotros, todos somos inocentes, todos somos sospechosos. Mientras se descubre al culpable ¿Podrías besarme?

R
Slash m/m
Harry/Draco
Harry/Ron

Amor yaoi: ¡Ohayou! Este fic lo iré subiendo poco a poco (supongo que un capítulo cada 2 días), no por publicidad, sino porque tiene 30 episodios y porque deseo dejarlos un poco en suspenso. Manden sus comentarios ¿Vale? Besos y nos veremos en la siguiente actualización. Y sí, se los recomiendo mucho, es uno de los fics que más quiero ^^

Escrito por: Nabichan Saotome
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1. Soledad y quidditch

Lo quieras o no, la soledad es vital, necesaria, si bien congela la humanidad y la hace más hostil, sería imposible vivir sin ella. Hay veces, que causa equivocaciones y desastres, pierdes tu capacidad de comunicación y expresión hacia las otras personas. A veces es realmente dolorosa y deprimente, causa el suicidio, vicios, temores. Provoca aquellas razones que no te dejan vivir en paz y te llevan a la muerte ya sea física y mental. Destruye la sensibilidad, te hace irreal. Enfría corazones y cierra pensamientos, dejando la herida abierta, sin que alguien te cure, escuchándote, hablándote, sabiéndote feliz. Es todo un impedimento.

Pero ese no es el caso de Harry, él nunca estaba solo, por lo menos no después de descubrir la realidad sobre su existencia, sobre Hogwarts, donde ahora ya cursaba el 5º año, de la verdadera causa de la muerte de sus padres y de la cicatriz que formaba un rayo en su frente.

Aún así, la soledad es necesaria, más, cuando no tienes con quien hablar de tus problemas, con quien hablar de forma inteligente, cuando tienes con quien hablar pero no de la manera en que tú quisieras. Draco sabía a la perfección acerca de éste problema.

Crabbe, Goyle, Pansy; las únicas personas en cinco años de soledad acompañada, mejor solo que tener a alguien que no te enfrenta, no te escucha, no te ama.

Lucius también era un problema. Draco estaba totalmente harto de todo. De su casa, su familia, sus compañías, sus clases, pero más que nada, de no saber lo que realmente quería, de estar totalmente solo.

Lo único que podía entretenerlo aunque fuera por unos instantes era el quidditch. Sentir toda aquella energía recorriendo hasta el último centímetro de su cuerpo era necesario.

Lo peor, es que era la misma fascinación extrema de su eterno enemigo, Harry Potter, que en esos momentos descansaba en la cama, mirando el techo, jugueteando con sus afilados dedos en los reflejos de luz que dejaba pasar la cortina ligeramente entreabierta.

Era el quinto día que Hogwarts ofrecía su protección a los jóvenes magos; desde que Voldemort había acrecentado su fuerza, y había aterrorizado al mundo mágico; haciendo tomar cartas en el asunto a Dumbledore, que de inmediato hizo mandar cientos de lechuzas, reuniendo a la gran familia de Hogwarts hallada a mediados de vacaciones de verano. Todo causado por un desastre, y por una noticia de “El profeta” que se había publicado horas después del atentado; con el titular sobre la fotografía de un paisaje fosco, donde antes era una comunidad mágica. Se podía ver a la perfección el deslumbramiento de la marca tenebrosa, una calavera de un tamaño colosal, compuesta de lo que parecían estrellas de color esmeralda y con una lengua en forma de serpiente que le salía de la boca.

“GRAN CONSTERNACI”N EN EL MINISTERIO DE MAGIA

A punto de la medianoche del presente día, Quien-no-debe-ser-nombrado se hizo presente en una de las mayores comunidades de nuestro mundo. Varios testigos confirmaron el terror cometido contra los habitantes de ésta pacífica ciudad del sur, donde ahora no hay más que total devastación y un centenar de cadáveres que van siendo reconocidos e investigados. Sin embargo, toda la búsqueda es inútil. El ministerio de magia no ha querido dar más resoluciones sobre los motivos de ésta masacre [...].”


Aún con todo el revuelo de lo sucedido, cerca de la tercera parte de los padres de familia, no aceptaron la protección de Dumbledore, prefiriendo hacerle frente a ésta adversidad con sus propias manos. Ingenuidad de su parte, pero hay que pensar en la soledad que seguramente tendrían si estuvieran separados de sus hijos; prefiriendo así la muerte misma, pero cerca de sus seres queridos.

Harry no pensó dos veces en regresar al hogar que representaba para él la escuela Hogwarts. Y por supuesto que tío Vernon y tía Petunia estuvieron felices por ésta decisión. Por un momento el Gryffindor consideró en platicarles sobre Voldemort y lo que buscaba de él, pero si lo hubiera hecho así, se hubiera llevado una reprimenda terrible y una preocupación constante del mundo muggle. Era mejor así. Los no-magos prefieren los engaños.

Sí, están enamorados de las mentiras, como no amarán otro egoísmo.

Draco dio una patada en el suelo, sintiendo el aire jugando con su cabello rubio platino, su Nimbus 2001 se elevó lentamente, así podía percibir cada fibra de su ser estremeciéndose con la sensación extraordinaria de volar. Se imaginaba en un lugar lejano, diferente, donde pudiera ser libre para decir, expresar y hacer lo que quisiera. Pero aquel paraíso todavía no existía, había que crearlo. Y para ello, desafortunadamente necesitaba compañía. Pero no como la que normalmente lo rodeaba, necesitaba a alguien extraordinario. Que lograra remover aquella gruesa capa de frío y mentira que lo rodeaba. Aunque claro, todavía no era consciente de ello, aquella cuestión se hallaba bien enterrada en su mente.

Harry se hartó de juguetear con la luz de la luna que entraba en su cama. No podría dormir. Corrió la cortina, sus hermosos ojos color esmeralda se posaron en el baúl, el cuál, abrió con sumo cuidado, rayaba de la una de aquella madrugada. Tomó la capa de invisibilidad y su saeta de fuego, encaminándose al campo de quidditch lentamente, para no despertar a nadie, bajó del cuarto de chicos y pasó la sala común, dirigiéndose hasta la puerta, donde susurró la contraseña al cuadro de la dama gorda.

-Lágrimas de Fénix- por suerte, ella estaba de buen humor, (tal vez debido al vino que hacía horas consumía) se encontraba platicando con personajes pintorescos de otros cuadros. Cruzó la salida con una sonrisa hermosa en aquél rostro trigueño. Se colocó la capa de invisibilidad surcando los laberintos y corredores como sólo él sabía hacerlo, llegando sin ser descubierto por Filch o la señora Norris, al campo de juego. Levantó la vista, sin retirarse la capa de invisibilidad, ahí se encontraba su peor enemigo: Draco Malfoy. Se montó en su saeta de fuego, un trozo del mango sobresalía, por lo que cuidadosamente y sin hacer ruido cubrió bien su escoba, alzó el vuelo con una sonrisa irónica y una patada en el suelo, era un momento de diversión para él. Se elevó a la misma altura, Draco se hallaba prácticamente inmóvil, sentado literalmente en la escoba, contemplando la luna a más de treinta metros del césped.

Había algo en el rostro de Malfoy que lo hizo desistir de su juego, algo que le llamó la atención de tal manera que un ligero rubor se extendió sobre sus mejillas, era un cuadro precioso. Había en el rostro de Malfoy una sonrisa, como nunca había visto. Una sonrisa verdadera, de total tranquilidad, en sus ojos grises, que centelleaban a cada instante. Se acercó con tal lentitud a él, que no se escuchó ni un suspiro del viento, como si le permitiera pasar para seguir jugando. Desde adentro, Harry deslizó una mano, se encontraba frente a Draco, a sólo veinte centímetros los mangos de las escobas, sostuvo cuidadosamente una esquina de la capa, dispuesto a levantarla para que Malfoy se llevara el susto de su vida. Pero una fuerza mayor a su deseo de diversión, lo hizo detener su cometido. Se quedó observándolo por un minuto entero, incluso Malfoy parecía inofensivo de esa forma.

Un grito aterrador por su tono rompió el silencio. Era Filch.

-¡Hay alguien en el campo!- La luz no era suficiente para que reconociera a Draco, estaba demasiado arriba, Harry reaccionó muy a disgusto de su memoria; ya que el Slytherin siempre se comportaba de forma altanera con él y sus amigos; sin embargo, para su conciencia, fue lo más correcto que pudo lograr. Aún arriba de su saeta de fuego trepó también la Nimbus del rubio, que ya se había acomodado correctamente y se disponía a huir lejos de Hogwarts y regresar avanzada la mañana. Malfoy estuvo a punto de gritar al sentir un peso mayor en su escoba, pero el chico Potter lo obligó a subir a su saeta al igual que la Nimbus. Harry inclinó las escobas lo más rápido que pudo, en tanto que Filch ya llegaba al campo con varios profesores tras de sí.

-Calma- le susurró al oído Harry, en tanto que Malfoy colocaba lentamente la mano sobre la suya, la capa de invisibilidad casi caía de la espalda de Potter, llegaron al suelo, tras una tribuna, Harry tomó las escobas y se retiró la capa por dos instantes, sólo para cubrir a Draco; que ahora se hallaba entre su cuerpo y el muro. Las escobas también fueron cubiertas. Tuvo que pegarse lo suficiente a él, lo que le causó escalofríos; la cabeza sobre su hombro, intentando tranquilizarse lo más posible con el contacto del otro. Tranquilizaron sus respiraciones hasta hacerlas inaudibles, la sorpresa de Malfoy todavía no se lograba, estaba totalmente paralizado y no podía comprender nada. Filch y los demás recorrieron incansablemente el campo. Llegaron a ellos, tan sólo a dos metros examinando cada centímetro posible. Dumbledore estaba ahí.

Harry volteó, el profesor sabía de su ubicación; la fija mirada que le dirigía llamó la atención de Draco, que saliendo un poco de su estupor, volteó a ver al director, que se limitó a sonreírles a ambos con una mueca de aprobación y desvió aquella observación lejos, dedicando sus palabras a las personas que se encontraban alrededor.

-Al parecer fue una falsa alarma, no hay nada de qué preocuparse. Ahora vamos a dormir que no hay nadie ajeno a Hogwarts por estos rumbos- ambos chicos comprendieron la expresión y esperaron a que se alejaran. Filch refunfuñaba, con su gata en el regazo. Echó un último vistazo y siguió a los profesores. Draco observaba fijamente la correspondida mirada de Harry. Desvió aquellos ojos grisáceos, preguntando a Potter como en un susurro.

-¿Por qué lo hiciste?-

-El que seamos enemigos, no significa que dejaré que te expulsen-

-¿Lo hubieran hecho?- dijo arrastrando las palabras.

-Tal vez no, pero te hubieran puesto una reprimenda por alterar el orden en Hogwarts o algo así, con lo de Voldemort es lo más probable- Harry colocó una pequeña sonrisa en su rostro trigueño en tanto que se alejaba de él lentamente. Draco esperó un momento antes de hacer lo mismo, la capa de invisibilidad cayó por unos instantes, dejando ver los ojos maravillosos esmeralda que brillaban con el reflejo de la luna. Las escobas cayeron a un lado. Ambos pronunciaron firmemente, al unísono...

-¡Arriba!- cada escoba fue con su dueño, Harry tomó su capa y tras desfilar sus ojos por el cuerpo de Malfoy, movió ligeramente la cabeza.

-Vámonos- Draco no contestó, pero lo siguió, a su lado, sin palabra alguna. -Será mejor que nos cubramos, si nos descubren es seguro que nos castigarán- la luna podía iluminarlos lo suficiente, el pasto casi brillaba, el cabello rubio platino de Malfoy lucía alborotado; y el de Harry... era de costumbre ya.

-Está bien- Harry tomó la capa y la echó primero sobre sus hombros para después cubrir a Draco, por última vez se vieron los chicos y desaparecieron al instante bajo la tela de invisibilidad, como fantasmas de Hogwarts.

El Slytherin sonrió ligeramente, de un instante a otro ya no se sentía tan solo.

**

Después de dejar a Malfoy en la torre de Slytherin y descubrir que la contraseña era Harry regresó a su sitio en Gryffindor con un pensamiento que no podía alejar de su mente “Draco no parecía tan desagradable” y era un pensamiento en sí que le aterraba, ¿Los peores enemigos podrían llevarse bien? Pero lo olvidó, al dejar su escoba y regresar a su cama, cerrar las cortinas y conciliar el sueño.

Sin embargo, Draco no corrió con igual suerte. Harry le resultaba simpático. ¿Un Gryffindor? Fue algo que no lo dejó dormir ni un instante de aquella noche solitaria.

A punto de las tres y media, el Slytherin se puso de pie, fue a la biblioteca situada en la sala común y buscó en la enciclopedia una palabra que lo acompañaba diariamente. Recorrió las páginas con sus afilados dedos, delicadamente hasta encontrar su objetivo.

“Soledad: (Del latín solitas, atis), estado del que vive lejos del mudo: los encantos de la soledad” Draco interrumpió su lectura, reflexionando acerca de ello, a su parecer, sí; a veces la soledad era deliciosa. Pero estar con ella siempre, sabía amargo al paladar. “Pesar y melancolía por la ausencia, muerte o pérdida de alguna persona o cosa. Más común entre los llamados muggles y la comunidad mágica débil. Síntoma de inutilidad” Cerró el libro furiosamente, como todos los libros en la biblioteca de Slytherin contenía comentarios despectivos. …l no era débil.

Y buscar su significado había sido inútil. Sabía perfectamente qué era la soledad. Todos sus amigos, familiares y conocidos le habían enseñado su significado y la práctica desde pequeño. Y ahora, su peor enemigo; Harry Potter, le comenzaba a enseñar que no estaría solo por mucho tiempo.

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Continuará...

¡Ohayou! ^^ En sí, éste capítulo no tiene mucha relevancia. Pero paciencia, es importante saber la situación de ambos antes de comenzar la aventura. Sip, me sentía solita el día que escribí esto... aunque, ya no ^^.

…sta historia es la primera que hago de Harry Potter, pero en sí, es mi fanfiction no. 24. Espero que les guste y que sigan leyendo, esperen la continuación muy pronto “Un nuevo comienzo” :) =02 Marzo 03=

Dedicatoria: A Aka-chan, Fabián, Ryu Glass, Tabris, Valblue, Zydane, a todos los admiradores de Harry Potter y a los que leen esto para darme gusto ^^

Visiten mi página: [ranmalluvia.iespana.es] y escriban sus comentarios acerca de “Falsos juramentos” a nabichan@wanadoo.es todos serán bien recibidos ^^

Atentamente,
Nabichan Saotome.

Los personajes de Harry Potter son propiedad exclusiva de J. K. Rowling, a la cual ésta historia no perjudica por ser realizada sin fines de lucro alguno. La modificación, robo o mutilación de ésta, así como rapto de su autoría; causará penalización jurídica.

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