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Encrucijada por zion no bara

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Notas del fanfic:

Pues es solo una historia corta que quería hacer, espero que les guste.

El Santuario, que vida la de tener que estar en el Santuario, era un sitio que se prestaba a muchas cosas pero ahora estaba en calma, tanta calma que la mente de sus ocupantes debía estar en algo más para no tener ideas extrañas, afortunadamente había varias cosas por las cuales no se podía decir que alguien estuviera ocioso, pero no por eso se entregaban menos a ciertas ideas en las que tal vez no hubiera respuestas inmediatas, en realidad se requería de tiempo para que algunas cosas marcharan de otra manera.

Cuando todos los caballeros dorados regresaron a sus templos parecía que todo estaría bien pero no era tan sencillo, la vida no es tan sencilla nunca y nadie mejor para decir que las cosas a veces se complicaban de la peor manera que Aioros, caballero dorado de Sagitario. Quitando el asunto de que era un caballero dorado guardián del noveno templo tenía que conformarse con que era solo un hombre, eso no era malo, era su propia naturaleza la de tener que ser un humano pero parte de ser un hombre simplemente tiene que ver con que a veces se presentan situaciones en las que no se sabe siempre que es lo que se quiere o lo que debe hacerse y más cuando involucra a  más personas que forman parte importante de la vida.

La verdad era que el castaño de Sagitario tenía entre manos algo que podía ser un problema o al menos un asunto que no se podía tomar a la ligera. Llevaba algún tiempo pensando en el asunto aunque no dejaba de resultarle asombroso de cierta manera que estuviera en la situación en la que se encontraba. Estaba en su templo, prefería quedarse ahí a salir porque salir incluía ver a sus compañeros y no creía poder estar cerca de ellos en esos momentos.

Se quedo sentado en el interior de su templo, pensando en que hacer y lo que podría suceder fuera cual fuera su decisión. De haber sido un conflicto sabría como encararlo pero no era un problema que pudiera solucionarse con sus habilidades de caballero, era distinto. Este problema que enfrentaba era uno que incluía a dos caballeros dorados más, a su hermano, a los demás del Santuario, su pasado, su presente y su porvenir, definitivamente no era sencillo.

--¿Qué es lo que quiero?-se preguntó a si mismo el joven.

Si esa pregunta tuviera respuesta sería sencillo saber que decisión tomar pero el problema residía realmente en que no encontraba la respuesta.

Las cosas habían dado inicio cuando los caballeros regresaron a la vida, excelentes momentos para estar felices y agradecidos por la derrota de sus enemigos, la reconciliación con sus compañeros, la elevación de su diosa, la paz duradera, en su caso el reencuentro con su hermano, todo era bueno en esos momentos, tanto que no vio mal que algunos de sus compañeros con los que había convivido antes buscaran más de su presencia y él se mostraba amable para que las cosas se solucionaran por completo entre ellos.

En un primer momento no le pareció mal lo de que dos caballeros en particular lo buscaran y se hicieran cercanos a él en poco tiempo, no era tan extraño ya que de cierta manera eran conocidos de antaño. Se trataban de Saga y Shura. El conflicto en su interior empezó a gestarse cuando las intenciones de cada uno se hicieron más claras y no eran solo las de amigo, en realidad cada uno tenía en un principio sinceramente solo deseos de solucionar las cosas pero también era cierto que guardaban determinados sentimientos pasados sobre su relación que en algún momento había sido como mínimo de natural agrado y comprensión siendo como eran compañeros del Santuario y caballeros dorados. Ahora que estaban de nuevo en el Santuario como guardianes ambos caballeros no pudieron dejar de notar lo lindo y apuesto que seguía siendo el encantador caballero de Sagitario.

--Que tal Aioros-lo saludó Saga.

--Hola Saga ¿Cómo estás?

--Estuve entrenando, no te vi por cierto ¿algún problema?

--No, para nada, solo que quede de verme para desayunar con mi hermano y no fuimos a entrenar.

--Es cierto, tampoco vi a Aioria, bueno, al menos veo que estás bien, espero verte mañana.

--Hasta mañana Saga.

Cuando el gemelo se marchó el de Sagitario supuso que sería todo pero no fue así pues poco después tuvo otra visita.

--Hola Aioros.

--¿Cómo estás Shura?

--Bien, solo me preguntaba si estabas bien.

--Me encuentro perfectamente.

--Es que no te vi en el entrenamiento y tampoco a Aioria, supuse que algo podría suceder.

--Estamos bien, solo que no fuimos a entrenar porque acordamos desayunar juntos.

--Ya veo, entonces te dejo, solo deseaba asegurarme.

--Hasta después Shura.

--Adiós.

Y no era la primera vez que sucedía algo de ese tipo, en realidad era como si el de Géminis y el de Capricornio siempre estuvieran atentos a todo lo que sucedía con el de Sagitario, se daban cuenta de si estaba o no en un sitio, de si se mostraba sonriente o callado, si estaba atento o distraído, definitivamente los dos eran bastante buenos en saber lo que hacía su compañero arquero pero eso no era una novedad, en realidad los dos habían sido cercanos en el pasado al joven castaño y era solo como dar una continuidad a lo que les había unido alguna vez, aunque definitivamente en su pasado no se dio todo lo que hubieran querido pero las dificultades en el camino para ser más que amigos fueron demasiadas y no se logró una relación, no una como la que deseaban...pero tenían una nueva oportunidad para conseguirlo.

Y era justamente por ese deseo de lograr algo más en esa nueva vida que los dos caballeros dorados se habían hecho tan asiduos en estar cerca del de Sagitario, quien suponía que todos esos acercamientos se debían solamente al sincero deseo de recuperar su camaradería de antaño y por lo mismo no dejaba pasar la oportunidad de convivencia y de charlar.

Sin embargo no se podía esperar que las cosas siguieran así por siempre, alguien tenía que dar algún paso y como no parecía que fuera a ser Aioros los otros dos se decidieron a actuar de acuerdo a su propia naturaleza y comportamiento, aunque hay que decir que en varias cosas el par de Saga y Shura se parecían, si bien con sus características particulares pero se parecían indudablemente.

 

 

En los días de esa misma semana algunos compañeros dorados estaban organizando una especie de salida, nada muy elaborado, solo la idea de salir entre ellos para disfrutar de las horas.

--¿No te gustaría venir Aioros?-preguntó Mu.

--Lo siento Mu-respondió el castaño-Espero que se diviertan, de verdad.

--Al menos hice el intento, nos vemos.

--Nos vemos.

Unos momentos después de que el ariano se marchara apareció su hermano en el mismo templo.

--Hola Aioros.

--Que tal Aioria.

--Vi que Mu salía de aquí.

--Si, vino a invitarme a una salida con otros caballeros.

--Ya me habían comentado ¿vas a ir?

--No, la verdad prefiero quedarme, creo que me hará bien estar aquí.

--Los demás solo desean incluirte Aioros.

--Lo se pero deseo estar completamente adaptado antes de hacer algo más Aioria.

--De acuerdo, si es lo que deseas por mí esta bien.

--¿Tú vas a ir?

--Si.

--Espero que te diviertas.

--Aioros, yo comprendo que algunas cosas aún te resulten desconcertantes en el Santuario, han ocurrido muchos cambios desde que tu fuiste caballero pero todos estamos tratando de seguir con nuestras vidas.

--Lo se Aioria, espero que los demás no me lo tomen a mal pero de verdad deseo tiempo para acostumbrarme y apresurarme no creo que ayude en nada.

--Si es lo que sientes yo lo respeto.

Por unos instantes solo se sonrieron comprensivamente pero ambos se daban cuenta de que era verdad, el de Sagitario necesitaba de tiempo para acostumbrarse a todo el nuevo mundo que lo rodeaba y del que a veces se sentía tan ajeno. Su hermano se quedo a su lado conversando un rato más de algunas cuestiones que eran solo entre los dos y llegado un momento se despidieron, el mayor lo acompañó hasta la entrada del noveno templo.

--Que estés bien Aioros.

--Nos vemos Aioria.

--En verdad espero que no tardes mucho en readaptarte hermano.

--Me esfuerzo, es solo lo que te puedo decir.

--Si cambias de opinión en lo de la salida nos dará gusto que te nos unas.

--Gracias, lo tendré en cuenta.

--Descansa Aioros.

--Adiós.

Siendo así el menor de los hermanos se dirigió al quinto templo dejando al castaño a solas con sus pensamientos nuevamente. Sabía que todos sus compañeros y su hermano, incluso el Patriarca, estaban más que dispuestos a apoyarlo en que se sintiera parte del Santuario nuevamente pero a él le resultaba un poco complicado eso pues fueron años los que marcaron el ataque del que fue víctima para que simplemente regresara y se sintiera parte de todo, aún sus compañeros que estuvieron todo ese tiempo en el lugar no podían acostumbrarse del todo a regresar.

Una cosa era ir levantando poco a poco todo el sitio y una muy diferente la de tener que estar siguiendo una nueva vida, porque era realmente una nueva vida en la que estaban ahora ¿Acaso no era también un nuevo mundo? Y para él muchas cosas resultaban desconocidas y asombrosas, sin más regresar de la muerte fue un paso muy importante, ahora debía estar con su hermano, sus compañeros, cuidar del Santuario, servir a su diosa, todo eso no era tan sencillo de manejar por más caballero dorado que fuera.

Era justamente por tener ese tipo de pensamientos por los que prefería descansar y quedarse a solas, sin duda hablar ayudaba pero comprendía que él era quien necesitaba tomar las decisiones, era como estar ante una diversidad de caminos y no estar seguros de cual tomar, prefería descansar y pensar con calma, no tenía prisa de ninguna manera, no hasta que algo más sucedió y las cosas se aceleraron un poco.

 

 

Permanecía en su templo, Aioros no tenía nada realmente importante que hacer en su templo pero tampoco tenía nada importante que hacer fuera así que le convencía más la idea de quedarse, sabía que algunos de sus compañeros habían salido por los alrededores pero no se animaba a estar en compañía de todos los demás, prefería quedarse y pensar en sus propios asuntos a solas. Estuvo así por un largo rato hasta que se dejaron escuchar unos pasos en el lugar y no tardó en escuchar una voz que lo llamaba.

--Aioros.

De inmediato se presentó el recién llegado.

--Hola Saga ¿Qué estás haciendo aquí? Creí que habías salido con los demás.

--Preferí quedarme.

--Te entiendo ¿A qué viniste? ¿Necesitas algo?

--No necesito, solo deseaba saludarte y como me habías dicho que no tenías inconvenientes en que habláramos...

--No se diga más-interrumpió el castaño--¿Te gustaría que tomáramos algo? No tengo alcohol pero si te conformas con café podríamos hablar.

--Me gusta el café, gracias.

--Lo tendré listo en un momento.

Con una ligera sonrisa en el rostro el de Sagitario se retiró y dejo por unos momentos a solas al gemelo del tercer templo, el de cabellera azulada observaba con cierta inquietud lo que le rodeaba, le gustaba la idea de estar en ese sitio, de estar con Aioros a solas, tal vez era el momento que había esperado por tanto tiempo para aclararle todo al del noveno templo con respecto a él pero de todas formas sentía algo de inquietud, siempre quedaba espacio para que el otro joven no deseara nada de él. Se aferraría a la idea de que podría ser de la mejor manera posible todo entre los dos.

--Ya esta listo-dijo el castaño regresando.

Colocó una charola, el café, azúcar y dos tazas en una mesita de centro y se dispuso a sentarse a un lado del gemelo en el cómodo sofá para que hablaran de lo que fuera que el otro quería decirle. Mientras atendía esas cosas no se daba cuenta de la manera en la que estaba siendo observado, la intensidad con la que esos ojos verdes seguían sus movimientos, definitivamente y aunque no fuera su intención de ninguna manera el caballero de Sagitario estaba teniendo un profundo efecto en el de Géminis que no podía resistirse un momento más a los verdaderos motivos que lo habían llevado a buscar estar cerca del joven frente a él.

--¿Te gusta la crema Saga?-preguntó Aioros sin darse cuenta de nada-Creo que tengo pero no te lo aseguro.

Dio vuelta para seguir hablándole y se dio cuenta de que el de cabello azul estaba a un paso de él y ni siquiera lo había sentido, se sorprendió pero antes de poder seguir con el tema del café se dio cuenta de la manera en la que brillaban los ojos verdes delante de él.

--Saga-dijo desconcertado.

Lo cierto fue que Saga no le permitió decir nada más, lo apartó de la mesita y lo atrajo contra su cuerpo para besarlo en los labios, el de cabellos castaños trató de retroceder pero el otro no se lo permitió, lo estrechó contra su cuerpo besándolo con intensidad ahogando cualquier palabra o duda que pudiera tener Aioros.

Para Saga siempre había sido fascinante el joven arquero, le encantaba desde que dejara de ser un niño, aún cuando tantas cosas sucedieron entre ambos en el pasado para él siempre había habido un solo nombre en su corazón y ese había sido el arquero. Aioros sintió la cercanía de Saga, estaba demasiado cerca, sus labios lo probaban, sus brazos lo aprisionaban, todo su cuerpo lo encendía y lo hacía querer más del otro hombre; sin embargo algo en él, muy íntimo, le pedía que se detuviera y pensara pero el de cabello azul seguía haciéndole sentir su deseo, sus manos lo desvestían y casi desnudos los dos estaban en el sofá.

El castaño estaba en una situación complicada, se sentía a si mismo responder a las caricias pero se cuestionaba de si era buena idea, no sabía si sentía algo por el del tercer templo y por eso aún trataba débilmente de separarse pero Saga no lo permitía, el de ojos verdes había anhelado ese momento por mucho tiempo, había añorado sentir al arquero entre sus brazos, besarlo, acariciarlo, hacerle el amor y que se entregara a él. El caballero de Sagitario cerró los ojos, sintió los labios del otro hombre sobre su cuello, una mano con gran habilidad le quitó la ropa interior y liberó su erecto miembro, en cuanto el de cabello azul quiso mirarlo el castaño tuvo una especie de impulso de pudor y quiso darse vuelta pero Saga lo sostuvo firmemente y no se lo permitió.

Aioros lo sintió frotar su cuerpo contra el suyo y no pudo luchar más, se arqueó contra el gemelo y se abandonó por completo, se sentía como extraviado y le permitió al otro seguir. Los labios del caballero del tercer tempo lo recorrían, despertaban profundas emociones en su ser, no decían nada, respiraban pesadamente, fue besado con pasión en los labios, los hombros, el cuello, el pecho, gemía y suspiraba. El de ojos verdes no lo pensó para separar sus piernas, metió dos dedos en su boca y los cubrió de saliva, no tardó en llevarlos a la íntima masculinidad del castaño y los introdujo para moverlos con necesidad, para dilatarlo y alistarlo; observó al arquero con sus ojos firmemente cerrados, gimiendo, levantando su cadera, ya no podía resistirlo.

Saga uso sus piernas para separar más las del de Sagitario, no le dijo nada, solo entró en su cuerpo, escuchó al joven gemir pero se quedaba quieto, tolerando el dolor, buscando respirar, abriendo la boca para tener un poco de aire pero sus labios fueron tomados por otros y una lengua probó tranquilamente su boca y ya nada podría detener lo que sucedía. Saga comenzó a moverse, se daba cuenta de que debía dolerle un poco a su compañero y procuró no apresurarse demasiado pero debía ayudarlo para que lo disfrutara, presionaba suavemente moviendo sus caderas y al sentir que el castaño se curvaba contra su cuerpo supo que era la posición que necesitaba seguir.

El castaño arquero no podía controlarse, siguió buscando con su propio cuerpo el del gemelo, disfrutando de la sensación, viviendo el placer sin pensar en nada más. Continuaron de esa forma hasta que los movimientos fueron más intensos y se encontraban con mayor intensidad; Saga besó con fuerza al castaño al mismo tiempo que tomaba su miembro y lo frotaba para complacerlo por completo, movió sus caderas con velocidad y ambos respiraban entrecortadamente.

El joven de Sagitario terminó entre los dos ahogando cualquier sonido contra los labios del de cabello azul, al mismo tiempo un cálido líquido quedó en su interior y el de cabello azul se dejó caer a su lado, lo miraba y acariciaba su rostro con ternura hasta que se durmió el arquero. Saga observaba al joven, quería que Aioros le perteneciera por completo y para siempre.

 

 

En los siguientes dos días las cosas eran un tanto complicadas, al menos Aioros seguía dándole vueltas en su cabeza al asunto de Saga, había sido un momento por demás satisfactorio pero no estaba seguro de que fuera todo lo que quería, tampoco en si deseaba algo más con el gemelo.

El joven de Sagitario tenía varias cosas en mente pero no podía concentrarse en ninguna, tal vez lo mejor era tratar de descansar un poco de todo lo que ocupaba sus pensamientos y entonces tendría una mejor idea de qué hacer desde ese momento y fue cuando escuchó que alguien entraba a su templo, supo que era uno de sus compañeros de los templos superiores pues llegaba por la dirección contraria. No tardó en saber de quien se trataba.

--Hola Aioros.

--Hola Shura.

Aunque lo recibió tranquilamente el arquero estaba en una situación un poco difícil al estar con el de Capricornio, las cosas entre los dos habían tenido demasiado en común en el pasado, a pesar de comprender que no era culpa de ninguno de ellos lo ocurrido antes de todos los conflictos había otras cosas que no terminaron de aclararse entre los dos. Quizás fuera un buen momento para hacerlo después de todo, al menos eso creía el del noveno templo.

--¿Tienes algo que hacer Aioros?

--Nada Shura ¿Qué sucede? ¿A qué debo el honor de tu visita?

--Solo deseaba verte, saber cómo estás.

--Eres muy considerado Shura, me encuentro bien.

--Tienes unos días que te ves muy pensativo.

El arquero se quedo muy quieto ante esas palabras ¿Shura se había dado cuenta de algo? Aunque así fuera no le debía explicaciones de ningún tipo al español pero no por eso sintió menos inquietud ante la idea. Trató de calmarse pero no fue tan sencillo, de todas formas habló lo más tranquilo posible.

--Me encuentro bien Shura, gracias por preguntar de todas formas.

--Me da gusto saberlo.

Se quedaron conversando por un rato, a los dos les agradaba la idea de poder estar de nuevo juntos y charlar sobre el pasado y el presente, alguna vez habían sido muy unidos, más de lo que los otros pudieran suponer, pero era mejor dejar eso a un lado, el pasado no regresaría, muchas cosas sucedieron entre los dos como para obviarlas por más que lo desearan. Aunque en el caso de Shura era ciertamente por lo que deseaba que estaba en parte en ese templo, tenía ya un tiempo que quería saber exactamente en que terrenos se encontraba con respecto al joven caballero a su lado.

--Que bueno que me visitaste Shura-dijo Aioros-Es agradable recobrar la amistad entre los dos.

--También me da gusto Aioros.

--A veces me preguntó cómo hubieran sido las cosas de seguir juntos.

--Yo también he llegado a preguntármelo.

Diciéndole eso sonrió tranquilamente, era el único signo que necesitaba el hispano para proceder, tal vez otro se hubiera tomado más tiempo pero tratándose del caballero de Capricornio no era alguien a quien le gustara tardarse más de lo necesario en nada de lo que hacía. El castaño se dio cuenta un segundo después de la forma en que lo estaban observando, había conocido una similar pero ahora era más madura e intensa, tenía que hacer algo al respecto.

--Shura-dijo bajando la mirada-La verdad es que yo...

Pero no le permitieron decir nada más, antes de darse cuenta siquiera de lo que sucedía el hispano ya lo tenía entre sus brazos y lo besaba con pasión. Con Shura las cosas jamás quedaban en un punto medio, era todo o nada, caliente o frío, luz o sombra pero nadie podía decir que fuera indeciso en nada en su vida y esa ocasión no sería la excepción, tenía la oportunidad de sentir nuevamente a Aioros, su encantador Aioros que estaba bajo el mismo cielo que él y al que podía besar en los labios a voluntad y no parecía poder resistirse a estar con él.

El de Sagitario trataba de encontrar una forma de distanciarse, solo lo suficiente para poder pensar y decidir si quería lo que estaba sucediendo pero no era sencillo pensar cuando de tenía a Shura recorriendo su cuerpo con esas manos y lo besaba sin cesar, fue casi imposible separarse cuando una hispana mano se introdujo en su ropa y acarició su sexo firmemente y no tuvo problemas para despertarlo, tampoco tuvo dificultades para comenzar a quitarle la ropa y apartar la suya.

El castaño supo que estaba desnudo cuando el de los ojos oscuros se inclinó frente a él y tomó su erguido miembro para probarlo, solo unos momentos pero era todo lo que necesitó el ibérico para tenerlo entre sus manos a su completa merced. Cuando Aioros lo sintió separarse fueron solo unos instantes y ambos terminaron en una silla tapizada que estaba cerca de una de las paredes, Shura sentado y Aioros sobre él, no era fácil contenerse para ninguno de los dos, alguna vez unos encuentros amistosos fue todo lo que tuvieron como los jóvenes que fueron, habían sido buenos tiempos pero se decidieron a una separación que consideraron amigable y necesaria en esos días de una relación que ni siquiera se dio y tomando en cuenta lo que sucedió entre ambos obviamente no se había concretado. Pero ahora el de Capricornio había encontrado que quería estar nuevamente con ese joven castaño y no lo dejaría ir de su vida.

Aioros sentía su sexo frotarse contra el abdomen de Shura al mismo tiempo que el turgente miembro del español acariciaba su entrada; el de Capricornio lo deseaba con urgencia y deslizó un par de sus dígitos para dilatarlo, escuchaba gemir al castaño y eso lo excitaba aún más, tanto que lo sujetó por la cintura y entró en su cuerpo de un rápido movimiento, escuchó al otro lanzar un quejido pero lo acalló con un profundo beso. En cuanto la caricia terminó el de cabello oscuro impulsó el movimiento entre ambos y el arquero le respondió.

Por la altura de la misma silla y estar sobre el hispano, Aioros no tocaba el piso, solo la punta de sus pies lo hacía y fue de esa manera que se apoyó y encontró algo de equilibrio colocando una de sus manos en el muro, entonces buscó el ritmo adecuado para los dos y no tardó en encontrarlo; los dos hombres seguían el ritmo impuesto por la pasión, por la necesidad de sentirse por completo y sin reservas, estar prisioneros del calor de la pasión que los consumía en esos instantes.

Entre sus movimientos Shura encontró el centro de placer de Aioros, lo supo pues el castaño gimió con fuerza y se curvó echando hacía atrás su cabeza, el español lo capturó entre sus brazos atrayéndolo con fuerza para besarlo en el cuello y pasar su lengua por la barbilla e invadir su boca mientras tocaba una y otra vez el mismo sitio y estar más y más complacido por los apasionados gemidos  que escapaban de los labios del castaño entre besos, era lo mejor que hubiera vivido. De hecho le estaba gustando tanto que llevó una de sus manos entre ambos y tomó con destreza el excitado miembro del arquero para frotarlo con habilidad acariciándolo por completo y estimulando el glande, sintiendo cuanto le gustaba al castaño pues sus movimientos se intensificaron.

Las cosas solo podían terminar de una manera: entre los besos, las caricias, los movimientos, el clímax los alcanzó a los dos, el de Shura en el interior del castaño y el de Aioros en la mano y sobre el abdomen del de ojos oscuros. Ambos se quedaron muy quietos respirando un poco aprisa, se separaron suavemente y el castaño fue llevado con cuidado a su recámara y recostado con calma, el hispano se quedó a su lado, acariciando su brazo hasta que se durmió; el de cabello negro quería a ese joven en su vida solo para él.

 

 

Cuando Aioros despertó se dio cuenta de que ya casi era medio día, estaba a solas en su habitación y se sentía descansado, las últimas horas habían sido bastante activas sobre todo tomando en cuenta que por mucho tiempo no había estado en una situación similar. Se puso de pie y se dispuso a darse un baño, se metió bajo la tibia agua y no tardó mucho en esa tarea, cuando terminó con eso fue a vestirse y después se dirigió a la cocina para prepararse algo de desayunar, algo sencillo y ligero pero nutritivo, una vez con eso se alimentó casi de manera mecánica, terminó y se dispuso a lavar los platos, no se llevó más que lo necesario en tiempo para hacerlo y repentinamente se dio cuenta de que no había más por hacer, así que solo quedaba pensar.

Y sus pensamientos se llenaron de dos personas: Saga y Shura. No tenía caso siquiera tratar de negarse que le había gustado estar con ellos, lo sucedido había sido diferente pero muy agradable y especial de cierta manera, pero también tenía que reconocer que él no actuaba de esa manera, no era alguien que podría considerarse muy activo sexualmente y mucho menos alguien que tuviera relaciones solo porque se le presentaba la oportunidad, definitivamente eso no lo hacía.

La cuestión era que había intimado con ambos caballeros dorados y ahora no tenía la menor idea de qué hacer, más que nada porque seguía teniendo dudas, no estaba seguro de querer una relación y menos pensaba en tenerla con otro caballero del Santuario, y tomando en cuanta sus historias pasadas la idea de que fuera el de Géminis o el de Capricornio tenía bastante para levantar comentarios y para detenerse a pensarlo tranquilamente. Era cierto que podía ser otra la respuesta lo sucedido entre ellos, bien podría haber sido solo cuestión del momento, solo pasar el rato, unos momentos en los que encontraron placer mutuamente.

Aunque de ser el caso definitivamente esa idea lo incomodaba bastante, él no era el tipo de hombre para encuentros casuales ni de una sola noche, nunca hubiera actuado de esa manera, le gustaba la estabilidad y la seguridad, sin embargo no sabía que era lo que los otros dos pensaban en realidad. Y si creyeran que fue solo un rato de diversión no podría culparlos. Tenía que reconocer que él no había sido muy firme en rechazarlos ni se les había resistido mucho realmente, aunque tenían muchas habilidades no creía que la de leer su mente fuera una de ellas.

Pero si buscaban algo más formal y no solo pasar un rato de diversión tampoco estaba mejor y no era mejor ese escenario porque él no sabía que hacer. Y seguía la idea de que justamente tenían que ser Saga y Shura con quienes estuviera en esa situación. Entre ellos tres había una historia que contar más allá de ser caballeros dorados al servicio del Santuario, en el pasado los tres estuvieron en el mismo sitio y en el mismo tiempo y nadie negaría jamás que estaban involucrados de manera profunda con toda la serie de acontecimientos que se habían dado antes y durante las batallas, fueron parte vital de los sucesos antes de la presencia de Arles; él los había conocido a ambos con anterioridad, habían charlado y compartido sus vidas de alguna manera, comieron de la misma mesa y charlaron de las mismas cosas.

Además se habían dado algunos acercamientos que no eran solo de compañeros o amigos, en realidad fueron más bien románticos pero nunca llegaron a nada formal ni mucho menos serio, ni siquiera se declararon nada, los tres tenían deberes y obligaciones y otras responsabilidades y nunca se concretó alguno de sus pensamientos o sentimientos. También era cierto que el destino no estuvo a su favor en ese tiempo y fueron separados, de manera distinta, pero separados finalmente.

Pero ahora estaban en un mundo nuevo en el que reinaba la paz y su diosa estaba en el sitio que le correspondía y las cosas podrían tomar un camino diferente, ahora podía tomar decisiones diferentes pensando solamente en él y en su futuro. Antes de hacer eso tenía que sincerarse ¿Qué quería de la vida? ¿Qué quería de Saga y Shura? ¿Qué querían ellos de él? La verdad tenía que cuestionarse sobre sus sentimientos y lo que en verdad deseaba, si de verdad esperaba algo serio con alguno de ellos dos; lo del sexo tenía que reconocer no había sido muy buena idea y menos con los dos, lo mejor era hablar desde ese momento y dejar en claro las cosas, decirles que pensaba y saber que querían ellos, decirles además que necesitaba tiempo consigo mismo para pensar y despejar su mente porque estaba confundido.

Como parecía que era el mejor camino a seguir se dispuso a llevar a cabo sus planes, debía verlos y hablarles personalmente y sincerarse. Siendo así abandonó Sagitario y se decidió en ir a buscar a Saga primero ya que ese templo estaba más lejos y las cosas con el gemelo se habían dado primero y también porque esperaba que fuera más sencillo conversar primero con el de cabello azul.

Llegó al tercer templo sin inconvenientes, entró tan tranquilo como pudo y se dispuso a hablar. No tardó en localizar a Saga, el de ojos verdes parecía estar muy entretenido mirando una especie de catálogos, casi le apenaba interrumpirlo pero era lo que necesitaba hacer, dio un par de pasos más y antes de siquiera poder saludar su presencia fue sentida por el guardián de la tercera casa que volteó a verlo, sonrió y se levantó para acercarse y recibirlo.

--Hola Aioros.

--Hola Saga.

--Creo que me leíste el pensamiento, pensaba en ir a visitarte a Sagitario pero quería tener un plan.

--¿Por qué necesitabas un plan?

--Para invitarte a salir.

--No es necesario.

--Solo quería hacerlo. Pero ya que viniste me parece mejor ¿Qué te gustaría hacer?

Definitivamente las cosas no se le estaban haciendo más sencillas al arquero, el gemelo parecía muy contento por verlo y le costaba trabajo decirle los verdaderos motivos por los que estaba ahí pero sabía que lo mejor era que todo quedara en claro antes de que se complicara la situación y para eso tenía que ser directo.

--Tengo que hablar contigo Saga-dijo directamente el castaño.

--Claro ¿De qué?

Y lo miraba atentamente con sus ojos verdes, el de Sagitario supo que no tenía sentido prolongar más las cosas pues solo sería un retraso innecesario, tomó un poco de aire y procedió.

--Saga, tengo que decirte algo sobre lo que sucedió entre nosotros-comenzó el del noveno templo-Quiero decirte que me gustó lo que pasó entre los dos-vio como sonreía el de cabello azul-Pero no creo que debamos seguir con nada de esto-el otro pareció sentirse decaído-La verdad no estoy seguro de querer que las cosas continúen entre nosotros de esa manera.

--No lo entiendo Aioros-dijo Saga.

--Solo es que yo no soy alguien que se entregue a encuentros casuales Saga.

--Lo se-dijo de inmediato el de Géminis-No es solo sexo para mi tampoco Aioros, quiero estar contigo, que sea una relación.

--Saga...solo quiero pensar bien las cosas, necesito tiempo para saber si lo que quiero es una relación.

--Si es lo que quieres por mi está bien, respeto tu decisión. Espero que por lo menos me permitas seguir siendo tu amigo.

--Claro Saga, eso no pensaba que cambiara.

--Gracias.

--Nos vemos después.

--Hasta después.

El castaño arquero salió del tercer templo mas tranquilo, ya había arreglado las cosas con uno de ellos, ahora tenía que hacerlo con el otro y para eso emprendió el camino hacia arriba, tenía que llegar al décimo templo. Una vez que llegó al lugar en el que debía encontrar al caballero español tan solo deseaba que las cosas salieran bien y que no sucediera nada irremediable. Caminó por unos momentos en el silencio pues parecía que no había nadie, estaba por irse cuando escucho que lo llamaban.

--Hola Aioros-dijo el hispano mirándolo directamente y con una leve sonrisa.

--Hola-respondió el castaño sintiendo que no sería tan sencillo eso de hablar.

--Es una feliz coincidencia que vinieras Aioros.

--¿Por qué?

--Estaba por ir a buscarte a tu templo.

--¿Para qué?

--Bueno, me puse a arreglar mis asuntos en el Santuario lo más rápido posible y después pensaba buscarte, así no tendría nada que hacer y podríamos estar juntos ¿Qué te parece eso?

--Eres muy amable Shura.

--¿Qué te gustaría que hiciéramos? Pensé que tal vez podríamos ir a algún sitio para pasear y comer o tal vez prefieras que nos quedemos en un templo ¿Qué te gustaría más?

Definitivamente eso de hablar no se le estaba haciendo sencillo al de Sagitario pero sabía que tenía que hacerlo y lo mejor era apresurarse antes de que el otro siguiera haciendo planes y se entusiasmara por lo de la tarde juntos, se limitó a tomar un poco de aire sabiendo que no podía demorar más las cosas.

--Tenemos que hablar Shura.

--¿Sobre qué?

--Sentémonos.

Así lo hicieron, los primeros momentos no se escuchó nada pero el castaño comenzó a hablar.

--No estoy seguro de lo que sucedió entre nosotros Shura.

--¿A qué te refieres?

--No estoy seguro de que sea algo con lo que quiera continuar.

--Aioros, solo quiero estar contigo, lo que pasó entre los dos fue increíble para mí y si me dieras la oportunidad lo haría algo formal.

--Shura...

--A pesar de todo lo sucedido en el pasado entre nosotros me gustaría que estuviéramos juntos.

--Necesito tiempo para pensar Shura, no se trata de ti, solo que no se si es un buen momento para una relación, no se si es lo que quiero en estos momentos en mi vida, quisiera tener la oportunidad de pensarlo.

--Lo entiendo, de verdad, si lo que necesitas es tiempo te daré todo el tiempo del mundo para que pienses y decidas.

--Gracias.

--Esto no quiere decir que ya no nos veremos ¿Verdad?

--Somos amigos, nos seguiremos viendo Shura, eso no va a cambiar.

--Al menos aclaramos las cosas.

--Si, tengo que irme, necesito estar en mi templo.

--Bien, nos vemos después.

--Adiós.

--Adiós.

Diciendo eso el de Sagitario se dirigió a su templo, afortunadamente la distancia no era tan larga y se sentía tranquilo de que las cosas salieran tan bien, era bueno ver que sus compañeros caballeros eran tan compresivos.

Sin embargo los dos caballeros con los que terminaba de hablar el del noveno templo no estaban realmente más que aceptando temporalmente lo que terminaban de decirles, no se habían quedado tan tranquilos y sumisos con respecto al castaño; en realidad los dos hombres pensaban que después de tanto tiempo y de todo lo sucedido había una nueva oportunidad para estar con Aioros, estaba a su alcance y ya no había motivos que pudieran separarlos, por supuesto que respetaban su decisión pero no por eso iban a darse por vencidos, estarían cerca del arquero, serían amigables, atentos, cordiales, agradables y convencerían al atractivo castaño de quedarse a su lado y serían felices a su lado. El plan era muy sencillo en realidad.

 

 

Si bien en lo que siguió a la decisión tomada por el castaño de Sagitario las cosas se tranquilizaron también fue cierto que el guardián estaba callado y pensativo, convivía con sus compañeros pero no dejaban de notar que algo lo mantenía muy silencioso y ocupaba buena parte de sus pensamientos, si algo lo inquietaba a los demás les agradaría darle apoyo de la manera en que les fuera posible.

--Hola Aioros.

--Hola Shaka.

--¿Todo esta bien?

--Si ¿Por qué lo preguntas?

--Solo es que has estado muy callado y pensativo, espero que nada te preocupe.

--Puedo manejarlo Shaka.

--Se que te cuesta trabajo estar entre nosotros de nuevo Aioros, por eso me gustaría apoyarte para que todo sea más sencillo.

--Son solo cosas que necesito pensar para resolver, decisiones que tomar, tú entiendes.

--Si, a veces decidirnos es lo más complicado del mundo.

--¿En serio te lo parece Shaka?

--Por supuesto Aioros, cuando estamos seguros de lo que queremos hacerlo es sencillo pero cuando no es así, bueno, lo más complicado es tratar de saber cuando estamos haciendo lo correcto.

--Y es muy difícil de verdad.

--No te desanimes, espero que lo que te tiene tan ocupado se resuelva de la mejor manera.

--Muchas gracias por tus buenos deseos Shaka.

--De nada, en verdad espero que puedas resolver lo que te tiene pensando tanto.

--Lo haré.

--Nos vemos.

--Hasta después.

Siendo así el caballero rubio se quedo en Virgo mientras que el de Sagitario seguía hacia el noveno templo para tratar de despejarse de todo el caos que resultaba saber que era lo que deseaba en esos momentos de su vida.

Bastaron unos momentos para que alguien más entrara al lugar buscándolo.

--Aioros.

--Aioria ¿Qué pasa?

--Solo deseaba que habláramos hermano.

--Por supuesto ¿de qué?

--De lo que te tiene tan preocupado.

--No estoy preocupado.

--Entonces porqué has estado como alejado, tan pensativo, por favor, si algo sucede me gustaría ayudarte.

--No es sencillo de explicar Aioria.

--No voy a juzgarte, lo sabes, solo deseo saber si hay algo en lo que pueda ayudarte.

Por unos instantes el de Sagitario sopesó las posibilidades, sin duda sería mejor comentarlo con alguien y quien mejor que una persona de confianza absoluta como lo era su hermano pero por otra parte no estaba seguro que el joven caballero de Leo pudiera ayudarle en lo que le estaba pasando, de todas maneras solo si se arriesgaba lo sabría.

--Han pasado un par de cosas Aioria-comenzó el de Sagitario-Y la verdad no estoy seguro de poder manejarlas.

--¿Qué ocurrió?

--Pues, la cuestión es, Saga y Shura han tenido ciertos acercamientos conmigo y me han dejado saber que esperan ser más que amigos.

Por los primeros instantes el de Leo no estuvo seguro de que decir pero también pensó que no era tan descabellado que su hermano pudiera gustarle a alguien.

--¿Cuál es el problema Aioros? ¿No te agradan?

--No es eso, solo es que no estoy seguro de que tanto quiera algo con alguno de los dos, la verdad no se si busco una relación.

--¿No te gusta alguno de los dos?

--No es eso...y si, me gustaban, pero no me esperaba estar en una situación como esta.

--Es mejor que lo pienses con calma y sin presionarte Aioros pero te sugeriría que no los descartes, a ninguno de los dos, tienes derecho a darte una oportunidad de tener a alguien en tu vida.

--No te diré que esto no me agrada y hasta cierto punto me halaga Aioria, sin embargo no puedo decir hasta donde quiero llegar con alguno de ellos.

--Espero que todo salga bien para ti, de verdad, mereces tener a alguien que te haga feliz.

--Gracias hermano.

--Si me lo hubieran dicho no lo creería.

--¿Qué cosa?

--Yo dándole consejos a mi hermano mayor sobre romances.

Aioros solo pudo sonreír ante esa idea, aunque sonara divertida no lo era tanto si tenía que decidir que hacer.

--Prometo pensarlo con calma Aioria.

--Se que lo harás y para eso te dejaré a solas, nos vemos.

--Hasta luego hermano.

El de Sagitario se quedo de nuevo a solas en su templo tratando de formar en su mente una manera de saber que era lo que quería desde ese momento, tener a dos caballeros a sus pies ya era bastante, pero además que fueran dos dorados y de los más fuertes de todo el Santuario era más de lo que cualquiera hubiera podido aspirar, los dos le agradaban y le gustaban pero tener que saber si realmente veía futuro con alguno y en verdad deseaba darse la oportunidad era una cuestión para la que aún no se sentía preparado. Era mejor dejar que el tiempo transcurriera y no presionarse, que las cosas tomaran su propio tiempo y cuando fuera el momento él estaría seguro de lo que deseaba hacer y no habría dudas ni arrepentimientos por lo que eligiera, así fuera a alguno de sus compañeros o estar solo, que también era una posibilidad pues no tenía que lanzarse a una relación solamente porque se la ofrecían, era una posibilidad más a contemplar.

Sin embargo y sin que nadie más estuviera al tanto de ello, Saga y Shura se estaban preparando para hacer sus movimientos y reafirmar sus intenciones ya que no veían ninguna señal por parte del castaño arquero, era mejor asegurarse de que las cosas marchaban a su favor. Siendo así cada uno ideó un plan para que el castaño estuviera en sus brazos y no se separara de ellos nunca más.

 

 

Una noche Aioros estaba en el noveno templo, ya era un poco tarde pero sus asuntos estaban resueltos y no había razón para no tener un merecido descanso, así que se alistó para dormir y no tardó en estar en su recámara en pijama listo para dormir. Se metió bajo las sábanas y en unos minutos ya estaba completamente dormido. No había nada de que preocuparse.

En algún momento mientras transcurría la noche Aioros sintió que algo sucedía, para cuando estaba despierto se dio cuenta de que alguien se había acostado a su lado y no pasó más de un segundo para saber de quien se trataba.

--Buenas noches Aioros.

--Shura ¿Qué haces aquí?

--Me sentía algo solo en mi templo y no quería dormir solo.

--Shura te dije que...

--Solo quiero dormir contigo, nada más.

--Pero...

--Por favor.

La verdad era que el castaño estaba bastante desconcertado con esa escena pero no pudo pensar mucho cuando el de cabello oscuro estiró su mano y le acarició amablemente el brazo, así que los dos quedaron frente a frente recostados sobre la cama mirándose en silencio por un rato.

--¿Qué hiciste hoy?-preguntó Shura de repente.

--¿Hoy?

La verdad era que Aioros no estaba acostumbrado a que nadie le preguntara sobre su día, no estaba seguro de cómo responder a eso, finalmente solo dijo las palabras tal y como salían de su boca.

--Pues temprano tuve que ir a hablar con el patriarca, quería encomendarme un par de cosas en las afueras del Santuario y...

Mientras el castaño hablaba era escuchado atentamente por el español que tan solo se sentía bien de poder estar a su lado en esos momentos, estar tan cerca que su calor llegaba a su cuerpo, escucharlo decirle todas esas cosas que tal vez para otros no fueran muy interesantes o importantes pero para él en verdad contaban, deseaba saber de Aioros, hacerle saber que él estaba  su lado, que si se lo permitía siempre estaría para apoyarlo en todo lo que decidiera y para confortarlo cuando hiciera falta.

Siguieron así hasta que verdaderamente ya no podían continuar hablando y se quedaron dormidos profundamente, era agradable eso de que estuviera alguien a su lado para descansar. Fue bastante agradable al menos para Aioros. El castaño se daba cuenta de ello perfectamente pues el estar recostado y tener a alguien a su lado, descansar en los brazos de otra persona, sentir la tibieza de un cuerpo contra el suyo, era bastante gratificante y más cuando el de cabellos negros no buscaba otra cosa, solo estar ahí, con él.

Por la mañana Aioros se despertó lentamente, se estiró y de inmediato se dio cuenta de que estaba solo, al menos en su cama estaba solo porque al prestar atención rápidamente supo donde estaba el de ojos oscuros.

Se levantó y se dirigió a la cocina, sus suposiciones no estaban mal cimentadas cuando encontró al hispano preparando de desayunar, de hecho ya había terminado de prepararlo y lo estaba sirviendo, la mesa se veía bien, hacía tiempo que el castaño no tenía un desayuno tan variado y bien servido pero viviendo solo lo que le preocupaba era tomar algo ligero y nutritivo solamente antes de dedicarse a sus obligaciones. Estaba en eso cuando el de Capricornio lo vio en la puerta.

--Ya estás de pie-dijo Shura-Que mejor, iba a ir a despertarte.

--¿Qué hiciste?-preguntó el castaño.

--Solo quise despertarte con un buen desayuno, si te conozco bien únicamente tomas lo que tienes a la mano antes de dejar tu templo.

--Me conoces bien.

Unos momentos después los dos estaban a la mesa y Aioros no pudo evitar darse cuenta de que Shura se veía de muy buen humor, algo extraño pues el hispano no era precisamente una persona muy expresiva pero esa mañana estaba alegre y conversador, sin embargo era mejor aclarar unas cosas antes de  que todo continuara.

--Shura ¿Por qué lo hiciste?

--Es solo el desayuno Aioros, no es tan importante.

--Sabes que me refiero a lo de anoche.

--También te lo dije, quiero estar contigo. Solo me gusta permanecer a tu lado, al menos como un amigo.

--Los amigos no duermen juntos, no en la misma cama y abrazados.

--Lo lamento Aioros, no quise presionarte, nunca fue mi intención incomodarte, te aseguro que no haré nada que te presione o que te moleste.

--No estoy diciendo que fuera desagradable.

--Esperaré todo el tiempo que sea necesario Aioros. Pero no dejaré de hacerte saber que me interesas.

A esas palabras el castaño no pudo decir nada, la verdad era que le halagaba que alguien mostrara ese interés por él y sonrió suavemente. Mientras desayunaban el ibérico se felicitaba a si mismo pues estaba seguro de que había ganado terreno ante el guardián de Sagitario.

 

 

Aioros permanecía en su templo, tenía varias cosas en mente para dedicarse tiempo a una sola pero las cosas en los días pasados habían cambiado mucho en su vida, sin duda una que ocupaba bastante sus pensamientos en esos momentos era lo agradable que se mostraba Shura y no solo como un buen compañero del Santuario, la verdad era que se cuestionaba si no debía darle una oportunidad a esa relación que le proponía, no perdía nada y el de cabellos oscuros era tan atento y agradable...

--Aioros ¿estás aquí?

Era la voz de Saga. No había pensado mucho en él pero no por relegarlo, solo que lo de Shura lo había entretenido más de la cuenta, era mejor ver de qué se trataba.

--Hola Saga-saludó el castaño.

Al ver a su compañero no supo que hacer en un primer momento, el gemelo de cabellos azules llevaba una maleta.

--Vengo a hacerte una invitación Aioros.

--¿De qué se trata Saga?

--Vamos a salir.

--¿Adonde?

--Es una sorpresa, solo acepta, te aseguro que te gustara.

--Bueno...

--Por favor.

--De acuerdo.

No quería dar una escena y más que nada por la expresión del de ojos verdes, era lo que lo había orillado a aceptar. Siendo que los dos estaban de acuerdo no había más por discutir y ambos caballeros se pusieron en camino, ciertamente Saga no dijo ni una palabra sobre el sitio al que se dirigían pero no tardó mucho el castaño en darse cuenta de que era fuera del Santuario. Caminaron por un rato pero cuando llegaron a su destino era buen tiempo el que invirtieron en llegar hasta ese sitio, al menos al arquero del noveno templo así le parecía.

--Ya llegamos-anunció el de cabello azul.

--Es hermoso-dijo el castaño.

Estaban en lo que parecía una playa privada, era un discreto sitio pero por demás hermoso, el agua golpeaba la arena y parecía más azul que en ningún otro sitio, además de que en esos momentos el mar estaba particularmente tranquilo y la brisa apenas si se sentía, todo el sitio era una invitación a descansar o jugar, cualquiera de las dos opciones eran válida.

--¿Quieres nadar?-preguntó Saga.

--No tengo traje de baño-dijo Aioros.

--Yo me ocupo de eso.

Fue cuando el arquero recordó la maleta, de inmediato el gemelo sacó un tipo de bañador y se lo entregó al castaño, de inmediato se cambiaron y no tardaron en entrar al agua, los primeros momentos solo nadaron libremente, era bastante refrescante estar en un sitio así, después comenzaron a arrojarse agua como si fueran un par de niños y se rieron por ello libremente, era aún más divertido que nadar pues lo compartían con alguien.

Cuando les pareció que era suficiente de estar en el agua regresaron a tierra o más bien regresaron a la arena y Aioros supo que más llevaba en la maleta el gemelo, sacó una manta y se sentaron, además el de ojos verdes sacó comida que llevaba en contenedores de plástico, todo era ligero y fresco.

--Solo pensé que sería bueno tener un almuerzo-dijo Saga.

Y el de Sagitario no pudo estar más de acuerdo pero tenía que decirle algo más.

--Eres muy gentil Saga, no tenías que molestarte con todo esto.

--No es una molestia Aioros, además verte contento hizo que todo valiera la pena.

El castaño sonrió suavemente al escucharlo, era un buen momento para compartir. Sin embargo Saga pensaba que era tan buen momento como cualquiera y estiró su mano para colocarla sobre la del castaño, este lo miró atentamente.

--Quiero estar contigo Aioros-dijo Saga mirándolo directamente-Quiero ser más que un amigo para ti si me lo permites.

--Saga...

--Esperaré por lo que decidas, no te presionaré pero quería que lo supieras.

El de Sagitario guardó silencio pero se sentía muy bien con todo lo sucedido durante ese día mientras que el gemelo de Géminis solamente sabía que no le era indiferente al lindo arquero del noveno templo.

 

 

Si alguien necesitaba pensar y tener una resolución a lo que pasaba en su vida era Aioros, definitivamente se estaban presentando demasiadas cosas en un lapso de tiempo muy corto, necesitaba decidirse antes de que las cosas siguieran avanzando pero ¿Cómo era que los otros dos se mostraban tan increíbles y encantadores con él? No era justo, no le permitían decidirse basado en quien era mejor porque los dos eran excelentes; después de unos momentos se dijo que era una tontería culparlos cuando era algo que él tenía que resolver aunque no fuera sencillo.

Lo mejor sin duda era el poder decirles a ellos que necesitaba pensarlo pero eso ya lo había hecho y los otros dos no presionaban, solo se mostraban atentos y detallistas y él no sabía como decirles que dejaran de hacer esas cosas que la verdad le gustaban mucho, nada era sencillo en esa situación pero finalmente se decidió que si había un camino por seguir para que ambos lo dejaran en silencio con sus pensamientos por un tiempo: la verdad. Y esta verdad era una que sin duda podría provocar muchas cosas pero que era mejor aclarar.

Siendo así fue donde Saga, necesitaba decirle prontamente lo que sucedía para que las cosas se desarrollaran de manera definitiva.

--Saga-lo llamó el arquero.

--Aioros-respondió el gemelo.

Ambos se miraron por unos instantes pero tenía que hacerse lo que había llevado al castaño a ese sitio.

--Tengo que decirte algo Saga.

--¿De qué se trata?

--Saga, en verdad me agradas y todo lo que me has demostrado me halaga pero hay algo más que debes saber.

--Si es que necesitas tiempo ya me lo habías dicho Aioros, ya te dije que respeto eso.

--Saga, hay alguien más.

--¿Qué?

--Alguien más ha estado tan cerca de mí como tú.

El del tercer templo no se esperaba esa información, su primer impulso fue querer saber quien era el otro pero de inmediato lo resistió, eso no era lo más importante en ese momento.

--Siento que merecías saberlo Saga antes de seguir con esto de querer algo más conmigo.

--¿Lo quieres Aioros?

--No lo se, lo lamento, no puedo decir si lo quiero a él o a ti pero necesitaba que lo supieras, no quiero engañarte, no mereces que te engañen.

--Aioros, cuando sea el momento y solo tú decidas lo que quieres estaré listo para escucharlo.

--Gracias.

Sabía que no había nada más que decir ni mucho menos que aligerara lo que terminaba de suceder, fue por eso que el castaño se decidió a ir de inmediato en busca de Shura que estaría en su templo, tenía que terminar con esa situación cuanto antes. Sus pasos no tardaron en llevarlo directamente al décimo templo donde tendría que dar una explicación similar a la que había dado en Géminis, solo que en este caso no tuvo que llamar.

--Aioros, que bueno que vienes.

--Hay algo que necesito que sepas Shura.

--¿De qué se trata?

--Shura, la razón por la que te pedí tiempo en esto de de una relación no fue solo por ti.

--Creo que no te comprendo.

--Hay alguien más que me ha pedido una relación y sinceramente me siento confundido con todo esto.

--¿Alguien más?-preguntó apretando el puño.

--Así es, lo siento pero no podía seguir si tu creías que era solo por el tiempo, de verdad necesito pensar y decidirme por lo que quiero.

--Si es lo que necesitas y lo que sientes Aioros esta bien, yo esperaré, no me importan otros, espero que tengas eso en mente.

--Lo tendré, adiós Shura.

Sin esperar por más de nuevo fue a su templo, sabía que las explicaciones que terminaba de dar eran escuetas pero no había otra forma de hacer las cosas, finalmente iba a terminar diciéndoles lo mismo a cada uno y prefería que fuera velozmente a despacio y con más preguntas que en esos momentos no iba a resolver. Llegado a su templo fue a su recámara. Tenía que esperar por lo mejor de los acontecimientos y rogaba porque no hubiera conflictos, sabía bien que en un problema a gran escala tanto Saga como Shura no eran personas que se dieran por vencidas ni mucho menos aceptaran la derrota, hiciera falta lo que fuera por triunfar.

 

 

Ahora que ambos estaban enterados no era difícil suponer que una prioridad era la de saber quien era la otra persona. Saga y Shura habían pasado unas horas en vela tratando de imaginarse quien había sido el osado que se acercó a su castaño y lo confundía y lo hacía retrasar su decisión de estar con ellos, era mejor estar alertas y cuando supieran quien era el otro no faltarían medios para que se hiciera a un lado. Habían peleado antes por muchas cosas que ni siquiera les afectaban directamente, ahora se trataba de algo en lo que su corazón estaba involucrado y no iban a hacerse a un lado siendo como era algo muchísimo más importante.

Fue por eso que durante el entrenamiento de una mañana seguían discretamente los movimientos del de Sagitario, su grácil figura moviéndose a la perfección, su perfecta sincronía en los ataques y para defenderse, la manera en la que los rayos del sol lo tocaban sobre su bronceada piel y hacían brillar su cabello, era único y no iban a renunciar solo porque alguien lo estaba confundiendo.

Mientras continuaban con sus observaciones y el entrenamiento algo más sucedió, algo que no se esperaban del todo. Mientras Aioros permanecía entrenando con su hermano Saga y Shura se decidieron por entrenar...juntos. No era una mala idea ya que ambos eran excelentes combatientes y se conocían bastante bien como guerreros, así que encontrarse en una situación de ese tipo resultaba benéfico para ambos, sin embargo de haber sabido lo que iban a descubrir tal vez lo hubieran pensado de nuevo.

Siendo que los dos eran buenos combatientes no hizo falta mucho para que mostraran sus habilidades, sabían que no podían distraerse, que tenían que estar atentos pero en algún momento del encuentro escucharon a Aioros, furtivamente sus miradas se dirigieron a la dirección en la que se marchaba el castaño y como una casualidad también se dieron cuenta de la manera en la que el otro lo veía alejarse, una mirada idéntica a la suya. Por unos instantes fue como si el tiempo se detuviera, tan solo se observaron directamente, seguros de que sabían quien era el otro hombre.

Ahora que los dos sabían como eran las cosas lo mejor era aclararlas de inmediato, Saga y Shura sabían que tenían que solucionar el asunto en el que estaban pues no podían permitirse simplemente dejarlo en manos del destino, tenían que aclarar la cuestión de Aioros cuanto antes ¿Qué mejor manera de hacerlo que hablando?

El punto de reunión por el que se decidieron se encontraba fuera del Santuario, era mejor un sitio neutral y sin testigos, al menos testigos que los conocieran, pues estaban completamente convencidos que lo que se dijera en ese sitio solo a ellos les correspondía saberlo.

Estaban sentados frente a frente en una mesa de lo más apartada pues les brindaba cierta discreción, se miraban atentamente, en los primeros minutos no dijeron absolutamente nada, solamente se observaban atentamente y en completo silencio, sin embargo sabían que debían hablar de lo que pasaba.

--Ya se lo de Aioros-dijo Saga.

--También lo se-respondió Shura.

--Así que los dos estamos enterados.

--No me gustan los rodeos Saga, se solo una parte, así que dime ¿Qué pasó entre Aioros y tú?

--Aioros me gusta Shura y lo quiero para mí.

--Yo quiero lo mismo. A pesar del tiempo él sigue siendo alguien importante en mi vida.

--Quiero a Aioros, sea lo que sea que haya pasado entre nosotros aún lo quiero y espero que él me corresponda.

--Te comprendo-dijo el hispano-Siento lo mismo, lo quiero, quiero que esté en mi vida, quiero hacerlo feliz.

--Es mejor que sepas algo más Shura.

--¿Qué?

--Aioros y yo estuvimos juntos.

--¿Juntos?

--Hicimos el amor en su templo.

--Yo también estuve con él, en su templo, fue después de eso que me dijo que necesitaba tiempo para pensar.

--Solo lo hicimos una vez.

--No fueron más las que estuve con él. Y no quiero perderlo.

--Yo tampoco quiero perderlo.

Ninguno de los dos se mostraba furioso por lo que estaban diciendo, solo estaban decididos a dejarle saber al hombre frente a él lo que estaba sucediendo y lo que sentían, era parecido y lo comprendían pero no facilitaba las cosas entre ellos para aclarar lo que sucedía con Aioros.

--Nunca nadie había sido tan importante en mi vida-dijo Saga.

--Nadie había significado tanto para mí-dijo Shura.

--Y solo Aioros puede decidir ahora.

--Aceptaré lo que él elija.

--Supongo que pelear entre nosotros no nos llevaría a nada, solo él puede elegir.

--Si Aioros se decide por uno creo que el otro debe aceptarlo y hacerse a un lado.

Al escucharlo decir eso el gemelo miró atentamente al otro hombre por unos momentos, era mejor aclarar algo.

--¿Crees que yo seré el otro?-peguntó Saga.

--Si-respondió Shura con seguridad.

Saga lo miró con simpatía y Shura se limitó a sonreír suavemente; eran similares, algunas cosas en sus vidas los unían irremediablemente, incluso sus sentimientos por Aioros pero el arquero no podía compartirse, era único y solo uno de ellos podría estar a su lado y la decisión para eso recaía en el propio castaño que no se decidía y ellos solo podían esperar.

 

 

Después de que Saga y Shura conversaran solo les quedaba esperar, definitivamente la espera no era algo que les agradara pero no había opción, no cuando todo quedaba en manos de Aioros. Y definitivamente el de Sagitario no estaba en una situación sencilla, para empezar tenía que aceptar todo lo sucedido y que tenía que decidirse ya que su situación no podía ser solamente esperar a que todo se resolviera por si mismo, no podía retrasar las cosas. Era principalmente por eso que permanecía en su templo, para poder pensar y tranquilizarse, saber que la decisión que tomara era completamente conciente y bien pensada y no solo el impulso de un momento.

Esa noche estaba recostado en su cama sobre las sábanas mirando al techo, no podía evitar que sus pensamientos se dirigieran a dos personas únicamente: Saga y Shura. Cada uno era especial e importante de diferente manera en su vida, los había conocido en su primera juventud siendo los tres servidores de Athena y leales caballeros al Santuario, fueron muchos los momentos que compartieron en ese tiempo y de verdad le agradaban, si las cosas hubieran sido diferentes sin duda hubieran seguido siendo grandes amigos pero las cosas cambiaron. Y ahora estaban de nuevo los tres en el mismo lugar.

Definitivamente el presente le brindaba una oportunidad pero el problema para el castaño era que en esa oportunidad tenía más de una opción y no cualquier opción: estaba siendo cortejado por dos de los caballeros más poderosos del lugar ¿y para que engañarse? También dos de los hombres más apuestos que hubiera visto en toda su vida. Si alguien le hubiera dicho que algo así sucedería sin duda no lo hubiera creído pero ahí estaba él, tratando de saber que hacer.

Sinceramente tanto Saga como Shura le agradaban por diferentes razones aunque en algunas fueran tan similares, los dos eran muy determinados, muy fuertes, muy decididos, valientes, aguerridos, firmes, leales, también podían ser muy atentos y comprensivos además de afectuosos cuando las circunstancias se prestaban a ello y no dudaba de que eran caballeros en todo el sentido de la palabra; le dolería demasiado que la situación entre los tres se terminara a causa de sus propios sentimientos pero sin duda estaba en una situación en la que inevitablemente alguien saldría perdiendo.

Cerró los ojos por un instante y siguió una línea pero esta vez no era la de sus pensamientos, lo que en verdad necesitaba era que su corazón respondiera ¿Qué quiero en mi vida? Era todo. Había dos nombres, Saga y Shura...Shura y Saga...los instantes se sucedían y a cada instante parecía que las cosas se complicaban, sin embargo lentamente se fueron aclarando al grado de que el castaño de Sagitario abrió sus ojos nuevamente: sabía lo que debía hacer, sonreía por darse cuenta de lo que realmente quería, había decidido su corazón.

Se levantó y a pesar de la hora se dirigió al templo del otro caballero dorado al que quería en su vida, como era de noche no le extrañó no verlo y fue por eso que se dirigió a su recámara, lo vio dormido bajo las sábanas, descansando tranquilamente y lo enterneció, se acercó lentamente y lo llamó con suavidad en dos ocasiones ante lo cual el otro despertó, lo miró por unos instantes antes de preguntar.

--Aioros ¿Qué sucede? ¿Qué haces aquí? ¿Sucedió algo?

Sin embargo Aioros no le respondió, no con palabras, se limitó a sonreír y acercándose lo beso con ternura en los labios, al separarse se miraron mutuamente a los ojos para abrazarse un segundo después, eran uno y ya no se separarían.

 

 

NOTA DEL AUTOR: Gracias por leer, siendo así les comento que me decidí por dos finales ya que no me decidía por uno, espero que les guste alguno, siendo todo los dejo continuar con la historia pidiéndoles que elijan el que más les agrade. Gracias.

 

 

Aioros estaba en el templo de su compañero, sentía su calor tan cerca de si mismo que se alegraba de estar ahí, le gustaba tanto poder despertar y sentirlo a su lado, sabía que lo amaba y él solo podía corresponder a ese sentimiento con todo su corazón. Veía a su compañero dormir, era increíble estar juntos pero de verdad creía que merecían ser felices, extendió su mano para acariciarlo suavemente en la mejilla y aún sin proponérselo ese movimiento despertó al otro hombre, vio claramente como le sonreía con la mirada.

--¿Qué tal dormiste Aioros?

--Dormí muy bien.

Sin una palabra más su compañero se acercó y lo beso dulcemente en los labios para empezar a levantarse un momento después, lo vio incorporarse y ponerse los pantalones, antes de salir de la habitación se le acercó de nuevo para decirle algo.

--No tienes idea de lo feliz que me hace que estés aquí, te amo.

Se dieron un beso más y salió, dejando solo al castaño que simplemente estaba sonriendo por lo que había escuchado, al verlo retirarse se sentía fascinado con él, con su larga cabellera azul y dijo al vació que lo rodeaba.

--También te amo Saga.

Quizá era mejor levantarse y dejarle saberlo.

 

 

Aioros permanecía en su templo, era ya de mañana y se daba cuenta de que las cosas en los días pasados han marchado muy bien con su pareja, se siente afortunado de tenerlo a su lado pues era un hombre que lo amaba y al que amaba, su vida era muy buena sin duda. Estaba en sus pensamientos mientras observaba salir el sol, la manera en la que los colores iluminaban el horizonte le agradaba, eran de los mejores momentos para poder iniciar su día pues había aprendido a apreciar hasta las cosas más pequeñas y cotidianas.

--¿Por qué estás de pie tan temprano Aioros?-le preguntaron.

--Solo quería ver el amanecer entre nuestros templos.

Su pareja se acercó y lo besó mientras lo abrazaba con ternura, se quedaron muy quietos mientras observaban el sol ascender por el cielo, se sentían muy contentos de estar juntos; el castaño era feliz entre esos brazos que lo sostenían.

--Te amo Aioros.

No necesitaba escucharlo pues el castaño lo sabía, era tan cierto como que él lo amaba con todas sus fuerzas, esos españoles brazos nunca lo dejarían ir y le gustaba saber en dónde pasaría el resto de su vida.

--También te amo Shura.

Y los dos sonrieron por escucharlo una vez más.

 

 

Aioros vivía sintiéndose feliz y se alegraba de serlo, no se arrepentía por permitirse amar y ser amado, habían pasado muchas cosas en su joven vida pero si todo lo ocurrido lo había llevado a su presente sin duda había valido la pena; estuvo ante una encrucijada del destino pero su corazón tomó el camino correcto.

 

 

FIN

 

Notas finales: Espero que les gustara, la verdad no podía decidirme al final y por eso lo deje así, cualquier comentario es bienvenido.

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