Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

La casa estaba vacía por Aoli

[Reviews - 6]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Mi primer fic. Bueno más bien es el primero que publico. Estoy a la mitad de escribir una dulogía, o como se diga, del universo de naruto. Esto me vino a la mente y lo escribí en unas 6 horas más o menos. Os dejo con él....

Deslicé la pernera derecha de mis vaqueros negros y subí la cremallera. Cogí con cierta devoción mi mejor camiseta, comprada en el festival de rock del verano pasado, y una vez puesta hice un último chequeo en el espejo. Luego me dirigí al aseo y apartando las infinitas lociones y cremas de mi madre me dispuse a afeitarme.

 

Los últimos retoques al pelo engominado en punta que me gustaba llevar sobre mi frente y ya está. Listo. De camino a los billares donde había quedado con Juan y Rafa, nuestro punto de encuentro.

 

Ellos ya estaban allí, sentados en el bordillo de la ventana. Fumando y hablando. Saludos y directos al pabellón, o más bien a los exteriores del pabellón. Solíamos quedar con toda la peña en el lado que daba a la canchas externas, dónde había suficiente espacio para que los coches pudieran aparcar.

 

Marcos ya estaba allí, fardando de las llantas de 30cm, la última adquisición de su tuneado coche. Como somos gente curiosa, y envidiosa, nos fuimos para allá para comentar las llantas un rato mientras iban llegando más gente.

 

Las chicas se iban colocando sentadas en el capó de los coches conforme iban llegando. Diego con más bebidas y sin hielo. Jorge con su primo y su hermana, y sin hielo. Adivinen, ajá, me tocó ir a por el puto hielo...

 

Cuando ya volvía con las dichosas bolsas ví que toda la gente parecía haber llegado, incluido Eloy cuyo coche estaba rodeado de gran parte de las chicas. Normalmente esto pasa, pero no tan exagerado. Digamos que es el latin lover del grupo, el chico malo que atrae a todas las nenas. Cuando pasaba por al lado Patricia me llamó por mi nombre y me pidió un cubito de hielo. Cuando ví que lo ponía en un pañuelo, le pregunté que qué hacía.

 

“Eloy tiene un ojo morado de un puñetazo”

“Si es alucinante” añadió Juli

“Voy a ponerle un poco de hielo”

“¿Qué le ha pasado?” les dije

“Parece que alguien se estaba metiendo con una amiga suya anoche en la discoteca Budda y él salió a defenderla y llegó a los puños con el gilipollas ese”

“¡Woh!” Me incliné un poco para el lado para ver tras el cristal delantero hacía el interior. Y entre la penumbra lo pude ver.  Echado sobre el asiento del conductor, delgado y con sus gafas de sol puestas. Siempre que lo veía me daba la sensación de prepotencia y dejadez, ¿cómo diablos se puede transmitir estas dos cosas a la vez?. De igual manera a las chicas las llevaba locas.

 

Dejé las bolsas en el maletero del coche de Jorge donde teníamos montado el bar. Me serví mi wisky con red bull y me fui para mi lugar habitual en las escaleras. Llevábamos ya un rato y todavía Eloy no había conectado su equipo de música, que es el que normalmente usamos por ser el más potente, así que Rafa y yo nos sumergimos entre todo el barullo de chicas y yo con dificultad me asomé al interior e interrumpí la charla entre Patricia y Nuria.

“Tío, pon música”

Todas las chicas se giraron a verme ante la interrupción. “Dani no agobies, ya la pondrá” me dijo Nuria, la mandamás del grupo de chicas y la que más me atrae (soy algo masoquista si, porque no me hace ni puto caso).

“Aparta” les dijo Eloy sin más y salió por la puerta y se dirigió al maletero. Lo abrió y con un gesto hacia mí me dijo “pon lo que quieras” y se apoyó en el lateral.

Yo encendí el equipo y a gritos les pregunté a los otros qué querían. Jorge me trajo un recopilatorio nuevo que había hecho hace poco y me lo pasó para que lo pusiese. Solo a mi me dejaba Eloy toquetear en su equipo de música. Él veraneaba en la costa del sol en la misma urbanización donde mi tío “el millonetis” tenía también su casa de veraneo. Y dónde yo y mi hermano pequeño año tras año éramos mandados por mi madre para “hacerle compañía a tu prima ya que sois de la misma edad, bla bla bla...”, mientras ella y mi padre se iban a Cuba, Grecia o New York de vacaciones.

 

La música hizo tronar los altavoces y con la puerta del maletero abierta hacia arriba formaba una especie de cueva en la que me gustaba estar. Tenía una sonoridad especial, envolvente. Me dejé llevar por ella y al ir a apoyarme en el coche casi me siento sobre Eloy. Puso una mano en mi espalda para pararme y yo le dije mis disculpas algo cortado, y él medio sonriendo, con su mano aún en mi espalda dirigiendo mis movimientos, me hizo sentarme al lado suya. Mientras yo me escabullía en mi cubata una de las chicas (o quizá varias de ellas, no recuerdo bien) vino, le preguntó qué quería de beber y se lo trajo. Se quedaron varias chicas al lado de nosotros junto al maletero intentando hacer conversación. Pero el hecho era que Eloy estaba girado, dándole la espalda, rebuscando entre sus discos y cosas y yo estaba en mi mundo probando altos y bajos en el equipo. Así que al final eran básicamente las chicas las que hablaban, típico.

 

Lo normal es que Eloy se pasase todo el botellón metido en su coche, bebiendo tranquilamente y escuchando música en la oscuridad. Había veces que no sé porque salía de marcha con nosotros, sólo sé que un verano me preguntó con quién salía por aquí y me encontré invitándole, y él aceptando. Y así estamos desde entonces. Ponía su coche con el maletero de cara a nosotros, enchufaba la música y para dentro de su coche que se iba. Con las ventanillas bajadas si hacía mucho calor y charlando muy de vez en cuando. Yo estaba, o en el maletero con el equipo, o en las escaleras en frente de este, de DJ.

 

La noche seguía adelante, bebiendo y bebiendo. Notaba a Eloy más bebedor que de costumbre y más social también, aunque no sabía si eso se debía a lo primero. Nos pasamos toda la noche en su maletero sentados, rodeado de un círculo bastante grande de gente. No todas las noches acaba uno metido en la conversación del grupo más animado, así que yo estaba disfrutando bastante toda esa atención. Aunque sabía que era gracias a él.

 

La noche pasaba y la gente se iba marchando. Rafa vino hacía mí y me dijo que se iba, que si me iba con él o me quedaba. Como vivimos a dos manzanas de distancia era normal ir y volver a todos lados juntos. “Si ya nos vamos”

 

Eloy se levantó también algo tambaleante y dijo que se marchaba también. Yo me quedé un poco cortado porque no sabía si sería bueno que condujese ebrio y por el murmullo de las chicas ví que ellas también estaban preocupadas. Y efectivamente le siguieron hasta la parte delantera del coche “Eloy espérate, que estas super borracho tío, no puedes conducir”

 

“Dejarme, que estoy bien”

“Pero que coño bien, ni de coña coges tú el coche” esa fué Nuria.

Los oí hablar un poco más mientras Eloy iba cerrando todo y arrancaba el coche. Juli apresurada se vino hacia donde estábamos nosotros en las escalinatas.

“Joer ¿que hacemos?, que va super bebido”

“Yo lo llevo si hace falta, tengo ya carnet de conducir” me ofrecí. “Luego puedo coger el autobús que pasa cerca”

“Susana inténtalo tú que tienes más mano”

 

Con eso Susana, que se sabía todos los trucos para tratar con la gente, o al menos eso nos parecía a todos nosotros, se fué para la puerta del conductor y con cuidado la abrió y susurró algo.  Luego se levantó y me hizo una señal de que fuera para allá, mientras Eloy se deslizaba hacia el asiento del copiloto.

“¿Qué le has dicho?” le susurré curioso a Susana.

“Qué tu lo llevabas”

“¿Eh?”

Sonrió enigmáticamente y se fué para el coche de su hermano Jorge. Yo sin pillar de que iba eso me metí en el coche encantado de la vida, no siempre se puede conducir semejante BMV. Deportivo, de suelos bajos, asientos casi tumbados y color negro metálico. Una auténtica delicia. Él sonrió ligeramente al ver mi entusiasmo.

 

 “No corras mucho ¿eh?” comentó Patricia desde mi puerta todavía abierta. “Cuídate Eloy” le dijo maternalmente. Un leve “piérdete” fué la única respuesta. Así que Patricia y yo nos miramos a los ojos, yo me encogí de hombros y cerré la puerta mientras ella se retiraba. Con cuidado puse primera y solté embrague.

 

Eloy vivía en las afueras, en uno de los barrios pijos. Era una media hora de camino, y eso gracias a que no había casi coches por las calles. Todavía me explicaba menos porque recorría toda esta distancia para salir con mi grupo y no salía con gente de su barrio a discotecas caras que él se podía costear. De todas formas no tuve mucho tiempo para pensar porque no cojo un coche normalmente ni tampoco había conducido antes por ahí, por lo que estaba algo tenso y con mil ojos en la carretera.

 

A veces me giraba para Eloy para ver como estaba. Parecía dormir ahí tumbado, con la cabeza ladeada en mi dirección y las gafas puestas. Yo mientras intentaba recordar como evitar comas etílicos y si era bueno que lo dejase dormir. De tantas ojeadas le eché para chequear, al final me dijo un breve “estoy bien, no te preocupes. Mira a la carretera”.

 

Cuando llegamos a la puerta de su casa, observé la verja de entrada cerrada y me quité el cinturón y me dispuse a bajar para ir a presionar el botón que hubiese que presionar. Pero Eloy hizo un movimiento rápido a mi izquierda y agarró un pequeño mando. El botón hizo que la puerta se abriese, con la misma brevedad lo dejó caer otra vez en su sitio. Yo simplemente puse el coche otra vez en marcha y entramos en el jardín.

 

Él salió del coche y se dirigió a la puerta y yo sin saber muy bien que hacer salí también, cogí las llaves del coche, lo cerré y seguí a Eloy para darle la llave.  Mientras tanto él ya había abierto la puerta de su casa y me esperaba pacientemente a un lado. Cuando me acerqué para despedirme me hizo un gesto con la mano para que entrase. Así que entré.

 

La casa era enorme, seguramente toda mi casa cabría en el hall o en la sala de estar. La casa era super lujosa, con piscina en el jardín al que daban todas las ventanas. Y... la casa estaba vacía. Era como un enorme bloque de nada rodeándote.

 

Con pasos torpes seguí a Eloy hasta el salón de estar. “Allí esta la cocina, sírvete si quieres algo” me dijo mientras me señaló unas puertas dobles. Él se fué para el piso de arriba, lo sé porque pude oír sus pasos en el silencio sepulcral del edificio.

 

Yo me senté dudoso en uno de los enormes sillones y me puse a observar la sala. Al fondo la pared estaba ocupada por una enorme televisión plana flanqueada por dos extrañas esculturas o lámparas o algo parecido. Todo el lado izquierdo eran cristaleras que daban a la piscina, cuyo fondo estaba iluminado. Atrás mío la puerta que daba al hall y la otra que daba a la cocina. Y a mi derecha más puertas y extraños adornos de pared. Estaba terriblemente cohibido y sin saber muy bien que hacer. Era como esperar en la consulta del dentista, todo muy bonito, todo muy frío.

 

Mi reloj de muñeca marcaba las cuatro y cuarenta y tres de la madrugada, así que si quería llegar al autobús de las cinco que pasaba no muy lejos de aquí tenía que ponerme en marcha ya. Así que tímidamente volví al hall llamé a Eloy. No me respondió y tampoco pude oír ningún ruido, así que me puse a subir las escaleras. Una vez arriba seguía ese silencio sepulcral, así que me tuve que guiar por la luz que se colaba bajo las puertas y así di con su habitación o lo que me parecía a mi, un mini-piso particular.

 

Oí arcadas que provenían del baño y me preocupé. No podía dejarlo tampoco en este estado. Así que hice lo único que se me pasó por la mente, fui a la cocina a buscar algo dulce para comer. En otra ocasión unos amigos le habían dado kitkat a Juli, la cual estaba bastante borracha porque según ellos el dulce le vendría bien. Así que ahí estaba yo, abriendo puertas en búsqueda del armario de los dulces.  Digo yo que en cada casa habrá alguno ¿no?,  yo no di con él, pero si di de forma misteriosa con el congelador. Allí ví helado y cogí un bote individual de esos.

 

Encontrar una cuchara pequeña fué tarea más fácil... el primer cajón más cercano a la vitrocerámica. Supongo que es algo genético en el ser humano la selección de ese cajón para los cubiertos, de igual forma nunca falla. Ya aprovisionado de nutrientes, más o menos, me dirigí de nuevo a la habitación de Eloy. Lo encontré lavándose los dientes en el lavabo. Vio mi reflejo en el espejo y yo, antes de que pudiese echarme la bronca por haber entrado en su habitación sin permiso, levanté el bote que llevaba. “¿Helado? Tengo entendido que es bueno para que pase la borrachera o algo así”. Puse mi carita más inocente y él simplemente se enjuagó la boca y cogiendo el bote de mi mano se sentó en la cama y me palmeó la colcha al lado suyo para indicarme que me sentara. Obedecí y le pasé la cucharilla.

 

“¿Y tú?”

“Ehhh, estoy bien no te preocupes. Ahora come”

“Ya vuelvo”

Sin más se levantó y salió rápidamente de la habitación para volver segundos después con otra cucharilla en la mano.

“No me gusta comer solo. Toma”

“Gracias”

Se volvió a sentar sobre la colcha y empezamos a comer del mismo bol.

“Este verano no fuiste a casa de tu tío como siempre, tu hermano si fué”

“Ya. Parece que mis padres han entendido el concepto de que soy mayor de edad y no pueden “aparcarme” en casa de mis tíos sin más. Me quedé aquí y estuve saliendo y eso. Fui al festival de Rock” dije mientras me señalaba la camiseta. “ Y poco más”

“¿Ya no vas a volver a ir?”

“¿Al festival?”

“A la casa de tu tío”

“No sé, no creo. El año que viene ya empiezo la universidad y no creo que me dejen veranear si me quedan asignaturas para septiembre y eso.”

“¿Qué vas a estudiar?”

“Diseño gráfico”

“¿Vas a ir a la facultad de artes?”

“¿Por qué no?”

“No sé” se llevo una cucharilla pensativo a la boca “tal vez te veía más en algo más técnico”

“Pues este verano he estado tomando clases de dibujo y el profesor me dijo que tenía talento, listillo”

“Ajá, ¿si?” siguió por un rato simplemente comiendo con el rostro bajo, pensando. Al rato estiró la mano agarró algo y me lo pasó. Eran un juego de llaves.

“Ábrelo” dijo señalando a uno de los armarios.

“¿Qué?”

“Simplemente hazlo. La pequeña”

 

Curioso me dirigí hacia el armario, busqué la llave más pequeña del manojo y la metí en la cerradura. Abrí lentamente la puerta mientras un olor a aceite de linaza me golpeaba el rostro.

 

Un caballete de pintor se sostenía precariamente sobre la pared derecha, mientras que la izquierda estaba totalmente ocupada por una estantería de arriba a abajo, llena hasta los topes de pinturas y lienzos. Me giré hacia Eloy un poco alucinado por todo, él simplemente miraba con indiferencia el bote de helado en sus manos mientras comía lentamente. Aunque cuando me giraba otra vez al frente me pareció captar de reojo como sus pupilas se elevaban para curiosear mi reacción.

 

Me daba miedo tocar uno de los lienzos por temor a estropearlo así que cogí un cuadernillo de esbozo que sobresalía ligeramente entre trapos y pinceles. Lo abrí y pasé algunas páginas pero parecía estar vacío.

 

“Ese está todavía sin usar” Dijo Eloy mientras se acercaba y se agachaba para rebuscar en una mochila medio rota que estaba en el suelo del armario. Sacó otro cuadernillo similar al que yo tenía en ese momento pero con rastros evidentes de uso continuo. Sacó primero unas fotos del cuadernillo y las metió rápidamente en un bolsillo de la mochila.

“¿Por qué tienes una mochila tan vieja?”

“No es vieja, es que ayer digamos que estuvo en medio de un campo de batalla” Dijo medio irónico.

“Y las fotos que eran”

“Preguntas mucho”

 

Y sin más me pasó el cuadernillo de dibujo y se fué hacia el sofá de tres plazas que tenía enfrente de la cama. Yo cogí el cuaderno de sus manos y lo abrí por la primera página. Estaba lleno de bocetos de figuras humanas. En la siguiente había algunas más y partes de edificio. Incluso, en algunas páginas más atrás, conseguí distinguir la vista exterior que había desde el salón de su casa tal y como yo la había visto minutos antes. Con la piscina iluminada y el fondo borroso en la oscuridad. Seguí avanzando picado por la curiosidad. Los dibujos eran buenos, hasta yo que era un mero principiante me podía dar cuenta de ello. Asombrado descubrí un preciosa vista de la playa donde veraneábamos.

“Esto es...”

 

Eloy estaba echado en posición fetal y con la vista ligeramente perdida al frente. “¿Si?”

“Eh... La playa digo”

“Si, es la vista desde mi ventana”

Pasé a la siguiente página. En ella estaba yo con mi hermano y mi prima en la terraza del chiringuito comiendo algo. Yo parecía un crío en ella.

“¿De cuándo es esta?” me acerqué a su lado para enseñársela. Él sin levantar la mirada me respondió, o tenía ojos en la nuca o se las sabía de memoria. “Hace unos cuatro años”

“¿Pintas desde hace cuatro años?”

“Desde hace cinco”

“No tenía ni idea”

“Nadie la tiene”

“¿Tus padres?”

“Tampoco, mi padre se enteró ayer”

Me quedé mirando el morado de su ojo derecho. “No se lo tomó muy bien ¿no?”

“No”

 

“¿Y qué pa...”

“¿Te gustan?”

“Eh... sisi claro. Son buenos, de hecho creo que tienes más nivel que mi propio profesor de pintura. Te voy a tener que pedir clases” Bromeé.

“Sería complicado”

“¿Por?”

“No me dejarías concentrarme, o más bien no me podría concentrar”

“No entiendo”

 

Se sentó, cogió mi antebrazo y me hizo sentarme. Luego se volvió a tumbar con su cabeza en mis muslos. Podía ver la parte de atrás de su pelo oscuro y largo. Olía tan bien. Su mano jugueteaba con mi rodilla, haciendo pequeños círculos. Yo estaba como hipnotizado. Oí su voz como un susurro “Esto es raro”

“Si”

“Me siento desubicado con mis dos mundo chocando”

“¿Cómo?”

“Mi pintura y tú formáis parte de uno de mis mundos, esta mierda de casa es el otro. Es... raro, absurdo, chocante. Verte aquí, como un duendecillo, jugando con mis cuadros. Recorriendo mi casa.”

 

No dije nada, no sabía que decir. Él se levanto ligeramente y me besó la rodilla, luego volvió a dejarse caer. Sin mirarme en ningún momento. Yo empecé a acariciar su pelo, a juguetear con uno de sus mechones. Oía su respiración y veía su pecho subir y bajar lentamente. Había algo surrealista y mágico en todo esto.

“¿Te puedes quedar esta noche?”

“Si”

Notas finales:

Fin. Algo cortito, pero me gustó como quedó. Estoy entusiasmada de verlo publicado (y atacada de los nervios también jajaja), que ponga una dirección web y salga una historia escrita por mí jajaja. Ojalá alguien deje comentario, se agradecería muuucho. También decir que el lenguaje es algo local de España en algunos aspectos, así que si alguna lectora latinoamericana no entiende alguna frase hecha, concepto, lo que sea. Que me lo diga y se lo explico encantada ;).

 

Casi se me olvida comentarlo. Yo siempre que escribo mis fics escucho música, suele ser una canción o un grupo de ellas que escucho una y otra vez. No es exactamente songfic porque no hay relación letra-historia ni nada de eso. Pero pensé que sería bueno ir poniendo la “canción-inspiración” en cada fic. En este fué “L’impazienzia” de Danijay.  Excatamente este --> http://www.youtube.com/watch?v=mNUdT8Xkaws&feature=related

 

Muchos besos,

Aoli

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).