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Rosas Alemanas por Eiri_Shuichi

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Notas del fanfic:

En verdad, espero dejar las historias d TH

Notas del capitulo: Bueno, llego aca con el 3 (y espero ultimo) One-Shot q ecribo de Tokio Hotel; segun yo es bastante largo y bueno, se m agotaron las ideas xD jajaja asi q hice lo q pude, espero les agrade.
Incluye nombre d algunas d las primeras canciones d TH (empece haciendo Songfic, esta en mi xD) y un personaje, Helena, posiblemente aparezca como Julia en algunas partes... lo siento, no tuve animos d revisarlo.
Espero les agrade.
~ Rosas Alemanas ~


Podía escuchar las manecillas del reloj minuto a minuto casi como un eco infinito en su cabeza; se removió hacia un lado, hacia el otro, después se colocó boca abajo y al final, cuando su espalda estaba contra el colchón y el rostro hacia el techo, había recorrido todas las posiciones que conocía sin conseguir su objetivo y eso lo frustro aún más.
Bufó un par de veces, tratando de leer la hora sin conseguirlo por la falta de luz; ni siquiera podía distinguir una sombra en aquella oscuridad, estaba muy cansado, más que en mucho tiempo, ¿entonces por qué no podía simplemente quedarse dormido como cualquier persona normal?
“Esto no tiene caso”, pensó para sus adentros tiritando de frío; podía sentir el invierno aproximándose aunque eso fuera relativamente extraño, estaba bien hecho al clima y aún así le parecía que aquellas paredes guardaban el frío o quizá era que no podían retener el calor o, en el peor de los casos, eso que tenía no era sino soledad, la terrible sensación de saber que no había nadie más en ese habitación excepto él y sus suspiros.
Todo había sido idea suya aunque ya se estaba arrepintiendo y, aún así, no dejaba de culpar en sus adentros a Tom por todo aquello; sí, definitivamente él era quien lo había orillado a una medida tan extremista porque era un tonto, uno ciego e insensible cuyas neuronas no parecían funcionar muy bien bajo presión, un tonto con hermosos ojos marrones, con una voz que le encantaba, podía perderse en su expresión cuando se concentraba en su guitarra o cuando se quedaba dormido durante horas en cualquier parte de la casa… era un tonto al que quería más de la cuenta.
Todo había comenzado hacía como un año, cuando el “genio” de Tom lo empezara a molestar sin darse cuenta hablando cada dos segundos sobre cada chica que veía y es que él siempre había poseído ese instinto de mujeriego casanova que necesitaba ligar a diario, pero esos últimos meses eran lo peor que hubiera tenido que soportar en toda su vida, ahora parecía estar obsesionado y eso lo ponía totalmente histérico, le colmaba la paciencia. Todos sus esfuerzos, todas las cosas vividas y soportadas, todo lo que se había empeñado para que el mayor se diera cuenta de, bueno, lo que era asquerosamente obvio; pero no, bien, gracias, al final el idiota terminaba echándole en cara lo sexy que era Angelina Jolie o diciéndole que pensaba invitar a una tal Helena a salir, ¿acaso parecía él interesado es saber ese tipo de cosas?; claro que no, lo mataba estar tan bien enterado de los rollos sentimentales de su hermano porque en medio de todos ellos no había un espacio para él, ni siquiera uno pequeño, diminuto, que le hiciera tener un poco de fe.
Por eso, finalmente harto de la situación o más bien, aceptando que ya no podía soportarla, se decidió a poner tierra de por medio antes de volverse loco; el dilema era que poner tierra de por medio entre su hermano gemelo y él era una labor casi imposible; no tenía idea como, lo único que se le ocurrió fue pedir su propia habitación queriendo creer que eso sería un buen comienzo pero ya lo iba dudando; nunca antes había pasado la noche solo, siempre sabía que su hermano estaba al otro lado, en su cama dándole cierta tranquilidad y en ese momento solo podía sentir un frío aterrador que le helaba hasta los huesos.
Tenía perdida la cuenta de veces que llorara por su hermano desde hacía mucho o las ocasiones en que se mordía los labios para no gritarle sus sentimientos, todo por tenerlo cerca, para evitar que se alejara porque sabía que no era capaz de soportar eso, ¿cómo si aún no podía mantenerse separado de él por un pasillo?
Aún recordaba el año en que, separados en el colegio, su único soporte resultara ser Andreas que estaba para él en cualquier momento hasta entonces, cuando sin estar seguro de la causa, pues no se atrevía a confesarle la verdad, le daba su apoyo total como el buen amigo que era, solo que no era suficiente porque minuto a minuto, sentía que su corazón se iba desquebrajando y algún día terminaría por estallar en mil pedazos, entonces no le quedaría más que buscar y unir los fragmentos, poniendo sus esperanzas en ser capaz de volver a unirlos y hacerlo funcionar; cosa que francamente dudaba.
Tenía la cabeza muy revuelta, las ideas dispersas y las emociones hechas una maraña inmensa e indescifrable que con el paso del tiempo le complicaban la existencia; él no había pedido eso, él jamás deseo enamorarse de Tom, no había sido algo planeado o premeditado, simplemente había sucedido tan lentamente que al darse cuenta era ya muy tarde, tan profundo que no podía sacarse el cariño solo con querer y de cualquier manera no quería porque más allá de todo el dolor que aquello le provocaba el sentir eso por Tom era lo mejor que podía tener en el mundo. Amaba a Tom, lo hacía desde siempre y no dejaría de hacerlo jamás.

Despertó ojeroso, cansado, apenas capaz de mantener los ojos abiertos; eso era lógico considerando que hacía más de tres días que no conciliaba el sueño como era debido, pero ni Simone, ni Gordon ni mucho menos Tom lo sabían, no iba a estar sentado en la mesa, a punto de morder su tostada y decir “Oh si, he pasado otra mala noche porque me siento solo sin Tom”; lógicamente eso era imposible de confesar, no, ninguno debía saberlo, nadie debía.
Así, convencido de sus creencias un tanto masoquistas, se resigno de nueva cuenta a mantener en silencio lo que lo atormentaba, con su madre preocupándose tiernamente por sus ojeras y Tom haciendo comentarios de broma sobre lo mismo; algunas veces podía portarse como un verdadero idiota.
Exhausto como se sentía terminó de desayunar viendo partir a su madre que iba rumbo al trabajo, Gordon había salido desde temprano, sumamente ocupado en sus propias obligaciones, quedándose así con su hermano únicamente que ni tardo ni perezoso se encargó de llamar a Helena casi de inmediato, convencido de que podría conquistarla.
Lo miró con recelo, realmente estaba molesto; se limitó a subir los escalones hacía la siguiente planta, fue a su recamara y se puso a escribir, tenía una letra en la mente desde la noche y no quería perderla, se puso a escribir en la libreta que tenía para las canciones, una de tantas en su colección personal, pasando así alrededor de media hora mientras la perfeccionaba hasta que una idea absurda pero muy tentadora surco su mente; levantó la bocina del teléfono en su cuarto y tapando la parte que fungía como micrófono se dedico a escuchar la conversación que el mayor tenía con aquella chica.
Como lo imaginaba él se dedicaba a halagarla y lucirse mientras ella no paraba de reír con coquetería; sentía asco, nauseas de imaginárselos, la sangre parecía hervir en sus venas y respiraba agitadamente sin poder controlarse.
Quiso colgar mas se detuvo, ya habiendo empezado no lo dejaría todo a la mitad sin importar que eso lo matara porque posiblemente eso iba a suceder; espero ahí, colgado al teléfono lo que le parecía una eternidad con todo y que el reloj solo marcaba cuarenta minutos de los cuales mas de la mitad no eran más que estúpidas frases clichés al más puro estilo “Ay, ¿de verdad?”, “No, no digas eso”, “No puedo creerte” y demás. Se pregunto si todas las chicas podían llegar portarse como tontas cuando un gigoló las seducía por teléfono o si no estarían solo fingiendo; mejor no averiguarlo.
Mantuvo su posición, después de una hora realmente no los escuchaba sino que mentalmente cantaba todo el repertorio de Devilish o lo que había alguna vez sido, porque ahora se habían convertido en Tokio Hotel; ¿tendría aquello alguna consecuencia en las fuerzas universales?, no, seguro era todo producto del tedio y la rabia que ya no lo dejaban pensar con claridad.
A la hora y media se tendió en el suelo, todavía perdido en canciones sin preocuparse más por el reloj pues ya casi se convencía de que haber muerto y estar en el infierno y así, finalmente, poco antes de dos interminables horas pudo oír como se despedían u colgó al mismo tiempo que ellos deseando que no lo hubieran descubierto. Pero justo cuando creyó que podría descansar de aquel martirio escuchó los pasos de su hermano subiendo las escaleras para contarle sobre como le había ido con Julia y así, deseando sufrir algún ataque misterioso o que el calentamiento global por fin hiciera algo a su favor se aguanto la detallada historia de Tom.
Cuando se acabo el relato Bill tomó una extraña pero urgente decisión; tomó sus cosas importándole un rábano si su madre llegaba temprano y no lo encontraba ahí, simplemente se puso la chaqueta y salió de su casa sin rumbo fijo.
No estaba seguro de ir con Andreas pues seguramente terminaría contándole todo y aún no estaba listo para confesarlo sus sentimientos por Tom y no confiaba en nadie tanto como en ellos dos, entonces, ¿a dónde podía ir realmente?
Anduvo vagando, recorriendo las calles por algunas horas evitando a cada instante ponerse a pensar en su gemelo sabiendo que si lo hacía finalmente acabaría deprimiéndose nuevamente, pensar en su amor platónico era agotador además de dañino, no valía la pena meditar tanto sobre cosas imposibles, lo sabía e intentaba llevarlo a la práctica incluso si a veces hacía cosas estúpidas; como espiar las llamadas de Tom, ese era un gran ejemplo.
Sonrió melancólicamente, otra vez estaba haciendo lo que se decía no debía; no se podía controlar, no era algo tan simple, sintió un poco de frío otra vez, se acomodó la chaqueta buscando el calor que le hacía falta.
Quería convencerse de que no estaba enamorado de Tom, que todo era una mala interpretación de sus sentimientos, que en realidad el cariño que tenía hacia él, pese a ser mucho, no iba más allá del que su situación de hermanos y amigos podía propiciar pero todo era en vano cuando lo tenía cerca y sentía que no podía alejarse de él o cuando los celos lo consumían al verlo con alguien más, ni cuando se entristecía al llegar a ser ignorado por él, mucho menos cuando en esas noches se había encontrado a si mismo solo en una fría habitación.
Negarse a la realidad no lo llevaba a ninguna parte, comenzaba a hacerse a la idea de que ese dolor jamás lo abandonaría y si era así entonces aprendería a vivir con él, lo más importante era dejar a Tom, no quería hacerle daño, no quería que su amor lo lastimara y si él era feliz con Helena o con cualquier otra persona entonces él debía apoyarlo porque era su hermano y porque lo quería y cuando se quiere a alguien se esta dispuesto a hacer sacrificios por el bien de esa persona.
Se acerco a un árbol, lo miró sabiendo que aquello era completamente estúpido pero debía intentarlo porque, de cualquier manera, ya dolía, no importaba que fuera un poco más.

IT’S SO HARD TO LIVE

Iba de camino a su casa otra vez mientras sostenía en su mano derecha la izquierda, había sido muy estúpido golpear el tronco con la mano pero tenía que desahogar su frustración y al menos un segundo de lucidez lo había librado que quedar peor; por muy ambidiestro que fuera prefería usar la mano derecha para escribir, que en esos momentos era lo único bueno de su vida.
Había estado luchando contra su adversario imaginario que en ningún momento intentó atacarlo o defenderse pero igualmente lo venció, gritó y fue observado por lo que en ese momento parecía ser media Alemania, seguramente porque el ver a un chiquillo gritándole y pegándole a un árbol era cosa extraña y si se le aunaba su corte, su peinado, el barniz en sus uñas y el delineador negro en sus ojos; quizá a algunas personas eso les parecería extraño.
Al volver su casa parecía estar vacía, seguramente Gordon seguía trabajando, hacía ya un par de semanas que tenía mucho trabajo y eso era bueno, aunque estuviera ocupado se le veía animado y Simone aprovechaba para ocuparse también de sus obligaciones y convivir con sus hijos como solían hacerlo antes, solo ellos tres.
Se dedico a escribir antes de que su madre llegara, conforme con el resultado, dejando a un lado lo que lo inspiraba.
Al escucharla entrar a la casa fue hacía ella abrazándola efusivamente, esperando que su presencia apaciguara un poco la extraña sensación de soledad que lo estaba carcomiendo mientras ella lo abrazaba y removía sus oscuros cabellos; fueron hasta la cocina y la observó preparar la cena mientras recordaba como eran las cosas antes, cuando todo parecía ser más fácil.

-¿A qué hora va a llegar Gordon?- le preguntó a su madre cuando vio que comenzaba a poner la mesa
-Gordon llegará tarde, es mejor que no lo esperemos para cenar
-Ah, bueno, supongo que igual Tom ya no tarda en llegar- esa vez su pregunta era de preocupación cuando vio que su madre ponía solo dos platos en la mesa
-¿No te dijo?; que extraño, me llamó de casa de Andreas, va a cenar y dormir con él, por eso me sorprendí de verte en casa
-¿Con Andreas?- intentó disimular pero le costaba horrores –seguro no lo escuche
-¿No escuchaste a Tom?- la voz y la mirada de su madre denotaban escepticismo, lógico, esa excusa era malísima
-Sí, estaba escribiendo y no le preste mucha atención- Simone aún no estaba convencida pero lo dejo pasar, Bill podía llegar a concentrarse y olvidar el mundo así que era poco probable pero posible
-Anda, vamos a cenar; te prepare spaghetti- ambos sonrieron cómplices comenzando a comer

Al terminar Bill subió hasta su cuarto, sorprendiéndose al encontrar un papel sobre su cama, lo tomó y leyó en él el corto mensaje en que Tom le decía que saldría hasta tarde, como si aquello fuera a servir de algo; Bill no era tonto ni tampoco se creía que el inocente de su hermano estuviera en casa de Andreas o al menos no que hubiera pasado ahí toda la tarde, más bien le parecía que entre sus planes estaba el salir con Julia o por lo menos pasar a verla y eso lo enfadaba.

Sintió que su hombro se movía extrañamente contra su voluntad, lo ignoró, pero el movimiento seguía y casi podía jurar que escuchaba algo; de haber podido habría abierto los ojos desde un principió, solo que el cansancio de las noches sin dormir había aparecido mágicamente dejándolo en un sopor tan profundo que vagamente, con las ideas un tanto incoherentes, pensó que quizá ya nunca podría despertar.
Tom no pensaba lo mismo, por ello no dejaba de empujarle hasta que consiguió despertarlo y si bien el rostro de Bill se mostraba exhausto lo dejó pasar para hablar con él.

-Demonios, ¿qué carajos quieres Tom?- balbuceo el menor, todavía muy adormilado para hablar con claridad
-Anda Bill que tengo algo que contarte
-Humm, pues me lo cuentas mañana…
-No, no puedo- los ojos del mayor brillaban en la oscuridad y su sonrisa se distinguía aún en la penumbra hechizándolo –hoy fui a ver a Helena- de pronto el ensueño se desmorono y cual cubetazo de agua helada se le fue el entusiasmo que había juntado –le pedí que fuera mi novia
-¿Ah sí?- vio a su hermano asentir en la oscuridad, repentinamente se le antojaba golpearlo con todas sus fuerzas a ver si así las ideas se le acomodaban de una buena vez -¿y?- era obvio que esperaba esa pregunta y la sonrisa ensanchada le confirmó lo que sospechaba
-Me dijo que sí; fue asombroso
-Felicidades- no lo decía con entusiasmo aunque su hermano ni se dio por enterado, obviamente estaba demasiado entusiasmado para darse cuenta de nada
-Bill, no te imaginas, fue… fue… oh dios, te lo juro, todavía no consigo creerlo… y cuando la bese
-No me interesa- lo frenó al instante, no podía escuchar eso, no sin volverse completamente loco
-Pero Bill
-Ya te felicite Tom; estoy muy cansado e igual te has pasado semanas hablando de ella así que déjame dormir en paz por favor
-No se por qué vine a contarte- Tom se levantó enseguida de la cama donde yacía sentado al lado de Bill, bastante molesto por la tosquedad del menor yéndose así muy enfadado con él sin sospechar que por dentro él se sentía peor que nunca, no solo tenía que lidiar con su amor no correspondido sino que además debería aguantar a la nueva novia del mayor.

Todo el día se la había pasado así, resintiendo las acciones del mayor, sintiendo que cada una lo hería más y más; los ánimos se le iban agotando. Se levantó de su cama, fue hasta el escritorio, cogió una de las libretas y comenzó a escribir, casi siempre había escrito cosas al azar, de lo que le pasaba y en gran parte su inspiración venía de su sentir por Tom, pero conforme los días pasaban se iban volviendo tristes, no podía dejar de plasmar la incontrolable necesidad de que él despertase y se diera cuenta o quizá, por lo menos, que fuera menos doloroso aceptar la realidad. Terminó, no muy complacido; le gustaba la letra pero lo entristecía la causa por la que hiciera aquello, se resignó y tendió en la cama dispuesto a conciliar el sueño otra vez sin conseguirlo, al final las cosas habían empeorado; comenzó a llorar, preguntándose si todo ese amor que lo hería algún día llegaría a desaparecer, si aprendería a vivir con él o, al final, iba a darse por vencido.

ICH BIN NICHT ICH

Bill bajó ojeroso, cansado y conciente de que Tom estaría muy cabreado con él por lo sucedido en la noche, por ello no le sorprendió que se apresurara a terminar su desayuno cuando lo vio llegar al comedor ni tampoco que le huyera toda la mañana cambiando de habitación cuantas veces fueran necesarias y si bien sabía que podía llegar a ser muy infantil, no pudo evitar pensar que Tom lo superaba en ello.
Antes del medio día su gemelo había desaparecido, supuso que habría ido a ver a su “novia”; estaba demasiado cansado para sentir celos y demasiado deprimido para sacar conclusiones de lo que en esos momentos estarían haciendo por lo que resignado se dejó caer en el sofá buscando algo que ver en la televisión, casi sintió pena por su poca apreciación para las novelas de corte dramático, hasta que recordó que eso era completamente estúpido.
Últimamente las estupideces e ideas de aquella índole se le daban muy bien.
Después de desperdiciar su hasta entonces última hora de vida decidió que ya era demasiado; no se podía curar la tristeza de que ahora su gemelo lo ignorara más que de costumbre, lo que si podía hacer era gastar su tiempo en algo más productivo que auto compadecerse; él ya lo había ignorado antes y al final todo salía bien, así que tendría fe.
Como igual extrañarlo no lo iba a hacer volver se armó de valor y llamó a Andreas, quedándose colgado al teléfono por horas; vio como Tom entraba y disimuladamente lo observaba antes de irse a su cuarto así que resignado siguió la plática con su amigo que por alguna razón no paraba de decir algo de un sitio Web y demás cosas que no entendía, pero le gustaba oírlo tan animado.

-Bill, ¿dónde esta mi guitarra?- de la nada Tom apareció frente a él con el seño fruncido
-No se Tom…No, nada Andreas, solo es Tom preguntándome por su guitarra- él siguió con su conversación sintiendo la pesada mirada del mayor hasta que de pronto el teléfono le fue bruscamente arrebatado de las manos y su gemelo colgó sin dejar de verlo -¿cómo… qué demonios haces?- intentó quitarle el aparato sin conseguirlo, Tom lo empujaba fuertemente con su mano estirándose a todo lo que daba su cuerpo sin cambiar la expresión de su rostro -¿por qué hiciste eso?- le reclamó finalmente con cierto aire infantil
-¿Dónde esta mi guitarra?- volvió a preguntar
-Ya te dije que no se- repitió exasperándose por la actitud de Tom
-No te creó
-Pues no lo hagas pero igual no se dónde esta
-¡Dime dónde esta mi guitarra Bill!
-No tengo una puta idea, ¿cómo se supone que sepa dónde esta?, es tuya
-Por eso mismo, tú debes haberla escondido
-Yo no me meto con tus cosas
-¿Ah no?
-Claro que no; quizá si no fueras un desastre sabrías dónde dejas las cosas
-Se perfectamente donde estaba hasta que tú la moviste de su lugar así que dime de una buena vez que hiciste con ella
-¡Ya te dije que no hice nada, no se donde esta tu maldita guitarra!
-¡Por qué no puedes simplemente admitir que la tomaste!
-¡Porque no lo hice, tu estúpida guitarra no me sirve para nada!
-¡Lo haces solo para molestarme!
-¡Tú eres quien me molesta!
-¡Dímelo de una vez!
-¡Ya te dije que no se!
-Hey hey hey, chicos, cálmense…- tan absortos estaban en su pelea que no escucharon a su padrastro al entrar a la casa y que en esos momentos los observaba como esperando el momento en que decidieran golpearse para intervenir; a menudo tenían diferencias como hermanos que eran pero verlos gritarse así era algo completamente nuevo
-Es todo culpa de Tom…- sentenció Bill escudándose en su aire infantil para no demostrar que por dentro se sentía devastado por las dudas del otro
-¿Ah sí?, entonces quizá no debería darle todavía su guitarra- los dos lo observaron mientras Gordon cogía la guitarra de junto a la puerta de la entrada –anoche su madre entró a tu cuarto a tratar de limpiar y me comentó que se daño una cuerda así que me la lleve para arreglarla
-Gracias…- Tom pereció volverse pequeño poco a poco mientras tomaba de vuelta su instrumento, vio una última vez a su hermano y subió corriendo las escaleras -¿qué le pasa?, ¿por qué estaban discutiendo?
-No fue nada solo… solo…- no se le ocurría ninguna mentira creíble, no sabía cuanto había escuchado y tampoco quería que lo descubriera
-Está bien, por esta vez lo dejaremos entre nosotros pero a la próxima no lleguen tan lejos, ¿te parece?
-Sí
-Anda, vamos a pedir la pizza que tú quieras- intentó sonreír agradecido con su padrastro como estaba

Esperaron a que Simone llegara y en cuanto ella y su esposo dejaron de besarse Bill se arrojó a sus brazos como un niño mirándola con gran afecto. Ella llamó al mayor de sus hijos para que bajara a cenar pero este jamás respondió ni apareció y de no ser por los consejos de Gordon de darle su espacio no hubiera tardado ni un minuto en subir con él para indagar por que no iba con ellos; terminaron de cenar y cuando era ya muy tarde y la pareja estaba encerrada en su alcoba, Bill se escabulló hacía la cocina y sacó del refrigerador un par de rebanadas de pizza que habían quedado, las puso en el microondas esperando no despertar a nadie y de ahí fue hacía donde su hermano se había encerrado por horas.

-Tom… Tom soy yo- lo llamó sin que le respondiera, giró la perilla y entró sin pedir permiso –Tom, te traje algo de pizza- pudo verlo sentado en la cama, con la guitarra puesta para tocarla, aparentemente entretenido con ella; toda la alcoba era un desastre, si bien tenía casi el mismo tamaño que la suya las prendas y zapatos regados por el piso, los muebles repletos de papeles y cosas sin arreglar y las paredes con afiches de chicas y distintas bandas. Se acercó a él esquivando los múltiples obstáculos en su camino hasta quedar a su lado, se sentó a su lado y le mostró el plato esperando que hiciera algo pero no fue así –tienes que comer
-Lo lamento- aunque la voz del guitarrista era apenas audible el menor pudo escucharlo perfectamente
-Esta bien, ¿quieres pizza?- preguntó con cierto tono de broma
-Fui muy estúpido
-Sí, bastante- sonrió –ahora deberías comer
-Estoy hablando en serio
-Yo también- respiró hondo sin estar seguro de que hacer o decir, cosa rara para él -¿por qué pensaste que yo te la había quitado?
-No se… solo pensé que seguías molesto conmigo y habías querido desquitarte
-¿Molesto?, ¿yo?, ¿contigo?; yo jamás me enfadé contigo
-Anoche no parecía así
-Tom, anoche me despertaste para decirme que te liaste con Helena; no te enfades pero eso podía haber esperado hasta hoy y tú eres mucho peor cuando intento despertarte
-Para mí es algo importante, solo quería contártelo
-¿A las tres de la mañana?; a esa hora no oigo ni mis pensamientos- bromeó –y eso no explica que te enfadaras conmigo
-No lo se… supongo que creí que lo estabas y ya
-No, lo creíste porque tú estas enfadado conmigo pero eso no te justifica
-¿No te dije que lo lamento?
-Entonces come- se miraron a los ojos, Bill soportando las múltiples sensaciones que eso le provocaba hasta que el mayor finalmente cogió el plato y se puso a comer –mejor me voy ya, es tarde
-Gracias por la comida- solo alzó los hombros restándole importancia y se fue al otro lado del pasillo, a su habitación, donde nuevamente intentó dormir y si bien no fue fácil al menos lo consiguió.

Se despertó y vio el reloj junto a su cama; el cielo se apreciaba nublado desde su ventana cuando a esa hora ya debería haber salido el sol, no le importaba demasiado, solo le parecía curioso. Estaba adormilado, igual no se iba a dormir de nueva cuenta, no podía, simple y sencillamente tenía el deseo de quedarse ahí botado en su cama entre las sábanas sin hacer absolutamente nada, excepto bordear la delgada línea entre el sueño y la realidad; añoraba infinitamente esa vaga sensación de estar y no estar, de que todo pueda ser maravilloso y, si por alguna razón se convertía en una pesadilla, siempre podía despertar y eso era justamente lo que le hacía falta, la idea de que en cualquier momento podría abrir los ojos y darse cuenta de que aún tenía diez años, que su hermano estaba a su lado durmiendo profundamente y en cualquier momento Simone entraría para despertarlos mientras podía percibir el aroma de los panqueques humeantes desde la cocina abriéndole el apetito, entonces intentaría despertar a Tom que no haría más que retorcerse y abrazarlo con mayor fuerza reticente a alejarse de la comodidad de su sopor y entonces reiría con afecto porque se le figuraba terriblemente tierno hasta que descubriera que solo jugaba.
Extrañaba aquella época, no había pasado tanto, no hacía muchos años de aquello y aún así le parecía que habían transcurrido décadas; Tom ya no se escabullía a su cama alegando que tenía frío o solo para desvelarse hablando de niñerías o fantasear con los grandes escenarios que llegarían a conquistar, su hermano quería llegar a América pero él lo que realmente quería era cantar en Tokio y al final lo único que importaba era que pudieran estar juntos haciendo lo que amaban hacer: música.
Escuchó el sonido de la puerta abriéndose, pensó debía pedirle a Gordon que arreglara ese molesto rechinido cuando distinguió la figura que se aproximaba.

-¿Estas bien?, ¿te sientes enfermo?
-Sí, estoy bien, solo tengo pereza- los dos sonrieron, ambos de forma similar -¿no vas a salir hoy?
-No, no quede con Helena- no le gustaba oír su nombre pero si iba a estar en una frase como esa podía llegar a acostumbrarse -¿tú?
-Tampoco; no tengo nada que hacer
-¿En serio?, que raro, Andreas me dijo que quería que lo acompañáramos al cine
-¿Hablaste con Andreas?
-Pasé por su casa ayer antes de ver a Julia; creí que te llamaría
-No lo hizo
-¿Y qué piensas?
-¿Sobre qué?
-¿Quieres ir al cine?
-Supongo… no estaría mal- lo meditó, no quería ver nada en particular, no había nada en cartelera que llamara su atención pero el salir y divertirse con su hermano y su mejor amigo si era algo que quisiera hacer
-Entonces tendrás que vestirte
-¿Vestirme?- se arropó más en las cobijas con su mirada infantil –mejor otro día- Tom solo rió, le hacía gracia que su hermano se comportara de esa manera
-Anda, quita- el mayor lo empujó acomodándose a su lado, en la esquina de la cama dejando a Bill acorralado entre la pared y su cuerpo
-¿Vas a quedarte?
-¿Por qué no?; me gusta estar contigo- repentinamente Bill se alegró, por primera vez en mucho tiempo estaba solo con Tom como en los viejos tiempos, sin nadie interponiéndose, sin horarios, sin obligaciones, solo ellos dos disfrutando de no hacer nada siempre y cuando estuvieran juntos; casi no cabía en su dicha cuando el móvil del mayor sonó -¿Bueno?- Tom no tardó ni un minuto en responder –sí… no… claro… ¿te parece a las dos?... lo que tú quieras esta bien para mí… te veo- la expresión en el rostro de su gemelo cambio inmediatamente, tenía esa sonrisa tonta que ponía cada vez que hablaba de Julia o pensaba Julia o algo tenía que ver con Julia por lo que cuando colgó su celular él ya estaba camino a la ducha donde esperaba no lo siguiera.

Entró al baño cerrando con seguro, justo cuando creía que las cosas iban a mejorar ella llamaba y le amargaba la mañana; no eran ni las once y ya sentía que hubiera sido mejor no despertar.
Abrió el grifo esperando a que el agua se templara a su gusto, estaba demasiado fría para su gusto, prefería esperar un minuto o dos a congelarse por un simple enfado con un idiota; no, ni siquiera Tom valía una hipotermia.
Entró a la bañera, el agua caía copiosa cegándole un poco, casi le parecía que su cuerpo despertaba al contacto con el líquido por muy tonto que aquello sonara; pronto todo rastro de sueño se había esfumado y así comenzó a meditar la situación de nueva cuenta.
No odiaba a Helena, de hecho le parecía muy linda, era simpática, amable, alegre y aunque se había hecho la difícil con Tom para él siempre se había mostrado muy abierta, obviamente porque su presa era su gemelo y no el mismo. Se habría mentido al decir que no era atractiva, quizá no era una supermodelo pero no estaba nada mal, tenía buen cuerpo y linda cara, era obvio por qué su hermano había estado tras ella por varios meses.
Si tan solo el ser conciente de ello le hubiera sido de utilidad posiblemente no se habría sentido completamente estúpido y molesto con Tom por pedirle que fuera su novia ni con ella por aceptar porque su hermano podía ser muy persuasivo además de tener suerte con las chicas.
Apoyó su frente contra la losa, sintiendo el agua caer sobre sus cabellos y cuello descendiendo lentamente cuan largo era en un tacto suave, ligeramente frío, sumamente sutil en el cual podía concentrarse y perderse al punto de olvidar los males que lo aquejaban, desde la salud hasta lo emocional. Deseó poder enfrascar esa sensación que lo embargaba y llevarla consigo a cualquier parte para los muchos momentos en que sus fuerzas parecían desvanecerse, cuando su mente de esfumaba, cuando el cansancio lo abatía, cuando se sentía vacío e incompleto al saberse lejos de su hermano.
Salió con los jeans puestos terminando de vestirse en su recámara y cuando bajo para desayunar almorzar algo alcanzó a ver la nota pegada al refrigerador por un imán reconociendo la letra del mayor al instante; había ido al cine con Julia y llegaría hasta la noche.
Era la segunda vez en dos días que se iba a ver a Helena sin despedirse, pensó que era obvio, apenas comenzaban y había aún demasiada emoción en ese noviazgo, posiblemente algunos meses después dejaran de verse con tanta frecuencia retomando un poco sus vidas normales o tal vez no, tal vez siguieran embobados el uno con el otro importándoles poco el resto del mundo; había sido desplazado.

FREUNDE BLEIBEN

Habría transcurrido aproximadamente dos meses desde la “Fatídica Noticia” y Bill no podía estar más agradecido con la vida, Dios, el destino o fuera quien fuera el resultado por todo el trabajo que tenía con la banda.
El colegio comenzaba a molestarlo, quitaba demasiado tiempo que prefería aprovechar con la banda, Devilish, la banda de chicos que tocaban en bares y grabaran un único disco estaba quedando atrás dando paso a una nueva era, una mucho más prometedora, la de Tokio Hotel y eso lo llenaba de energía y ánimos.
Aún había mil y un detalles por resolver pero Gordon los estaba apoyando y parecía ser que esa vez si conseguirían el contrato y la grabación de un nuevo disco; tenía en ello todas sus esperanzas.
En lo que se refería a Tom, las cosas no iban ni la mitad de bien; no solo seguía encantado con Julia sino que además la burbuja del enamoramiento no parecía querer romperse; las llamadas de teléfono por largas horas no paraban, los mensajes tampoco, ni hablar de las citas. Era tal la obsesión de Tom por estar con su novia o tan poco el esfuerzo que hacía por mantenerla a raya que ese día tendría que soportarla toda la tarde.
Todo había empezado hacía dos semanas, cuando Andreas casi se vuelve loco de la emoción por una película a punto de estrenarse al grado de contagiarlo, no quería verla en si por gusto, pero el rubio había insistido tanto que accedió y cuando le preguntaron a Tom si los acompañaba el simplemente asintió.
Hasta ahí todo iba viento en popa, cierto que quería pasar tiempo con Tom a solas pero Andreas era tan cercano que no podía molestarle de ninguna manera su compañía, por el contrario, era bueno tenerlo cerca para cuando estaba a punto de caer nuevamente en la desesperación.
Sin embargo al final todos los planes se le habían ido al carajo; apenas el día anterior Helena llamó a Tom y él, sin preguntar o apenarse la invitó a acompañarlos y por supuesto, ella había aceptado.
Así fue como terminó Bill con un embace de soda en la mano deseando que Andreas terminara de comprar las entradas para ya no tener que ver a la pareja abrazándose y besándose frente a sus ojos; intentaba mirar a cualquier otra parte pero no era tan fácil, siempre terminaba observando a Tom, estaba incomodo, molesto, frustrado y a punto de arrojarle el refresco a la muy fresca, ¿no sentía vergüenza de dar esa clase de espectáculos en pleno cinema?
Bajo el largo fleco de sus oscuros cabellos lacios la mirada de Bill, bien definida por el delineador, se notaba demasiado fija; no podía controlarlo, usaba toda su voluntad en el embace mientras bebía de la pajilla para disimular un poco y aún así, con todo y el coraje, no dejaba de sorprenderle la habilidad malabaristica del mayor para no dejar caer ni una sola de las palomitas que llevaba consigo.
“Lastima que no use sus poderes para el bien…” pensó en tonó sarcástico, incluso si nadie podía adentrarse en sus pensamientos, así se desquitaba un poco de aquel mal sabor de boca.
Cuando Andreas regresó con ellos se dirigieron a la sala, se acomodaron el rubio y Bill en la penúltima fila y los otros dos hasta el final; pronto las luces se habían apagado y la gran pantalla mostraba un extraño comercial al que no le halló pies ni cabeza; ¿qué relación tenían tres hombres idénticos en el baño de un restaurante compartiendo a la misma chica para cita con una marca de refresco?, ninguna que él pudiera concretar en su mente.
La película comenzó, definitivamente no sería una de sus favoritas, le parecía muy comercial; muchos efectos especiales, villanos trillados, un héroe genio en cibernética y una chica increíblemente buena que era defendida por él, unas cuantas escenas que sugerían sexo, varias explosiones… lo típico. Se divirtió riendo y comienzo palomitas con Andreas que no dejaba de hacer sonidos cada vez que algo explotaba, cuando casi derrapaban los autos, cuando la bomba casi estallaba e incluso cuando la chica y el héroe se besaban apasionadamente solo por burlarse.
Todo había ido casi perfecto hasta que las luces se encendieron y descubrió a su hermano con lápiz labial embarrado por el rostro y parte del cuello, peor aún cuando notó un par marcas extrañamente rojizas por la clavícula de Helana cuyo cabello mágicamente se había vuelto un desastre y su ropa estaba mal acomodada; esa vez Tom había llegado demasiado lejos.
No le dirigió la palabra a ninguno de los dos durante la tarde, se limito a jalonear a Andreas por cuanta tienda llamaba su atención buscando desde dijes y pulseras hasta maquillaje, cualquier cosa que le permitiera alejarse de su hermano; no estaba seguro de si su amigo se daba o no cuenta, después de todo lo conocía bastante bien pero de haber sido así entonces le había seguido muy bien el juego, sin quejas de ninguna índole.
Cuando les dio hambre entonces se encontró en un predicamento; estaban en un local de hamburguesas y hacía casi cinco minutos desde que el rubio y su hermano habían ido por las órdenes quedándose así solo con Helena, la última persona sobre la faz de la tierra a la que quería ver.

-¿Y qué te ha parecido la película?- preguntó ella con amabilidad, sonriéndole y con un brillo de satisfacción en su mirada que lo encolerizo más
-No ha estado mal, supongo que tú no pudiste verla- notó como repentinamente la sonrisa no era tan amplia ni su gesto tan amable, sabía que estaba mal pero sabía muy bien hacer eso –después de todo te pasaste media película gimiendo, ¿o me equivoco?
-No se de lo que hablas…- le respondió con voz quebrada, obviamente nerviosa; definitivamente Bill disfrutaba hacer eso
-Entonces quizá no eran gemidos; dime, ¿cómo llamas tú a los fritos que das cuando estas fajando con tu novio en el cine?- Helena no solo estaba incomoda, obviamente se había molestado con él y pronto reventaría pero no le importaba, ella era la que lo había alejado de Tom y ya se había cansado de agachar la mirada resignado solo porque a su hermano le hubiera ganado la calentura -¿prefieres el termino “arrumaco”?
-¡No voy a permitirte que me hables de esa manera!- ella se levantó golpeando la pesa llena de rabia por los insultos de los que era víctima
-Si no quieres que te hable así entonces ten decencia y no vayas a coger con cualquiera al cine- remató manteniendo la calma; quizá estaba bien que todo mundo volteara a ver a la chica histérica pero él no iba a ser victima de sus miradas inquisidoras esa vez
-¡Cómo te atreves!
-Igual que tú- tomó sus cosas y se marchó antes de que Tom o Andreas alcanzaran a llegar donde estaban, obviamente el escándalo de Helena los había alertado y no iba a ponerse a dar explicaciones en ese momento; no dejaría que le arrebataran su pequeña victoria.

Sabía que si iba a su casa terminaría siendo alcanzado por Tom y se iría al demonio la poca satisfacción que sentí así que en lugar de eso fue hacía una tienda de música; le gustaba, aunque su hermano la odiaba, pero él encontraba ahí cierto placer, cierta paz y el deseo de algún día ver su propio disco en uno de los estantes con todo y que una de las vendedoras ni siquiera podía hablar bien el alemán; era una persona muy curiosa de la que no sabía nada, no podía vencer las barreras del idioma con ella todavía.
Estuvo ahí un par de horas, compro un par de CDs y tomó el colectivo de vuelta a su casa; menos envalentonado pero igual de decidido.
Tal como pensaba, Tom llevaba esperándolo un buen rato, seguramente había llevado a Helena a su casa pidiéndole disculpas una y otra vez y asegurándole que no dejaría las cosas así y si no había sido así al menos Bill estaba seguro de que esa cara de poca madre significaban problemas.

-¿Y mamá?- preguntó como si no se diera por enterado de nada
-Salió con Gordon a cenar- la respuesta fue seca, aparentemente esperaba que se echara al piso de rodillas a suplicar perdón pero eso no iba a pasar, prefería que lo partiera un rayo en mil
-¿Ah sí?- alzó los hombros restándole importancia mientras trataba de pasar de largo cuando sintió el doloroso agarre de Tom sobre su hombro reteniéndolo; la confrontación era inevitable
-¿Por qué le dijiste todas esas cosas a Helena?
-No se de que me hablas
-¡Contéstame!
-Solo le dije la verdad
-¡Qué derecho tienes de llamar puta a mi novia!
-¡Yo no la llamé puta!
-¿Ah no?
-¡Claro que no, no soy tan vulgar como para decirle eso!, lo único que hice fue comentar que no había visto la película por andar fajando contigo en el cine
-¡Eso no es de tu incumbencia!
-¡Lo es cuando lo haces conmigo en la siguiente fila!
-¡Y por eso la insultas!
-¡No la insulte, solo le dije la verdad y si tanto te molestara entonces no andarías haciendo espectáculos semi pornos!
-¡No hice ningún espectáculo y tú lo sabes!
-Lo único que se es que estoy harto de ti, de tu novia y de tu maldita necesidad de estar con ella, no es un maldito respirador artificial Tom, es solo una chica, una de cientos de miles en el mundo, pero es obvio que te interesa más que pasar una sola tarde con Andreas y conmigo como antes
-¿Cuál es tu problema?
-¡Tú eres mi problema!, si quieres estar con Helena perfecto, lárgate con ella, no me importa, pero no quieras imponérmela porque no lo voy a permitir- se zafó del agarre y se encerró en su habitación azotando la puerta –estúpido Tom…


Estaban con Gustav y George tratando de ensayar pero era imposible calmar la tensión entre él y Tom, la herida aún estaba fresca, no habían pasado ni veinticuatro horas por lo que desde sus miradas hasta sus gestos demostraban cuan enfadados estaban el uno con el otro.
Para colmó el enojo tenía a Tom tan desconcentrado que no terminaba los acordes de una nueva canción y cada vez que le pedía que se apresurara este terminaba echándole en cara que se pusiera a escribir cuando lo que debían era ensayar antes de la grabación; él era bastante conciente del importante compromiso adquirido pero era el autor de las canciones, era obvio que tuviera que escribir cuando le llegara la inspiración y no cuando al imbécil de su hermano le diera la gana.
Pasaron más de media tarde en ello, con sus dos compañeros como mediadores cada vez que perdían los estribos el uno con el otro y poniendo a prueba la paciencia de ambos que, al final, estaban más cansados de la discusión que del ensayo por si mismo.
Volvieron a su casa evitando a cada momento tener que cruzar palabras, Bill estaba todavía rabioso con todo y ya el remordimiento iba apareciendo en su mente; por mucho que detestara a Helena tampoco era quien para hacerle comentarios tan ofensivos, pero tampoco la había llamado puta, al menos no con esa palabra.
Al llegar Bill no tardó ni dos segundos en subir corriendo las escaleras, escabulléndose así de la indeseada compañía de Tom que se limitó a caer sobre el sofá bufando, debatiéndose entre darle o no una paliza al menor hasta que sintió un peso extra que hundía el cojín y a su lado encontró a Gordon que lo miraba con gran interés.

-¿Qué?- alzó una ceja dándole a entender que no sabía que hacía ahí o por que lo miraba fijamente, como si intentara descubrir algo en su rostro
-¿Por qué tú y Bill están de bronca?- el rostro de su padrastro no mostró diferencia, todo lo contrario, mantuvo la vista fija en él obligándolo a removerse un poco sobre el sofá incomodo
-No estamos de bronca
-¿Ah no?
-Claro que no- respondió como si aquella posibilidad fuera una tontería y Bill y él estuvieran de las mil maravillas
-Tom, quizá no los conozco tanto como su madre y… bueno, toda esa basura, pero se cuando ustedes dos están molestos y ahora mismo pareciera que no quieren verse
-Eso no es cierto, solo nos estamos dando espacio
-¿Espacio?, ¿por eso parecía que Bill iba a demoler la casa con sus pisadas?- a Tom siempre se le había hecho muy fácil convivir con Gordon y posiblemente era más apegado a él que Bill por la infinidad de veces que lo había ayudado con la guitarra, siempre los había apoyado y lo quería sinceramente y, aún así, en esos momentos quería estar muy lejos de él, donde no pudiera darse cuenta de todo lo que estaba pasando –mira, si no estas listo para decirme lo entiendo pero si quieres hablar puedes hacerlo- casi se sintió aliviado hasta que recapacito
-No, espera- Gordon se giró, ya de pie y estando él aún sentado le parecía mucho más grande y digno de respeto que antes –si hay algo de lo que quisiera hablar
-Te escuchó- nuevamente el mayor tomó lugar a su lado y tras unos segundos de incómodos segundos de silencio se decidió
-Bueno, ayer salí con Bill, Andreas y mi novia y… pasó algo
-¿Algo?
-Cuando Andreas y yo los dejamos solos… no se exactamente que pasó pero cuando me di vuelta ella estaba gritando y Bill se había ido; le pregunté y me dijo que Bill la había llamado puta, zorra y cosas así
-¿Eso dijo?- notó el escepticismo en su voz, sí, él tampoco podía creer que Bill hiciera algo así -¿y qué te dijo Bill?
-No me dijo nada
-¿Seguro?- solo asintió –bueno, no se, Bill no suele portarse así, ¿dices que salió corriendo?- asintió otra vez –eso es aún más raro, ¿por qué saldría huyendo?; quizá solo tuvieron una diferencia…
-¿Por qué estaría gritando mi novia entonces?; no, algo debió haber hecho Bill
-Tom, suponiendo que así hubiera sido, ¿no te parece que quizá ella exageró un poco?- se mordió el labio, esa idea había tenido y no estaba seguro de que pensar, después de todo no podía dejar que su hermano actuara de esa manera pero tampoco había sido justo con él –mira, yo entiendo que quieras defenderla, eso esta bien, pero no olvides que muchas personas van a ir y venir en tu vida pero la familia siempre estará ahí
-No lo creo… Jorg se fue…
-Pero tu madre sigue aquí, Bill también y ahora yo; ¿no te parece que es mejor arreglarlo todo?- le sonrió y se marchó dejándolo solo con sus pensamientos, tenía mucho que meditar.

GEGEN MEINEN WILLEN

Otra vez estaba solo.
Otra vez estaba jodidamente solo en su habitación donde no había rastro alguno de la existencia de Tom en su vida más que sus pensamientos invisibles, varias libretas de canciones y el reflejo de su espejo de cuerpo completo que si bien no le mostraba a su hermano cual era, si le recordaba que en el mundo había una persona muy parecida a él a la que amaba profundamente sin importar el daño que se hicieran.
Siempre había sido igual, lo mismo, solo que lo había ignorado porque así era más fácil, fingir que todo era una ilusión, que no existía un trasfondo; pero lo había y ahora le estaba cobrando la factura.
Toda una infancia juntos como hermanos, amigos y cómplices, después compañeros, ¿cómo podía solo borrar esa vida?, ¿cómo podía ignorarlo todo?, ¿cómo olvidar?, ¿cómo dejar que se perdiera o como evitar perderse él mismo?
Pudo sobrellevar la primera vez que Tom le hablo de una chica, aún entonces era inconciente de la magnitud de su cariño por su hermano y era así como el mundo funcionaba porque su madre y Gordon estaban juntos, porque los niños se fijaban en niñas y las niñas en niños. Luego él besó a una chica y, como siempre hacían las mismas cosas, no tardó mucho en besarla él también aunque no recordaba si ella se había dado cuenta o no de que no era el mismo.
Después Tom quiso tener una novia y fue entonces que la verdad le quito la venda de los ojos; él no quería una novia y mucho menos que Tom se consiguiera una, quería que él estuviera a su lado siempre, todo el tiempo: cuando ensayaba, cuando comía, cuando iba a la escuela, cuando veía televisión, cuando dormía, siempre, Tom estaba ahí siempre y no quería que eso cambiara, cosa que pasaría si él salía con una chica y más si tenía novia.
Entonces creyó prudente hacer lo suyo y conseguirse una; no funciono, obviamente ella se había enfurecido al notar que nunca le prestaba atención, pero no podía prestarle atención si se la pasaba pensando en su gemelo.
Poco a poco se fue convirtiendo en un problema y en esos momentos ya era más fuerte que él, no podía controlarlo, detenerlo o acabarlo, no cuando ignorarlo ya era también imposible.
A menudo se lamentaba su situación, cuestionándose cuanto era destino, suerte o solo hecho circunstancial; varios amigos y conocidos suyos tenían hermanos y hermanas, era lo más natural, solo él se sentía jodidamente enamorado del suyo, solo él estaba mal.
Se preguntaba si existía modo alguno de volver el tiempo atrás y cambiarlo todo para no enamorarse de la persona equivocada, pero era muy conciente de la respuesta negativa a su interrogante; era más fuerte que él, era más profundo que él, era más significativo que él, siempre era más y más, siempre se quedaba corto.
Amar a Tom era comparable a un cáncer y todavía luchaba por descubrir si era benigno o maligno; parecía haber surgido de la nada, crecía corrompiendo su cuerpo, su mente, brotaba en nuevas partes de él hasta apoderarse de todo y sacarlo de su sistema era una práctica demasiado peligrosa que no aseguraba resultados satisfactorios o permanentes; lo único definitivo sería el dolor, ese que lo estaba carcomiendo y como cualquier cáncer reconocido por la ciencia medica terminaría matándolo tarde o temprano, mas no existía cura visible o viable para el susodicho problema por lo que no le quedaba más que vivir con él, esperar a que el momento en que terminara con el llegase, cuando finalmente su fuerza se agotaría y entonces dejara de respirar o su corazón cesara los golpeteos que lo mantenían atado al mundo de los vivos.
Pero nada de eso importaba, nada era ínfimamente importante, Tom jamás se molestaría en descubrir tan terrible aflicción cuando bien podía estarse besuqueando con su novia en turno, porque Bill no era tonto y sabía que si bien ese día el enfado era por Helena, después sería por alguna otra, acumulando su gemelo amores y él heridas en el corazón, como un par de enfermos coleccionistas.
Cualquiera hubiese creído que aquel arraigo al dolor producido por las acciones de mayor era una especie de adicción masoquista pues no parecía congruente o siquiera posible que un chico que ni siquiera cumplía los quince años se resignara a pasar el resto de su vida sufriendo por un amor que jamás hallaría su final feliz en lugar de ver hacía el futuro con buenos ojos y muchas esperanzas. La gente no sabía nada del mundo porque creía saberlo todo, en cambio él era conciente de lo insignificante de su existencia diminuta en un espacio tan inmenso y antiguo que había conocido historias peores que la suya, incluso si eso no servía como consuelo.
No era tonto para no darse cuenta que le quedaba mucho por vivir, gente y sitios por conocer, todo parecía esperar por él, solo que no bastaba mientras siguiera enamorado de Tom y ese ya le parecía un estado irreversible e incurable.
Siempre habían estado lado a lado, sosteniéndose mutuamente, jamás se habían dejado atrás; ahora Tom olvidaba aquel pacto silencioso que los había unido desde el inició de sus vidas para seguir un camino que solo los alejaba más y más. Tom lo olvidaba.
Sin una mirada, sin una palabra, sin nada que pudiera prometer alguna clase de consuelo, sencillamente él se había alejado dejándolo solo sin tomarse la delicadeza de advertirle su nueva situación, como si fuera prescindible avisarle que el ser hermanos y compartir la casa ya no significaba absolutamente así como tampoco lo hacía cualquier cosa que tuviese para opinar; a él no le interesaba lo que tuviera que decir al respecto.
Podía recordar como le prometiera estar juntos siempre, sin importar nada, que nadie se interpondría entre ellos y quería odiarlo, quería culparlo por todo lo que estaba ocasionando, solo lo detenía el saber que sería inútil.
Odiarlo hubiera sido mucho más fácil…
Aunque odiarlo era imposible…
Se mantenía firme de cualquier forma, no quería dejarlo ver el efecto que tenía sobre él.
Escuchó un eco en la puerta, alguien le llamaba así que se enredo entre las mantas con el rostro hacía la pared y las piernas retraídas cerrando los ojos para fingir estar dormida antes de escuchar como alguien entraba; reconoció las pisadas.

-Bill… necesitamos hablar- pronto sintió como el mayor se sentaba a sus espaldas sobre la cama –necesito que me digas qué fue lo que pasó ayer con Helena- no le respondió, para él todo había quedado muy claro –se que fui muy injusto contigo pero…- Tom dudó, sabía que existía un “pero” aunque no tenía claro cual era –por favor, solo quiero saber; si me equivoque lo lamento mucho, callado no vas a ganar nada
-Eres un tonto…
-Lo se, ya me lo habías dicho antes
-Sí, pero nunca dejas de ser un tonto, solo lo empeoras todo
-Tenía que defenderla, es mi novia
-¿Cómo pudiste Tom?, ¿por qué le creíste a ella antes que a mí?- el nudo en su garganta casi no le permitía hablar ni se sentía con el valor necesario para verlo a la cara
-¿Cómo?; tú solo saliste corriendo, ¿qué se suponía que pensara?
-Quizá que ella me había dicho algo a mí- le reprochó
-¿Te dijo algo?
-No…
-¿Entonces?
-Estaba molesto, ¿sí, satisfecho?
-No; quiero saber que hiciste y por qué
-¿Por qué?; Tom, se suponía que iríamos solo los tres al cine y de pronto llevas a tu novia, nos cambias todo los planes para que ella este a gusto, nos ignoras por horas y cuando me doy cuenta estas a punto de tener sexo con ella, ¿te parece suficiente o quieres que entre en detalles?
-Estas exagerando, Helena y yo no hicimos nada malo
-Bien, te lo simplifico: No me agrada Helena, no quiero tener que soportarla, si quieres seguir con ella adelante pero no voy a ser su amigo solo para facilitarte las cosas, apáñatelas solo
-Estas actuando como un crío
-Prefiero ser un crío que un idiota caliente
-Pues no me importa lo que opines, voy a seguir con Helena
-Creó que ya te aclare suficiente mi opinión y si igual te vas a quedar con ella entonces no me sigas quitando el tiempo
-¡No hasta que me digas qué demonios te pasa!
-¡Estoy celoso!, ¿suficiente para ti?
-¡Pues consíguete una novia!
-¡Ah, maldita sea!, solo vete
-Mira, solo quiero arreglar las cosas, ¿sí?
-Lo que digas
-Estoy hablando en serio
-Tom, vamos a dejar de fingir demencia; tú y yo sabemos que aunque hoy arreglemos las cosas vamos a terminar discutiendo otra vez, mejor nos ahorramos el esfuerzo y el teatrito
-¿De que demonios hablas?, solo… intento hacer las paces, somos hermanos, ¿no puedes al menos hacer un esfuerzo?
-No, jamás voy a volver a creerte así que sal de mi cuarto ahora- Tom estaba hirviendo en ira, no podía razonar con Bill y la paciencia ya se le había acabado, se dispuso a salir de la recamara cuando un impulso lo llevo de vuelta a la cama, con fuerza jaló a Bill que por la sorpresa no pudo detener el abrazo del mayor que parecía aferrarse a su cuerpo en un último intento por volver a estar bien; entonces no pudo resistir más y lo dejó deseando que así fuera siempre, solo ellos dos sin que el mundo pudiera tocarlos.
Notas finales: Jajaja, espero les haya gustado, no solo m culpen a mi sino tambien a La Dama de la Oscuridad y su maligna influencia xD
"Rosas Alemanas" es el tercero d su serie d OS independientes, los otros son "Rosas Nocturnas" y "Rosas Marchitas" respectivamente ^^

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