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***** NOCHE ETERNA***** por giovanetta

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Notas del fanfic:

hola, espero les agrade este fic, dedicado a mi amiga Hera-chan, con todo mi cariño, amiga, todo va a estar bien ^^

Notas del capitulo: espero que sea de su agrado ^^, los personajes no me pertenecen en absoluto ^^
Capítulo único.

LONDRES…


En este manto de oscuridad,
Con muchos pliegues resplandecientes,
Escribo historias inmortales,
Querido, no sabes lo que estás pidiendo.

Unos colmillos en tu garganta no bastarán.
Tu sangre dentro de mí, fluye sin parar.

¿Qué estás esperando?, ¿por qué me persigues?
Mi vida a tu disposición está,
Bajo esos ojos rojos, que sólo ven la muerte,
¿Podría florecer el amor?,
Incluso bajo la tormenta, mi cuerpo se quemara,
Pensaría sólo en ti,
El sol jamás podrás ver otra vez,
Fugitivos, como dos asesinos,
Renaceremos una vez más…

Todos los días, veía la misma cortina en ese lugar. Esas cortinas amarillas que estaban muy sucias por el polvo de esa habitación, la misma en la que ha permanecido por largos 4 años.

Hace 4 años, para ser exactos, me detectaron una enfermedad terminal. Aunque dicen que a los 25 años, se tiene toda la vida por delante. Yo un día, también quise creerlo.

Los invito a leer mi historia, es breve, para alguien que ya está cansado de escribir y rememorar sus añoranzas y revelar sus deseos, pero tal vez, querrán saber más de mí y de mí creador.

-Harry, ¿cómo estás hoy?- Hermione le saluda y sonríe ampliamente.

Harry sólo asiente con la cabeza, ya que su voz, no era capaz de salir de su garganta.

-Ron no pudo venir hoy, pero dijo que mañana sin falta te traería a tu sobrina- dice la castaña, quien se sienta en una silla de madera.

Últimamente, estaba más cansada, ya que con un embarazo de 8 meses, le era pesado ir todos los días al hospital.

-Este vestido me queda muy ceñido- dice la futura madre, tocando su vientre y sintiendo las pataditas de su bebé.

El vestido era azul, con unos volantes y tenía una cinta alrededor del vientre que caía con elegancia hasta la altura de sus rodillas.

-Hermione, es una buena amiga- piensa el moreno, mirándola desde la cama- ella y Ron, son lo único que me queda- sonríe bajo la mascarilla de oxígeno.

-No te agites mucho, Harry- dice la chica, acariciándole el cabello negro azabache- sé que no te queda mucho tiempo, y por más que lo pienso, Harry- unas lágrimas se asoman a sus ojos, cayendo por sus rojas mejillas- quiero creer, que podrás recuperarte, quiero creerlo, pero… los doctores no hacen más que decir que ya lo han hecho todo por ti, que la morfina es lo último que pueden darte para tus dolores… no quiero que mueras, por favor, ¡no te mueras!- llora amargamente abrazando a su amigo.

-No quiero morir, aún- murmura el moreno, haciendo acopio de las fuerzas que le quedaban- no puedo morir, todavía no- cierra los ojos por el punzante dolor de su pecho- todavía él no me ha venido a ver… no quiero morir sin verle, una vez más.

-Soy una tonta- dice Hermione reponiéndose- he venido a visitarte y sólo consigo deprimirte cada vez más- se seca sus lágrimas- creo en ti, Harry- le toma las frías manos de su amigo de toda la vida y sale de la habitación en busca de un jugo de frutas al casino.

-…l, todavía no ha venido- fija su vista en las cortinas amarillas que estaban cerradas- cómo me gustaría poder levantarme de esta cama y salir de este lugar, ser libre de esta enfermedad que me está consumiendo a cada segundo sin que yo pueda hacer nada por evitarlo- empuña su mano- ¡sólo soy una carga para ellos!, ¡por eso él me dejó!, no me amaba lo suficiente como para llevarme con él- arruga la blanca sábana con rabia- si esto sigue así… no podré esperarte más… Draco, ¿cuándo piensas aparecer?- abre los ojos de golpe y todo se oscurece.

-Ya regresé, Harry- Hermione entra a la habitación, cerrando la puerta y se acerca- ¿qué te pasa, Harry?- ve la máquina que marcaba el ritmo cardíaco y estaba en números elevados y el oxígeno, lo estaba ahogando- ¡respira, Harry!- saca la mascarilla y el moreno, termina tosiendo mucha sangre, dejando las sábanas teñidas de ese tono escarlata- quédate- murmura Hermione, no aguantando las lágrimas- ¡enfermera, alguien venga a salvarle!- exclama abriendo la puerta de par en par, gritando por el pasillo.

Nadie venía en su ayuda… parecía que nadie escuchaba sus ruegos o súplicas.

…l es mi amigo, es mi amigo… no pueden dejarle morir como si nada… por favor, que alguien le salve.

Aparece un médico, corriendo para salvar lo poco de vida que quedaba en ese cuerpo.

Hizo todo lo que pudo para que ese grano de vida, no se escapara de ese cuerpo que ya no quería responder.

Una vez más, quiero verle…

-Reacciona- anuncia el médico, quien ya estaba dispuesto a dar el acta de deceso.

-Doctor Lupin, ¿cuánto tiempo le queda de vida?- se acerca Hermione, quien estaba muy inquieta.

-Como máximo una semana o dos- responde Lupin, mirando a su paciente.

-¡Usted dijo que eran 6 meses!, ¡devuélvame esos 6 meses!- exclama fuera de sí.

-Cálmese, eso no le hace bien en su estado- la tranquiliza- no podemos hacer nada más, lo siento mucho- se retira de la habitación.

-Debo avisarle a Ron, para que prepare todo- mira a su amigo y le toma una mano- todo estará bien, Harry, estoy segura, de que podrás volver a verle- dice al oído y se va de la habitación.

¿Qué es esta sensación?... ¿es un sueño?... ¿es el final, de mi vida?...

¿De quién son estas manos, tan frías?... ese olor a menta, que impregna el lugar, mi lugar desde hace 4 años.

Había caído la noche, y ni Ron ni Hermione, aparecieron por el hospital. Ni al día siguiente, ni al siguiente.

Otra noche más, y seguía dormido. No había droga más fuerte que la morfina, pero últimamente, sólo podía dormir y de esa forma, evitar el dolor. Sólo despertaba para vomitar sangre. Además de una fiebre, que apenas, podía enfocar algo con sus ojos.

El Doctor Lupin, hacía ronda todas las noches y en esta ocasión, quedó otro médico a cargo, ya que eran muchos turnos de noche y necesitaba descansar.

-Severus, el resto te lo encargo a ti- dice Lupin, dejando su delantal blanco y colocándose su chaqueta café.

-Yo me encargaré- dice el médico muy serio con su delantal blanco listo.

-Buenas noches, Severus- Lupin se retira.

Mientras que en una iglesia, un ataúd negro, permanecía cerrado.

Esta iglesia, fue abandonada hace más de 20 años, por lo que sus vitrales, bancas y altar, están roídos por el descuido y quedan muy pocas bancas, porque la mayoría fueron robadas.

El ataúd, tenía una manta de terciopelo negro a su alrededor. Pasada la medianoche, se abrió. Una mano blanca, por el guante que llevaba puesto, se asomó. Luego de unos minutos, el cuerpo de un joven de no más de 26 años, salió de allí.

-Hoy es una excelente noche para cazar a mi presa- dice el chico sonriendo ante sus palabras.

Era alto, cabello rubio platino, largo, sujetado en una coleta con una cinta negra. Ojos grises e impenetrables, ahora más oscuros por la sed que tenía. Piel blanca y suave como la porcelana, pero firme y fría como el mármol.

Vestía un traje de pantalones negros, talle largo, camisa rojo vino y una cinta en el cuello, negra con una rosa en el centro. Chaqueta negra con botones metálicos abotonada hacia el lado. Una capa negra que tenía una cinta del mismo tono para colocársela.

-Te he hecho esperar 4 largos años, Harry, ¿de verdad, quieres que vaya por ti?- avanza unos pasos.

La madera cruje a medida que avanzaba hacia la entrada de la iglesia. Sus zapatos negros, pulcramente limpios y sin un rastro de polvo, eran un espejo.

-Esta noche, la haré eterna, para ti- con un salto, llega a la azotea de un edificio.

De esa forma, corriendo por los tejados y azoteas de las casas o edificios, llega al hospital, donde está internado Harry.

Hace mucho tiempo que no venía a este lugar. Fui yo quien te dijo que podías vivir eternamente, si llegaba el momento para ello.

No basta sólo con brindarte mi sangre inmortal o que tú me des la tuya a cambio para dártela mezclada con la mía.

Se requiere mucho más que eso. Te pido que mueras, como mortal y vivas como un ser sobrenatural… ¿podrás vivir con esa carga en tus hombros?, o el hecho de pedir el don oscuro, te enloquecerá hasta el punto en que ya no pueda salvarte…

-Primero debo cazar a alguien- se deja envolver por el aroma de la sangre de Harry- debo buscar, otra presa- de un salto, llega a suelo.

Observa los alrededores con su vista vampírica. Sus ojos, ahora muy oscuros, se abrían y cerraban con lentitud.

A paso firme, casi invisible para el resto de las personas que transitaban por el mismo lugar, se llevó a una chica, no muy mayor, hasta un rincón oscuro y bebió su sangre, dejándola medio muerta en el camino.

-Sólo de esta forma, puedo estar cerca de él- regresa al hospital, quedando en el balcón.

Abrió la ventana y entró la brisa nocturna, algo húmeda.

Entró y se quedó en un rincón, viendo el cuerpo de su amado.

Pudo detectar el gran daño de su enfermedad. La fiebre que apenas lo mantenía conciente y ese olor a sangre que estaba impregnado por toda la habitación.

Si no se hubiese alimentado antes, lo habría terminado de matar sin la menor consideración.

-He vuelto, Harry- se acerca un poco y la luz de la luna, realza sus facciones vampíricas- ¿qué es lo que deseas de mí?, ¿por qué me has estado esperando por tanto tiempo?- pregunta.

Podía leer algo, los pensamientos de su amado. Levemente hilaba la respuesta… “porque lo prometiste”, algo así.

-Un vampiro no vive de promesas o cumple muchas de ellas- dice el rubio, al pie de la cama del pelinegro- pero tampoco he dejado de ser un Malfoy, y te prometí que te daría la inmortalidad, cuando ya no hubiese esperanzas para ti.

Draco da unos pasos en círculos. Agudizando su oído para detectar alguna presencia que interrumpiera su ritual.

-Una vez otorgado, es para siempre- sisea Draco, mirando a su presa, mientras éste abría sus ojos.

Lo sabía sólo con oler su aroma a menta. Harry abrió repetidamente sus ojos en un acto de enfocar la figura masculina que estaba muy próximo a su rostro. Esbozó una sonrisa forzada, que no alcanzó a sus ojos. La alegría interna, era mayor, pero su cuerpo, le traicionaba.

-Te estaba esperando... Draco- mueve sus labios sin emitir sonido alguno.

Con un movimiento, el rubio le retira la mascarilla que más que ayudar, era muy molesta.

-Has esperado mucho por esta noche, Harry- le toca la mejilla con su mano- han pasado unos largos 10 años, desde la última vez que nos vimos frente a frente- dice cerca de sus labios- si de esta forma, puedo impedir que desaparezcas, entonces lo haré- le besa en un arranque de furia, haciendo sangrar esos finos labios sin querer- tomaré tu vida, en un segundo, y ese segundo bastará para que se impregne el mayor de los dolores- se sienta en la cama, a su lado y toma el decaído cuerpo del moreno entre sus brazos, dejando a la vista el cuello.

Aquella vena que conducía la vida, se encargaría de acabarla, de una sola estocada.

-Tu cuerpo, será la esencia de tu dolor y de mi larga espera- pasa su lengua y sus colmillos, relucientes, crecieron levemente, como dos espadas afiladas, dispuestas a atravesar esa piel morena que en un tiempo tanto amó.

Enterró sus colmillos y bebió esa sangre que tanto había deseado... se dejó llevar por el creciente frenesí de poseerlo en un solo segundo, que sólo el débil pulso de ese corazón, le recordó que podría salvarle o dejarle morir, de una vez.

-¡Dímelo!- dice y toma el rostro de Harry entre sus manos- ¿quieres que te convierta en un asesino?- lo remece, sin conseguir respuesta.

Tampoco el contacto mental funcionaba. Era un estado de inconsciencia total. Sólo le quedaba un camino... que su egoísmo lo reviviera o que su nula humanidad lo dejara descansar.

Volvió a recostar el cuerpo casi inerte del pelinegro y haciéndose un corte en su muñeca con su afilada uña, bebió de su sangre y le depositó en la boca de su amado, en un largo beso de sangre.

A los pocos minutos, el cuerpo de Harry se convulsionó y sus ojos, se abrieron de golpe, llenándose de un profundo color verde esmeralda, casi cristalino. Su cabello negro azabache, antes indomable, ahora era terso y manejable.

Sus uñas, eran brillantes y transparentes y su piel, tostada, era igual de fría que la de Draco...

Terminado el beso. El despertar del neófito Harry Potter, era la increíble obra de Draco Malfoy. Con una belleza masculina única.

-Estás sediento, lo sé- dice algo cansando el rubio, retrocediendo unos pasos- deberás aprender a cazar y vivir con ello- se acerca hasta la ventana- te esperaré en aquella iglesia- desaparece de la habitación.

Harry seguía cambiando, una metamorfosis profunda y dolorosa. Tenía razón, aquel vampiro rubio. Tendría que aprender a sobrellevar la gran sed de sangre, que ahora era imperiosa y urgente.

Buscó algo de ropa fuera de su habitación. La idea de ir con una bata para enfermos, le molestaba. En un depósito, encontró unos jeans desgastados, una polera verde con mangas largas y unas sandalias que iban abrochadas con cordones.

El doctor, Severus Snape, era un hombre entregado a su profesión. Aunque no era muy expresivo y hasta considerarse cruel en su trato con los pacientes, era su forma de ser y había aprendido con una dura lección a no llorar por alguien a quien se pierde.

Cuando decía un “lo siento”, era sólo de cortesía. Porque en su fuero interno, sabía que por más que tratara de salvar una vida, hay veces en que se llega demasiado tarde... y lo aprendió, al perder a su esposa en un grave accidente, cuando era un estudiante de medicina.

-Harry Potter, tratamiento para tuberculosis, fase terminal- lleva la ficha del paciente en la mano y se lleva una gran sorpresa cuando entra a la habitación y no había nadie allí dentro.

La ventana estaba abierta de par en par y la habitación tenía un intenso olor a sangre.

Cosa que le desagradó de inmediato.

-Deberé dar aviso abajo- dice el médico, dejando la puerta abierta y caminando por los solitarios pasillos.

Harry, se había quedado en un rincón. Intentando calmarse y controlar su sed. Pero su garganta estaba muy seca y nada podía saciarla... sólo la sangre de un humano.

Severus, pasó por el lado de él, sin percatarse de su presencia. Harry se fijó en ese hombre. Notó el gran pesar que tenía en su corazón, su dolor, le recordaba lo frágil que ser, un mortal.

Con un movimiento rápido, lo estampó en la pared. Se fijó en esos ojos oscuros, el paso de la vida en ese cuerpo.

-Te haré sentir mejor, créeme- le dice al oído.

Severus, quería moverse de ese lugar, pero ese chico tan joven, tenía una fuerza brutal, dejándolo desarmado contra cualquier contraataque. Sólo cerró los ojos, aguardando una oportunidad... una que nunca llegó.

Harry, pasó su lengua, por el cuello del médico, causando un leve quejido por parte de éste. Sus nuevos colmillos, crecieron y sin previo aviso, los clavó en esa zona, bebiendo ese licor que brotaba como una llave y que le pareció lo más cercano a un nuevo estado de éxtasis.

Se dejó llevar, por ese deseo. A medida que iba bebiendo su sangre, veía sus recuerdos. El paso de su vida, y se detuvo, soltando aquel cuerpo que parecía muy fuerte, pero ahora, le era muy liviano y lacio.

Lo arrastró hasta una silla y lo dejó sentado. Con el puño de la polera, se quita los restos de sangre en la comisura de sus labios.

-No fue tu culpa, ella lo sabe bien- dice el ojiverde a su primera presa, y se retira del lugar.

Al otro día, se causó un gran revuelo por ese caso. La desaparición del cuerpo de Harry, el ataque al doctor Severus Snape por alguna criatura extraña y una tumba que no tiene cuerpo.

Ron y Hermione, depositaron un ramo de flores. Iban los tres, con su pequeña hija tomada de la mano.

-Sé feliz, Harry- dice Hermione, quien fue abrazada por el pelirrojo.

-Papá, ¿dónde está el tío Harry?- pregunta su hija.

-En un lugar al cual no podemos ir, mi pequeña- responde su padre.

Todas las noches, se pueden apreciar dos chicos que se encuentran en la misma iglesia abandonada. Uno muy elegante y el otro, un aprendiz de vampiro.

FIN...
Notas finales: no se me ha olvidado actualizar el fic de gélidos ojos, es sólo que todavía no tengo listo el capi, ruego me esperen un poco más, besos y abrazos, giovanetta ^-^

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