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Never, never gonna give you up por MayinZO

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Notas del fanfic:

Una idea que surgió en un viaje de 8 horas en avión n_nUU

Ojala les guste

Notas del capitulo: Los personajes de Naruto pertenecen a Masashi Kishimoto

Eran las 10 AM cuando, en la recamara de un hotel cualquiera, una chica rubia dormía después de haber pasado una noche de pasión con el hombre más guapo que había conocido.

 

 

Comenzó a removerse en la cama, abrió sus ojos color azul cielo. Se incorporó en la cama, sonriendo al recordar la noche anterior.

 

 

-¡Cariño!- exclamó

 

 

Al no obtener respuesta, envolvió su cuerpo desnudo con las sabanas blancas y comenzó a buscar a su apuesto amante.

 

 

-¿Cielo?- llamó, pero no obtuvo respuesta.

 

 

Buscó por todos los lugares de la casa y no había ni rastro de él, su rostro fue invadido por el pánico al saber lo que estaba sucediendo.

 

 

Su amante de una noche la había dejado tirada en un hotel.

 

 

Lagrimas de desesperación cayeron de sus mejillas.

 

 

-¡Sai!-gritó con furia mientras lloraba.

 

 

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En ese mismo momento, un apuesto moreno desayunaba en un restaurante italiano, al que iba casi todos los días.

 

 

Mientras comía era presa de unas chicas que se lo comían con la mirada en vez de comerse sus platos de pasta.

 

 

Sai ya estaba acostumbrado a las miradas de todos sobre el. Era el pan de cada día. Y la mayoría de las veces se aprovechaba de esa cualidad para controlar un poco a la gente o para ligues de una noche.

 

 

Esa era la vida de Sai: desayuno, fiestas y sexo. Nunca se acostaba con la misma chica, cada noche era una distinta, cada chica más tonta que la anterior, pensaba el. Con los chicos era lo mismo.

 

 

Sai atraía a toda la gente. Moreno de piel pálida, ojos profundos y negros, cuerpo atlético y delgado que siempre cubría con prendas color negro.

 

En ningún momento de sus 22 años de vida, había sentido amor. Nadie sabía como había llegado a ser así, el nunca se lo había dicho a nadie.

 

Sai nunca se había enamorado de nadie, ni pensaba hacerlo…

 

…como si fuera algo que se pudiera elegir

 

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Volviendo al desayuno, Sai ya se había terminado su platillo de espaguetis con crema, el platillo de todos los lunes.

 

Lo que Sai tenía de atractivo, lo tenía de obsesivo compulsivo.

 

Tenía un platillo para cada día de la semana, la lasaña del jueves no se podía tomar, de ninguna manera, el martes, ya que tocaba pizza ese día.

 

Lo perfeccionista lo había sacado por ser dibujando, cada pequeña cosa fuera de lugar lo sacaba de quicio.

 

Siempre usaba ropa negra, por su gusto por ese color y porque además contrasta con su piel.

 

Pocas personas conocían esa faceta de su vida, ya que ocupaba más su tiempo en estar entre las piernas de los demás que en hablar de su vida.

 

El en ocasiones de consideraba raro-extraño. Era alguien obsesionado con el sexo, la fiesta, el erotismo y la perfección.

 

-Disculpe…-habló una tímida voz.

 

El chico levantó la vista hacia la voz que le había hablado. La camarera muy nerviosa y con la cara totalmente roja no paraba de temblar mientras le hablaba.

 

-S...se… ¿se le ofrece algo más?-

 

Sai se levantó de su asiento, lo que hizo saltar a la chica, que miró hacia el suelo con el rostro como un tomate. Se sorprendió al sentir como los delgados y pálidos dedos del joven le sujetaban el mentón, alzando su rostro, mirándola directo a los ojos.

 

Le extendió un billete frente a los ojos con la mano que tenía libre.

 

-No se me ofrece nada más- le sonrío- Gracias- quitó la manos de su mentón, tomó la mano temblorosa de la chica y le puso el billete- quédate con el cambio- le guiño un ojo para luego pasar de largo e irse tranquilamente sin voltear a ver como la camarera se desmayaba.

 

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Al llegar a su casa, entro a su habitación donde se encontraba su cama      King-size  con sabanas negras de seda.

 

Se acostó en la cama con pereza. Eran apenas las 13:00, se suponía que hoy también habría fiesta en la noche. Y ahora lo único que quería hacer era disfrutar de no tener que usar sonrisas falsas por un momento y descansar de ese mundo que le esperaba afuera.

 

Cerró los ojos…y cayó en los brazos de Morfeo.

 

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Se despertó en la noche, había dormido más de siete horas y ya tenía que irse, seguramente no dormiría esa noche por cualquier razón que fuera. Se puso una gabardina negra que le llegaba hasta los tobillos y unos pantalones muy ajustados, junto con unas botas de cuero con cadenas a los costados, se puso cuidadosamente sus guantes de cuero negro y se dispuso a salir.

 

Estaba nevando.

 

Mientras caminaba sentía las miradas a su alrededor. Caminó tranquilamente hasta que…

 

-¡Déjenme en paz!-

 

Esa voz detuvo su paso de forma brusca, su mirada recorrió la calle nevada hasta que encontró lo que buscaba. Un chico estaba siendo molestado por dos hombres que intentaban tocarlo.

 

-Eres muy lindo ¿sabes?- uno de los hombres intentó tocar su rostro pero se apartó.

 

Sai caminó sin pensarlo siquiera, hasta donde estaban, sin saber por que de repente se sentía increíblemente enojado.

 

-¡Aléjense de mi! ¡Por favor!- trató de correr pero el otro hombre lo agarró bruscamente del brazo a lo que el chico se quejo de dolor.

 

Sai apretó el brazo del hombre que sujetaba al pequeño, haciendo que se quejara de dolor, soltando inmediatamente al niño.

 

-Creo que él dijo muy claramente- los miró con furia- que no los quiere cerca-

 

Los hombres carraspearon y se fueron corriendo bajo la mirada de ultratumba del moreno.

 

-Muchas gracias-

 

Sai se percató de repente de lo que acababa de hacer: había salvado a un desconocido. Se volteó para verlo.

 

Un encantador chico pelirrojo de ojos color aguamarina, delineados por un contorno negro que le daban más profundidad a su mirada, piel tan blanca como la nieve que caía y un cuerpo pequeño y delgado.

 

Sai se le quedó mirando idiotizado. El chico bajo la mirada y su bello rostro infantil adquirió un encantador tono rosa.

 

Esa fue la primera vez que Sai se sonrojó.

 


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