La castaña empezaba a mosquearse, estaba harta de las provocaciones de Pansy y de su grupito de amigos. Siempre pasaba lo mismo cuando había algún enfrentamiento entre los leones y las serpientes. Hermione intentaba apartarse de la vista de los demás, cubrirse de todas las burlas y comentarios de los Slytherin para evitar enfadarse, insultar o notar cómo su cara cambiaba al mismo color que el de su Casa en Hogwarts. Pero, cuando alguna vez conseguía pasar desapercibida por la distracción de un moco de murciélago de Ginny o un “¿Buscas pelea, Malfoy?” de Ron, aparecía ella, Pansy Parkinson, la reina del mambo, a desestabilizar la paciencia de la castaña, a dirigir de nuevo la vista de los demás en ella.
-¿Qué pasa, Granger? ¿Acaso te aburre esto?- la nombrada levantó la cabeza dirigiendo su atención a Pansy- ¿Preferirías estar con tus libros apestosos y hacerle la pelota a los profes? Sí, seguro que sí, porque nunca cambiarás, seguirás siendo la Sangre Sucia, come libros y amiga de Potter, junto a la comadreja de Weasley.
Las risas de los Slytherin rebotaron por el pasillo, al igual que el sonido de las varitas desenfundándose de los Gryffindors. Hermione la miró con desdén y enojo.
-Prefiero seguir siendo eso a parecerme a ti; una idiota que se mete con los demás para sentirse superior, aunque no llegas ni al nivel de un gusano.
Las carcajadas de Pansy se ahogaron de golpe junto con las demás. Se miraron entre ellos desconcertados, eso era el colmo, ¿cómo un Sangre Sucia osaba insultar a una Slytherin?
Todos se quedaron quietos, sin respirar, esperando la respuesta de Pansy. Sabían que ella no se dejaría pisotear, pero en vez de decir algo, la Slytherin se quedó callada mirando directamente a los ojos de Hermione, seria, como esperando un movimiento de debilidad por parte de la mirada enfurecida de la castaña. Y lo vio. Observó como Hermione bajaba la vista, avergonzada por haber llegado a ese nivel tan bajo al haber insultado.
-¡Ja!- alzó el rostro, Pansy, orgullosamente- ¿Me tienes miedo, Granger?
La castaña no dudó en contestar.
-Nunca tendría miedo de una serpiente tan rastrera como tú.
“!Diez puntos para Gryffindor!” susurró Ginny acompañada por las risas de sus compañeros. Pansy se acercó deslizándose elegantemente hacia Hermione, alzando la varita y sujetándola con fuerza contra el mentón de la leona.
-Deberías tenerlo, Sangre Sucia- siseó cerca del oído de su enemiga, deleitándose al ver como Hermione no le reprochaba nada -Espero que te quede en la cabeza que una rata asustadiza no puede ganar a una serpiente.
Dicho eso, se colocó bien su túnica y pasó por al lado de Hermione, chocando fuertemente con el hombro, mostrando quién era superior. Los demás la siguieron con arrogancia.
Los Gryffindors no sabían qué hacer.
-¡Parkinson!-gritó Hermione súbitamente- ¡Más vale que me vayas temiendo a mi también!
El rugido de la leona llegó claramente al grupo de Slytherin que estaban a punto de cruzar la esquina. Draco y los demás miraron a Pansy quien sólo sonrió socarronamente.
-Entonces demuéstramelo, Granger.
Se alejó, dejando atrás a una Hermione enfadada y a rebosar de rabia, acalorada por no haber sacado antes sus colmillos como buena leona que era.
Ya lejos, Parkinson suspiró divertida, le encantaba ver a esa gatita sacar sus garras para intentarla arañar. Rió por dentro.