Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Give me a Sign por Harnex

[Reviews - 194]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

 

¡Holaa! :)

Este es la primera historia yaoi que escribo y subo a esta página. Si bien el tema base está bastante trillado (chicos que comparten habitación), es uno de mis favoritos y quería hacerlo, así que aquí estoy.

La historia se narra desde el punto de vista de algunos chicos, ya sean gay o no; porque hay historias heterosexuales, pero que obviamente no son tan relevantes y no se extienden demasiado (en texto y espacio al menos).

Espero les agrade.

 

Notas del capitulo:

Agregaré una imagen para cada capítulo, que, de cierta manera, represente el tema central de cada uno, cuyos títulos explicaré en las notas finales. Además, habrá una imagen de cada personaje con algunos datos, a modo de "ficha de personaje" (esto a partir del segundo capítulo).

(ver las imágenes de los personajes es opcional, no afecta a la historia ni nada :D)

 

 

- No me respondas; ya está decidido y no cambiaré de opinión.- Dijo un hombre impecablemente vestido con un traje negro, que se hallaba sentado en la cabecera de la mesa.

- ¡No iré!- Le replicaba un chico de diecisiete años sentado a su izquierda.- Sólo buscas las soluciones más fáciles; como no te la puedes conmigo, me envías con otros para que tengan que hacerse cargo de mi... eres una mierda de padre.- Dijo cargado de odio.

 

El mayor le dio una fuerte bofetada.

- ¡Más respeto! ¿Oíste? No te permito ese tono conmigo, mocoso.- Le espetó con furia contenida, sin perder la compostura. Se levantó de la mesa, pero antes de irse dijo algo más.- Irás a ese internado, aprenderás a comportarte y punto.

 

Y Friedrich se quedó allí sentado, masticando su rabia con impotencia.

 

 

Para variar, Friedrich tuvo que ir en uno de los autos de su padre; "¿Cómo mi hijo va a movilizarse en autobus?" había dicho furioso. Como si fuese un escándalo... hubiese preferido viajar de pie en un bus como todo el mundo, odiaba sentirse como un estúpido consentido. Hizo que el chofer parase antes y bajó con su equipaje. Tardó veinte minutos en llegar al lugar.

Se paró en la entrada para observar con calma; era un enorme edificio que parecía ser muy antigüo, aunque estaba en perfecto estado, y tenía unos amplios jardines llenos de árboles. Al menos era un lindo lugar...

 

- Este es su cuarto.- Le dijo uno de los encargados, abriendo la puerta y entregándole la llave, para luego ir a atender al resto de los estudiantes, que no paraban de llegar. Friedrich entró, dejó sus maletas a los pies de la cama izquierda y se tiró boca abajo sobre ella, sin siquiera explorar la habitación.

 

Una serie de ruidos hizo que Friedrich se despertara. Por lo visto había dormido toda la tarde, porque la habitación estaba a oscuras, a pesar de que las cortinas estaban abiertas. Caminó a tientas hasta que logró encender la luz, junto a la otra cama había un par de maletas. Los ruidos provenían del baño; al parecer su compañero de cuarto se daba una ducha en ese momento. Se dedicó a ordenar sus cosas.

 

 

 

Gabriel se secó y puso la toalla alrededor de su cintura. Ordenaría su equipaje el día siguiente, ya que no se sentía muy bien y prefería acostarse. Cuando abrió la puerta del baño, le sorprendió ver luz en la alcoba; probablemente el chico que encontró durmiendo al llegar se había despertado.

Salió del baño, rogando internamente para que su nuevo compañero fuera simpático, ya que el último que tuvo escuchaba la música muy fuerte y guardaba arañas en frascos bajo la cama.

Miró hacia el escritorio que estaba junto a la puerta, donde su compañero se encontraba arrodillado guardando cosas en los cajones del mueble; el chico nuevo no parecía haber reparado en su presencia, pues seguía en lo suyo, de espaldas a él.

- ¡Hola!- Saludó Gabriel, expectante y nervioso, mirando el cabello castaño y desordenado del chico nuevo.

- ¡Ah, hola! Disculpa, no te oí salir...- Dijo el chico con un cargado acento, volteando hacia él y mirándolo, mientras se ponía de pie y le extendía una mano para saludarlo. Era alto y...

 Gabriel se quedó en blanco unos segundos, absorto en esos ojazos.

- Soy Friedrich, mucho gusto... ¿Cómo te llamas?- Dijo el chico, aunque no estaba seguro de si era eso lo que le dijo... No atinaba a apartar la vista de ese par de ojos azul pálido.

- Ah... Eh...- Balbuceó.- Gabriel, me llamo Gabriel...- Murmuró, desviando como pudo la vista de los ojos de Friedrich.

 

 

 Friedrich alzó la cabeza al oír una voz que se dirigía a él, desde la puerta del baño, que daba a los pies de su cama. Volteó despreocupadamente para responder; un chico rubio lo miraba con los ojos muy abiertos, a pesar de la sorpresa se fijó rápida, y disimuladamente, en el cuerpo del chico; no era muy alto, pero sí bien formado, aunque más bien delgado... con una piel que seguramente era muy suave al tacto.

Saliendo de una nube de vapor, semidesnudo y presentándose como "Gabriel", sin mencionar que era una belleza, realmente parecía un ángel; sumando a esto su cabello rubio platino levemente ondulado y largo hasta la mitad del cuello, más sus ingenuos ojos color miel... todo un ángel.

Si ese chico iba a ser su compañero de cuarto, estaba más que dispuesto a tolerar la estadía en aquella cárcel.

 

- Lindo nombre ¿Y a qué curso vas?- Le preguntó al ángel. Era estúpido referirse así a él, pero es que de verdad le parecía uno.

- Eh... A segundo... ¿Y tú?- Respondió el ángel algo nervioso.

¿Querían tentarlo poniendo a semejante criatura en el mismo cuarto que él? 

- Tercero.- Respondió Friedrich sonriendo.- ¿No eres nuevo, cierto?- Preguntó, intuyendo la respuesta. Gabriel hizo un gesto negativo con al cabeza.- Pues... vamos, cuéntame sobre este sitio...- Le pidió sonriendo. Se dio cuenta de que ponía nervioso al ángel cuando le sonreía, por lo que no dejó de hacerlo. 

 Definitivamente tenía que ser una broma...  O ese chico era excesivamente intimidable... O era gay también. Tanta suerte no podía ser real.

- Bu-bueno...- Tartamudeó Gabriel intentando no mirarlo a los ojos. Era una delicia ver lo nervioso que se ponía con cada minuto que pasaba.- E-el lugar es amplio... hay muchas actividades y las clases no están mal...- Explicó mientras se vestía, dándole la espalda e intentando tapar lo más posible; se estiró un poco para echar una mirada, pero Gabriel fue más rápido y se puso en un segundo la parte de abajo del pijama.

- No parece tan terrible...- Comentó, sin quitarle los ojos de encima al ángel mientras éste se acostaba, comenzando a preparar su cama él también.- Buenas noches, ángel...- Dijo con un leve tono burlón, y apagó la luz.

 

 

 

"¿Ángel? ¿Le habría entendido mal cuando le dijo su nombre?" Fue lo que pensó Gabriel cuando se quedaron a oscuras, tras apagar la luz y acostarse.

Bueno, no importaba; lo que importaba era que debía olvidar lo que ese chico le provocó. Sólo se había puesto nevioso porque era muy atractivo... y porque tenía una mirada demasiado intensa como para no poner nerviosas hasta a las piedras...

¡Qué ojos! Nunca había visto unos así, o nunca le habían impresionado tanto; tenía que ser por esa particular forma de mirar que poseía, tal intensidad no era humana. Seguro que nadie podía hablar tranquilamente con ese chico sin intimidarse. Encima era altísimo, probablemente medía un metro con noventa...

Friedrich debía ser un éxito entre las chicas...

 

Sin embargo, a pesar de decidir lo contrario, se quedó dormido pensando en su nuevo compañero.

 

 

 

El día siguiente Friedrich se levantó temprano, pero antes de meterse a la ducha le echó una mirada a Gabriel, que dormía boca abajo y tenía el cabello todo revuelto.

Lástima que durmiera tan cubierto... Pero por suerte la noche anterior lo vio sólo en toalla, mostrando su blanca y perfecta piel. Era difícil olvidar aquella imagen, el primer segundo en que lo vio; con aquel cabello casi blanco mojado y enmarcando el rostro más bello e inocente que habia visto. Esa mirada tímida... Sus labios rosados... La suave voz... Nunca una persona a la que acababa de conocer le había provocado tantas cosas; semejantes ganas de colarse bajo sus sábanas y estrecharlo entre los brazos, comérselo a besos... Querer ser correspondido...

Todo aquello lo estaba asustando, él era de los que evitaban las relaciones e ignoraban los sentimientos. Fue a bañarse para alejar esos pensamientos.

 

Salió de la habitación para recorrer el lugar y hallar el salón de tercero. Luego de muchas vueltas y preguntar a los estudiantes con los que se encontró, Friedrich logró llegar al salón. Se sentó en uno de los asientos finales, junto a la ventana. Tras pasar algunos minutos el salón comenzó a llenarse.

Observó a sus compañeros tratando de determinar cuál era más imbécil, en eso llegó el profesor y se hizo el silencio. Mientras pasaba lista la puerta se abrió y un chico entró. Le llamó la atención su voluminoso cabello afro.

- Disculpe profesor, no volverá a pasar.- Dijo el recién llegado respirando entrecortadamente, era obvio que había corrido hasta allí. Miró el aula rápidamente, localizó el puesto desocupado junto a Friedrich y fue sentarse con él.

- Hola...- Saludó el chico afro en voz baja.- ¿Eres nuevo, no? Yo soy...

- ¡Radborough! ¡Llegas tarde y te sientas a conversar!- Le gritó el profesor, haciendo que el aludido se sobresaltara y mirara al frente.

- Lo siento profesor.- Dijo alzando la voz.

 

 

 La clase fue larga y aburrida. El profesor era muy estricto y tenía la maldita costumbre de hacer preguntas al azar durante la lección. Al sonar el tiembre que anunciaba el descanso se levantó en el acto y salió del salón.

- ¡Oye!- Lo llamó alguien.- Volteó para ver de quien se trataba. Era el chico que se había sentado junto a él.

- ¿Sí?- Preguntó Friedrich cortés.

- Eh...- Dijo el chico algo incómodo, pero animado.- Pues... ¡Vamos, te acompaño! Me llamo Christopher.- Dijo tendiéndole la mano.

- Friedrich.- Dijo estrechándole la mano.- ¿Sabes qué clase hay ahora?

- Claro, claro; Biología.- Contestó Christopher reanudando la marcha.- ¿Tomaste desayuno?

 Friedrich negó con la cabeza.

- Entonces vamos al comedor; puedes tomar tu desayuno antes o después de ir a la primera clase.- Explico el chico guiándolo por los pasillos.- Y hoy debes inscribirte en alguna actividad extracurricular... como mínimo en una...- Continuó muy alegre. Se detuvo para abrir un par de puertas de vidrio y le indicó que pasara.- Es aquí, y mira; acá están las listas con las actividades disponibles...- Agregó cogiendo un par de folletos de una mesita ubicada junto a la puerta. Le dio uno a Friedrich y fueron por sus desayunos.

 

 Se sentaron en una mesa algo apartada. Friedrich examinó el folleto mientras revolvía perezosamente la taza de café que tenía al frente. En la lista habían varios deportes, actividades manuales, talleres de ciencia, ejercicios de relajación, ajedrez y otros juegos de mesa, computación, cocina y cosas por el estilo. Nada le llamó particularmente la atención, de modo que dejó el papel a un lado y se dedicó a su desyuno.

- ¿No te gustó nada?- Preguntó Christopher sonriendo.- Puedes elegir uno de pilates o algo así, sirve para descansar al menos...

- ¿Y tú a cuál te anotas?- Preguntó Friedrich con curiosidad.

- Al de música.- Repuso mordisqueando una manzana, haciendo que su voluminoso y rizado cabello se agitara.- Toco el violín.

 Eso le hizo atar cabos.

- ¿Violín?- Preguntó entrecerrando momentáneamente los ojos.- ¿No era tu apellido Radborough?- Christopher asintió.- Supongo que eres pariente del violinista Benjamin Radborough...

- Así es.- Confirmó el otro un poco avergonzado.- Es mi padre, debe ser por su influencia que me gusta la música.- Explicó bajando la vista y cogiendo un sándwich.- ¿Y qué me dices tú? ¿A qué se dedican tus padres?

Friedrich suspiró al recordar la última conversación que tuvo con su padre.

- Él es banquero.- Dijo secamente.- ¿Y qué hay de tu madre?- Preguntó, para no contestar más.

- Ah... Es chelista.- Respondió Christopher con evidente orgullo.- Aunque hace tiempo que no puede tocar...- Friedrich lo miró inquisitivamente.- Tuvo un accidente y se fracturó la muñeca.- Dijo el otro.- Pero pronto podrá volver a...

- ¡Hooooooooola!- Saludó una alegre voz femenina tras Christopher, que dio un bote en su asiento y se atragantó.- ¡Oh, lo siento, lo siento!- Se disculpó la chica saliendo de su escondite y dándole palmaditas en la espalda, ya que se estaba poniendo rojo. Era una chica muy bonita, con cabello rubio ondulado, rostro delicado y ojos celestes. Cuando dejó de toser, la chica le pasó el vaso con jugo que traía en su bandeja y luego miró a Friedrich.- ¡Hola! ¿Cómo estás?

Friedrich se sorprendió ante la pregunta y la sinceridad de la misma. Habría espereado un "¿Cómo te llamas?" o algo parecido.

- Eh... Bien, gracias... ¿Y tú?

La chica hizo un gesto positivo con el pulgar.

- ¡De maravilla!- Dijo contenta.- Lo olvidaba...- Dijo de pronto.- Me llamo Hannah Lafferriere ¿Y tú?

 Otro apellido que le sonaba de algo.

- Friedrich Rosendorff.- Se presentó, sonriendo.

- Es un placer.- Dijo ella.- ¿Estás en nuestro curso, no?- Él asintió.- ¡Genial! Espero que nos llevemos bien.- Dijo sincera, tenía una expresión amable y maternal. Luego miró a Christopher.- ¿Estás mejor?

- Sí; asesina...- Le espetó resentido.

 Hannah rió con entusiasmo.

- Vamos, fue una bromita...- Dijo contenta.- Oigan ¿Ya eligieron actividades?- Les preguntó, mirándolos alternadamente.

- Lo de siempre...- Dijo Christopher. Ella asintió, y ambos miraron a Friedrich.

- Pues... Creo que a voleibol...- Contestó, no muy convencido.- Jugaba en el equipo de mi escuela anterior...- Comentó para explicar.

- Entiendo... Aunque el nivel del equipo aquí es alto... Son muy exigentes...- Dijo Hannah dudando.- Aún puedes elegir algo que te quite menos tiempo.- Sugirió.

 Friedrich sonrió.

- No importa, porque no tengo nada más que hacer.- Dijo encogiéndose de hombros.

- ¿No te gusta salir? Ya sabes, a divertirte...- Preguntó Christopher.

- Claro que sí, pero tengo energía de sobra.- Contestó. Los tres se rieron.

- Muy bien; entonces estás invitado.- Dijo Hannah luego e prácticamente tragarse un sándwich.- Nos gusta salir los viernes, y si no se puede, los sábados... Aunque es toda una hazaña salir de aquí en la noche sin que te atrapen.

- Podemos presumir de conocer el lugar perfecto para escapar.- Dijo Christopher dándose aires.- Así que si algún día necesitas...

Fue interrumpido por un par de manos que se pusieron de golpe sobre sus hombros, haciendo que se asustara nuevamente. Habían dos chicos sonriendo tras él; un chico alto de pelo negro, muy liso y cubierto por una gorra de lana; y una chica delgadita, con el cabello corto, también negro, y grandes ojos castaños.

- Y aquí están todos.- Dijo Hannah para animar el ambiente de nuevo.- Chicos, este es Friedrich Rosendorff; Friedrich, estos son Claire Bordet y Isaac Priestnall.

Se saludaron con una sonrisa y un gesto de la cabeza para luego sentarse.

- ¿Y qué actividad elegiste este año?- Preguntó la chica de cabello corto, Claire, a Hannah con curiosidad.

- Pintura y gimnasia.- Dijo la rubia notoriamente entusiasmada.- ¿Y tú?

- Diseño otra vez.- Dijo Claire con una sonrisa dulce. Sonó el timbre.

 Se levantaron para ir a devolver las bandejas y dirigirse hacia el salón. A Friedrich le parecieron bastante agradables, ya que esperaba encontrarse con un montón de imbéciles...

 

Pasó el día con el grupo de Christopher, riendo con ellos en los jardines y cuchicheando con su compañero de banco durante las clases. Cuando acabaron fueron junto a Isaac a dejar sus solicitudes para las actividades. Había una larga fila frente a la oficina. 

Tras media hora discutiendo sobre cuál sería el mejor lugar para salir el viernes, en la cual Friedrich sólo escuchó pues no conocía la ciudad, fue su turno. Luego de entregar el maldito papel se marcharon a sus cuartos; Christopher y Isaac compartían el suyo.

Al pensar en su cuarto recordó de golpe quien era su compañero. Había pasado el día conociendo a tanta gente nueva que lo olvidó por completo. Se dirigió bastante más entusiasmado a su cuarto. Al entrar vio al ángel instalado en su escritorio con un cuaderno y un enorme libro frente a él.

- Hola ángel.- Saludó al chico con una sonrisa medio indecente. El rubio bajó la vista rápidamente; era tan pálido que su sonrojo fue incuestionable.

- Ho-hola.- Contestó Gabriel retomando sus quehaceres.

Friedrich lo miró extrañado.

- ¿Estás haciendo los deberes?- Preguntó incrédulo.

- Sí ¿Qué tiene?- Contestó Gabriel sin prestarle mucha atención.

- Nada, eso está bien.- Aseguró acercándose a su cama para tirarse en ella. Así que el ángel era además muy responsable...- ¿En qué actividad te inscribiste, ángel?- Preguntó de repente. Esa era la pregunta del día.

Gabriel levantó la vista de sus papeles. Aún así no podía verle la cara, ya que al estar sentado en el escritorio quedaba de espaldas a él.

- Literatura... Ajedrez, música, yoga, química y física.- Dijo haciendo memoria. Esta vez fue el ángel quien sonrió, al ver la cara de Friedrich cuando se dio vuelta para contestarle.- ¿Y tú elegiste alguna?

- Vaya ángel... Eres una máquina...- Comentó Friedrich, recuperándose del asombro ¿Cómo es que un chico tan frágil, según él, hacía tantas cosas?- Yo me apunté al equipo de voleibol.- Murmuró.

- ¿Sólo a eso?- Preguntó el ángel con tono burlón.- Supongo que no se puede pedir más a quien no es capaz de memorizar un nombre.- Dijo mordazmente y le dio la espalda para continuar con lo que hacía.

El ángel era toda una caja de sorpresas... Eso le gustaba.

- "Ángel" te queda mejor.- Repuso Friedrich para molestarlo; seguro que enojado era aún más encantador.- Sólo te faltan las alas.

- Cállate.- Le espetó Gabriel en voz alta, pero sin demasiada fuerza.

Friedrich rió en silencio y sacó una revista de su baúl, a los pies de cada cama había uno, la ojeó un rato. Al rato se aburrió y se dedicó a mirar las paredes, el techo, al ángel, los muebles o cualquier cosa. Entonces reparó en un detalle; no había nada en las paredes, blancas y limpias, eso era un crimen. Revolvió en su baúl hasta dar con lo que buscaba; un rollo de pósters cuidadosamente seleccionados.

- ¿Tienes cinta adhesiva?- Le preguntó a Gabriel. El ángel volteó para ver. Él estaba de pie sobre la cama, con el rollo en las manos.

- Claro.- Dijo levantándose; tomó una caja de su repisa, la abrió y sacó un rollo nuevo de cinta adhesiva.- Si necesitas algo... Ya sabes... Tijeras, hilo, cinta... Puedes sacar de aquí.- Le pasó la cinta y le mostró la caja.

- Gracias ángel, lo tendré en cuenta.- Dijo Friedrich cogiendo la cinta. Al hacerlo rozó por un instante la mano del ángel, que estaba muy fría. 

- ¿Te ayudo?- Preguntó Gabriel con la vista clavada en el suelo y la cabeza gacha.

- ¿Y tus deberes?

- No pasa nada, sólo me falta corregirlos.- Contestó Gabriel muy avergonzado, así daban ganas de abrazarlo.

- Entonces está bien.- Aceptó.- Puedes cortar trozos de cinta...

- Seguro.- Dijo Gabriel, yendo por sus tijeras.

 

Fue muy divertido ver la cara del ángel cuando vio lo que estaba ayudando a pegar en las paredes; la mayoría eran pósters de videojuegos, también habían de sus bandas de rock favoritas. Pero el que más llamaba la atención era un calendario, cuya temática mensual eran las posturas del kamasutra, con imágenes de modelos reales. El ángel había mirado el calendario escandalizado, pero sin decir nada.

 

 

 

Gabriel estaba inclinado sobre la cama, limpiándola de los restos de tierra que dejó Friedrich al no quitarse los zapatos para caminar sobre ella, cuando una fuerte mano le tomó de la barbilla con suavidad y le hizo mirar hacia arriba. Se encontró frente a frente con Friedrich y sus ojazos de aquel color pálido... Eran como una mezcla entre verde y azul, pero clarísimos... le miraban con picardía. Sintió su rostro arder.

 

- Muchísimas gracias ángel.- Susurró el mayor rozando sus labios con los de él, que permaneció inmóvil y sin poder apartar la vista de esas atrayentes esferas.

¿Qué significaba eso? Acaso Friedrich era... Su corazón latía desenfrenado, anhelante; se descubrió a sí mismo deseando que la distancia que le separaba de esos carnosos labios desapareciera.

Su cuerpo se resistía a obedecer lo que su, en ese momento no muy fuerte, lado racional le ordenaba. Tenía que alejarse... pero cuando Friedrich lo besó fue incapaz de rechazarlo y se dejó llevar, olvidándose del temor y la culpa; sólo tenía cabeza para sentir esos exquisitos y ansiosos labios...

Finalmente la razón regresó a su cabeza y apartó a Friedrich, que por como lo besaba parecía que se lo quería comer. Se miraron durante unos largos segundos, jadeantes, hasta que salió corriendo de la habitación.

 

 

 

- Bendita la hora en que el viejo eligió este lugar...- Murmuró Friedrich sonriendo de oreja a oreja, probablemente con cara de imbécil, pero feliz. Se desplomó sobre su cama con los ojos cerrados, deleitándose en la sensación de los labios del ángel respondiendo al beso. La cara de idiota valía la pena.

 

Gabriel no regresó hasta pasada la hora límite para deambular por la escuela, ya entrada la noche. Él se había quedado dormido esperándolo; sin embargo, despertó al sentir la puerta al abrirse y cerrarse.

Se hizo el dormido un momento, pensando en sorprender a Gabriel, pero la idea se desvaneció por completo cuando escuchó los suaves sollozos provenientes de la otra cama.

 

Notas finales:

Bueno, espero que les haya gustado, y, si tienen algún comentario, duda o crítica (de preferencia constructiva :D) lo dejen allí abajo.

Conexión

La verdad es que para este título no hace falta mucha explicación, porque es obvio que entre Friedrich y Gabriel saltaron las chispitas :D

Saludos...


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).