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El diario por mitko_kitsune

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Notas del capitulo:

Hola gente hermosa!!! ^____^

Hacía mucho que no hacía un one-shot y me dieron ganas :B No tiene mucha trama, ni es muy divertido, ni le tengo confianza xD Así que no hay problema si no les gusta :B

Un par de aclaraciones:

1) Slam Dunk y todos sus personajes le pertenecen a Takehiko Inoue :(

2) Palabras:

-Dulce de leche: es un dulce untable hecho de leche y azúcar. Es argentino y si no lo probaron, PRUÉBENLO YA! xD

-Medialunas: son una especie de croissants, aunque más chicas y más ricas desde mi humilde perspectiva :B

Los dejo para que lean (:

Un beso super gigante!!!


Estoy sentado frente a mi escritorio. Frente a mí, la última hoja de esta especie de diario que fui escribiendo desde que entré al equipo de básquet. Finalmente, todas esas hojas en las que decía soñar con ganar el campeonato nacional quedaron atrás; y, aunque el final pueda parecer triste, no lo es en realidad. Tantas cosas han sucedido, que no puedo evitar releer cada hoja una y otra vez, para darme cuenta que es real. Y darme cuenta lo mucho que voy a extrañar los entrenamientos, ser la persona que intentara calmar a los chicos, poder sentirme como un niño. Justo al lado del cuaderno está la carta de la universidad. Es extraño, tenía tantas ganas de ir, pero ahora sólo puedo pensar en todo lo que estoy dejando atrás, en lo mucho que voy a extrañar a los chicos, en las nuevas amistades que voy a tener que hacer, en las nuevas responsabilidades de adulto que voy a tener, en el miedo de olvidarme demasiado pronto de todo lo sucedido en estos tres años. Siento que quiero aferrarme a cada recuerdo y no dejarlo ir. Siento que voy a necesitar tanto los consejos del profesor Anzai, el apoyo de Takenori, las bromas de Hanamichi, los abanicazos de Ayako, el melodrama de Ryota y las charlas con Hisashi. Por momentos me parece que no voy a poder hacerlo solo y eso me hace entrar en pánico. Jamás me había sucedido. Soy un buen estudiante, responsable, inteligente, predispuesto, soy el que provee la ayuda, no el que la necesita. Miro por la ventana. Todo está en calma, las casas bañadas por la luna, las estrellas titilando, sólo el sonido del viento como la música del paisaje, y es peor... es peor, ahora, saber que tengo que irme, dejando esa imagen tan natural para mí cada noche que me siento aquí. Con cara de embobado sigo mirando cada resquicio cercano de Kanagawa, hasta que un nuevo sonido me despierta de mi ensoñación. Tomo el teléfono.

-¿Hola?

-Hola, Kimi.. ¿cómo estás?

-Hisashi! Estoy bien.. y, ¿tú?

-Bien.. me preguntaba si tenías ganas de salir hoy. Con los chicos vamos a ir a tomar algo..

-Me encantaría, pero no puedo. Mi tren sale muy temprano mañana u.u

-Ah si.. lo olvidé, ya eres universitario y aburrido

-Oyeee, no es eso.. es que tengo que levantarme a las seis de la mañana y no quiero dormir durante el viaje

-No, claro. El señorito tiene que cumplir todas las reglas...

-¿Qué demonios te sucede?

-¿Qué te sucede a tí? Mañana te vas a Tokyo y ni siquiera vas a despedirte de tus amigos por la estúpida razón de que no quieres dormir en el tren..

-Oh, lamento muchísimo que mis razones le parezcan estúpidas, señor perfección

-¿Así que así lo quieres? ¡Perfecto! Que te vaya bien en la universidad..

Y colgó. Apenas sentí el ruido del teléfono, lo tiré sobre el escritorio y puse una mano en mi frente. Claro, yo estaba pensando en lo triste que era irme y encima viene este a echarme en cara que no salgo y pelearse conmigo justo un día antes de que yo desaparezca por un buen tiempo. Genial. No podría sentirme peor. Me levanto bruscamente de la silla y salgo de mi habitación para buscar algo de comer. Paso por el living y veo a mi madre con un albúm de fotos y una gran cantidad de pañuelos a su alrededor.

-¿Mamá? - la llamo suavemente. Levanta su rostro, el cual está rojo y bañado en lágrimas. Intenta, vanamente, ocultar su llanto. Me acerco y me siento a su lado en el sofá. Toma un pañuelo y se suena fuertemente la nariz, intentando recomponerse al menos un poco. Luego de unos segundos, me mira a los ojos y dice:

-¡Mi niño se vaaaaa! - y comienza a llorar como una marrana, abrazándome hasta ponerme azul. Como puedo, pongo una mano en su espalda, tratando de tranquilizarla, pero no hay caso. La pobre está teniendo un ataque de madre que se rehúsa a perder a su bebé. Giro mi rostro para ver a mi padre riéndose silenciosamente a unos metros. Lo miro con reproche, debería ayudarme en una situación así. Finalmente, él se acerca para tomarla de los hombros y alejarla de mí como si fuera una fanática psicótica. Ella gimotea y a mí se me parte el corazón de verla así.

-Lo siento, Kimi - dice con la voz entrecortada - Yo sé que ya eres grande y tienes que independizarte, pero no es fácil para mami..

Esta vez la abrazo yo y papá también lo hace. La entiendo, porque es mi madre y debe costarle que yo abandone el nido, pero también porque a mí me está costando abandonarlo. Papá le dice unas cosas al oído que no alcanzo a escuchar, pero que la calman instantáneamente. Ella sonríe y se levanta para ir a lavarse la cara. Unos minutos después, me dan las buenas noches y todos nos vamos a dormir. Sin duda ha sido un día de muchas emociones.

Pongo la cabeza en la almohada y, de repente, escucho el despertador. Es como si no hubiera dormido. Sin sueños, sin vueltas, simplemente cerré y abrí los ojos, como si las horas nunca hubieran pasado. Me levanto y me acerco a la ventana como todas las mañanas. El cielo me recibe totalmente encapotado. La lluvia cae fuerte, como enfurecida, se ven unos pocos paragüas en la calle, que pasan veloces, escapando. Me encamino al baño para lavarme los dientes y luego regreso a mi habitación para vestirme y revisar que no me falte nada en el bolso de viaje. Pronto, escucho el grito de mi madre, anunciando el desayuno. Al llegar a la cocina, veo que a mi madre realmente le afectó mi partida: hizo desayuno para, por lo menos, quince personas. Hay tostadas con mermelada, con manteca y dulce de leche, café, jugo de naranja recién exprimido, galletas de todo tipo, medialunas, bizcochos, licuado, torta de manzana y ya no me alcanzan los ojos para seguir viendo el resto. Simplemente, le regalo mi mejor sonrisa y me siento junto a ella, para comer todo lo que pueda, Una vez que termino, se levanta rápidamente y me dice que va a guardar todo para que me lo lleve, ante la mirada ofuscada de papá que pensaba comérselo todo cuando me fuera. Pensando en la locura de mi familia, vuelvo a mi habitación para buscar el bolso. Sin poder evitarlo, recorro el cuarto con la mirada una y otra vez, queriendo que quede grabado a fuego en mi mente, aunque sé que va a ser así. Al mirar el escritorio, veo el diario de Shohoku y, sin dudarlo, lo tomo y lo guardo en el bolso. Bajo las escaleras, y mis padres me esperan en la puerta. Mi madre me da un paragüas y nos encaminamos al auto. Durante el viaje, ambos recuerdan las cosas que hacía yo de pequeño, ríendo. Al menos ya no me siento tan triste, aunque... Todo pasa rápido, desde ahora. Ya llegamos a la estación, y mamá corre desesperada hacia la plataforma, cuando todavía falta media hora. Papá me mira y rueda los ojos. Una vez allí, veo a los chicos. Todos con caras de dormidos, salvo Rukawa que está, definitivamente, dormido parado. Al verlos me da una especie de congoja y una inmensa alegría, el hecho de que se hayan levantado tan temprano para despedirme. Me acerco a ellos y, como están bajo techo, cierro el paragüas. Mis padres se presentan, charlamos, todos me dan su apoyo incondicional, haciendo que casi se me salten las lágrimas. Mi madre, entonces, apunta lo que estoy tratando de evitar pensar en estos momentos.

-Kimi, ¿no falta ese chico, tan guapo... -pregunta, desgraciadamente haciendo que todos le presten atención.

-¡Es verdad! -dice la única persona que puede estar bien despierta a estas horas, o sea, Hanamichi - Falta Mitchy... qué raro -pronuncia, tomándose la barbilla.

Todos me miran, como si yo supiera la respuesta... Y es que la sé, pero no estoy en condiciones de contarles la pelea. Levanto los hombros, para darles a entender que no lo sé y no indagan más. Dicen que las despedidas son díficiles.. ahora lo sé. Creo que hubiera preferido que no vinieran, tal vez hubiera sido más fácil dejarlos. A los pocos minutos, todos estaban actuando como siempre, como si no pudieran evitarlo. Ryota abrazó a Ayako de la cintura bajo la excusa de que hacía frío y no quería que se enfermara, por lo tanto, se ganó un abanicazo. Hanamichi, por alguna extraña razón, se encaprichó en despertar a Rukawa, hasta que, finalmente, el zorro abrió los ojos y comenzó la pelea de siempre, seguida de los coscorrones de Takenori. Intenté calmarlos, ya que toda la gente en la estación nos miraba de lejos, asustada, pero fue en vano. Sin embargo, todo terminó de sopetón, cuando mi madre exclamó:

-¡Oh, ahí está!

Todos volteamos, intrigados, hacia el lugar que ella miraba. La imagen era... sorprendente. Ahí estaba ese chico, tan guapo del que mamá hablaba antes. Hisashi estaba bajo la lluvia, sin paragüas, siendo apenas visible, casi una mancha negra (por el gran sobretodo que traía) entre el agüacero. Nos quedamos todos estáticos, me pareció, obnubilados por lo surreal de la imagen. No se acercó, no dijo nada. Nadie habló. Una mano en mi espalda me empujó apenas hacia adelante. Voltée para ver a mi madre, instándome a que me acercara.

Tomé el paragüas, lo abrí y me tomé unos segundos en comenzar a caminar. Una vez que lo hice, corrí, dándome cuenta de que Hisashi estaba casi ahogándose en la lluvia. Cuando estuve frente a él, coloqué el paragüas sobre los dos, aunque eso no cambiara el hecho de que él ya estuviera empapado. Sin embargo, seguía sin hablar, y por eso comencé yo.

-Lo de ayer no es importante. Gracias por venir. No quería irme estando peleado contigo, me pondría muy triste - dije sonriendo.

Nada. Ni media sílaba. Llegué a pensar que estaba en estado catatónico.

-¿Hisashi? - lo llamé esperando, aunque sea, muestras de que sus signos vitales estaban funcionando.

Su mirada estaba fija en mí. Moví la cabeza, instándolo a que dijera algo. Su brazo derecho comenzó a moverse. Se elevó y se elevó, e hizo algo que jamás habría imaginado en toda mi vida. Tuve que parpadear un par de veces para darme cuenta de que era real lo que había hecho. Si, me había quitado los anteojos. Cerró las patillas con la otra mano y se los guardó en el bolsillo, ante mi mirada de incomprensión. Yo podía sentir, no sólo las miradas de los chicos y mis padres, sino las de todos los presentes, sobre nosotros. Y caí en cuenta... Hisashi.... se había vuelto loco. O estaba ebrio. No me parecía demasiada la diferencia. Sacó la mano del bolsillo y, ésta, volvió a elevarse, esta vez a la altura de mi mano izquierda que sostenía el paragüas. El contacto frío y húmedo contra mi mano, me hizo estremecer. Lo miré inquisidor, pero, como antes, no emitió sonido. Poco después, el paragüas estaba en el suelo y yo, estaba hecho sopa. Apenas en milésimas de segundos me encontraba completamente empapado, de pies a cabeza,con el cabello pegado a la frente, con la fría lluvia en mi rostro e intentando comprender qué pretendía Hisashi y por qué se había quedado mudo.

-Lo de ayer... -dijo, de repente, tranquilizándome al instante, al saber que estaba vivo-... me comporté como un idiota, toda esta semana lo hice, y ahora lo estoy haciendo de nuevo.

-¿Por qué..... - alcancé a decir, pero sus dos manos (esta vez) se elevaron juntas rápidamente, tomando mi rostro, acercándome a él, culminando con nuestros labios unidos. Tardé bastante tiempo, creo, en darme cuenta de que me estaba besando. Su boca acariciaba la mía lentamente, con un compás tranquilo. Entre nuestras bocas caía la lluvia, haciendo el contacto frío y algo salado. Pero, de repente, mis manos estaban su cintura, mi corazón latía a mil, había girado mi cabeza para que el contacto fuera más fácil y, de hecho, estaba correspondiendo el beso, sintiendo sus suaves labios, su exquisito sabor, dejándolo adentrarse en mi boca y entrando yo en la suya, jugando con nuestras lenguas. Poco a poco, se separó de mí, contra mi voluntad, porque yo estaba perdido en ese beso.

-Te amo... -solté desesperado, intentando recobrar el aire que me había robado. Me gané una mirada total de sorpresa de parte de él y quise que me tragara la tierra. Pero sus manos se aferraron con presteza a mi cintura y sonrió.

-Me porté así contigo... -explicó-... porque no quería que te fueras. No podía soportar la idea. Y pensé que si peleaba contigo, sería más fácil no extrañarte. Pero no existe modo de que yo pueda vivir sin tí... estoy completamente enamorado de tí, Kimi...

Puso su frente contra la mía y comenzamos a reír como dos locos. Se alejó un poco y miró a los chicos y a mis padres, de los cuales yo me había olvidado por completo. No quería voltear, oh no, debían estar todos desmayados. Hisashi me tomó el rostro y me hizo mirar. Algunos tenían los ojos como platos, otros sonreían como diciendo "yo sabía" y otros suspiraban enamorados. De hecho, dentro de todos esos "otros" estaban todos los chismosos presentes. Los chicos y mis padres tomaron sus paragüas y se acercaron a nosotros.

-¿Qué les parece si vamos a tomar algo para entrar en calor? -propuso mi padre. Yo fruncí las cejas, sin comprender, a lo que todos parecieron reírse de mí.

-El tren ya se fue, hijito -me dijo mamá, palmeándome el hombro.

En ese caso... Asentí con la cabeza. De repente, mamá le estaba dando un abrazo de oso a Hisashi que parecía encantado. Papá me guiñaba un ojo y los chicos hacían bromas. Tomé el bolso y me olvidé de la universidad en ese momento. Tal vez no era el momento aún de dejar Kanagawa atrás. Además, el diario de Shohoku, en el que constantemente aparecía Hisashi de protagonista, necesitaba un nuevo final.

Notas finales:

Reviews, si es posible, aunque sea para criticar duramente al fic y asesinarlo a sangre fría :B nominarlo al peor one-shot de la historia o contarme si les gustó algo o lo que cambiarían! :B

LOS QUIERO!!! ^_____^


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