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Desde Rusia con...¿amor? por Innis

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Notas del fanfic:

Nada especial, escenas de violencia explícita y sexo en los siguientes capítulos. Si no os gusta no leais, por favor ^^

Notas del capitulo:

Hetalia. Un China/Rusia, su contenido no es muy fuerte pero habrá violencia y yaoi, si no os gusta, buscad otro fanfiction.

Si queréis comunicaros conmigo o comentar, contestaré por medio de la página de comentarios.

...que más decir...adoro a estos dos comunistas...¿vosotros no?

Capítulo 1: El extraño del callejón


Era extraño sentir el tacto de su propia piel, y no pudo evitar acariciar su antebrazo durante unos instantes con una sonrisa algo infantil. Se enderezó un poco, apartando las suaves cobijas y mirando el rojo de las paredes.


La habitación era pequeña, apenas con la cama baja que él ahora ocupaba y un armario y una estera de bambú, con unos pocos letreros de papel en las paredes, que representaban letras y paisajes que él no lograba entender.


Era...¿agradable?


Echó la cabeza para atrás, notando que algo suave y peludo caía sobre su cabello claro. Parpadeando un par de veces confundido, agarró el objeto en sí: un oso panda de peluche lo miraba con sus enormes ojos negros, sin darse cuenta de que un rubor aparecía en su rostro, tocando y tirando suavemente la pequeña lengua roja de felpa.


Intentó hablar y llamar al propietario del oso, que no debería andar lejos, pero cuando abrió la boca ningún sonido salió de ella, sólo un desagradable escozor en la garganta. Alarmado,  agarró instintivamente su garganta, notando una infinidad de molestas vendas.


¿Qué le había ocurrido?...no era capaz de recordarlo.


En otra circunstancia se habría sentido alarmado o incluso habría intentando huir o buscar al culpable de su situación. Pero inexplicablemente, se sentía seguro, quizás por primera vez en su vida…¿pero, cuál habría sido?


No lograba recordarlo.


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Muchos gritos y prisas, pedidos y más pedidos durante todo el día. Cansado hasta el punto de creer que reventaría si tenía que entregar un solo pedido de comida más, bajó de la moto, notando el trasero molesto por el duro asiento de cuero y quitándose pesadamente el casco.


Cualquier otro día, habría suspirado y tendría unas ganas enormes de mandar a todo el mundo al infierno, o se habría quejado de su escaso sueldo a su jefe, pero para sorpresa de este y el resto del personal del restaurante chino, apenas tuvo con ellos unas palabras de saludo y entregó el dinero ganado, marchándose apresuradamente al edificio colindante, donde estaban las habitaciones decrépitas que el dueño cedía a sus empleados.


Sabía que no debía hacerse ilusiones fáciles. Aún recordaba la impresión que se había llevado al ver a aquel hombre, tan diferente al aspecto de los asiáticos que poblaban Chinatown, con la garganta abierta como una de las anguilas del restaurante, tirado en un callejón y con ropa lo suficientemente cara como para representar problemas.


No tenía ni idea de por qué le había ayudado. Hacía alrededor de dos años descubrió que su interés por los hombres iba mucho más allá de la simple amistad, pero de ese punto a recogiendo desconocidos por ahí…era preocupante.


Sintió un agradable cosquilleo en la entrepierna al pensar en el hombre: muy alto, de ojos violetas y un color rubio casi albino, diferente al de los americanos que se acercaban montones al barrio en busca de material pirotécnico barato cada 1 de julio.


Tomando aire y borrando la sonrisa de su cara, llamó a la puerta de su propio dormitorio y espero unos instantes. Nada


Parecía no haber nadie dentro…se preguntó si su atractivo desconocido se habría largado sin más. Era lo más probable, después de todo aquella situación no era normal y Yao había intentado eludir la verdad: traer desconocidos a casa era peligroso, más si los habías encontrado tirados en un callejón y heridos de mala manera.


Casi era mejor así, tenía que dejar de ser un iluso…


Abrió la puerta con un suspiro…otro día más.


Lo que vio dentro no sólo le dejó confundido, sino que hizo que se quedase un par de instantes sorprendido, sin saber cómo reaccionar: no sólo su desconocido no se había marchado, sino que seguía desnudo, tal como lo había dejado y abrazando a su oso panda de peluche con lo que parecía ser una genuina sonrisa de felicidad.


La imagen del hombre de piel y cabello claro, mucho más alto que él y con músculos bien definidos abrazados a un juguete de felpa, era atrayente…y tierna.


Viendo que el desconocido parecía profundamente dormido, se arrodilló a su lado para mirarlo más de cerca. Sus rasgos estaban más definidos que los suyos, afilados por una posible sangre eslava, diferentes a los suyos propios, más aniñados. Un hombre hecho y derecho.


Algo ruborizado, acercó su mano al rostro del desconocido con algo de desconfianza, acariciando de manera precavida el tabique de su nariz. Iba a apartar la mano cuando el oso de felpa se deslizo del agarre del rubio y la mano de Yao fue atrapada por una de las suyas, trasladada de inmediato por un camino invisible por la mejilla del desconocido.


Yao creyó que moriría cuando sintió como aquellos ojos violetas se abrían y la lengua del desconocido besaba sutilmente su mano.


 

Notas finales:

...si habéis llegado hasta aquí estaréis deseando oir esto...SÍ, en el siguiente capítulo habrá yaoi -///-


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