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Me Amas y Me Dejas por Kitta

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Notas del fanfic:

Como lo hice con todos los songs fics de esta serie, les recomiendo que escuchen la canción. Son muy lindas. Además tome los grandes éxitos xD

 

Yu Yu Hakusho es propiedad de Yoshihiro Togashi. Un grande que creó mi serie preferida n.n

La Canción utilizada en este fic pertenece a Roberto Sanchez Ocampo, mejor conocido como Sandro. Un genio de la cultura de mi país que por desgracia, ya sólo estará en nuestros corazones y lo recordaremos cada vez que escuchemos o leamos una de sus canciones.

Notas del capitulo:

Kitta: Bueno. Después de mucho tiempo posteo el segundo Song Fic de esta pareja.

Eleo: Iba a modificarlo un poco, pero como ya lo he retrasado bastante (creo que 6 meses es bastante) he decidido subirla.

Helio: Aún así, si piensan que le faltó algo no duden en decirme. Sus comentarios me ayudan a mejorar.

ME AMAS  Y ME DEJAS

 

Luego de una gran batalla contra tres demonios, Hiei volvía a la casa de Kurama para descansar. Ese Kitsune siempre se había encargado de ayudarlo y atenderlo cada vez que lo necesitaba. Él no sabía como devolverle los favores así que simplemente dejaba que Kurama hiciera lo que quisiese con él mientras estaba en su casa. Muchas veces el Kitsune le había pedido acompañarlo a las tiendas y él como no podía negarse después de todo lo que Kurama hacía por él, lo había hecho. Lo habían dañado con gravedad en el estómago y sangraba copiosamente. Esos malditos demonios. Si no fuera porque lo habían agarrado desprevenido no tendría esa herida. No eran muy poderosos pero Koenma, al parecer, se había olvidado de decirle que eran invisibles y que ni su Jagan podía verlos cuando estaban en ese estado. "Idiota" decía con furia Hiei mientras se tapaba la herida para parar la hemorragia. Entró por la puerta de la ventana de la habitación de Kurama con un sonoro golpe y lo llamó a los gritos.

 

De inmediato, se abrió con un gran golpe la puerta del cuarto y un Kurama asustado apareció por ella. Él sabía por experiencia que aquellos gritos significaban peligro. Al ver el gran manchón de sangre que tenía Hiei en todo su cuerpo y apreciar como esta aún se resbalaba por las piernas extendiendo más el manchón, Kurama se dirigió con rapidez hacia Hiei y llevándolo a la bañadera, le quitó toda la ropa y llenó la tina de agua para limpiarlo. Fue en busca del alcohol y luego de vaciar la tina, volcó todo el contenido de la botella en la herida. Hiei hizo un gesto de dolor pero a Kurama no le importó. Agarró sus plantas medicinales y haciendo uso de sus poderes rápidamente las convirtió en una pasta que introdujo lentamente en la herida que había parado de sangrar por un momento. Luego, cogió una aguja y un hilo y empezó a cocer la herida entre los gestos de dolor del youkai. Finalmente, tomó con rápidez las vendas y envolvió todo el torso del youkai. Una vez hubo comprobado que ya no sangraba volvió a vestirlo con ropa de él y se dispuso a besarlo tranquilamente, pero Hiei lo esquivó diciendo "Debo informarle a Koenma el resultado de la misión" y sin decirle más se retiró por el mismo lugar por el cual había entrado dejando a un Kurama algo triste.


 
No puedo concebir
Que vuelvas a partir
Si apenas has llegado


 
Kurama limpió amargado todo el baño y recogió las ropas de Hiei para disponerse a lavarlas. Aquel demonio de fuego que tantos suspiros le quitaba nunca había sido muy cariñoso con él. Al principio creyó que se debía a que nunca nadie lo había amado, sin embargo, el tiempo pasaba y Hiei no cambiaba mucho. Lo afligía de sobre manera que lo tratase así. Deseaba que Hiei comprendiese cuanto él lo amaba y que al menos lo correspondiera un poco. A veces no entendía las maneras de actuar de aquel demonio y eso le dolía. Lo besaba, lo abrasaba, incluso le decía cosas hermosas, pero siempre, al final, lo dejaba solo y con su amor en pena. Comprendía que su trabajo era importante, pero nunca le decía cuando iba a volver. Nunca le pedía que lo esperase, y eso lo entristecía. Él lo amaba con todo su ser, y el saber que no era completamente correspondido lo abrumaba. Kurama lloraba en silencio mientras refregaba la remera de Hiei. Deseaba quitar lo más rápido posible aquella horrible mancha o no saldría más. Pensar que aquella herida lo había traído a él para luego volver a alejarlo. Quizá él era el tonto. Hubiese dejado a Hiei en mal estado alegando que la herida era muy profunda para curarla de un momento a otro. Quizá así, Hiei se hubiese quedado con él un rato más.
 


Quisiera yo creer
Que puedes comprender
Mi amor desesperado

 
Colgó las ropas de Hiei en la terraza bajo la luz de los rayos del sol y luego de comprobar que no había ningún ropaje para quitar de la soga volvió a su habitación apesadumbrado. Miró algo ido la biblioteca y después de darse cuenta que no estaba prestando atención agarró al azar un libro de lectura y comenzó a repasarlo. Hacía meses que no lo leía y se sorprendió al recordar que ese libro se lo había regalado Hiei para uno de sus cumpleaños. "Fue idea de Yukina" se excusó al ver la cara de felicidad de Kurama al recibirlo, pero a él no le importaba, se lo había regalado Hiei, eso era lo que a él le conmovía. Mirando solamente las imágenes que ese libro llevaba Kurama comenzó a llorar nuevamente. Su corazón estaba algo roto y no podía olvidar a aquel ser que hacía pocos minutos había salido por la ventana huyendo nuevamente de él, de su calor, de su abrazo. Indudablemente le hacía honor a su nombre. Hiei no era más que una sombra en su vida. Estaba presente sólo a veces y luego desaparecía como una sombra en la noche. Lo amaba tanto, sufría tanto por él, que esperaba que algún día él se diese cuanta de cuanto lo anhelaba.
 

En esta habitación
Se muere una pasión
En horas desoladas

 
Kurama se levantó, dejó el libro en el mismo lugar en el cual posaba antes de tomarlo y salió de su habitación para dirigirse a la cocina y merendar. Se encontraba sentado en una silla frente a un vaso de chocolatada con la mirada perdida en aquel marrón que decoraba el vaso transparente. Los suspiros de tristeza se hacían presentes de vez en cuando y un nudo en la garganta le impedía probar un solo trago de aquella pobre merienda. Se levantó de la mesa tomando el vaso entre sus manos y sin tomar nada volcó todo el contenido en la pileta para luego lavarlo, secarlo y dejarlo en un estante dentro de un mueble. Sin más, se retiró a su habitación donde comenzó a llorar amargamente para ahogar su pena. Aquello le dolía. Le dolía mucho. Esa situación lo superaba y no tenía la menor idea de qué hacer. No podía culpar a Hiei. Él no le había pedido a Kurama que lo amase, Kurama lo había amado por propia voluntad, sin embargo, no podía evitar sentirse dolido. Lo amaba tanto que no podía enojarse con él, ni siquiera podía pensar en una vida sin él. Aunque aquello lo martirizara, aunque sólo lo viera de vez en cuando, aunque no pudiese sentir su calor tanto como lo deseaba lo iba a esperar. Sí. Iba a esperar a que Hiei volviera.


 
Vibrantes de emoción
Palpita un corazón
Que espera tu llegada

 
Sus lágrimas habían desaparecido al pasar el tiempo pero aún él se encontraba tendido en la cama abrazado a su almohada. Iba a quedar profundamente dormido cuando de pronto sintió que alguien lo abrazaba por la cintura y le besaba suavemente el cuello dejando un pequeño charco de saliva en aquel lugar. Pronto comenzó a sentir un calor en sus mejillas síntoma de que estaba sonrojado. No quería mirarlo ya que seguro sus ojos aún estaban algo rojos, sin embargo, aquella persona no se conformó con ese beso y continuó explorando el resto del cuello de Kurama. Sentía sus manos recorrer su cuerpo y un calor sobrenatural lo abrasó enteramente enardeciendo todo su ser. Hiei introdujo sus manos debajo de la camisa de Kurama y empezó a pellizcar sus pezones provocando que débiles gemidos saliesen de su boca infructuosamente. Le quitó por completo la camisa y haciendo a un lado los cabellos rojos volvió con su misión de explorar el resto del cuerpo del Kitsune. Pequeños lagos de saliva eran unidos por ríos que los conectaban. Todo el ser de Kurama ardía de excitación. Él simple tacto de aquel demonio, encendía su pasión y lo sofocaba. Deseaba tenerlo por completo, deseaba que lo tomase, deseaba sentir su cuerpo junto al suyo. 
 


Y cuando estas aquí
Te amarras junto a mí
Volviéndome la vida

 
Kurama olvidó por completo la razón por la cual no había querido darse vuelta y por la cual había estado llorando hacía unos segundos y volteando para ver de frente a aquel youkai que tanto lo encendía, se aferró con sus piernas a su cintura y chocando sus miembros, enroscó sus brazos en su cuello y lo besó con lujuria. La pasión entre ambos era evidente y ninguno se hizo rogar. Se desvistieron con rapidez y saciaron su sed de placer. "Lo siento" dijo débilmente Hiei y Kurama se sorprendió ante tal revelación. Era seguro que se estaba disculpando por haberse ido hacía unos minutos. "Trabajo" Volvió a decir aún fuera de él. Kurama lo besó, consolándolo y finalmente tomó entre sus manos el miembro de Hiei y lo introdujo en su entrada logrando quitar de ambos un gemido. De inmediato, Hiei comenzó a embestirlo con maestría. La herida aún le dolía, sin embargo, no iba a permitir que aquello arruinara la ocasión. Mientras continuaba arremetiendo la entrada de su amante, comenzó a chupar y succionar su cuello para lograr así, dejarle una marca que lo sellaría como suyo.
 
Hiei acabó su lujuria dentro de Kurama mientras que éste lo hacía entre el cuerpo de ambos, llenándolos de su elíxir. Hiei sonrió satisfecho y calló tendido arriba de Kurama quien lo abrazó por la cintura amablemente acariciando distraídamente todo su cuerpo. Kurama comenzó a sentir su torso algo mojado, al principio creyó que era el sudor por aquel calor que Hiei le había hecho sentir pero luego recordó la herida de su amante y se preocupó. Hiei se encontraba desmayado sobre él, seguramente a causa de la perdida de sangre. Lo volteó lentamente y se dispuso nuevamente a limpiar y desinfectar la herida. El esfuerzo que ese youkai había hecho fue demasiado para su cuerpo. Los gestos de dolor entre sueños de Hiei aliviaban el nerviosismo de Kurama. Si tenía tantas fuerzas para quejarse quería decir que no corría gran peligro. Que estaba bien. Le puso vendajes nuevos y luego de comprobar que todo estaba en orden volvió a dormirse, feliz.
 


Tus labios al besar
Me obligan a olvidar
Cerrando mis heridas

 
El día precedió a la noche y la oscuridad se fue. Kurama continuaba dormido apaciblemente en su cama. La noche anterior había sido la mejor de su vida. Estaba feliz. Se podía ver en todo su rostro la placidez que aquel youkai de fuego le había dejado en su ser. Los rayos del sol, entraban débiles en su habitación entre las cortinas de la ventana. Un escaso viento le azotaba en su rostro calmando el calor que aquellos rayos le proveían. Lo sucedido en la noche anterior aún permanecía vigente en sus pensamientos como si acabase de hacerlo recién. Como si aún lo estuviese haciendo. Esa sensación perduraría un largo tiempo. Al menos eso esperaba él. Abrió sus ojos con lentitud aún con una hermosa sonrisa en su rostro y al instante percibió que estaba sólo en aquella cama. Giró para ambos lados pero no encontró al youkai en ningún rincón de aquel cuarto. La sonrisa se esfumó y la preocupación se notó en su cara. ¿Otra vez se había ido sin decirle nada? Se vistió lentamente y con pesadez para luego ir a la cocina a desayunar. Sus ojos escrutaban toda la casa, pero no había señal alguna de que hubiese alguien en ella además de él. La preocupación se transformó en nostalgia y en vez de té, Kurama fue a la vinoteca para tomar un vaso de Whiskey.
 


Y vuelves a marchar
Y yo a agonizar
Más tú igual te alejas

 
Ya iba por el segundo vaso cuando se sentó al lado de la bodega y puso la botella en el suelo sirviéndose nuevamente cada vez que su vaso se vaciaba. ¿Dónde había quedado su mejor amigo? ¿Cuándo fue que todo había cambiado? Kurama recordaba los viejos tiempos. Cuando eran detectives de Koenma, cuando eran un grupo, cuando eran sólo amigos. Se odiaba a sí mismo por haber empezado a amar a Hiei. Sí él no hubiese hecho eso, quizá ahora seguirían siendo sólo amigos. Pero no podía evitarlo. Deseaba tener a Hiei por completo. Sin embargo, así como estaban ahora no lo tenía de ninguna manera. Ni como amigo, ni como amante. Hiei estaba en un punto en el que no era ni una cosa ni otra para Kurama. Ya no hacían las cosas de amigos que hacían antes, ni tampoco eran una pareja bien formada. Aquello le dolía. Las cosas habían cambiado, y no eran exactamente para bien. ¡Si tan solo supiese cuando fue que aquel cambio sucedió! Pero no lo recordaba. No sabía cuando habían dejado de ser amigos, para comenzar a ser algo menor. Algo que ni él sabía qué era. Intentó recordar mil veces en que momento eso sucedió, pero era como si hubiese un gran lago entre ambas etapas. Como si algo no existiera. Quizá era el Whiskey el que no le permitía pensar con claridad.
 


Mañana será igual
Historia sin final
Me amas y me dejas...

 
Kurama se encontraba tumbado en el suelo y ya prácticamente no era conciente de lo que estaba sucediendo. Sentía que se ahogaba pero no entendía por qué. Apenas podía mantener sus ojos vagamente abiertos y en ellos se podía ver el rojo intenso de alguien sumamente borracho. Su cabeza, aún apoyada en la fría pared le dolía. Su cuerpo entumecido no reaccionaba a sus impulsos; le pesaba y hasta estar en esa posición le era doloroso. Logró abrir un poco sus ojos pero todo a su alrededor era gris. Las imágenes eran borrosas, y el esfuerzo que hacía para mantener sus párpados en alto lo agobiaba. Sentía un calor, muy diferente al que había sentido esa noche, recorrer su cuerpo. Sudaba sin control, y el aire le era demasiado ardiente. Sentía sus pulmones llenos y eso le dificultaba continuar respirando. El calor lo sofocaba. Al abrir, con gran esmero, nuevamente sus ojos pudo divisar una imagen acercarse. La cabeza le daba tantas punzadas que creyó que era simplemente una ilusión, sin embargo, cuando aquella imagen estuvo lo suficientemente cerca de él, pudo sentir como lo tocaba. Aquella persona lo levantó con extraordinaria fuerza a pesar de su baja estatura y de su fino y delgado cuerpo y lo llevó hasta un cuarto que Kurama no supo cual era. Escuchó abrirse una puerta de un golpe, pasado unos segundos escuchó abrirse otra, y finalmente oyó y vio como el agua caía en una superficie blanca y la llenaba con lentitud. Aquel ser que él todavía no entendía quien era, lo dejó apoyado en el suelo, contra la pared de la supuesta tina, y comenzó a quitarle la ropa. Quiso resistirse, ¿Quién era para profanarlo?, sin embargo, el cuerpo le pesaba tanto que ni siquiera podía moverse. Incluso los movimientos que aquel ser le hacía hacer para quitarle la ropa le costaban. Gastar tanta energía lo acaloraba más. Finalmente, cuando ya había cumplido su cometido y Kurama estaba completamente borracho, lo metió de sopetón y sin pretexto alguno a la bañadera que contenía agua congelada. Con rapidez y sorpresa ante el hecho de que estuviese tan fría, Kurama abrió sus ojos como platos y de inmediato el sistema nervioso se activó logrando que moviera sus brazos y piernas en un intento de salir de aquel cubículo. Sin embargo, la persona que lo había metido era más fuerte e impidió que saliera de allí. Por primera vez desde que había recuperado los sentidos, miró con enfado a aquel ser. Un youkai de ojos color rubí lo miraba con algo de tristeza en su rostro. "¿Qué pasó Kitsune?" le oyó decir suavemente. Kurama cerró suavemente sus ojos y se dejó llevar. El agua ya no parecía tan fría como antes sin embargo, aún tiritaba un poco. Hiei lo vistió y luego de dejarlo seco en la cama para que pudiera dormir tranquilo, se retiró de la habitación dejándolo solo y aún con su pena.
 


Y vuelves a marchar
Y yo a agonizar
Más tú igual te alejas

 

Hiei se encontraba en la cocina del Kitsune. Ya había limpiado el desastre que Kurama había hecho con el Whiskey y ahora estaba sentado en una silla mirando por el ventanal que tenía en frente de él. El día era extrañamente hermoso. No entendía la razón, pero su ser estaba calmado. No había preocupación, ni nerviosismo. No le importaba si alguien le atacaba en ese momento. Se sentía insólitamente seguro. Él jamás se había sentido así. Siempre había permanecido en alerta permanente. No bajaba la guardia en ningún momento. Sin embargo, en ese instante era diferente. Se sentía vulnerable a cualquier cosa, pero extrañamente eso no le preocupaba. Estaba ¿Feliz? ¿Era acaso ello felicidad? Kurama le había explicado muchas veces ese tipo de sentimiento sin embargo no lograba entender. Las explicaciones eran muy cortas, muy poco entendibles. No describían exactamente lo que uno tenía que sentir para decir que podía decirse que estaba “feliz”. Él comprendía todo aquel sentimiento que fuera de sufrimiento: el odio, el rencor, la tristeza, la agonía; sin embargo, en materia de amor ¿Era así como Kurama lo había mencionado?, ni siquiera recordaba bien su nombre, así que podía verse a la legua lo poco que sabía acerca de eso. Sin embargo, sabía que aquello tristeza no era. El sol iluminaba el jardín muy bien cuidado de Kurama, arrojando sus sutiles rayos a las hojas de las verdes flores que posaban alegres en el césped. La copa del árbol se movía lentamente al compás del viento, realizando una bella danza con sus ramas. Pequeños pájaros volaban de aquí para allá, cantando una hermosa melodía que Hiei no podía entender pero que le gustaba. Estaba somnoliento, ensimismado en su propio mundo, viendo bellezas que antes no apreciaba, percibiendo aromas que no conocía. Se sentía extraño. Jamás había pasado por ello. Quizá estaba volviéndose loco. Necesitaba con urgencia preguntarle a Kurama que era lo que le estaba sucediendo, pero el Kitsune estaba endemoniadamente dormido en la cama de su habitación. Tenía tantas ganas de lanzársele encima y despertarlo.


 
Mañana será igual
Historia sin final
Me amas y me dejas...
me amas y me dejas

 

 

El sonoro ruido de un celular en medio de aquel hermoso silencio hizo sobresaltar a Hiei. Maldijo a los cuatro vientos y con mala cara se dispuso a atender. Koenma. Ese molesto bebé volvería a molestarlo. Siempre hacía lo mismo. Nunca lo dejaba en paz. Lo tenía arto. Cada vez que Hiei se encontraba tranquilo él tenía que molestarlo. ¿Acaso tenía una bola mágica con la cual sabía el momento indicado para arruinarle la existencia? Atendió de mala gana y luego de cruzar un par de palabras con el príncipe del Reikai, cerró el teléfono ya sin la serenidad que hacía unos segundos poseía. Se levantó enfadado y se fue. Al cabo de unas horas, Kurama, quien se encontraba en la habitación acostado, se despertó. Aún tenía punzadas en su cabeza, síntoma de la resaca y con esmero se levantó de la cama. Caminando lentamente e intentando no chocarse con nada se fue hacia la cocina. Necesitaba un café bien fuerte y otro baño o no podría mantenerse en pie mucho tiempo más. Con desgano comprobó nuevamente que Hiei ya no se encontraba en la casa. De todos modos no tenía esperanzas de verlo allí. Sabía que ya no estaría. Que no lo esperaría. Luego de salir de la ducha, aún con la toalla rodeándole la cintura, Kurama agarró sus ropas y dejándolas en la cama se dispuso a ponérselas cuando se dio cuenta de que Hiei lo observaba desde la ventana de su cuarto. Sorprendido se quedó mirándolo sin saber que decir. Hiei parecía tener cara de contrariado.

 

-¿Sí?

 

-Necesito hablar contigo.

 

-Me cambio y…

 

-Es urgente.

 

Kurama lo miró a los ojos y vio la determinación de Hiei en su rostro. Sin embargo, no iba a permitir que se saliera con las suyas. Primero se iba como si nada, siempre, y luego le exigía cosas como sí él estuviese a completa disposición suya. No señor. Kurama se iba a cambiar primero. Así que mirándolo con cara seria tomó su ropa interior y sin permitir que aquel demonio protestara se la puso con velocidad seguida de su pantalón y su camisa la cual sólo pudo abrochar unos pocos botones ya que Hiei se le había aproximado con rapidez exigiendo atención y obediencia. El youkai puso cara de enojado al ver la poca subordinación que Kurama había demostrado ante sus palabras y luego, sin decir más agarró al Kitsune por los brazos y lo arrojó a la cama obligándolo a sentarse. Cruzó sus brazos y con cara seria continuó el discurso que Kurama había interrumpido.

 

-Verás.-Comenzó a explicarle.- Hoy te quería decir algo, pero el idiota de Koenma me lo impidió ambas veces y me tuve que ir. No es que quisiera, pero el muy condenado no me deja en paz una sola vez y cada vez me dan más ganas de matarlo.

 

-¡Hiei!- Le reprochó su amigo.

 

-¿Qué? Es cierto… De todos modos… lo que tengo que decirte es importante.

 

-¿Qué es?- Preguntó Kurama. Veía como su amigo vacilaba cada vez que hablaba y cortaba su frase.

 

-Verás, la verdad es que… no sé por donde empezar. No sé si debería. Yo… me siento extraño.

 

-¿Extraño?

 

-Si.

 

-¿En qué sentido?

 

-No lo sé. Es que. Yo… Tú… Una vez me dijiste lo que significaba el amor… ¿Se llamaba así cierto? No quiero decir cualquier cosa.

 

-Si, Hiei, ese es su nombre.- Kurama se sentía un idiota. Su amigo ni siquiera sabía bien lo que era el amor y él que estaba tan esperanzado de que lo amara. Ahora estaba más confuso. ¿Por qué Hiei había hecho eso si no lo amaba?

 

-Bueno… la verdad es que no recuerdo bien como era la cosa… Pero de todos modos no es de lo que quería hablarte. 

 

-¿Entonces de qué?- Kurama se había estado esperanzando en vano. Debería quitarse esas ideas de su cabeza. Su amigo ni siquiera conocía el amor.

 

-Es que… No sé si sea correcto.

 

-¿Correcto?

 

-Si… sentir esto que siento. No sé si sea correcto y eso me preocupa.

 

-No sé que es lo que sientes Hiei, si me lo dices quizá te pueda ayudar.

 

-Yo... bueno… verás… está bien. Te lo diré. Pero no puedes interrumpirme o luego no sabré explayarme.- Hiei esperó el mudo asentimiento de su amigo y luego continuó con su discurso.- Verás, yo hoy, por ejemplo sentí… cosas que nunca había sentido, es decir…, hoy en mis pensamientos… pues, pensé que era un día hermoso. Nunca pienso esas tonterías, por eso me sentí extraño cuando me di cuenta de eso.- Vio que Kurama estaba a punto de acotar algo y por eso alzó la mano para callarlo.- Yo… comencé a pensar cosas que antes no… pájaros, cantos, no sé. Tonterías de las cuales tú piensas a menudo y yo siempre te digo que estás demente.- Cara de enfado de Kurama.- Y pues, no lo sé… No me molestaba sentir eso… Aggh, ¡No me estoy explicando bien!- Gritó enfadado consigo mismo.- A lo que voy.- Continuó.- Es que… no es esto lo que quería decirte, bueno… eso ayuda, pero no era eso… es decir, eso era una parte… Agh ¿Comprendes?

 

-Si, Hiei. Hoy estabas feliz.

 

-Entonces es eso. Felicidad, no me equivocaba.

 

-Pues no.

 

-De otro modo, yo siento algo más, que creo es diferente.

 

-¿Qué cosa?

 

-Bueno, no sé si esté bien, pero yo… ¡Qué más da! Sólo espero que no esté mal sentir esto, porque la verdad es que no entiendo mucho del tema y temo que no sea algo bueno.

 

-Lo dudo. ¿Qué sientes?

 

-Bueno, yo… Tengo deseos… Deseos de estar cerca de ti Kurama. Pero no de estarlo como cuando vemos la tele en el sillón o como cuando comemos en la mesa o vamos a las tiendas o todas esas cosas… Yo tengo deseos de sentir tu cuerpo rozar el mío. Me gusta, ¿Sabes? Al principio, cuando comencé a hacer todo esto lo hacía porque que creía que así te devolvía los favores que tú me dabas, sin embargo, con el tiempo, aquello que había tomado como una devolución comencé a sentirlo como una necesidad. Te pedía favores simplemente para devolvértelos. Y ahora me desespero si no te tengo así de cerca todos los días. Tengo la necesidad de hacer hasta lo imposible por verte feliz, quiero que sonrías, que estés bien, que estés contento. Quiero que me abraces, quiero que me beses, quiero tenerte Kurama. ¿Está bien eso? Yo sé que esto no lo haces con nadie, y que creo que casi nadie hace esto, es decir, no sé. ¿Lo haces con Yusuke? ¿Por qué lo hacemos? ¿Por qué siento que necesito eso? ¿Tienes una explicación? Quizá sea una enfermedad. ¿Debo ir al médico? No sé, la verdad es que cada vez lo siento más a menudo y ya no sé que hacer al respecto. Temo que algún día te enojes porque tú no quieras hacerlo. No sé. Yo… Te necesito ¿Sabes? Si hay un día que no te veo me desespero. Necesito verte de lejos, aunque sea unos segundos por día. Eso permite que yo continúe el día ¿feliz? Era como habías dicho tú, ¿No? Cada vez que te tengo cerca puedo sentir como mi corazón comienza a latir cada vez con más fuerza y hasta comienzo a temblar. Cuando comenzamos a hacer esas cosas, pues, yo no sabía nada. Pensé que era algo que hacían entre los amigos para afianzar la amistad. Creo que tú me habías dicho que era por otra cosa, la verdad no sé. La cuestión es que cada vez que lo hacíamos más a menudo, más deseaba hacerlo. Mi cuerpo reaccionaba cada vez más rápido a tu imagen. Tu pelo. El aroma que desprendes me hipnotiza. No se por qué. Es como una droga. Me encanta dormir sintiéndolo. Tu cuerpo. Ese calor. Quisiera sentirlo siempre. Tus manos recorrer mi ser. No sabes cuanto me gusta eso. Y tus besos. Creo que son más adictivos que el más rico licor Kurama, porque cada vez que pienso en ti, sólo logro pensar en ese rico gusto que queda en mi boca cada vez que termino de besarte… ¿Por qué lloras Kurama? ¿Está mal lo que siento verdad? ¿Lloras porque sabes que debo cambiar mis sentimientos hacia ti ya que no son buenos, verdad?- Kurama negaba lentamente con los ojos cerrados.- Lo siento. Yo quise una y otra vez volver a sentir lo que sentía de ti cuando éramos amigos. Sin embargo, no recuerdo bien lo que sentía en aquel entonces. Lo he olvidado. Perdón Kurama. Pero sea lo que sea que estoy sintiendo no puedo simplemente olvidarlo. Tengo la inevitable necesidad de sentirte cerca de mí. Si eso está mal Kitsune no te preocupes. Yo sólo me iré, ¿Sabes? Creo que a Mukuro…

 

Sin embargo Kurama no lo dejó continuar. Se arrojó arriba de aquel youkai de fuego y tirándolo al piso lo abrazó por el cuello y lo besó intensamente. Feliz de saber que aquello que sentía no estaba tan mal como había pensado en un principio, correspondió el beso que tanto le gustaba. Saboreó toda la cavidad del Kitsune abrazándolo por la cintura y atrayéndolo más a sí mismo en un vano intento de sentirlo más cerca. Lo apretó aún más sin separarse del zorro y con los ojos cerrados acabó el beso, sin embargo, no separó sus rostros y se quedó callado sintiendo simplemente el aliento de aquel que tanto deseaba. Apoyó una de sus manos en los cabellos de Kurama y continuó besando sus mejillas y el resto de su rostro. Su frente, su nariz, sus ojos. A cada lugar le correspondía un beso y por supuesto, a la boca también. El zorro simplemente sonreía con los ojos cerrados ante las caricias de Hiei.

 

-¿Entonces no está mal cierto, Kurama?

 

-En realidad, para mucha gente, si.- Hiei abrió sus ojos sorprendido y algo triste ante tal confesión, y vio la mirada cálida del Kitsune.- Sin embargo, a mí no me importa. Y eso es lo que vale, ¿No? Después de todo, eso lo sientes por mí, no por mucha gente.

 

-¿Pero es malo?

 

-Es malo si lo sientes con alguien del mismo sexo. Pero no importa. Porque yo siento lo mismo por ti. Y no me interesa que compartamos el sexo. Yo te amo, tanto como tú a mí, y no nos debe importar lo que otra gente crea.

 

-Entonces, ¿Es amor? ¿Esto es el amor?

 

-Sí Hiei.

 

-Creí que me habías dicho que el amor es lo más lindo que hay, ¿Por qué está mal? 

 

-Porque mucha gente no lo tolera. Sin embargo, esto sólo nos involucra a nosotros, y mientras ambos estemos a gusto con el otro, el amor no está mal. Al contrario, yo pensé que tú no me amabas y por eso sufría, pero ahora que me has dicho todas estas cosas tan hermosas… Tú no sabías su nombre, sin embargo, sabes mucho de amor. Lo describiste tal cual es. Y yo… Yo siento lo mismo por ti y deseo que ambos nos saciemos esa necesidad de tenernos el uno al otro. Te amo y quiero vivir a tu lado para siempre.

 

 

-Y yo te amo a ti, Kitsune.

 

 

 

 

Owari

Notas finales:

Kitta: Gracias por los Review n.n

 

Los otros Songs Fics de esta serie son:

Así - ItachixSasuke (Naruto)

Ave de Paso - SasukexNaruto (Naruto)

Noche de Amantes/Querida - SesshoumaruxInuyasha (Inuyasha)

Penumbras - KiraxL (Death Note)

Porque yo te amo - HieixKurama (Yu Yu Hakusho)


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