Así
Itachi había recibido una misión. Matar al clan Uchiha le habían ordenado, y él, como buen ninja de Konoha debía obedecer. Les había advertido ya más de una vez no planear aquel ataque al gobierno de la aldea, pero ni su padre había querido oír, le había incluso obligado a ser parte de aquel plan que desestabilizaría la paz y provocaría una guerra. Le había pedido que él mismo fuese quien comandase la misión ya que era el mejor ninja de todos los Uchiha. Le habían obligado a ir contra su moral, contra las leyes, contra sus pensamientos e incluso contra sus sentimientos. Pero, él no iba a permitir eso, aunque tuviera que incluso dejar a su gran amor haría que la paz triunfara en su aldea tan querida. Incluso aunque tuviera que desgarrar su corazón y enterrarlo en la más profunda de las oscuridades la paz permanecería. A pesar de su propia alma. Él estaba dispuesto a venderla si con eso evitaba una guerra. Las guerras que tanto odiaba no lo vencerían. Él iba a hacer que la paz prevaleciera, aún si al hacer eso tenía que destruirse a sí mismo y dejar a un lado su amor. A su gran amor.
Asi, como una rosa desecha por el viento.
Así, como una hoja reseca por el sol.
Así, como se arroja de costado un papel viejo.
Así, mi alma tu imagen arrojó.
Sasuke lloraba sin contención. Su hermano. Su propio hermano había matado a toda su familia. Y ahora lo tenía frente a él. ¿Lo iba a matar también? ¿Acaso aquellas palabras hermosas que alguna vez le dijo eran todas una pura mentira? Su hermano siempre había sido muy cordial con él, le decía que lo amaba, lo abrazaba y hasta a veces cuando nadie los veía le besaba en la boca. Aquellas cosas le encantaban de sobre manera al pequeño Sasuke. Sabía que no debía hacer eso, pero a él no le importaba mientras su hermano le amara, ya que él también lo amaba. Entendía que entre hermanos y sobre todo con la poca edad que él tenía aquello era una aberración, algo completamente prohibido. Pero no le importaba. Lo único que había hecho era dormir arropado abrazado a su hermano y besarlo de vez en cuando, ¿Por qué era pecado amar de ese modo a su hermano? Sin embargo, ahora entendía por qué, y quizá, eso que su hermano hacía ahora, era la condena por haber cometido aquel crimen.
Así, como se marcha la noche con el día.
Así, como se aleja un velero hacia altamar.
Así, como se escapa el agua entre los dedos…
Así, te deje ir, sin meditar…
Itachi se alejaba con rapidez de aquella aldea. No faltaría mucho para que dieran la orden de capturarlo. Sin embargo, el siempre supo que no lo iban a lograr. El líder de los anbu se encargaría de ello ya que después de todo, él no había hecho otra cosa más que cumplir una misión que él mismo le había encomendado. Él se convertiría en un fugitivo para los ninja que lo habían visto crecer, se convertiría en un mal necesario para su aldea, se convertiría en un objetivo para su adorado hermano. De ese modo, Itachi Uchiha sería utilizado de la forma más cruel y ruin por quienes lo querían, para de ese modo, superarse a sí mismos. Deseaba que su hermano lo odiara, deseaba verlo con rencor en sus ojos, deseaba ver aquel aborrecimiento emanar del cuerpo de su hermano. Lo deseaba con ansias. Porque si volvía a ver a su hermano y éste tenía en su mirada nada más que el dolor por no creer las cosas que su hermano había hecho. Si Sasuke demostraba amarlo aún. Él no tendría las fuerzas suficientes para convertirse en el enemigo que su hermano necesitaba. No tendría las fuerzas suficientes para atacarle. No podría jamás dañar a su pequeño y tan adorado hermano.
Los años pasaron velozmente. Él se convirtió en un miembro de la organización Akatsuki dedicada a capturar demonios indomables y enormemente fuertes que otorgarían poder a los miembros y con ello lograrían controlar las cinco naciones. Sin embargo, ni siquiera aquella causa lograría calmar los pensamientos desolados de Itachi. La soledad lo agobiaba desde hacía ya mucho. Tener a Kisame como compañero no era suficiente además de que no le agradaba. No le simpatizaba ninguno de aquellos ninja que lo único que querían eran guerras y más guerras. Él las odiaba y cada vez que los veía pelear sentía que sus esfuerzos por evitarla estaban siendo arruinados. Por eso era que cada vez que se enfrentaban a ese Bijuu de nueve colas lo único que hacía era luchar lo suficiente como para que no se dieran cuenta sus intentos por evitar que Akatsuki lo atrapase. Además estaba su hermano. Cada vez que veían a ese condenado Kyuubi también estaba su hermano. Y su corazón volvía a destruirse. No obstante eso le agradaba a Itachi. Parecía un masoquista por ello pero no podía evitarlo, sabía que eso era lo mejor para su hermano y aunque a él le doliera debía soportarlo. Aún así, la soledad era traicionera y a veces lograba convencer a sus pensamientos y desear nuevamente la compañía de su tierno y tan amado hermano.
Más hoy, que estoy tan solo y tan cansado de llorar
quiero saber si tú querrías regresar
junto a mi lado para amarnos otra vez.
Tal vez, estés pensando que no quiera ya de ti
ese calor que alguna vez yo te pedí
y que después… abandoné, así, así…
La enfermedad que poseía lo abrumaba. No podría sobrevivir mucho tiempo más, sin embargo, necesitaba permitir que su hermano lo matara para que ya no sufriera. Además, él no lo quería de otro modo. Deseaba que fuese su hermano quien terminara con su sufrimiento. Él era quien poseía el derecho a acabar con su vida, ya que después de todo, a pesar de no quererlo, él había destruido la suya. Quería acabar con el sufrimiento de su hermano, deseaba ver el odio en sus ojos cuando lo matase, sin embargo, no podía evitar también desear ese calor. Anhelaba como un sueño prohibido ver los ojos de Sasuke llenos de amor. Quería volver el tiempo atrás. Evitar por todos los medios, aquel golpe de estado pero sin necesidad de cometer aquella atrocidad. O al menos, si eso no se podía, deseaba tan sólo volver a sentir su cuerpo. Deseaba volver a dormir abrazado a su hermano aunque fuese solo una vez más. Estaba arto de despertarse y ver que nadie más que él mismo estaba en la cama. Se enfurecía consigo mismo, porque sabía que no importaba cuanto lo desease, no importaba cuantas veces lo soñase, Sasuke, nunca más, volvería a dormir con él, ni siquiera sentiría de él aquel enternecedor abrazo. Ese abrazo que tanto quería volver a sentir no se convertiría en más que un sueño imposible de alcanzar, porque su hermano jamás lo volvería a amar, él se había encargado de ello. Y ahora lo atormentaba.
Más hoy, que estoy tan solo y tan cansado de llorar
quiero saber si tú querrías regresar
junto a mi lado para amarnos otra vez.
Tal vez, estés pensando que no quiera ya de ti
ese calor que alguna vez yo te pedí
y que después… abandoné, así, así… Así.
Aún lo amaba, no podía olvidar la hermosa y cálida sonrisa de su querido hermano, sin embargo, tenía que dejarlo ir. Esperaba que pudiese encontrar alguien que fuera digno de tenerlo. Alguien que lo amase. Alguien que estuviera atento completamente a él. Se lamentaba no poder ser aquella persona. Él odiaba tanto las guerras que había preferido la paz antes que su hermano. Pero no podían culparlo. ¿Quién protegería a su pequeño Sasuke si una guerra se desataba? ¿Su estúpido e irresponsable padre? A él sólo le había importado el poder y la dignidad del clan. ¡Cómo podía él proteger a su hermoso Sasuke! Sólo aquella opción lo salvaría, sólo eso lo mantendría vivo. Aunque tuviera que obligar a su hermano a odiarlo. Eso iba a permitir que él viviera. Que fuera fuerte. Que se superara a sí mismo. Que incluso pudiera hacer todo lo que él nunca pudo: Proteger lo que más quería. Deseaba estar entre aquellas cosas, pero él sabía bien que Sasuke lo odiaba. Y estaba bien, él lo había querido así, él lo había planeado así. Sin embargo, los pensamientos jamás le dieron tregua. No paraban de martirizarlo y él se veía ya demasiado rendido ante ellos como para continuar luchando. Tenía que decírselo, aunque sabía que no debía, aunque sabía que así era mejor, tenía que decirle que jamás había dejado de amarlo. Sabía que eso arruinaría todo lo que él había creado, sin embargo, deseaba que reconocieran el esfuerzo que él había hecho. Deseaba que Sasuke supiera, aunque fuese una locura decírselo, deseaba que supiese que aún lo amaba. Antes de caer muerto, debía decírselo…
-Otra vez será, Sasuke.
Owari