“Estoy harto de todo esto. Día tras día es la misma historia. Someterme ante los caprichos de alguien tan repugnante como él, poco a poco me esta haciendo perder todo lo que yo en realidad soy, mi identidad ¿ahora quien soy yo?. Quiero morir. ¿Cuándo pase a ser la mascota de este tipo? Maldición!!, algún día escapare de sus asquerosas manos a como de lugar, lo hare!!, seré libre!!”
La noche caía envolviendo la ciudad con su manto frio y asecho de obscuridad. Sin emoción alguna, preso, en aquella casa señorial, un rubio observaba, sentado desde el gran ventanal sin mas compañía que una deliciosa y fina barra de chocolate, el andar de la poca gente que transitaba por ahi.
Sus hermosos ojos azules, ahora opacos y desgastados de impotencia y vergüenza, se perdieron en un punto cualquiera, fijo hacia el infinito. En esos momentos su mente no quería trabajar, era quizás que no quería sentir esa realidad que lo carcomía por dentro.
“lo he decidido, este sera mi fin...” –se dijo después de salir de la nada.-“…ya no hay nada que hacer…” –sintió su alma quebrajarse con el paso de los segundos…
Escondido entre sus bolsillos una fina navaja era estrujada por su mano derecha en nervios de una difícil decisión.
“ya no hay nada que perder…” –tomó el objeto, abrió el filo de la navaja y ahí delante de todo el mundo cruel, a las puertas de su ventana, cometería el peor pecado de salida en la historia del hombre. – “!púdranse todos, yo me largo!”
El filo tocaba la tersa piel de su garganta, apretó los ojos, ya no quería saber nada. La desesperación lo haría cometer una locura, era un cobarde, si lo era, un patético perdedor, pero ya no quería volver a sentir a su amo en su interior, degustando y mancillando su cuerpo.
-nooooooooo!!!! Detenteeee!!!!!- una voz aterrada, lo hizo salir de su lamentable estado y lo hizo detenerse en el acto.
Bajó la vista para insultar al molesto individuo que había interrumpido su paso a la muerte, pero al hacerlo, su mirada quedo prendida ante la otra.
Hermosos ojos esmeralda lo miraban con preocupación, cabello tan rojo como el granate y una piel clara que a simple vista parecía terciopelo.
No dijo nada, solo contemplaba la belleza de aquel magnifico ser.
“un ángel”- se dijo.
-¿eres un idiota?, ¿Qué es lo que planeabas hacer con eso?-grito tratando de hacer que el extraño rubio reaccionara.
-yo..emm- salió de su ensimismamiento escondiendo el arma entre sus ropas totalmente avergonzado.
-ufs –el pelirrojo subió por una enredadera que adornaba la pared de la casa sin permiso alguno.-¿Por qué ibas a hacer eso?
El joven de mirada azulina solo lo observaba, jamás pensó que aquel desconocido se atreviera a llegar tan lejos, pero no dio respuesta.
- mira yo se que no todo en la vida sale como uno lo planea, siempre habrá errores y debemos ser fuertes para salir de ese mar de tormentas. No se que te orillo a hacer algo asi pero ese camino no es el correcto por que .…
Sus ojos azules se posaron en esos carnosos labios, no había escuchado nada de lo que estaba diciendo el chico pellirrojo, sentía algo raro y molesto en su pecho, sentía que flotaba ¿Qué le pasaba?.
-Mihael Keehl- pronuncio el rubio algo cohibido.
-¿eh? …ahm.. Mail Jeevas un gusto, pero ya en serio ¿Qué te sucedió?
-yo...-bajo la mirada, como es posible que se comportara de esa manera tan estúpida, ese no era él, ¿o si?- yo… - silencio -…no se.
-mm…- lo miro con ternura y algo de lastima, ese chico necesitaba ayuda y quizás él era el indicado.-… me gustaría poder hacer algo por ti- replico sintiendo que era su deber. Estaba seguro que no le diría nada en ese instante y claro pues era un desconocido. Si lo trataba algún tiempo quizás el rubio por voluntad y confianza le confesaría la razón de su exagerado acto de cobardía
- ya se!!, ¿quieres venir conmigo al estadio? Estaba a punto de ir a encontrarme con un profesor, creo que no te haría daño salir, me sobra un boleto, espero que te guste el futbol es divertido, ¿Qué dices? –sonrió.
-yo...- miro con miedo la puerta de su habitación, en cualquier momento seguro “él” entraría y lo volvería a poseer. No quería, pero si salía lo había amenazado en que lo mataría como a un perro. Y que, si de todas maneras se iba a suicidar, que mas daba, igual quería morir ¿no?, miro al pelirrojo, ¿o no?... miro el piso, la puerta de nuevo, el foco, una hormiga que pasaba y nuevamente al oji-verde con una respuesta muy segura- esta bien, vamos.
- Que bien!!!, espero no me temas ya que soy un completo extraño, soy una buena persona en verdad, soy estudiante de sistemas operativos jeje todo un haker.
-no te preocupes.
- Me alegra escuchar eso, te espero abajo Mihael.
-no!! espera yo…yo también quiero salir por la ventana.
-¿he? eso si que es raro, pero no cuestiono las costumbres excéntricas de los ricos. Je Vamos.
Mail ayudo al rubio a bajar, parecía tan delicado y frágil, desprendía un aroma muy agradable; miro su cuerpo delgado casi como el de una chica, sus cabellos dorados bien cuidados parecían brillar y esa piel clara como el marfil lo tentaban a tocarlo. Sintió algo raro al contacto con el chico, pero antes de que se despertaran pensamientos impropios llegaron a tierra firme.
-espero no traerte problemas Mihael.
-llámame Mello.- sonrió.
-Mello, espero no tengas problemas después de esto, ni siquiera pregunte si te dejaban ir.
-no te preocupes no pasa nada.
-ok–sonrió algo ilusionado- bueno vámonos.
Ni siquiera volteo a dedicarle una ultima miradita a la casa que había sido su prisión por varios años, estaba hipnotizado por aquel joven extraño que lo salvo del descanso eterno. Y aunque muriera esa noche, estaría agradecido de haber conocido un ángel en su camino a la muerte, por que ese chico pelirrojo se había convertido en eso para el rubio, un hermoso ángel de paz.
-por cierto , puedes llamarme Matt….
Continuara…