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Tormenta en navidad. por HugeWaves

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Notas del capitulo:

Gracias por entrar. Espero no defraudarlos. 

Ian y Paul son los hermanos. 

 

-         ¿Es necesario que fumes, Ian?

-         Si. 

 

Ahí estábamos, ambos tirados en el sofá. Yo mirando la televisión con mi cigarrito en los labios y él haciendo sus bosquejos.

Nuestros padres se fueron de compras, como buenos humanos haciendo todo a ultima hora. Eran exactamente las...-pongo la barrita del cable en la televisión- 17:30.

Buscando un pavo para esta cena tan especial para todas las personas... Una pista: jojojo. Si, la navidad.

Me resulta tan ridículo, es como un pretexto para comprar y comprar.

Miro a mi hermano que ahora le dio por dibujar, es tan cambiante que me preocupa. Hace poco escribía y ahora dibuja.

Para sacarlo de su concentración le tiro sutilmente un poco de humo.

 

-         ¡Agh! ¡Que desagradable!

-         ¿Cierto? Soy lo peor - le afirmo - Deberíamos estar aprovechando este tiempito para regalonear, ¿no lo crees? - le pregunto dejando la ceniza en el vaso que había en la mesita de centro.

-         No, no lo creo - me miras teatralmente como diciendo: "Muérete"

 

Me excita. Lo admito, me excita mi hermano. Ni idea de cuando empezó todo esto, pero siempre tuvimos esa tensión ¿sexual? Por mi lado sí. Pero el le llama química y se debe por nuestras personalidades y blablabla.

En fin, nunca debimos ser hermanos.

 

-         Que pena - dije sin emoción saliendo del sofá.

-         ¿A dónde vas?

-         A ver si están los chicos vegetando en el parque.

-         ¡¿Me vas a dejar?!

-         Me temo que si - apague la televisión.

 

Cuando vi su expresión me dio un hormigueo en el estomago. Su cara de pena y nerviosismo eran tan bien actuadas que casi, casi, me la creo.

 

-         Paul... dile a los viejos que si no llego a comer que no se preocupen - le indique con un tono algo seco, me puse la chaqueta negra - aunque da igual, no como pavo...

 

Era vegetariano. Hace tiempo, ni crean que empecé con esa modita que esta ahora. He sido vegetariano casi toda mi vida.

 

Paul. Paul ¿por qué me miras así? Como si fueras a morir en unos segundos.

 

-         No te vayas.

-         Paul, ya corta el drama - le dije mientras me acercaba a el y le tocaba su cabello - Volveré a dormir, ¿vale?

-         No...

 

Rodé los ojos. Su cabello tan suave, tan perfecto... con ese color tan gay, como le digo yo,  color miel. Se ve tan... distinto a mí. Su piel tan distinta a la mía, sus ojos, sus labios, su porte... y casi teníamos la misma edad.

-         Ya, volveré antes.

-         Quédate aquí - murmuro.

 

Sus ojos como dos imanes me tenían atrapados, como no luchar con ese color verde... verde puro no como los míos que son más opacos que los suyos. Somos tan diferentes...

 

-         Me aburro, Paul - le declare entre enojado y agotado.

-         Bueno, no te aburras. Sabes que me carga estar solo.

-         Acompáñame, entonces.

 

Negó rápidamente. Se me olvidaba que le daban miedo mis amistades. Es muy distinto para encajar en ese grupo. Mientras los otros quieren matar el tiempo rayando paredes o pateando cualquier cosa que les cruzaba, el prefería estar sentado en una banca o acostado en el suelo sintiendo la naturaleza.

 

-         Ian.

-         ¿mh? - emito desganado.

-         Quédate conmigo - susurra, mientras con sus brazos rodean mi cuello.

-         Ahora quieres - digo resentido.

 

Sueltas una risita casi femenina. Pero no, no caeré en tu trampa.

 

-         Llegan nuestros padres y me voy.

-         No... vamos a dormir juntos.

-         ¿Si?

-         Es navidad debes compartir con la familia, bobo.

 

Suelto un sonido con la boca... realmente voy a caer como un idiota en su manipulación.

 

-         Se te olvida que soy adoptado - trate de cambiar el tema.  

-         ¡No bromees con eso! Es casi como si te estuvieras burlando de las personas adoptadas. ¡Ni siquiera lo eres! ¡Supéralo!

 

Me tiro para atrás, soltando el suave agarre que él tenia en mí. Pude ver como sus blancos brazos quedaban en el aire.

Claro, como yo soy la escoria de esta familia. Prefiero decir que soy adoptado y empezar a buscar a mi familia a ver si puedo encontrar a un hermano que me entienda más...

Camino hacia la puerta, pero como el rayo llega Paul para taparme la salida.

 

-         Esfúmate.

-         Quédate.

-         Ándate.

-         Acompáñame

-         Abúrreme.

-         Ámame.

-         ...

 

Me quede helado. ¿Qué fue eso? Una simple e inofensiva guerra de palabras termino en esa petición.

Sus labios finos pero bien llamativos, soltaron esa palabra. Su cara era un verdadero poema fúnebre. Sus ojos estaban algo nerviosos y sus manos estaban en mi pecho.

 

-         Ian...

 

Me quedo mirando el suelo sin habla.

 

-         Mierda, Ian - escupió esa palabra que nunca le ha gustado - Haz algo, tu hiciste que sintiera esto por ti. Ahora no se te ocurra correr...

-         Yo no...

-         ¡Ian!

 

Levanto la vista y lo miro, su cara es de un enojo total. Su voz sonaba irritada.

 

-         Yo no quiero que sientas eso por mí.

-         Pues, yo tampoco quería enamorarme de mi hermano.

-         Entonces, ¿por qué eres tan niña? 

 

Su cara se deformo enfrente de mí y aun así se ves bien. ¿Cómo lo hace?

 

-         ¡¿Niña?! Tú eres el que siempre me buscaba para tus perversiones.

-         Bueno, fue sexo y nada más. Creí que iba a ser diferente eres hombre y eres mi hermano... no tiene que irse esto mas allá que un desahogo y amor fraternal.

 

De ahí recibí una cachetada. Si, mi hermano resultaba ser una niña. Sus ojos estaban llenos de lagrimas que ya se iban a desbordar en: 3, 2, 1...¡ya!

 

-         Eres... lo peor! Te odio, te odio, te odio... eres una mierda - dijo mientras las lagrimas mojaban tus mejillas.

-         Lo sé. Ahora, ¿puedes dejarme ir?

 

Se hizo a un lado y marcho a su dormitorio, poco me importa. Fue rico mientras duro.

Enciendo un cigarro que encontré en uno de los bolsillos de la chaqueta negra. Salgo de la casa estilo americana. Miro hacia arriba y puedo ver una sombra en la cortina del cuarto de mi hermanito.

Sé que la jodí, debí haber aceptado y haber tenido sexo todo lo que quedaba de tarde... pero no, tuve que abrir mi boca y regodearme.

Salí del patio delantero y camine en la calle vacía.

 

"Ámame"

 

¡Dios! No me puede decir eso... Sabía que iba a reaccionar así. Odio cuando meten esa palabra en cada relación que tengo. ¿Por qué él? Paul. Me lo esperaba de todas las mujeres con las que he andado, pero no de él.

 

Me pase la mano por la cara. Estaba hecho un lío. No es que fuera fácil hacer con el lo que hice con las demás mujeres. A ellas las dejaba, desaparecía de su mapa. Eso me entretenía... pero el pensar que mi hermano este llorando por culpa mía, no me lo perdono.

Somos hermanos... nada más. No se me podría ocurrir pensar en mi hermano de otra manera.

 

Pase por el parque, pero no me digne a buscar a mis amigos... tenia un asunto en la cabeza más importante que el saludar a mis amigos.

Escuche un ruido fuerte cuando caminaba en una villa. Mire por todos lados, para luego fijarme que eran truenos.

Genial, ahora iba haber un temporal y al parecer fuerte, por lo que dijeron en la radio. No entiendo, porque en las villas ponen las radios o las televisiones a todo volumen... como si fuera un combate.

No hacia frió. La gente algo espantada entraba a sus casas como si nunca hubieran presenciado un temporal. Espera, ¿a que se referirían con fuerte?

 

Apure el paso, pero no para parecer que estuviera corriendo.

Joder, joder, joder. Paul les tiene terror a los temporales, se vuelve histérico.

Tome un taxi que me dejo a pasos de la casa, que esos pasos se convirtieron en zancadas.

 

-         ¡Paul! - grite cuando abrí la puerta principal de la casa.

 

Lo vi con una manta  mirando por la ventana, estaba algo alejada de ella. Me miro y corrió a mis brazos. Estaba llorando.

 

-         Tuve miedo.

-         No creo que sea tan fuerte como lo dijeron en la radio.

-         No me refería a eso - murmuro haciendo que enarcara una ceja - Tenia miedo que no volvieras.

-         Bobo - murmure cuando lo abrazaba

 

Sentí como todo mi cuerpo se relajo, mi mente marchaba a su paso... todo bien.

Escuchaba sus gimoteos, aun no dejaba de llorar.

Me separe de él, pero sin perder el contacto... me saque la chaqueta y tomados de la mano fuimos al baño le limpie la cara y lo lleve de nuevo al living. Moví el sillón en dirección a la ventana, se podían ver ahora los rayos o los flashes de luces a través del tul que había como cortina.

 

Tome su mano y nos acostamos en el sillón, yo abajo y el encima. Yo con la cabeza en el brazo del sillón y él en mi pecho. Yo abrigado por él y él por una manta. Yo y él tomados de la mano.

 

-         Ian - escuche su voz fina en el silencio.

-         ¿mh?

-         Gracias.

-         ¿Por?

-         Por todo.

 

No sé a lo que se refería con todo. Pero era bueno escucharlo.

Desapareció su cabellera a la que tenia mis dedos enterrados, para mostrarme su cara con una sonrisa estampada.

 

-         Ven - murmure serio mirándolo a los ojos.

 

Se acerco a mí, sabiendo perfectamente a lo que me refería. Me dio sus labios, como siempre. Dejando todo a mi disposición, la única persona en la tierra que haría eso por mi. Bese sus labios que aun tiritaban. Pasaban los segundos y aun seguía besando sus labios, sus manos en mi hombro, mis manos repartidas; uno en su espalda y la otra en su cabeza. Indicándole siempre el ritmo que me gusta besarlo. Algo que empezó tan tierno se volvía algo melancólico.

¿Podré besarlo como antes? ¿Podré seguir teniendo esta relación tan especial con él? Si, podía, pero el saber lo que siente  por mi me pone algo dudoso. Es como crearle un mundo ficticio.

¿Yo podré...? No, yo nunca. Yo no amare a nadie.

 

-         Mh...

 

Ese gemido me hizo parar. No me había fijado que lo estaba aplastando contra mi cuerpo con mi mano en su espalda y la fuerza con la que llevaba su boca a la mía.

 

-         Lo siento.

-         Descuida.

 

Silencio... silencio incomodo. Ambos no nos mirábamos. Hizo ademán de irse, pero yo lo contuve.

 

-         Quédate.

-         Bueno - sonrió.

-         Paul.

-         ¿Ian?

-         Voy a intentarlo - murmure rápido mirando por la ventana.

-         ¿Qué cosa?

-         Amarte.

 

No recibí una respuesta así que lo mire algo desconfiado. Estaba lleno de lágrimas  y sonreía bobamente. No puedo creer que con esa frase lo hiciera tan feliz.

Me abrazo con una velocidad desmedida. Ahora el estaba sentado a horcajadas mías.

 

-         Te amo, te amo, te amo....

-         Em.. ¿Paul?

-         Te amo.

 

Trate de no pararlo, estaba feliz eso era lo importante.

Repartió besos por toda mi cara. Ya no aguante cuando se me quedo mirando con los ojos llenos de alegría y mordiéndose el labio inferior. ¿Quién le ha enseñado esa cara para darle un premio?

 

Empecé a bajar amabas manos. La de la espalda termino en su trasero y la de su cabeza en su entrepierna.

 

-         ¿Por qué no me das mi regalo de navidad?

-         ¡Ah! Se me olvidaba.

 

Tuve una respuesta inesperada. Se paro y se fue al pasillo. No creo que todavía le quede algo de inocencia en el cuerpo que haga que no pueda entender el mensaje que le dije; Tu cuerpo como regalo.

Me acomode mejor en el sillón y lo espere mientras miraba el oscuro cielo.

 

-         Listo - volvió arrastrando la manta.

 

Lo mire y le sonreí.

 

-         ¿Qué hiciste?

-         Nada... - levantando las cejas y mojándose los labios con su lengua algo típico que hace al mentir.

 

De la nada se escucho un trueno, de esos que hacen tiritar los vidrios. Enseguida Paul quedo junto a mi con su cuerpo pegado al mió.

 

-         Sigues siendo un miedoso.

-         ¡No! Es solo que...

 

Rodee su cintura con mi brazo y lo apegue más. Haciendo que este pusiera sus manos en mi pecho. Me miro con una expresión de  miedo.

Todavía seguía siendo un niño, aunque tuviera 15.  Me siento un poco mal de haberte hecho esto a esta edad, pero ya es tarde para parar, nos dimos cuenta que es imposible vivir sin el otro. Nos necesitamos.

 

-         Olvídate de todo menos de mi - susurre contra su oreja.

 

Sentí como su cuerpo tirito. Siempre tenía ese poder en él. Cortaba con una navaja toda su tranquilidad y esta no era la excepción.

Repartía besos por su oreja y mejilla lo más dulce que podía. Paul siempre sacaba el lado bueno que tengo. Siempre fui tierno y cariñoso hasta el punto de ser insoportable, creo que nadie se lo hubiera imaginado porque yo siempre trato de ser el malo y frío de la película.

 

-         Ian... - llamo su dulce voz.

-         Dime

-         ¿Lo vamos hacer? - pregunto inocentemente.

 

Pare instintivamente y lo observe.

 

-         Si quieres no lo hago - trate de sonar lo mas amable que pude, porque en realidad quería puro follar con mi hermanito.

-         No es eso. Es solo que no sé si yo quiera.

 

Enarque una ceja. Si mal no recuerdo el siempre disfrutaba cuando lo hacíamos hasta me colaboraba. ¿Hablaba en serio?

 

-         Temo que no te entiendo.

-         No tiene nada que ver contigo - dijo rápidamente - Es que... como tú no sabes lo que sientes por mí, creo que no podré.

-         ¿Me estas presionando?

-         No, es solo que yo me prometí que si lo volvía hacer iba a ser especial.

 

Eso no entiendo de las personas, que se prometen cosas totalmente ¡RIDICULAS! Si, ridículas ¿Quién se prometería eso aparte de una virgen? Resulta que mi hermanito. ¡Dios! Esto no me puede estar pasando.

 

Apoye mi frente en su hombro y suspire. Después de todo lo ocurrido no gane nada.

 

-         ¿Ni por navidad?

-         ¡Ian! - me reprocho enojado.

-         Ya, era una broma - dije con tono herido - Pero ¿no crees que con esto podré tener mis sentimientos más claros?

-         No caeré en tu juego sucio, Ian.

-         No es sucio.

-         Todo lo que haces es sucio.

-         Bueno, tu también eres sucio - murmure algo enfadado - con todo lo que hemos hecho.

 

Abrió la boca enojado, sabia que hasta aquí le llego el juego de ser un ser de lo más virginal.

Trato de separarse de mi, pero fue inútil ya que con mis manos lo tenia afirmado a los costados de su estomago.

 

-         Paul

-         ¡Suéltame!

-         No. Paul

-         Le diré a mamá - me amenazo, pegándome palmaditas en mi pecho.

-         No te atreverías.

-         Ya veremos.

-         ¡Mierda, Paul! - dije exasperado - Te estoy tratando de decir algo.

 

Se quedo callado y quieto por un puto segundo. Me miro con cara de "digas lo que digas, no cambiare de opinión"

 

-         Si te refieres a hacer algo más de tener sexo. Lo haré, haré el amor contigo.

-         No estoy dicien...

-         Espera todavía no termino- le interrumpo su intervención - Será la primera vez que haré el amor con alguien y prefiero experimentar ese tipo de cosas con el ser que mas me importa en este momento... lamentablemente resultaste ser tu.

-         ¡Hey!

-         Pero da igual, porque necesito canalizar todas estas sensaciones nuevas que me haces sentir y no veo otra opción que demostrártelo.

 

No quise ver su cara, ya estaba lo bastante avergonzado por decirle esas cursilerías. Mire la ventana por unos segundos, ya que sus manos tomaron fuertemente mi cara y unos labios me besaron dulcemente. Cuando Paul se iba a separar yo lo agarre con brusquedad. Haciendo que se sentara arriba mió.

Me miro provocativamente o eso es lo que yo veía nublado por mis hormonas. Sus labios húmedos estaban entreabiertos dejándome claro que estaba a mi disposición. No me hice esperar y lo empecé a besar pase mi lengua entremedio de sus delicados labios. Entreabrió sus labios, dejando que mi lengua tocara cada punto de la cavidad de mi hermano. Podía sentir su tímida lengua tratando de hacer lo que estaba haciendo la mía.

Querido hermano creo que ni siquiera te estas dando cuenta que estamos dándonos el beso más apasionado y lujurioso que pueda existir en la tierra.  Mis manos ya cansadas de recorrer toda tu espalda, fueron a tu trasero. Tenía unos pantalones holgados, que rápidamente los tiraba para abajo.

Acariciaba ya sus nalgas suaves con mis manos, mientras que el besaba mi cuello dulcemente. Sentía sus manos en mi pecho, trataba de tironear mi polera, pero yo me hacia el desentendido.

 

-         Pídemelo, Paul - se puso rojo e hizo una mueca de enojo - ¿Qué quieres que haga?

-         Tu polera - murmuraste rápido.

-         ¿Qué hay con ella?

-         ¡Ian! - dijiste casi suplicándome.

 

No pude evitar sonreír a su cara de deseo y desesperación. ¿Tanto me desea?

Bese cortamente sus labios y mordí su labio inferior. Me saque la tan odiada polera.

 

-         ¿Esta bien así, Paul?

 

Me esperaba todo, hasta un insulto, meno esto. Con su mano tapo mis labios y con la otra recorrió mi pecho todavía lampiño. Agacho su cabeza y con su lengua lamió desde mi pera hasta uno de mis pezones. Los lamía tiernamente como cuando tomaba helado e hizo lo mismo con el otro.

 

Dios, me sentía como en el cielo. Nunca había tomado la iniciativa de esta manera. Realmente me calentó lo que hacia.

Sabiendo que Paul no sabría que hacer después y se avergonzaría. Me separe de el y me saque la ropa que me iba quedando y le saque la ropa a el.

Ambos de pie nos volvimos a besar esta vez mirándonos a los ojos. Mis manos tocaban su trasero casi como poseídas y hacia que moviera su cintura, logrando que nuestros miembros se rocen o se aplastaran entre ellos.

 

-         Mh... - gemí en su boca.

 

Mi miembro estaba totalmente erecto. Y si seguíamos haciendo esto me iba a venir muy luego, es por eso que me separe de el con dificultad, ya que el trataba de retenerme y me seguía besando.

 

-         Ian... - dijo algo enojado.

 

Le sonreí y me arrodille ante el. Quedando frente a su miembro. Lo mire de nuevo y vi su cara totalmente nerviosa, como si fuera la primera vez.

 

-         No, no es necesario que lo ha... - no alcanzo a terminar su miembro ya se encontraba en mi boca - Ahhh...

 

Lo saque y empecé a chupar la punta, recorrí con mis labios el tronco y luego lo masturbe con mi boca. Logre que gimiera como nunca.

 

-         Ian... Ah... Para... Mh - suspiraba tomando mi cabeza con sus manos, pero no hacia presión solo me acariciaba el pelo

 

Seguía bombeando su miembro por un no tan largo momento, pero lo suficiente para empezar a recorrer entremedio de sus nalgas con mi dedo.

Era obvio que le molestaba no tenia ningún liquido encima, pero creo que eso más lo calentó, ya que sus gimoteos eran casi a gritos.

 

-         Me vengo... ¡Ian!

 

Saque su miembro no ha tiempo, así que me llegaron restos en la cara.

Paul me miro asustado y avergonzado.

Me pare y lo mire.

 

-         Ian, lo siento... yo te dije, pero... - decía todavía agitado.

-         No te preocupes. - dije mientras que con mi lengua sacaba un poco de su semen que había en mis labios y me lo trague.

 

Ese sabor tan... puro, es indescriptible.

No miento si digo que todo lo que viene de mi hermano me encanta...

Paul me abrazo de la nada como si hubiera escuchado lo que pensé.

Sus brazos alrededor de mi cuello y su boca cerca de mi oreja, pudiendo escuchar su respiración agitada. Susurro:

 

-         Hazme el amor.

 

Me lo dijo casi como declarándose. Su voz todavía infantil resonaba en mi cabeza como eco. Recién me di cuenta que mi corazón latía rápidamente, ya no le hecho la culpa a la excitación porque lo único que tengo en mi cabeza es a Paul.

 

Como si estuviéramos conectados mentalmente, rodeo mi cintura con sus piernas. Mientras yo le afirmaba para que no cayera.

Sin aguantar más lo estampe contra una pared y lo bese con fuerza desmedida. Estaba desesperado quería penetrarlo y que se retorciera por mi. Moví mi pelvis contra su trasero sacándole algunos gemidos.

 

-         Apúrate - me suplicaste con tus ojos nublados.

 

Lo lleve a mi pieza, a su pieza favorita. Lo tire a la cama haciendo que rebotara contra el colchón.

Buscaba desesperado la vaselina entre los cajones.

¿Dónde mierda la había dejado? ¡Claro! Estaba en el velador.

 

La abrí escuchando ese "click" y mire su sonrisa provocativa. Se recostó boca abajo, abriendo sus piernas.

Moje mis dedos con vaselina, encontré su entrada y empecé a acariciarla por fuera.

Con la otra mano daba masajes a su espalda, recargándome en algunos lugares mas sensibles de mi pequeño hermano.

 

-         ¿Se siente bien? - pregunte maliciosamente.

-         Mhh... si - se retorció contra el cubrecama azul oscuro.

 

Moje un poco más mis dedos y lentamente metí uno en su entrada. A los pocos segundos metí el segundo, lo empecé a dilatar.

 

-         Ya puedes... - susurro un rato después. Siempre dejaba las frases inconclusas, nunca le gustaba hablar cosas inapropiadas mientras lo hacíamos

-         ¿Quieres que te lo meta? - le pregunte tirándole su cabellos para atrás, asintió silenciosamente - date vuelta.

 

Se dio la vuelta y pude ver sus mejillas más rojas y sus labios algo hinchados. Lubrique lo que mas pude mi miembro, para no hacerle daño alguno.

Abrí sus piernas y puse un cojín entre su trasero y la espalda, haciéndolo que estuviera en la posición perfecta.

Puse la punta de mi miembro en la entrada y empecé a presionar. Siempre parecía la primera vez. Su entradita era siempre estrecha. Lo introduje todo en un silencio profundo. Ninguno decía nada.

Espere unos momentos y acaricie todo su cuerpo dulcemente. Momentos así no lo teníamos como la situación del living en que ambos nos abrazábamos.

¿Esto se referirán con amor?

 

-         Ian.. ya puedes - susurro inocentemente.

 

Estire mi mano y acaricie su cara.

Salí de ese trance para sentir como los pliegues de mi hermano apretaban mi miembro.

Me moví suavemente en el para luego incrementarlo y llegar al punto que me gusta a mi.

Encontré su punto, haciendo que se quedara en blanco cada vez que lo tocaba. Vi sus ojos vidriosos y su boca entreabierta que me llamo rápidamente para besarlo.

Sentí como su mano se colaba entre nosotros y se masturbaba.

Lo besaba una y otra vez mientras mis estocadas eran mas profundas. Se vino y al poco tiempo, también yo. Derramándome en su interior. Pude ver su cuerpo totalmente blanquecino con el oscuro cubrecama, era un contraste totalmente enloquecedor.

Nos quedamos abrazados por un momento, podía sentir su líquido en mi abdomen.

 

-         Te amo

-         Yo igual.

 

El sonrió esperanzado. Bese su frente. Y lo quede mirando...

 

-         ¿Ian? Debes... ya sabes... - dijo sin entenderle.

-         ¿Qué cosa? - le pregunte acurrucándome en su cuello.

-         Sale de mi interior

 

Lo mire sorprendido. No me había dado cuenta que seguíamos unidos.

 

-         Me gusta así... - mire su cara de enojo así que obligado lo saque.

 

Me acosté en mi cama y lo invite a que viniera, abriendo la sábana y cubrecama del lado derecho. Llego gateando a mi lado.

Su cara todavía sonrosada por todo lo pasado estaba totalmente... feliz.

Puso su cabeza en mi pecho y uno de sus brazos en mi vientre.

Me sentía en el cielo y totalmente seguro de que esto podía seguir así.

Era la primera vez, la primera vez, que sentía que la mejor parte era el durante y no la venida (orgasmo)... realmente no sé como explicarlo.

 

-         ¿Habrá parado la tormenta?

-         No lo sé. Hace ya un buen tiempo que no escucho ningún sonido que no provenga de ti.

 

Solté una risita cuando sentía su cara contra mi piel, era tan fácil avergonzarlo. Mire por la ventana pero ahora estaba más oscuro. Mire el despertador eran las 21:00 y ni rastros de nuestros padres.

 

-         ¿Pensaran dejarnos solos en navidad? - le pregunte cuando sentí sus finos dedos haciendo círculos en mi vientre.

-         Espero que no.

 

A mi no me preocupaba que no estuvieran nuestros padres, pero a Paul le afectaría.

Ambos dimos un brinco al escuchar mi celular.

 

-         Esta a tu lado - le dije golpeando levemente su espalda.

 

Se estiro lo que mas pudo y lo alcanzo.

 

-         ¿Mamá? Si. No, es que encontré su celular por aquí. Si, esta en el baño. ¿Por qué? ¡Mamá! Tú no puedes... Ok. Ya. Esta bien, papá. Yo también. Adiós.

 

Enojado dejo mi celular donde estaba y volvió a su posición. Estaba enojado, era obvio por el tono de su voz al hablar. Desordene su ya desordenado pelo.

 

-         Dime.

-         Mamá y papá no vienen - dijo con rabia - No pueden venir por la estúpida tormenta. Están en un hotel. ¡Agh! Justo para esta fecha.

-         Tranquilo...

-         ¡No! Es que debemos estar todos juntos.

-         Pero piensa que si vienen les puede caer un rayo... ¿y que prefieres? ¿verlos mañana o nunca? - le dije.

 

Inhalo y exhalo una buena cantidad de aire. Sé que trataba de tranquilizarse.

 

-         Ven aquí - lo llame.

 

Se acerco a mí y me miro con un puchero. Lo bese tiernamente y pegue nuestras frentes.

Vi algo de emoción en sus ojos.

 

-         ¿Seguro que van a un hotel y no a un motel?

-         ¡Ian! - me reprocho.

-         Bromeaba, tonto.

 

Ambos nos reímos a carcajadas, para luego terminar con una cara de asco imaginándonos a nuestros padres en pleno acto.

 

-         No creo que alcancemos hasta las doce. - dijo mirando la hora.

 

Asentí. Nuestra pequeñita actividad me dejo agotado. Muchas emociones para tan poco tiempo y tan poco acostumbrado cuerpo.

 

-         ¿Abrámoslo ahora?

-         No creo que sea buena idea... - dijo confuso.

-         Vamos, vamos... Yo se que quieres saber que te trajo el viejo pascuero.

-         ¿Me vas a regalar algo? - cuestiono emocionado.

-         Puede ser... ¿Lo quieres ver?

 

Se mordió el labio inferior. Iba a caer en la tentación. Asintió algo nervioso.

 

-         Cierra los ojos.

-         ¿Por qué?

-         Ciérralos.

 

Lo senté en la cama, le amarre una bolera en la cara por la zona de los ojos. Me asegure que no le tapara la nariz o algo.

 

-         ¿Por qué tanto misterio? - pregunto con una sonrisa.

 

Porque sé que esto te hace feliz, respondí para mis adentros.

Me empecé a vestir y sigilosamente salí de la casa. Fui a la parte de atrás y abrí la bodega.

Ahí estaba...

 

 

 

 

-         ¿Ian? Eres tu, ¿cierto? - pregunto preocupado.

 

No le respondí. Deje mi regalo en la cama.

 

-         Ian... me haces cosquillas.

 

Me puse detrás de el y le desate la polera.

Chillo y brinco al ver mi regalo.

 

-         ¡Ian! Es hermoso - dijo tomándolo en sus brazos el cachorro con una cinta en el cuello. - ¿donde lo guardabas?

-         En la bodega, desde ayer lo tenía ahí.

-         Por eso desaparecías más de la cuenta.

 

Le sonreí. Y me quede viendo al cachorro de raza Bulldog Ingles, creo. Me lo había conseguido con un amigo que tenia muchos perros de estos.

 

-         Que bueno que te haya gustado - le dije mientras acariciaba al pequeño y gordito perro.

-         Es hermoso.

 

Paul estaba embobado por el perro. Pero pareció acordarse de algo porque me paso el perro y desapareció de la habitación. Me quede jugando con el perro un rato.

Asomo su cabeza en la puerta y me dijo un:

 

-         Cierra los ojos.

 

Cerré los ojos tomándola perro en mis brazos.  Escuche los pasitos de mi hermano por la habitación.

 

-         Taraaaan - dijo mientras me ofrecía una caja enorme.

 

Lo miro algo confundido. ¿Que me regala?

 

-         ¡Ábrelo! - dijo mientras me quitaba al perro.

 

Rápidamente abrí el regalo y lo que vi no lo creía.

¡¿Una guitarra eléctrica?!

 

-         No sabia que color pedir, así que elegí una negra.

-         Paul...

 

Abrí la caja y la vi en todo su esplendor. Sin ningún rasguño.

 

-         Supe que se te había roto la otra con tus ataques de furia. Espero que la cuides que era un poco cara - índico entre broma y orden.

-         ¿Cómo lo pagaste?

-         Eso no importa.

-         Paul

-         Mis ahorros.

 

Me tire el pelo para atrás  y cerré la caja.

 

-         No, no lo acepto. Vamos a devolverla.

-         ¿No te gusta?

-         No, Paul. Quiero decir,, me gusta... ¡es hermosa! Pero son tus ahorros. Es plata que debes gastarla en ti.

-         Pero yo quiero gastarla en ti.

 

Negué con la cabeza.

 

-         Hay que devolverla.

-         No se puede - apunto.

-         ¿Qué?

-         No se puede. Rompí la boleta.

 

Lo mire con los ojos enormes.

 

-         Ian, por favor.

-         Pero... - me hizo un puchero - Bueno.

-         ¿Si? ¡Wiii!

 

Sonreí... Genial, ahora tengo guitarra.  La abrí y empecé a tocar algo improvisado. La afine y cante algo.

Mire a mi pareja y me lleve una grata sorpresa.

 

-         Es el momento más feliz de mi vida.

-         ¿Si?

-         Si... estar con alguien que amo, tener una guitarra... verte con un perro en tus brazos y totalmente desnudo. Me excita.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Comenten lo bueno y lo malo, por favor. El lemon tambien es importante. Ya que era una practica para mi otro fanfic "Neblina" 

 

Muchas gracias. Espero que les haya gustado.

 

                           HW.


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