"Y al final, todos éramos sólo seres humanos... ebrios en la idea de que el amor, sólo el amor, podía sanar nuestras rupturas."
(F. Scott Fitzgerald)
Drabble VIII: Corazones rojos
Sasuke exhaló una respiración pesada. Se aferró a su pierna con un agarre apretado besando el costado de su rodilla, rastrillando los dientes en el punto sensible detrás de ella, sonriendo complacido con el gemido impaciente que lo siguió. Su otra pierna la mantenía extendida en el colchón, sujetándola por el muslo con la otra mano mientras mantenía un ritmo constante.
Gaara buscaba algo a lo que aferrarse. Sus manos se retorcieron en las sábanas deshechas bajo su cuerpo y las empuñó con fuerza. Podía sentir la construcción deliciosa del orgasmo en el vientre, sus músculos tensándose con cada nuevo empuje de Sasuke, pero no era suficiente. Se sentía a carne viva. Desnudo de una forma que nunca había estado. Entregándose no sólo en cuerpo, si no en algo más. Algo profundo que se iba abriendo camino en su interior y derrumbaba todas sus defensas.
Y no se trata de la polla de Sasuke.
Otro empuje y quería gritar. El ritmo era ligero y Sasuke repartía besos mariposa en la pierna que sostenía sobre su hombro. Nunca despegando la mirada de su rostro.
Era una mirada oscura, hambrienta de algo que temía reconocer. Podía ver que lo estudiaba con atención. Una sonrisa de comemierda deslizándose en sus labios mordidos primas cuando un determinado empuje golpeó ese manojo de nervios que lo tenía jadeando y pidiendo por más, más, más.
Un nuevo movimiento de caderas que dio en ese mismo lugar y las sábanas ya no eran suficientes para mantenerlo a tierra. Podía sentirse cada vez más cerca. El ritmo nunca acelerando, sino un constante vaivén que lo hacía arquearse en la cama, buscando a ciegas un brazo, una mano, algo a lo que aferrarse porque se sentía a la deriva. Sasuke va a ser su maldita muerte, está seguro.
La presión de una mano en su cadera lo mantiene estable de enloquecer, dándole una caricia suave con el pulgar en el hueso sobresaliente ahí. Y se sentía íntimo de una manera que no estaba acostumbrado.
Sasuke dejó caer su pierna del hombro y se inclinó sobre su cuerpo, apoyando los brazos a cada lado de su cabeza. Pegó su nariz a su mejilla enrojecida sin dejar de exhalar respiraciones rápidas.
Se sentía al límite. Su propia polla se encontraba olvidada entre sus cuerpos, pesada y encorvada hacia su vientre. El prepucio estaba retraído hacia atrás y la punta de su glande quedaba a la vista roja y resbaladiza, rezumando líquido pre-seminal de la hendidura que formaba un pequeño lío de humedad en su estómago.
La prensa suave de los labios de Sasuke en su barbilla lo sacó del aturdimiento. Ese era un acto de afecto que calentaba algo en su pecho. Un sentimiento sepultado debajo de años y años de indiferencia familiar y descuidos amorosos.
Sin embargo, esto se siente especial. Diferente.
El agarre suelto de Sasuke alrededor de la base de su pene lo tiene alzando las caderas y gimoteando por su tacto. Lo quiere más apretado, jalando de su polla con descuido y rápido, rápido, rápido. Por el amor de dios, él sólo quiere venir.
Pero Sasuke se mantiene bombeándolo flojamente. Con los dedos expertos aprieta con ligereza el tronco en cada subida, dándole golpecitos luz en la cabeza expuesta que lo tienen boqueando por la sensación de ahogamiento. Cuando está cerca del glande se encarga de esparcir el líquido con el pulgar, y el sonido de golpeteo húmedo resuena en la habitación.
Puede sentir la polla de Sasuke encontrar ese lugar de nuevo y puede jurar que no lo resistirá. Es demasiado. Muchas emociones revoloteando en su pecho y el beso en su nariz lo hace casi reír, pero la sonrisa se extiende en sus labios y sabe que está jodido. Literal y metafóricamente.
Un nuevo empuje. La muñeca de Sasuke se tuerce casi en la punta, haciéndole ver luces de colores tras los párpados cerrados y se ha ido. Sasuke ordeña su orgasmo sin perder el ritmo, su semen manchando los largos dedos que no dejan de moverse hasta que involuntariamente se aleja de su toque por la hipersensibilidad.
Sasuke da dos, tres empujes más antes sacar su polla de su agujero, retirando el condón y tirándolo al suelo. Se masturba enfurecido sobre su vientre, donde el resto de su semen salpicado se encuentra secándose, y después de unos cuantos bombeos más se corre sobre él, con un jadeo fuerte y respiraciones quedas.
Luego se deja caer a su lado y toma su mano, entrelazando sus dedos. Y este nuevo sentimiento que florece se siente como estar en casa.