“La esperanza es el peor de los males, pues prolonga el tormento del hombre…”
(Friedrich Nietzsche)
Drabble II: Persistencia
Miré mi rostro en el reflejo del espejo frente a mí, conté como mil veces todos los golpes, cardenales y cicatrices que cursaban mi cara casi deformándola, miré mis ojos oscuros lleno de resentimientos y malos recuerdos que transcurrían uno tras otro torturando mi frágil mente. Miré mis puños cerrados y mis nudillos blancos por la fuerza utilizada, al recordar tus labios entre los labios de otro más y tus ojos adoloridos con tan sólo ver como le daba vuelta el rostro de un puñetazo, y fue ahí, cuando me di cuenta de la oscuridad que embargaba a mi cuarto.
Me senté como muerto, ya te habías ido, el espacio de tu ropa en el armario junto a la mía aún no la acomodaba desde que te marchaste. Tu presencia todavía rondaba, lo sentía en el aire, tu olor, el de tu Shampoo, tu perfume que siempre me escocía la nariz y que ahora, en este preciso momento, muero por oler. Pero aún espero.
¿Qué que espero?
Pues no sé con exactitud, pero me hayo sentado en el suelo de la que era nuestra habitación, en penumbras enterrando mis manos en mis piernas recordando cuando gritabas que me amabas con esa voz orgásmica y yo te jodía hasta el fondo creyendo que permanecerías siempre a mi lado. Ilusiones.
Grité con furia golpeando mis piernas una y otra y otra vez. Te llamé, te llamé varias veces a la que es ahora tu nuevo número telefónico y en una ocasión, no sé si por descuido o crueldad, se descolgó el teléfono y pude oírlo todo. Tus gemidos y jadeos, le pedías más y gritabas para que no se detuviera, lo llamabas: >I-Itachi…Ahh… A-ah… M-motto… Ahh…round.
Miro a la nada y las traicioneras lágrimas surcan mi rostro golpeado, escucho la puerta principal y tu voz diciendo que llegaste, limpio mi llanto con rapidez. Me levanto apresurado, saliendo de mi cuarto y corriendo por el pasillo hasta la sala de estar, donde al entrar expreso emocionado: >Bienvenido, Gaa…
Me apresuro a la puerta, la abro y veo si hay alguien afuera: nada.
Sonrío con pena. ¿A esto se le llama perder la cordura? Cerré nuevamente la puerta y me tiré en el sofá que tú elegiste, captando todo el aroma que desprendía a ti.
Las imágenes y recuerdos me azotan sin piedad y tú en brazos del bastardo de mi hermano es la peor cuchilla que jamás me pudiste clavar, hasta ese día.
Clavé mis dedos en la suave tela del sofá mientras mis ojos se van cerrando lentamente.
>-Si salgo por esa puerta ten por seguro que no me volverás a ver ni tocar, Uchiha…- Decía una voz más que molesta.
-Si quieres irte, vete. Lánzate en los brazos del primer bastardo que te quiera como su perra… Sé que volverás a mí luego de abrirle las piernas…- Contestó el de cabellos ébano, ignorando que era exactamente lo que iba a hacer el pelirrojo.
-Bien, espero que disfrutes tu soledad, Uchiha…<
Una vez escuché decir a alguien que la esperanza es lo último que se pierde, no estoy de acuerdo con esa expresión, ya que hasta cuando duermo me encuentro esperanzado y la esperanza me está matando como yo maté lo nuestro… Gaara…
Fin