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"Maldiciones" por Natrium

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Notas del fanfic:

Bueno, escribí esto para participar en un juego en un taller literario. Está basado en un fic que estoy escribiendo y que espero subir despues. Asi que si le gusta esto, lean proximamente:  "Falcon el Maldito"

Si son tan amables ¿me colaboran en mi trabajo final de estadística?

Respondan:

1- ¿Cuantos fics mas o menos lees por año en este foro o en otros similares?

2 - ¿Cuantos publicas? si solo lees, pones O.

3 - ¿cómo valoras en general el material que lees en este foro u otros similares?

elige: muy bueno,Bueno, regular, malo, muy malo.

¡Gracias! sé que van a colaborarme!!!!!!!

Notas del capitulo:

Respondan mi encuestita porfa!!

Maldiciones


Desde lejos podía verse el humo del incendio. La aldea había sido completamente arrasada. Sólo el templo, permanecía parcialmente en pie. Adentro Kalim, el joven sacerdote arrodillado en el suelo protegía con su cuerpo los objetos sagrados que representaban la fe de su gente.


Los invasores voltearon la puerta y pasaron .No veían  allí sacerdote n i templo. Sino hechicero y antro pagano de adoración. Eran más altos y más fuertes que la gente de la aldea, y vestían armaduras y otras piezas de metal sobre la ropa.


Revisaron todo. Comprendieron, decepcionados, que no había oro ni riquezas.


- Son adoradores de las plantas, de la tierra, qué esperabas. - dijo uno a su acompañante.


Este escupió al suelo y siguió rondando por allí.


Pasaban alrededor de Kalim como si no lo vieran .Él se aferró en silencio al cofre que contenía las reliquias.


Inesperadamente uno de los soldados lo tomó del pelo y lo arrastró hacia él. Lo sujetó firmemente mientras el otro abría el baúl de una patada.


Kalim vio con horror cómo caían al suelo las ofrendas sagradas: rocas de colores y cortezas con virtudes  muy especiales.


El hombre que lo sostenía rió a carcajadas.


- Te lo dije, es todo basura. No hay nada aquí.


El otro bufó contrariado y puso los ojos en Kalim. Levantó una ceja y miró a su compañero. Este aferró con un poco más de fuerza al muchacho y respondió:


- Si, creo que es lo único que vale la pena.


Soltó al sacerdote y los dos salieron.


Kalim quedó solo dentro del templo. Escuchaba a los  invasores rondando afuera, muy cerca. Estaban apostados en la entrada. Se apresuró a levantar del suelo las reliquias que tenía cerca y a guardarlas en el baúl de nuevo.


Una sombra obstruyó la puerta. Kalim levantó la cabeza.


Los dos hombres estaban de regreso y con ellos venía otro mas alto y muy extraño…Por las insignias en su armadura debía ser un jefe…un capitán…su pelo rubio claro tenía algunas hebras grises, aunque él era joven y los ojos….¿eran amarillos?


Kalim se quedó paralizado por el miedo, mirando. Cuando fue consciente de que los hombres se estaban aproximando a él abrazó el cofre del templo. No permitiría que volvieran a mancillar las reliquias.


Pero no era ese pequeño tesoro el que interesaba a estos hombres.


- ¿Qué opina, señor Falcon?


El aludido, el de los ojos amarillos posó una mirada fría en Kalim y luego en el cofre que sostenía.


- ¿Qué hay allí? - preguntó. Su voz retumbó grave entre los muros.


- Nada, basura. Ya sabe que estos pueblos practican la brujería con plantas y rocas, mi señor.


Falcon dejó ver una sonrisa blanca, helada, como la luna en invierno.


- Entonces hagámoslo ya. Y vámonos.


- si, señor.


Uno de los soldados se inclinó y tomó por los brazos a Kalim tironeando para levantarlo. El chico se agarraba al baúl pensando que era ese el objetivo de los hombres, no se imaginaba lo que estaba a punto de pasarle.


No había soltado el cofre, pero cuando el otro soldado lo arrastró de las piernas tuvo que hacerlo.


Lo acostaron sobre la piedra que servía de altar, se retorcía pero era delgado y no tenía fuerzas suficientes para liberarse. Además la posición, con un hombre sujetándole los brazos arriba y atrás y el otro sosteniéndole las piernas con firmeza tampoco ayudaba. Pronto Falcon estuvo medio encima de él y se hizo cargo de sostenerle una pierna levantada. Con una indiferencia extrema se desabrochó el cinturón  y terminó la tarea. Él y sus hombres habían saqueado y destruido todas las aldeas paganas en aquel territorio al pie de la cordillera Lila. Sacerdotes y sacerdotisas o hechiceros y brujas, según como se viera, habían sido violados sobre sus altares o lugares sagrados. Como suprema ofensa a sus dioses.


Kalim sintió las manos del capitán tocándole las piernas y luego dolor… insoportable. Sonó a desgarro. Ropa y piel. Olió a tierra, y a sangre. Supo a rabia, miedo,  impotencia. Hizo un supremo esfuerzo para no gritar, no iba a darles ese gusto. Se le escaparon unas lágrimas, eso no pudo evitarlo. Rogó a sus diosas no estar sangrando demasiado.


Después del ultraje permaneció en el suelo hecho un ovillo. El que lo había hecho lo tironeó del pelo hasta ponerlo de pie. Los otros soldados estaban saliendo.


- Adelántense - dijo el capitán.


- Si señor - le respondieron.


Falcon contempló de pies a cabeza al joven que había poseído. Tal vez le cortaría el cuello después, siempre asesinaba a sus víctimas. Por el momento, para este muchachito, tenía otros planes.


Lo arrastró afuera siempre tomándolo del pelo. Las gentes de esa tierra lo llevaban largo. El chico caminó dócil, parecía estar en shock todavía…Le amarró las manos, lo levantó y lo ubicó en su caballo que era enorme y también tenía los ojos amarillos. Él montó detrás.


Guió al caballo como un buen jinete, ascendiendo con presteza  la escarpada cordillera a lo largo de la cual marchaba su ejército, dejándolo atrás.


Kalim, asustado y dolorido apenas podía creer lo que le había pasado ¡y lo que le estaba pasando! Su preocupación aumentó cuando vio que subían a aquellos montes que su gente consideraba prohibidos.


Alcanzaron la cima al anochecer.


Falcon hizo una fogata y compartió su alimento con el cautivo, que permanecía silencioso. Más tarde tendió unas pieles en el suelo y sobre ellas volvió a tomar al muchacho. Esta vez intentó tener algo de cuidado, ahora podía ser suave, hacerlo despacio, disfrutarlo, que al chico no le doliera. Delante  de sus hombres tenía que hacerlo, rápida y rutinariamente. Aun así, había una nota sádica en todo aquello, porque  el joven, amarrado, no tenía más opción que acceder a su deseo.


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Kalim permanecía callado. Veía brillar las estrellas sobre él. A su lado, esa bestia de ojos amarillos dormía sin preocuparse de nada.


Kalim pensaba en lo grave de su situación. Miró de reojo al soldado dormido y pensó en su gente asesinada…él por lo menos estaba vivo. Debía ser fuerte, ya encontraría la manera de escapar. Respiró hondo y suspiró.


En eso le pareció notar un leve resplandor a su alrededor. Parpadeó y distinguió entre las sombras a alguien vestido a la usanza de su pueblo.


Era un anciano. Sonrió amablemente y comenzó a acercarse. Cuando estuvo a su lado dijo sin palabras - Hijo mío, soy tu ancestro y no voy a abandonarte en semejante dificultad. Tus antepasados estamos aquí para liberarte.


Sólo entonces Kalim notó que había un círculo de ancianos (¿eran fantasmas de antiguos sacerdotes?)a su alrededor. Las ligaduras de sus manos se soltaron solas y  el espíritu que estaba cerca de él le entregó una daga filosa, brillante.


- Acaba con la vida de este salvaje que ha insultado a tantos pueblos y a tantos hombres con sus actos impíos. - le fue dicho.


Kalim tomó el arma y miró a su captor. Nunca había matado, pero supo que podría hacerlo. Si. Vengar la afrenta. No sería un crimen, sería justicia.


Luego podría regresar a su poblado, socorrer a los sobrevivientes, rehacer su vida…


- No, hijo mío - dijo la voz del anciano en su cabeza con más dulzura que antes. - Eso que deseas ya no podrá ser. Tu cuerpo ha sido mancillado. Igual que tu templo. Tu deber como sacerdote es quitarte la vida luego de exterminar a este hereje…Y lo harás. Porque eres un hombre de bien…. Si las fuerzas te abandonan, yo mismo te ayudaré con eso.


Kalim asintió y guardó la daga entre sus ropas destrozadas.


- Una cosa más - dijo el fantasma - sobre este hombre de ojos amarillos, pesa una maldición. Así que ni una gota de su sangre infame debe caer en la tierra. Si eso pasara, nuestra simiente, nuestras raíces, serán contaminadas y desaparecerán para siempre. Por eso, procura apuñalarlo sobre esas pieles en las que duerme.


Kalim asintió otra vez. A su lado, Falcon se movió. Los ancianos desaparecieron.


- ¿Podrían los fantasmas oír sus pensamientos? - se preguntó Kalim. Se inclinó sobre Falcon y susurró - guerrero… - su pelo largo cayó sobre el rostro del soldado y este despertó.


- ¿Qué quieres? - preguntó y viendo al muchacho tan cerca lo abrazó con lujuria.


 - ¿Es cierto que estás maldito? - preguntó Kalim.


Falcon se sorprendió un poco. ¿Cómo lo sabía? ¿Cómo se había desatado? Luego con una sonrisa maligna dijo:


-Es cierto .Por eso tengo los ojos amarillos. ¡Ah! Veo que de verdad eres brujo.


- Sacerdote.


- Lo que sea. - Falcon quiso estrechar el abrazo pero Kalim no lo dejó,  se apartó, clavó en él sus ojos negros y lo miró muy serio.


Falcon se felicitó por no haberle rebanado el cuello. El chico se veía soberbio así, enojado, a la luz de las estrellas y esas piernas tan largas… tuvo ganas de arrojarse sobre él.


- Puedo quitarte esa maldición que tienes, guerrero, pero sólo si prometes ayudarme - a Kalim le pareció percibir un rumor en la vegetación circundante  cuando pronunció estas palabras.


- ¿Quitarme la maldición? ¿Y mis ojos dejarían de ser amarillos?


Kalim afirmó con un movimiento de cabeza.


- Mm… escucho tu propuesta, hechicero .Siempre y cuando…


- Sacerdote.


- Lo que sea. Siempre y cuando me dejes tocarte después.


Kalim no hizo caso del incómodo pedido y miró alrededor, como temiendo que algo saliera de la oscuridad.


Falcon se puso nervioso, aunque no solía tener miedo a nada. También miró y escuchó. Nada anormal. Eran gente extraña estos brujos, pensó.


- Necesito unas gotas de tu sangre - dijo Kalim enseñándole la daga que llevaba oculta. Y le pareció que toda la montaña se estremecía bajo sus pies.


- ¿De ´donde diablos sacaste eso?


Kalim sonrió. A juzgar por la cara de asombro, aquel hombre comenzaba a respetarlo.


Falcon le quitó el arma y se abrió con ella un buen tajo en el antebrazo. ¿Qué podía perder?


La sangre chorreó oscura, al suelo. Falcon miró al brujo intrigado - ¿Y ? - dijo.


Kalim iba a hablar cuando escucharon algo como un trueno. La tierra se sacudió y el joven sacerdote pudo ver a los espíritus de los ancianos elevarse y  mirarlo con odio un segundo antes de desintegrarse en el aire.


Falcon no vio nada. No lo asustaban los terremotos, tampoco, aunque este había sido muy extraño…. Así que sólo se quedó ahí dejando correr su sangre hasta que todo volvió a la normalidad.


-  Ya está - dijo Kalim, preguntándose si no acababa de cometer el peor error de su vida. - Tú me has liberado de mi maldición, ahora soy libre para ayudarte. Llévame hasta algún lugar en el que pueda vivir en paz. Ahí yo te quitaré la tuya.


Falcon contempló su herida ya casi cerrada y aceptó el trato.


Nunca comprendió del todo lo que había pasado esa noche.


 - Gente extraña, estos brujos - repitió para sí.


Mientras cabalgaban, Kalim pensaba en lo que había hecho. Había dado la espalda a su gente, y con ayuda de su enemigo… ¿se podía caer más bajo? Ya qué más daba.


Cuando el espíritu del ancestro le comunicó que debía morir, algo se agitó dentro de Kalim ¿acaso  tenía la culpa de lo que le había pasado? ¿de que destruyeran la aldea, de que lo hubiesen violado? Ni siquiera había elegido ser sacerdote. No. Lo hizo una ignota estrella ubicándose vaya a saber donde el día de su nacimiento… ¿qué era esa historia de que debía matarse luego de vengar la afrenta? ¿Estaba mal querer seguir viviendo? ¿Querer seguir adelante a pesar de lo que había pasado, a pesar de lo que pensaran sus mayores? ¿A pesar de que su pueblo ya no existiera?


Kalim pensaba que no. Y entonces tomó su decisión Tal vez la primera que tomaba en su vida: viviría. Y si el único medio de salvación era Falcon, aquel que había causado su desgracia…pues lo usaría.


Ya vería más adelante cómo se libraba de él


Dio un último vistazo a la tierra que había sido su patria. Tal vez ahora él estaba maldito como Falcon. Tal vez los ojos se le volverían amarillos. No importaba. De ahora en más cualquier maldición, cualquier desgracia que cayera sobre él, sería porque se la había buscado.


Y también las cosas buenas. - Suspiró -  Seguro que también vendrían cosas buenas. Él se encargaría de eso. Se sintió satisfecho.


Las luces se extinguieron. El sol había terminado de hundirse detrás de las montañas. Los envolvió como un manto la noche.


Fin.


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