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MUERTE EN ATENAS por Dionysios

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Notas del capitulo:

Glosario:

 

Mashang you ren lai jie wo: en un rato vienen por mí.

 

PAME: sindicato de trabajadores griegos, de corte comunista.

 

Junta: el gobierno de facto de la dictadura de los coroneles.

 

Touché: término usado en esgrima, y significa "tocado".

 

 

 

1.

 

El escritorio es ovalado, y debe medir aproximadamente tres metros de longitud. Es una oficina gigantesca, moderna  y lujosa, que contrasta notoriamente con el resto de la Jefatura de Atenas. En medio de la mesa, una pila de papeles de aspecto confidencial, y una bandera griega, son los únicos objetos que cortan lo inmaculado de la superficie.

Detrás del escritorio, empequeñecido por las dimensiones de la sala, Shaka Indira, el Director Nacional de Seguridad, clava un par de penetrantes ojos azules en sus subordinados.

- No sólo me ha tocado como teniente el cretino más grande de Grecia - dice, con una voz que vibra de furia contenida-, sino que ahora nos dedicamos a importar cretinos de Londres. 

Radamanthys da  un paso al frente.

-  Si lo deseas puedes pedir mi pase ahora mismo. No tengo objeción alguna a abandonar el país.

Kanon contiene un respingo. Él sí tiene objeciones. Más de las que puede contar.

Shaka sonríe sin humor.

-  ¿Tienes idea de quién acaba de abandonar este despacho?

El inglés resopla.

-  Por tu humor, diría que el ministro en persona.

- Exacto, el ministro. Me echó la bronca porque retuvieron al hijo de uno de sus mejores amigos, en contra de la ley...

-  Figueiras no es su mejor amigo -escupe Kanon, molesto-, es su mayor contribuyente. El tipo ha sido reelecto sobre los euros con que el brasileño aderezó su campaña.

Las chispas que echan los ojos de Shaka rivalizan con los destellos dorados de una melena larga, impresionante, que le llega a la cintura.

-  No  te corresponde a tí opinar sobre ello.

-  Si nos castigas - interviene Radamanthys-, vas a apartar a dos hombres del caso de su bonita esposa despanzurrada como un pollo relleno. Imagino que Figueiras quiere saber quien lo dejó viudo... aunque tal vez me equivoque...

-  Se lo preguntaremos cuando se dignen encontrarlo. Les recuerdo que en lugar de seguirlo estaban perdiendo el tiempo con su hijo - los ojos de Shaka se clavan en los de Kanon-. Tengo entendido que es un chico muy guapo.

-  ¿Qué demonios quieres decir con eso?

-  Sólo que te cuides, teniente. Hay varios chicos aquí dentro que mueren por ascender. Y han puesto en la mira tu condición de homosexual. Si te va mal en este caso, puedes comenzar a despedirte de tus privilegios.

-  ¿Te refieres al café frío y los croissants de la semana pasada con hongos bajo el celofán?

Shaka esboza una sonrisa casi maliciosa.

-  Me refiero al privilegio de ver mi bella cara todos los días, mamón. O los músculos de tu amiguito inglés. Y si sigues jugando a la lengua filosa, vas a terminar tus días patrullando con Dohko. O peor, con una mujer. Y a ver si arruinas tu sueño y la palmas al lado de un coño, en lugar de una buena polla de cuarenta y cinco centímetros.

Shaka se ríe por unos segundos. Radamanthys se vuelve a su amigo, cuyo rostro, usualmente pálido, ha tomado un color rojizo. Antes de abrir la boca para intervenir, tiene tiempo de pensar que Kanon se ve impresionantemente apuesto. Sus ojos verdes están mas rasgados que nunca debido a la indignación, sus labios gruesos se curvan en una mueca amarga, y su despeinado cabello azul cae como una cascada rebelde sobre su rostro y sus hombros.

-  Hemos logrado que el mocoso confesara que Anastassakis y su madre eran amantes - dice, luego de carraspear para alejar las fantasías de su cabeza.

Pero Shaka no parece impresionado en absoluto.

-  ¿Ah, si? Pues necesito mucho más. Tengo una arpía ahí afuera, que jura que es la abogada de Aioria Figueiras, y que está dispuesta a gritar a los cuatro vientos que ustedes torturaron al chico y le arrancaron cualquier cosa, como en la época de la Inquisición. Y la hija de puta está tan buena, que hará que a cualquier juez se le caigan las medias y se cargue sus infructuosas carreras. ¿Me entienden? Este mundo es así: un buen culo, y la ley pasa a segundo plano. Conozco esas busconas. Con tal de ganar un caso, no dudarían en chupársela hasta al viejo que limpia el estrado de la corte.

-  Figueiras sigue siendo sospechoso, y su esposa está muerta. Es la ley la que dice que interroguemos al entorno.

-  Cuando encerraron al chico, se trataba de una pelea doméstica. Ni siquiera se presentaron cargos. Y no pueden mantener a los testigos sin acceso a su medicación.

-  ¿Qué medicación? El chico sólo quería colocarse. Probablemente andaba con uno de esos supositorios con medio quilo de caballo en el culo, como los contrabandistas...

Shaka se rasca la frente y frunce el ceño, como si estuviera hablando con un retardado.

-  El chico está limpio. Tu hermano lo valoró.

-  ¿Saga?

-  ¿Tienes otro hermano, acaso? - Shaka le arroja a la cara los papeles que estaban sobre el escritorio.

-  ¿Cuándo podemos interrogarlo de nuevo?

-  No pueden. Lee el informe. El mocoso estará internado como dos semanas. Su condición, tanto física como psicológica, ha empeorado. Si quieren hablar, sólo podrán hacerlo con su abogada. O esperar.

-  ¿Podemos buscar a Figueiras, al menos?

-  Claro que sí. Es la prioridad. Me traen al señor Samba a jefatura lo antes posible, y todos contentos.

Shaka baja los ojos. No queda más que la bandera griega sobre el escritorio, pero es la señal para que se retiren.

 

2.

 

La chica es, de veras, preciosa. Tiene el cabello rojo, corto, cuerpo musculoso y un cierto aire masculino que, a ojos de Radamanthys, le sienta de maravilla. El inglés, que no le ha quitado la vista de encima, intenta domar su desprolijo cabello rubio pasando las manos por encima una y otra vez.  Kanon, furioso,  siente que poco a poco le dan ganas de renunciar a todo lo que tenga que ver con el departamento.

-  Disculpe, señor Wyvern...

-  Por favor, Marin, llámame Radamanthys - interrumpe el oficial, con voz seductora.

- Radamanthys, entonces... Mira, no entiendo la insistencia con  mi cliente en todo este asunto. Él no es sospechoso, ¿verdad? En el momento del crimen, estaba en una sus salas de tortura, agonizando mientras le pisoteaban sus derechos uno por uno.

-  No cuando mataron a Anastassakis - por el contrario, la voz de Kanon suena espantosamente fría.

-  ¿Conoce los derechos constitucionales en Grecia, teniente Thematos, o acaso cree que vivimos aún bajo la Junta?

-  Supongo que al chico le interesará que resolvamos quien descuartizó a su madre, ¿no? Tal vez sea su derecho permanecer calladito, pero apuesto que va a colaborar espontáneamente.

-  Sea lo que sea que mi cliente decida, no podrá hacerlo hasta dentro de dos semanas. Su condición no es óptima, ¿sabe? La medicación no puede ser suministrada según el capricho de policías sádicos.

-  Hagamos algo - Radamanthys le entrega una tarjeta a la abogada, con una sonrisa luminosa-  Cuando Aioria despierte, o se mejore, llámame. Ahí decidiremos qué hacer.

Ella devuelve la sonrisa y se da media vuelta para irse. Cuando está por atravesar la puerta, Kanon ladra:

-  Doctora Iseda...

- ¿Si?

-  La clínica donde está internado su cliente, ¿es segura?

-  ¿Por qué lo dice?

-  En caso de que al asesino se le ocurra descuartizar a la familia, miembro por miembro...

Ella palidece, y traga saliva, como si la idea no se le hubiera cruzado nunca por la cabeza.

-  ¿Usted cree...? - la voz se le corta.

-  Yo no creo ni dejo de creer nada, pero si quiere protección, le sugiero que la solicite antes de volver a esa clínica, a cambiar los pañales de su cliente.

 

3.

 

El hombre está sentado en la silla de Kanon. Es menudo, pero de aspecto ágil. Tiene ojos inteligentes, que escanean todo el entorno con pericia y rapidez.

-  Lárgate de mi lugar - dice Kanon, con aspereza.

Mashang you ren lai jie wo - contesta él, con una sonrisa.

-  Métete el chino en el culo, cabrón. Estamos en Grecia.

-  Lo bien que harías en aprender chino. Ahora es la segunda potencia mundial.

-  ¿Y qué mierda haces aquí, entonces, Dohko, además de romper soberanamente mis pelotas griegas? Si aquello es el paraíso, deberías volverte. No creo que te falte trabajo. Siempre puedes llevarles comida a los premios Nobel que mantienen en la  cárcel.

Radamanthys le ofrece una silla al hombrecito, que le da las gracias con una pequeña sonrisa.

-  Deberías venir conmigo.

-  ¿A China? Las mujeres ni siquiera tienen culo.

Dohko  lanza una carcajada.

-  ¿Desde cuando te interesan las mujeres, Kanon?

-  Tú sabes algo, ¿no es verdad? - interrumpe el inglés.

-  Veo que eres el inteligente del par - Dohko se pasa una mano por el cabello desordenado y sucio, y se rasca la mandíbula áspera de barba bastante crecida. Luego clava sus ojos oscuros en Kanon, otra vez-  ¿Por qué discriminas a los chinos y a los ingleses no? Yo también soy guapo y tengo buen cuerpo.

-  ¿Qué mierda quieres, pedazo de cabrón? ¡No estoy de humor para aguantarte!

-  Ya te lo he dicho, quiero que vengas conmigo.

-  ¿A dónde? ¿A que te pongan siliconas en el culo?

-  Puedo asegurarte que esto va a interesarte. Y te recomiendo cerrar la boca y venir muy calladito, porque vas a querer verlo antes que cualquier otro.

Hay algo en la mirada de Dohko. Algo imposible de describir, pero que despierta toda la intuición de Thematos y Wyvern al instante. Ese hombrecito puede ser un grano en el culo cuando quiere, pero lo que sea que tiene para mostrarles es importante.

-  ¿A dónde vamos? - dice el teniente.

Dohko sonríe.

-  A Kifisiá -luego se vuelve y menea el culo-. Y no necesito siliconas ¿Lo ves?

 

El edificio en la avenida Skopelu es imponente, aunque sobrio. Por más que se adivina que allí no vive nadie de clase trabajadora, no tiene el lujo de las construcciones de los nuevos ricos inventados por la burbuja del ingreso a la Comunidad Europea.

Dohko se apea del Lada -tan minúsculo como él-  con parsimonia, y se sienta sobre la cajuela. Espera pacientemente a que sus compañeros logren contorsionarse fuera de esa prisión de acero.

-  Mierda, envidio a las sardinas... Ellas son enlatadas con más comodidad que esto - resopla Radamanthys, con la camisa pegada al torso a causa del sudor. Kanon, igual de transpirado, mira las ventanas oscuras del edificio.

- Es una de las propiedades de Figueiras, ¿verdad?

-  Aquí vive su chico.

-  El drogata vive en Glifada, prendido a la falda de su madre...

-  Te equivocas. El ex drogata vive aquí.

Kanon se vuelve a él, interesado.

-  ¿Y tú cómo lo sabes? ¿Lo conociste en un bar gay y te lo trajiste aquí para follártelo?

-  A veces eres más intuitivo de lo que crees, Kanon. Lo conocimos en el bar gay, sólo que era el chico que se ligó a mi sospechoso. Los seguimos hasta aquí. No reparamos en nada extraño, pensamos que era sólo un polvo de una noche, pero hace tres días el tipo empezó a merodear la zona, y pensamos que tal vez había algo que se nos había escapado.

-  ¿Lo había?

Dohko les obsequia una sonrisa misteriosa.

-  Podríamos decir que sí. Por aquí, caballeros.

Dohko los conduce por la escalera, hacia abajo. En el sótano del edificio hay una serie de cubículos que apestan a humedad, con rótulos de peligro de electrocución pegados en cada puerta. En uno de ellos hay otro oficial chino de guardia. El joven, pálido como un papel, está sentado en el suelo. A su lado hay un charco enorme de vómito.

- Lo siento - dice.

El olor acre del vómito no tapa uno leve, a descomposición, que sale del interior del cubículo.

Antes de girar la manija de la puerta, Dohko se vuelve a sus colegas.

-  Debo advertirles que no es agradable.

Kanon, harto, lo empuja y abre la puerta. Inmediatamente se queda paralizado. Horas más tarde, solo en su cama, se dedicaría a pensar si alguna vez había visto algo más horrible. Y concluiría que no.

-  ¡Dioses! - exhala, con un hilo de voz.

Radamanthys lo aparta hacia un costado, y se queda de piedra.

El cubículo debe tener alrededor de seis metros cuadrados.  Las paredes están salpicadas de sangre, como si algún loco la hubiera arrojado allí a baldazos. Cerca del techo, hay unos alambres entrecruzados, muy gruesos, que forman parte de la red de tensión eléctrica del edificio y de los cuales cuelgan pedazos de un cuerpo humano, como si fuera una clase absurda de pesadilla. Cerca de Kanon hay un pie, sostenido por un gancho de carnicero en forma de S. A su lado, se balancea un antebrazo, cercenado de forma torpe, con la carne hendida y serrada, como si la hubieran cortado con un instrumento muy poco afilado. Más allá, un muslo, poderoso y enorme, y un antebrazo casi tan grueso  como la cintura del chino. En el piso, exactamente en medio de la estancia, sobre un generador de emergencia, el torso, gigantesco, y la cabeza.

El cadáver de Aldebarán Figueiras tiene la boca  y los ojos desmesuradamente abiertos, como si se horrorizara de su propio final. El olor a sangre es tan intenso, que Kanon se tambalea y tiene que sostenerse de la pared para no caer al suelo. Se vuelve y sale de la habitación; y ni siquiera se molesta cuando Dohko lo sostiene del antebrazo los segundos que le toma verificar que se encuentra bien.

Radamanthys cierra los ojos, se vuelve y pregunta, con una voz que se ha vuelto pastosa por la impresión.

-  ¿Quién más sabe de esto?

Dohko señala al joven oficial con el mentón.

-  Sólo Shiryu y yo. Queríamos que lo vieran antes de dar el parte oficial. Es su caso, ¿no?

-  ¿Quién crees que pudo haberlo hecho? ¿Aioria?

-  Se  lo llevaron directo de la jefatura a la clínica. Su padre lleva apenas unas horas muerto. Es imposible -aclara radamanthys.

-  ¿Por qué lo dejarían aquí?

-  Lo único que se me ha ocurrido, es que alguien quería hacer lo mismo con el hijo, y tal vez dejarlos juntos --dice el chino.

-  Esto es una locura - Kanon se vuelve a Dohko-  ¿Cómo demonios encontraron este cuerpo?

-  Hace dos meses que estamos siguiendo al hijo de Figueiras - Dohko les hace un gesto, para alejarse de la boca horrenda de la puerta, por donde vislumbraban el brillo de los ojos del cadáver-. Los invito a un café, tenemos que hablar. Sin embargo, primero quiero que vean algo.

-  ¿Otra sorpresa, Dohko?

-  Nada como esto, afortunadamente.

 

La segunda planta del edificio, la residencia de Aioria Figueiras, es un departamento de dimensiones monumentales, amoblado con un gusto exquisito, limpio como una patena y sumido en un orden casi espeluznante.

Los tres policías se ponen los guantes reglamentarios y comienzan a  recorrer con lentitud las dependencias, corroborando que no hay nada fuera de lugar, ni que desentone.

-  De  veras parece de catálogo, ¿no?

- Ah - dice Dohko, con esa maldita sonrisa enigmática en los labios-, pero hemos seguido al hijo de Figueiras, y ha estado viviendo aquí por los últimos dos meses.

Radamanthys se rasca la cabeza, pensativo.

-  Los drogatas no pueden vivir en semejante orden. No es usual que lo hagan.

-  No es normal que lo hagan, más bien -luego se vuelve a Kanon- ¿Qué concluyes, pequeño Einstein?

- El mocoso no es el único que vive aquí...

- ¡Bravo! Una neurona más, y creo que igualas a mi gato... -el chino se dobla en dos, desternillado a causa de su propio chiste y Radamanthys lo agarra del cuello.

- Una palabra más en esa dirección, y te sacudo hasta que te vuelvas normal. ¿Entendiste?

Kanon, indiferente a  sus compañeros, sigue revisando los cajones de los cubiertos. Levanta los cuchillos y los observa con atención.

- ¿Con quién vive el chico Figueras?

Dohko inspira casi dolorosamente.

- No lo sé.

- ¿Lo estuviste siguiendo dos meses y no lo sabes?

- Muchachos -dice el chino, sentándose e invitándolos a hacer lo mismo-, la pura verdad es que la cagamos. Me refiero a Shion y yo.

Radamanthys se deja caer en otra silla.

- ¿Se te escapó el tipo que seguías?

- ¿Por qué no empiezas desde el principio? -Kanon enciende un cuchillo eléctrico, con la hoja oxidada, que hace que todos den un respingo.

- Deja eso, ya lo harán los chicos de la jefatura... -Dohko se pone muy serio. Su voz es tan oscura como sus ojos-. Hace tres meses, apareció muerta una prostituta, en el Pireo. Estaba atascada en uno de los ferrys, y el asunto hizo mucho ruido porque cuando los turistas pretendían embarcarse hacia las islas, el cadáver se desprendió y derivó justo bajo la escalerilla de acceso al barco... con un brazo estirado, como si estuviera increpándolos por divertirse mientras a ella se la comían los peces... La prostituta no era una prostituta, aunque oficialmente el caso aparezca como un ajuste de cuentas entre proxenetas. La chica es la hija de uno de los empresarios chinos que adquirieron las dársenas a la venta. ¿Recuerdas el escándalo?

Radamanthys niega con la cabeza, y Kanon le aclara:

- Es por la crisis. El gobierno vendió los derechos de medio puerto, y los griegos pusimos el grito en el cielo. Hasta Pericles decía que cuando se perdiera el Pireo, Atenas caería. Lo decía quinientos años antes de Cristo. Y este gobierno de mierda va y vende el puerto a los chinos. Ya te imaginarás las repercusiones patrióticas...

Dohko lanza una carcajada sonora.

- ¿Las repercusiones patrióticas? No te imaginaba tan ingenuo, Kanon. Las repercusiones son económicas, no patrióticas. Los sindicatos se ofuscaron porque la primera medida de China fue llenar un barco con dos mil ciudadanos y desembarcarlos en Grecia para ponerlos a trabajar en el puerto. Tus lindos compatriotas se cagan en Pericles y en la Grecia clásica. Lo que les preocupa es que China traiga mano de obra barata mientras ellos sufren  el paro más grande de la historia.

- ¿Tú formas parte de esa ola de chinos que nos invaden? -dice Kanon, con desprecio.

- Claro que sí... -contesta Dohko con expresión irónica-. Pero yo formo parte de los inmigrantes que los griegos sí aceptan, simplemente porque me los follo bien follados. Y si has leído la historia, sabrás que a los tuyos siempre les ha gustado que se las dieran por  el culo...

Radamanthys apoya los brazos en la mesa, con fuerza.

- ¿No tenemos un caso que resolver? -luego se vuelve a Dohko- ¿Quién vas a decirme que se cargó a la puta china? ¿El PAME?

- Se supone que alguno de los armadores que vieron sus negocios en peligro.

- ¿Figueiras? ¿Me estás diciendo que el brasileño se metió con la mafia china?

- No exactamente...

- ¿Quién era el que estabas siguiendo? ¿El que se ligó al hijo de Figueiras?

- Mu Anastassakis.

- ¿Anastassakis?

- El hijo de Mime.

Radamanthys sufre un respingo.

- ¿El hijo de Anastassakis se cepillaba al hijo de Figueiras?

- Con Shion pensamos que había sido un ligue casual, porque en ese club nocturno sólo va gente de la alta sociedad, y terminan follando todos con todos, pero algo que sucedió hace unos días, y lo de hoy, nos han hecho ver que hay mucho más...

Kanon sonríe.

- Han descubierto que no hay mafia china, ni nada. La cosa es entre griegos. Han hecho su trabajo para la mierda...

Dohko resopla, incómodo.

- Nuestros casos se han mezclado. Y no quiero ir con mis informes así como están, a Shaka. Nos molería a patadas en el culo. Lo mejor es trabajar juntos.

- Claro, ahora que  Shion y tu la han cagado ...

- Lo admito, Kanon. Admito que hicimos todo mal. Nos concentramos en el chico Anastassakis, lo perseguimos como enamorados, cuando el de cuidado era el otro. Y nos pasamos dos meses apostados en la puerta de este edificio, y nunca pudimos descubrir que vivía con alguien más. Recién hace una semana pudimos obtener la orden de allanamiento y nos dimos cuenta de que en lugar de tener los calzones cagados tirados por aquí y por allá, la heladera vacía y los platos sucios, el puto apartamento está que ni un quirófano...

- ¿Acaso estás diciendo que Aioria es el peligroso? -ladra Radamanthys- ¿Estás loco? El chico no puede tenerse ni en pie.

- Te digo que nos está engañando...

- Es imposible. Mi hermano lo valoró, Dohko. He leído su informe. El chico es un ex drogata de verdad. Es cierto que se desintoxicó en una clínica, pero va continuamente medicado hasta el cuello, con fármacos que le alteran la percepción de la realidad.

Dohko se frota la frente, con los ojos firmemente cerrados.

- ¡Mierda! Tengo una testigo que jura haber visto a Aioria merodeando el club de Anastassakis el día que se lo cargaron...

- Andaría tras la polla del hijo.

- Mu estaba en España. Tirándose a su novio oficial entre los azulejos de Granada.

- ¿Qué te dijo la testigo? ¿Un tipo alto, de cabello castaño y rizado? La mitad de los griegos son así. Hasta las putas estatuas del museo tienen la descripción de Aioria...

- La mujer lo señaló en una foto. Sin lugar a dudas.

- ¿Tienes la foto?

- En la oficina.

Kanon se pone de pie.

- Te acompaño, Dohko. Tenemos que cotejar datos, y hablar con Saga. Supongo que el informe del forense sobre la esposa de Figueiras debe estar listo...

A Dohko se le abren los ojos como platos.

- ¿La esposa de Figueiras está muerta? ¿Por qué no me lo dijiste?

- Pensé que lo sabías.

- ¡Mierda! Esto se complica cada vez más.

- Si quieres otra pieza que no encaja, Aioria tiene la coartada perfecta en la muerte de su madre. Estaba con nosotros. Lo estábamos interrogando en la jefatura...

- Quiero ver los expedientes de ese caso.

 

Una vez en la calle, eluden la ambulancia, el resto de los oficiales, y a Deathmask, al que ven dirigirse a su auto con una sonrisa fuera de lugar pintada en el rostro. Estar con Dohko es una garantía de que nadie va a acercarse a ellos, y llegan al Lada sin dificultad.

Cuando están por cruzar el centro de Atenas, Radamanthys le hace un gesto a Dohko para que detenga el auto.

- Me bajo aquí -declara, seco.

- No seas remilgado...  el auto no es tan incómodo....

- Me bajo aquí porque no pienso hacer horas extra. Y mi esposa me está esperando.

- ¿No te da permiso para pasarte una hora más con tus amigos?

Radamanthys sonríe como una hiena.

- No es eso. Resulta que ahora que se ha hecho adicta a unos cuadernillos de sexo tántrico, le echo unos polvos fabulosos. Así que si me disculpas, tengo un coño que chupar hasta dejarlo lampiño...

Dohko se desternilla de risa, pero Kanon permanece serio y como ausente el resto del viaje.

Cuando llegan a la jefatura, Dohko baja del ascensor en la segunda planta, y Kanon sigue hasta la quinta, luego de prometer que bajará con las carpetas. Pero cuando entra en su despacho, el olor de la colonia de Radamanthys hace que se siente, cierre los ojos, y se entregue a la melancolía que le producen los desplantes -cada vez más seguidos- a los que lo somete su amigo.

Una mano en el hombro rompe sus cavilaciones.

- No te merece. Ya te lo he dicho hasta el cansancio.

- No quiero hablar, Saga.

Su hermano se sienta en el escritorio, frente a él.

- Te haría bien.

- Y a tí te haría bien divorciarte de Saori, pero no te estoy molestando con eso todos los días...

Saga sonríe.

- Touché -dice, levantando las palmas de las manos- ¿Para qué querías verme?

Kanon se pone de pie, cansado.

- El caso de los Figueiras es mas complicado de lo que parece. Necesito hablar con Dohko, y que tú nos des tu opinión sobre Aioria Figueiras.

- Me parece bien, porque por eso te estaba buscando. Hay algo extraño con la clínica donde estuvo el chico ese.

Kanon se queda un momento mirándolo fijo, y luego dice:

- Dime lo que te preocupa. Al chino sólo le comentaremos si el mocoso está psicológicamente capacitado para matar a alguien, o no.

Saga asiente, en silencio.

- Siéntate, porque esto es complicado.

- ¿Mucha terminología psiquiátrica?

- No. Se trata de algo que he hecho. Poco ético, poco profesional y, lo mas importante, muy poco legal.

Kanon se recuesta contra el respaldo de la silla, y suspira.

- Te doy la bienvenida al club, entonces, hermanito...

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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