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Atraído por una orquídea por almagazette

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Notas del capitulo:

Este fanfic lo hice dedicado para mi Uruha quien fue la que me hizo amar ésta pareja y a quien le debo mi inspiración para hacer estos fics xDD. Lo hice para ti con todo mi <3 Te quiero mucho mucho! Bexotes para ti

Tu peluche!

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ejem u//w//u lluego de la dedicatoria paso a decirles que este es una historia alterna, llámenlo otra vida xD donde Reita y Uruha se conocen.

Espero disfruten n.n por favor dejen reviews!

 

                Invierno, frío calándote los huesos, abrigos cubriendo los cuerpos, en ocasiones copos de nieve que caen uno tras otro buscando bajar más la temperatura y cubrirnos en un manto blanco. Las flores son escasas en ésta época, pocas son las que con regocijo gozan el frío dando un poco de color, y por supuesto son escasas las que pueden sobrevivir en medio de la nieve. Por ello, el color del invierno es el blanco, no hay otro color más brillante, frío y a la vez hermoso. No tengo nada en contra del blanco, me gusta, pero no en exceso, por eso me siento mejor en la ciudad cuando es invierno con colores, gente, luces, sonidos… si fuese un campo estaría lleno de nieve, árboles blancos, techos blancos.

Los olores son mi obsesión y por lo mismo busco siempre el olor de las flores, es mi predilecto, tengo mis favoritas, pero en general el olor de todas es suave, lindo y agradable, un olor que te hace cerrar los ojos en cuanto lo sientes, que penetra tus sentidos, que te relaja, te hace aspirarlo con gusto y una sonrisa. Sin embargo, no soy bueno cuidando flores, las admiro con total asombro, capto sus colores, busco su forma, admiro la posición eterna que pueden tener, el pasar el tiempo como se cubren del color café para después caer al final de su existencia. Por ello, me paso muchas veces a los puestos de flores, las observo como si fuese un comprador selecto, pasando de tiempo en tiempo la vista por sus pétalos, llenándome de sus aromas. Los vendedores incluso me conocen, saben que no todo el tiempo compro, a veces puedo llevarme un ramo para que por un tiempo alegren algún rincón de mi recámara. Algunos hasta me explican la procedencia, me dicen donde las compraron, qué clima les favorece, los tips para que duren o como plantarlas. Otros piensan que cuando tenga novia podría ser un comprador más interesante, pero a mí no me interesan las novias, solo las flores.

                Era un día cotidiano, con mucha calma compré el café matutino y me dispuse a pasar a la florería antes de ir al trabajo. Cubierto por completo con una chamarra y apurando el café a mis labios para calentarme, me detuve frente al puesto observando las orquideas que habían llegado hace poco.

-Son de clima frío, verdad? –pregunté al aire, al sentir una persona a mi lado por lo que deduje era el vendedor que me seguía los talones esperando mi supuesto pedido.

-Sí, son hermosas ¿cierto? Las amo en violeta –aquella confesión se me hizo fuera de lo normal proviniendo de una voz masculina, por lo que desvié la mirada de las flores para observar al chico que se había colocado a mi lado, que mantenía la mirada en las orquídeas, ligeramente inclinado hacia ellas, con mechones de su cabello castaño cayendo de los costados, su piel blanca y un tanto sonrojada por el frío, sus labios rojos por el mismo, un abrigo largo y las manos en los bolsillos. –¿Es que no sabes que son de varios colores? –me preguntó y fue cuando noté que también había desviado la mirada para observarme, sintiéndome un tanto avergonzado por haberlo examinado con la mirada.

-Sí, lo sabía… -murmuré incorporándome un poco mientras le daba otro sorbo al café- pero son las violeta las que más sobreviven en el frío

-Nací en el verano, probablemente por eso me gusta el violeta, lo contrario a mí, el frío… -aquella deducción me sorprendió bastante, no pude evitar el contemplarle en silencio, se me había olvidado por completo que tenía una docena de orquídeas pidiendo ser contempladas, algo que flores tan vanidosas como ellas piden. No sé que me había sorprendido, el hecho de ahora saber que nació en verano aquel chico que desconocía su nombre, el que dedujera algo como aquello en voz alta o el que le gustaran las cosas contrarias a él.- Tú naciste en invierno?

-No, también soy de verano –le dije volviendo a notar su mirada curiosa en mis ojos, lo que me hizo a penas cubrirme con el vaso del café al darle otro sorbo.

-Entonces, a los dos nos gustan las cosas contrarias no? –se incorporó con una ligera sonrisa, un gesto que me provocó fijar la mirada en sus labios notando lo peculiares que eran, el labio de arriba ligeramente abultado, pero no desproporcionado con el inferior, de tal manera que se formaba una boca bastante irresistible.

-Supongo que sí… ¿no quieres un café? Pareces tener frío

-No me molestaría, estoy de paso pero realmente deseo un café –volvió a sonreír y sus palabras, su voz, se me estaban clavando en la mente, me atontaba a la vez que me relajaba. Como era obvio, solo tomó el café y se fue con un gesto en la mano y una sonrisa gentil. Lo vi mientras se iba, su caminar ligero, seguro pero relajado, sus cabellos castaños cayéndole en su espalda alta, meciéndose con el ligero viento que había, a penas encorvado por el frío. No pude sentir bien su aroma, el olor del café me distrajo y no pude aproximarme demasiado… si lo sentí, seguramente mi memoria no fue buena como para recordarlo.

                Creí que no lo volvería a ver, que aquel encuentro se quedaría en mi mente como un hecho asombroso, como recordar un viejo amigo del que ya no sabes cómo le fue en su vida, pero ni siquiera recordar su nombre por el pasar del tiempo. Creí que mi vida volvería a la normalidad, que pasaría de nuevo a la florería para mirar absorto las flores… pero el día siguiente tenía una necesidad de ver de nuevo las orquídeas, será por qué a penas las contemplé, será porque me recordarían a él. Ese día compré un ramo de orquídeas y pasé la noche con los ojos cerrados queriéndome llenar del aroma de la flor. Al día siguiente… quería más orquídeas. A la semana tenía mi casa llena de ellas, con su color violeta cubriendo los rincones, su aroma llenándome al despertar, sin importar que envejecieran, el aroma era igual que el primer día que las había traído.

-No creí que fueras un amante de las orquídeas –mi corazón dió un brinco en cuanto escuché ésa voz, girándome después de haberle dado el dinero al que atendía la florería. Ahí estaba, parado frente a las orquídeas, mirándome divertido mientras mantenía las manos en su chamarra negra.

-Ni yo tampoco –le confesé a penas pensándolo, llevándome el ramo a un costado, sobre mi pecho, sostenido por un brazo mientras con el otro guardaba el cambio en mi cartera, queriendo disimular el nerviosismo.

-Entonces, te nació el amor por las orquídeas?

-Ese día fue la primera vez que yo veía una orquídea –le dije acercándome a donde se encontraba.

-Vaya, las conociste el mismo día que a mí –mi corazón latió con rapidez, después de esa frase no lo dudé más y le extendí el ramo. -¿Para mí? –asentí y con una sonrisa tomó el ramo, sin importarle que el señor que atendía nos viera con cara de extrañeza, que algunas personas se preguntaran a nuestro alrededor por qué un hombre le regalaba a otro un ramo de flores. Yo a penas fui consciente de lo que hice. –Gracias…

-¿Tienes algo que hacer? Salí de trabajar y voy rumbo a mi casa…

-No estaría mal… quiero saber tu nombre

-Suzuki Akira –comencé a caminar y el siguió mi paso enseguida, por lo que iba a mi costado con el ramo de flores contra su pecho, inclinando a penas su rostro para poder percibir el aroma de las flores- y el tuyo?

-Takashima Kouyou –me miró de reojo, notando que yo lo observaba con atención a pesar de estar caminando en medio de la gente, lo que hizo que me ruborizara y él solo rió ligeramente ¿Qué estaría pensando? Seguramente pensará que estoy loco.

                Llegamos a mi departamento y lo invité a pasar. Sus ojos se iluminaron al ver las orquídeas acomodadas en diferentes partes de la sala, comedor y cocina, pero no parecía extrañado por la cantidad de flores.

-Parece que te enamoraste de las orquídeas –me dijo sentándose en la sala después de haber cenado, comida rápida, y ahora nos encontrábamos bebiendo café para mantener el calor.

-No lo había pensado… -dije alzando la vista de la taza, parecía bastante cómodo a pesar de ser la primera vez que se encontraba aquí, había subido una pierna al sillón, cruzándola bajo su cuerpo mientras la otra se mantenía sobre ella colgando hacia el suelo. Su mirada se fijó en mi rostro, me sentía un tanto nervioso pero con una alegría que me hacía relajarme a minutos. ¿De verdad me enamoré de las orquídeas?

-No comprarías tantas por una semana completa si no fuera así –me sorprendí y el comenzó a reírse después de ver mi cara- lo siento… te he estado viendo durante ésta semana

-¿Por qué no me hablaste?

-¿Esperabas verme? –preguntó con una sonrisa, encantado por lo que podría contestar.

-No sabía tu nombre, solo que naciste en verano y que te gustan las orquídeas…

-Tal pareciera que preparaste tu departamento para mi visita, justo con las flores que me gustan –sonrió clavando la mirada en un ramo y fue entonces cuando comprendí todo.

-Pareces saber más de mí de lo que yo mismo sé –dije sorprendido manteniendo la mirada fija en él.

-No lo creo, realmente solo sé que naciste en verano y que te gusta mirar las flores –sus ojos castaños dieron con mi mirada- que te enamoraste de las orquídeas el día que me conociste… es todo lo que sé.

-No creo haberme enamorado de las orquídeas… las compré porque me recordaban a ti –su sonrisa se amplió, su expresión fue de haber esperado esas palabras durante mucho rato, como si en silencio me hubiese suplicado que las diga y ahora sentía un gran alivio el escucharlas.

-Qué irónico, una flor de invierno te recuerda a alguien de verano… Te confesaré algo, en realidad no soy amante de las orquídeas, me gusta observarlas y su color es mi favorito. En realidad ese día me sentí atraído por ellas porque estabas ahí. El verte cautivado por ellas me hizo quedarme a tu lado queriendo observarte de cerca –sonrió de manera tímida, tomando un trago de café mientras bajaba la vista, manteniéndome con sorpresa por sus palabras. De pronto me sentí flotar, con mi corazón latiendo con fuerza, moviendo mis brazos para dejar la taza en la mesita, levantándome del sillón para caminar y sentarme a su lado, viendo la manera que sus ojos castaños se abrían al verme tan cerca, como con lentitud bajaba la taza para recargarla en su pierna. Tenía pensado decir algo pero mi voz no salía, mi boca se mantenía entreabierta y mi cuerpo se acercó al suyo, haciendo que mi rostro se acercara también.

-No puedo dejar de verte… -murmuré como otra confesión, viajando mi mirada en su rostro aprovechando la cercanía- quiero poder contemplarte por más tiempo –susurré, tomando la taza que mantenía en su pierna, para dejarla en la mesita y después alcé una mano a su mejilla para acariciarla con el dorso de mis dedos, algo que le hizo entrecerrar los ojos por el contacto.

-¿Es una invitación… para pasar la noche contigo? –preguntó bastante relajado disfrutando de las caricias que dejaba en su mejilla-

-Ésta y las demás… no creo poder terminar de contemplarte en una noche –susurré dejando un beso en su mejilla, algo que hizo que él cerrara los ojos mientras yo disfrutaba de la tibieza de su piel en mis labios.

-Quiero conocerte Akira… -le oí susurrar llevando un brazo sobre mi hombro, buscando más cercanía, mientras yo rozaba mis labios sobre su piel, dirigiéndome hacia su boca- conocer… por qué te gustan tanto las flores… –a penas dejé que terminara, atrapando sus labios mientras cerraba los ojos, perdiéndome en el movimiento que hacía para corresponderme, ladeando el rostro del lado contrario, sintiendo su respiración chocar sobre mi labio inferior. Llevé mi brazo alrededor su cuerpo, él giró el suyo, acomodándose sobre el sillón, recostándose teniendo mi cuerpo sobre él, colocándome entre sus piernas, dejándome que metiera la mano por debajo de su camisa, que jalara su sweter que llevaba sobre ésta, que desabotonara para descubrir su cuerpo. Dejó que pasara mi mano por la piel de su abdomen, que deleitara mis yemas con su tersa piel, que me detuviera en uno de esos puntos rosados, que jugara con él, jalándolo con suavidad, frotándolo contra mis yemas. Me regaló un suspiro, arqueando su cuerpo en respuesta de mis caricias, haciendo que soltara sus labios después de haber tomado con la lengua su saliva, su néctar. Me mantuve contemplándolo, viendo como su cuerpo temblaba cuando mi otra mano se dirigió a su pantalón, sintiendo sus manos haciendo el trabajo de desvestirme, quitándome la camisa, desabrochando el pantalón, y en movimientos rápidos estábamos los dos desnudos. Una mano viajó por su pierna, doblada y alzada contra mi cuerpo, abrazándome mientras sus manos se movían por mi espalda. –Te gusta mi pierna? –susurró sonrojado después de haber dejado que mi mano subiera y bajara por la piel de su muslo, disfrutando de su suavidad, sintiendo como el deseo me iba quemando por dentro poco a poco.

                Suspiros y más suspiros, nuestras respiraciones aceleradas, sus labios entreabiertos que besaba de vez en cuando mientras mis manos exploraban su cuerpo, sintiendo sus caricias que poco a poco se atrevían a tocar lugares escondidos. Ya no soportaba más, no pude tardar en adentrar mi miembro, en penetrarlo, en sentirme en su interior, aplastado, abrazado, cubierto, caliente, muy caliente, que no quería salir de ahí. Sus paredes me hacían presiones mientras la tensión de su cuerpo iba desapareciendo con los besos que dejaba en sus mejillas.

-¿Por qué… te gustan las flores? –repitió su pregunta abrazándome, atrayéndome a su cuerpo, apegándome a su pecho, mientras yo colocaba mi rostro en su cuello, iniciando el vaivén con mi cadera, rodeándome con sus piernas, sintiendo la piel interna de sus muslos en mis caderas rozándose en cada movimiento. Mi piel se erizaba, me estremecía, sentía un choque de sensaciones, disfrutando de la fricción que provocaban sus paredes en mi intimidad, la manera que me abrazaba en su interior y por fuera. Cubrí la piel de su cuello con mi aliento caliente, el sudor se apoderó de nuestros cuerpos y pronto ambos tuvimos el orgasmo… fue entonces cuando pude sentir su aroma. Era fuerte pero dulce, me penetró por completo, aunque buscara el comparar su aroma con alguna flor, no lo encontraba. El perfume de las orquídeas desapareció, se confundió con el suyo. Me mantuve contra su cuello donde se concentraba su esencia, pasando mi lengua por su piel, tomando el sabor salado de su sudor, antes de alzarme después de haber recuperado un poco la respiración.

-Me gusta su aroma, su textura, sus colores… me obsesiona el sentir, ver, oler –murmuré, notando como al oír mi voz sus ojos se abrieron para observarme atento- pero jamás me había obsesionado tanto como ahora que te sentí, te vi y sentí tu aroma –me incliné dejando un beso más en sus labios que enseguida correspondió.

-¿Soy para ti como una flor? –preguntó con curiosidad, mientras sonreía complacido por haberle dado la respuesta que quería. Negué con suavidad, volviendo a dejar un beso en sus labios, pensando que me había vuelto adictivo a ellos mientras les contemplé de reojo.

-Las flores suplieron tu ausencia… te he esperado todo éste tiempo –murmuré, notando su sorpresa por mis palabras, pero eso era lo que sentía, como si en algún momento, en otra vida tal vez, lo conocí y mi existencia en ésta vida, se haya pasado buscándole.

-¿Soy tu nueva obsesión? –preguntó, alzando una mano para despejar mi rostro de un par de cabellos mientras yo fijaba la mirada a la suya.

-Eres mi único amor… las flores pudieron ser una obsesión, pero tú… tú tienes que ser mi único amor –posiblemente no entendía mucho de aquellas palabras, podrían ser complejas de decir ahora que pasábamos la primera noche juntos, pero sabía que iba a guardarlas en su interior, lo intuí por aquella sonrisa, por el beso que enseguida vino a mis labios, por sus brazos volviéndome a rodear y atraerme a su cuerpo, mientras yo permanecía seguro de mis palabras, sintiendo su cuerpo contra el mío, contemplando su rostro, oliendo su delicioso aroma… deseando estar así para toda la vida.

Notas finales:

Les gustó? Espero que sí! Para las que me siguen con el fic de Play ésta puede ser otra historia de la pareja, espero la hayan disfrutado n.n


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