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Despiértame cuando llegue Septiembre... por Hashira

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Notas del fanfic:

Hoy es mi cumpleaños, y tambien el de Meli, mi gemelita ^^

Asi que que mejor manera de felicitarla que con un fic de una pareja que conocemos bien ^^

La idea me la dio inconscientemente HiGaKy-chan, asi que le doy las gracias porque si no fuera por ella no estaria escribiendo hoy esto, asi que el fic se lo dedico a ella ^^

Notas del capitulo:

De la pareja prota no voy a decir nada, creo que todo el mundo sabrá quienes son ^^

El titulo es una especie de remake (XDD) de Wake me up when December ends (de Green Day), asi que los créditos del titulo del fic van a ellos ^^

Espero que os guste

Despiértame cuando llegue Septiembre…

 

 

Mismo mes…

Mismo día…

Mismo sitio…

Misma hora…

Los primeros rayos de la mañana se cuelan por las rendijas dándole en la cara, haciéndolo desperezarse.

Lentamente se incorpora, apoyándose sobre las palmas de sus manos, mirando a su alrededor con los ojos aún entrecerrados.

Entonces repara en él, tumbado boca abajo, sonríe con ternura, haciendo desaparecer el poco rastro de sueño que podía quedarle.

Acaricia, o más bien perfila con su dedo el tatuaje de la espalda, primero una, luego la otra.

Su pequeño ángel.

Se inclina sobre él, depositando minúsculos besos a lo largo de su columna.

El ángel se revuelve dejando escapar un pequeño gruñido de fastidio.

Sonríe, le acaricia el pelo y se acerca a su nuca:

-Arriba, dormilón… -susurra en su oído para después levantarse- … es la hora.

Camino del baño, descalzo, procurando no pisar la ropa desparramada por el suelo, oye ese crujido característico de las sábanas almidonadas.

Mientras deja el agua de la ducha correr, se apoya en el marco de la puerta, el ahora único morador de la cama está apoyado de lado.

Se miran.

Con esa expresión de alguien que posee un secreto inexistente para el resto del mundo.

Su secreto.

De ellos y de nadie… de nadie y de todos.

Pero ahora y solo por hoy, solo suyo…

La verdad convertida en una mentira que nunca dejó de ser verdad.

Empiezan a reírse.

Sonido cálido que únicamente cesa durante la ducha compartida, no porque sea amortiguado por el ruido del agua al caer, sino por el beso eterno que bajo ella tiene lugar.

El mismo beso reflejado en el espejo del baño, mientras intentan vestirse.

El mismo beso, necesario, mientras la llave electrónica hace su función y cierra la puerta.

Necesario por la imposibilidad física de continuarlo durante el trayecto por el pasillo.

Caminan uno al lado del otro, manteniendo juntas sus manos, invisibles entre la ropa, hasta la bifurcación donde empiezan las otras habitaciones, ahí acaba su unión, y los pasos de ambos resuenan por dos pasillos, paralelos el uno al otro, acelerando el ritmo, para encontrarse en un punto común, el ascensor.

Ambos, indiferentes esperan su llegada, uno mirando el número electrónico de los pisos que van pasando, otro hacia el suelo, con las manos en los bolsillos.

El sonido metálico indica el fin de la espera, las puertas se abren y una pequeña sonrisa asoma en ambas bocas, que vuelven a fundirse en una cuando las puertas se cierran.

Cuando nadie les ve.

Cuando son ellos de nuevo.

Saben que tienen muy poco tiempo hasta que llegue abajo.

Malditos ascensores modernos.

Uno de ellos fija su mirada en el panel electrónico, están a punto de llegar.

Entre beso y beso, una conversación que ya conocen bien:

-¿Cómo siempre?

-Sí, tú primero, luego salgo yo…

Nada más, solo ellos y su respiración agitada. Se oye de nuevo el sonido metálico y con un gesto bien ensayado, a causa de numerosas repeticiones, se separan, colocándose cada uno unas gafas de sol y saliendo del ascensor.

Uno camina más despacio que el otro, el más alto, que se desvía para dejar la llave en el mostrador de recepción, mientras mira de reojo al pequeño ángel alejarse hacia la entrada del hotel.

-Espero que haya disfrutado de su estancia, señor –le dice el recepcionista-.

-Por supuesto-.

Solo una sonrisa tenue y se aleja.

En las escaleras del hotel, donde antes solo había una persona, ahora hay dos, inmóviles.

Dos extraños, dos desconocidos, dos personas distintas, que tras unos segundos toman dos direcciones, también desconocidas y distintas como ellos.

Dos personas que hasta hace unos momentos se comían a besos en un ascensor, como si no hubiera mañana.

Y en cierto modo era verdad, para ellos no lo hay…

Son sus últimos besos hasta dentro de un año…

 

… el mismo mes…

… el mismo día…

… el mismo sitio…

… la misma hora…

Notas finales:

Muchas gracias por leer ^^


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