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Hakkyou Channel por metallikita666

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Notas del fanfic:

Obtuve la idea y la inspiración para este fanfic durante uno de estos días, en los cuales fui precisamente a retirar promedios a la universidad... ¡Pero no! No me sucedió nada parecido, y tampoco tengo un maestro como Hide. ¡Ya quisiera! *0* XD

Además, siempre quise poner a la arañita en algún lado con una personalidad menos ingenua, donde incluso se aprovechara de la situación, jaja, ¡y aquí lo tienen! El último motivo es la sesión fotográfica que hicieron ambos protagonistas de esta historia en algún momento de aquellos gloriosos años noventas; los dos lucían muy lindos y fue una cosa bastante normal, pero nunca se me quitó la sensación de que ocultaban algo... XD

Notas del capitulo:

El nombre es por la divertida canción de cali≠gari, que, aunque no la entiendo, sé que va dirigida a un maestro porque dice "sensei" a cada rato XD Este fic está dedicado a quien de él guste n.n

 

-Buenas tardes, Matsumoto-sensei. Vengo a recoger un promedio.-

El rubio pelicorto se inclinó con cortesía, esbozando una pequeñísima sonrisa al saber que, segundos después, escucharía la simpática voz nasal de su maestro. No podía olvidar la memorable plática que momentos antes había tenido con sus amigos Yutaka y Hidehiko, cuando les dijo que iría a la oficina del mayor.

“-¡Ah, el profe de los pelos rosados!-“

-Nombre y curso- respondió éste luego de abrir la puerta del aposento y recargarse sobre su marco, portando un par de carpetas en las manos.

-Hisashi Imai; Técnicas de Guitarra Contemporánea.-

Hideto Matsumoto sacó unos papeles de una de las carpetas y los hojeó, mirando sobre sus gruesos anteojos de pasta negra. Luego de unos instantes se retiró del paso e ingresó en el pequeño cubículo, volteándose hacia su alumno.

-Pase, Imai-san. Con usted quería hablar.-

Hisashi se desconcertó un poco por la extraña orden, preocupándose inmediatamente de que algo anduviera mal. Aun así, no desobedeció y pronto estuvo dentro. Su maestro se acercó de nueva cuenta a la puerta y la cerró.

-Tome asiento y búsquese en la lista. Su curso es ese de la derecha- indicó el hombre ataviado con un pantalón de traje color beige, camisa blanca y corbata amarilla, de hermosas facciones y piel blanca, para luego recostarse en un librero mientras observaba al chico que, tímidamente, se colocaba en su sillón y hacía como le había dicho. Al momento se volteó con la frente fruncida y algo de pena.

-No sé usar ese programa, sensei…-

El aludido no dijo nada; sólo sonrió y se aproximó al lado del chico. Tras tomar su mano, la colocó en el cursor; puso la suya encima e hizo lo que debía. El rubio se sonrojó por la cercanía y el contacto, mirando furtivamente hacia la puerta que momentos antes había sido cerrada. Pronto apareció en la pantalla de la computadora una hoja de cálculo con la lista de los nombres de todos sus compañeros, incluido el suyo, pero en el rubro de calificación final su espacio se encontraba vacío.

El menor se volteó hacia su maestro con cara de duda.

-Y bien, ¿no vas a preguntarme qué sucede con tu nota?- inquirió el pelirrosa, sentándose a medias después en el escritorio. Media sonrisa se alzó en una de sus comisuras muy ligeramente. Hisashi se distrajo por unos instantes al centrar su atención en la chillona corbata sobre el pecho ajeno, pero luego reaccionó.

-Supongo que para eso quería hablar conmigo…- respondió, no muy convencido. Tanto misterio en todo aquello estaba logrando ponerlo nervioso, aparte del cambio tan repentino en el tratamiento que empleó su mentor para con él. Maldijo mentalmente a Yuta por haberse burlado del excéntrico guitarrista en medio pasillo; probablemente, los había escuchado. Pero ya se las pagaría ese enano descuidado y sonriente.

-Supongo que conoces a Hayashi-sensei, quien tiene su oficina en este mismo pasillo…-

Inmediatamente, la figura de un maestro de estatura media, delgado y de cabello rubio y lacio hasta la nuca, vino a su mente. Aquel individuo solía vestir con ceñidos jeans y finas camisas de seda, los cuales complementaba con alguna bufanda y sus inseparables lentes de sol. Toda la facultad hablaba siempre de su buen estilo, acabando por contrastarlo de forma inevitable con los atuendos tan particulares del profesor que tenía delante.

-Sí, creo que sí sé quién es.-

-¿Seguro?- Matsumoto enarcó una ceja y entonces sus bellos ojos almendrados brillaron con picardía. Hisashi no pudo evitar sonreír también.

-Bueno, pues si las leyendas que se cuentan en la Facultad están en lo cierto…-

-Lo están, créeme.-

Tan peculiar confesión no pudo sino hacer que el menor se cubriera los labios con la mano para contener su gesto de asombro, una vez que su interlocutor se levantó para mirar por la ventana. Se había vuelto de espaldas, dejándole aún en la silla.

-Pues bien, como tú eres un chico tan listo, creo que no tendré que hablar de más. No obstante, lo que me extraña sobremanera es que no lo seas… en todos los casos.-

El rubio buscó a su sensei con la mirada.

-¿A qué se refiere?-

-A lo que se trae ese amigo tuyo. El de cabello negro…-

-¿Hidehiko-kun, el que está conmigo en su clase?- preguntó un confundido Imai, quien cada vez entendía menos qué tenía que ver todo ese asunto de sus amigos y otros profesores con su calificación. ¿Es que Matsumoto-sensei estaría tan loco como decían todos? Si en clases le había parecido bastante normal; a veces incluso hacía buenos chistes.

-Perdón, dije “amigo”- se corrigió Hideto-san, aclarándose la voz momentos después. –Me refería a tu amigo… el que estudia canto- dijo al final, con displicencia.

Entonces, las blancas mejillas del pelicorto de labial rojo se encendieron bruscamente, y aunque su mirada se clavó en el suelo, no pudo hacer nada para disimular el estado de su rostro.

-Oh, veo que las leyendas de la Facultad son verdaderas… en todas direcciones.-

El atractivo hombre apoyó ambas manos en los descansabrazos de su sillón y se allegó hasta que su nariz estuvo a centímetros de la de su alumno, quien no se atrevió a mirarlo a los ojos.

-Sigo sin entender… ¿Qué tiene que ver Acchan en todo esto?-

-Eso mismo me pregunto yo.-

Hideto-san se incorporó nuevamente y llevó ambas manos a sus bolsillos, pero sin dejar de mirar a su joven interlocutor.

-¿Qué demonios hace un sujeto que se supone que estudia canto, en clases de percusión? Peor aún: ¿qué hace metido en la oficina de su profesor, casi a horas de la noche, un día que llovía a cántaros y hacía muchísimo frío? ¿Calentándose, acaso?...-

Hisashi levantó la mirada de golpe, con el entrecejo fruncido. Realmente no le interesaba que luego de tantos otros conocidos y amigos, viniera un profesor a contarle las infidelidades de Atsushi; sólo eso le faltaba.

-Momento, muchacho- dijo el maestro pelifucsia al ver las intenciones que tenía el otro de irse. –A mí tampoco me hace la más mínima gracia. Pero contesta a lo que te pregunté.-

-Acchan insiste en seguir también en percusión, a pesar de que ya le hemos dicho que no tiene ni pizca de aptitud para eso- profesor y alumno se miraron en aquel instante, no pudiendo evitar una socarrona sonrisita cómplice por parte de ambos. –De lo otro que me habla, no tengo ni idea.-

-Me decepcionas, Imai-kun- repuso el mayor, dando la vuelta lentamente alrededor del más joven. –Pero bueno; en todo caso estás aquí para que arreglemos juntos el problema, ya que yo, como tu sensei que soy, voy a guiarte por el camino correcto…-

El pelirrosa, que estaba detrás de él, rodeó la cintura del chico con un brazo y posó la mano extendida sobre su vientre. Luego contrajo los dedos y la cerró en torno a la camisa blanca que portaba Hisashi, estrujando la delgada tela hasta que las terminaciones nerviosas de su piel percibieron la firmeza de aquellas yemas. El menor no se apartó, mas colocó su mano sobre la del maestro, aunque dejándola inmóvil.

-Vamos, no me digas que no te molestó haberlo sabido. De tu sinceridad respecto de eso depende esta calificación… y la de cursos venideros.-

-Mucho- repuso el menor, con amargura. -Pero entre Atsushi-kun y yo no hay nada serio, así que no tengo por qué molestarme si él se ve con otras personas a mis espaldas.-

-Miénteme otra vez y te pongo un cero- aseguró Matsumoto, atrayendo de golpe hacia su torso la delgada anatomía del gracioso rubio, quien pudo comprobar que, a pesar de que su profesor no era fornido, parecía poseer mucha fuerza en los brazos, por la manera en que lo sujetaba. El chico se puso muy nervioso.

-Pero entonces, ¿qué es lo que quiere que le diga? Vaya donde Hayashi-sensei y pídale explicaciones por lo que hizo. ¡Yo nada tengo que ver en esto!-

-Haz tú lo mismo con tu amiguito el Casanova, y asunto arreglado.-

La tensa mano de Imai, que hasta ese momento seguía posada sobre la del mayor, resbaló y cayó al costado de su cuerpo.

-Justo como lo pensé…- murmuró el pelifucsia. Su brazo izquierdo se alzó más para rodear con sensualidad el torso ajeno a la altura del ombligo, al tiempo que llevaba la diestra a través del suave cuello del alumno hasta su mentón, el cual tomó de manera dominante y le volteó el rostro hacia el lado izquierdo, de modo que le observaba de reojo.

A pesar de estar retenido contra su voluntad, Hisashi no pudo evitar dar un pequeño respingo en el momento en que sucedió todo aquello, pues Matsumoto-sensei se había comportado de manera tan dominante que le recordaba en gran medida a Atsushi, a quien no pudo dejar de imaginar seduciendo al hermoso hombre de cabello rubio y lacio. Resopló con rabia.

-¿Y cómo se figura que se darán cuenta?- preguntó por fin, mirando los brillantes y maquiavélicos orbes de su profesor a través de los cristales de los lentes. Destensó su anatomía y colocó su mano de nueva cuenta sobre el brazo ajeno, arañando muy levemente la piel de éste.

Hideto-san sonrió de manera triunfal pero discreta, y luego de alzar la mano para recolocarla encima de la del menor y entrelazar con él los dedos, susurró en tono suave, mientras se dirigía a su cuello

-Eso déjaselo a la Facultad…-

 

Notas finales:

¡Gracias por leer!


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