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El Guerrero Guardián. por hakusan16

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Notas del fanfic:

Los personajes de Naruto no me pertenecen, son completamente de Masashi Kishimoto.

Este fic tiene un poco del trama del anime Zenki.

Notas del capitulo:

Espero que este fic sea de su agrado.

 

Capítulo 1

Luna llena.

 

2000 años atrás.

                La gente corría y gritaba aterrada, lo único que se les cruzaba por la mente era escapar de cualquier objeto explosivo que se le cruzara enfrente. Las madres tomaban a sus hijos de las manos alejándolos lo más posible del peligro, los hombres o padres de familia, se enfrentaban a las fuerzas malignas que atacaban su ciudad natal. Sin embargo, en una casa en especial, que mas que casa era un palacio, se encontraban una pareja junto con un pequeño  niño y un bebé. Estaban escondidos en una especie de habitación subterránea.

-Mi bebé, no podemos dejarte aquí en estas condiciones, lo mejor será sacarte del planeta-los sollozos le eran imposible retenerlos, besó con delicadeza la cabeza de su pequeño hijo para después colocarlo en una especie de nave espacial bastante grande.

                Una vez que puso a su hijo en esa extraña nave sintió que de su batón largo era jalada con desesperación.

-Mami, a ¿dónde se llevaran a mi hermanito Sasuke?-su madre iba a responder sin embargo, su padre lo alzó en brazos.

-No hay tiempo que perder, Mikoto, hay que apresurarnos-ella asintió y apretando un botón que se encontraba en una de las paredes de esa extraña habitación hizo abrir el techo, en donde se podía ver el cielo antes azul marino ahora rojo y lleno de humo, se podían ver algunas llamas de fuego sobresalir, tenían que apurarse.

Sin más, sus padres se despidieron de su pequeño bebé quien no era consciente de todo el ajetreo. Lo último que vieron sus ojos ónice fue a la nave espacial en donde yacía su pequeño bebé volando por los cielos.

-Volveremos por ti cuando todo esto haya acabado, mi pequeño, te lo prometo-juraba su madre.

-Mami, pero ¿cómo  crecerá mi hermanito?

-El estará bien, Itachi-comentó su padre antes de irse del lugar para estar a salvo.

 

2000 años después.

-Se dice, que cuando la luna se a complete, del cielo caerá un ser magnífico, del cual el que lo encuentre será el amo y señor de aquella criatura, quien se encargará de ser su Guerrero Guardián que lo protegerá hasta el fin de los tiempos-terminó con una sonrisa misteriosa-, pero todos sabemos que son leyendas urbanas-concluyó con una sonrisa avergonzada mientras se rascaba la mejilla.

-Oye viejo, pero hoy en la noche será luna llena-exclamó sorprendido en muchacho.

-Naruto-sempai tiene razón, señor Jiraya-hizo una pausa, pensativo-, eso quiere decir que ¿hoy en la noche se hará realidad la leyenda?-gritó emocionado levantándose del suelo con los puños formados.

                Jiraya sonrió y una gotita de sudor bajó por su frente.

-Ya te dije Konohamaru que son solo historias-se rascó la nuca.

-¡Hey! Se imaginan que yo me encuentre con el Guerrero Guardián, ¡sería genial!-comentó feliz-, haría todo lo que le pidiera, y cuando esté en apuros, me salvará-Naruto, juró a verle visto unas extrañas estrellitas en los ojos de tanta emoción que tenía ese pequeño niño.

-Yo lo único que sé, es que tengo hambre dattebayo-afiló los ojos al sentir rugir su estómago.

-¿¡Eh!? Pero si ya van a dar las 11:00 de la noche, ¿cómo puedes tener hambre?-preguntó sorprendido el viejo de cabello blanco.

                Naruto se cruzó de brazos e hizo un mojín.

-¡Tsunade oba-chan, tiene la culpa, ella no me hizo suficiente ramen para cenar, dattebayo!-alzó las manos exagerando la situación.

Al  pequeño niño y al viejo se les bajó al mismo tiempo una pequeña gota de sudor por la frente mientras suspiraban resignados. Sin embargo, Konohamaru soltó un respingo del susto al recordar la hora que era.

-¡Rayos! Me voy, mi mamá debe de estar furiosa-comentó preocupado, seguramente cuando llegara a casa, su madre le daría una regañiza de la cual no olvidaría jamás. No tardó más tiempo cuando se despidió del mayor y de su amigo.

                Una vez que Konohamaru se había ido, Naruto pudo continuar con el camino hacia la cocina, mas no pudo ni llegar a la alacena cuando una mano se había posado en su oreja jalándola en el acto.

-¡Itai!-gritó con un gesto de dolor al sentir como su oreja casi se le descolocaba de su lugar.

-¡Naruto! ¿Qué te he dicho que no se puede comer a esta hora?-cerró los ojos de la frustración.

-Pero...

-Nada de "pero", sabes perfectamente que la comida que está en el refrigerador es para mañana-refunfuñó enojada mientras le soltaba la oreja de la cual al instante comenzó a ponerse roja.

-Oba-chan, tú perfectamente sabes que me da hambre a esta hora, ttebayo-hizo su ya famoso puchero llevándose una mano al oído lastimado.

-No quiero escusas, y vete a dormir, al igual que tú Jiraya-señaló con su dedo al viejo que ya comenzaba a abrir la puerta del refrigerador.

-Está bien...-dijeron al unísono los dos resignados, para luego irse cada quien a su habitación.

                No tenía sueño, tenía más hambre que sueño. Sin conciliar el sueño se levantó de su cama y se acercó a la ventana de su habitación, el cielo estaba estrellado de un sinfín de estrellas, afortunadamente, al vivir en un pequeño pueblo podían verse la mayoría de las estrellas en la noche. Sin ser consciente, aquella leyenda que su abuelo le había contado junto con su pequeño amigo se le había cruzado por su mente. Cuántas veces no había escuchado esa misma historia, se la sabía completamente de memoria, desde pequeño su abuelo se la contaba cada vez que iba a ver luna llena, y como un niño que era, se quedaba lo suficientemente despierto para ver caer alguna estrella del cielo, no obstante, nunca sucedía nada. Lo más seguro es que esta vez, no sería la excepción. Solo eran leyendas urbanas inventadas por personas que no tenían nada que hacer, pero a la vez, esa historia era muy conocida en su pueblo.

                Vivían en un pueblo alejado de la cuidad, podría decirse que solo estaba poblado por 300 personas, el lugar no era grande, muy pocas lugares para divertirse habían, simplemente tenían un pequeño cine y un famoso antro, de ahí a fuera, nada más, solo  pequeñas tiendas de ropas, un parque,  muy pocos y pequeños restaurantes, un mercado y  por último tres escuelas que estaban divididas por niveles, primaría, secundaria y preparatoria, universidad no había, para ello tenías que ir a la ciudad. El estaba en la preparatoria, apenas y comenzaba a cursar segundo año de preparatoria. Tenía 16 años aún, tenía algunos amigos, y no era muy popular, sin embargo, era conocido por su rebeldía, pero también era un buen alumno, no tenía las mejores calificaciones mas no bajaba de la calificación de siete.

                Le gustaba su hogar y el lugar en donde estaba ubicado, ya que tenía sus pros, al ser un lugar alejado de la cuidad, no había tanta contaminación y ruido, ya que para transportarse utilizaban más las bicicletas que los autos. Por consiguiente, era un lugar tranquilo. Mas no todo era bueno, también tenía sus contras, ya que al ser un lugar alejado como había comentado anteriormente estaba rodeado de puro bosque, y hay ser un pueblo pequeño era blanco de muchos delincuentes, pero muy pocas veces se atrevían a causar desastres en el pueblo, había más peligro en el bosque que dentro del lugar.

                De ahí afuera, la mayoría de la gente era amable y se llevaban unas con otras, por lo mismo de que al ser una población pequeña la mayoría se conocía.

                No fue consciente cuando sus ojos comenzaron a cerrarse del cansancio poco a poco aún estando sentado cerca de su ventana. Se talló los ojos con desesperación al sentirlos más pesados y de reojo posó su vista azulina en su pequeño reloj de mesa. Ya eran las doce con diez minutos de más. Con curiosidad, desvió la vista hacia el cielo, admirando la hermosa luna llena que se mostraba en plena noche estrellada. No supo cuánto tiempo pasó en que se quedó admirándola cuando seguramente por jugarretas de su mente al comenzar a sentir sueño, vio en pleno cielo oscuro caer una gran estrella hasta perderse en un lugar no muy alejado de su casa, mas estaba en las afueras de la cuidad. Sus ojos se abrieron lo bastante grande para poder sorprenderse cuando fugazmente se le vino a la mente esa dichosa leyenda que su abuelo le había contado hace una horas. Tallándose por segunda vez los ojos, su curiosidad aumentó tanto que decidido tomó su chaqueta de mezclilla  y salir de su habitación haciendo lo más silencioso posible.

                Paró en seco para luego darse cuenta de lo que estaba a punto de hacer.

-¿Acaso estoy loco?- se preguntó a sí mismo-, yo creo que sí.

                Y con eso en mente, tomó las llaves de la puerta de su casa, buscar entre los cajones de la cocina una linterna para luego con cuidado  abrir la puerta de su casa para toparse con su bicicleta. Las afueras de la cuidad no le quedaba lejos, así que podía resistir manejar en bicicleta hacia donde había caído según él la estrella, por lo que había visto no estaba tan lejos,  sin embargo, sabía perfectamente que se estaba metiendo en la boca del lobo, por lo que aún estaba consciente de que el bosque era un lugar bastante peligroso y más a esa hora.

                Pero cuánto tiempo había esperado todo esto, ¡desde pequeño lo hacía! No tenía ni la más mínima idea de que llegaría a suceder este día, por lo mismo de que ahora estaba totalmente sorprendido y a la vez emocionado por ver lo que había caído en el bosque. Por un momento se le pasó por su mente ir a visitar a Konohamaru pero fue consciente de la hora que era, y seguramente estaba durmiendo en este momento y su madre lo hubiera molido a golpes por llegar a esta hora sin contar de que seguramente se lo diría directito hacia su abuela Tsunade y esta le daría peores golpes que la madre de Konohamaru además de un suculento castigo.

                Seguramente estaba loco, o quizá somnoliento, ya que seguramente el sueño le estaba afectado lo poco que le quedaba de cerebro, mas no pudo contener las ansias cuando comenzó a adentrarse al bosque. Sabía que no se perdería ya que conocía la mayoría del bosque como la palma de su mano, gracias a que desde pequeño, él se iba con su padre a pescar en el pequeño río que estaba un poco más alejado de las fronteras del pueblo, además de que también se iban a cazar, mas su padre que él por el bosque, aunque su lugar favorito era el monte Amaya en donde se podía ver desde arriba todo el pueblo. No era la primera vez que se aventuraba solo en el bosque, pero sí la primera vez que lo hacía a altas horas de la madrugada y no podía evitar sentir ese pequeño sentimiento de nerviosismo.

                Por lo que se había fijado, aquella estrella fugaz había caído en una dirección cerca del río. Conforme avanzaba se hacía más sonoro el sonido del agua caer desde la pequeña cascadilla que contenía ese hermoso paisaje, una vez lo suficientemente cerca de ahí, estacionó su bicicleta de color naranja marcando en la tierra un punto en específico conforme avanzaba para poder saber el camino y no perderse cuando regresara. Con la linterna encendida comenzó a alumbrar entre los pinos, no podía negar que al escuchar un diminuto ruido no se ponía nervioso, sin embargo, él seguía con su camino.

                Alumbró con la linterna una vez más, cuando de reojo gracias a la luz de su pequeña lámpara vio un destello, con curiosidad, volvió a alumbrar en el mismo lugar dándose una gran impresión al ver una extraña pero no tan grande nave espacial, es más tenía un poco más el tamaño de un humano ordinario, pero el simple hecho de tener algo extraterrestre enfrente de sus ojos lo hacía imposible e increíble. Sin duda alguna seguramente todo esto era una mala jugarreta de su propia mente.

 

Notas finales:

Este es el primer capítulo, ojalá y les haya gustado, ya sabes que si les gustó pueden dejarme un comentario, y si no, también. 

Ustedes me dicen si este fic merece continuación.

¡Hasta el próximo capítulo!


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