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Muy íntimo por Yin

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Notas del fanfic:

Disclaimer: D. Gray-man pertenece a Katsura Hoshino, si fuera mío, Alma nunca habría muerto y jamás hubiera perdonado a Kanda Yuu por su traición.

Relago para: Mai, por ser su cumpleaños.

Y sí, me confieso culpable de que esta señorita le guste esta pareja porque yo la vicié. No me arrepiento en lo absoluto.

Notas del capitulo:

¡ME CAGO EN LA PUTA MIERDA DEL MÍNIMO DE CARACTERES, COÑO! Oirrggg. *respira, respira*

 

En cuanto llegen a la raya, por favor, dejen de leer T__T

Alma y Yuu llevaban una relación muy privada. En público no existían los besos, ni abrazos ni caricias y, de hecho, ni siquiera se acercaban a menos de cuarenta centímetros del otro. Ya ni hablar de cuando estaban acompañados por un tercero.

Alma era hablador y Kanda sólo daba su opinión cuando le preguntaban o cuando los otros dos estaban diciendo una estupidez tan grande que, simplemente, no podía callárselo. Ellos no eran, ni de lejos, la clase de pareja que te hace sentir el sujeta velas.

Ah, pero bajo la intimidad... En el resguardo del silencio y un lugar fuera de miradas indiscretas había besos apasionados, manos inquietas, miradas traviesas, risas incontroladas y suspiros seductores. Había también roces de piel desnuda, palabras trémulas e intenso placer.

Nadie sabía de lo que eran capaces, de que los juegos no habían muerto con su infancia, de la imaginación y el ingenio que convertían la cosa más insignificante en la escalera a un mundo muy fuera del alcance de los demás.

Nadie podía siquiera entreverlo aunque lo sospecharan porque Kanda Yuu era demasiado serio, recto y aburrido como para ser, en realidad, tan bueno en el sexo que su cara bonita podía insinuar; y Alma Karma, la verdad, era demasiado extrovertido, simpático y divergente como para tener fetiches ocultos bajo su estúpida y despistada sonrisa.

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Alma y Yuu llevaban una relación muy privada. En público no existían los besos, ni abrazos ni caricias y, de hecho, ni siquiera se acercaban a menos de cuarenta centímetros del otro. Ya ni hablar de cuando estaban acompañados por un tercero.

Alma era hablador y Kanda sólo daba su opinión cuando le preguntaban o cuando los otros dos estaban diciendo una estupidez tan grande que, simplemente, no podía callárselo. Ellos no eran, ni de lejos, la clase de pareja que te hace sentir el sujeta velas.

Ah, pero bajo la intimidad... En el resguardo del silencio y un lugar fuera de miradas indiscretas había besos apasionados, manos inquietas, miradas traviesas, risas incontroladas y suspiros seductores. Había también roces de piel desnuda, palabras trémulas e intenso placer.

Nadie sabía de lo que eran capaces, de que los juegos no habían muerto con su infancia, de la imaginación y el ingenio que convertían la cosa más insignificante en la escalera a un mundo muy fuera del alcance de los demás.

Nadie podía siquiera entreverlo aunque lo sospecharan porque Kanda Yuu era demasiado serio, recto y aburrido como para ser, en realidad, tan bueno en el sexo que su cara bonita podía insinuar; y Alma Karma, la verdad, era demasiado extrovertido, simpático y divergente como para tener fetiches ocultos bajo su estúpida y despistada sonrisa.

Alma y Yuu llevaban una relación muy privada. En público no existían los besos, ni abrazos ni caricias y, de hecho, ni siquiera se acercaban a menos de cuarenta centímetros del otro. Ya ni hablar de cuando estaban acompañados por un tercero.

Alma era hablador y Kanda sólo daba su opinión cuando le preguntaban o cuando los otros dos estaban diciendo una estupidez tan grande que, simplemente, no podía callárselo. Ellos no eran, ni de lejos, la clase de pareja que te hace sentir el sujeta velas.

Ah, pero bajo la intimidad... En el resguardo del silencio y un lugar fuera de miradas indiscretas había besos apasionados, manos inquietas, miradas traviesas, risas incontroladas y suspiros seductores. Había también roces de piel desnuda, palabras trémulas e intenso placer.

Nadie sabía de lo que eran capaces, de que los juegos no habían muerto con su infancia, de la imaginación y el ingenio que convertían la cosa más insignificante en la escalera a un mundo muy fuera del alcance de los demás.

Nadie podía siquiera entreverlo aunque lo sospecharan porque Kanda Yuu era demasiado serio, recto y aburrido como para ser, en realidad, tan bueno en el sexo que su cara bonita podía insinuar; y Alma Karma, la verdad, era demasiado extrovertido, simpático y divergente como para tener fetiches ocultos bajo su estúpida y despistada sonrisa.

Notas finales:

En mi opinión ha quedado un poco raro pero no estoy segura de si OoC o no...

Ah, y que quede claro, pueden decirme que no les gustó, señalarme fallos o mandarme a freír espárragos pero no pueden trollearme la pareja. Es lo único que no soportaré. Y espero que comprendan eso.


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