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Master of puppets por Sidney

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Notas del capitulo:

Antes de nada, los personajes no me pertenecen y todas esas cosas, simplemente utilizo sus estéticas y carácteres para divertirme un rato xP

Esta historia es algo rara, por explicar de forma rápida esto viene de una historia algo más larga y grande de una partida de rol, en la que Seto Kaiba es el importante señor de los demonios del Inframundo y Zane su consorte

Y como ya iréis viendo en la historia Seto tiene un poder un tanto peculiar, o más bien una forma de utilizar su poder un tanto peculiar, del que Zane no tiene queja... no mucha al menos XP

Y bueno, si os llama la atención esta parejita y el universo ¿quien sabe? Tal vez os cuente cómo empezaron a salir estos dos algún dia... XP

Pasó con elegancia los dedos por el puente de la nariz, acariciándose suavemente la superficie después y suspirando pesadamente, otro largo día ocupado en tratar de mejorar más y más el imperio que ahora poseía. Estiró el cuello con suavidad, sintiendo casi al instante unas familiares manos recorriéndolo despacio, acariciándolo y masajeándolo calmadamente.

 

Un suave gemido escapó de los labios de Seto, no mediaban palabras... no hacía falta; esa mirada significaba “deberías tomarte un descanso” sonrió con suavidad a su atenta pareja, sonrisa que sólo le dedicaba a él, y se encogió de hombros simplemente como respuesta a la insistencia de su niño, que aún mantenía esa profunda mirada verdosa regañándole.

 

- ¿Quieres tomar un baño? - preguntó simplemente, escuchando el dulce bufido del peliverde resignado; era lo más cercano a descanso que iba a permitir el castaño... pero ambos sabían bien lo que ocurría cada vez que decidían “tomar un baño”.

Con una sonrisa juguetona, Seto levantó la vista del portátil que tenía sobre la mesa, cerrándolo y dejándolo enfriar por un rato y sus brillantes ojos azules se posaron en los del otro - ¿qué me dices Zane?... ¿vienes? - un ronroneo sugerente al ver la ceja alzada de su novio y una sonrisa pícara en sus labios... si Seto Kaiba quería algo... Seto Kaiba obtenía ese algo.

Con elegancia y delicadeza llevó las manos sobre la mesa, apartando a un lado el portátil y sentándose sobre ella, sin perder de vista los ojos de su atractiva pareja, sonrió de nuevo, esa sonrisa pícara que guardaba para él, especialmente cuando decidía “jugar” con él un rato.

Con cuidado y lentamente comenzó a desabrochar los botones de su gabardina, dejándola sobre la mesa sin mucho cuidado, comenzando a desabotonar tranquilamente su camisa.

- Seto... - bufó, sabiendo que esa mirada quería decir que Seto no pararía hasta salirse con la suya; el moreno simplemente ensanchó ligeramente su sonrisa, dejando caer con suavidad la camisa y dejando su pecho al descubierto... las horas frente al ordenador, en las reuniones, pasando algo de tiempo con su vieja amiga Cecille en ese “Salón de citas” que había montado... no le impedían tener algo de tiempo siempre para trabajar su cuerpo y sus habilidades mágicas, su piel lechosa relucía con la luz artificial del techo, haciéndole ver tan sugerente como pretendía ser... como muchas veces era sin siquiera ser consciente de ello.

 

- Yo voy a darme un baño... tu haz lo que quieras – con la misma parsimonia dejó caer sus pantalones tras desabrocharlos, sin perder de vista ni un segundo los ojos de Zane, que, según Seto, no tardaría demasiado en ceder a las provocaciones del menor de ambos.

 

Otro pesado suspiro, niño caprichoso... cuando se ponía así era incorregible... insoportable... y deliciosamente sensual. Especialmente cuando comenzaba con esos juegos que tanto trastocaban los esquemas de Zane...

 

Era difícil comprender cómo, ya fuera en mitad de una reunión, en su despacho, o en cualquier otro lugar que al pequeño se le antojara, era capaz de calentarle hasta el punto de querer saltarle encima olvidando sus puestos y el respeto al gran señor de los Demonios.

Maldita línea hereditaria... maldito mocoso del demonio... perverso diablo manipulador... odiaba esa parte de él casi tanto como le enloquecía...

Alguien que se hacía ver tan serio, tan arisco y borde con todo aquel que no le conocía lo suficiente para saber que simplemente era así, tan altivo, orgulloso y arrogante... no podía tener los fetiches de ese niño caprichoso.

 

Y es que no había día, que cuando el muchacho gustaba de divertirse un poco, abusaba de sus poderes como marionetista para atormentar a Zane; no era la primera vez, y sabía que tampoco la última, que se había visto sorprendido por la mirada fija del pequeño y su perversa sonrisa diabólica y no había podido contener el gemido al sentir lo que a aquel muchacho se le antojaba.

 

Seto tenía la costumbre, de, en momentos de aburrimiento, hacer sentir a Zane, dependiendo de las ganas que tuviera de juguetear con él, las sensaciones que se le antojaran en el cuerpo de una forma tan real que asustaba.

De pronto sentía la mano del pequeño en torno a su miembro, masturbándole fervientemente, o su húmeda boca lamiendo cada centímetro, o directamente cómo el miembro del chico le penetraba sin miramientos; mientras Seto simplemente contemplaba divertido y sin mover un dedo el espectáculo que sus habilidades obligaban a Zane a sentir.

 

Y ahora no era distinto; ese diablo, ahí plantado, en ropa interior, apoyado aparentemente manso contra la puerta del baño, que le miraba nuevamente de forma fija e inquisitiva, con una sonrisilla burlona al escuchar un suave gemido del peliverde... ya estaba jugueteando otra vez.

 

El cuerpo de Zane volvió a reaccionar ante los invisibles toques, unas manos invisibles; o más bien el manejo de aquel pequeño muchacho, que tan solo estaba moviendo los dedos cómo si hilos de marioneta estuvieran enganchados a ellos dando la sensación de que unas manos invisibles le acariciaban, comenzando por el cuello, y bajando lentamente, acariciando su pecho, mientras Seto simplemente le observaba divertido.

 

Un gemido más fuerte hizo ensancharse la sonrisa del menor de ambos... delicioso... el castaño se relamió los labios, observando cómo Zane abría su dulce boca, jadeando por algo de aire, al haber sentido, de improviso y sin ningún tipo de aviso, la sensación de que el miembro de aquel travieso muchacho entraba dentro de su cuerpo hasta el fondo de una sola estocada.

 

Seto simplemente se relamió los labios sin dejar de mirarle, riendo suavemente y pasando al baño tras hacer sentir a Zane como aquellas manos continuaban atormentando su cuerpo, notando cómo iban bajando, jugando con su ombligo y pasando a sus piernas, saltándose el excitado miembro del peliverde.

 

- ¿Vienes o no? - rió coqueto desde el baño, haciendo que su pareja escuchara el agua correr y simplemente obligándole él mismo mediante sus poderes a que fuera al baño.

- No se para qué preguntas... vas a hacer lo que se te antoje igualmente – bufó molesto el peliverde, por supuesto que iba a ir, no era necesario que Seto le “obligara”.

El castaño simplemente le dedicó una sonrisa pícara nuevamente y se rió despacio llamándole con el dedo e invitándole a entrar con él a la enorme bañera que tenían en el baño de su mansión principal, la ropa interior del más joven ya estaba en el suelo frente a la bañera.

 

Zane suspiró, a veces comprendía a qué se referían sus “súbditos” que no le conocían tanto con aquellos comentarios ofensivos sobre el hombre que amaba “¿cómo puede alguien soportarle?... es un borde, un arrogante, un creído... menudo gilipollas sin moral

Pese a tener a veces una opinión similar a la que las gente del “imperio” de su atractivo muchacho sobre su carácter, solía castigar esos comentarios sin miramientos... apoyándose en la teoría de una de sus compañeras de copas y de las pocas personas que respetaban y no simplemente temían al señor de los Demonios.

Hierba... la gente normal es lo que es... siempre lo he dicho... la hierba hay que cortarla antes de que crezca demasiado y opaque a las pocas flores que nacen de vez en cuando

Había de reconocer que esas palabras solían servirle de escusa cuando, presa de la rabia, se encontraba con una aterrorizada “brizna de hierba” entre sus manos a punto de ser quebrada por osar siquiera nombrar a su pareja.

Agitó la cabeza, tratando de olvidar esos pensamientos y concentrarse en la deliciosa flor que le esperaba en la bañera.

Con la misma parsimonia que el menor había tenido al principio comenzó a quitarse la ropa fijando su mirada en la de su novio, sonriéndole de medio lado... ese chico siempre tenía que salirse con la suya; se relamió los labios al ver lo impaciente que estaba su niño, desnudo, mojado, jadeando suavemente mientras le observaba, dándole a entender con la mirada las ganas que tenía de que se dejara de medias tintas y entrara con él al baño de una vez.

 

Otra embestida, otro gemido inesperado... definitivamente su pequeño estaba ya ansioso; gruñó para sí, apresurándose más, algo más torpe por el placer que su pequeño le seguía haciendo sentir, notando nuevamente cómo si tuviera a alguien dentro de él, embistiéndole fuerte y firme, haciéndole gemir y calentarse más de lo que ya estaba por lo que, con la ropa que le quedaba entró buscando demandante los labios de Seto.

 

Una risilla burlona se dejó escuchar de los labios del castaño mientras él mismo le quitaba el resto de ropa, ahora empapada, que le quedaba.

- No digas nada – bufó Zane, al ver las intenciones del pequeño de hacer algún comentario socarrón con su curioso humor ofensivo.

Sin miramientos y en venganza por lo que le había estado atormentando, y por lo que le estaba atormentando en ese momento con las duras penetraciones, le gimió con fuerza, sujetándole de las caderas y entrando sin decir nada más, escuchando el delicioso gemido de Kaiba resonar en sus oídos gustosamente... adoraba cuando el pequeño gemía, aquellos dulces sonidos que sólo él había podido escuchar, y que si de él dependía, sólo él escucharía.

 

- ¡Seto! – gimió, notando que el travieso marionetista estaba acelerando las penetraciones invisibles en su cuerpo, viendo de nuevo la triunfadora sonrisa del muchacho, que parecía burlarse de él, cosa que le incitaba a seguir, a borrarle esa sonrisa de la cara... a obligarle a gemir hasta que rogara clemencia.... por amor al cielo ¡cuan loco le volvía ese muchacho!.

Sabía lo que el pequeño pretendía... que su aguante se viera menguado por el jugueteo que se traía con sus hilos el pequeño, le escuchó reír suavemente, moviéndose bruscamente en el interior del pequeño, provocando que un ronco gemido abandonara su garganta y dejara de burlarse.

Era su tiempo de la venganza... por mucho que el chico pudiera llevarle al cielo, atendiendo de mil formas todo su cuerpo, la experiencia a lo largo de sus siglos de vida le había provisto de un aguante más que respetable... y aquel pequeño muchacho apenas pasaba de los 25 años...

 

Otro delicioso gemido más alto que los demás abandonó la boca de Kaiba, haciendo que la sonrisa de Zane se ensanchara y comenzara a aumentar incluso más la cadencia de sus caderas... el chico aprendía rápido, era más que inteligente, no había cosa que no se le diera bien... pero en la cama... en la cama él seguía siendo el que llevaba las riendas, y no pretendía que eso cambiara.

 

Se movía más fuerte.. más rápido, haciendo que el delicioso cuerpo bajo él se arqueara pidiendo más, que gimiera más y más alto, aferrándose con fuerza a sus hombros, arañando parte de ellos y mordiendo el cuello para aguantar las ganas de rogar al notar las manos de Zane en torno a su miembro, dispuesto a volverle loco de placer.

 

Las embestidas continuaron, y pronto, las invisibles estocadas que Zane sentía en su interior se acompasaron al ritmo que el propio peliverde llevaba dentro del otro muchacho, un arañazo más fuerte y una mordida en su cuello más demandante, por supuesto el gran Seto Kaiba jamás pediría más con palabras... rara vez había conseguido que algo así abandonara los labios del chico a menos que se tratara de alguno de sus jueguecitos macabros.

 

No se hizo de rogar... él también necesitaba más... necesitaba más de aquel criajo insolente que le conquistó con su delicioso porte y su arrogante y decidida forma de ser... en el fondo eran iguales... pero con los años él había aprendido a ceder un poco más, mientras que su pareja, pese al cargo que ostentaba, no era más que un niño caprichoso para algunas cosas... sobre todo en la cama.

 

Gimió fuerte, moviéndose aún más, acariciando el miembro del menor y disfrutando de sus gemidos, sintiéndose al borde del orgasmo, y notando que a su pareja tampoco le quedaba mucho más para terminar.

 

- Te amo – susurró dulce contra su oído, sintiendo que no aguantaba más, menos al notar cómo el cuerpo de Seto se contraía completamente bajo él, gimiendo contra la piel de su cuello, y mordiendo con algo de fuerza, incapaz de no querer marcar esa tersa y suave piel libre de cicatrices.

 

Seto se acomodó entre sus brazos, sonriendo pedante y lamiéndole la mejilla cariñoso – viniste... - dijo simplemente, riendo y cortando los reproches del mayor con un ardiente beso – yo también te amo – añadió con aquella sonrisa traviesa de nuevo. Seto Kaiba siempre obtiene lo que quiere y Zane Trusdale no era una excepción... o si no que le pregunten a Ren...

 

 

Notas finales:

Espero que os haya gustado ^^ yo me divertí mucho al escribirlo XD Este par es una de mis parejas del rol que les dije favorita XD (Manejar al gran, caprichoso, todomesalebien, Seto Kaiba es muy muuuy divertido xP)


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