Cap 1: Dudas
-Aaah-gemí sintiendo como se adentraba de nuevo en lo más profundo de mi.
Era algo demasiado placentero, demasiado caliente... sabía que jamás me cansaría de sentirlo entrar y salir. No, nunca. Era tan necesario como respirar. Sentir aquella fricción en mi interior, una y otra vez, afuera y adentro, más, más, MÁS profundo cada vez, escuchar los roncos gemidos que dejaba escapar esa boca que me traía de cabeza en todos estos años, ver esos ojos negros entrecerrados, con un brillo de excitación y de deseo, pero sobre todo un amor que me hacía delirar.
Me estremecí al sentir como daba de nuevo en aquél punto en mi interior que me hacia ver las estrellas a la vez que sus dedos me acariciaban todo el cuerpo y es que no había ni un rincón en donde no lo sintiese. Era como estar invadido en todo momento, sea interior o exteriormente.
Me mordí el labio aguantando las ganas locas que tenía de gritar como un poseso. Vi como una sonrisa petulante adornaba su excitado rostro. Él sabía que estaba apunto de correrme y aún así me mantenía amarrado a la cama y sin ningún tipo de alivió a mi dolorido miembro. Y eso, al muy cabrón, lo excitaba todavía más.
Y yo ahí, abierto en canal, siguiendo el ritmo de sus caderas, jadeando sin parar, sintiéndome en el mismísimo cielo... pero que cada vez veía menos ante el dolor de mi polla.
¡Joder, el muy gilipollas se iba a enterar! ¡Ya vería él después!
Y es que tampoco podía decir nada porque la poca coherencia que tenía al hablar se había ido en el mismo instante que me besó en el baño, dejándome arrastrar hasta estar en esta situación, sintiéndome por primera vez como un objeto sexual que sirve para que él se descargue, pero al contrario de lo que jamás hubiese pensado, eso me excitaba y a la vez me cabreaba y no con él, sino conmigo. ¿Es que soy masoca o qué?
-Naruto-susurró su voz en mi oído tan sensual, tan ronca... tan cardíaca que casi me corro solo de escucharlo.
Obviamente me reprimí de hacerlo, pero no pude retener un gemido al sentir esa lengua igual de caliente que su dueño en mi mejilla, delineando mis cicatrices que en algún momento me trajeron más de un problema y vergüenza, pero que ahora no eran más que simples marcas que a mi novio le encantaba tocar.
-Naruto-volvió a susurrar pero esta vez sobre mis labios entreabiertos, con los ojos nublados por el deseos. Noté como en cada estocada su cuerpo se estremecía una y otra vez. Sonreí para mis adentros. Estaba a punto de acabar. Me encantaba saber que todo eso se debía a mi. Solamente a mi-. ¿Quieres correrte?
Abrí los ojos a más no poder y sentí como con esas palabras me iba, me iba y no podía detenerlo y tampoco quería.
-¡Sasuke!-grité viendo como todo a mi alrededor desaparecía, se volvía todo blanco y sabía que estaba en el puto paraíso.
Y tan rápido como llegué, me echaron a patadas para volver a mi cuerpo el cual estaba todo sudoroso y jadeante, buscando un poco de aire. Todavía podía sentir los espasmos del mejor orgasmo que jamás había tenido. Había sido tan sorprendente... tan grande...
Aún no estaba en todo mi ser cuando escuché unos jadeos que identifiqué en seguida. Eran de Sasuke. Sasuke, aquel hombre que me había atado y follado hasta desfallecer. Aquel hombre que movía tan bien su polla que me volvía loco. Aquel hombre que, inexplicablemente me había enamorado hacia dos años después de arduos enfrentamientos... que ni siquiera recordaba la causa justo en ese momento.
Abrí los ojos poco a poco, intentando visualizar más allá de los puntitos blancos que insistían en no desaparecer.
Y allí estaba él, mirándome, con gotas de sudor rodando desde su frente hasta perderse en su cuello o cayéndose en alguna parte de mi piel, mezclándose con la mía. Tenía el flequillo pegado a la frente, sus ojos estaban brillantes, como una noche estrellada con hermosas estrellas que solamente se dejaban ver en aquellas ocasiones. Sus mejillas estaban sonrojadas y aquellos labios carnosos y sensuales, se encontraban entreabiertos, intentando recuperar el aliento.
Nos miramos a los ojos durante una fracción de segundo, diciéndonos todo lo que con palabras no podíamos. Y sin hablar, nos acercamos el uno al otro para darnos un casto beso lleno de cariño.
Sasuke me desató poco después y salió de mi, provocándome un jadeo ante ese último roce. Ante eso, el muy capullo sonrió con prepotencia y se marchó al baño, tan pancho. Claro como no era él el que no se podía ni mover por el dolor de culo... ¡Cabrón!
Y es que encima no podía ni siquiera vengarme como debía, ya que durante estos once meses que habíamos mantenido relaciones, siempre había sido el activo y yo el pasivo. La verdad es que no me disgustaba la idea de ser follado por él, ni mucho menos, me encantaba(aunque ni loco se lo decía... luego estaría insoportable con su ego... bueno, más de lo normal), pero también tenía curiosidad al saber qué se sentía al ser el activo.
Sasuke había sido mi primera y única experiencia en lo que se refiere al sexo, así que también quería sentir lo que era ser el activo y no siempre tener que abrirse de piernas y ya. Quería mojarla, por así decirlo, aunque no con cualquiera, sino que lo quería hacer con él, pero parecía que, en cada ocasión que se lo había hecho saber al muy Uchiha, no quería y no tenía ni idea del por qué. Además de que me engatusaba para que dejase la “estúpida” idea de lado con jugarretas que me llevaban al paraíso al segundo... ¡Cómo odiaba que el muy cabrón supiese tanto de mi cuerpo!
Pero aún así seguía empeñado en ser el activo, ya más que nada por cabezonería y porque tenía la ligera sensación de que en el fondo no quería ser el pasivo por su orgullo y eso me dolía. ¿Tan poco le importaba? ¿Su maldito orgullo estaba por encima de sus sentimientos por mi? Jamás negaría que me quería, porque eso no era verdad y yo lo sabía. Me quería igual que yo, pero aún así... no podía ser por una vez el que le ensartasen como un puto pollo, ¿no? Eso me enfurecía.
En un mundo donde los donceles y las mujeres eran rebajadas a más no poder por los hombres, era normal que en las parejas gays(hombre y hombre, no hombre y doncel esa pareja también está muy bien vista y es tan o más normal que la de una mujer con un hombre(maldito mundo clasifiquista)) el “más” hombre no quisiera ser el pasivo, ya que sería denigrar su persona, pero para mi eso no era más que chorradas. Imbecilidades de gente machista y troglodita que no sabía nada del placer carnal ni de la evolución mental. El ser pasivo siempre había sido una debilidad para los hombres, como si estuviera por debajo del activo, cuando en el fondo no era así. No había niveles en la cama. No había reglas, no había nada salvo la pareja, en este caso yo y Sasuke. Cada vez que lo hacíamos ni siquiera me llegaba a plantear el porque yo había aceptado desde un primer momento el ser el pasivo sin rechistar y la verdad es que nunca me lo había preguntado. Pero la respuesta era fácil. Estoy tan jodidamente enamorado de esa capullo insufrible que no me importa si me dan por culo, si le doy yo o si de repente viene y me dice que nos vamos a marte porque allí el sexo es increible. No me importa nada.
Muchas veces cuando estaba con mis amigos, éstos me preguntaban que cómo era el ser el que recibía y si no me sentía chica. La verdad es que no me sentía femenino en lo absoluto. Me daba igual el que me diesen por culo, si aquél que me lo daba era Sasuke.
Siempre tengo el mismo pensamiento pero cada vez que me cruza por la mente lo veo tan claro que me asusta el solo hecho de tenerlo. Éste se trataba de sí alguna vez Sasuke se cansaba de mi o yo de él(tenía más que asumido que no íbamos a durar para siempre... aunque en el fondo mantenía la esperanza de que fuera así), no volvería a ser el pasivo con nadie más. Nadie volvería a entrar donde una vez estuvo él, porque eso sería como un reemplazo y Sasuke no podría ser reemplazado por nada ni nadie salvo por él mismo.
La puerta del cuarto de baño se abrió dejando ver el cuerpo desnudo de mi perdición.
Aún estaba mojado y eso provocaba que las miles de gotas surcasen toda esa piel que estaba marcada por mi.
Me devolvió la mirada, una intensa de estas cargadas con deseo, pero aún así siguió hasta el armario, dándome la espalda y mostrándome alguna que otra marca de dedos que me arrancaron una sonrisa. Me encantaba ver como ese cuerpo estaba simplemente con mi marca de propiedad.
Al principio de nuestra relación, Sasuke me había agobiado bastante con eso de eres mío y de nadie más, hasta el punto de que no quería saber nada de él y de no contestar sus llamadas para que me dejase en paz y aprendiera la lección. ¡No era ningún objeto para tener dueño! Pero, pasados unos meses, casi me vi tatuándole mi nombre en cada poro de mi piel y fue su turno de reírse de mi, aunque sabía que le encantaba esa vena posesiva que me surgió de la nada. Él no hizo nada para oponerse a las miles de marcas que deje por todo su cuerpo y yo tampoco lo hice cuando él me las hizo.
La verdad es que ya no sé si se las hago queriendo o sin querer, pero cada vez que lo hacemos, aparece una o dos marcas más. Y no sólo en su cuerpo, él mío estaba igual o peor que el suyo. Hacia relativamente poco que me había percatado que en las zonas de mi cuerpo que más le gustaba a Sasuke había una lluvia de chupetones por todas partes. Esas zonas eran mi cuello, sobre todo la parte de la nuca, entre mis muslos y mi abdomen. Una que otra vez me había encontrado que tenía en los brazos y piernas, sorprendiéndome, porque básicamente no los sentía cuando me los hacía. Para mi era toda una sorpresa encontrarme ese puntito rojo en mi piel. A veces me preguntaba si de verdad no estaba con un vampiro sin colmillos...
El bajar de la cama me volvió a la realidad. Sasuke se había sentado en el borde y me miraba con cariño a la vez que me acariciaba la mejilla.
Me sonrojé. No lo pude evitar. Los momentos dulces con Sasuke eran contados con una mano y no me podía acostumbrar a esas muestras de cariño. Aunque las prefería antes que sus ya acostumbradas patadas en el culo.
-¿Quieres que te ayude a limpiarte?-preguntó con cariño, pero yo me enfadé.
-Puedo yo solo, gracias-espeté, apartándole la mano y levantándome mordiéndome el labio inferior.
¿¡Joder, por qué siempre dolía!?
-Pues yo no lo veo así-comentó con arrogancia con una sonrisa de lado.
Lo miré con odio. Eso lo divirtió más.
-No te rías tanto, Uchiha-siempre que nos peleábamos le llamaba por su apellido o en los momentos más calientes, ese hecho le excitaba de sobremanera-, que cuando te pille no podrás sentarte en lo que restará de mes.
Observé como su sonrisa vaciló un momento, pero no desapareció. Eso me hizo dudar, aunque no lo mostré...
-En tu sueños, dobe.
Se levantó y se marchó a no sé dónde dejándome con un agujero en el estómago.
¿Sasuke eran de esos hombres que pensaban que ser el pasivo era denigrante? ¿Se creía mejor que yo? Pero lo más importante, una duda que jamás pensé tener y que la verdad es que me asustaba de sobremanera...
¿Me estaba ocultando algo?