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Lecciones sobre el amor por yuukoichiharayume

[Reviews - 46]   LISTA DE CAPITULOS
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Notas del fanfic:

Es mi primer fanfic colgado, espero que os guste y que me dejéis muchos reviews.

Estos personajes no me pertenecen, sino que son de la gran y todopoderosa Square Enix.

Esta historia tendrá algún que otro crosssover, que anunciaré en las notas del capítulo.

Los hechos transcurren en uno de los muchos mundos que visitan Axel y Roxas mientras el segundo está en la Organización. Me baso sobretodo en el videojuego Kingdom Heart 358/2 days

Espero que les guste.

Un saludo.

;-)

Notas del capitulo:

Este es el capítulo inicial, por lo que voy a empezar con algo un tanto suave, y a la vez no tan suave para algunos 

O///O

Espero sus reviews con impaciencia

-.-

CAPÍTULO 1:

Axel sabía que el momento se acercaba. Ver a Roxas tan sonriente por el momento hacía que sintiese algo en el pecho, como un si un vacío hubiera desaparecido. Pero el joven número XIII ya llevaba meses en la Organización. Xemnas cada vez estaba más pendiente de las misiones del nuevo recluta y, por lo tanto, de sus ratos libres.

En el pasillo no se dio cuenta de que, desde el centro del mismo, Zexion no paraba de mirarle hasta que casi se empotra contra él.

- Axel, ten más cuidado.- le dijo el incorpóreo peliazul.

- Sí, perdona. Lo siento.- contestó Axel.

- Te noto distraído. ¿Ocurre algo?- preguntó Zexion.

Axel sabía que, además de en Demyx y Roxas, podía confiar en Zexion.

- Estaba distraído pensando en que han pasado meses desde que Roxas llegó aquí, así que ya sabes lo que le pasará pronto.- le contestó el pelirrojo, evitando que se le notara algo diferente en el tono de voz.

Zexion perdió todo el color que tenían sus mejillas. Claro que sabía lo que significaba. Nada más atisbar ese recuerdo su mente, su cuerpo producía una reacción en cadena que le dejaba rígido e incapaz de moverse. Sobreponiéndose a aquel horrible recuerdo, trato de pensar la manera de ayudar al número VIII a salvar a su compañero.

- Hazlo tú.- le sugirió.

Nada más oírlo, a Axel comenzaron a arderle las mejillas de ira y… ¿vergüenza?

- ¿Estás loco? Si soy yo quien lo hace, Roxas me odiará el resto de su vida y yo estaré muerto antes de acabar el día.

- Convence a Xemnas para que te deje hacerlo a ti. Sé que es posible. A mí quien me lo hizo la primera vez…- le lengua se le quedó trabada pero, turbado, consiguió seguir hablando.- fue Marluxia.

Axel sintió un escalofrío al oír aquellas palabras. La sola idea de Marluxia con… no, tenía que hacer algo.

- Gracias por el consejo Zexion. Y siento mucho que te haya recordado lo que sucedió.

- Te lo agradezco. Ahora vuelve a tu habitación.

Axel asintió y Zexion vio cómo se alejaba con la mirada perdida.

Nada más entrar en su cuarto Axel casi sufre una crisis nerviosa. Roxas estaba en medio de la habitación con una toalla alrededor de la cintura como única vestimenta y con el cuerpo todavía mojado de la ducha que seguramente se acaba de dar.

- ¡Axel!- gritó el joven, con las mejillas totalmente encendidas.- ¿No sabes llamar?

El pelirrojo se habría quedado embobado si no hubiera sido demasiado embarazoso.

- L-lo s-siento, Roxas. Estaba pensando en mis cosas y no he pensado que… bueno, pudieras estar semidesnudo en medio de nuestra habitación.- le contestó él, apartando la mirada de sus cuerpo perfecto, a duras penas.

- N-no estaba aquí hace un momento. Se me había olvidado la ropa encima de la cama y he salido a cogerla cuando tú has entrado sin llamar…- contestó el rubio apresurándose a dirigirse hacia la cama.

- Pues coge tu ropa y cámbiate si quieres aquí. Yo volveré dentro de un rato.- dijo Axel y al momento, no sin antes echar otra mirada discreta al cuerpo del joven, salió de la habitación.

 

Dentro se quedó Roxas con la ropa en la mano. Algo dentro de él había deseado que Axel se hubiera quedado. Sus mejillas seguían ardiendo y sus piernas parecían no querer sostenerle. Era la primera vez que le sucedía aquello, ¿Qué significaba?

 

Al otro lado de la puerta Axel intentaba por todos los medios calmarse. Su cuerpo ardía por completo, sus piernas le fallaban y su entrepierna… bueno, parecía que se acababa de levantar después de una noche muy larga.

Aquello no le estaba pasando. Reconocía que el chico le importaba, se había convertido en su mejor amigo. Todas aquellas tardes que había pasado con él mirando la puesta de sol en Villa Crepúsculo, tomando lo que ya era el tradicional helado de sal marina, había sido los mejores momentos desde que llevaba en la Organización. Recordaba perfectamente cuando había conseguido arrebatarle la primera sonrisa a aquel adolescente al que al principio llamaba “Robo-Roxas”.

Esto lo estaba sobrepasando. No podía admitir que Roxas le… NO, tenía que convencer a Xemnas.

Haciendo acopio de todo el valor que tenía, se dirigió al despacho del número I. Al llamar a la puerta su convicción vaciló durante unos instantes para después recordarlo la razón por la que estaba allí.

- Adelante.- oyó desde dentro.

El despacho de Xemnas seguía siendo espeluznante, pero nada infundía más temor que el incorpóreo que se sentaba tras aquel escritorio.

- Axel, ¿qué quieres?- le preguntó él.

- Deseaba pedirle un favor señor.

- Te escucho.

- Verá mi señor: como usted ya sabrá, han pasado meses desde que Roxas se nos ha unido como miembro número XIII se nuestra Organización y se acerca el momento en que se le practique el ritual de iniciación y…

- ¿A dónde quieres llegar, Axel?

- Permitidme ser yo quién le practique el ritual de iniciación a Roxas.

La habitación se le hizo muy pequeña de repente al incorpóreo número VIII. No había lugar a donde escapar de la mirada de ojos ambarinos del jefe de la Organización. Aquellos ojos que parecían adivinar cada uno de tus pensamientos.

- ¿Y por qué habría yo de permitirlo? Sabes que es la forma más eficaz de tenerlo bajo control.- respondió el número I.

- Lo sé, mi señor. Pero dejadme confirmaros que el joven número XIII ya os teme. Es sólo mencionaros su nombre y puedo afirmaros que se pone a temblar cual hoja arrastrada por el viento del invierno. Sin embargo a mí, que soy su compañero, no me tiene tanto respeto como a usted. Por eso querría que concedieseis el honor de ocupar vuestro lugar.

Xemnas se recostó contra el respaldo de la silla que presidía aquel despacho. Estuvo cavilando durante unos instantes mientras Axel rezaba interiormente.

- Está bien. Puedes ser tú quién lo inicie.- contestó.- Pero, si atisbo por su parte el más mínimo gesto de rebelión, puedes estar seguro de que se lo haré pagar terriblemente caro.

Axel quiso salir corriendo de la estancia para volver a su cuarto, pero no se movió de donde estaba.

- Mi señor, para asegurarme de que eso no pase… ¿puedo llevarme a Roxas lejos de aquí para que, por una parte, puede ser duro para él y por otra para que los demás no piensen mal de usted?

- De acuerdo. Os encomendaré una misión secreta y diré que Roxas estará en el laboratorio toda la semana. Ahora, vete.

Axel salió de la habitación procurando estar serio y siguió conteniendo su alegría por todo el camino hasta llegar a su habitación.

Dentro le esperaba Roxas, para su desgracia ya vestido, tumbado encima de su cama mirando al techo.

- Has vuelto a entrar sin llamar.- le dijo el joven ojiazul.

- Perdona. Acabo de hablar con Xemnas y estaba pensando en otra cosa.

Nada más oír el nombre de Xemnas, Roxas se ponía rígido y empalidecía considerablemente. Axel no le había mentido a su jefe en ese sentido.

- ¿Y de que habéis hablado?- preguntó el joven, intentando apartar su mente del incorpóreo que le producía un terror irracional.

- De que nos vamos de misión.- le contestó, sentándose en el borde de la cama de su compañero.

- ¿Qué nos vamos?

Sin darse cuenta, al sorprenderse, Roxas se irguió en la cama y su rostro quedó a pocos centímetros del rostro de Axel. Ambos se miraron hipnotizados durante unos instantes hasta que Roxas no aguantó más y desvió la mirada.

- Sí.- contestó por fin Axel.- Nos vamos de misión secreta. Tú y yo solos.

Aquella noticia a Roxas le turbó. No porque la misión fuese secreta, si no por el hecho de que estaría con Axel.

- ¿Y a dónde nos vamos? ¿Cuánto tiempo?

- No lo sé y seguramente estaremos fuera una semana.

¡Una semana! Toda una semana a solas con Axel. Aquellas palabras provocaban en el joven un estado de excitación. De repente, deseaba que la misión comenzase ya.

- ¿Cuándo nos vamos?

- Lo más seguro es que sea mañana al amanecer, así que deberías estar durmiendo.

Roxas se rió ante aquello.

- Eso quiere decir que tú también deberías estar durmiendo.- le contestó.

Axel contestó el reproche riéndose cómo sólo él sabía reírse. Aquella risa que hacía olvidarse a Roxas de todos sus problemas.

- Anda, duerme de una vez. Yo me acostaré después de ducharme.- le contestó el pelirrojo, levantándose de la cama.- Buenas noches.

- Buenas noches.- le contestó el adolescente, volviéndose a poner las sábanas sobre su cuerpo.

Axel entró en el baño, cerrando la puerta tras él. Por una parte quería dejar descansar a Roxas y por otra no deseaba que el joven oyera le que estaba a punto de hacer.

Se quitó la ropa y la dejo en el cesto de la ropa sucia. Abrió el grifo de agua caliente casi al máximo y se metió bajo el chorro que salía de la manguera de la ducha. Cerró bien las cortinas por si a su compañero le entraban ganas de levantarse para ir al baño y comenzó con la acción que últimamente se había vuelto una necesidad. Cogió su miembro con una mano y comenzó a masturbarse suavemente. Desde hacía una semana aquello era lo único que le permitía calmarse lo suficiente como para no abalanzarse sobre Roxas y hacer algo por lo que el joven le odiaría eternamente.

Los movimientos de su mano, que poco a poco habían subido de ritmo, nada más vislumbrar el rostro del joven en sus recuerdos se hicieron casi frenéticos. Los gemidos comenzaban a hacerse tan fuertes que Axel tuvo que usar la mano que tenía libre para taparse la boca con ella. A los pocos instantes, recordando lo que había sucedido hacía unas horas en aquella habitación, Axel se corrió al imaginarse a Roxas sin la toalla.

Después terminó de ducharse y, todavía acalorado, salió de la habitación para buscar su pantalón de pijama, al cual no había cogido con las prisas por salir de la habitación.

No podía imaginarse que su joven compañero seguía despierto y podía ver perfectamente sus nalgas desnudas delante del armario.

Algo en la entrepierna de Roxas se despertó ante aquella visión del cuerpo perfecto de Axel, aunque sólo fuera de espaldas. Su cuerpo ardía y su cuerpo le pedía a gritos que se abalanzase sobre Axel para unir su cuerpo al suyo. Aquello era absurdo. Parecía que se sentía atraído como un imán por su mejor amigo. Eso no podía estar bien, ¿verdad?

Mientras seguía en sus divagaciones Axel terminó de vestirse y se metió bajo las sábanas de su cama. Aunque todavía estaba algo acalorado por lo que acababa de hacer, consiguió dormirse pensando en que a partir de mañana tendría a Roxas para él sólo durante una semana entera.

En la otra cama Roxas seguía realmente turbado, pero el cansancio le venció, durmiéndose pensando en qué haría el día siguiente.

Sin saberlo, los dos residentes de aquel cuarto habían gastado su último pensamiento del día el uno en el otro.

Notas finales:

Espero que os haya gustado. Colgaré el siguiente capítulo tras recibir algún review , sea bueno o malo -.-

Preferiblemente bueno jajajaja


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