Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Dove por Winy9

[Reviews - 52]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Helloooo! ^^

Últimamente estoy de lo más pesada, lo sé, pero tengo muuucho tiempo libre y la imaginación vuela. Además leí una cosa que no me gustó y tenía que remediarlo (?) xDDD

Vale, a lo que voy ^^ Hace unos días vi una peli que me hizo soñar con la idea de este fic (lo sé, estoy enferma!) y tuve que escribirlo, porque si no se me olvidaba =)

Advertencias... muchas! Es muy dramático, muy a mi estilo (ya iba siendo hora lalala...) y hay momentos que a mí me da hasta pena escribir y eso que soy una insensible. 

Hay palabras malsonantes y todo eso, mucha sangre y mucho dolor. Ea, aviso desde ya. También digo que, como siempre, aunque en las advertencias ponga "lemon" será una cosa muy rara y esta vez de verdad, apenas habrá, es una cosa orientativa. 

Serán, como prometí, cinco capítulos =) 

Y como me he extendido ya un montón, no digo más. 

¡Buena lectura! 

- Grita.

Por llevarle la contraria y mantener la poca dignidad que le puede quedar ya, aprieta los labios para evitar hacerle caso. No solo le gustaría gritar, si no también llorar de rabia e impotencia. Porque no puede hacer nada, no pudo hacer nada desde el principio, desde que ese desgraciado lo cogió por el brazo bruscamente y lo golpeó tumbándolo en el suelo de un solo puñetazo para colocarse sobre él y comenzar a besar su cuello arrancándole la camisa. Le habían hablado fatal de este sitio antes de que su ingreso fuese enteramente oficial, y ahora que está dentro se da cuenta de que no tiene nada que ver con lo que le habían contado. Era muchísimo peor.

Sus manos se aferran desesperadamente a las sábanas, mientras las ajenas se entierran en la piel de su cadera, haciéndole incluso más daño, incrementándolo solo un poco más. Las lágrimas caen silenciosas por su mejilla, y no solo por el dolor físico de ser penetrado bruscamente por primera vez, si no por la humillación que está sufriendo. Él no es uno de esos chicos que se dejan manipular fácilmente, nunca ha sido así, él siempre ha tenido el control. Pero aquí lo ha perdido por completo, porque él mismo se ha sentido perdido al ser despojado de todo cuanto tenía.

- He dicho que grites - la voz ronca y excitada de su compañero le llega más cerca de su oído ahora que tira de su pelo hacia atrás -. Quiero que se enteren todos a quién le perteneces.

Él sigue sin hacerle caso. Si hay algo en lo que puede mantener el control no dudará en hacerlo. Su compañero lo castiga embistiéndolo con más fuerza, y él tiene que morder las sábanas para seguir sin gritar. No le dará esa satisfacción, no se convertirá en la puta de nadie.

Las manos del otro se aferran más a su cuerpo y espera que eso signifique que la tortura está a punto de acabar. No se equivoca, pero se siente más que sucio cuando aquel líquido lo recorre por dentro. Un estremecimiento le recorre el cuerpo, y no precisamente de placer. Escucha una risa burlona mientras el mayor sale de su interior y se sube los pantalones tranquilamente. Él no se mueve, aunque quisiera, no podría.

- Bienvenido al infierno, chico nuevo.

 

Ser el chico nuevo nunca tiene alguna ventaja. Quizás los guardias aún se fían de ti o te advierten de los peligros y esas cosas, pero en la práctica eso sirve de poco cuando duermes con cinco chicos más, que están en ese internado por algún motivo.

Un internado para enfermos mentales. Dove. Así es como lo venden, para recuperarlos con los clásicos métodos. Claro que sí. El más clásico de todos: la violencia. Solo lleva una semana en este horrible lugar y ya lo ha odiado con toda su alma. No solo por los constantes abusos de uno de los chicos mayores, sino también porque él no ha hecho nada para estar ahí. No está enfermo, no está loco, no es como todos los demás.

Y lo supo en cuanto se presentaron. Al principio, cuando en una terapia de grupo, contaron lo que les pasaba a cada uno, pensó que quizás no estaría de más hablar sobre todo esto y que en realidad no fuese un sitio tan horrible. Pero no solo te castigaban por lo que decías, si no que te hacían sentir como una mierda.

Y así se siente Donghae. Tras una visita más de su acosador, ahora llora en silencio abrazado a la almohada. Sus padres lo metieron aquí porque pensaron que era lo mejor, porque no aceptaron su rebeldía o su forma de ser. Pero él no ha hecho nada para merecer esto. Para merecer las torturas de los profesores y los abusos de sus compañeros. Bueno, solo de uno de ellos que se ha encargado de decir que no lo toquen o les cortará la cabeza. Al menos solo tiene que sufrir las violaciones de uno de ellos, pero esto comienza a ser insufrible.

Y lleva una semana de seis años. Antes terminará suicidándose.

- Ey, chico nuevo.

Odia que lo llamen así, pero nadie parece recordar su nombre. Se incorpora un poco en la cama y mira a su interlocutor un poco sorprendido, nadie suele dirigirle la palabra porque nadie se atreve a acercarse a él por si su violador los descubre.

Lo reconoce como Cho Kyuhyun, el pirómano, o al menos así se presentó en aquella terapia.

- Es la hora de la cena, ¿no bajas?

¿Y verle la cara a ese malnacido? No, gracias. No suele salir de la habitación más que para las clases y las terapias. Eso no le libra de que ese gilipollas le folle una y otra vez cuando se le antoje, porque ni siquiera cuando hay gente se controla, simplemente los fulmina a todos con la mirada y estos salen cagando leches.

- Sé lo que estás pensando, pero allí no podrá hacerte nada - dice con pena.

Donghae se coloca la almohada en la cabeza para no seguir escuchándole, dándole a entender que no quiere continuar con la conversación. Prefiere seguir llorando y compadecerse de sí mismo, ya que nadie más lo hace.

- Bueno, pues tú mismo, pero con esa actitud no vas a durar aquí ni un mes.

Espera morir mucho antes, sí. La puerta se abre bruscamente y su cuerpo tiembla pensando que es de nuevo ese muchacho dos cursos por encima de él. Se encoge sobre sí mismo por instinto y escucha suspirar a Kyuhyun junto a él.

- ¿Qué pasa aquí? - la voz de uno de los guardias le relaja solo en parte.

Nadie contesta, pero al segundo se ve despojado de sus sábanas y de su almohada, quedando al descubierto su cuerpo únicamente cubierto por la ropa interior y las marcas que el mayor deja sobre su cuerpo. No se levanta, ni se gira, ni hace nada, solo sigue llorando en silencio con las manos escondiendo su cara.

- Vete a cenar, Cho. Y tú, Lee, será mejor que te vistas pronto y hagas lo mismo si no quieres ser castigado.

¿Más aún? No cree que pueda haber castigo peor que estar ahí. Precisamente por eso, por la amenaza que conllevan esas palabras, le hace caso aunque no tenga hambre.

Ya que Kyuhyun ha sido el único que le ha hablado y que tiene que sentarse con los compañeros de su grupo, se sienta a su lado y este sonríe tímidamente. Frente a ellos dos se encuentran Henry, con cierto problema de cleptomanía, y Sungmin, con ciertos problemas con las drogas. Al otro lado de Kyu está Ryeowook con tendencias ludópatas y, a su lado, Zhou Mi con problemas con la bebida. Todos ellos tienen algo de lo que recuperarse, aunque no aprueba los métodos que emplean, pero simplemente él está fuera de lugar. Él no es uno de ellos. Él no está enfermo.

- Oh, tendrás hambre después de tanto ejercicio - comenta un Sungmin ojeroso y con una sonrisa temblorosa.

Le gustaría matarlo. Es evidente que todo el mundo sabe lo que pasa, incluso los guardias, pero nadie le ayuda y por eso odia estar cenando con ellos y que se hagan sus amigos cuando no son más que unos farsantes que intentan sobrevivir ahí seis años para después largarse y seguir cada uno con sus problemas.

Un guardia que pasea lentamente por allí, vigilando cada movimiento de los presentes, le impide abalanzarse sobre él, aunque la mano de Kyuhyun sobre su muñeca también se lo habría impedido.

- Déjalo - susurra para que solo lo escuche él -. No ha podido conseguir que le pasen nada de fuera y está...

- Cuidado donde pones las manos - le interrumpe otra voz que no pertenece a ninguno de los presentes y que hace que un escalofrío recorra a Donghae de arriba abajo.

Kyuhyun suelta la mano de Hae inmediatamente, pálido como la pared. Donghae simplemente mira el plato de su asquerosa comida, esperando que se vaya de allí cuanto antes. Pasa un brazo por sus hombros y lo besa en la mejilla de forma posesiva, sin un ápice de ternura.

Espera a que esté lejos de ahí para limpiarse el lugar de la cara donde le ha besado. Le da asco tener que sufrirlo en su interior cada noche como para también tener que aguantar que le bese. Todos sus compañeros intentan evitar su mirada, también Kyuhyun parece de repente hambriento. Y se siente repentinamente solo.

Y todo por culpa de ese miserable.

 

- Lee Donghae, solo falta usted.

Donghae se levanta. Este era el momento que lleva temiendo todo el fin de semana. Aunque no salgan del internado, los sábados y los domingos ni hay clases, ni terapias, solo se limitan a limpiar los alrededores y el edificio en sí. Pero ya ha llegado el lunes, y después de que la semana anterior, la terapia se centrara cada día en cada uno de sus compañeros, no podía ser de otra manera. Hoy le toca a él hablar de su supuesta enfermedad.

No piensa reconocerse como un enfermo, porque eso sería asumir que ha sido derrotado. No lo hizo con sus padres para evitar ingresar en ese sitio, no piensa hacerlo ante un psicólogo y unos chicos que seguramente lo condenarán. Él sabe que no está mal y eso es lo único que le importa. Mantendrá sus principios, hasta que también se los arrebaten.

- Háblenos de por qué está aquí - continúa el psicólogo.

Se encoge de hombros.

- No lo sé - responde con inocencia -. Dígamelo usted.

Sus compañeros lo miran sorprendidos, pero también curiosos. El psicólogo, en cambio, alza una ceja enfadado porque un alumno le haya plantado cara.

- ¿No lo sabe? Todos saben por qué están aquí.

- Yo no - de nuevo se encoge de hombros -. Yo no debería estar aquí.

- No, claro que no, Lee Sungmin tampoco, podría estar drogándose por ahí, ¿no?

El aludido enrojece al mismo tiempo que aprieta las manos en puños.

- Yo no estoy enfermo - Donghae sigue impasible.

- Me temo que sí y temo aún más que cuanto más tardes en reconocerlo, más trabajo nos darás.

Donghae se vuelve a sentar con una sonrisa torcida de absoluta indiferencia.

- Entonces no me perderá de vista en una buena temporada.

El psicólogo le devuelve la sonrisa con hipocresía, todos sus compañeros parecen incapaces de moverse de su sitio.

- ¿Ah, sí? Vaya, un chulito... Pensaba más bien que te habían convertido en una especie de puta.

Donghae no sabe muy bien cómo ha sucedido, solo sabe que la rabia y el dolor de estos siete días están descargándose en sus manos, alrededor del cuello del psicólogo. Kyuhyun intenta apartarlo y Ryeowook ha salido al pasillo para pedir ayuda.

Pero eso no es necesario, porque siente algo metálico en su vientre que lo hace retirarse de inmediato, cayendo él y Kyu al suelo, debido a que el menor seguía haciendo fuerza para apartarlo del adulto. Lo apunta ahora directamente al pecho con un arma de fuego y lo mira furioso, pero también desconcertado.

Donghae también está alterado, le cuesta respirar con facilidad y no puede controlar un par de lágrimas que se escapan de sus ojos. Sabe que ha actuado mal, que no debería haber respondido ante semejante provocación, porque no era más que eso, pero lleva demasiado tiempo ya aguantando todo lo que siente por dentro.

- No os mováis de aquí - dice el profesor con voz ronca.

Obliga a Ryeowook a entrar de nuevo y sale cerrando la puerta con llave, por si a algún otro se le ocurre rebelarse también. Donghae se levanta entonces y se da cuenta de que todos los demás lo miran entre espantados y sorprendidos. Solo Henry se atreve a levantarse de su sitio y acercarse a él.

- ¿Estás bien? - pregunta con verdadera preocupación.

Donghae asiente con dificultad, aún le cuesta relacionar los hechos que han acontecido. Kyuhyun apoya una mano sobre su hombro y sonríe con una mezcla de orgullo y preocupación.

- ¿Cómo pueden consentir que estén armados? - inquiere poco después, cuando logra controlar su respiración.

- Nadie lo sabe - contesta Zhou Mi tras un silencio sepulcral -. Nadie en el exterior sabe lo que pasa aquí dentro. Solo los que no podemos salir.

- Pero en seis años la gente sale, ¿por qué no denuncian?

Kyuhyun suspira sentándose sobre su mesa y sacando del bolsillo un encendedor que no sabe dónde ha podido conseguir y que le hace temer por su vida sabiendo de su pasión por el fuego.

- Si quieres sobrevivir aquí será mejor que no hagas muchas preguntas - dice sin ni siquiera mirarlo.

Lo mira interrogante, esperando a que añada algo más, pero no lo hace. No entiende nada y necesita preguntar, pero quizás por el momento sea mejor hacerle caso.

 

Se olvida de eso cuando lo llevan ante el director del internado y con el semblante más tranquilo del mundo le impone el castigo por su actitud. Esperaba que quisieran echarlo de allí por agredir a un profesor, pero no ha tenido tanta suerte. No, en lugar de eso, debe aguantar una hora colgado de una barra de hierro en suspensión en el patio, "para canalizar su fuerza en otras cosas". Ha hecho ese ejercicio muchas veces en educación física y aunque solo duraba un par de minutos, quizás tenga la suficiente voluntad como para aguantar una hora allí. No contaba con el frío ni con que tuviese que hacerlo en ropa interior, ni mucho menos con que uno de los guardias estuviese tras él pegándole con algo que no llegaba a ser un látigo pero que dolía como si lo fuera.

No gritó, seguía manteniéndose en su línea de conservar la dignidad todo el tiempo que fuese posible. Se hizo sangre en el labio y en la lengua de tanto morderlos para contenerse, las manos se le estaban quedando en carne viva y los brazos entumecidos, pero no dejó de sujetar la barra en ningún momento, aunque después le ardiese la espalda por los golpes y los brazos ni siquiera los sintiera.

El guardia lo dejó solo con órdenes explícitas de que fuese directamente a su habitación. Pero aún ahora, veinte minutos después, no puede moverse ni un centímetro. Arrodillado en el suelo con la ropa junto a él y el frío entumeciendo cada rincón de su cuerpo, ni siquiera tiene fuerzas para vestirse y protegerse de la congelación.

Nuevamente, solo tiene ganas de llorar. Pero esta vez no lo hace, debe sobrevivir allí y demostrar que es más fuerte que todos estos castigos y disciplinas. No se rendirá tan fácilmente y llorando no hace más que demostrarles que están ganando ellos.

Se sujeta al árbol más cercano y se ayuda en él para ponerse en pie. Pero recibe una ayuda ajena en el otro brazo, alguien tira de él con la suficiente fuerza como para ponerlo en pie.

- Grac... - se calla en cuanto se gira para ver a su ayudante y descubrir que es la misma persona que está haciendo de su vida un infierno.

- Me has abandonado hoy - dice tranquilamente.

Donghae no contesta, no piensa dirigirle la palabra a este ser en su vida, aunque fuese la única persona a la que pudiese recurrir antes de que lo mataran. Le gustaría poder moverse con mayor agilidad para poder salir corriendo. De todas formas, intenta alejarse de él lo más rápidamente posible. Él lo detiene reteniéndolo por la muñeca con fuerza.

- Ven, los guardias están cenando ahora, no hay problema en que vengas a mi habitación.

Sí, sí hay un gran problema. Que no quiere ir. Pero aún así se deja arrastrar por él, porque tampoco tiene alternativa y porque está demasiado cansado como para empezar a luchar por su vida esta noche.

Dejará que lo hunda un poco más en la miseria.

 

-  Mierda - se queja entredientes Donghae.

Su compañero sonríe satisfecho, seguramente porque por fin ha conseguido que diga algo.

A diferencia de lo que esperaba, el mayor solamente le está curando las heridas que los golpes brutales del guardia han dejado sobre su espalda descubierta. Incluso le ha dejado ponerse los pantalones y le ha ofrecido una de sus sábanas para ponérsela por encima, siempre dejando sus heridas al aire. Y mierda como escuece. No soporta que lo toque, pues cada uno de sus roces solamente le recuerdan esos infernales momentos en los que lo tortura con el sexo, pero también sabe que nadie más se preocupará de sanar sus heridas.

Lo sorprendente es que sea él precisamente quien se preocupe.

De nuevo, el algodón con alcohol que está usando se posa sobre su espalda y él se muerde el labio inferior para sobrellevar mejor el escozor. Siente el suave aliento del mayor sobre el mismo lugar donde acaba de posar el algodón y siente cómo le calma un poco el dolor. No debe relajarse teniéndolo tras él, nunca ha salido nada bueno de eso.

Nunca entenderá por qué le temen tanto. No es que sea musculoso ni tenga pinta de fuerte. Más bien, sería uno de los chicos a los que él mismo pegaba en el instituto antes de ser sacado de él para ser encerrado allí. Es atractivo, es alto, tiene un buen cuerpo, pero de ahí a ser uno de los más temidos en un internado en que todos están mal de la cabeza... no lo entiende. No es el prototipo de chico que intimidaría a una manada de locos.

- ¡Ah! - se queja una vez más.

Si no fuera porque no quiere hablarle, le pediría que se alejara de él. El dedo índice del mayor acaricia una de sus heridas y un estremecimiento le recorre el cuerpo. Su contacto es por primera vez suave y delicado, incluso cálido. Suspira sin poder evitarlo al sentir milagrosamente el dolor remitiendo. Sigue subiendo el dedo recorriendo la espalda hasta su hombro y lo estrecha sin demasiada fuerza, llevando su otra mano hasta el otro hombro de Donghae. Comienza a masajearlos suavemente, a un ritmo lento, haciendo que el entumecimiento de sus brazos vaya desapareciendo poco a poco.

Comete el error de cerrar los ojos y abandonarse a la calidez que sorprendentemente el mayor derrocha en ese masaje improvisado. Echa la cabeza un poco hacia atrás y siente la cantarina risa de su acompañante en su oído, su aliento también le acompaña. Sabe que no debe fiarse de él, que es el que más daño le está haciendo y el que ha conseguido que no confíe en nadie de ese lugar, pero es el único que está haciendo que el dolor y el frío de su cuerpo desaparezcan en este momento y eso es lo único en lo que puede pensar ahora.

Al menos hasta que sus manos se detienen y lo abrazan con delicadeza mientras pega su torso a la espalda de Donghae y deja un suave beso en su cuello mientras sus piernas lo rodean. Donghae abre los ojos y comienza a temblar por el miedo. Sabe lo que viene a continuación, sabe que volverá a tener pesadillas por la noche después de pasarse horas llorando porque lo que ese malnacido va a hacerle.

O al menos eso creía antes de escucharle llorar sobre su hombro. Él, el chico al que todos temían, llorando desconsoladamente, dalente de la persona a la que ha convertido en su puta personal. No deja de abrazarlo, apoya la frente en su hombro y sigue sollozando, tratando de ser disimulado, pero sin conseguirlo. Él no sabe que hacer, ¿debería consolarle? ¿Por qué? Sea lo que sea lo que le haga llorar, se lo merece. Se lo ha ganado a pulso.

Cuando reduce la presión de sus brazos y los deja caer rompiendo el abrazo, Donghae se da la vuelta para mirarlo al mismo tiempo que el mayor le da la espalda para ocultar sus lágrimas. Demasiado tarde. No puede evitar sentir cierta lástima al verse reflejado en esa impotencia de no poder dejar de llorar y querer que nadie lo descubra. Pero no por eso piensa que es mejor persona. Ese idiota merece llorar. Él no.

Así que lo deja solo y sale de la habitación.

Notas finales:

Abstracto, no? Yo avisé! ^^ 

Si habéis llegado hasta aquí y os ha gustado, me gustaría saberlo lalala... 

Eeem... a todo esto "Dove" se supone que significa "paloma de la paz", sí, va con ironía xDDD

Muchas gracias! 

El próximo... pronto (cuando esté acabado que estos no están escritos del todo T_T) 

Un beso! ^^


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).