Sentado en la estación viendo a todas esas personas caminando con prisa por volver un día más a sus monótonos trabajos, los miro con igual indiferencia mientras espero.
Las doce campanadas estruendosas que acallaron por un momento el ensordecedor ajetreo de la estación, atrajeron mi atención hacia el exterior, miro en dirección a la gran plaza central de la ciudad, donde se encuentra el reloj que anuncia la hora tan ruidosamente. Observo mí alrededor buscándote con la mirada, sin éxito. Cuando llegue, hace 3 horas estaba seguro de que vendrías, pero ahora que solo faltan quince minutos para abordar, comienzo a preocuparme.
Me levanto y recorro la estación para comprobar mi temor. Cada vez más desmoralizado me recargo en un pilar desde donde puedo ver la entrada, los próximos diez minutos me son eternos mientras observo sin parpadear la entrada principal rogando por que aparezcas en el siguiente instante; la tristeza comienza a apoderase de mi mientras llaman a abordar el tren que me separara de ti por siempre, si no llegas en este momento. Saco inconscientemente el cigarrillo que guardo en mi bolsillo para recordar que debo dejarlo, y me lo llevo a la boca, debo dejarlo por que no te gusta que fume, pero debo fumar por que el que no aparezcas esta acabando con toda mi confianza; ayer que te propuse esta loca idea, a pesar de tu mirada dudosa, estaba seguro que aparecerías dispuesto a abandonar nuestras miserables vidas y comenzar de nuevo, juntos.
Le doy la primera calada al cigarro, tan profunda como mi deseo de que en verdad estés en la puerta, respirando agitadamente, buscándome con la mirada; pero miro a otro lado por que temo que mi mente me juegue una broma, cuando vuelvo a mirar entre la muchedumbre, reconozco tu pelirroja cabellera abriéndose camino, hacia mi; en mi euforia, abro tanto la boca esbozando una sonrisa de complicidad con migo mismo, que el cigarro cae, lo piso en el acto buscando esconder que he vuelto a fumar, cuando levanto la mirada de comprobar que se ha apagado correctamente, me encuentro con tu bello rostro que aun opacado por la preocupación y la duda, tiene espacio para una mirada desaprobatoria que me confirma que me has visto fumando.
Pero mi alegría es tanta que solo te abrazo y exhalo mi preocupación. Te tomo de la mano para encaminarnos al tren que pronto nos llevara a un lugar mejor donde solo estaremos nosotros dos, pero tu mirada triste hace que repare en un detalle, no traes maleta contigo, mi sonrisa se borra en el acto y mi mundo se desploma una vez más mientras desesperadamente busco una explicación con la mirada, tu solo agachas el rostro; frunzo el ceño y acerco mi cara a la tuya, te obligo a mirarme.
Sin hacer ruido hurga entre sus cajones y se decide por unas cuantas playeras de manga larga, pantalones calientitos, unos guantes y un gorrito con dos bolitas colgando a los lados, le gustaba el frio, si, pero no significaba que no lo sintiera; él le había dicho que irían a un lugar frio, en las montañas, a donde siempre había soñado con ir; guardó sus prendas, junto con unos cuantos libros de los que le era imposible desprenderse, en su maleta de viaje, tomo el cierre decidido a cerrarla pero se detuvo y lo pensó de nuevo; dejar a su familia, la escuela, las amigos, todo, ¿realmente seria capaz de hacerlo?; invadido una ves mas por la duda vació su maleta, se sentó en el piso, recargándose en su cama, y oculto su cabeza entre sus rodillas.
Despertó con sobresalto por la alarma de su teléfono, no sabia cuando se había quedado dormido, miro el reloj, 11:30 a.m, comprobó que era tarde, solo tenia media hora para llegar, había puesto esa alarma por si la duda volvía, fue una gran decisión, precipitadamente guardo su ropa echa bolas en la maleta, cerrándola con trabajo se la echo al hombro y salió corriendo; no fue sino en el camión que volvió la vista atrás y vio su casa desaparecer lentamente en el paisaje, junto con toda su vida.
Bajó del camión de un brinco, sin esperar a que se detuviera por completo, y comenzó a correr cuesta arriba, cruza a toda velocidad la gran plaza donde el reloj central le grita con estruendosas campanadas que debía darse prisa o el tren lo dejara. La respiración comienza a cortársele pero siguiendo el consejo del puntual reloj no se detiene, por fin, al doblar la esquina contempla la gran estación donde le espera su destino, solo cuando llega a la puerta principal se detiene y recupera el aliento.
Levanta la mirada y lo contempla mientras su corazón da un vuelco, recargado en un pilar cercano, con la vista perdida en la puerta, tan perdida que parece no haberse dado cuenta de su presencia, su emoción inicial al contemplarlo es opacada por el disgusto de encontrarle fumando, a pesar de que hace tan solo una semana le ha prometido que lo dejaría, sin dejar que la excitación de lo que esta a punto de hacer se empañe por esa pequeñez, avanza firme hacia él, abriéndose paso entre los muchos transeúntes, lo contempla solo una fracción de segundo mientras camina, pero suficiente para que la duda regrese y su rostro refleje aflicción, lo ve pisar el cigarro mientras baja la maleta y se detiene a su lado, por fin él repara la presencia su lado y sonriendo de oreja a oreja lo abraza. Pero la duda ha vuelto y aun es tiempo para detenerse y regresar.
“has llegado hasta aquí y no permitiré que retrocedas, daremos el siguiente paso tomados de la mano” te digo sin palabas, observándote con atención, en tu rostro se dibuja la sonrisa que me enamoro, entrelazas nuestros dedos y te separas un poco de mi, solo lo necesario para agacharte y permitirme ver como te colgabas la maleta al hombro.