ACCIDENTE DE COCHE
Una semana, una semana más en la que había intentado seguir con su vida, pero los dolores no se lo permitían, los huesos le dolían cada vez que pensaba en moverse. Aquello era insoportable. Incluso Yang se había dado cuenta de su estado. Ya no iba a los shows, ni le dejaban solo 5 minutos, ni siquiera para ir al baño.
Estaba cansado de eso, ni siquiera podía respirar. Todos sabían que se encontraba enfermo de algo grabe. Pero no sabían de qué. Cada vez le costaba más mantener la mentira que había construido. Y mucho más, cuando su novio lo había “abandonado” por así decirlo, hasta que no se lo dijera. No sabía como mantener aquella relación y más cuando necesitaba en demasía a su novio. A su Hyunnie. Lo amaba demasiado.
Estaba decidido a decirle parte de la verdad, a decirle que le habían encontrado un cáncer. Pero no le diría que se estaba muriendo, le diría que estaban haciéndole pruebas para ver que hacer con el tumor. Sí, eso haría.
Con esa idea en la cabeza, aquel martes salió de casa, tras esquivar a su cuidador, cosa que le costó mucho tiempo, para abordar su betley y salir disparado dirección la compañía, donde pensaba que estaría su novio. En esos momentos no se encontraba tan mal, era de esas veces que se encontraba “bien”. Por eso decidió coger el coche, pero a mitad del trayecto se arrepintió.
Para “suerte”, en aquellos momentos, justo en cuento salió a la autovía, un mareo se hizo presente en él. Pero no quería parar, a lo mejor se iba enseguida, por lo que redujo la velocidad y se mantuvo a la derecha, se sentía mareado, pero sabía donde estaba y que era lo que hacía, no entorpecía la conducción de los demás coches y él llegaría a su destino. Todo iba bien, hasta que un coche apareció justo detrás de él queriendo adelantar al que tenía en su izquierda por la derecha, justo en el tramo en el que él circulaba. Y no había que ser muy listo para saber las consecuencias de aquello. Además de la alta velocidad a la que se acercaba aquel coche.
Pero Ji viendo el accidente inminente se alteró y su presión sanguínea aumentó hasta el punto de que su visión se fue, no veía la carretera. Cosa que hizo que se alterara aun más. Sintió el golpe, pero no supo de donde procedía. No sabía si se había dado él, por su falta de visión, o si le habían dado. Todo estaba negro, sabía que no saldría de esa, tan solo esperaba que Hyunnie lo entendiera y le perdonara por no contarle nada.
Se sentía desorientado e irritado, había una maquina que no dejaba de pitar constantemente, gruño ante el molesto ruido e intentó abrir los ojos mientras se incorporaba. Pero no pudo, sus ojos dolían por la blanca luz de la habitación en la que se encontraba, y unos fuertes brazos lo sujetaban para que no se levantara de la cama, mientras le decían que permaneciera tranquilo en lo que él iba a buscar ayuda o a un médico, no le entendió bien.
Levantó uno de sus brazos a la altura de sus ojos para así tapar algo de luz que le llegaba, pero el brazo le pesaba mucho, y le dolía mucho más le moverlo. Volvió a sentir los pasos en la habitación, pero estaba vez no solo era de una persona sino de varias. Los enfermeros y el médico se dedicaron a revisarlo.
Cuando terminaron le preguntaron su nombre, edad, estado civil, y un número para poder contactar con alguien de su familia. Le preguntaron que sabía de su salud, y les contó que tenía cáncer, que estaba en fase terminal. El médico se despidió de él, prometiéndole que dentro de poco habría alguien de su familia a su lado. Que no se preocupara, que todo saldría bien. Se le había olvidado preguntar donde se encontraba. Pero decidió preguntarle al chico que entraba, justo después de irse los enfermeros, y se sentaba en la silla que se encontraba al lado de su cama.
Le dijo que era él quien había visto el accidente, y quien lo auxilio, pero que no había podido hacer nada por el chico del otro coche, el que provocó el accidente. El cual había fallecido en el acto. Se encontraba en uno de los hospitales de los suburbios de Seul. En realidad lo había llevado al hospital más cercano, al lugar del accidente. No llevaba identificación ni nada por el estilo. Asique no sabía exactamente que hacer.
Se sintió mejor, alguien extraño haciendo eso por él, le debía lo poco que le quedaba de vida. La verdad que él ya se veía muerto, pero gracias a ese ángel de la guarda que estaba a su lado pudo sobrevivir un poco más.
Estuvieron hablando como dos horas, en las que se enteró de que YG había dicho que su coche fue robado y el ladrón había tenido un accidente. Que habían dicho que estaba enfermo con una neumonía y que no podía salir a la calle. Que había pasado exactamente 2 semanas en las que no había dado señales de vida, que estaba en coma, y una más en la que había salido, pero no despertaba, hasta el día de hoy.
Cuando le preguntó el por qué estaba ahí todos los días, le contestó que no tenía nada mejor que hacer. Iba a entrevistas de trabajo por la mañana y al mediodía se sentaba en la silla de al lado a ver como estaba y si daba señales de vida. Porque sentía pena de que no tuviera a nadie a su lado para cuando despertara. Eso y que alguien tenía que pagar todas los días la estancia. No era mucho, pero sino lo hubieran desconectado y seguro se hubiera muerto.
No pudieron hablar mucho más porque la puerta de la habitación se abrió de golpe, dejando entrar por ella a una pareja de personas mayores bastante agitadas, que cuando vieron al paciente despierto y sonriendo en la cama, aunque estuviera lleno de cables, y le costara algo respirar se lanzaron a abrazarle, y a darle besos, la mujer, llorando, porque por fin habían encontrado a su pequeño.
Cuando por fin se separaron de él, pudo contarles que era lo que había pasado, o por lo menos lo que él recordaba, y tras el relato del joven que le estaba acompañando de lo que había ocurrido después, se sentían muy agradecidos e incluso su padre le ofreció un empleo, para así pagar la deuda que emocionalmente había contraído con el joven. Aunque sentía que nada era poco para alguien que había salvado la vida de su pequeño. Porque aunque no lo dijera muy a menudo se sentía muy orgulloso de su hijo pequeño, siempre había perseguido su sueño hasta que lo consiguió, y encima no había perdido su personalidad ni había cambiado. Y todo él solo, nunca necesito de nadie para que lo impulsara en ese mundo en el que estaba metido.
Tras enterarse de lo que había pasado le contaron todo lo que había pasado la familia y Seung Hyun. Le contaron que todos se preocuparon cuando los programas de televisión sacaron su coche accidentado en la autovía sin señales de vida de su parte. Y sobre todo Seung Hyun, que había sido internado al poco de eso porque intentó quitarse la vida al no dar señales de vida.
Tras aquellas palabras se sintió desfallecer, sintió líquido mojar su cara, y faltarle la respiración. Solo quería estar al lado de la persona que amaba, y aquellas palabras eran lo peor que podía haber escuchado. Sabía que nadie salía del centro psiquiátrico después de un cuadro de suicidio. Tan solo por si pudiera haber una recaída. Pero sabía que tenía que ser fuerte, que le quedaba poco de vida, pero tenía que ser fuerte. Tenía que salir adelante por la persona que amaba y por su familia. Tenía que salir adelante. No sabía exactamente que hacer, pero haría algo para que Seung Hyun saliera de ese lugar.
Al poco de llegar sus padres, volvió a entrar por aquella puerta el médico, llevándose consigo al paciente. Tenían que hacerle unas pruebas. No dijo nada más, tan solo salió detrás de la camilla. Al cabo de un tiempo, el cual les pareció eterno tanto a los padres, como al propio paciente, el cual era sometido a unas cuantas pruebas bastante dolorosas. Pero al final todo salió bien, las pruebas estaban hechas y a él lo devolvieron a la habitación. Estando con sus padres les dijo que le habían vuelto hacer las mismas pruebas que anteriormente. Su padre se quedó extrañado, él no sabía nada de que a su hijo le hubieran hecho alguna prueba antes. Y su madre simplemente se echo a llorar. El muchacho que le había salvado la vida se sentía fuera de lugar, pero no podía moverse sin que el padre del paciente le dijera que se quedara.
Al final Ji decidió decirle todo a su padre, o por lo menos lo que sabía hasta ahora. Que tenía cáncer. No quería preocuparle más diciéndole que era terminal, y que se estaba muriendo. El hombre no se lo tomo muy bien, había comenzado a hiperventilar, se había puesto blanco y tuvieron que entrar varias enfermeras a auxiliarle. Tras el susto del primer diagnostico, entro el mismo médico que le había realizado las pruebas, con una carpeta enorme en las manos.
- Señor Kwon, he realizado las pruebas para ver como se encontraba su estado, y he hallado algo desconcertante, usted había comentado de que tenía metástasis.
- Si, señor. O eso era lo que me dijeron mi médico de cabecera.
- Pues he buscado ese brote de metástasis por todo su cuerpo y no he encontrado nada. Si es verdad que tiene un tumor alojado en la base del cerebro. Es un lugar muy dañino pero se puede operar. Si me permite podría entrar mañana mismo a quirófano.
- ¿Qué?