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Alquimia del corazón por Jazmin Negro

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Notas del fanfic:

Mi primera serie ^^ Y RoyEd. Esto se me ocurrió... no sé bien cómo. Hubo un tiempo de bloqueo horrible y lo curioso es que solo pude escribir esto. Alguien me dijo que era señal de que debía escribirlo :D Y le hice caso.

Notas del capitulo:

Esto es un RoyEd, se ubica en un final alterno donde Alphonse está con su cuerpo normal, Edward sigue en la milicia al igual que Roy, quien no tiene parche sino sus dos hermosos ojos negros :3 Casi podría ser un AU, y digo casi porque no he cambiado todos los aspectos de FMA; podrán comprobarlo al leer.


Bueno… FullMetal Alchemist es de la autoría de Hiromu Arakawa, o sea que no es mío, por eso escribo fics, si fuera mío podría retirarme a vivir tranquilamente de mi genialidad xD


A leer!

Desde que el Coronel y Edward eran pareja, Alphonse había comenzado a notar ciertos cambios en su relación de hermanos. Ya no iban siempre juntos a todos lados. Edward y Roy lo invitaban muchas veces, pero él decidió dejar de aceptar porque siempre terminaba sintiendo que sobraba. A veces su hermano desaparecía con el Coronel tardes enteras, y un extraño distanciamiento había comenzado a surgir entre ellos. Además, no se acostumbraba a ver al Coronel tan seguido en su propia casa. Roy era muy amable con él, y Edward en verdad hacía su mejor esfuerzo para que no se sintiera excluido o abandonado, pero Alphonse no parecía contento. Él mismo no entendía qué le estaba pasando, se suponía que debía estar feliz por su hermano mayor, y aun así no conseguía dejar de sentir… como si Roy estuviera alejando a Ed de él.


Edward, por su parte, comenzó a sentirse en una encrucijada. Nada de lo que hacía remediaba las cosas, y, encima, parecía ser el único que colaboraba. Siempre tenía que intervenir entre Al y Roy. No obstante, trataba de no pensar que tenía que escoger entre ellos, porque sabía que eso solo lo hundiría. Entre su trabajo, su hermano y su novio, se sentía agobiado. No quería que Alphonse pensara que lo estaba olvidando, comprendía que se sintiera celoso o incluso tuviera miedo, después de todo, él era la única familia que Al tenía. Aunque tal vez lo había descuidado un poco últimamente. De cualquier forma, Al no lo estaba tomando bien. Y Roy… Roy era otra cosa. Lo amaba, sí, pero no mostraba la más mínima intención de hacer algo al respecto. Solo trataba de evitar a Alphonse, para ahorrarse situaciones que no sabía cómo manejar. Él mismo se lo había dicho: no era bueno con los niños. Pero al menos era paciente y soportaba de buen grado las hostilidades de Al.


Cierto que Roy podía molestarse a veces, cuando Edward cancelaba sus citas con él a causa de Alphonse; “Iré con él al parque” “Le prometí ayudarle con su alquimia” “Al no quiere quedarse solo”, eran solo algunas de las disculpas que Ed le daba frecuentemente. Era muy difícil para él estar con alguien que tenía un hermano menor del que cuidar. Eso limitaba sus encuentros, lo obligaba a cuidar de sus muestras de cariño hacia Ed en presencia del menor, e incluso había discutido con el rubio por eso.


-¿Por qué no viniste? –le había reclamado. Era la tercera vez en la semana que no venía a una cita–Te estuve esperando toda la tarde.


-¡Lo siento! Es que Al…


-¿Al qué? ¡Otra vez Al, siempre es él!


-Entiende, Alphonse quería que me quedara con él.


Roy había esbozado una mueca sarcástica, disgustada,  al oír eso.


-Edward, creo que lo consientes demasiado.


-¿Qué? Roy, por favor no te metas en esto.


-Pero es la verdad. Déjalo que comprenda que no puedes estar siempre con él, que tienes otras cosas qué hacer. No está respetando nuestra relación.


-¡Mierda, Roy!  No te permito que me digas cómo educar a mi hermano.


Y tal era el enojo en su voz y el significado de sus palabras, que Roy decidió retractarse enseguida.


-Ed, lo siento. Tienes razón, no es de mi incumbencia la forma en que lo cuidas. Es sólo que… quería estar contigo hoy. Me gustaría pasar más tiempo juntos.


-Lo sé, pero no puedo abandonar a Alphonse. No te preocupes, los tres vamos a estabilizarnos y entonces estaremos bien.


Febrero


Pronto fue evidente que algo estaba pasando en el país. Edward pasaba más tiempo en el Cuartel, se reunía constantemente con varios militares de alto rango, incluido Mustang; planeaban algo, algo secreto y peligroso.


Comenzaron a hablarse de los grupos revolucionarios que querían sacar al país de la dictadura militar.


Abril


Edward estaba de pie, preparando el desayuno. En eso, unos brazos rodearon su cintura y sintió el cálido aliento de Roy en su oído:


-Buenos días, Ed.


El joven rió.


-Quítate, estoy cocinando.


-Oye… Al aún duerme –le susurró el Coronel, insinuante.


Edward se volteó y le puso los brazos en el cuello.


-¿Ah, sí?


Lo besó con una sonrisa. De pronto vio a Alphonse en el umbral de la puerta. Se separó en seguida de Roy, sonrojado.


-¡Al! N-no me di cuenta de que estabas allí. Este… ¿quieres desayunar?


-No, gracias. No tengo hambre –contestó el chico, desviando la mirada.


Edward miró a Roy con pena, como si estuviese fracasando en algo.


Abril


Unos ruidos extraños despertaron a Alphonse. Era bastante tarde, quizás pasaba de la medianoche. Los oía perfectamente porque había dejado abierta la puerta de su cuarto. Los sonidos provenían de la sala. Al miró la cama de su hermano, pues dormían en el mismo cuarto, y notó que estaba vacía. Prestó atención a los ruidos. Eran como murmullos y, tal vez… ¿gemidos?  El sueño le opacaba la audición, pero logró identificar las voces de Roy y Ed.


-¡Ah…! Roy… ¡más fuerte!


-Shhh… harás que se despierte.


-Lo sé, pero no puedo evitarlo… dios, se siente increíble…


¿Qué era lo que hacían? No lo entendía bien. Escuchaba también el ruido de la piel al chocar contra la piel, y el sofá crujiendo como si estuviesen saltando en él. Era realmente extraño. Sintió mucha curiosidad. Quizás debería ir a ver qué pasaba, pero algo en su interior le dijo que no lo hiciera. Al parecer, a Roy y Ed no les gustaría que él llegara. Era un momento sagrado de ellos dos. De nuevo era él excluido. De nuevo sentía miedo.


-¡Ah! Edward… ahhh…!


Alphonse era muy joven aún para entenderlo completamente, pero, incluso sin saber por qué, sintió ganas de llorar.


Mayo


Edward entró para decirle a Alphonse que preparara una maleta.


-¿A dónde nos vamos? –preguntó el castaño.


-Ya lo verás, solo lleva tu ropa y lo necesario.


Al se dispuso a hacerlo, sin notar el matiz de gravedad en la voz de Ed.


Salieron por la puerta trasera del edificio, haciendo lo posible por no llamar la atención. Edward no soltó la mano de Al hasta que abordaron el auto del Coronel.


Cuando llegaron a la residencia de Roy, en las afueras de Central, era ya muy tarde y Alphonse dormía en el asiento trasero. Ed lo sacó en brazos; Roy le abrió la puerta. Era una casa realmente grande y hermosa, elegante. El Coronel le indicó su cuarto, para que pudiera acostar a Alphonse. Mientras Edward acomodaba al menor, Roy se sirvió un trago de vino. El joven llegó poco después a su lado.


-¿No me invitas?


-Creí que no bebías –contestó Roy, pasándole la botella.


El rubio bebió directamente.


-Roy –le dijo, mirándolo fijamente- Prométeme… Prométeme que cuidarás a Alphonse si algo llegara a pasarme.


-Edward… podrías escapar, aún hay tiempo. Llévate a tu hermano y sálvate.


Ed se negó rotundamente, con aquel fuego intacto en sus ojos.


-Sabes bien que no lo haré. No voy a huir.


-Edward ¡¿por qué eres siempre tan terco?! Hazlo por Alphonse, por mí… ambos… ambos te necesitamos, Ed.


Edward tomó otro trago, sin mirar a Roy. La tristeza parecía haberse asentado en su rostro.


-Ed… -habló de nuevo el Coronel- Sabes bien que, si decides quedarte y continuar con esto, tendrás que consentir atrocidades, cometerlas incluso.


Los ojos ambarinos se opacaron un poco, con la nostalgia de los que esperan un mundo nuevo, de los que no soportan que la realidad sea tan horrorosa.


-Lo siento, Roy. Sé que existe una forma, sé que el derramamiento de sangre no es necesario. No es con la violencia del Ejército ni del pueblo con lo que podremos lograr la paz. Yo… yo creo en eso, Roy. Quiero creer.


El tono de voz de Edward era firme y, sin embargo, un poco melancólico. Terminaron la botella, en silencio.


Mayo


Cuando Al despertó eran alrededor de las 6 AM. Se encontraba en una habitación desconocida, acostado en una cama ajena. Supo, por deducción, que era la recámara de Roy. Oyó voces que provenían de afuera y al levantarse notó que estaba descalzo. Se asomó a la ventana. Por la altura, se dio cuenta de que estaba en un segundo piso. Vio un auto militar frente a la puerta y a Edward con una maleta en la mano y junto a dos oficiales, hablando con Roy. Salió rápidamente del cuarto, y corrió escaleras abajo llamando a Ed.


-¡Niisan! –se abalanzó sobre él, abrazándolo con fuerza, hundiendo el rostro en su pecho. Edward le acarició el cabello, con una ternura inexpresable.


-Al, tengo que irme –dijo, sin dejar de abrazarlo, con la voz más dulce que Alphonse le había oído.


-¿A dónde?


-No puedo decírtelo. Es mejor que no lo sepas, por tu propio bien.


-Niisan ¡déjame ir contigo!


-De ninguna manera. Quédate con Roy. Aquí estarás a salvo.


-¡No quiero! ¡No quiero quedarme! ¡No quiero que te vayas! –pretendió hacer una pataleta; nunca las hacía pero era su último desesperado recurso. Entonces Edward, apartándole un mechón de cabello, le besó la frente, y Alphonse comprendió que, siempre, había cosas más importantes que ellos mismos. Ed aprovechó para apartarlo de sí. Tomó su maleta y se dirigió al vehículo. Uno de los oficiales le abrió la puerta al rubio. Al  iba a correr tras él, pero Roy lo detuvo.


-¡Niisan, no te vayas! ¡Niisan! ¡Déjame ir contigo!


-Al…-le habló Edward- Te amo. No lo olvides –le sonrió, aunque con tristeza, y entró al auto. Al le miró desesperado, sin darse cuenta de que las lágrimas comenzaban a caer de sus ojos pardos.


-¡Niisan! ¡Niisan! ¡No te vayas! ¡Vuelve! ¡Vuelve! –siguió suplicándole, sin poder soltarse de Roy, aún después de que el auto se alejó finalmente.


-Niisan… por favor… quédate conmigo… -no pudo decir más, porque la voz se le trastocó en sollozos. Cayó al suelo de rodillas, incapaz de mantenerse en pie por un segundo más. Solo entonces Roy lo soltó.

Notas finales:

Espero que les haya gustado. Aún estoy editando los capítulos, pero trataré de no tardarme mucho ^^

Gracias por tomarse el tiempo de leer, y no olviden dejar reviews! ;D

 


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